NUEVOS REFERENTES PARA UNA POESÍA NUEVA
Este es un artículo que escribí hace tiempo, pero lo tenía inédito. Como pienso que no ha perdido vigencia alguna, me atrevo a editarlo a ver si ayuda a remover conciencias poéticas para que la poesía consiga salir del anquilosamiento en que se haya desde el se canta lo que se pierde de Machado (ya va siendo hora de adoptar otro enfoque...) al se canta lo que se tiene, pues creo que el poeta debe saber valorar el hecho de vivir, de sentir emociones y de tener la capacidad de expresarlas.
El IX Congreso de Escritores Extremeños (2005) cumplió su función comunicativa y difusora, pues los participantes pudimos intervenir en ponencias, comunicaciones y coloquios, que ofrecieron un interesante panorama de las relaciones literarias entre España y Portugal. Aparte de estas funciones ineludibles, también cumplió este Congreso con otra tarea primordial como es la exposición de propuestas de futuro, que ninguna actividad de este tipo puede excusar, porque siempre debe suponer un avance notorio respecto a la celebración anterior por medio de planteamientos creativos enfocados hacia el porvenir. La razón es puramente lógica: entre un Congreso y otro han pasado años y el mundo -la fuente de donde se surte el escritor- ha experimentado una patente evolución, sobre todo actualmente con avances como internet, que difunde al instante sentimientos individuales por todo el orbe.
Ante esta certeza, el poeta actual no puede seguir encerrado en sus límites reducidos; ahora su radio de acción no es su intimidad, sino el mundo. Por tanto, debe iniciar un nuevo humanismo indagando en la interpretación y remedio de las preocupaciones vitales, que afectan por igual a todos los seres humanos y, al mismo tiempo, buscando la promoción y difusión de los anhelos que todos sienten. Es decir, el poeta debe dejar el protagonismo que tiene en la actualidad y cedérselo al ser humano, que debe ser el centro de su poesía.
Esta concepción dinámica de la poesía fue el centro de las propuestas, que expuso Serafín Portillo en su ponencia “La poesía extremeña hacia el futuro”, con la que removió de una forma decidida y clarividente el status quo de la poesía actual llamando la atención a los poetas acomodados y empujándolos a crear una poesía nueva basándose en modernos referentes. Con esta idea llena de energía censuraba a buena parte de la poesía de hoy que, heredera directa de la surgida en los años 50 del pasado siglo, se encuentra obstaculizada en su evolución por su forma añeja de enfocar el hecho poético, pues no deja a sus autores buscar caminos más acordes con la multiplicidad temática que le ofrece la variopinta, trepidante y bronca realidad en que vivimos.
Teniendo en cuenta esta realidad, se hace patente que buena parte de la poesía escrita hoy no resulta actual, o mejor dicho, no parece real porque está alejada de la experiencia vital del ser humano. Abro un poemario y leo: “Anoche descansé en el huracán / de tu pecho”. Hago lo mismo con otro: “En el límite de su mundo esperó / el éxtasis final de la melancolía”. Selecciono otro: “Tras la vidriera azul / veo el mundo a mi manera”. En fin, “No tardes, que me desvelo a deshora / por tu piel de armiño”, “Morfeo le envió el sueño, / dulce nube de su andar cansado”, “Amarilla, amarilla, / la tarde de otoño / ha caído amarilla”…
El yo, el amor, la mitología, el cultismo, la experiencia, la demoledora estética del desencanto… son referencias temáticas sobre las que vuelven una y otra vez los poetas coetáneos y, sin embargo, ya debían de estar superadas por otros enfoques significativos, pues su momento de plenitud (que es cuando tuvieron sentido completo) se ha extinguido hace tiempo. Por esta razón es imprescindible que la poesía del presente salga de su estancamiento tomando nuevos rumbos meditativos y un modo de hacerlo es cambiando sus referentes caducos y los medios para expresarla por otros actuales (temas cogidos de la realidad actual, uso del procesador de texto, nueva disposición y significado de los títulos y versos).
Tengo un amigo, poeta de confesionario (me dice que sólo a mí ha enseñado sus versos), que cuando menos ha logrado sorprenderme por su afán en crear una nueva poesía (aunque le queden aún bastantes versos que escribir para alcanzar una calidad aceptable). Los poemas de mi amigo presentan estas características, que los distinguen de la poesía al uso: el primer verso actúa como tal y como título, para que la denominación del poema no adelante su contenido al lector antes de que inicie su lectura. Los versos aparecen centrados en mitad de la página para romper con la disposición tradicional, que ha habituado a los lectores a percibir de un modo determinado todos los poemas. La letra mayúscula y los signos de puntuación no son empleados, para que sea la misma palabra la que marque el sentido del poema. El tamaño de la letra usada es mayor que la normal para que la poesía se manifieste hacia el lector y no se quede agazapada en la intimidad del poeta. El formato de la letra es distinta en cada poema, pues dice que no existen dos poemas idénticos. La poesía es comprensible para el lector sin dejar en ningún momento de ser literaria. Y los temas tratados son de ahora (informática, internet, divorcios, inmigración, guerras, individualismo, publicidad, violencia, anhelos e intranquilidades actuales), porque no puede eludir la realidad en la que vive.
Es decir, mi amigo quiere elaborar una poesía actualísima tanto en la forma como en el contenido, que abandone la dificultad de la introspección (dice que no entiende a muchos poetas de hoy, porque son excesivamente surreales), evite la monotonía de la narración-descripción (mi amigo me asegura que, en más ocasiones de las normales, no logra concentrarse ni ahondar en un poema, porque no encuentra emoción ni hilo conductor) y dé pistas sobre el enigma de la historia vivida y contada por el poeta que la conoce bien, dice mi amigo, pero no el lector que no sabe ni dónde, ni cómo, ni por qué relata aquello un escritor con una trayectoria desconocida en un poemario que es un enigma (a mi amigo le fastidia mucho la manía de no dar referencias al lector ni del autor ni del libro con la excusa de que al primero no hace falta conocerlo y el segundo debe entenderse por sí mismo).
Bien, pues mi amigo cree que la poesía debe servir, entre otras cosas, para ayudarnos a expresar la angustia que actualmente provoca en el ser humano el ritmo endiablado con que gira el mundo. Por este motivo, piensa que el poeta debe salir de su cómoda situación e implicarse en lo que sucede -él llama a la posición que adopta demanda humanista-.
Para conseguirlo, emplea referentes conocidos por todos y los expone sin tapujos arremetiendo contra el materialismo atroz y la artificialidad de las emociones, que han alcanzado de lleno incluso a las relaciones más placenteras, que -se supone- debían ser las más resistentes a cualquier agresión (de hecho preocupante califica mi amigo esta realidad cotidiana):
mi amor no es el amor
no
no debe ser
mi amor tiene los labios teñidos de carmín
y el pelo de rubio inmaculado
mi amor navega en internet
y conduce un Golf exquisitamente pintado
mi amor me habla del amor
desde su título universitario
mi amor tiene una obsesión
convertirme en un producto informatizado
Otro referente temático de la poesía de hoy, utilizado por mi amigo, es el alejamiento de nosotros mismos en un proceso que se ha hecho patente en las últimas décadas, pero que actualmente ha cristalizado en múltiples y preocupantes formas de misantropía. Hasta tal punto ha llegado este martirio refinado a alienarnos que, siendo verdugos, olvidamos a las víctimas de nuestros actos -muchas veces irracionales- con una naturalidad pasmosa, mientras esas personas sufren nuestras culpas hasta el punto de ver condicionado el resto de su vida:
el salón de su casa
se ha convertido
en su mente de niño
en el desencolado proyecto
de un amor roto
su alma antes límpida
ahora la llenan
negros vertederos
horizontes funestos
retóricos interrogantes
los dos pilares de su vida
hasta ahora diáfana
han destruido su vínculo
y él que no sabe por qué
ha pasado bruscamente
del limbo de la infancia
a la crudeza de la soledad
en su prematura adolescencia
Mi amigo, el poeta de confesionario, también escribe sobre temas con los que trata de conjurar los ataques de la técnica, muy seguro de que los sentimientos siempre tienen más valor que los artefactos mecánicos, aunque no duda de que son beneficiosos para el progreso bien entendido, pero está seguro de que resultan nefastos cuando suplen sentimientos palpitantes con nuestra aquiescencia:
el mar está hoy más azul que nunca
[entro en la red y navego]
en lontananza un velero
sigue la estela del horizonte
[la dirección era ... no sé qué punto com]
al fondo el sol no quiere ocultarse
para alargar este espléndido día
a tu lado
[me salgo de esta red maldita
que me produce un frío metálico en el alma]
me siento bien sólo contigo y el mar
[… y punto]
Otras veces, mi amigo se detiene en la realidad más candente, se fija en aquellas situaciones que solemos obviar por comodidad y trata de conocerlas desde su base enfocándolas con la perspectiva de quien las padece. Un tema muy de hoy es la inmigración que, generalmente, se enfoca como un simple problema laboral, cuyos protagonistas son considerados invasores de nuestro mundo. Sin embargo, se trata de personas con nuestros mismos sentires que lo pasan mal porque (aparte de estar aquí por necesidad) se hallan en un entorno distinto al suyo, donde no reconocen el paisaje ni los sonidos ni los olores ni los rostros, aunque se muestren amigos:
por la repleta avenida va un hombre
solitario
piel morena
cabizbajo
no logra oír el ritmo de la madre tierra
entre el rumor que sube
desde el asfalto hacia la naciente mañana
no consigue ver la luz
más allá de los obstáculos
que le niegan el horizonte
y aumentan su nostalgia de infinito
y sigue apenado sin esperanza cierta
hacia un sórdido cuarto
donde no encontrará bienvenidas
ni aprecio alguno
está solo
en un mundo extraño
donde tanto artificio ha distorsionado
la antigua conexión con sus raíces
y aunque lleva abundante dinero
en los bolsillos
una fuerte desazón invade su alma
Mi amigo también considera, a pesar de que un poeta afamado hace poco le aseguró que sólo se puede escribir desde la pesadumbre, que la poesía de hoy debería abandonar la Estética del desencanto de final del siglo XX y principios del XXI, porque se encuentra prisionera de ese malestar que impregna colectivamente el estilo de muchos poetas actuales y oculta sus individualidades, pues las globaliza y las convierte en pura artificialidad sin valor emocional por ser un simple enfoque literario.
El poeta actual -sigue diciéndome apasionadamente mi amigo- debe adoptar una posición más equilibrada donde la alegría no parezca una irresponsabilidad ni la pena sea la ley por donde todos se rijan, porque es necesario (por el bien común) que intenten descubrir la armonía que se halla detrás de las cosas materiales en los detalles cotidianos (mi amigo me recuerda a Jorge Guillén cantando a su sillón o a un día soleado), en las satisfacciones naturales (piensa mi amigo en Claudio Rodríguez emocionado ante la perspectiva de una plácida jornada de trabajo y, al final, la satisfacción del deber cumplido) o en vivir apaciblemente sin necesidad de honores (el modelo de vida sencilla propuesto por fray Luis de León pueden ser unas buenas referencias, asegura mi amigo).
Todos sabemos que estos hechos corrientes son los que imprimen sentido a la vida, porque conectan el ritmo biológico del que es capaz de experimentarlo con el discurrir acompasado del universo. Sin embargo, actualmente, pocos perciben esta conexión por los obstáculos que les interpone el progreso deshumanizado y los que siguen su alocado ritmo. Mi amigo el poeta así expresa esa necesidad de armonía natural:
hoy
es un día gris
sin embargo por la carretera transitan coches
el campo es un manto verde
mis alumnos realizan un examen como si tal cosa
la existencia fluye y yo
aunque tengo motivos para mimetizarme con el día
me dejo llevar por esa plácida corriente de vida
Otros referentes podía tratar, afirma mi amigo, la poesía actual como la insipidez de la cultura light -que ni sabe ni huele ni tiene color… ni valor espiritual alguno-, la tecnificación de los sentimientos -que destruye la emoción y nos convierte en autómatas-, la informatización de nuestros actos -que programa nuestras vidas y hace prisionero a nuestro albedrío- o la quimera de vivir más años a costa de nuestra dignidad a manos del alzhéimer o la demencia senil -que destruyen la conciencia de las personas y las convierten en tristes vegetales-:
un día tendrás que averiguar
hasta qué momento vives plenamente
hasta cuándo saboreas la manzana o el vino
sin preocupaciones dietéticas
reaccionas dulcemente ante un gesto amable
de una persona no robotizada
puedes satisfacer tus íntimos deseos
con la persona que amas
o continúas abrigando ilusiones
y emocionándote la pasión de realizarlas
pero ese día en que seas consciente
de que confundes hasta tu nombre
ese día deberás decidir
echando mano de tu amedrentada cobardía
que nunca has de llegar a la indigna situación
de aquella mujer de la leyenda
que inútilmente intentaba escapar de la muerte
En fin, mi amigo no es un poeta conocido, pero con él me ha pasado algo que no logran conseguir muchos de los que están en candelero: que atienda a lo que dice desde el primer momento, porque establece una comunicación inmediata conmigo al transmitirme que la poesía sirve para algo, que no se trata de un mero ejercicio lúdico-literario y que es el mejor medio para indagar en esta realidad cambiante en la cual estamos inmersos con el fin de orientarnos, desterrar la angustia vital que todos -en menor o mayor medida- padecemos y tender a la consecución de una vieja aspiración humana: la felicidad.
asalgueroc