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"EMERITA FUTURA: MUJERES EN GALLOS" (MIS ARTÍCULOS IV)

60.-"EMERITA FUTURA: MUJERES EN GALLOS", Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2000, pp. 50-54. 
La Asociación Cultural Gallos quiebran alborescuenta entre sus componentes con varias mujeres, que han adoptado una resuelta predisposición para expresar sus sentimientos e inquietudes a través del Arte (poesía, pintura, dibujo, collage) participando decididamente en la organización y desarrollo de sus actividades literarias y plásticas. De esta manera y sin proponérselo, se han convertido en una referencia obligada en el ámbito de la cultura de Mérida porque la mujer, que ya se ha incorporado al mundo del trabajo, ahora necesita decidirse a acceder y participar en el ambiente cultural con autonomía y decisión como lo están haciendo las mujeres, que se encuentran inscritas en Gallos.
ISABEL MARÍA MÉNDEZ HERMOSO (Mérida, 1981) es una estudiante que el próximo curso comienza con mucha ilusión sus estudios de Derecho. Es, además, la benjamina de Gallos y la primera mujer que asistió a su Tertulia Literaria, donde ha expuesto a escritores comprometidos como Benedetti, León Felipe y Pacheco, porque ella es una joven muy concienciada de que el mundo debía ser más humano y habitable. Su temática lírica, como consecuencia, es la denuncia de injusticias y desequilibrios inhumanos que sepultan nuestras esperanzas de entendimiento e igualdad entre todos los seres: "No dejes / que la semilla de la injusticia / brote en nuestras tierras, / con sudor y sangre aradas. / No lo dejes, / porque entonces / habrás cavado la tumba de nuestros sueños, / en la tierra, donde / como un pequeño capullo / florecen deseos de justicia y libertad".
Estos sentimientos solidarios son la causa de que Isabel María, a pesar de ser la más joven del grupo, no sea inmadura en preocupación humana y emoción lírica ("La poesía es un volcán de sensaciones que fluye del alma, invadiendo corazones con su estruendo de palabras"), pues muestra una seguridad inusual en su edad y un sentido poético extraordinario, cuando pone sus versos al servicio de la denuncia y se hace eco del grito desgarrador de los indefensos y de los oprimidos. Por estas razones, su acentuada emotividad no da como resultado una poesía intrascendente y meramente lírica (como sería lógico y aceptable por sus 18 años) sino que sus versos se muestran llenos de una enternecedora concienciación por los que sufren: "Ellos ponen las armas, / los muertos sus cuerpos, / los vivos sus rostros de miseria. / ¿Y nosotros? ... / Nosotros le damos la espalda / a un desgraciado país / llamado RUANDA".
ANA CASTILLO MORENO(Berlanga, 1961) es maestra de Primaria en el C.P. Giner de los Ríos de Mérida y, desde que se incorporó a Gallos, la secretaria de la Asociación, cuyas eficaces circulares son esperadas por el resto de los componentes con expectación no sólo por su valor informativo sino también porque siempre contienen detalles típicos de una delicada y eficiente mujer.
Su relación con la Poesía viene de tan lejos, que coincide con su primera memoria cuando aún estaba instalada en la frontera donde se confunden los sueños infantiles y la realidad adolescente: "Desde la infancia me sentí fuertemente atraída por la Poesía, que es un vehículo mágico y perfecto de comunicación de sentimientos basados en la realidad como surgidos del complicado y constante mar de los ensueños". Ana Castillo, desde que está en Gallos,ha dado rienda suelta a su pasión por la poesía y escribe sin cesar porque "la Poesía para mí ha sido siempre una necesidad de tipo espiritual. La Poesía, como un conjunto armónico de ritmo y mensaje, es una de las grandes maravillas del lenguaje" (en Manifiesto de Gallos).
Su perseverancia lírica se ha visto recompensada con la edición de su primer libro de poemas El despertar de las adelfas por la Diputación Provincial en su Colección Alcazaba. Este poemario, con el que ha culminado su etapa iniciática, es el resultado de un extraordinario ejercicio de reflexión, que da fe de una poesía muy consistente no sólo por estar hondamente cimentada en vivencias íntimas sino también por sostenerla en el recio pilar de nuestra tradición literaria como una nueva y moderna Carolina que, además, hace gala de una fina sutileza: "Pareces, manso mar, esta mañana, / una paloma herida que abandona / en brazos de la luz, / hacia la hondura / el eco de su vuelo lastimado". No obstante, su lirismo no es sólo estético sino también muy humano, porque Ana lo arraiga en una profunda emoción existencial que no elude, por tanto, temas ingratos sobre nuestra condición imperfecta y finita: "Mujer soy. Concibo vida / y voy, por ella, a la muerte. / Porque mi alma no olvida / rasgo el Sol con esta herida, / hiel humana de un Dios fuerte". Actualmente, Ana Castillo se encuentra terminando su nuevo libro titulado Vuelos de eternidad.
EMILIA JIMÉNEZ RUIZ(Logroño, 1975) es Técnica especialista en Administrativo y, además, prototipo de joven entusiasta que se siente atraída por la actividad cultural. Emilia, a pesar de su juventud, es una experimentada componente de grupos de animación, cuyas positivas inquietudes la hacen participar y organizar actividades en Esparragalejo, su pueblo y, a la vez, intervenir activamente en otras como las Tertulias de Gallos, porque Emilia asiste a las dos y es miembro fundador de la Tertulia de Artes Plásticas.
Antigua alumna del IES Emerita Augusta, Emilia es un modelo del que cualquier profesor se siente orgulloso pues, desde muy joven, sintió la atracción por la Literatura y siempre ha escuchado con suma atención las orientaciones que se le daban sobre su temprano interés por la Poesía. Su pasión se vio correspondida cuando un profesor le editó sus primeros poemas y ella se animó hasta el punto de no dejar ya de escribir y de participar en numerosas actividades culturales con un loable entusiasmo: "Empecé a comprender que escribir para mí era vital cuando mis escritos se dieron a conocer en un ámbito más amplio. Desde entonces publiqué en las revistas y libros de poemas editados en mi instituto (Almaentre labios, Canciones de una abierta herida, Como mágico perfume) y participé en sus presentaciones (programas de radio y diaporamas) y en charlas de animación a la lectura, recitales y homenajes".
Emilia sigue teniendo el mismo interés por aprender y por superarse que cuando comenzaba y escribía versos deliciosamente primitivos: "Adiós golondrina, / adiós verano. // Vuelven los días grises, / viene viento huracanado, / se acercan tormentas. // Hola otoño, / adiós verano". En la actualidad, compone poemas con una voz propia en la que se mezclan sus tremendas ganas de vivir con hechos que le preocupan: "Se quedó sin voz, / gritos horrendos yacían. / Sus miembros inmóviles / buscaban fuerza para huir. / Su mirada penetrante / no fijaba objetivo. / Se quedó solo, / en la calle, ausente de vida. / Sus sentidos no oían / los temblores del alma. / Su corazón se apagaba, / dando paso a la luz divina".
PILAR FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ (Badajoz, 1959) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia. Actualmente trabaja de locutora en Radio Forum, la emisora municipal de Mérida, ciudad donde reside y donde está integrada plenamente en Gallos, pues participa en sus dos Tertulias. Pilar ha publicado varios libros (Manzanas de Tántalo,África, azul perfume, Retorno a la ciudad de los espejos, Plenitud del vacío, El ardor y Cuaderno de Sintra) y poemas en revistas como La nuez de Nueva York. Además tiene tres libros inéditos: Jardín de invierno, Solo de unicornio y Para mí ya no es esta belleza.
Para llegar directamente al corazón de Pilar sólo hay que conocer su enternecedora pasión por la poeta Safo, aunque esto no significa de ninguna manera que con esta afirmación se quiera inventar una nueva fórmula matemática: Pilar Fernández = Safo. No, Pilar Fernández es ella misma, porque su cándida dulzura es producto de sus amores sin límites y de ciertas vivencias que han dejado en su alma un poso de nostalgia y amargura, motivadas por su entrega incondicional a la vida. Su pasión es la que le da ánimos y, a la vez, la acerca al abismo, por eso conmueve su enternecedora entrega, su abandono en el gozo recuperado y su indefensa orfandad cuando su humanidad ilimitada la deja emocionalmente destrozada: "Y la pasión / no sabe de peligros, / no conoce los límites, / el sol, las barricadas. / Es secreta ballesta que, certera, / sobre mi corazón estremecido /  posa su dardo".
Pilar, a pesar de sus fracasos, es una mujer positiva cuya dulzura impregna todo lo que hace y todo lo que toca. Ella ha llenado de color la Tertulia Literaria de Gallos desde que comenzó a presentar sus poemas y sus trabajos en folios de atractivos colores, que además adorna con curiosas pegatinas y fotografías como las del bosque de Oma ¡Qué honda tristeza habrá sentido la sensible Pilar al ver los árboles abatidos a hachazos por unos desalmados! Luego con sus collages, aparte de aportar más colorido a Gallos ahora a  través de la Tertulia de Artes Plásticas, ha descubierto el valor de las cosas mínimas pues con recortes de impresos desechables, ella ha creado poemas visuales donde conjuga un tierno atractivo con un poderoso mensaje repleto de equilibrio: "Cuando te parece / que lo has perdido todo, / que la vida carece de sentido, / refúgiate en las pequeñas cosas: / levántate al alba, / recoge tu saco de dormir, / mira al cielo rosado del amanecer, / riega la hortensia del jardín, / compra el pan recién hecho, / [...] / y trata de olvidar". También Pilar es una mujer comprometida a la que se puede encontrar en cualquier manifestación en contra de la injusticia, de las desigualdades y de todo aquello que hace al mundo una selva despiadada.
CARMEN DÍAZ NIETO(Almendralejo, 1963) es diplomada en Empresariales, profesora de Administrativo en el IES Emerita Augusta de Mérida y uno de los miembros fundadores de la Tertulia de Artes Plásticas, que con mucho entusiasmo asistió e, incluso, expuso sus primeros trabajos con una tímida candidez que, sin embargo, fueron muy apreciados por los asistentes a aquella tertulia lo mismo que su humildad. Luego Carmen Díaz ha dado una enorme y humana lección cuando ha tenido que permanecer en reposo absoluto durante su complicado embarazo, pues ha luchado hasta la extenuación por tener a su hijo. Hoy Carmen Díaz es una feliz mamá que está esperando el momento adecuado para volver a la Tertulia de Artes Plásticas.
La Pintura para Carmen Díaz supone sencillamente libertad ("A menudo pinto sola y cada una de mis pinceladas recupera poco a poco aquellos horizontes que la vista ya no me permite ver"). Carmen, a través de este medio plástico, expresa sus arraigados sentimientos en un estado emocional siempre optimista, porque es una enamorada de la vida ("Mi mirada está seducida por la vida, por el drama, por la pasión, por el amor a la naturaleza, por un mar de pensamientos indefinidos que me permiten estar viva"). Este carácter tan positivo hace que Carmen adopte una postura ecléctica ante el hecho pictórico y consiga que se convierta en una actividad sumamente placentera ("El corazón del gran pintor entra en juego, cuando deja detrás todos los condicionantes y dibuja en los albores del infinito las pinceladas sencillas que le permiten aproximarse a la libertad").
SUSANA ANTEQUERA CORREA (Badajoz, 1964) es profesora de EGB. Ha trabajado  con Adultos en EPA y, actualmente, es profesora de Taller Sociocultural en Mérida. Su afición por la Música la llevó a cursar estudios en el Conservatorio de Badajoz y a formar parte de su coro durante varios años. Susana, aparte de pertenecer a la A. C. Gallos ..., participa con los grupos Babel y Poetas por la Paz de Mérida y Ventana literaria de Almendralejo en sus actividades culturales.
Ha publicado poemas en los libros Gallos quiebran albores(1998) e Inacabable telar de eterna sinfonía (1999) y en diversas revistas como la titulada Alademosca del Archivo Gómez Aguayo de Mérida. Tiene registrado el libro inédito Cuando el corazón habla y ultimado otro cuyo título es El sabor de la ausencia.
La Poesía para Susana es un modo de dar la libertad a sus más preciados pensamientos traduciéndolos a versos que, aunque tienen un fin de evasión, están asentados en la realidad vivida y reelaborados en su más profunda intimidad: "Eres tierra arada de corazones, / regada de ilusiones, / fertilizada de ternura. // Eres agua traída de la mar, / bajada del cielo, / recogida del hielo. // Eres aire de campo, / de pueblo. // Eres origen de mi universo". Ese hondo intimismo en la poesía de Susana se encuentra recónditamente conexionado con la necesidad de hallar un sosiego emocional, que hasta ahora le han negado vivencias pretéritas: "A mi cielo infantil / lo he desmenuzado de nubes, / tapando el sol radiante de los recuerdos. / Lloro en silencio / [...] / No quiero madre / que el azul de tus ojos / derramen desesperanzas / de lo nuestro. / Haremos un futuro / de nuestro pasado". Como consecuencia, Susana es una mujer con una acentuada sensibilidad, cuyos versos quieren ser el soporte físico y emotivo de una necesaria esperanza: "¿Qué podría hacer sin esperanza? / ¿Qué sería de mí? / No vería un cielo azul / en un atardecer. / Mi mundo estaría desierto / de lucha, de ilusiones ... / sólo me abrazarían / soledades perpetuas / y más allá estaría un adiós".
CARMEN PÉREZ GONZÁLEZ (Mérida, 1959) es profesora de EGB y de Adultos. Actualmente se dedica al dibujo y a la pintura. Carmen es miembro fundador de la Tertulia de Artes Plásticas de la A.C. Gallos ... y, además, colabora con la Tertulia Literaria ilustrando sus publicaciones.
Desde el año 1988 ha realizado varias series de cuadros, cuyas técnicas y temáticas han intentado descubrir las maravillas de la Naturaleza de su entorno inmediato (desde las plantas de su jardín a la riqueza artística de su ciudad) y de otros más lejanos (desde dibujos en la piel de los animales salvajes a los vivos colores de los habitantes del mar). Su primera serie fueron dibujos a plumillas de temas extremeños y técnica clásica (torres de Jerez de los Caballeros, plaza chica de Zafra, teatro romano de Mérida) y de tema libre y técnica posmoderna (nudos de cortinas, tragaluces, paredes desconchadas). Posteriormente trabajó con acrílicos y produjo su segunda serie, que formó con cuadros llenos de color cuya disposición y temática querían expresar la salida de un largo túnel en el que durante dos años había estado inmersa por un problema de salud hoy superado y, además, porque creía que "el artista es un descubridor del Arte que se encuentra en cualquier elemento de la naturaleza".
Ahora tiene terminada su tercera serie, que son un conjunto de dibujos a sanguina con tema clásico, y se encuentra preparando para octubre una exposición que titulará "Dioses y héroes", donde redescubre la antigüedad clásica no sólo desde una perspectiva mítica sino también física y artística, pues sus dibujos destacan la aureola que rodea a esos personajes y también las formas armoniosas de sus figuras, sus mantos y sus pliegues. A la vez tiene iniciada su cuarta serie, cuya idea originaria se halla en la riqueza que le proporcionan las perspectivas del cubismo y las distintas tonalidades de la luz: "Mi nueva serie representa mediante vidrieras pintadas al acrílico imágenes geométricas y en diferentes planos tratando sobre todo de conseguir un color intenso y diáfano lo más próximo a la luz natural".
Hoy día, Carmen Pérez es una excelente dibujante que cada vez se siente más atraída por la pintura en su modo más directo, es decir, manejando óleos y pinceles, porque piensa "que nunca será reemplazada ni por la fotografía ni por la realidad virtual, porque la pintura es el medio más natural del que dispone el ser humano para comunicarse e inmortalizar el momento en que vive".
Estas decididas mujeres tienen una alentadora opinión sobre la mujer actual y el papel futuro de las mujeres en Mérida ("Su sensibilidad, el afán de lucha, el ansia de saber y la necesidad de sentirse escuchada hacen que la mujer esté dejando de ser un simple eco y de pertenecer al mundo de las sombras". I. Mª Méndez). Pero todas coinciden en que son las mismas mujeres las que deben buscar su propio camino con decisión ("esas puertas que se nos abren tenemos que saber pasarlas y afrontarlas, no vale sólo con llamar a la puerta y decir: 'esperaré a que abran'". Emilia), seguridad en sí misma ("A las mujeres que no creen en sus posibilidades, les digo que la que quiere puede, por tanto todas las mujeres, tengan la edad que tengan, pueden luchar por alcanzar hoy lo que por circunstancias de la vida antes no pudieron realizar". Susana), confianza en poder cumplir los objetivos que cada una se proponga ("Las mujeres emeritenses están haciendo un gran esfuerzo por elevar cada día un poco más su nivel cultural y educativo. Confío que en este nuevo siglo la voz de las mujeres se escuche más y mejor en todos los ámbitos de la vida ciudadana". Pilar), coraje para airear sin prejuicios sus inquietudes ("Animo a las mujeres de Mérida, que sienten atracción por el Arte, a que participen en actividades como las de nuestras tertulias, para que se sientan protagonistas de la sociedad que estamos creando para el futuro". Carmen Pérez) y un fuerte poder de reafirmación personal como seres independientes y autónomos ("Yo me siento una mujer con alma y mi coraje, mi sueño y mi vida es una respuesta sin vacilación contra toda inutilidad; por eso como mujer estoy tranquila. La tragedia de la mujer, no es más que una ironía del destino, ahora necesita de un conocimiento personal, de una contemplación en libertad para amar lo que desea, una liberación real y auténtica". Carmen Díaz).
En fin, ejemplo son las mujeres de Gallos, porque todavía el número de sus congéneres incorporadas al ambiente artístico es reducido. Quedan muchas mujeres con sensibilidad y aptitudes para el Arte, que siguen aferradas a las duras e ingratas labores de la casa, porque aún no han logrado vencer costumbres ancestrales que las arrastran a sentirse inferiores, a no confiar en ellas mismas y a considerar la casa como refugio y féretro. Por tanto, el futuro de las mujeres de Mérida, que sienten un deseo imperante por manifestar sus gustos y habilidades artísticas, pasa por seguir el loable ejemplo que les proporcionan las mujeres que participan activa y libremente en Gallos.


"EL MAL DE MÉRIDA", Revista de Feria (Mérida), septiembre 1999, pp. 56-58. 
Cada cierto tiempo un amigo o un conocido me dice: "Me voy de Mérida (o no resido en esta ciudad), porque aquí no hay ambiente". Y esta sentencia, por ligera e injusta (suelen ser personas que se benefician de Mérida pero no le aportan nada sino que la perjudican ambiental y culturalmente con su postura despectiva), me molesta mucho y, enseguida les contesto que en Mérida hay más ambiente del que parece y les suelo poner el ejemplo de que hace dos años la Biblioteca Pública organizó el I Encuentro de grupos poéticos y a su llamada respondieron, nada más y nada menos, que seis (Alcandoria, Babel, El hombre aproximativo, Gallos quiebran albores, La luna sola y Poetas por la Paz) y organizaron conjuntamente una interesante actividad-exposición, por original, variopinta y creativa.
Esta adversa opinión sobre el ambiente de nuestra ciudad, que defino como "mal de Mérida", se debe a que su actividad cultural se encuentra fragmentada en multitud de personas aisladas, grupos, asociaciones, clubes, instituciones y equipos no coordinados entre sí, que realizan múltiples actividades en el anonimato, con escasa e inadecuada publicidad o por separado, no conforman un ambiente visible y dan la sensación de que en nuestra ciudad no existe interés por la cultura y de ahí la triste opinión que tienen los que aseguran sin más averiguaciones lo anteriormente citado.
En Mérida existe un activo ambiente cultural, propiciado por iniciativas particulares de personas aisladas que consiguen contactar, organizarse y realizar actividades como es el caso de los componentes de la Asociación Cultural Gallos quiebran albores que, desde hace cinco años, viene celebrando una tertulia literaria formada por personas que antes estaban aisladas y ahora se han organizado, se reúnen una vez al mes para conversar sobre Poesía y celebran actividades (recitales, publicaciones y presentaciones de libros de poemas, colaboraciones con barriadas, colegios y asociaciones...), que están motivadas sólo por su pasión por la Poesía (y por el Arte en general; de ahí que, en la última temporada, hayan ampliado sus horizontes con la creación de una Tertulia de Artes Plásticas).
Otros muchos ejemplos de organización espontánea se podrían citar, aparte del comentado, pues las asociaciones culturales (folklóricas, artísticas, literarias, artesanales, deportivas, ...) son frecuentes en nuestra ciudad a pesar de que parezca lo contrario.
Haciendo un repaso mental (y, por tanto, incompleto) de los grupos y actividades celebradas en Mérida en el último año y que mantienen vivo y fresco su ambiente cultural, lo primero que me viene a la mente es la existencia de una rica vida literaria, que se encuentra alentada por las tertulias, publicaciones y actividades de los grupos citados (se oye que Alcandoria se ha disuelto, pero espero que no sea cierto porque el ambiente cultural de Mérida lo necesita); la tertulia de novela y las sorprendentes y emotivas presentaciones de libros realizadas en la librería San Francisco (regentada por Vicente y Mari Ángeles, dos atentos y agradables libreros); la tertulia de Filosofía, que se celebra en torno a Juan Antonio Negrete en la Cantina mariachi; las exquisitas publicaciones de la librería La luna (cuidadas hasta el detalle por sus promotores Marino y Ana); las actividades culturales de los Institutos entre las que destacan el Aula Jesús Delgado Valhondo (una excelente colaboración con la Asociación de Escritores Extremeños, que trae a los mejores escritores del momento a nuestra ciudad), la edición anual de un libro de poemas y de las revistas Arco Iris y Empresa '92 (dirigida por José Casillas) con apartados dedicados a la cultura en el I.E.S. Emerita Augusta, los intercambios con Europa del I.E.S. Santa Eulalia, las exposiciones de la Escuela de Artes Aplicadas y otras muchas actividades llevadas a cabo por otros centros de Enseñanza como la Fiesta de la Poesía de la Escuela Permanente de Adultos, mantenida por el empeño de Mari Carmen Moreno, y la revista Versonia elaborada por Antonio Luis de la Cruz, o la edición de la revista Camino hacia Ítaca del Centro de Profesores, dirigido por Antonio Jiménez.
En cuanto a los actos organizados en el último año por grupos o personas de la calle destacan el homenaje al padre Miguel Combarros y la presentación de su libro de poemas Caminos hacia el alba; el homenaje al poeta emeritense Félix Valverde Grimaldi (que, por cierto, tuvo una escasa asistencia de público y, sin embargo, fue un acto precioso con estupendas actuaciones) y el dedicado a Jesús Delgado Valhondo por la barriada de La Antigua. Además, han resultado muy interesantes la primera convocatoria del Certamen de prosa y verso Félix Grande que, propuesto por el I.E.S. Saenz de Buruaga, es convocado por los Institutos de Mérida, la publicación y presentación de Poesía y música para un mundo nuevo (una colaboración entre Manos Unidas y la A. C. Gallos quiebran albores), del libro de poemas de esta Asociación Inacabable telar de eterna sinfonía en la librería San Francisco y de los números correspondientes a este último año de la revista La luna en la librería del mismo nombre.
Otras muchas actividades, iniciativas y grupos se podrían citar de memoria: Las reuniones filatélicas en la antigua Casa de la Cultura; los torneos del Club de Ajedrez Cibeles que conozco por mi amigo Manolo Rodríguez; los concursos nacionales e internacionales de pesca; las competiciones de los numerosos equipos deportivos repartidos por la ciudad y de las Escuelas del Ayuntamiento (entre los que destacan la gran actividad de los equipos de natación de la piscina climatizada -que, por cierto, da a los emeritenses un barato y estupendo servicio-, y los equipos de gimnasia rítmica, que tienen sus vitrinas llenas de premios nacionales e internacionales); las Asociaciones de senderismo del ImperioVía de la Plata, ... que han cubierto a pie amplios y bellos itinerarios en el último año; los ensayos y conciertos de simpáticos grupos de música joven (VanagloriaDecadencia, ...); la Escuela de Radio en Radio Forum; el Grupo Cuadros de pintura; las exposiciones de las galerías de Arte (Agripa y Chanquet); las variadas actividades de El Liceo que, con su flamante presidente Ignacio Constantino, ya ha conseguido resucitar en gran medida el gran centro cultural de Mérida que fue esta institución privada con exposiciones, presentaciones de libros, conferencias, ...; el Belén de Navidad y la exposición de Semana Santa, que monta José María San Félix con un gran esfuerzo y exquisito gusto en la ermita de La Antigua; el Belén de don Guillermo en la calle Calvario; los diversos Talleres y actividades realizadas en colegios y barriadas como, por ejemplo, La Antigua con su grupo de coros y danzas o la caseta que monta en la feria acercándonos años tras año el folklore de todas las regiones de España; las actividades de las Asociaciones de Mujeres, de otras juveniles como la OJE o altruistas como la Cruz Roja y "Ayuda a Ayacucho", una iniciativa particular de Mercedes Calderón, Ana Castillo, M. Carmen Monago y Mª Luisa Sierra o las publicaciones, exposiciones y representaciones teatrales, patrocinadas por entidades privadas como la Caja de Badajoz o la Caja de Extremadura o las exposiciones de pintura fomentadas por el Pub El Bujío o las actuaciones musicales, organizadas por el bar La Tahona o las exposiciones permanentes de las tiendas de la calle José Ramón Mélida, que guardan trozos de Historia de nuestro pasado romano y también ambientan culturalmente nuestra ciudad.
Hay también en Mérida personas con aptitudes creativas que benefician y difunden el ambiente cultural de la ciudad, porque lo pasean por el mundo como es el caso del alfarero Rafael Ortega, o bien por el país o la región como los Vargas, virtuosos de la guitarra, o Guillermo Segovia, un tenor que con un tremendo esfuerzo personal ha logrado alcanzar un notable y experimentado nivel, al que sólo le falta apoyo institucional para proyectarse en nuestra Comunidad y fuera de ella.
Existen otras actividades que son ejemplo de cooperación entre instituciones e iniciativas populares como la Semana Santa de Mérida (colaboración entre Cofradías y Ayuntamiento), que en unos años se ha convertido en una tradición de interés turístico que llena de fervor, colorido, devoción y espectáculo nuestra ciudad con una celebración que estaba en franca decadencia hace poco tiempo, o la Feria del Libro (colaboración entre libreros y Ayuntamiento) que, en sus últimas ediciones, ha recobrado ese agradable sabor de antaño en el parque López de Ayala.
En el plano institucional, destacan las actividades de la Consejería de Cultura con el Premio Constitución, las ediciones de libros patrocinadas por la Editora Regional (el último presentado en Mérida ha sido Homenaje de Antonio Pacheco), la organización de actividades que cuestan bastante esfuerzo mantener como la temporada de teatro en la sala Trajano y el fomento de otras ajenas con apoyo técnico y económico.
El Ayuntamiento también es otra fuente generadora de actividades a través de la Biblioteca Pública y de su inquieta directora Magdalena Ortiz, que programa anualmente un concurso literario, un taller de encuadernación y otro de pintura, visitas guiadas para alumnos de centros escolares y otras actividades relacionadas con el libro y la lectura. Además la labor del Consistorio se completa con el concurso de redacción antirracista de alcance internacional Cruzando culturas, coordinado por el activo Jesús Bravo en la Concejalía de Juventud (que también organiza Cursos de monitores de ocio y tiempo libre y un campamento urbano, informa a los jóvenes y programa Talleres diversos en Casas de la Cultura y Centros Sociales de nuestra ciudad), y el apoyo a actividades foráneas con la cesión del excepcional Auditorio del Centro Cultural Alcazaba, donde ya se han realizado numerosísimas y excelentes celebraciones, o a las barriadas con apoyo técnico y económico. Cuenta también el Ayuntamiento con el Patronato de la Biblioteca Municipal, que realiza la edición de libros sobre Mérida, y el Archivo Gómez-Aguayo que organiza interesantes actividades. Y, por si fuera poco, tenemos la convocatoria anual del Certamen Internacional de Novela y Poesía Ciudad de Mérida.
Y, para redondear el repaso a la iniciativa institucional, destacamos las numerosísimas y excelentes actividades organizadas por el Museo de Arte Romano y su hiperactiva Asociación de Amigos del Museo o Emeritalia, mercado romano que se monta, bajo la coordinación de Pilar Caldera, todos los veranos en el foro de la calle Sagasta con una estupenda ambientación de la vida en Emerita Augusta y la representación de escenas típicas de la época romana como la subasta de esclavos, el teatro y la lucha de gladiadores.
Como broche de oro, no podemos olvidar la extraordinaria colaboración de la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Mérida (las Diputaciones de Badajoz y Cáceres y las Cajas de Ahorro de Badajoz y Extremadura), que da como resultado el Festival de Teatro Clásico, un magno acontecimiento que ambienta culturalmente el verano de la capital autonómica desde hace 45 años y llega más allá de nuestras fronteras difundiendo el nombre de Mérida por todo el país e incluso el extranjero.
Un montón de actividades, niveles y gente, en definitiva, preocupada por la cultura en los más variados planos de la actividad humana con fines alejados de los lucrativos, que tienen su base en las emociones que sienten cuando están en contacto con la naturaleza o desarrollan su capacidad creativa o animan nuestra vida cotidiana o nos descubren que también existen ocupaciones cercanas al espíritu, a las más variadas experiencias, a la fuerza de voluntad, al altruismo y a las emociones que a ellos dignifican como seres humanos y a todos nos benefician por el camino de las vivencias compartidas y las sensaciones, que se desprende de ese cultivo de aficiones y anhelos formando un ambiente cálido, humano, creativo, ilusionado y especialmente activo.
Pero al ambiente de Mérida le falta un medio aglutinador institucional (local y/o autonómico), que reúna a esas personas aisladas y a esos grupos desconectados (aunque apasionados por las Artes, el Deporte, la Música, el Folklore...), los convoque y de paso los saque a la luz y les proponga la elaboración de un proyecto consensuado por todos, que tenga como objetivo la coordinación de actividades que ya se realizan y como fin aunar esfuerzos para hacer patente ese ambiente cultural de nuestra ciudad, que del subsuelo (lugar en el que se encuentra ahora) salga a la superficie.
Ese medio aglutinador debería elaborar un fichero de estas iniciativas populares y una relación de personas hiperactivas, capaces y creativas, que con un simple aliento, una orientación adecuada y pequeñas ayudas económicas se animaran a hacer patente el movimiento cultural emeritense coordinando a otras personas, estableciendo nuevas relaciones y manteniéndolas unidas y activas para conseguir el objetivo propuesto.
Es cierto que en la actualidad las instituciones también aportan sus medios pero, generalmente, lo hacen en niveles alejados de las iniciativas populares que, aunque menos vistosas, a la larga son más duraderas y eficaces. Así, por ejemplo, hay más de un entrenador de actividades deportivas para jóvenes que llevan décadas manteniéndolas muchas veces con su dinero y siempre con su trabajo y, sin embargo, actividades de alta cultura se mantienen justo lo que dura el presupuesto. 
Las instituciones necesitan, por tanto, bajarse a la gente sencilla de la calle desde esos territorios intelectuales en que se encuentran. No obstante, esto no significa que se esté desatendiendo un nivel de la cultura para atender a otro, pero sí se podría equilibrar esa atención que ahora está más con personas o grupos a los que muchas veces se les dedica grandes medios técnicos y económicos y se olvidan de labores calladas importantísimas, que necesitarían una décima parte de lo empleado en actividades de altura, que no siempre dan el resultado apetecido.
Por otra parte, un ambiente cultural no sólo necesita un medio aglutinador sino también un canal difusor que informe con detalle sobre las actividades que se están realizando o se van a celebrar, las difunda convenientemente y aliente a las personas implicadas en cada actividad y al público en general a la participación en ellas. En mi opinión, esta labor fundamental (al contrario de la falta de un medio aglutinador) es muy bien cubierta por personas contrarias a las opiniones de aquellos amigos y conocidos míos, mencionados al principio, y que tienen una característica común: Creer en Mérida porque la conocen y la quieren.
Entre esas personas que informan, difunden y alientan el ambiente cultural en nuestra ciudad destaca Pilar Fernández que, a través de la emisora municipal Radio Forum, diariamente da cumplida cuenta de todas las actividades que se realizan en Mérida; primero, por la mañana, entrevistando al responsable de la actividad que es cuando nos podemos enterar con detalle de en qué consiste y, por la mediodía, recordándola en su informativo y animando a la participación. Además, Pilar no sólo se limita a informar y difundirlas sino que también alienta todas las actividades por muy heterodoxas que sean y los participantes siempre encuentran palabras de ánimo y reconocimiento en boca de esta locutora que, sin erigirse en protagonista de nada, nos está haciendo con profesionalidad y con mucho sentido común (es muy consciente de la importancia de estas actividades para el ambiente de nuestra ciudad) un gran favor a los emeritenses, pues los que estamos atentos a sus noticias podemos asegurar con conocimiento de causa que en Mérida sí hay ambiente, a pesar de lo que digan mis amigos y conocidos y muchos de los amigos y conocidos de los lectores de estas reflexiones.
Hay otras personas y medios que completan la difusión del ambiente cultural en Mérida como Fernando Delgado en la SER o Pepe None en la COPE. Y existen también en nuestra ciudad otros medios de difusión escritos, creados recientemente, como los periódicos Manos AlbasLa capitalDiario de Mérida y El semanal, que constituyen unos loables intentos de hacer publicaciones exclusivamente de Mérida, para que estemos informados con detalle de lo que sucede en nuestro entorno más inmediato con especial atención al ambiente cultural de cuyas manifestaciones suelen ofrecer una amplia información. Además, la revista Mérida, editada con motivo de la Feria de nuestra ciudad desde hace décadas, suele realizar un repaso de las actividades celebradas en la ciudad durante el último año.
Sería conveniente, sin embargo, que se complementaran estas iniciativas de difusión con otros medios como, por ejemplo, puntos fijos de información que mantuvieran informados a los emeritenses y foráneos de las actividades que se van a realizar a corto y medio plazo en la capital autonómica, y la edición de un programa de actividades que se reeditara trimestralmente.
Sin embargo, una vez mostrado que en nuestra ciudad existe ambiente cultural, es necesario advertir que esta afirmación no significa que sea el que corresponde a una ciudad como Mérida que, además, es capital autonómica, pues el ambiente descrito está oculto en parte y diseminado en general. Falta por tanto un medio que lo aúne y saque a la luz a través de un gran proyecto que ofrezca un norte y marque unos objetivos con el fin de aglutinar a los loables y múltiples esfuerzos aislados que se realizan actualmente y a sus autores que, por su cuenta y riesgo, ya han sentado las bases de un ambiente cultural digno de la ciudad bimilenaria.

Y ese medio aglutinador no puede ser más que institucional, que es quien tiene poder de convocatoria, medios técnicos, infraestructuras y recursos económicos.


"¡AY, TORREMAYOR!", revista de Feria (Torremayor), septiembre 1999, p. 37.
Me duele sobremanera que Torremayor, mi pueblo, salga en los periódicos por sucesos lamentables que no son del agrado de la mayoría de sus habitantes, entre los que me incluyo, pues no podemos admitir que en nuestro pueblo se solucionen los problemas a base de insultos y tortazos y que todos, directa o indirectamente, nos veamos implicados cuando lo que deseamos es vivir en paz y en buena armonía.
 Me niego a enfrentarme a personas con las que tengo, en mayor o menor medida, relaciones de amistad, de vecindad y de paisanaje y menos por algo tan detestable como la política que, en definitiva, es una forma burda de "arrimar el ascua a la sardina de cada uno" y apartar la de los demás para que se la coman cruda.
 Ese no es el ambiente que quiero para mi pueblo. Yo recuerdo otro, aquél de cuando me paraba por la calle con cualquiera para interesarnos por nuestras cosas, hablábamos y nos alegrábamos de nuestros logros y nos preocupábamos por nuestros problemas personales que, así compartidos, se nos hacían más llevaderos. Yo recuerdo un ambiente de trabajo, seriedad y honradez, en el que veía a la gente vivir decentemente con su esfuerzo, cosa que me alegraba porque lo sabía ganado con el sudor de su frente. Yo recuerdo aquel ambiente en que mi pueblo no era conocido más que por ser un lugar armonioso, tranquilo y acogedor. En fin, yo me acuerdo de aquel ambiente en el que me sentía bien y al que regresaba cada vez que podía; lo que no sucede ahora pues, tal y como están las cosas, incluso lo que estoy diciendo, para determinadas personas puede ser motivo de rechazo porque, aunque se declaran demócratas, no respetan la primera norma de este sistema que es aceptar las ideas de los demás, aunque les pese.
 No me gusta el ambiente que tiene actualmente mi pueblo, un lugar donde se solucionan los problemas cotidianos violentamente y donde se difama a personas honradas, que nos ayudaron a resolver nuestros problemas durante toda una vida. Esto para mí es el colmo y lo considero inaceptable sobre todo por su falta de humanidad, pues las personas difamadas acababan de morir. ¿Qué nos está pasando? ¿Ya no respetamos nada? ¿Y si cualquiera le da por acusar a nuestro abuelo diciendo que en los años 50 le vendió una burra con mataduras? ¡Por Dios! ¿Quién está a salvo, por tanto, en nuestro pueblo?
 Ahora se me viene a la mente cuando hace años me encontré casualmente en el metro de Madrid con un paisano con el que en el pueblo no mantenía una gran relación pero que, sin embargo, nos lleno de una honda satisfacción encontrarnos en medio de aquella gran ciudad. Y todo porque éramos del pueblo donde tenemos nuestra casa, nuestra familia, nuestros vecinos y nuestra historia. Y es una pena pensar que ahora estos motivos tan humanos no sirvan para que exista una cálida relación entre los habitantes de nuestro pueblo, donde todos hemos jugado juntos, hemos ido a la escuela durante nuestra infancia, hemos sido vecinos desde siempre, nos hemos llevado, desde que tenemos uso de razón, extraordinariamente bien con ellos y con sus abuelos, con sus padres y con sus hermanos, que están imborrables en nuestras vivencias porque durante muchos años compartimos experiencias.
 En la vida, lo menos que se nos puede pedir a los seres humanos es que tengamos principios, que es lo que nos diferencia de los animales. Y un principio fundamental es considerar intocables ciertas cosas, entre las que se deben encontrar en primer término las personas más cercanas (familia, amigos y paisanos) con las que, en ocasiones, incluso se puede (y se debe) discutir para expresarles nuestro desacuerdo ¿por qué no? Pero una cosa es acabar en urgencias y otra muy distinta hacerlo civilizadamente.
 Por estas razones, siempre que se me ha pedido colaboración he aceptado sin tener en cuenta el signo político de quien me lo pedía ¡qué más me daba si lo quería para mi pueblo! ¡Qué más me da el alcalde que haya ahora para colaborar en la revista, si he sido vecino toda la vida de él y del anterior y nuestra relación, a pesar de no coincidir desde hace años más que ocasionalmente, siempre ha sido muy cordial!
 No, yo no quiero enfrentarme a nadie, aunque esto no significa que quiera que los problemas se alarguen o se olviden situaciones injustas, no, pero las podemos resolver entre todos con buena voluntad y con la intención de ceder si es necesario atendiendo sólo al bien común de nuestros paisanos y de nuestro pueblo, que es lo mismo que decir "de todos sin excepciones". Yo no quiero enfrentarme a nadie, ni quiero que mis paisanos arreglen sus diferencias con odio, porque si hacemos de nuestro pueblo un lugar inhabitable, ya no seremos de ningún sitio y no tendremos lugar alguno en la tierra en el que encontrarnos en casa ni al que volver cuando estemos lejos.
 Por todo lo dicho aunque, antes de terminar estas reflexiones, he pensado que, teniendo en cuenta la situación lamentable de las relaciones en mi pueblo mejor sería no colaborar y que "sea lo que Dios quiera", al final he pensado que no debo quedarme impasible ante el deterioro del ambiente de mi mundo y he pedido que se hagan públicas a ver si sirven de algo, queridos paisanos.


"JESÚS DELGADO VALHONDO O LA ESPIRITUALIDAD DE UN HOMBRE CUALQUIERA". En II Otoño Literario y solidario (Homenaje a Jesús Delgado Valhondo), Badajoz, Santa Marina, 2000, pp. 13-25.
Muchas personas de la barriada de Santa Marina de Badajoz tuvieron relación o, al menos, conocieron a Jesús Delgado Valhondo como uno más de sus vecinos, pues él se sintió siempre un hombre común y corriente con sus virtudes y sus defectos y, a conciencia, no destacaba. Por esta razón, era fácil entablar relación con él abordándolo en la calle o encontrarlo tomando una copa en cualquier bar de la zona como un cliente más.
 Pero Jesús Delgado Valhondo, aunque se consideró como uno de nosotros, fue un ser extraordinario que, dueño de una riquísima vida interior, mantuvo una tremenda lucha espiritual entre su fe y su razón, cuyos detalles nos dejó escritos en una unitaria, coherente, extensa y trascendente obra lírica de una calidad humana, anímica y literaria fuera de lo común: "He mordido en la manzana / la lluvia fresca, mi cuerpo / y una fuerte mañana. // Tiene un sabor de un ayer / amargo, ácido y grana, / y tierno olor a mujer. // Suena como en el caracol / una conversación eterna, / una conversación ... // -Adán, toma ... Adán, prueba ... / ¡Gózame! ¿No ves que soy fruta / madura, que soy Eva? // (Ahora puedo explicarme / por qué entre la ropa blanca / -tesoro de campo y aire- / has guardado una manzana / para perfumar tu carne)" ("La manzana" de Hojas húmedas y verdes).
 Y lo que nos contó en ella no son sensaciones, que necesiten ser interpretadas por filósofos o filólogos a pesar de su trascendencia y su elaboración lírica, pues cualquiera de nosotros podemos desentrañar su trascendente significado si la leemos con la misma reflexión, hondura y pasión que él las escribió. Así en la obra lírica de Jesús Delgado Valhondo, encontraremos los mismos pensamientos, esperanzas y dudas que tenemos todos los seres humanos corrientes; de ahí su humanidad y, a la vez, su carácter universal: "Nos buscamos ávidamente / desde la piel a lo más dentro / y nunca conseguimos, nunca, / el descifrarnos los misterios. / Desconocemos dónde estamos / (no tenemos remedio) / nuestras ansias son devoradas, / cada latido, por el tiempo. / Todos con la misma pregunta / de par en par abriéndonos / la mendigante llaga / en el hablar y comprendernos / ¿Quiénes somos? ¿Por qué existimos? / ¿Dónde, Señor, iremos? / Nunca sabremos nada / mar insondable de momentos" ("Morir habemos" de La muerte del momento).
 Es decir, nosotros como hombres y mujeres comunes que somos, nos preguntamos por qué nos afecta tan inmisericordemente el tiempo, por qué somos tan imperfectos, por qué existimos, por qué es tan dura la existencia, qué quiere conseguir Dios con su silencio, qué pasará después de la muerte (¿alcanzaremos la eternidad o caeremos en la nada?). En fin, no hay diferencia entre lo que pensaba Jesús Delgado Valhondo y lo que pensamos nosotros. La grandeza de este hombre-poeta que se codeaba diariamente con sus vecinos radicaba en que, pudiendo eludir esas interrogantes y vivir en la cómoda apatía o el fácil escepticismo, aceptó su compromiso de ser humano cuya conciencia le pedía encontrar respuestas a esos preocupantes enigmas. Y a esta humanísima tarea dedicó toda la energía de su espíritu hasta caer agotado física y espiritualmente: "Soy hombre / -otoño, invierno- / que tiene trabajo. / Me levanto / temprano. / Tengo mujer. Tengo hijos. / Leo. Bebo vino. / Hago versos. Amo. / Cuentas y cuentos. / Me divierto. Me entristezco. / Canto. / Voy y vengo de casa al trabajo. / Vivo. Muero. / Me acerco. Me distancio. / Juego. Me canso" ("Jesús Delgado" de Ruiseñor perdido en el lenguaje).
 Luego, con su extremada sensibilidad lírica, supo dejarnos escritas en el caudal del verso esas intranquilidades existenciales que él sintió con una forma cálida, confidencial y cercana de tal manera que, al leerlas, enseguida las hacemos nuestras pues nos convertimos en cómplices de alguien que experimentó lo que nosotros ahora sentimos cuando reflexionamos sobre nuestra identidad, nuestra posición en el mundo y nuestra relación con Dios: "¡Señor! ¡Dios mío! Tengo miedo / y no me colma tu esperanza, / me sujeto cobardemente / a la tierra que nos separa. // Acorralado por la vida / entre la pared y la espada, / en las vigilias y en los sueños / en tu misterio que me llaga. // Ya sé que un día moriremos / que tú si quieres nos alcanzas / en todo instante, tienes manos, / llenas de luz que nos abraza. // Tiempo sobra para sentarnos / eternamente cara a cara, / deja en suspenso / esa tu voz que me reclama" ("Oración del enfermo" de La esquina y el viento).
 Y ahora en este mundo que no tiene rumbo ni sentido, porque se ha olvidado del espíritu y sólo atiende a lo crematístico y lo efímero y casi nadie se hace preguntas trascendentes pues pensamos que en su momento ya aplicaremos la técnica de "cerrar los ojos y que pase lo que el destino quiera", la figura de Jesús Delgado Valhondo se agranda sobremanera porque, aunque al final su búsqueda culminó en un monumental fracaso (su entorno no quiso saber nada de sus preocupaciones trascendentes, Dios no le respondió, el mundo se encaminó por un materialismo vacuo ...), tuvo la tremenda dignidad de intentar hasta la extenuación más enternecedora obtener respuestas sobre estas grandes interrogantes que a todos, nos hagamos los sordos o no, nos preocupan, y además de denunciar que el alejamiento del espíritu influía negativamente en la buena relación que debía existir entre los seres humanos, cuyo origen y fin era el mismo en cualquier parte del mundo: "Quejas y gritos por el suelo, / bajos fondos, altos desastres. / Todo tan a mano que dudas / dónde está el mundo que pensaste. // Preguntamos: ¿dónde está el hombre / entero, vero y responsable? / Ninguno quiere saber nada / y no contesta nadie" ("El mundo-gente" de La vara de avellano).

MI RELACIÓN CON JESÚS DELGADO VALHONDO
Mi relación con Jesús Delgado Valhondo fue corta, pero intensa y fructífera. Corta, porque sólo duró de 1987 a 1993. Intensa, porque me dio tiempo suficiente a conocer humana, espiritual e intelectualmente a esta persona que, en la superficie, fue un ser amable, sencillo, campechano, entrañable y "sin vueltas" y, profundamente, un ser muy consciente de su condición imperfecta y finita, de su ligazón con la divinidad y de su situación en un entorno determinado, Extremadura. A reflexionar sobre estos humanos asuntos dedicó toda su vida y a dejarlos plasmados en su importante obra lírica, que es la crónica espiritual de su existencia, esencia destilada de su atención al espíritu. Y, aunque él no la escribió para lucirse sino como medio de recoger sus reflexiones trascendentes y como desahogo de sus intranquilidades espirituales, su lírica fue alabada por dos Premios Nobel, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre, y él considerado por una personalidad de la talla de Fernando Lázaro Carreter como uno de los tres mejores poetas contemporáneos. Además, Jesús Delgado Valhondo fue gran lector, observador impenitente de su paisaje, espectador y actor del ambiente cultural de nuestro país y de nuestra región desde los años 30 y, como consecuencia, poseedor de un amplio bagaje cultural (de ahí que Manuel Martínez-Mediero en su discurso de agradecimiento por la concesión de la Medalla de Extremadura en septiembre de 1999 asegurara contundentemente: "Jesús Delgado Valhondo es la persona más sabia que he conocido").
 No obstante, a pesar de reunir estas cualidades, Jesús Delgado Valhondo se consideró siempre un "hombre cualquiera", como muestra en el siguiente poema:

MI CORAZÓN Y YO

    Todos los días pongo mi corazón delante
para que vaya abriéndome caminos y contentos,
lo espabilo temprano, lo levanto en palabras,
anda -digo-, vete por nubes y momentos.
    Humano -bueno y qué-, mi corazón humano
con sus fiestas de sueños y de bondad a cuentos
marcha buscando siempre lo que jamás encuentra,
ama gozando siempre lo que jamás entiendo.
    Yo me enredo en asuntos, la cuenta y la aspirina,
el mundo día a día, tan bien y tan maltrecho,
este mundo por donde vamos a nuestras cosas
y que nunca acabamos de vivir y entenderlo.
    Cuando de noche vuelvo, rendida carne amarga,
cuando a mi casa vengo,
tanta ilusión me vuela tristezas a montones,
la amarillenta muerte del consumido tiempo.
    Luego, detrás, humilde, mi sangre en un puñado,
desbaratado ovillo de sombras y silencios
en un rincón oscuro, quinto espacio a la izquierda,
se me queda cansado como si fuese un perro.

Nuestra relación fue también fructífera porque dio como resultado unas investigaciones que, con su aliento, su experiencia y su sensibilidad, han contribuido a conocer determinados aspectos de nuestra cultura literaria hasta el momento desconocidos. Esta relación comenzó cuando me decidí a iniciar estudios de doctorado y a tratar exclusivamente temas extremeños. Pero había un problema: Yo no tenía conocimientos suficientes sobre la historia literaria extremeña y no sabía qué asuntos podían ser objetos de estudio. Por tanto, me encontraba totalmente despistado a la hora de elegir un tema extremeño para realizar mi tesina. Y así se lo hice saber a un amigo, del que no recuerdo su identidad por mucho que he intentado localizarlo en mi mente para agradecerle que me animara a entrevistarme con Jesús Delgado Valhondo asegurándome que, aparte de buen poeta, era un gran conocedor de la cultura de nuestra tierra en las últimas décadas y que, por su carácter abierto, me orientaría conveniente e incondicionalmente sin ninguna duda.
 Yo que, por entonces, creía que los poetas eran de otra galaxia, transmití a mi anónimo amigo mi asombro de cómo animaba a un simple mortal como yo a ir a ver, así por las buenas, al gran poeta Jesús Delgado Valhondo sin protocolos ni instancias de por medio. Y él me respondió que para ver a una persona tan sencilla y cercana como Jesús Delgado Valhondo no había que hacer nada más que presentarse en su casa. No sé cuánto tardé en decidirme a poner en práctica la sugerencia de mi amigo. Yo vivía por entonces en la Avenida Damián Téllez Lafuente, junto a la farmacia donde aún se siguen poniendo las mujeres que venden café. Pasé al lado de la carnicería Cerrato (hoy desaparecida), crucé la carretera Madrid-Lisboa y, poco después, me hallaba ante la casa de Jesús Delgado Valhondo. Llamé al portero automático. Él mismo me contestó. Le dije que era un profesor de Literatura que deseaba hablarle. Y eso fue suficiente para que me abriera las puertas de su casa, de su enorme experiencia de hombre y de poeta, de sus recuerdos, de su amplia y portentosa obra literaria, de su biblioteca y de su corazón.    
 Desde entonces todo me resultó grato y enriquecedor. Le expuse que necesitaba un tema para comenzar mi tesina y enseguida se acordó de un hermoso proyecto editorial, que se había realizado en Badajoz desde 1952 a 1961 y que, modesta pero eficazmente, había difundido la poesía de nuestra tierra y nuestro país por Hispanoamérica y Portugal. Se refería a la revista Gévora y a sus dos entrañables directores: Manuel Monterrey y Luis Álvarez Lencero. Con su ayuda logré reunir la colección completa de Gévora (83 números que constituyen una joya literaria) y tres años de investigación dieron como resultado un estudio titulado Gévora. Análisis de una revista poética extremeña que,desde 1990 hasta el momento, es la primera y única investigación detallada sobre una publicación lírica de Extremadura (aún inédita).
 Después de un intervalo en nuestra relación mientras realizaba los Cursos de doctorado, me volví a entrevistar con Jesús Delgado Valhondo para que me ayudara a elegir el tema de mi tesis doctoral. Yo llevaba algunos asuntos pensados pero, al final después de barajarlos, Jesús Delgado Valhondo ni corto ni perezoso me propuso que la hiciera sobre su poesía. Mi sorpresa fue tan enorme que lo único que acerté a hilar como respuesta fue que su lírica era mucha poesía para poco investigador. A él no le gustó que me infravalorara, pues me decía con esa voz tan personal y auténtica que lo caracterizaba que le había encantado el estudio sobre Gévora y que estaba seguro de que haría un gran trabajo sobre su poesía; así que me dispusiera a trabajar que él me facilitaría toda la información que necesitara, poniendo a mi disposición su documentación, su biblioteca, su obra literaria, sus experiencias y sus recuerdos. Y así fue, durante dos años me estuvo prestando una interesantísima documentación (libros, revistas, periódicos, cartas, conferencias, pregones de feria, artículos, ...) que me llevaba a casa e iba fichando y clasificando. Seguidamente se la devolvía, después de fotocopiarla, y de nuevo volvía a llevarme otra remesa hasta que consideramos que habíamos revisado todo y que era hora de proceder al análisis de tan amplia y extraordinaria documentación (en ella se recogía cinco décadas de cultura literaria española).
 Hasta su muerte en 1993, nos entrevistamos en numerosas ocasiones; si iba a su casa por la mañana, nos reuníamos en su despacho y, si lo hacía por la tarde (generalmente sábados), en el salón de su casa, donde me fui llenando de la honda emanación que respiraba su atrayente persona y su magnífica, por sentida y humana, obra literaria. Después de su fallecimiento seguí solo, pero decidido a terminar el análisis profundo de su portentosa poesía, consciente de su trascendencia espiritual, su calidad humana y su importancia literaria. 
 Así en 1998 presenté en la Universidad de Extremadura la tesis doctoral titulada La poesía de Jesús Delgado Valhondo, que mereció la máxima consideración de los cinco miembros del tribunal por descubrirles a un poeta y a una poesía que desconocían (ninguno de los doctores del tribunal era extremeño) y, sin embargo, les había impactado por su honda emoción, su sinceridad, su voz natural y su compromiso espiritual y humano. Todos coincidieron en afirmar que, como se demostraba en el trabajo, realmente Jesús Delgado Valhondo era uno de los mejores poetas de la literatura contemporánea española. En 1999, la tesis fue editada en microfichas por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura y la Editora Regional me encargaba la elaboración de la Poesía completa de Jesús Delgado Valhondo, que se encuentra actualmente en fase de corrección.

REPASO DE SU VIDA Y SU OBRA LITERARIA
 Jesús Delgado Valhondo nació el 19 de febrero de 1909 en Mérida, donde su padre era notario. Su infancia feliz se vio truncada por la poliomielitis y su alma de niño sufrió un fuerte estremecimiento al comprobar la tremenda fragilidad del ser humano. Desde ese momento se sintió invadido por una perentoria necesidad de hallar a Dios, para que le diera respuestas a las interrogantes que le planteaba tan cruda realidad. Esta honda preocupación será el motor de su poesía:
                                                       COXALGIA
(de La esquina y el viento)

La vida fuera, tras de los cristales
que encerraban mi cuerpo desvalido,
geografía sabida en su latido
ignorando la playa de mis males.

Horas pasan cercanas y fatales
royendo mi coxalgia y mi quejido,
entrega de momento dolorido
al canto de los cuervos ancestrales.

Cuando apenas siete años sostenía
sólo dolor y podredumbre ahogaba
mi despertar doliente a la alegría.

En la pierna la llaga me rezaba
terror de mi niñez y donde un día
Dios infinito entre mi pus brotaba.

Muerto su padre, se traslada a Cáceres donde enseguida se siente fuertemente atraído por la espiritualidad de la "ciudad de piedra", que palpa en el barrio de San Mateo, y de la Montaña, que le inspirará su particular concepción de la existencia. Desde muy joven interviene en el ambiente cultural cacereño y se codea con figuras de la talla de Publio Hurtado, conoce a Chamizo y entabla amistad con Eugenio Frutos y Pedro Caba, que influirán decididamente en su formación filosófica descubriéndole a Unamuno y a Ortega; en su formación literaria, mostrándole la literatura de la Generación del 14 (Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, ...) y de la Generación del 27 (Lorca, Alberti, Aleixandre, ...) y en su formación lírica, siendo sus críticos más inflexibles y, a la vez, sus más acérrimos defensores.
 En 1934, ingresa en el Magisterio y es destinado a Trevejo (Cáceres), un pueblecito donde por primera vez siente profundamente la soledad y le surge la necesidad de expresar sus intranquilidades en forma lírica, comenzando de esta manera su obra poética con una etapa iniciática, que estará constituida por tres libros aún inéditos: Canciúnculas, Las siete palabras del Señor y Pulsaciones donde, a pesar de su lógica bisoñez, apunta los grandes temas que presidirán su obra lírica: El paisaje, Dios, el ser humano y la soledad. Cuando estalla la guerra civil estaba afiliado a Alianza Republicana y era secretario local de la UGT en la sección de la Enseñanza; como consecuencia es desterrado a Gata (Cáceres) en 1940.
 En 1944 con la edición de Hojas húmedas y verdes (Alicante, Intimidad poética), que fue alabado por Vicente Aleixandre, inicia su etapa de esperanza, llamada así porque, aunque tiene numerosas dudas existenciales, busca a Dios y sólo obtiene silencio, guarda la esperanza de conseguir respuestas, pues concibe la vida como una empinada montaña en cuya cima se halla Dios esperándolo para recompensarlo del esfuerzo realizado en la dura subida. Pero no sucederá como él pensaba, pues en la cima encuentra a un Dios de tormentas que no se digna recibirlo, y el resto de su obra lírica será la crónica de su desencanto y de su soledad. A esta etapa esperanzada pertenecen El año cero (Norte de Gabriel Celaya, 1950), La esquina y el viento (Tito hombrede José Hierro, 1952; alabado por Juan Ramón Jiménez), La muerte del momento (Gévora, 1955) y La montaña (La cigarra de Santander, 1957) -la montaña será uno de los tres símbolos fundamentales de su obra lírica-

                                           CUANDO QUIERAS, SEÑOR
(de La muerte del momento)

Cuando quieras, Dios mío, cuando quieras
que tengo en Ti mi corazón latiendo
la puerta abierta a tu palabra siempre,
la luz temblando pavorosa dentro.

Estoy, Señor, contigo, dócilmente
acabado, tu voz, reza mi credo,
esperando, Señor, que tú dispongas
de todas estas muertes que padezco.

[...]

Cuando quieras, Dios mío, cuando quieras
que tengo en Ti mi corazón abierto,
la puerta abierta a tu palabra sola,
y yo aterrado y confundido dentro.

El fracaso de su búsqueda de Dios dará como resultado una etapa de angustia, donde describe su desorientación y expone estremecedoramente la conclusión a la que llega: El ser humano no tiene capacidad para acceder a Dios y, por tanto, él tampoco (de ahí que tantas veces como creyó tenerlo al alcance de la mano, se le escapara irremisiblemente). Luego, la falta de autenticidad espiritual, que nota en su entorno, lo lleva a convencerse de que no puede recabar consuelo ni conseguir ayuda de sus semejantes. Las consecuencias de estos tristes descubrimientos es descorazonadora: No hay esperanza posible en el cielo ni en la tierra, porque el único destino del ser humano es la soledad.
 Los libros que conforman esta etapa son Aurora. Amor. Domingo (en Primera antología, Diputación Provincial, 1961), El secreto de los árboles (Rocamador, 1963), ¿Dónde ponemos los asombros? (Álamo, 1969) y La vara de avellano (Angaro, 1974):

LA PRISA
(de Aurora. Amor. Domingo)

Media vuelta a la llave,
mi casa está cerrada
y voy dentro creando
mi mundo y mis fantasmas.
Medito sobre cosas,
pongo delante el alma,
me confieso a mí mismo:
mi penitencia es larga.
Cuando escribo leyéndome
despierto de mi nada
y entonces voy con Dios
recorriendo la estancia.
Le enseño lo que escribo,
hablo de lo que haré mañana,
le cuento mil historias
que ya sabe y se calla.
Después, abro la puerta,
me suelta Dios, se marcha.
Yo ando por las calles
buscándolo. Son vanas
las vueltas que le doy
a la ciudad soñada.
Si alguna vez lo veo
va lejos, se me escapa.

A la etapa de angustia le sigue otra de decepción, que Jesús Delgado Valhondo desarrollará en Un árbol solo-otro de los símbolos capitales de su obra lírica- (I.C. Pedro de Valencia, Diputación Provincial, 1979), Inefable domingo de noviembre e Inefable noviembre (Cáceres y Colección Bahía, 1982), Ruiseñor perdido en el lenguaje(Kylix, 1987) y Los anónimos del coro (en Poesía, 1988).
 Esta etapa se denomina de decepción, porque Valhondo advierte que debe soportar su soledad lleno de nostalgia y sin esperanzas en un mundo gris y triste, donde se encuentra atrapado junto a sus semejantes, que son seres tan desorientados e imperfectos como él. Su decepción además está justificada porque advierte que él, como cada uno de los seres humanos comunes, no es más que un ser anónimo en el gran coro del mundo, cuyas intranquilidades personales no se tienen en cuenta en el gran concurso de la Historia:

GENTE
(de Un árbol solo)

Seguimos eternamente subiendo
juntos la montaña,
humana masa de pan que a Dios mantiene.
La cima está tan cerca
como esa soledad que mana de nosotros,
cuando pasamos la gente,
los que vamos andando tierras,
silencios, noches, días, tiempo,
sin regreso posible.
Los que vamos.
El destino es así.
Nuestro destino.
Y de nuevo a cantar en el coro.
Danzar en la armonía
de la arboleda de los pájaros.
Y un llorar hacia dentro
para que nadie sepa
que una espina pequeña
se nos clavó en el pie
y anoche no dormimos.

En medio del paisaje,
en la llanura,
trémulo de emoción,
un árbol solo.

Y, por último, llegamos a su etapa final, que está formada por un libro, Huir, su testamento lírico-espiritual (Del oeste ediciones, 1994). En este libro estremecedor (Álvarez Buiza lo definió como un libro que "pesa 84 años"), Jesús Delgado Valhondo realiza un repaso de su lucha existencial y explica las razones que lo empujan a huir hacia sus orígenes pasando por la muerte (la huida es el tercer gran símbolo de su obra lírica). Es tanta la emoción, la experiencia, la condensación y la calidad lírica que encierra este poemario que, sin duda, es uno de los mejores de la lírica contemporánea.

SEIS
(de Huir)

Nunca sabré quién soy
perdido en no sé dónde
que siempre está de más.

El triste del comboy.
Si lo nombra responde
soy hombre nada más.

A cualquiera le doy
lo que tengo y ahonde
que poco encontrará.

Voy sin saber que voy
a un verso que me esconde
doloroso y detrás.

El resto de la trascendente obra literaria de Jesús Delgado Valhondo la integran cinco libros de relatos (Yosoy el otoño, Cuentos y narraciones, Ayer y ahora, Cuentos y El otro día), que están repletos de un sutil y sentido lirismo ("Pablito el de las vacas", "Anita la de las cañas", ...), varios cientos de artículos periodísticos, un extenso e interesante epistolario (más de 600 cartas), varias obras de teatro, una novela (Isaac) y numerosos comentarios de libros, pregones, conferencias y semblanzas.
 La importancia del conjunto de la obra literaria de nuestro poeta se puede deducir del siguiente detalle: Los datos de la bibliografía generada por Jesús Delgado Valhondo ocupan en la tesis sobre su poesía noventa y dos páginas que, actualmente, llegan a las cien con los documentos localizados posteriormente a la presentación de dicho trabajo de investigación.  

RELACIÓN CON BADAJOZ
 Jesús Delgado Valhondo entró en contacto con los poetas de Badajoz en la II Asamblea de Escritores Extremeños (Cáceres, 1949) donde conoció a Enrique Segura, Manuel Monterrey, Antonio Zoido, Manuel Terrón, ... Luego amplió esta relación a través de la edición de artículos en el periódico Hoy desde que se trasladó a Zarza de Alange en 1946, la edición de La muerte del momento en Gévora, del "Canto a Extremadura" (primer premio de los Juegos Florales de Badajoz en 1956) en el Hoy, de Aurora. Amor. Domingo en la Diputación Provincial (por interés personal de Díaz-Ambrona) y de la página literaria que, durante muchos años, coordinó en el periódico Hoy y fue una tribuna desde la que popularizó la poesía y el arte en general.
 En 1979, se decide a participar activamente en Política y consigue ser teniente de alcalde y concejal de cultura del ayuntamiento de Badajoz con la UCD. Como buen poeta y hombre humanísimo, se marca el objetivo de poetizar la Política para que esta actividad se preocupara y se ocupara de los problemas reales de la gente de la calle (es decir, de los seres intrahistóricos que él había hecho protagonista de su obra lírica) y de elevar su nivel cultural. Pero los políticos profesionales no lo entendieron y se retiró muy decepcionado.
 Luego ejerció sin proponérselo un entrañable y eficaz magisterio en escritores que surgían, ofreciéndoles sin reservas su apoyo sincero y desinteresado. Jaime Álvarez Buiza, José Antonio Zambrano, Manuel Martínez Mediero, Manuel Pecellín Lancharro, Tomás Martín Tamayo, José Miguel Santiago Castelo, Ángel Sánchez Pascual, ... fueron los receptores de su cálido y espontáneo patriarcado. También es obligado decir que, a la vez, ayudó y alentó a amantes de la poesía, escritores, poetas e investigadores (como fue mi caso) a continuar con su pasión por la literatura, la poesía y el arte (fue un enamorado de la Pintura), seguro de que el mejor camino de relación entre los seres humanos eran los sentimientos que todas estas actividades guardaban celosamente. 
 Jesús Delgado Valhondo se trasladó desde Mérida a Badajoz en 1965, donde vivió hasta su muerte. Igual que a Cáceres y Mérida, amó sobremanera a Badajoz, ciudad en la que, como hizo antes con las anteriores, sintetizó su preocupación y su amor por Extremadura:

BADAJOZ

Isla que sueña con el mar
tras el trigal y la montaña;
que son orillas las que cercan
pequeños mundos de naranja.
(No sé por qué detrás de todo
está la mar vuelta de espaldas).

Un profundo parque olvidado,
recordado sonar del agua,
sin saber dónde, en dónde oscura,
-corren caballos- por dónde anda.
(Es una música que busco
y que no sé cómo encontrarla).

El tiempo es un jardín poblado
de tactos y amapolas del Guadiana.
Tiempo por donde todos vamos
dejando versos y nostalgias.
(Un Badajoz que yo comprendo
está naciendo en mis palabras).

Sus restos mortales yacen en el cementerio de su ciudad natal bajo una lápida, cuya superficie tiene esculpida una significativa leyenda que resume la visión trascendente de su existencia en un lugar determinado, Extremadura, que quiso hasta el punto de ofrecerle uno de los más bellos y sentidos homenajes líricos que se le haya dedicado nunca ("Canto a Extremadura") y de defenderla apasionadamente allí donde se le atacara. La leyenda dice: "Ya soy tierra extremeña".

-"¡QUE NO MUERA MI PUEBLO!", revista de Feria (Torremayor), septiembre 2000, pp. 33-35.

-“LA VOZ DE LOS POETAS”, Cuadernos de Extremadura (Cáceres), 30-6-2001, pp. IV-V.

-"VALHONDO, ARTICULISTA", Cuadernos de Extremadura (Cáceres), 4-8-2001, pp. IV-V. 

"UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE", revista de Feria (Torremayor), septiembre 2001, p. 32-33.
Hace varios años, Aurelio Fernández (q.e.p.d.), entonces presidente de la Cofradía Jesús el Nazareno y María Santísima de los Dolores de Torremayor, me propuso pronunciar el pregón de Semana Santa de nuestro pueblo. Este amable ofrecimiento suponía para mí un gran honor pero a la vez una enorme responsabilidad, porque era una tarea muy alejada de mi especialidad profesional.
 Por esta razón y a pesar de que agradezco infinitamente que alguien  tenga la delicadeza de solicitar mi colaboración, no tuve más remedio que eludir el compromiso durante bastante tiempo, porque no encontraba la forma de enfocar el tema. Incluso llegué a pedir a un sacerdote amigo pregones de Semana Santa ya pronunciados, buscando modelos que me ayudaran a corresponder a la afable petición de Aurelio. Pero la lectura de varios pregones, todos excelentes, no me ayudaron a resolver mis dudas, pues se desenvolvían en un terreno desconocido para mí, la Teología, con una soltura que yo no podría nunca alcanzar.
 No obstante, continué pensando en el modo de enfocarlo para no decepcionar las expectativas puestas en mí y un día pensé que en la Literatura Española había múltiples y sentidas muestras de poesía, que trataban con inigualable fervor y maestría la pasión de Cristo, sobre las que podía construir mi pregón:
                                           "Todo es dolor en ti cuando agonizas
sobre la cruz erecta del Calvario,
coronada tu frente por la espina
y roto por la lanza tu costado".
Me puse a trabajar en esta idea y, después de un tiempo, poco a poco fue surgiendo el germen del pregón definitivo. Pero el resultado no era un pregón al uso, es decir, pronunciado por una persona sino interpretado por un grupo de seis recitadores, un trompetista, un tambor, un saetero y varios costaleros de la Cofradía de nuestro pueblo, bajo la coordinación del pregonero. Transmití la idea a la Cofradía, a través de su presidenta Isabel Melitón, y fue aceptada sin reservas.
 Una semana antes del pregón nos reunimos los participantes en la iglesia para realizar un ensayo. Al comienzo tuvimos una breve reunión donde se comentó el cometido de cada uno y me impresionó el interés con que todos acogieron la idea y la buena predisposición con que aceptaron su tarea. Sin embargo no pudimos hacer un ensayo general porque era un día de trabajo y hubo que practicar por separado. Una semana después, horas antes del pregón, nos reunimos de nuevo, aunque tampoco pudimos ensayar como deseábamos. No obstante, como se vería después, todos habían captado la idea y, además, sabían su cometido porque habían ensayado por su cuenta ilusionadamente.
 A la hora señalada, comenzó la ofrenda de flores por numerosas mujeres mayores y jóvenes, que con devoción depositaron ante la Virgen cien ramos de flores. Después nuestro párraco Dº Miguel Mesa, ofició una misa que resultó acogedora. Y, finalmente después de una breve presentación por parte de la presidenta de la Cofradía, el pregonero comenzó el pregón recitando el poema "La saeta" de Antonio Machado: 
"¡Oh, la saeta, el cantar
 al Cristo de los gitanos,
 siempre con sangre en las manos
 siempre por desenclavar!
Seguidamente, la trompeta de Narciso Leo, entonaba la música de este poema, mientras Nuria Pinilla con el tambor marcaba el paso de los costaleros que, desde el fondo de la iglesia con un ritmo cadencioso y solemne, comenzaron a trasladar al Cristo con la cruz hasta el pie del altar donde se encontró de frente con su madre, la Virgen María, que lo esperaba con los ojos llenos de lágrimas.
 Un silencio respetuoso se palpaba cuando el pregonero continuó realizando consideraciones sobre el significado del mensaje de amor de Cristo y de su sacrificio en la cruz y el sentido que debe tener la Semana Santa para que no sea una simple celebración, sino la muestra de que deseamos amarnos sinceramente y estamos dispuestos a establecer la concordia entre todos los seres humanos comenzando por nuestra familia, amigos, vecinos y paisanos.
 Intercalados con los textos, seis recitadores (María Carvajal, Manolo Jiménez, Mª Aurora Salguero, Basilia Pastrano, Rocío Domínguez y Mª Ángeles Salguero) fueron leyendo emocionantes poemas que iban ilustrando el contenido del pregón, mientras varias piezas musicales, interpretadas magistralmente por el trompetista, y dos saetas, sentidamente entonadas por Toribio Sánchez, ambientaban estas intervenciones orales.
 El pregón terminó cuando los costaleros con su paso majestuoso devolvieron al Cristo al fondo de la iglesia (Juan Luis Crespo, Bartolomé Ramírez, Regino Pinilla, Blas Díaz, Evaristo Correa, Juan Carlos Pinilla, Rodrigo Domínguez, Josefa Melitón, Eva María Fernández y Ramón Segador). Un cerrado aplauso de los fervorosos asistentes indicó que el pregón les había llegado muy adentro quizás porque no fue cosa de una persona sino de todo el pueblo, representado por los paisanos que intervinieron en su desarrollo.
 Finalmente, la presidenta de la Cofradía Jesús el Nazareno y María Santísima de los Dolores, me hizo entrega de una placa conmemorativa, que tengo desde entonces colgada en un lugar preferente de mi casa, y la insignia de cofrade que desde aquel día guardo con el máximo afecto. Luego numerosas personas me mostraron su emoción afectuosamente y yo me emocioné al comprobar que todos nos habíamos sensibilizado al recordar el mensaje de Cristo y que modestamente, junto con los recitadores, el trompetista, el tambor, el saetero, los costaleros y la excelente predisposición de la Cofradía y de su presidenta, había contribuido a realzar la celebración de la Semana Santa de mi pueblo.
 ¡Una experiencia realmente inolvidable para mí!

65.-"GÉVORA. HOJAS DE POESÍA EN PROSA Y VERSO (Badajoz, 1952-1961)"El ancla (Badajoz), 2000.
 Gévora fue una revista poética de Badajoz, que publicó 83 números de 1952 a 1961 y difundió la poesía de autores extremeños por España, Portugal, Francia, Bélgica, Marruecos e Hispanoamérica, a pesar de ser editada a ciclostil con una tirada media de 150 ejemplares, que se repartían gratuitamente. Los escritores hispanoamericanos, respondiendo a las reiteradas peticiones de colaboración de la revista pacense, participaron profusamente en sus páginas e incluso la salvaron de una crisis de colaboraciones domésticas.Gévora, que se distribuía gratuitamente, sobrevivió con los donativos de los colaboradores (6715 pesetas en total –40,45 euros–), las subvenciones de su mecenas José Díaz-Ambrona, las aportaciones del grupo fundador (Juan Antonio Cansinos, Juan Alcina, Carlos Villarreal, Manuel Pacheco, Isabel Benedicto, Manuel Terrón, Julio Cienfuegos, Asunción Delgado, Rodríguez Perera y Francisco Arqueros) y la impresión gratuita de la portada y contraportada por las imprentas Arqueros y Mangas.
 Los fines de Gévora fueron estrictamente literarios. Su proyecto cultural tuvo como objetivos prioritarios: buscar la Belleza a través de la Poesía, divulgar la Poesía en la región, ayudar a los noveles, rescatar del olvido a escritores desconocidos y favorecer el desarrollo de la cultura extremeña.
 Fue confeccionada y dirigida por Manuel Monterrey (Badajoz, 1887 - 1963), poeta modernista, y Luis Álvarez Lencero (Badajoz, 1923 - Mérida, 1982), apasionado artista. Monterrey, de profesión relojero, fue quien dio a conocer el Modernismo en Badajoz difundiendo Azul de Rubén Darío e intimó con el modernista Francisco Villaespesa, que pasó una temporada en la capital pacense. Poemarios destacados de su obra poética son Mariposas azules (1907), Medallones extremeños (1945 y 1949) y Pétalos de sombra (1958): "Se apagaron los últimos carmines / del rubí fulgurante del ocaso; / la noche prende sobre el leve raso / de los cielos sus cándidos jazmines. // Cobra el jardín su misterioso encanto [...]" ("Serenata nocturna").
 Lencero fue un poeta preocupado por el atraso de su región y por la gente que la habitaba. De ahí que su poesía se caracterice por su combatividad y una poderosa fuerza interior. Él mismo se autodefinió como "la locura de sentirse palabra". Juan Pueblo(1971), Canciones en carne viva(1980) y Palabras para hablar con Dios(1982) son algunos de sus títulos más relevantes. "La guerra siempre es mala y nauseabunda, / cáncer que no se extirpa, Juan querido, / hiena que muerde y deja corrompido / al hombre, y con el alma moribunda. // Se arrastra como víbora errabunda [...]" ("La guerra" de Juan Pueblo).
-“Revista Gévora. Hojas de poesía en prosa y verso”, en catálogo de la exposición bibliográfica Extremadura: Tierra de libros, Badajoz, Consejería de Cultura y Fondo Clot-Manzanares, 2007, p. 300.

"ARTISTAS PLÁSTICOS EN GALLOS", Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2001, p. 74-77.
 
 
“JESÚS DELGADO VALHONDO, NUEVE AÑOS DESPUÉS”, Hoy (Badajoz), 23-7-02, p. 20


POETAS EN GALLOSMérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2002, pp. 88-97. 
A comienzos de 1992, Jesús Martínez Álvarez (amante del Arte, aunque su actividad profesional se encuentra lejos de él) vio cumplido un deseo largamente madurado: Crear una tertulia para hablar de Poesía. Así nació la tertulia literaria de la Asociación Cultural Gallos quiebran albores de Mérida (que hoy cuenta también con una tertulia de Artes Plásticas y tiene en proyecto la creación de una tertulia de Música).
A la primera tertulia literaria, celebrada en la parroquia redentorista, asistieron un reducido número de personas respondiendo a la llamada de Jesús Martínez: Miguel Combarros, Rafael Rufino Félix, Eladio Méndez y Antonio Salguero. El grupo poco a poco fue ampliándose con amigos y conocidos a la vez que adquiría cohesión a través de dos medios: Uno, las tertulias coordinadas por Jesús Martínez (que desde la primera se han celebrado ininterrumpidamente) y, otro, los libros de poemas que editaba anualmente Antonio Salguero en el IES “Emerita Augusta” (Alma entre labios, En hora de soledad, Manantial de secretos, Como mágico perfume, Canciones de una abierta herida …), donde iban publicando los poetas de Gallosconforme se incorporaban a la tertulia literaria.
Hoy día, la tertulia literaria de Gallos está constituida por un grupo variopinto de poetas donde confluyen diversas tendencias líricas, que no son obstáculo para que sus componentes se muestren respeto mutuo (e incluso hayan establecido lazos de amistad), pues entienden que a todas las mueve la misma inquietud espiritual e idéntico deseo de comunicación, comunión e indagación.
Conozcamos, a través de las siguientes semblanzas, las personalidades líricas de cada uno de los poetas de Gallos que participan en la tertulia literaria:
FRANCISCO JAVIER CARMONA CAMARERO es un poeta pulcro, cuyo fino estilo, procedente de su formación universitaria, día a día va dando pasos seguros hacia una expresión más sintetizada de indiscutible calidad. El objetivo que persigue cuando escribe un poema es compartir su mensaje con el lector, con el que desea comunicarse de una forma activa: “Cuando escribo busco esa complicidad: Busco darte algo para hacerlo TUYO”. Francisco Javier cree que el procedimiento para llegar a compartir con otra persona a la que no ve ni conoce es la sugerencia, cuyos modelos encuentra en Aleixandre, Pessoa, Ángel González o Pérez Estrada: “El aire vive / y susurra otra vez tu nombre, / y otra vez calla, / y otra vez / busca a vestir tu cuerpo … / inquieta fantasía de Dios, // halo excelso del vacío …” (“VII”). En 1993, la Diputación de Cáceres le editó el libro de poemas titulado El triunfo de los sueños.
A Francisco Javier también le gusta la pintura y, por esta razón, participa en todas las exposiciones colectivas de la tertulia de Artes Plásticas componiendo poemas para los cuadros de Carmen Pérez que, de este modo, amplían líricamente su significado artístico: “Como gotas de agua / se van filtrando las vidas / con sus pasos …// Allá donde desborda el horizonte, / un gran corazón late / en la fragua del tiempo. // Aún no se conoce / otro río que vivir. // En cada cuerpo / late una gota de agua, / en cada gota de río / late una vida” (poema referido a un cuadro que trata “El agua, el río, el Guadiana”, tema de la III Exposición de la TAP de Gallos).
DANIEL CASADO PORRAS, ganador del Premio de Poesía Ciudad de Mérida 2002 con el poemario titulado El largo andar tan breve, es un poeta de voz contundente a pesar de su juventud: “Ahora, / cuando es más dura la luz / y el silencio cae, ancho, / con un bostezo amargo / en su pupila, miro, a solas, / mis manos. // Sólo en ellas parece posarse, / siquiera un segundo, / el abrasado gesto de tu amor” (“Miro mis manos”). Esta madurez inusual tiene una base teórica, cuyo punto de partida se encuentra en unos versos de José Ángel Valente (“Cruzo un desierto / y su secreta desolación sin nombre …”) y su posterior desarrollo en el hallazgo de la palabra y el encuentro con la poesía que, para Daniel, consiste en “saber recibir, aún sin entenderlo, aquello que sólo en el poema es comprensible, pues la palabra poética tiene la facultad de hablar desde el inconsciente”: “Defiéndeme / de esta caída de hojas, / de la súbita ausencia de mis sentidos. // Ha helado fuera / y yo he soñado ángeles muertos / sembrados como vidrios en pena. // ¿Por qué me queda perderlo todo? // No me dejes nunca” (“El ángel de cristal”).
En la poesía de Daniel Casado se descubre una solidez reflexiva, que le viene de su experiencia lectora (Juan de la Cruz, Lorca, Whitman, Blake, Valente, Pessoa, María Zambrano, Octavio Paz …), de una ávida búsqueda de la verdad personal (“Cuando la edad nos miente / bajo el anodino disfraz / agridulce / y la pena baja a esa función nocturna / que entablan, frente al espejo, / el miedo y la razón. // Empuñar tu copa, no otra cosa / puede sosegarte”, “Voces invertidas”) y de la creación de un mundo poético propio con símbolos como el de los ángeles o la flauta e influencias de la pintura de Eduardo Naranjo o del músico estonio Arvo Pärt: “Izé los tenues velos que cubrían tu rostro, porque en verdad era el tiempo de saber, el tiempo de la palabra. Bebí despacio el sudor amargo y descendí: me esperabas” (“I/i”, Tabula rasa).
MIGUEL COMBARROS MIGUÉLEZ es el “poeta de la luz y la esperanza” que, a sus dotes líricas y a su prudencia, une una amplia experiencia sacerdotal. Su poesía es transparente y, a la vez, goza de una honda trascendencia, fruto de ricas vivencias y de una sólida formación intelectual. La poesía del padre Miguel Combarros también se caracteriza por su  equilibrio, serenidad y armonía, que transmite en versos llenos de contenidos alentadores con leves asonancias o el verso libre.
El padre Combarros ha dejado su animoso espíritu impreso en versos luminosos y esperanzadores, que recogió en Caminos hacia el alba (1998), autobiografía espiritual cuyo comienzo son estos versos conmovedores repletos de amor a la vida: “No digas que la vida resbala como un río / sobre la roca dura de las desilusiones. / Que no vale la pena vivir y haber nacido / en este mundo áspero de ritmos trepidantes” (“Canción a los veinte años”). Este libro es un repaso de los caminos recorridos: Infancia, adolescencia y juventud en León, vivencias como misionero en África durante 22 años y, por último, estancia en Extremadura.
Su emoción lírica fue recompensada un año después cuando se le concedió el Premio Internacional de Poesía Mística por su libro El don de la Palabra (1999): “Gracias, Señor, por tu Palabra / con la que Tú me diste la existencia, / con la que son también / todas las cosas: / el paisaje, los hombres, la alborada. / En ella nos miramos como espejo / para encontrar tu imagen, / que alienta desde dentro / su fuerza y sus fulgores” (“El don de la Palabra”). Completan su obra poética un poema al Cristo de Carrizo (2000) y el libro Oficio de la luz, aún inédito.
RAFAEL RUFINO FÉLIX MORILLÓN es un poeta que construye su obra discretamente al margen de modas y cenáculos. La singularidad de su universo lírico se distingue por medio de una voz que intenta rescatar su mundo perdido, antes lleno de personas, sonidos y lugares, y hoy desaparecidas, silenciados y diferentes: “Esta ya no es la calle / que recibió mis años / del tiempo apasionante / cuando brazos abiertos / descorrían el celaje / de la alegre mañana / y la hacían perdurable / en el limpio latido / de la elevada sangre” (“Crepúsculo” de Voz distante, 1994).
Rafael R. Félix es un poeta sincero porque expresa lo que siente aunque no se lleve, y también es valiente porque dice lo que otros no son capaces siquiera de nombrar. Él se queja del inmisericorde paso del tiempo sin exabruptos con la entereza del caballero que, aun sabiéndose derrotado, mantiene intacta su dignidad. También le duele a Rafael el peso del tiempo, que a veces materializa en poemas de una extraordinaria sensualidad habitados por muchachas rebosantes de belleza y por él en la plenitud de su vida: “Muchacha que llegaras amorosa / hasta mis sueños, / con ese fresco aroma / que desprenden las núbiles caderas / cuando cimbrean las blondas / de su mar ofrecido” (“Congoja” de Las ascuas, libro con el que ha conseguido este año el V Premio de Poesía Ciudad de Salamanca).
La personalidad poética de Rafael R. Félix, además, tiene otro soporte en la consistencia de su lenguaje exquisito que, como extraordinario orfebre de la palabra, construye con una selección de términos que, aunque tienen plena vigencia, pocos utilizan: “Cercano, el mar traía / la fiel sensualidad / del oleaje / hasta la ardiente arena, / y en el cielo miniado / un zureo de palomas presagiaba / tiernas culminaciones” (“Día pleno” de Las aguas litorales, 2001).
MANUEL HURTADO FADRIQUE comenzó escribiendo una poesía localista en la que recogió recuerdos nostálgicos de su infancia y de su adolescencia en Villanueva del Fresno, que dio como resultado el libro Ecos del pueblo (1996).Este poemario fue recibido apoteósicamente en su lugar natal por sus paisanos, que se sintieron identificados con su voz sincera, enraizada como la de ellos en aquellas calles y tierras cercanas a “la raya” fronteriza: “Estoy oyendo a los niños / en la calle Portugalejo / donde, a las doce, los sábados / cambiábamos los cuentos. // Villanueva de otro tiempo / que vienes a mi recuerdo. // Estoy abriendo paquetes / en el zaguán del comercio, / aquél que José María / tenía por aquel tiempo, / donde los portugueses piden / que les venda caramelos; / donde los guardiñas visten / grises uniformes viejos” (“Ecos”).
Cerrada esta etapa, pasó a elaborar una poesía ajustada a los comienzos del siglo XXI; y así nos sorprendió con Tiempos de impostura (2001), poemario con el que muestra su preocupación por la pérdida de identidad personal ante el progreso y la desaparición de la espiritualidad por el triunfo incomprensible de la hipocresía, la apariencia y la mediocridad, hechos que humanamente a Manuel Hurtado le producen una intranquilidad profunda: “Habito en medio de la impostura, / donde casi nadie es el mismo, / aparentando lo que no es, / con un continuo y constante disfraz / hasta agotar la capacidad de fingimiento” (“Simulación”). Manuel Hurtado, además, se ha propuesto una labor encomiable: Difundir la poesía de su insigne paisano Francisco Rodríguez Perera, figura fundamental de la literatura extremeña de mediados del siglo XX, para sacarlo del injusto olvido en que se halla.
FRANCISCO JORGE HIDALGO es dueño de un carácter envidiable por su mesura y su equilibrio, producto en buena medida de su búsqueda personal del perfeccionamiento y la dignidad como ser humano. Jorge Hidalgo es, además, un estupendo conversador no sólo por su singular carácter sino también por poseer una base filosófica y humanista que, en él, no es mera teoría sino práctica diaria. De ahí que la naturaleza no sea un simple marco donde habita sino el lugar donde se encuentra inserto formando conscientemente parte de una magna obra con la que desea vivir en armonía: “Es la hora sagrada / En que expira la noche, /Y el alba sacrifica / Los últimos luceros. / La aurora nos despierta / Soplando en nuestras frentes / Por sus labios rosados / El aura frío del día. / […] / Dejad quietas las máquinas / Y gozad un momento / Este instante sagrado / Que quiere amanecer” (“Utopía”).
Jorge Hidalgo ha mostrado este interés por la reflexión en dos libros titulados La nueva materia (1991) y Jaikus de amor y de agua (1993) y en la realización de la licenciatura en Filosofía y de estudios de doctorado con los que actualmente investiga sobre el origen de la Ciencia en Occidente. Su consistente poesía goza de ese gusto por indagar en sí mismo y en todo lo que le rodea: “Pero sigo buscando / Seguro que al naciente, / Sobre un paisaje antártico / De abismos boreales, / Se cierne un nimbo pálido, / De blancura infinita, / Un sendero de luz / De búsqueda perpetua” (“Antártida”)
JESÚS MARTÍNEZ ÁLVAREZ es “el padre de Gallos” no sólo por su amor a la literatura y la poesía sino también por su loable entusiasmo y su entrañable bondad, virtudes que lo han llevado a apreciar la amistad por encima de todo materialismo: “Acudid torrenteras de emociones, / para que encuentren nuestras almas solaz / en estas desbordadas sensaciones. // Agrupados todos juntos en un haz, / y entrelazados nuestros corazones, / brille en nosotros el halo de la paz” (“Brindis”).
Jesús, además, es una persona en continuo asombro. Su pasión lo lleva a interesarse por todo en una incesante búsqueda por descubrir lo que hay detrás de las cosas para conocer su raíz originaria: “Hierático mi cuerpo, / alerta los sentidos / que escuchan la armonía / silente de la noche. / Es mi única oración / al despedir el día” (“Armonía silente”). Ama también Jesús el arte en sus más diversas manifestaciones y, por esa razón, encuentra abundantes detalles líricos en la fiesta de los toros y en su celebración, un alto valor estético: “En el cáliz sol y sombra, / es necesario el silencio, / para que brote el clavel / rojo del advenimiento, / que es la gloria o el ocaso / para el toro y para el diestro” (“Traje de luces”). Jesús, además, es un buen conocedor de la filosofía de José Antonio Marina, a quien sigue muy de cerca en su trayectoria intelectual, pues en sus argumentos clarividentes encuentra una guía ética para el presente y la base de su esperanza en el futuro: “Ahora, el gran proyecto ha de ser alcanzar la dignidad, transfigurar la realidad para hacerla habitable”, dice Marina en su libro Ética para náufragos.
ELADIO MÉNDEZ FERNÁNDEZ es una persona y un poeta humilde (que en su caso no es sinónimo de mediocre) con unas tremendas ganas de aprender. Continuamente demanda orientación y la asimila con avidez, pues enseguida la hace patente en sus versos que cada vez son más elevados pues, a las recomendaciones recibidas, le añade un esforzado trabajo de lima y una conmovedora humanidad: “En forma de llanto / las alas del alba te dan al manantial, / tú te diluyes en sus aguas / para viajar hacia mis versos, / y vas besando el limo, / acariciando rocas y doblegando juncos, // a veces también tomas prestado / el olor de la adelfa y la sombra del álamo, / te haces surco de río / y acaricias con tus labios / la parte oculta de los nenúfares de viento” (“Musa”).
Destaca en Gallos la preocupación de Eladio por los seres desvalidos sea un niño pobre o cualquier persona objeto de una injusticia causada por un hecho ordinario o un mal endémico como la guerra. Tierno y entrañable, vierte estas inquietudes en poemillas llenos de dulzura y leves asonancias, que suelen adoptar forma de nanas: “Piel de canela y llanto / ¡ay! Luna lunita luna / duerme el niño entre cartones / porque no tiene una cuna” (“Nana para el gitanito que no tenía cuna”). Eladio es también el poeta de los temas cercanos, donde ha conseguido versos enternecedores como en el poema “Madre” (“Tiene mi madre un deseo, / navegar hacia el mar de los abrazos / con sus cinco marineros / y el capitán de su barco. // Mi madre tiene un pañuelo / de pétalos de jazmín blanco …”) y en “Poemas a María” dirigidos a su mujer (“Primero quiero, mujer, / el amor que llevas dentro, / después de tu amor, mujer, / la libertad de los vientos. / Y antes que esa libertad / la cadena de tus besos”).
GUILLERMO SEGOVIA ANGUAS es un poeta que tiene un inveterado deseo de perfeccionar su verso para que diga exactamente lo que desea expresar. Este loable anhelo es resultado de sus lecturas detenidas de los grandes poetas como, por ejemplo, Claudio Rodríguez, a quien nos descubrió jubilosamente en la tertulia literaria. Guillermo ha entendido que, antes de editar, debe trabajar los textos hasta estar seguro de su calidad. Por esta razón, ahora anda creando, rompiendo y, cuando merece la pena, puliendo en sus poemas detalles sutiles como el ritmo musical del verso, influido por su amor al bello canto, del que actualmente es uno de los tenores extremeños más representativos: “Viejas locomotoras, majestades / de reinos de carbón y fantasías, / a mis recuerdos vuelven por las vías / de un corazón forjado en orfandades” (“El viejo tren”).
A Guillermo Segovia le gusta recoger en sus poemas los acontecimientos que vive a modo de cronista lírico. Con esta labor de periodista del verso sublima la realidad para alertar sobre la importancia de la tarea realizada por personas que han beneficiado al mundo como la Madre Teresa de Calcuta con su amor por los pobres (“Dolor universal enardecido / Alojaba su cáliz penitente / En llantos se bañaba con su gente / De amor se fue su corazón partido”), Carlos Cano con su música (“Bajan gritando las aguas / por las acequias del alba, / dicen que Carlos no ha muerto / que está dormido en la Alhambra”), Manuel Pacheco con su poesía (“La lluvia de ceniza y cristal quema las nubes / En góndolas de sangre y a fuego enardecidas … / Secándome los ojos escucho como subes / Cabalgando en Pegasos de esferas encendidas”), a Cousteau por su afán descubridor de las bellezas naturales escondidas (“Un corazón quemado en las almenas / de su tenaz calipso cabalgante, / curtió su piel de lobo trashumante / sobre la sal y el viento, rumbo a Atenas”).
Completan el grupo de poetas en Gallos otros nombres no menos importantes, pero ya definidos en uno de los artículos de los años anteriores: En “Mujeres en Gallos”, apareció ANA CASTILLO MORENO que, en este intervalo, ha publicado Vuelos de eternidad, libro definido por ella como “un viaje al interior de mí misma”. La finalidad de ese viaje fue el rescate de sus vivencias desde su infancia hasta el presente para proyectar su existencia hacia la eternidad. El poemario tiene un tono de dulzura melancólica, cuya origen se halla en ese poso de tristeza característico en la poesía de Ana Castillo: “El beso ha sublimado nuestros cuerpos. / Ascendemos ligeros y embriagados, / vacíos de reloj y calendario, / exentos de la noche y la mañana, / redimidos al fin de la tristeza”. Posteriormente escribió el sugerente poema Petra, la noche y tú (2001), resultado del impacto que le produjo su visita a esta ciudad mágica: “Atardece. / Se viste la luz de blanco / a estas horas, en Jordania. / Una extraña impaciencia me posee. / Petra aguarda tras las colinas. / Aún no conozco su rostro, / pero ella, seductora, se insinúa / con prodigios que anticipan su belleza: / se diría que es mar el horizonte / donde se sumerge el sol / mientras un ángel / musica sobre el cielo / un concierto inaudito de colores” (comienzo del poema).
Actualmente Ana se encuentra elaborando Dioses de papel, un libro estructurado en varias partes, donde critica las manipulaciones sufridas por el ser humano y su lucha solitaria contra una penosa realidad, donde no lo dejan vivir acorde con la naturaleza y alcanzar la felicidad: “Ya lo sabéis, ángeles, es la Tierra / una copa de humor efervescente / que amenaza / con romper el equilibrio de los astros. / Cada cual, metido en su burbuja, hierve. / Cada uno vomita su propio espasmo. / Así, este vaho grotesco que se alza / y, confuso, asciende a vuestras esferas” (“II” de “Ángeles”).
PILAR FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, en el último año, ha elaborado el libro Tombuctú 52 días, cuyo centro temático es la ciudad de donde partían las rutas de las caravanas. Los poemas son postales impresionistas sobre recuerdos de sus recorridos por Marruecos, que materializan la idea del camino y de lo que aún queda por andar: “¿Es bella la pobreza? / Sería la pregunta / frente a la estampa / de esta niña bereber / que , tímida, se asoma / tras el portón abierto, / en un pueblo perdido / del valle del río Drâ / y trata de guardar / en su regazo / la ofrenda luminosa / de esta fruta madura. // Te niegas a creer que la pobreza / es bella por sí misma. / Sin embargo, / en la desolación de este rincón del mundo / ávido y polvoriento, / una naranja sola, / perfumada, jugosa, / sin duda / es un tesoro” (“Niña de la naranja”). A comienzos del verano expuso en La Rivolta una colección de poemas objeto y collages, titulada “Los verdaderos poemas huyen”. Entre las creaciones presentadas está un “bocadillo de amor” (mollete con corazones de fieltro rojo en su interior, homenaje a Pedro Casariego) o los colores de la primavera (cajita con una mariposa arriba y bobinas de colores debajo).
Ternura, preocupaciones, lirismo, sugerencia son las claves emocionales en las que basa Pilar su creación poética sin importarle mucho el soporte que la sostenga, pues en ella prevalece siempre su anhelo de comunicación. Este deseo se hace patente sobre todo en sus collages en los que mezcla el texto escrito con imágenes, colores, símbolos, notas musicales ... hasta formar un todo con sentido y sentimiento (semblanzas propias y ajenas, críticas contra la violencia, poemas visuales …).
EMILIA JIMÉNEZ RUIZ hace poco presentó en la tertulia literaria un estudio sobre la poesía mística, que le dio pie para hilar una charla sustanciosa sobre Juan de la Cruz, Teresa de Jesús y Luis de León (“Y dejas, Pastor santo, / tu grey en este valle hondo, oscuro …”). Poco después nos deleitó con “Mi abecedario particular” (“Alabanzas pasajeras, / actitudes hipócritas, / avivar los rencores / alejar la paz …”, “A”), donde hace un repaso del abecedario como pretexto para exponer sus intranquilidades (“Huesos añorando su carne, / helechos adornan el olvido, / hitos aclamando piedad, / histeria muda e impotente”, “H”), anhelos (“Deseos de amar, / dudas en el corazón, / donaciones de simpatía, / duración efímera”, “D”), fantasías (“Paremos el reloj, / podemos imaginarlo, / pasar el tiempo sin contarlo / pirados en un mundo loco”, “P”), que desembocan en una necesidad imperante de paz y armonía (“Veamos la vida con hermosura, / vivamos los momentos felices, / volquémonos con quienes nos aman, / vuelve la espalda a los rencores”, “V”).
Insiste, por tanto, una vez más Emilia en esa insatisfacción vital que viene siendo característica en su poesía debido a una realidad hostil, que le preocupa sobremanera: “Mi mente, / Apartada de todo saber, / Mis sentidos, / Atrapados en una blanca imagen. / Mi corazón, / Encarcelado en su monotonía. / Mis pesares, / Olvidados en un oscuro rincón. / Y mi alma, / Acariciando la luna …” (“Evasión”).
En “Artistas Plásticos en Gallos”, se habló de JOSÉ MARÍA ARANDA DONOSO que concibe la poesía como un arte y, por tanto, entiende que se puede expresar en múltiples formas artísticas. De ahí que sólo una parte de su poesía esté escrita y el resto tenga forma pictórica, sean collages o adopten configuraciones de poemas visuales como aquel abrelatas con la inscripción “Abrementes” o aquel otro donde sella la paz con su huella digital.
No obstante, todas estas formas distintas tienen en cuanto al significado un denominador común: Su preocupación por la situación actual del mundo y el efecto negativo que produce en el ser humano común que, en muchas partes, es perseguido, desplazado o masacrado por los intereses de una arrasadora y malévola invención que se ha dado en llamar “economía global”: “Corazón de pétalos. / Labios de seda. / Alma de trovador. / Brisa de poemas y canciones. / Lluvias de Abril. / Flores del Orinoco. / Aromas del Jerte. / Besos de luna llena. / Amaneceres de jardines. // Y un manto de estrellas / para mahatma Gandhi. // Así, así es la Paz” (“Mares azules”).
ANTONIO LUIS DE LA CRUZ LAVADO es un poeta (y artista plástico) insatisfecho pues sólo está conforme con lo último que ha realizado, aunque por poco tiempo pues su autocensura lo lleva a exigirse una constante actividad experimental que, si bien muchas veces le produce insatisfacción, con frecuencia consigue resultados sorprendentes como sucede con sus “Prepoemas”: “El perro de mi vecino / aúlla cada vez que muere / una persona en mi ciudad. // El perro de mi vecino / aúlla dos veces por cada muerto: / una, antes de morir. / Otra, cadáver ya. // No me deja dormir / el perro de mi vecino / en noches de muerte, / y muere mucha gente en mi ciudad. // El día de mi suicidio / sólo ladró una vez” (“XVI”).
Sin embargo, Antonio Luis aprecia a los clásicos, a los que lee con avidez buscando en su maestría esos rasgos portentosos que le descubran lo inefable, e incluso los busca en la filosofía oriental, de la que está impregnada su última experiencia lírica, “El poemario de Bélver Yin”: “Como humo de opio tallando / el rostro de la vida. Como el vuelo / sin huella de un pájaro en el paraíso. / Ráfagas y abismo. Petrificados en el ámbar. / Ideogramas sobre el viento. / Amor, amor” (“El arte de amar”).   
JUAN MANUEL REGADERA BLANCO tiene una visión desenfadada de la existencia diaria, que lo convierte en un original fabulador, y muestra una exótica pasión por el yoga en su búsqueda de la armonía: “Nunca he visto tu infierno bullicioso / ni la muerte feliz de tus santones, […] / Nunca las aguas del divino río / conocieron mi carne y mis pecados; / sólo en la oscura eternidad del sueño / tu bendita confusión me hizo su esclavo” (“Nunca estuve en Benarés” -ciudad sagrada hindú-).
Su actividad literaria la realiza “sin orden ni concierto”, según sus propias palabras, con lo que muestra ese desinterés (que a nosotros se nos antoja aparente, pues en el fondo a Juan Manuel le importa la vida y el arte), típico de “el arte por el arte”, con el que aprovecha para caracterizar todas sus creaciones (tanto poéticas como plásticas) con un fondo de socarronería que, no pocas veces, presenta tintes irónicos: “Me levanto a las siete, más o menos, / lavo, peino, guapeo y estilizo / este cuerpo que arrastro y fosilizo / un día sí y otro, sin fundamento. // Desayuno y trabajo y me mantengo / trabajando y cumpliendo con la hora: / luego como y espero, y sin demora / me vuelvo a trabajar como Dios manda. // Permanezco en reposo algunas horas, / o en cansancio, según me vaya el día, / y la tele, la radio o la apatía / son mi compaña fiel de anochecida. //  Me acuesto muy formal, sin soñar nada, / (si sueño no me acuerdo, no podría) / porque mañana hay que seguir con el invento / y continuar ganándose ¿la vida?” (“Poema extravagante”).
Hay otros poetas en Gallos que no son comentados porque, últimamente, no escriben poesía al estar ocupados en tareas más prosaicas (Isabel María Méndez –comentada en “Mujeres en Gallos”-, Antonio Salguero) o se han incorporado a la tertulia literaria en la última temporada y aún no tenemos formada una opinión lírica de ellos (María de Elena, Francisco Rangel, María Galván).

LAS AGUAS LITORALES DE RAFAEL RUFINO FÉLIX MORILLÓNREEx (Badajoz), LVIII, II, mayo-septiembre, 2002, pp. 735-738



BODA DE MIGUEL Y JUANI, Mérida, Centro Cultural Alcazaba, 7 septiembre 2002.

 Esta breve intervención quiere contribuir festivamente a hacer más feliz este momento tan importante para vosotros, que estáis siendo protagonistas de esta sencilla pero trascendental ceremonia para vuestra vida futura.
 Estoy seguro de que se trata de un futuro prometedor el que hoy se abre ante vosotros, porque os amáis, de lo contrario no os encontraríais aquí por propia voluntad para manifestar públicamente vuestro amor en un bello gesto de compromiso con el que aceptáis este reto que, aunque tiene dificultades (todos sabemos que la convivencia no es fácil), le va a dar un sentido especial a vuestras vidas porque, a partir de este momento, ya no sois uno solo sino que existe otra persona con la que podéis compartir ilusiones y proyectos. Sin duda, esa forma desprendida de compartir el amor, os producirá un enorme placer emocional.
 La literatura, cofre de sentimientos, ha recogido numerosas muestras de amor compartido como en el caso de la poesía de Pedro Salinas, cuya pasión amorosa se basaba en una sencilla pero significativa idea: el amor es cosa de dos. Así lo expone en su poema “La voz a ti debida”:

Pero para querer
hay que embarcarse en todos
los proyectos que pasan,
sin preguntarles nada,
llenos de fe
en la equivocación
de ayer, de hoy, de mañana,
que no puede faltar.

De alegría purísima
de no atinar, de hallarnos
en umbrales, en bordes
trémulos de victoria,
sin ganas de ganar.

Con el júbilo único
de ir viviendo una vida
inocente entre errores,
y que no quiere más
que ser, querer, quererse
en la gran altitud
de un amor que va ya
queriéndose
tan desprendidamente
de aquello que no es él,
que va ya por encima
de triunfos o derrotas,
embriagado en la pura
gloria de su acertar.

Permitidme que os haga una recomendación particular: Aferraos siempre al amor, porque es el sentimiento que salva todos los obstáculos (monotonía, problemas, incomprensiones, malentendidos …) y que os hará crecer como personas individuales en la entrega al otro. Además el amor conseguirá algo tan grandioso como materializar el centro de vuestro mundo en un hogar, que dejará de ser una simple edificación para constituirse en una casa llena del calor humano, que emite el corazón palpitante de la otra persona que os quiere, conformando con vosotros un núcleo de amor que, sin duda, imprimirá una elevada significación a vuestra existencia, la cual a su vez irá tomando más sentido cuantos más corazones palpitantes habiten vuestra casa.
 Esta sensación la recogí en el poema titulado “Trémula y honda emoción”, que dice:

La mano me tiembla emocionada
cuando abro la puerta de mi casa.
Algo en mí me advierte
que, dentro, tres corazones
laten al compás del mío
en un cálido ambiente de amor,
de experiencias compartidas,
de anhelos por realizar juntos,
de un futuro que resulta imposible concebir
sin el concurso de cuatro conciencias unidas
en un fraternal y sentido abrazo.

Sí, no me importa decir en voz alta
que abro la puerta de mi casa
con una trémula y honda emoción,
aunque hoy día se me tache de humano.

El amor toma una especial relevancia cuando se establece entre un hombre y una mujer y, por ello, este sentimiento requiere renuncias y mucha atención porque las prisas no permiten amar y, además, si hacéis caso a la sociedad materialista de la economía global, donde el amor no está de moda, terminaréis consumiendo y no amando. Vosotros no hagáis caso a los escépticos, ¡existe el amor, porque es patente vuestro deseo recíproco de amaros! Por tanto, atended sólo a recomendaciones como las que recoge el poeta árabe Gibran Jalil en su poema titulado “Amaos”, donde incide en el equilibrio de una entrega incondicional sin dejar cada uno de ser una persona independiente:

Amaos el uno al otro,
más no hagáis del amor una prisión
Que sea más bien,
un mar que se mece entre las orillas de vuestros corazones.

Llenaos el uno al otro vuestras copas,
pero no bebáis de una sola.

Daos el uno al otro de vuestro pan,
pero no comáis del mismo trozo.

Permitid que haya espacios
y dejad que los vientos dancen entre
vosotros.

            Cantad y bailad juntos y estad alegres,
            pero que cada uno sea independiente,
            como lo son las cuerdas del laúd,
            a pesar de que ambas vibran
            con la misma música.

Dad vuestro corazón,
pero no para que vuestro compañero lo posea,
porque sólo la mano de la vida
puede poseer los corazones.

Y estad juntos,
mas no muy próximos,
porque las columnas del templo
se plantan firmes pero separadas.
Y ni la encina ni el ciprés
crecen el uno a la sombra del otro.

Os deseo una vida nueva muy feliz. Ya sabéis, el secreto se halla en una sabia utilización del amor.

“VISIÓN LÍRICA DE LA FIESTA TAURINA”, Clarines de feria (Mérida), septiembre 2002, pp. 66-67.
"LAS ASCUAS de Rufino Félix", Sevilla, Algaida, 2002.
El prestigio del premio Ciudad de Salamanca, que Rufino Félix ha conseguido recientemente con su libro de poemas Las ascuas, viene a confirmar el hecho (indiscutible para sus lectores) de que es el creador de una poesía personal, trascendente y exquisita, hasta ahora sólo difundida en círculos reducidos por ser ignorada en Aulas y Congresos (como agudamente destaca Francisco López-Arza en su artículo “Un poeta llamado Rafael Rufino Félix Morillón”, editado en “Charra”, revista de la casa salmantina de Mérida).
 Este premio, que por fin ha puesto al poeta emeritense en el lugar relevante que le corresponde en el panorama de la poesía nacional, es también indicativo de la altura lírica que ha conseguido en este sustancioso poemario desde el mismo título: Las ascuas, que en la superficie sólo representa la imagen plástica de los residuos del fuego, contiene una metáfora que muestra la convicción del poeta de encontrarse en el final de su existencia (“tú, corazón que sufres / conmigo las ausencias / y ves que cada día se está vaciando, / más y más el latido que sostiene /este apremio por ver entre las sombras /el envés de la luz que compartimos, / las ascuas que se apagan lentamente”, dice en el primer poema). No obstante, la riqueza del título permite una segunda lectura que reconvierte positivamente su primer significado advirtiendo que, a pesar de esa certeza, la vida del poeta continúa encendida como las ascuas candentes de un fuego que fue vivaz (”Ha pasado otro día, / y el calendario sigue mermando mi camino. / Pero esta noche, a solas con los libros, / cuando en ellos recobre su música cordial, / las palabras que nimban los ensueños, / gozosos en el encuentro, agradecidos, / el corazón añadirá otro verso / al poema inconcluso de mi vida”, “Hospital -VI (de nuevo en la vida)-”).
 Dentro del poemario, esta reafirmación vital se manifiesta en una intensificación de la voz lírica de Rufino Félix, que da con este aumento emocional otro paso en su evolución poética y cimenta definitivamente su madurez (“Muchacha que llegaras amorosa / hasta mis sueños, / espejismo tu cuerpo, soy mi sombra / desolada en la orilla; / vencida voz, congoja / de ver cómo naufragas en mis ojos / y con ellos, hondísima, sollozas”, “Congoja”). El motivo de este adensamiento radica en que el poeta se afianza en su nostalgia por el tiempo ido y por las personas que lo habitaron, para evitar con tal firmeza expresiva que el olvido anule sus recuerdos y destruya con ellos el soporte emocional de su vida presente (“Igual que en el comienzo, / cuando estrenó la vida su pujanza / y el cielo se mostró tras el relámpago, / a la íntima penumbra / siguen llegando vuelos, / los mismos que celaron / la eclosión del milagro / verdadero, fulgente, / el que nos entroniza como dioses de fuego, / llamas eternas en el paraíso”, “Paraíso”).
 Esta consistencia expresiva se sostiene en un lenguaje enérgico, que descubre a un poeta vivo pero consciente de la verdadera realidad del final de la existencia, que ahora no quiere ocultar con el lirismo (“Tiempo cruel, indomado: / corcel que corre súbito / desoyendo los ruegos, / huyendo en desbandada, / cumpliendo su destino”, “Desmán”). Contribuye a la solidez de Las ascuas el hecho de que contenga dos preocupaciones cruciales que, en estos momentos delicados, intranquilizan al poeta: la integridad de su dignidad humana (“del hombre que en las horas duras de la tormenta / mantuvo su estatura / y en el ramaje herido / despidió la congoja de los vuelos postreros / con aleteos de sangre”, “Presencia”) y la trascendencia de su palabra, pues ambas suponen la perduración de su honestidad y su memoria en el tiempo (“¿Dónde irá mi canción? / Estas palabras vivas / que se alzan en bandada / y en vuelo migratorio / se alejan de mis labios, / a qué lugar de luz / elevan su fervor, / en qué cielo con magia / dirán su melodía / cuando ausente del aire, / acallada, mi voz / anide ya en la tierra”, “Vuelo”).
 Es encomiable la reivindicación del tiempo perdido, que realiza Rufino Félix a través de su palabra poética en Las ascuas, y resulta conmovedor que la lleve a cabo en una época dominada por la llamada economía global, que prefiere la intranscendencia de la masa a la conmoción de un ser humano que se estremece ante la extinción de su conciencia (que cree inminente).

"YA HACE UNA DÉCADA", HOY (BADAJOZ), 23-7-03. 
Este 23 de julio se cumplen diez años de la “huida” de Jesús Delgado Valhondo y la edición de su Poesía completa(Mérida, ERE, 2003) en este año emblemático es el mejor homenaje que se le podía tributar porque era una edición necesaria. Y lo eraporque la unidad, la coherencia y la evolución de su obra poética requiere una lectura continuada y total de su contenido. Sin embargo esta actividad no era posible hasta el momento por dos razones.
 Una porque los libros de poemas de Jesús Delgado Valhondo estaban agotados; algunos incluso desde que se editaron en los años 40 y 50 pues las cortas tiradas de entonces eran distribuidas entre los suscriptores de las colecciones o revistas editoras y no sobraban ejemplares para el resto de los lectores. Así sucedió con La esquina y el viento, que tuvo una tirada de 125 ejemplares en la colección Tito Hombre de José Hierro en Santander o con La muerte del momento, 150 en la revista Gévora de Monterrey y Lencero en Badajoz. Tal penuria se solucionó en 1988 recopilando en Poesía los libros editados por el poeta (de Hojas húmedas y verdes a Los anónimos del coro), pero esta edición también llevaba agotada varios años. De tal manera que, hasta la edición de su Poesía completa, sólo se podía conseguir de sus dieciocho poemarios ejemplares de Huir, su último libro de poemas.
 La segunda razón, que justifica la necesidad de la Poesía completa de Jesús Delgado Valhondo es que sus tres primeros libros se encontraban inéditos y era imprescindible editarlos porque, aunque producto de experiencias noveles, resultan fundamentales en su obra poética: Canciúnculas contiene la imagen del árbol solo, su símbolo central; Las siete palabras del Señor expone sus tempranas y fuertes preocupaciones religiosas y Pulsaciones recoge la síntesis de formas y contenidos sobre los que cimentó su obra poética.
 Además la edición de su Poesía completa era indispensable porque, aparte de los poemas que conforman su obra poética, Jesús Delgado Valhondo tenía numerosos poemas inéditos en su archivo particular y otros muchos dispersos a los que el lector no tenía fácil acceso por estar editados en los más variados medios de difusión escritos desde modestas publicaciones locales a otras literarias de renombre.
 La edición se estructura en tres partes: La primera contiene la introducción que está compuesta por un estudio de la vida, la poética y la poesía de Jesús Delgado Valhondo, la bibliografía y los criterios de edición. La segunda, denominada “Obra poética”, edita los dieciocho libros de poemas que conforman su obra en verso. Y la tercera parte, titulada “Y otros poemas”, acoge sus poemas inéditos y dispersos agrupados en dos bloques: uno denominado “poemas de carácter existencial” y otro “poemas de circunstancias”.
 Por tanto, la edición de la Poesía completa de Jesús Delgado Valhondo viene a solucionar las carencias mencionadas, porque publica sus tres libros inéditos, reedita los restantes, reúne por primera vez su obra poética, recopila sus poemas dispersos y edita su poesía completa. Es decir, esta edición hace posible el conocimiento pleno de su poesía hasta hoy conocida parcialmente.
 Toda la edición está complementada con notas que no van a pie de página sino al final de la parte o del libro anotado para favorecer una lectura libre de influencias o bien, si el lector así lo desea, para recabar información sobre versos, poemas y libros, de los que se comentan variantes, versiones y circunstancias que rodearon al poeta durante su composición.
 La edición se distribuye en tres tomos: el primero contiene la introducción y parte de la obra poética desde Canciúnculas a La muerte del momento. El segundo recoge el resto de la obra poética desde La montaña a Huir. Y el tercer tomo reúne 200 poemas existenciales y de circunstancias.


Debajo está la tierra, ancha tierra extremeña
dilatando su pecho en inmenso suspiro,
tiene puesto su traje de campo, de estameña
de franciscana sangre que en el alma respiro.

Cielo y tierra: paisaje. Mi corazón mendiga
el surco del otoño como grano de trigo,
quiero quedarme toda esta enorme fatiga

en el milagro hermoso de morirme contigo.

70.-“VEINTE AÑOS DE CAPITALIDAD, CATORCE AÑOS DE POESÍA”, Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2003, pp. 46-51. En archivo Documentos personales (II)...

PRESENTACIÓN DE POESÍA COMPLETA DE JESÚS DELGADO VALHONDO EN MÉRIDA, 26-12-03
Presentar la Poesía Completa de Jesús Delgado Valhondo, como autor de la edición, la introducción y las notas, es una triple satisfacción personal:
 1º) La primera es debida a que se presenta en Mérida, en la ciudad natal de Jesús Delgado Valhondo donde nació el 19 de febrero de 1909 en la calle “Los maestros”. Este hecho, teniendo en cuenta el sentido trascendente que le imprimía a cualquier suceso de la vida cotidiana, no era para él un dato anecdótico sino un acontecimiento fundamental en su vida y en su poesía pues, aunque conscientemente le infundió a sus versos un sentido universal y a la ciudad sólo le dedica tres poemas (uno editado en El año cero y los otros fuera de su obra poética), Mérida estaba en el centro geográfico de Extremadura, la tierra que constituía su mundo y se distinguía de las demás por una personalidad moldeada por un clima que, según sus palabras, “besa o castiga denonadamente”, imprime carácter al extremeño, rudo y afable, idealista y montaraz, conforma el paisaje de la tórtola y de la encina, de dos dos ríos míticos, el Tajo y el Guadiana. En su artículo “Cimas extremeñas”, JDV aseguró: "Al cronista le ha preocupado siempre mucho su tierra: Extremadura. Procuró enterarse de su cultura. Estuvo metido en lectura y amistades con libros y arqueólogos y geólogos. Porque quería saber la raíz de su existencia. Saberla y removerla hasta la simas, hasta ese punto oscuro que nos absorbe. [...] Extremadura es por sus dimensiones físicas y por esa otra dimensión espiritual una hermosa nación".
 Pero este comentario no debe entenderse como que JDV tenía un sentido folklórico, regionalista o nacionalista de su región. Para JDV, Extremadura constituía el paisaje donde había nacido, donde vivía y adonde finalmente volvería para reintegrarse a la tierra; de ahí que en su lápida esté esculpida esta frase: “Ya soy tierra extremeña”. En las dos últimas estrofas del primer poema de “Canto a Extremadura” titulado “Castillo” expone con profunda emoción su sentir por ella:  
                            
                               Debajo está la tierra, ancha tierra extremeña
dilatando su pecho en inmenso suspiro,
tiene puesto su traje de campo, de estameña
de franciscana sangre que en el alma respiro.

Cielo y tierra: paisaje. Mi corazón mendiga
el surco del otoño como grano de trigo,
quiero quedarme toda esta enorme fatiga
en el milagro hermoso de morirme contigo.


 Bien, pues en el centro de esa tierra especial para nuestro sentido poeta estaba situada Mérida, el lugar donde no sólo había nacido sino además donde, a través de sus ruinas históricas, se enraizaba directamente con la esencia del ser extremeño. Por esta razón aseguraba: “Andar Mérida es ir dentro del alma de Extremadura”. Esta atracción espiritual por Mérida JDV la explicó en el discurso de agradecimiento por ser nombrado hijo predilecto de la ciudad:  “Algo que no sé explicar me hace dependiente de este paisaje, del alma de la ciudad, de este ambiente que te rodea como un aura de gloria […]. Y de sus silencios […]. Y [de] esta soledad que se siente en Mérida que es amante solidaria y, además, humilde” (julio 1993).
Este sentido trascendente es el que provocó su preocupación por cómo el progreso estaba maltransformando la configuración de los dos mil años de historia de su ciudad, que dejó escrita en el poema “Mérida”:

Mérida, ¿dónde has ido
que no te siento?

Contrarias nuestras vidas
se nos están perdiendo.

(Duerme la estatua, frío,
sobre su tiempo;
arco de puente y río,
dolor de sueño).

Tú te mueres de joven
y yo de viejo.

Mérida, yo te piso
y tú ¡qué lejos!

2º) La segunda satisfacción que siento al presentar la PCJDV es debida a que, después de cuatro años de trabajo, haya visto la luz esta edición que se hacía necesaria. Y lo eraporque la unidad, la coherencia y la evolución de la obra poética de Jesús Delgado Valhondo requiere una lectura continuada y total. Y esto no era posible hasta el momento por tres razones:
 Una, porque los libros de poemas de Jesús Delgado Valhondo estaban agotados y varios de ellos desde que se editaron, pues la corta tirada que se realizaba por entonces se distribuía entre los suscriptores de las colecciones o revistas editoras y no sobraban ejemplares para el resto de los lectores. Así sucedió por ejemplo con La muerte del momento que, editado por la revista Gévora de Badajoz, sólo tuvo una tirada de 125 ejemplares. Y sin embargo es uno de sus poemarios fundamentales.
 En 1988, se solucionó este problema recopilando en Poesía los libros editados por el poeta hasta aquel momento, es decir, desde Hojas húmedas y verdes a Los anónimos del coro, pero la edición de Poesía también se encuentra agotada hace varios años.
 Hasta la aparición de PCJDV sólo se podían conseguir ejemplares de Huir, su último libro de poemas, gracias a la Campaña de Fomento de la Lectura “Un libro, un euro”, que propició su reedición hace unos meses.
 La segunda razón por la que decía que era necesaria la edición de laPoesía completa de Jesús Delgado Valhondo es que sus tres primeros libros se encontraban inéditos hasta el momento. Eran desconocidos por tanto y, aunque son producto de experiencias noveles, resultan fundamentales en su obra poética porque Canciúnculas contiene la imagen del árbol solo, símbolo central de su poética; Las siete palabras del Señor expone sus tempranas y fuertes preocupaciones religiosas y Pulsacionesrecoge la síntesis de temas, formas y contenidos sobre los que iba a cimentar su obra poética.
 Y la tercera razón de la necesidad de la edición de la PCJDV es que, aparte de los poemas recogidos en los libros que conforman su obra poética, Jesús Delgado Valhondo tenía en su archivo particular numerosos poemas inéditos y otros muchos dispersos en los más variados medios de difusión escritos desde revistas de Ferias a otras literarias de alcance internacional, a los que el lector no tenía fácil acceso.
 En fin, la edición que ahora presento era necesaria por unas razones que en conjunto perseguían el objetivo de posibilitar el conocimiento pleno de la poesía de JDV, hasta hoy conocida parcialmente.
 La edición se halla estructurada en tres partes. La primera es la Introducción, que comienza con un análisis de los fundamentos de la vida, la poética y la poesía del poeta, titulado “Jesús Delgado Valhondo, un hombre cualquiera”. Le sigue la bibliografía, cuya amplitud y variedad indica el interés despertado por la poesía de Jesús Delgado Valhondo en los últimos sesenta años. Posteriormente aparecen los criterios de edición, donde se indica que el objetivo de la compilación es cumplir dos deseos insatisfechos del poeta: reeditar sus libros agotados y hacerlo con rigor, pues no estaba conforme con la edición que le habían realizado de algunos de ellos. Después van las siglas y abreviaturas y finalmente, se pueden leer los agradecimientos.
 La segunda parte de la edición es la Obra poética, que agrupa a los dieciocho libros de poemas de JDV: Canciúnculas, Las siete palabras del Señor, Pulsaciones, Hojas húmedas y verdes, El año cero, La esquina y el viento, La muerte del momento, La montaña, Aurora. Amor. Domingo, El secreto de los árboles, ¿Dónde ponemos los asombros?, La vara de avellano, Un árbol solo, Inefable domingo de noviembre, Inefable noviembre, Ruiseñor perdido en el lenguaje, Los anónimos del coro y Huir.
 Estos libros no son una mera relación de títulos sino que forman un todo, es decir, una obra con una construcción muy meditada que responde a una unidad, pues todo en ella gira en torno a la soledad humana y la búsqueda de Dios. Todos los poemas y libros se relacionan coherentemente, pues están integrados en una estructura con cuatro partes perfectamente enlazadas. En conjunto, forman una obra amplia; son dieciocho libros, elaborados durante 60 años. Su contenido se refiere a reflexiones trascendentes y su forma se encuentra adaptada a una doble evolución: a la espiritual del poeta y a las transformaciones de la poesía española desde 1930 a 1993.
 Y la tercera parte de la edición, titulada “Y otros poemas”, se distribuye en dos apartados: uno, denominado “poemas de carácter existencial”, que Jesús Delgado Valhondo escribió para incluir en alguno de sus libros y luego desechó por algún motivo como, por ejemplo, la necesidad de reducir el número de poemas a la hora de editar un libro como en el caso de La esquina y el viento.
 El otro apartado se titula “poemas de circunstancias”, que son canciones, himnos, homenajes, poemas de Extremadura, de la pasión, (pseudo)navideños y textos vanguardistas, que Jesús Delgado Valhondo escribió animado por algún hecho puntual y no pensó incluir en su obra poética.
 Toda la edición está complementada con notas, que no van a pie de página sino al final de la parte o del libro que anotan, para favorecer una lectura libre de influencias o bien, si el lector así lo desea, para recabar información sobre versos, poemas y libros, de los que se comentan variantes, versiones y circunstancias que rodearon su composición.
 La edición se recoge en tres tomos: El primero contiene la Introducción y parte de la Obra poética de Jesús Delgado Valhondo, desde Canciúnculas a La muerte del momento. El segundo tomo acoge el resto de su Obra poética, desde La montaña a Huir. Y el tercer tomo reúne 200 poemas existenciales y de circunstancias, bajo el título de “Y otros poemas”.
3º) Y, por último, la tercera satisfacción se produce porque la PCJDV se presente en una biblioteca, y que esta biblioteca sea de su ciudad y que además lleve su nombre y, por si fuera poco, esté situada junto al Guadiana, formando un maridaje de cultura, espíritu y naturaleza en donde se hubiera sentido muy a gusto, pues de la biblioteca pensaba que “Un libro es un monumento. Muchos libros, una ciudad monumental, un mundo. Una biblioteca, un universo” y con el río mantuvo una estrecha relación:
 "El poeta, a solas, en algún atardecer de verano, silenciosamente, como si cometiese un hecho impúdico, se ha bañado en las aguas del Guadiana. Se ha metido entre sus secretos, con inconfesable placer. [...] El poeta ha subido otra vez al puente y bajo la azafranada luz, recita su poema. El poeta arruga entre sus manos un papel que acaba de escribir: el poema. Y lo tira al río. Mira y escucha" (“El poeta y el Guadiana”, Hoy, 5-1-61).
 Ya hace una década que JDV no está con nosotros, pero estoy seguro de que su espíritu agradecido nos acompaña esta noche, porque ha venido desde la plaza donde lo dejó el poeta en 1986 cuando escribió este poema titulado “Plaza de Mérida”

Se tiende en el ancho suelo
un amarillo sol sin horas.
Sobre la taza de la fuente
dedos de un alma melancólica.
Viento en la rama de los árboles
doran las musicales hojas
(Ha de venir a verme un día
alguien que busca mi memoria).
Baja la tarde. Suben pájaros
hasta un grito de voz rota
del cielo último. Una pregunta
late en el alma de las cosas.
Sigo esperando mientras vivo
a alguien que historia de la historia
venga a conversar conmigo
en esta plaza, de mi pueblo, hermosa.

(Ed. Abanico,1986)

"EL TIEMPO Y EL MAR", REEx (Badajoz), tomo LX, nº 1, enero-abril, 2004, p. 430-433.




“UN TRISTE ANIVERSARIO”, Extremadura (Cáceres), 24-7-04, p. 65
POESÍA EN MÉRIDA (1950-1960)”, Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2004, pp. 99-102.
En la década de los años 50 del siglo XX, se produjo en España una eclosión de revistas literarias creadas y sostenidas por poetas, que generalmente no podían editar fuera de su lugar de origen. Extremadura, una región postrada en aquel tiempo, sin embargo destacó en el panorama nacional por disponer de varias revistas que, aunque modestas, lograron sustentar el interés por la poesía en aquella época de penuria económica, editora y cultural.
Estas revistas fueron Anaconda y Arcilla y pájaro de Cáceres, Alor y Gévora de Badajoz, Jaire y Olalla de Mérida, Ángelus de Zafra y Capelade Almendral. Cincuenta años después sólo una de ellas ha sido analizada a fondo en un libro que la Diputación de Badajoz tuvo a bien editarme con el título de Gévora. Estudio de una revista poética de Extremadura (2001). Por esta razón, en diciembre del 2003 decidí continuar con la investigación de estas publicaciones olvidadas y me fijé en las que más cerca tenía, las revistas Jaire y Olalla de Mérida.
Enseguida que difundí mi proyecto, Rufino Félix, memoria viviente de aquella época y secretario de Olalla, me proporcionó los seis números editados, me contó sus recuerdos y me prestó una valiosa documentación. Manuel Domínguez Merino hizo lo propio con la revista Jaire. Antonio Bellido, Fernando Delgado, José Antonio Peñafiel, Manuel Cabezas, Jesús Martínez y las bibliotecas de Mérida mostraron idéntico entusiasmo y generosidad (que, desde aquí, les agradezco).
Para reconstruir el ambiente en el que nacieron y desarrollaron su actividad estas revistas poéticas, comencé revisando el semanario Mérida y la revista de la Feria. El resultado fue todo un descubrimiento pues, aparte de encontrar numerosos datos sobre Mérida en la década de 1950, descubrí asombrado que, en ambas publicaciones, aparece un número inusual de poemas (80 en la revista de Feria -en sólo ocho números; me faltan los de 1951 y 1954- y 150 en el semanario).
Este hecho sorprendente, que mostraba un interés especial por la poesía en una época con preocupaciones más perentorias, me animó a iniciar un trabajo de investigación titulado La ciudad de la poesía (Mérida, 1950-1960), que supera el proyecto inicial pues no sólo abarca el estudio de Jaire y Olalla sino también de la poesía emeritense en la década central del siglo XX.
Como el espacio del que dispongo es limitado, en esta ocasión voy a describir el semanario y la revista de Feria y dejo para otra ocasión el comentario de las revistas poéticas y de la poesía emeritense, pues también necesito más tiempo para poder realizarlo con más conocimiento de causa.
El semanario Méridafue una publicación dirigida por Tomás Rabanal Brito, que se editó los sábados desde el 27 de diciembre de 1952 (nº 1) al 29 de enero de 1955 (nº 110) en la imprenta Rodríguez de Mérida. Erael órgano de difusión de la Biblioteca Municipal “Juan Pablo Forner” que, durante la vida del semanario, tenía como director a José Álvarez Sáenz de Buruaga. Los objetivos de esta publicación eran contribuir al desenvolvimiento cívico y a la buena relación de los emeritenses, difundir la actividad de Mérida fuera de su ámbito, ser portavoz lírico e informativo de sus intereses y puente de relaciones con el exterior.
El semanario Mérida es un periódico de cuatro páginas (excepto los números 36, 88 y 106) con un amplio formato de 50 x 35 cms., que permite la inclusión de numerosas noticias de carácter general y abundantes colaboraciones entre las que destacan las poéticas (no en vano el semanario se subtitula “Publicación semanal literaria y de actualidades”).
La portada en la parte superior presenta el nombre de la publicación, que lleva a su derecha una fotografía de un lugar de Mérida con un comentario a pie de página. Debajo viene el titular con un amplio comentario, que es una especie de editorial normalmente escrito por Rabanal Brito y en alguna ocasión por Santos Díaz Santillana (aunque no siempre aparece firmado). Su contenido suele exponer preocupaciones locales como el gamberrismo, el estado lamentable de ciertas calles o la escasez de vivienda. Otras veces el titular se convierte en una sección informativa de Sáenz de Buruaga, que adopta el título de “Famosos viajeros escribieron así de Mérida”, “Personajes ilustres emeritenses” o “Páginas de nuestra historia”.
El resto de la portada suele estar ocupado variablemente por una sección titulada “Reloj de Arena”, que inició Rufino Félix y continuó Rabanal Brito; crónicas y noticias de la ciudad (“Aires locales”, “Los nombres de nuestras calles”, “Mirador de la ciudad”, “Altavoz municipal”); críticas como la que aparece en el nº 42 contra los pregoneros, que molestan a los vecinos cuando vocean sus mercancías a primeras horas de la mañana; un apartado de la Biblioteca Municipal, que expone un listado de sus fondos, y secciones donde el semanario local se abre al exterior (“Alemania, hoy”, “Ventanal del mundo”, “NO-DO Guineano”).
La página 2, titulada “Vida local” (del nº 3 al 83), “La vida en la ciudad” (a partir del nº 84), suele contener abundantes secciones, la mayoría fijas: “Información Municipal” describe la actividad del Consistorio y las decisiones que toma. “Buzón de ‘Mérida’” incluye las respuestas a preguntas de los lectores. “Sociedad” informa brevemente en apartados variables sobre noticias, sucesos o eventos de la vida local (“Aniversario”, “Bautizo”, “Cumpleaños”, “Despedida”, “Exámenes”, “Mejorado”, “Natalicio”, “Onomástica”, “Pésame”, “Saludo”, “Traslado”, “Viajeros” … ). “Resumen Semanal Emeritense” comenta los hechos más relevantes de la semana en la ciudad. “Gacetilla Local” contiene la cartelera, el cupón de ciegos, las farmacias y los estancos de guardia; a partir del nº 78 incluye también el boletín meteorológico, los horarios de misas, los movimientos del Registro Civil (bodas, nacimientos y defunciones) y las personas atendidas en la Casa de Socorro. Y “Guía de la ciudad” incluye el horario de museos, monumentos, autobuses, Telégrafos y Correos. Entremezclados con estas secciones, todavía cabe algún anuncio, crucigrama y poema.
La página 3, denominada “Sección deportiva” (hasta el nº 13) “Deportes e informaciones” (a partir del nº 14), está dedicada al fútbol. No obstante, conforme avanza la vida del semanario, este deporte va quedando relegado a una parte de la página por la mala marcha de la Sociedad Deportiva Emeritense. Entonces el espacio restante se ocupa con secciones de caza, pesca, toros, pasatiempos, poemas, anuncios, humor (un ejemplo es “El humor en la copla” de Juan Uruñuela Ortiz), y moda (en apartados como “Aguja y dedal” con ilustraciones).
La contraportada, página 4, contiene secciones como “Informaciones y Reportajes”, donde Rabanal Brito escribe sobre personas, lugares o aficiones (en el nº 79 entrevista a Antonio Fernández- Gaytán, presidente del Grupo Filatélico de Mérida), ensayos (“Tiempo, angustia, perplejidad” de Julio Cienfuegos, nº 8), series de estudios (“Archivo histórico de la ciudad” de Sáenz de Buruaga o “Temas de Sociología criminal. ‘Hampa de ayer’” de Fermín Ramos) y artículos (“El histórico palacio de Burnay” de Antonio López Martínez, nº 21; “El fantasma de Cornalvo” de Ana Finch, nº 63; “La serena luz platónica: Fray Luis de León” de Santos Díaz Santillana, nº 67, o “Arte Abstracto” de José Pérez del Bosque, nº 101). Frecuentemente la contraportada se completa con poemas.
En la década de los años 50, le revista Méridaera la revista oficial de la Feria de Mérida, donde se difundían las actividades del ayuntamiento, el programa de festejos, el cartel de toros, la cartelera de cines, colaboraciones variadas, información deportiva, fotografías y anuncios de los negocios de Mérida, que sostenían económicamente la edición de la revista. No obstante, aunque esos contenidos ocupaban buena parte del espacio disponible, en realidad se trataba de una revista literaria y, sobre todo, lírica pues la mayoría de las colaboraciones son poemas.
Las portadas presentan un motivo emeritense como el número de 1952, cuyo tema es el acueducto de Los Milagros, o bien dibujos relativos a la Feria (caballitos, norias, serpentinas y farolillos) confeccionados con vivos colores y algún motivo romano. El objetivo de los editores era cumplir con la tradición anual de publicar y mejorar la revista, conscientes de que era la fachada de la Feria.
Las colaboraciones tenían contenidos muy variados. Así, mientras un autor anónimo describe el mercado de melones, que tradicionalmente se instalaba en la plaza de Santa Clara desde mediados de julio hasta la Feria de septiembre (1957), otro destaca las principales industrias y negocios de Mérida (Cepansa, Matadero, Corchera, Cruzcampo, El Gavilán, Zeltia, Procampo, almacenes de coloniales y comercios, 1958).
También se editan ensayos especializados como las investigaciones del Conde de Canilleros sobre la vida de personajes nobles (“Cuando Clavero se detuvo en Mérida”, 1953), los estudios históricos de Sáenz de Buruaga (“Las legiones fundadoras de Mérida”, 1953) o los consejos pediátricos del doctor Manuel Sanabria (“Juegos y juguetes infantiles”, 1955).
Los comentarios de las actividades culturales realizadas durante el año siempre tenían un hueco en la revista de la Feria. Por ellos sabemos que la cultura emeritense en 1959 giraba en torno a tres focos: la Asociación de Alumnos y Antiguos Alumnos del Instituto de Enseñanza Media “Santa Eulalia”, que traía a Mérida conferenciantes de alto nivel (por ejemplo, Juan Guerrero Zamora, director de teatro en TVE, disertó sobre “La crisis espiritual del teatro contemporáneo”); el Liceo que celebraba exposiciones de pintura (Vaquero Poblador), conferencias (Alberto Oliart) y conciertos de piano (Esteban Sánchez), y los Festivales de Teatro en los que participaron autores (José María Pemán, que presentó La Orestiada), directores (José Tamayo) y actores (José María Rodero o Nuria Espert) de prestigio en la escena española de la época.
La literatura también disponía de un espacio donde fue editada una emotiva visión sobre el mítico Anas de Jesús Delgado Valhondo (“Elogio del Guadiana”, 1950), la percepción lírica de la ciudad de Francisco José Chacón (“Carta a Mérida”, 1957), una alabanza de Fermín Ramos a los poetas de Mérida (1958) o una crónica sobre la fiesta poética organizada por los componentes de la revista Olalla(1959).
No obstante, la revista de la Feria era una publicación desde la que también se podían lanzar críticas contra la falta de respeto por los restos arqueológicos, la pasividad de los emeritenses ante su importancia, el descuido del turismo o la escasez de iniciativas para aprovechar la situación privilegiada de Mérida (“Comentarios” de Ana Finch, 1956).

Un apartado que nunca falta es el dedicado al fútbol, deporte de masas ya en aquella época. Los pobres resultados de la Sociedad Deportiva Emeritense en Tercera División y el escaso beneficio de los fichajes permitieron que se les ofreciera un espacio al resto de la actividad deportiva de Mérida (la Peña Ajedrecista del Liceo, la Sociedad de Cazadores y Pescadores y la de Tiro de Pichón y Deportes Proserpina, baloncesto, billar, natación, ciclismo, motorismo y atletismo), que se mantenía gracias a personas entusiastas pero necesitadas de preparadores cualificados y un pabellón deportivo.

POEMAS PARA ORAR”, REEx (Badajoz), LX, II, mayo-agosto, 2004, pp. 895-897.
75.-EL TIEMPO Y EL MAR (obra poética)" de Rafael Rufino FélixEl espejo (Badajoz), nº 6/7, 2005, pp. 111-114. [Es un artículo que envié a la AEEX con el título de “Experiencia y reflexión”... Tiene distinto contenido al editado en la REEx]
-“RÉQUIEM POR CARLOS ALDAMA YEPES"Vox Emerita digital (Mérida), www.iesemeritaaugusta.net, nº 2, 2005, p. 1 y La capital (Mérida), julio 2005, p. 3.
Por todos es conocido que, cuando ocurre un fallecimiento, generalmente se producen comentarios positivos de la persona desaparecida, aunque no se tuviera una estrecha relación con ella. Este hecho, que normalmente se califica de hipócrita, sin embargo tiene una explicación lógica: Cuando muere una persona en nuestro entorno inmediato, por primera vez tomamos conciencia de ella al notar el vacío que deja a nuestro alrededor, lamentamos su muerte, olvidamos sus defectos, porque entendemos que no son nada ante el suceso trascendente de la muerte, y nos quedamos con los aspectos positivos de su personalidad única e irrepetible.
Si, además, esa persona no es un simple conocido sino un amigo que te ha ayudado decididamente en los momentos más nefastos de tu vida, entonces es humano que magnifiques su recuerdo y lamentes su pérdida irreparable, que se hace aún más triste si los últimos momentos pasados con él nada presagiaba un desenlace tan brusco, tan fatal, y las últimas palabras intercambiadas fueron un simple ¡hasta luego! Esto me ha sucedido con la muerte inesperada de Carlos Aldama Yepes, una persona de bien, razonable, sin vueltas; un amigo de confianza, de ésos que se les puede dar la espalda, que siempre te recomiendan lo mejor, perdonan tus fallos, se preocupan de tus problemas y se alegran sinceramente de tus logros.
No obstante, esta pérdida tiene mucha más repercusión que el lamento de un amigo pues, estoy seguro, de que también la han sufrido los que apreciaban su bondad, su afán perfeccionista, su trato amable y, especialmente, el I.E.S. Emerita Augusta, donde impartió clases durante muchos cursos trasvasando su sólida formación humanística y su experiencia de buen profesor a numerosas generaciones de jóvenes de Mérida y su comarca que hoy, profesionales repartidos por doquier, guardarán sin duda en su personalidad rasgos del talante humanista de su antiguo profesor de Geografía e Historia (era un gozo oírlo hablar de los romanos y los visigodos).

Ahora entiendo el profundo pesar de Miguel Hernández ante la muerte de su amigo Ramón Sijé cuando se lamentaba por su ausencia con estos versos humanísimos, que mi desconsuelo me permite hacer ahora míos: “Un manotazo duro, un golpe helado, / un hachazo invisible y homicida, / un empujón brutal te ha derribado. // No hay extensión más grande que mi herida. / Lloro mis desventuras y sus conjuntos / y siento más tu muerte que mi vida”. 

LAS REVISTAS JAIRE Y OLALLA”, Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2005, pp. 79-85.
Con este artículo Antonio Salguero Carvajal completa el panorama de la poesía emeritense de 1950 a 1960, cuya descripción inició en el número anterior de la revista de la Feria con el artículo “Poesía en Mérida (1950-1960)”, donde analizaba el semanario y la revista Mérida. Ahora comenta las otras dos publicaciones literarias emeritenses de la época (Jaire y Olalla), cuyo carácter eminentemente poético (unido al de las dos estudiadas el año pasado) le ha permitido afirmar que Mérida, a mediados del siglo anterior, era La ciudad de la poesía.
Los orígenes de la revista Jaire se sitúan en junio de 1953 durante la celebración de la primera misa del sacerdote Francisco Cañamero en Castuera, donde coincidió un grupo de sacerdotes jóvenes de la diócesis con inquietudes poéticas (Pedro Belloso, Francisco Cañamero, Ramón Gimó, Francisco Horrillo, Juan José Jurado, Juan María Robles y Francisco Sánchez). De ahí que Jaire se subtitulara "Poesía de Dios editada por sacerdotes pacenses".
Este germen fue tomando cuerpo en reuniones pastorales, donde los jóvenes sacerdotes aprovechaban para hablar de poesía y decidir actividades relacionadas con ella como la reunión celebrada en Mérida el 28 de octubre de 1953 por Belloso, Cañamero, Horrillo y Robles con el fin de tratar sobre la edición de la revista poética, que tenían en proyecto.
Finalmente el primer número de Jaire apareció en Mérida en enero de 1954, dirigido por Francisco Horrillo (párraco de la iglesia de Santa Eulalia) y Juan María Robles Febré (recientemente trasladado a Arroyo de San Serván) con un formato de 19’5 X 14 cms. El nombre procedía de la primera palabra del saludo en griego, que le hizo el arcángel San Gabriel a la Virgen María, cuando se presentó a anunciarle que Dios la había elegido como madre de Jesucristo: “Jaire María, que jaritomene(Dios te salve María, llena eres de gracia)”. Los colaboradores fueron los siete componentes del grupo fundador, cuyo objetivo era difundir sus vivencias humanas y existenciales.
A pesar de los bríos juveniles que manifestaban, la vida de Jaire fue efímera pues, después de editar el número 2 en enero de 1955, sólo pervivió hasta mayo de ese año cuando editó su tercer número, debido a la dispersión de sus valedores y a problemas de financiación.
La portada de Jaire presenta en cada número un dibujo distinto, pero acorde con el contenido que es eminentemente religioso como corresponde al quehacer sacerdotal de su grupo fundador y de otros colaboradores como Martín Descalzo o Rey Romero: “¿Es que me ausento yo o Tú te ausentas? / Solitario, Señor, te busco a tientas / cual las aguas buscando van el río. // Y pues sólo en Ti está, Señor, mi centro / por caminos de amor voy a tu encuentro / para que en verdad Tú seas Dios mío” (nº 2, p. 28). El contenido incluso siguió teniendo idéntico carácter cuando, en el número 3 (extraordinario dedicado a la Virgen María en mayo de 1955), la Redacción dio entrada a poetas seglares como José María Pemán, Manuel Domínguez o Maximiliano Gómez: “Voy por ese camino de heridas que vieron tus ojos / en una noche de miedo hecha sombra en el fondo de la luna. / Aún se ven las huellas del viejo borriquillo hechas espuma / en la inmóvil arena. Aún buscan tus ojos el llanto, Virgen María” (nº 3, p. 18).
Francisco Horrillo Benítez-Cano nació en Villanueva de la Serena. Fue sacerdote en Trujillanos, San Pedro de Mérida y coadjutor en la iglesia emeritense de Santa Eulalia. En 1955, respondiendo a la llamada de la cooperación hispanoamericana, se marchó a Méjico donde fue párroco. Volvió a España y ejerció el sacerdocio en Jerez de los Caballeros. Después regresó a Méjico donde fue rector de un Seminario y formó una cooperativa artesana indígena, cuyos productos venía a vender a España. Murió en el año 2004, ya jubilado, en Madrid.
Aunque parece ser que no editó poemario ni versos fuera de Jaire, por los pocos publicados en ella (y los prólogos de los tres números de la revista) se deduce que usaba un vocabulario culto y una expresión surrealista con la que intentaba transmitir su preocupación por el ser humano y los derroteros, que tomaba el mundo mal orientado por el materialismo tecnológico: “Única proyección a la altura de vuestra muerta gleba / esa vampírica nube de humo percudidor, / ese vibrar de hélitros y reflejos metálicos. / Es la técnica sórdida, / que como una gigantesca cucaracha / empuja readobando con bilis proletaria / esta bola terráquea hacia el abismo del caos” (nº 2, p. 20).
Juan María Robles Febré nació en Huelva (1918). Editó sus primeros poemas en la revista onubense Odiel. Estudió en el Seminario de Badajoz. Fue ordenado sacerdote en 1948 y ejerció su ministerio en San Pedro de Mérida, Trujillanos, Azuaga, Higuera de la Serena y Arroyo de San Serván. En 1954, edita en Madrid su primer poemario, Poemas de las dos orillas, que es un canto a la vida retirada. En 1957, interviene en la creación de la revista Olalla de Mérida. Desde 1969 fija su residencia en Badajoz, donde centra sus energías en la atención de los marginados.
En 1986, crea los Cuadernos Poéticos Kylix; en 1987, los Poemarios Kylix; en 1990, las Hojas de Poesía Kylix y, en 1998, las Hojas Poéticas Uziel. Estas Colecciones Poéticas, en el final de siglo XX, fueron casi toda la oferta editorial que los poetas extremeños tuvieron para darse a conocer dentro y fuera de la región -mérito que aún no se le ha reconocido a Juan María Robles (ni tampoco a su mecenas Bartolomé Gil Santacruz)-. Muere en Badajoz en el año 2001.
Robles Febré fue un poeta, que admiraba a su paisano Juan Ramón Jiménez, a clásicos como Fray Luis de León o Lope de Vega y a maestros contemporáneos como Unamuno o Lorca. Escribió numerosos libros de poesía: Ruta enamorada (1982),Poemas del nodalomismo (1985),Badajoz también (1988), Dulcísima armonía (1991), Cántico universal… “El enjambre de bronce su colmena / donde el sol anda suelto la construye. / Por los aires el cante se diluye / deshojando sus pétalos la pena. // Tostado en el desierto, te es ajena / la tierra donde moras, porque bulle / nostalgia por la sangre. Siempre huye / de estancado vivir tu piel morena. // Te sobra la frontera, prohibida / línea que ante tu paso el hombre traza. / Ancho tu corazón, todo lo olvida. // Tu mano de castaño al cielo alza / esa cruz de caoba que es tu vida / con el perdón callado de tu raza”, “Gitanos” de Badajoz siempre (1982 y 1989).
La revista Olalla nació en una de las reuniones informales, que el inquieto grupo de intelectuales de Mérida celebraba en torno a Félix Valverde Grimaldi en el quiosco de Joaquín (Lunar Palma) de la Plaza de España y en el Bodegón de la Victoria, que estaba situado en la Travesía de la calle San Salvador (continuación de la calle Juan de Dios hacia la calle Morerías). La edición de Olallapartió de las 500 pesetas que reunieron los componentes del grupo y sobrevivió con algunas suscripciones, la subvención del Ayuntamiento y las aportaciones de los fundadores.
Olalla apareció en Mérida en abril de 1957, dirigida por Félix Valverde Grimaldi con un formato de 21 X 15 cms. Fue otro corto proyecto editorial, pues sólo publicó seis números desde abril a septiembre de 1957, fecha en que dejó de editar bruscamente pues se conservan páginas impresas del siguiente número. Según parece, las sospechas de la policía sobre la lectura de Machado y Lorca en las reuniones del grupo y la imposibilidad de mantener los gastos de edición dieron al traste con este romántico proyecto editorial.
Félix Valverde Grimaldi disponía de tiempo, tenía aficiones literarias (especialmente poéticas), se entusiasmaba proyectando actividades y contagiaba a personas interesadas por la cultura. Escribió dos libros de poemas: Alas de España (1938), que es una serie de romances, y Félix. Panoramas íntimos(1958), donde abre su intimidad y describe su carácter singular en el poema “Vivo libre …”: “Vivo libre, cual vive el pensamiento, / libre como la cierva y el jilguero. / Canto y me escucho con recogimiento / y soy señor feliz de mi sendero. // Aquí en mi corazón está el granero / que sacia la apetencia del momento. / Soy claro como el agua del venero / y lloro al conseguir lo que presiento. // Las gentes se sorprenden al mirarme, / viendo vagar mi sombra conocida / libre siempre, sin frenos ni timón. / Tiran pellas de barro por mancharme, / sin pensar que yo marcho por la vida / al ritmo que me impone el corazón”.
El título de Olalla procede de la devoción que sentían sus fundadores por la Mártir Santa Eulalia, a la que así eligieron como musa inspiradora y también como protectora del naciente proyecto editorial. Además, Olalla es un nombre literariamente sonoro por arcaico (del griego “Eulalia”) y lleno de significado (Eulalia significa “La bien hablada”, es decir, como deseaba ser la revista).
El Consejo de Redacción estaba formado, además del director, por tres consejeros (Juan María Robles Febré, Santos Díaz Santillana y Carlos María Fernández Ruano) y un administrador (Rafael Rufino Félix Morillón). El dibujante era Fermín Marchena y el impresor se apellidaba Cardoso.
Olalla tiene 36 páginas (incluida la portada y contraportada) y una distribución fija. La portada, que siempre es la misma, se caracteriza por su sencillez pues lleva el título, el subtítulo (“Revista de poesía”), un dibujo de la fuente de la plaza de España en el centro, el lugar de edición debajo (Mérida) y, en la parte inferior derecha, el mes y el año de edición. La vuelta de la portada, en el primer número, lleva una advertencia de la Redacción donde anuncia que, a partir del número 2, sólo editaría las colaboraciones de calidad. En los siguientes números, este lugar será ocupado por la lista de cargos y nombres de los que hacían posible la edición de la revista.
En las páginas 3 y 4, aparece una sección dedicada al recuerdo de escritores desaparecidos (en los números 2 y 4 se titula “In memoriam”), que eran modélicos para los componentes de Olalla: Luis Chamizo (nº 1), Ángel Braulio Ducasse (nº 2), Carolina Coronado (nº 3), Joaquín Montaner (nº 4), Francisco Valdés (nº 5) y al poeta en general (nº 6).
El cuerpo de Olalla ocupa de la página 5 a la 12 y está formado por poemas de 57 colaboradores (incluidos los componentes del Consejo de Redacción) entre los que destacan José Álvarez Sáenz de Buruaga, Francisco Baviano, Fernando Bravo, Juan José Cajide, José Canal Rosado, Eduardo Cerro, Jesús Delgado Valhondo, Baldomero Díaz de Entresoto, Manuel Domínguez Merino, Celso Galván, Luis González Willemenot, Lali y Piedad González Zoido, Bolín Kamacho, Pedro Lahorascala, Rafael Lainez Alcalá, José María Laullón, Luis López Anglada, Antonio López Martínez, Maizflor [María de la Hiz Flores], José Gerardo Manrique de Lara, Ángel Marrodán, Alberto Oliart Saussol, Manuel Pacheco, Mariano Roldán, Enrique Segura Otaño, Araceli Spínola, Juan Uruñuela y Antonio Zoido.
En las páginas 33 y 34, se incluye la sección titulada “Recepciones”, que tiene normalmente tres apartados: “Habla el lector”, donde se comenta la difusión de la revista en el mundo literario; “Recibió la revista”, en el que se expone una lista de libros recibidos, y “Comenta el lector”, donde se opina sobre ellos. En el número 6 la sección es sustituida por una crónica de la Justa Literaria celebrada en el teatro romano de Mérida por esas fechas.
La vuelta de la contraportada, a partir del número 2, lleva un texto que contiene el deseo de la Redacción de que la revista sea portadora de espiritualidad. Debajo de la leyenda aparece la dirección para las suscripciones: “[calle] Holguín núm. 13” [casa de Félix Valverde Grimaldi]. La contraportada lleva en el centro un dibujo del Hornito de Santa Eulalia.
Los temas tratados en Olalla forman un conjunto variopinto de asuntos, que imprimen a la revista un carácter mundano. La selección de algunos títulos puede dar idea de esta diversidad: “Cartel de toros” de José Canal, “El hombre” de Ramón Cid, “Serenata del trovador” de Manuel Domínguez, “Mi inspiración eres tú” de Piedad González, “¿Ser puente …? ¿Ser río …?” de Bolín Kamacho, “El templo de Diana” de Antonio López, “Ocaso junto al río” de Alberto Oliart: “Quietud. Mi vida absorta está parada / entre el canto del gallo y el ocaso. / Inmóvil tú al golpe de mi paso, ¡oh río en claridad! ¡agua lograda! // De tu estrella me vengo hasta mi nada / y es agua mi mirar y tú eres vaso. / ¡Qué asombro de inquietudes! Cielo y raso / tan cercano que todo lo anonada. // Desde mi corazón la noche aprieta / y aún bebo por los ojos luz del día. / ¡Puro instante preciso y detenido! // Y mi vida se cumple y se completa / olvidando, en silencio y alegría, / que estoy solo, cansado y dolorido” (nº 3, p. 23).
Olalla también dio muestra de liberalidad editando poemas con intranquilidades existenciales y preocupaciones solidarias como “Descripción del poema” de Manuel Pacheco, “Kedues Kyermegen (Querido niño)” de Robles Febré, “Mendigo” de Luis López Anglada, “A Gabriela Mistral en la distancia” de Rufino Félix y “Minero” de Alfonso M. Padilla: “Profundamente dura la mirada, / de cera o yeso el rostro cuarteado. / De polvo y sangre el pecho golpeado / y un despojo en la mano despojada. // En los labios la risa amordazada, / y el corazón sin treguas entregado. / Hombre de sed sin sol. Hombre o soldado / con la tremante máquina emplazada. // Dura es la vida y duele. Tan pequeña, / como un punto en el cosmos, pero enseña. / Conoces su dolor y su alegría. // Y cuando lloras cantas cualquier cosa / para que nadie acierte a ver la rosa / que como muerte llevas día a día” (nº 6, p.7).
En fin, la revista Jaire, Mérida, Olalla y el semanario Mérida, aunque fueron modestas empresas editoriales, sirvieron de foro a numerosos poetas que, en una época de escasos medios difusores, pudieron divulgar sus versos en su entorno inmediato y también en el lejano. Este esfuerzo cultural ha obtenido sus frutos, pues la literatura que propiciaron, hoy día, constituye una referencia obligada para conocer la poesía extremeña y española de 1950 a 1960.





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