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MANERAS DE MORIR de José Antonio Leal Canales

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(Badajoz, Diputación, 2001)

Aunque me hubiera gustado que el título de este estupendo conjunto de relatos fuera Maneras de vivir, porque necesitaba una lectura alentadora que me ayudara a superar el triste ambiente que ha creado el virus, debo reconocer que José Antonio Leal es un extraordinario narrador con cualidades excepcionales para ser más conocido, pero que aún no ha encontrado el modo (a pesar de que ya ha difundido en varias novelas su indiscutible calidad) de que alguien con poder editor se fije en sus virtudes escritoras y lo catapulte al lugar de privilegio, que debía ocupar entre los autores más reconocidos a nivel nacional.

Y aseguro esto porque José Antonio Leal goza de un estilo sólido en su discurrir, elaborado en su construcción, rico en matices y, además, se desenvuelve con soltura tanto en las distancias cortas (cuentos –Maneras de morir– o novelas cortas –Cita en la Habana–) como en las dimensiones largas (novelas –El testimonio del becario o La colombiana–; ver mi comentario de esta novela del 060917 en este blog–). Y no es fácil encontrarse a un autor que domine como él ambas medidas, pues hay novelistas que no dominan los relatos cortos como en Pintura existen buenos pintores, que son malos dibujantes, o en Poesía hay aceptables poetas, que no saben recitar sus versos.

Todos los relatos están exquisitamente elaborados y, además, sin afectación innecesaria, pues el autor no carga la expresión con más palabras e imágenes de las justas. En ese sentido el relato donde mejor cumple esta premisa de buen escritor es en el titulado “Velocidad del amor”, un episodio pasional azuzado por el deseo, que no dice más de lo debido en su desarrollo ni en su escueto y medido desenlace: “[…] los ojos abiertos de Laura parecían mirarme desde otro mundo” (134).

Luego todos los relatos tienen un sentido basado en la realidad como el denominado “La muerte del aristócrata”, que podría clasificarse como una “historia de la puta mili”, es decir, del servicio militar que, bajo su aura de tiempo glorioso de servicio a la Patria, ocultaba novatadas, acosos y vejaciones: “Nadie pensaba ya que Pisón y Bautista fueran maricas, pero la idea de imaginarlos en acción se acrecentó en las mentes diabólicas” (83). O el relato “Las hormigas”, que es la historia de la fracasada, por anodina, existencia del protagonista, como la que se vive muchas veces hoy día.

Además, unas narraciones responden a obsesiones como la amorosa de “El ahogado imposible”, o la hiperbólica de “Una llamada inevitable”. Otras se refieren a tristes situaciones como la densa soledad de la protagonista de “Las estaciones del olvido”; la lacra de la emigración, empujada por la pobreza, de “Aunque ya no me oigas” o la tragedia de “El amor y la muerte”. Otras son narraciones enigmáticas y bellamente líricas como la titulada “María”: “María se estremece y cierra sus ojos para que la voz la impregne de ternura en los párpados, y deja que recorran sus ardientes mejillas los besos más dulces de la voz que la transporta, y abre la boca dulce y una lengua de voz hace correr el manantial de su cuerpo y permite que la voz resbale por el tobogán de su cuello y suba por las dunas de sus pechos”(98).

No obstante, tras su envuelta formal, estos relatos suele encerrar otros mensajes más abisales como “Malos sueños”, que ahonda en la pervivencia del instinto asesino del ser humano, que no deja, aunque domesticado, de ser una fiera. O el titulado “Oscura razón” que doblemente hurga en otros instintos como el sexual de un religioso que abusa de un alumno, y el instinto violento de un compañero, que se aprovecha de los débiles para imponer su voluntad entre sus condiscípulos.

Lindo mundo, el que nos pone delante de los ojos con maestría José Antonio Leal.

 asalgueroc


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NOTAS PARA NO ESCONDER LA LUZ  de Faustino Lobato

(Valencia, Olé Libros, 2019)

Se trata de un denso poemario que es necesario releer con detenimiento, pues su autor usa un original modo de exposición surrealista con un tono filosófico-oracional y una estructura tripartita, que combina los textos introductorios de cada parte, denominadas “Notas al margen” y “Notas en los márgenes”, que luego se escinden en versos independientes para introducir los poemas que constituyen el poemario.

Además NOTAS PARA NO ESCONDER LA LUZ es un libro complejo, pues contiene hondas elucubraciones metafísicas, relacionadas con la luz, esa energía que vivifica lo que es inerte en la oscuridad e imprime vida a todo, incluido el poeta: “Toma nombre la luz en la solemnidad del alba… traza presencias… […] La luz calma las heridas... convierte la realidad en verbo transitivo del color…” (16-19).

Y la luz da vida no solo a lo externo sino más bien (y esto es lo que más interesa al poeta) a su ser interior. O sea, que la luz le resulta un elemento purificador que lo sana emocionalmente y, al mismo tiempo, nutre su espíritu: “La luz rehace mi existencia […] alimenta el ritmo del alma” (27).

Pero a la vez la luz también le descubre su imperfecta condición y, aún más, su vulnerabilidad ante el tiempo y, lo peor de todo, su impotencia intelectual (“ese vértigo de no saber”, 33), para alcanzar respuestas de la divinidad a estos enigmas existenciales: “la angustia de no encontrar el Paraíso” (31).

De ahí que la luz no sea tan vivificadora como en un primer momento piensa el poeta, pues en la claridad se revelan sus carencias (“La luz rompe la falacia de las prisas”, 35) y, por este motivo, necesita la oscuridad y experimentar una existencia sin pensar en lo que le depara el fin de su ciclo vital (“La locura de vivir sin aceptar el destino.”, 37).

Así, expresiones en un principio positivas, como “Somos luz, claridad, / memoria que huye de la farsa del tiempo.” (43), ocultan una doble debilidad como ser humano: su carácter frágil y fugaz como la luz. No obstante, exceptuando esas deficiencias, la luz es para el poeta lo que da sentido al mundo (“La luz salva el color de las cosas.”, 45). Pero la luz con su transparencia también pone al descubierto sus altibajos emocionales que, como ser humano, sufre cuando la luz es oscurecida por las sombras de la existencia (“Unos nubarrones / esbozan el horizonte. // […] // Una sombra de olas / espanta la tristeza. ”, 49).

Luego el poeta toca otro aspecto complejo: la difícil relación con los otros, que suele ser complicada por la propia imperfección del ser humano (“Arrastran dolores”, 53) y por la forma errónea de enfocar sus vidas deshumanizadas (“que alimentan prisas, / sombras de raras figuras, / anónimas.”, 53), que solo encuentran sentido en el poema (“descubrir, ahí, / […] / el esplendor de los adverbios.”, 55). Así el mediodía, pletórico de luz, acaba siendo un espacio apropiado para el exorcismo purificador, pues “vomita los estragos del alma” (63).

Finalmente la luz se va al atardecer entre tonos naranjas, las vivencias diarias quedan atrás, se oculta la realidad, perviven los sonidos de fondo y deviene un momento apropiado para convertir un poema en oración y congeniar el sexo con el amor y el amor con la muerte. Y también para expresar la intranquilidad por el paso del tiempo y manifestar el temor a despertar al nuevo día para repetir de nuevo la monotonía de una existencia insulsa (“Un gesto de piedad me une a ti / y me mantiene en el poema / invadiendo de formas invisibles / el hastío de los días”, 89).

asalgueroc

PRESENTACIÓN de Mérida abarcable (1950-1960)

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PRESENTACIÓN

de

Mérida abarcable (1950-1960)



INVITACIÓN






BIENVENIDA




Buenas noches, querida familia, estimados amigos y apreciados asistentes. Soy Antonio Salguero Carvajal, autor de Mérida abarcable (1950-1960). ¡Bienvenidos a su presentación en el Día de la Biblioteca, que me recuerda este bello texto de Jesús Delgado Valhondo sobre los libros y el lugar donde cálidamente se guardan:


¡UN LIBRO ES UN MONUMENTO. 

MUCHOS LIBROS, UNA CIUDAD MONUMENTAL; UN MUNDO.

UNA BIBLIOTECA ES UN UNIVERSO!”.



PRESENTACIÓN DE JOSÉ LUIS DE LA BARRERA POR ASC



Dicho esto, paso a ocuparme del presentador que es José Luis de la Barrera Antón, aquí presente. Emeritense de pura cepa, realiza sus primeros estudios en instituciones educativas muy arraigadas en la ciudad como las Josefinas, los Salesianos y el instituto Santa Eulalia. También, extremeño de corazón, estudia en la Universidad de Extremadura, donde se licencia en Historia Antigua y después se doctora en Prehistoria y Arqueología.

Posteriormente vuelve a su ciudad, donde ejerce de conservador del Museo Nacional de Arte Romano y desarrolla una actividad profesional, que combina la organización de actividades en el Museo con ponencias en Jornadas, Coloquios, Seminarios y Cursos de Verano, generalmente internacionales; con la excavación arqueológica y con una intensa labor investigadora, que se materializa en abundantes trabajos, artículos y libros no solo de la colonia Augusta Emerita sino también de la Mérida contemporánea como Estampas de la Mérida de ayer (1999)





La decoración arquitectónica de los foros de Augusta Emerita
(2000)






Memorias y olvidos en la historia de Mérida (2006)



Arrecifes del tiempo (2014)




Mérida. Crónicas de un pueblo (2016)



Todos son libros pulcramente presentados e investigados debido a su buen gusto estético, a su laborioso esfuerzo y a su certera palabra. Leer un libro de José Luis de la Barrera para mí supone viajar en una máquina del tiempo que no me miente; tanta es la confianza de calidad que me transmite.

Por los méritos citados, se le ha distinguido con el título de Académico de la Real Academia de la Historia. Hoy José Luis de la Barrera Antón se encuentra con nosotros en calidad de presentador de Mérida abarcable (1950-1960), motivo por el cual le cedo con mucho gusto la palabra.


PONENCIA DE JOSÉ LUIS DE LA BARRERA




"Pocos lugares como éste en que nos hallamos pueden ser tan indicados para presentar un libro que trata sobre Mérida y los emeritenses.

Y más aún si dicha presentación en la Biblioteca Pública viene a coincidir felizmente con una efeméride (la celebración del Día Internacional de las Bibliotecas) y un aniversario. En efecto, el 8 de marzo de 1948, a las once de la mañana, abría por vez primera las puertas esta Biblioteca, bautizada con el nombre de “Juan Pablo Forner” en honor de aquel emeritense ilustre del siglo XVIII, gloria de las letras patrias. Fue ubicada en un vetusto edificio del siglo XVI, todavía milagrosamente en uso en la calle del Puente, conocido como “Casa de Carnicerías”; un edificio levantado en tiempos del Gobernador Álvarez de Meneses, cuyo blasón, junto con el de Carlos V y el de la Provincia de León, al que pertenecía entonces Extremadura, campea en la fachada. Se cumplen, pues, este año de 2018, nada menos que 70 años de aquella inauguración no oficial.

Pues bien, en la sala de lectura de aquella vieja Biblioteca de resabios monacales, austera y severa como una pintura de Gutiérrez Solana o un escrito del primer Aldecoa, se gestó un Patronato que, junto con otras instituciones de la época (como el Liceo, el Instituto de Segunda Enseñanza o el Museo Arqueológico) e iniciativas particulares (como las celebradas tertulias literarias del tipo “Bodegón de la Victoria” o “Plasmón”), mantuvo viva la llama de la cultura en la ciudad durante décadas.

Será precisamente gracias al mecenazgo del Presidente de Honor del Patronato de la Biblioteca y Director del Matadero, don José Fernández López (que había realizado una generosa donación de 1411 volúmenes) cuando se ponga en marcha una iniciativa del mayor interés: la publicación de un Semanario que, con el nombre de “Mérida”, venía a dar satisfacción al anhelo de un grupo de intelectuales de difundir la realidad más candente y rescatar páginas de una historia fecunda y desconocida para el gran público.

Este Semanario, comandado por los Sres. Sáenz de Buruaga –arqueólogo, archivero y bibliotecario– y Rabanal Brito –periodista­–, llegó a tirar, ahí es nada, 110 números, entre el 27 de diciembre de 1952 y el 29 de enero de 1955. El Semanario “Mérida” no sólo constituyó el cordón umbilical que unía a los emeritenses con su entorno más inmediato, sino que, al mismo tiempo, contribuyó a dar a conocer el rico pasado histórico-artístico y literario de Mérida. Cuando terminó su andadura, en sus cientos de páginas salidas de las prensas de la Imprenta Rodríguez, se había ido condensando tanta información que, andando el tiempo, llegaría a convertirse en una fuente primordial para el conocimiento de la Mérida de aquellos años.

Y así lo entendió Antonio Salguero que, tras el expurgo del Semanario y de otras publicaciones coetáneas como las Revistas de Feria, “Olalla” y “Gévora”, le permitió acopiar un caudal de noticias y datos que con pericia supo engarzar y articular en treinta capítulos para presentarlos de una manera amena y cercana.

Tan cercana como era aquella Mérida de la década de los Cincuenta, década en la que el autor y este modesto presentador nacieron.

Una Mérida en la que el alumbramiento de un niño, el enlace nupcial de una pareja o el óbito de un vecino se anunciaban para general conocimiento. Porque, en aquella Mérida “de sol y melancolía” que dijera don Alonso Zamora Vicente, Secretario de la Real Academia de la Lengua y profesor en el Instituto emeritense –entonces ubicado en un caserón de la calle Moreno de Vargas–, todo el mundo se conocía.

Una Mérida cercana, sí, en la que pasear por la calle Santa Eulalia, la Plaza, la Rambla o el Parque de los Enamorados, era un continuo saludarse entre viandantes.

Una Mérida que veía pasar las horas con la monotonía de un cangilón de noria o la parsimonia de las recuas de burros areneros, que nuestro egregio poeta Rufino Félix ha reflejado en más de un escrito, y nuestro autor refiere.

Una Mérida de cielos límpidos surcados por los flechados vencejos, por las tan queridas y, si se nos permite la expresión, tan emeritenses cigüeñas.

Una Mérida de tascas y pregones mañaneros.

Una Mérida de fiestas de guardar, religiosamente observadas, como correspondía a una época marcadamente impregnada del nacional-catolicismo imperante.

Una Mérida en la que el tañido de las campanas se oía sin dificultad en cualquier punto de la ciudad y de fuera de ella, porque el tráfico rodado apenas si se dejaba sentir.

Una Mérida, en definitiva, cercana y abarcable porque, como bien dice Salguero parafraseando a Rufino Félix, “cabía en el alma”.

A lo largo de las casi doscientas páginas del libro escritas por Salguero, se nos ofrece un cumplido retablo de la vida cotidiana emeritense de la década de los Cincuenta; un tiempo que se nos antoja crucial para los destinos de la ciudad, ya que marca el inicio de la gran transformación urbanística que pretendía hacer de Mérida esa “Mérida del Porvenir”, la “Gran Mérida” como se decía en los círculos oficiales.

Y no es extraño que al alborear la década, un 18 de julio de 1950, Fiesta de la Exaltación del Trabajo en el calendario festivo franquista, se anunciara a bombo y platillo (y nunca mejor dicho porque llegó a actuar la Banda Municipal en el evento), la demolición del barrio de Tenerías, que daba fachada (mísera fachada) al Guadiana. Con ello se pretendía crear también una “Gran Avenida”, como entonces se catalogaba, de la que tan necesitada estaba Mérida, aunque ésta bien se hiciera esperar, pues todos recordamos, en los años setenta, la escombrera que eran los taludes que caían al río.

Esta intervención urbanística será la punta de lanza de otras que vendrán después, entre las cuales la que supuso el desmantelamiento del “Barrio Bizcocho”. Si la meta era cambiar radicalmente la fisonomía urbana de Mérida para hacer de ella una ciudad moderna en toda regla, había que extender el radio de acción a toda la población. Y como en el amor y la guerra, también aquí todo valía con tal de alcanzar el objetivo. En este sentido, recuerdo una anécdota que me contó mi padre: El alcalde don Francisco López de Ayala y García de Blanes le citó en su despacho de alcaldía y le encargó la realización de un reportaje fotográfico con que ilustrar un expediente que iba a presentar al Ministro del ramo, el Conde de Vallellano, para allegar fondos con los que derribar las infraviviendas. Y como quiera que unas chabolas de otras estuvieran algo distanciadas entre sí, le pidió si podía hacer una pequeña trampa en el laboratorio para presentarlas de forma agrupada, formando un núcleo más homogéneo, menos diseminado del que en realidad constituía. Esta pequeña añagaza ayudó a que el Proyecto municipal fuera aprobado y, por aquello del “do ut des” latino  tan frecuente en la época, (o en todas las épocas) sirvió para que el Ministro fuera nombrado Hijo Adoptivo de la Ciudad.

Los Cincuenta es el momento de la desaparición de aquellos viejos barrios y del nacimiento de otros, bien con carácter oficial (como “el barrio de la carretera de Madrid”, luego de Las Sindicales; el de la República Argentina o el de San Antonio), bien privado, como San Bartolomé, conocido popularmente como el “de los chinos”. Pero todos nacían con un déficit importante a nivel de infraestructuras. Son esos “problemas apremiantes” como certeramente los cataloga Salguero: Faltas de viviendas sociales (entonces llamadas “viviendas baratas”), de infraestructuras sanitarias y de alumbrado público, entre otros.

Hoy nos parece impensable que hasta esa década no se adoquinaran calles tan céntricas y concurridas como José Antonio (hoy Cervantes), en 1952, o Comandante Castejón (antes San Andrés y ahora John Lennon), Cava, Teniente Coronel Asensio (la calle del Puente), Romero Leal o Félix Valverde Lillo. Al haberse cerrado al tráfico la calle Santa Eulalia, los adoquines ya no serían levantados por los vehículos, por lo que se optó por sustituirlos por un pavimento de tipo hidráulico. El solado granítico de la Plaza de España quedará inmutable por algunos años, para desgracia de los niños de entonces, que nos zaleábamos las rodillas cada vez que nos caíamos. Y una calle tan céntrica como Arzobispo Mausona no se abrió hasta 1953 para conectar la calle Calvo Sotelo (la del Cine María Luisa) con Teniente Coronel Yagüe, hoy Almendralejo.

Y entre aquellos déficits, el muy importante del alumbrado público. Hasta el 30 de abril de 1953, según se recoge en un acta municipal, no se aprobará por el Ayuntamiento la extensión del tendido eléctrico a la precitada calle Arzobispo Mausona y a la Barriada de la República Argentina. Por su parte, la barriada que empieza a formarse más allá del circo carecerá de luz eléctrica: tan sólo unos postes de cuando en cuando y unas débiles bombillas alumbran el paso de los vecinos desde el “Parque de Abajo” hasta San Lázaro. Desde aquí y hasta La Antigua debían alumbrarse con linternas para evitar tropezarse o meter el pie en un socavón.

Dos factores muy bien analizados por Salguero en su libro, ayudarán sobremanera al despegue de la ciudad: el “Plan Badajoz” y la generalización del fenómeno turístico.

La década comprendida entre 1950 y 1960 es la década de la ilusión, la del ansiado incremento demográfico. En esos diez años, Mérida suma mil habitantes por año, el doble de lo que sumará en la década siguiente. Se sueña con llegar a los cien mil habitantes, como si ello fuera empresa fácil. ¡Con tal optimismo se veía el futuro de la ciudad!

Son años en que se relanza el Festival de Teatro Clásico; años en que el eximio poeta emeritense don Félix Valverde Grimaldi organiza Certámenes poéticos, que concitan en la ciudad figuras literarias de prestigio. Aquí morarán o laborarán importantes personalidades de la cultura, como don Jesús Delgado Valhondo (de cuya obra literaria nuestro autor, Antonio Salguero es el mayor especialista), don Santos Díaz Santillana, doña Ana Finch, don Manuel Sanabria, don Antonio López Martínez, don Demetrio Barrero, don Carlos Fernández Ruano, don Rafael Rufino Félix y tantos otros que sería imposible relacionar aquí y ahora.

Se lucha denodadamente por dejar atrás los oscuros años de la inmediata posguerra, por echar por la borda viejos rencores, por abandonar sempiternos resquemores, por dejar atrás esa subsistencia autárquica que tan bien pintara Camilo José Cela en su novela La Colmena.

En la década de los Cincuenta, el Estado español se esfuerza por abrirse de nuevo al mundo y Mérida, en tanto que parte de él, hará lo propio. Su mejor carta de presentación será la impresionante nómina de monumentos antiguos.

Gerard Brenan, el famoso hispanista, visitó Mérida en dos momentos cronológicos distintos, con un hiato de una quincena de años (antes y después de la guerra civil) y pudo percibir con sus propios ojos el cambio operado en la ciudad, en un momento en que el Matadero era el buque insignia de una pléyade de empresas e industrias que progresivamente se irán instalando en la ciudad. Pero, al igual que Brenan, cientos de turistas visitarán Mérida. El turismo se dispara y a comienzos de los Cincuenta ya se intuía que, junto con las industrias, debía ser el motor de la economía emeritense. Al Parador de Turismo llegarán turistas de todos los países y se pugnaba por establecer en la Plaza Queipo de Llano (donde el Parador) una Oficina de Turismo. Se pretendía dar la imagen de una ciudad moderna, para lo cual era perentorio dotarla de infraestructura básica: “El buen turista (se decía) necesita organizarse; no basta con nuestra proverbial amabilidad, ni mucho menos con los improvisados cicerones, entre los que abundan los gitanos, todo lo colorista que se quiera, eso sí, pero negativos al fin”. Cicerones como el que acompañara en su visita a Mérida a Mariano José de Larra o ese literario “Robustillo” que trae a colación Salguero y que formaba parte de ese aguafuerte costumbrista emeritense al que el autor dedica un capítulo.

Con todo, lo que se buscaba era recuperar el tiempo perdido, que para nuestra ciudad podía cifrarse en varios años. En 1955 visitó la ciudad el periodista inglés Henry V. Morton, el cual, paseando por la ciudad, se topó con dos mozalbetes provistos de sendos cartelones (seguramente pintados por Josán o Carbajo, aunque nunca lo sepamos) que anunciaban la película “El final de la leyenda”. Estrenada en 1950, había tenido que pasar un lustro para que se exhibiera en las sala del cine Liceo. Y otro tanto cabría decir de “Lo que el viento se llevó”, la superproducción hollywoodiense por antonomasia, que fue proyectada por vez primera en 1939 y aquí no llegó hasta 1954, como pone de manifiesto Salguero.

No quisiera terminar sin agradecer al amigo Antonio Salguero la oportunidad que me brindó de leer en primicia su manuscrito, para que, tal y como había hecho en otras ocasiones con otros libros suyos, pudiera asesorarle históricamente. También la gentileza que ha tenido en invitarme a presentarlo públicamente. Y yo, desde aquí, quiero animar a todos a disfrutar de la lectura apasionada de este libro tan nuestro; para que no tenga que venir nadie de fuera a enseñarnos nuestra propia historia reciente, la que vivieron nuestros padres. Un libro que, como todos los libros, nos ayudará a adquirir esa conciencia crítica que nos permite tener los suficientes elementos de juicio como para discriminar lo bueno que tuvo aquella época de lo malo (que también lo hubo, claro que sí). Para que seamos más libres porque, como dijo don Miguel de Unamuno “sólo el que sabe es libre y más libre el que más sabe. Sólo la cultura da libertad”.

De modo que, en este día en que se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas, como decía el poeta Luis Cernuda: “hagamos del libro una cosa viva y de su lectura una revelación maravillada, tras la cual quien leyó ya no será el mismo”. Que la lectura de este delicioso libro, “Mérida abarcable (1950–1960)” suponga  para todos esa suerte de “revelación maravillada” que su autor, Antonio Salguero, nos ha querido regalar.

Enhorabuena, Antonio, y muchas gracias a todos Vds. por su atención."


PONENCIA DEL AUTOR




En primer lugar quiero agradecer a José Luis de la Barrera su aguda y detallada presentación del libro y las loas dirigidas a mi autoría y más cuando proceden de un investigador de su prestigio. De ahí que celebre mi propuesta de que fuera presentador de mi libro y de que él aceptara sin dudarlo. Muchas gracias, José Luis, por tus reflexivas y elogiosas palabras.

La elaboración de un libro de investigación que se precie nunca es una tarea fácil ni corta aunque le resulte grata al autor como ha sido la confección de Mérida abarcable, pues su origen se remonta a 1987 cuando Jesús Delgado Valhondo, al que le fui a pedir consejo de investigador novato, me descubre la existencia de la revista Gévora de Badajoz, de cuyo análisis, que me llevó tres años, resultó el libro titulado Gévora. Estudio de una revista poética de Extremadura




Después, el análisis de esta publicación me conduce a conocer las revistas extremeñas de los años 50 y, entre ellas, a Jaire



y a Olalla,




ambas de Mérida, a través de las cuales llego al encuentro con otras dos publicaciones emeritenses, que no eran poéticas pero habían editado mucha poesía: la revista Mérida de la Feria



y el semanario
Mérida



De las cuatro publicaciones he editado información, a petición de Ángel Briz, en dos artículos de la revista de la Feria en 2004 y 2005 y ahora en el apartado “La poesía emeritense” del libro que nos ocupa.

Con este material poético me propuse elaborar un libro titulado Mérida, la ciudad de la Poesía, pero luego pensé que ya había analizado bastante la poesía en Mérida con mis estudios sobre el poeta emeritense Jesús Delgado Valhondo




mis Itinerario Poético de Mérida




Itinerario Monumental de Mérida



artículos sobre la poesía de Rufino Félix como el titulado “La sangre derramada”


y con poemarios como Canciones de una abierta herida




que edité con poemas de alumnos, profesores, poetas de Gallos quiebran albores y otros vates emeritenses en el instituto Emerita Augusta, y presenté con mis alumnos, a través de diaporamas


en la Casa de la Cultura de entonces, hoy UNED.

Así que, después de encontrarme con una cita de Rufino Félix, que luego comentaré, decidí editar un libro que se llamara Mérida abarcable (1950-1960) con la información extraída de las publicaciones emeritenses citadas mientras seleccionaba sus contenidos poéticos, que pueden consultar en Extremadura, XXI siglos de Poesía




la web que tengo el gusto de mantener al día con el profesor Luis Martín.

Es decir que desde el origen a la edición de Mérida abarcable han pasado 31 años… Así que, como les decía, la elaboración de un libro de investigación suele ser ardua y larga…


En fin, contada las peripecias de la procedencia del libro, voy a comentar tres detalles sobre su confección para que puedan coincidir conmigo en cómo lo he concebido y, por tanto, para apreciarlo en su justa medida:

1º)Mérida abarcableno es un trabajo exhaustivo de investigación y, como consecuencia, no es un libro que dice todo lo que sucedió en la década. Mérida abarcable es un conjunto de recuerdos y, por tanto, es un libro incompleto como la memoria. Mi objetivo era elaborar un texto grato a la lectura con la redacción clara, la letra grande, los capítulos cortos y la extensión mediana y que no me robara mi tiempo durante años, como me había sucedido con investigaciones anteriores.

2º)Mérida abarcableno es un álbum de fotografías sino es un libro de textos, las fotos solo son un complemento visual de los textos. Quien se acerque a ellas con espíritu perfeccionista se va a llevar una decepción, pues algunas tienen escasa calidad como suele suceder en los libros con fotografías antiguas, las cuales, como es necesario decolorar, aclarar y uniformizar antes de su edición, pierden calidad.

Y 3º)Mérida abarcable trata exclusivamente de la década 1950-1960. Por tanto en su texto no aparecen hechos, empresas, proyectos o noticias que estén fuera de ese cómputo temporal. No obstante, el libro no se encuentra aislado en la década sino que está conectado con la historia anterior y posterior, por ejemplo, a través de la trayectoria del Instituto Nacional de Enseñanza Media Santa Eulalia desde su creación en 1933 hasta su nueva ubicación en 1967.

La PORTADA del libro lleva un pergamino de Olivar, en cuya parte central aparece un mapa de Mérida que representa una pequeña población que apenas ha superado el casco urbano pues, por ejemplo, si se observa el entorno del teatro y del anfiteatro romano, está vacío igual que el espacio entre la plaza de Pizarro y la plaza de toros.


En la CONTRAPORTADA aparece sintetizado el contenido del libro que rescata del olvido cómo vivían los emeritenses su día a día en la década central del siglo XX, cuando Mérida sale de su letargo de siglos por el impulso de la actividad económica del Plan Badajoz.

La PRESENTACIÓN de Silvia Fernández, delegada de bibliotecas municipales, abre el libro destacando el contenido de las tres decenas de apartados que lo componen informando sobre los más variados aspectos de la Mérida del Medio Siglo. 

La DEDICATORIA va dirigida a Carmen, mi mujer (Carmen Pérez González) y a Daniel, mi nieto (Daniel Moscatel Salguero), porque han nacido en Mérida y también en agradecimiento a mi querida esposa por mostrarme su firme aprecio en los últimos 42 años y como muestra especial de afecto a mi querido nieto por simpático y por cariñoso.

A CARMEN, MI ESPOSA

A DANIEL, MI NIETO

QUE HAN NACIDO EN MÉRIDA

El TÍTULO procede de la visión del mapa de la portada y de mi encuentro con una cita del poeta emeritense Rufino Félix en su libro Reloj de Arena, donde dice sentidamente [RUFINO FÉLIX ESTÁ PRESENTE]:

“… IRÉ NUEVAMENTE A LA BUSCA (EN UN BELLO DELIRIO)

 DE LA CIUDAD DE MIS LEJANOS AÑOS,

 AQUELLA QUE ABARCABA CON MIS BRAZOS Y ME CABÍA EN EL ALMA”.


De ese sentido que abarcaba con mis brazos surge el título de Mérida abarcable, es decir, de una población de poco más de 23.000 habitantes donde todos se conocían por lazos familiares, de vecindad o cercanía porque no había distancia entre sus extremos.

El ÍNDICE surge de la distribución de la información conseguida en Olalla, la revista y el semanario Mérida, el citado libro de Rufino Félix y los documentos que cito en la Bibliografía.

Se estructura en 30 apartados, que son suficientes para conocer los aspectos más diversos de la vida cotidiana de la Mérida de mediados de siglo XX, cuando se convierte en el centro del Plan Badajoz, aprovecha los beneficios generados por este magno proyecto y resurge de su anonimato secular.


Puerta de la Villa

Mérida abarcable comienza con un capítulo titulado “Panorama de Mérida”, donde se recogen las dos opiniones que había sobre la población en aquella época: la idílica (Mérida es una ciudad con un gran futuro) y la realista (Mérida es un pueblo grande con abundantes deficiencias).


Foto aérea de Mérida

Los restantes CAPÍTULOS sirven para formarse una opinión sobre cuál de las dos posturas era la más acertada y, en todo caso, para que los habitantes de la Mérida de hoy apreciemos cuánto ha cambiado la ciudad para bien en los últimos 70 años. No obstante, Francisco López-Arza ha asegurado que Mérida abarcable no es solo muestra de la vida cotidiana en Mérida sino también reflejo de nuestro país en aquella época.

Ciertamente, llevaban razón los que aseguraban el buen futuro de Mérida, pero la realidad de aquel presente, sobre todo de la primera parte de la década, es que Mérida era una población con múltiples carencias.


Calle Santa Eulalia

En los diversos capítulos, se conoce la actividad municipal, económica, cultural, sanitaria,religiosa, educativa, ambiental y festiva de Mérida.

Biblioteca Juan Pablo Forner

Resumiendo mucho el contenido, diré que el AYUNTAMIENTO realizó un gran esfuerzo para arreglar calles, instalar fuentes, crear jardines y modernizar la población, aprovechando que cuadruplicó su presupuesto gracias a la actividad económica generada por el Plan Badajoz. Sus mejores servicios culturales para Mérida fueron la fundación de la biblioteca Juan Pablo Forner y la edición del semanario Mérida.


Chozo del Barrio Bizcocho

Los PROBLEMAS APREMIANTES fueron la supervivencia diaria, la pobreza, la falta de vivienda, el abastecimiento de agua, los cortes de luz, la escasa educación social y los perros callejeros.



Instituto Santa Eulalia c/Moreno de Vargas

La DOCENCIA estuvo presidida por las escuelas diurnas y nocturnas y el Instituto Nacional de Enseñanza Media Santa Eulalia en la calle Moreno de Vargas, por el analfabetismo, las escuelas ilegales y la falta de estudios superiores después del bachillerato.



Cartel de la Feria de 1956

La FERIA grande de Mérida se celebraba en septiembre como ahora. Además había tres ferias de ganado: la de febrero (o Feria del moco), la de septiembre (que coincidía con la Feria grande) y la Feria Chica (o de los gitanos) en octubre como ahora.

La Corchera


Las principales INDUSTRIAS de Mérida, al final de la década, eran la Corchera, Cepansa, el Matadero, Cerveza Cruzcampo, Insecticida Zeltia y Procampo.



Casa Zancada

El COMERCIO experimenta un auge inusitado por el impulso del Plan Badajoz con la apertura de numerosos negocios de todo tipo para atender a la creciente demanda de la población.


Mercado de Calatrava



Peristilo teatro Romano



Plaza del Parador

En fin, no comento más detalles para que la lectura del libro les resulte un descubrimiento de principio a fin.




Por último, quiero agradecer al ayuntamiento de Mérida y, en especial, a Leni Ortiz, directora de la biblioteca municipal Juan Pablo Forner, a los concejales Silvia Fernández y Pedro Blas Vadillo, al director de la imprenta de la Diputación de Badajoz, Domingo Casado, su interés por la edición de este libro, y a ustedes, amable público, su presencia y su atención. Muchas gracias y buenas noches”.

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NOTAS PARA NO ESCONDER LA LUZ  de Faustino Lobato

(Valencia, Olé Libros, 2019)

Se trata de un denso poemario que es necesario releer con detenimiento, pues su autor usa un original modo de exposición surrealista con un tono filosófico-oracional y una estructura tripartita, que combina los textos introductorios de cada parte, denominadas “Notas al margen” y “Notas en los márgenes”, que luego se escinden en versos independientes para introducir los poemas que constituyen el poemario.

Además NOTAS PARA NO ESCONDER LA LUZ es un libro complejo, pues contiene hondas elucubraciones metafísicas, relacionadas con la luz, esa energía que vivifica lo que es inerte en la oscuridad e imprime vida a todo, incluido el poeta: “Toma nombre la luz en la solemnidad del alba… traza presencias… […] La luz calma las heridas... convierte la realidad en verbo transitivo del color…” (16-19).

Y la luz da vida no solo a lo externo sino más bien (y esto es lo que más interesa al poeta) a su ser interior. O sea, que la luz le resulta un elemento purificador que lo sana emocionalmente y, al mismo tiempo, nutre su espíritu: “La luz rehace mi existencia […] alimenta el ritmo del alma” (27).

Pero a la vez la luz también le descubre su imperfecta condición y, aún más, su vulnerabilidad ante el tiempo y, lo peor de todo, su impotencia intelectual (“ese vértigo de no saber”, 33), para alcanzar respuestas de la divinidad a estos enigmas existenciales: “la angustia de no encontrar el Paraíso” (31).

De ahí que la luz no sea tan vivificadora como en un primer momento piensa el poeta, pues en la claridad se revelan sus carencias (“La luz rompe la falacia de las prisas”, 35) y, por este motivo, necesita la oscuridad y experimentar una existencia sin pensar en lo que le depara el fin de su ciclo vital (“La locura de vivir sin aceptar el destino.”, 37).

Así, expresiones en un principio positivas, como “Somos luz, claridad, / memoria que huye de la farsa del tiempo.” (43), ocultan una doble debilidad como ser humano: su carácter frágil y fugaz como la luz. No obstante, exceptuando esas deficiencias, la luz es para el poeta lo que da sentido al mundo (“La luz salva el color de las cosas.”, 45). Pero la luz con su transparencia también pone al descubierto sus altibajos emocionales que, como ser humano, sufre cuando la luz es oscurecida por las sombras de la existencia (“Unos nubarrones / esbozan el horizonte. // […] // Una sombra de olas / espanta la tristeza. ”, 49).

Luego el poeta también tiene que bregar con la difícil relación con los otros, que suele ser complicada por la propia imperfección del ser humano (“Arrastran dolores”, 53) y por la forma errónea de enfocar sus vidas deshumanizadas (“que alimentan prisas, / sombras de raras figuras, / anónimas.”, 53), que solo encuentran sentido en el poema  que desea componer el poeta como indica en tres momentos, "Inspiración", "Poema" y "Musa", situados estratégicamente en el discurrir del poemario (“descubrir, ahí, / […] / el esplendor de los adverbios.”, 55). Así el mediodía, pletórico de luz, acaba siendo un espacio apropiado para el exorcismo purificador, pues “vomita los estragos del alma” (63).

Finalmente la luz se va al atardecer entre tonos naranjas, las vivencias diarias quedan atrás, se oculta la realidad, perviven los sonidos de fondo y deviene un momento apropiado para convertir un poema en oración y congeniar el sexo con el amor y el amor con la muerte. Y también para expresar la intranquilidad por el paso del tiempo y manifestar el temor a despertar al nuevo día para repetir de nuevo la monotonía de una existencia insulsa (“Un gesto de piedad me une a ti / y me mantiene en el poema / invadiendo de formas invisibles / el hastío de los días”, 89).

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CINCO LECTURAS DE LA CUARENTENA

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 LAS LEYES DE LA FRONTERA de Javier Cercas

(Barcelona, De Bolsillo, 2014)


Las leyes de la frontera es la historia del Zarco, pero en realidad es una denuncia permanente del sistema penitenciario español; del tema de la reinserción, los problemas que acarrea a la justicia, la policía, las cárceles y la sociedad; de la mentira de los abogados para salvar a clientes, que no hacen gesto alguno para salvarse, excepto casos excepcionales; de la desestructuración familiar; de la falta de cultura para salir de la miseria, el robo y la droga; de la mentira y la vergüenza de los reality show como el que encumbró al Zarco; de la necesidad de que no existan los barrios marginales; de la inadaptación a una vida normal como el caso de Tere, la cómplice del Zarco,  que, a pesar de estudiar enfermería con un gran esfuerzo, tiene tan asumida su condición marginal que no consigue salir de su deprimente barrio…

A la vez, el libro es un manual para la delincuencia, pues el protagonista, El Gafitas, cuenta muchos robos en casas, coches, tirones y sus métodos. El coprotagonista es El Zarco, el líder de una pandilla cuyos miembros responden a sobrenombres puestos con escasa imaginación, muestra de cómo andan de sentido común y así les va: El Gordo porque es flaco; El Tío, porque cada dos por tres dice esa palabra; El General, porque había sido cabo en la Legión; El Gafitas, porque usa gafas… Y, como es lógico, usan una jerga para despistar a chivatos y polis como La Lechera, que es el Seat 131 blanco de la policía…

Lo único bueno del contenido de esta historia del desencanto es cuando el Zarco recomienda a El Gafitas que deje la banda, porque debe volver a los estudios, cuenta con una familia y tiene mucho que perder o, de lo contrario, acabará en la cárcel o muerto.

 

SIDI  de Arturo Pérez Reverte

(eBiblio)

Es un libro que me ha llamado la atención por cuatro detalles principalmente. Uno es el extraordinario comienzo con la acción ya iniciada (técnica del in media res) con el Cid y su mesnada persiguiendo a una ceifa musulmana, que está realizando una razzia en territorio cristiano, y ha sido pagado por unos burgueses de la zona para que la aniquile. Con paciencia el Cid y sus hombres la persiguen, calculan cómo abordarla para no llamar su atención y al final la ceifa cae en una emboscada. El Cid rescata a hombres, mujeres y niños, que habían sido tomados como esclavos para vender en la primera ocasión, y consigue un buen botín.

Otro es cuando uno de los fieles del Cid es herido de muerte en un combate y, en una conversación terminal con el Cid que lo consuela como un padre, muestra una digna entereza ante su inminente final.

Otro detalle atractivo sucede cuando otro fiel soldado del Cid comete un error, va a ser ahorcado y el Cid comprensivo, pero firme en la orden que dio, mantiene una conversación terminal con él. Al soldado le cortan las manos antes de ser ahorcado y lo soporta con sangre fría y una gran dignidad, consciente de que ha actuado mal (en una discusión sin importancia, se enzarza con un árabe aliado y en el acaloramiento lo mata) y, como una persona responsable de sus actos,  merece el castigo supremo.

Los tres momentos son de una tensión y un dramatismo difícil de conseguir y, sin embargo, Pérez-Reverte lo alcanza con naturalidad, sin agobio, como si se tratara de la misma vida, estoicamente, dejando que las cosas sucedan con un caudal adecuado, acorde con la equilibrada personalidad del Cid (hasta los enemigos le llaman Sidi), un guerrero impasible, conocedor de su destino, valiente, justo y cercano a sus hombres. Este el cuarto detalle que me ha impresionado, la bien construida personalidad del Cid.

Para compensar este ámbito hiperrealista, el mismo que vivieron en la realidad el Cid y sus hombres, en medio del libro sucede un breve episodio sensual, cuando el Cid pacta un acuerdo con el rey de Zaragoza para servirle de mercenario. La hermana del rey seduce al Cid y con él mantiene un episodio amoroso en el ambiente sensual de unos baños árabes.

A pesar de su duro contenido (“A los soldados vencidos se les mata, ahorca, degüella, despelleja y a los jefes se les retiene para cobrar un rescate. Crueldad, muerte… es la frontera…“), el libro infunde confianza a través de la extraordinaria personalidad del Cid, que transmite una seguridad a sus hombres y al lector que, ensimismado en la lectura, se convierte en un miembro más de la mesnada. De tal manera que no solo sus soldados dependen de él sino también los lectores, que perciben al Cid como impasible pero justo, esforzado como sus guerreros, seguro en sus acciones y, a la vez sencillo, realista y consciente de su situación de desterrado.


LA PASIÓN DE BALBOA  de Rosa López Casero

(eBiblio)

El libro resulta entretenido, pues contiene las múltiples acciones, que desarrolla Vasco Núñez de Balboa en los 44 años de su corta vida, desde que su padre lo manda a Moguer (Huelva) a servir a don Pedro Portocarrero, con el que participa en la guerra de Granada, donde se comporta valientemente y se gana el respeto de don Pedro, que lo nombra su escudero.

Después conoce a Colón y a Juan de la Cosa, que le hablan emocionadamente del descubrimiento de América y, una vez que don Pedro lo anima a embarcarse, se marcha al Nuevo Mundo. Allí realiza numerosas expediciones para explorar y atraerse a las tribus indias a ser vasallos de los reyes de España, don Fernando y su hija Juana, para mantener relaciones amistosas y evitar la violencia.

En estas tribus le hablan de un mar enorme atravesando las montañas de lo que hoy es Panamá y, con el tiempo, consigue descubrir el Mar del Sur, del que toma posesión en nombre de los Reyes de España. Se convierte en agricultor con éxito, trata a los indios con respeto, funda Santa María de La Antigua y es nombrado Adelantado del Mar del Sur y gobernador de Panamá.

Pero aparece un nuevo gobernador, llamado Pedrarias que, quizás envidioso de sus logros, no para hasta verlo en el patíbulo y quedarse con sus posesiones. Cosa que consigue finalmente decapitándolo el 19 de enero de 1519, tras un  juicio sumarísimo y parcial.

 

ENCICLOPEDIA ESLAVA de Juan Eslava Galán

(Barcelona, Espasa, 2017)

Es un libro entretenido por variado, simpático, bien escrito y con capítulos cortos. Eslava repasa la Historia y se detiene en asuntos que pueden tener interés para los lectores por su enigma (La torre de Babel, la Atlántida, los Templarios, Cristóbal Colón), curiosidad (la invención de la cerveza, la cocina de los navegantes), sensualidad (usos amorosos, ocios y vicios), crueldad (gladiadores, Inquisición), estafa (reliquia, licuación de la sangre “sagrada”, apariciones de la Virgen), ...

...epidemias (la peste negra), valor histórico (la desamortización de la Iglesia) o la solidaridad (la madre de los pobres de los pobres –madre Teresa de Calcuta, que tenía prohibido los calmantes en sus centros asistenciales, porque había que llegar a Dios a través del sufrimiento, recuerda Eslava –).

Con esa socarronería que lo caracteriza, Eslava Galán remueve los cimientos religiosos y paganos y, a su crítica, no escapa ningún personaje ni ningún asunto por banal o escabroso que sea. Así el lector se entera de los errores descomunales de la Historia como el reparto de África por las potencias occidentales, la estafa que suponen los milagros y otros engaños religiosos o la predicción de lo que le pasará a Occidente en un futuro próximo pues, según denuncia, está siguiendo los mismos pasos hacia su desaparición que el imperio romano.

 

¡HOLA! Y EL HIJO DE SÁNCHEZ de Jaime Peñafiel

(Madrid, Ediciones Temas de Hoy, 1994)

Es un libro que ha caído en mis manos por casualidad y, por leer algo distinto de lo que suelo leer, me decidí a abordarlo. Cuenta la historia de la revista ¡Hola!, abanderada de la prensa del papel couché, desde su nacimiento hasta que el autor, redactor-jefe de la revista, fue defenestrado por el hijo del fundador.

Peñafiel justifica la existencia de la publicación, que comenzó en la casa del fundador, el periodista Antonio Sánchez Gómez y de su esposa, una rica heredera, que al principio recortaban y pegaban las imágenes y los textos a mano en la mesa camilla de casa y, pasado el tiempo, la revista llegó a editar un millón de ejemplares.

El objetivo de la revista era difundir la vida de los famosos, pero de un modo hipócrita porque solo aireaba la buena fachada y escondía las miserias de la mayoría de los que pasaron por su portada y sus páginas interiores. Y ha acabado pagando millonarias exclusivas a personajes y personajillos, que poco o nada han aportado al bagaje cultural común de los españoles sino la miseria moral de gente que no consigue vivir de su trabajo y tiene que recurrir a inmoralidades como fingir embarazos, separaciones y peleas, todo por el dinero.  

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HOMENAJE AL PADRE MIGUEL COMBARROS MIGUÉLEZ

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El llamado por mí "poeta de la luz y de la esperanza"

(No digáis que la vida resbala como un río / sobre la roca dura de las desilusiones. / Que no vale la pena vivir ni haber nacido / en este mundo áspero de ritmos trepidantes.

ha fallecido, pero la parte más importante de él, su espíritu, queda perenne en su versos; unos versos alentadores, clarividentes, diáfanos, siempre esperanzados y siempre fieles a su guía espiritual, que seguro ya le habrá proporcionado la paz y el descanso que se merecía, después de 22 años en el Zaire (hoy Congo) en los momentos más duros que ha vivido aquel rico y desgraciado país de África.



En la dirección web siguiente

http://extremaduraxxisiglosdepoesia.educarex.es/index.php/otros-poetas-actuales/combarros-miguel

se puede conocer en un sintetizado repaso la trayectoria humana, espiritual y poética del padre MIGUEL COMBARROS MIGUÉLEZ, que se caracteriza por la temática cotidiana, la expresión natural, la lengua directa y el convencimiento de que la existencia es una experiencia única que merece la pena vivir luminosa y esperanzadamente.

En los siguientes artículos comento tres de sus poemarios más representativos:

PRESENTACIÓN CAMINOS HACIA EL ALBA DE MIGUEL COMBARROS

(Mérida, Gallos Quiebran Albores-Consejería de Educación y Juventud, 1998)

 (Mérida, Parroquia redentorista, 26-2-99, 20´30 h.)

 Querido Miguel; gracias por tus palabras, Jesús; Francisco Javier, Rafael Rufino Félix, ... amigos, ... amable público, buenas noches:

 Presentar un libro de poemas siempre es una tarea llena de emociones, porque se trata, nada más y nada menos, que de comentar los sentimientos de un ser humano que, además, es poeta, es decir, que tiene la capacidad de tramutarlos en palabra lírica y, por tanto, de hacerlos más cercanos e implicadores.

 Pero, además, presentar este libro de poemas, Caminos hacia el alba, es para mí una labor aún más emocionante porque se trata de un libro que he prologado y no por encargo sino porque, desde que lo abrí, me llegó muy hondamente y sentí la necesidad de expresar el contagio de su esperanza por escrito que, luego, por expreso deseo del poeta se ha convertido en prólogo del libro, cuyo título explica sintetizadamente la impresión que me causó su contenido: "La poesía de la luz y de la esperanza".

 Las razones de esta grata impresión comencé a sentirla nada más abrir el libro y encontrarme con la dedicatoria ("Madre, dame otra vez tu mano y tu sonrisa y vamos por la vida caminando"), que me descubría de una forma humanísima la aptitud humilde con que el poeta había planteado su libro, el fondo amoroso que lo presidía y el ambiente filial que lo impregnaba con la discreta presencia de su madre que, espiritualmente, lo iba a acompañar en su largo recorrido. ¿Qué mejor manera de ambientar la descripción de sus vivencias que sentirse acompañado de su madre? ¿Qué mejor garantía para saber que en su dilatado viaje ha ido con un sencillo equipaje, caminando junto a la mujer que le dio la vida y le inculcó su amor por el bien y por los demás y que lo acompaña orientándolo en su camino, alentándolo en el desfallecimiento, velándole su sueño, consolándolo en su cansancio y recompensándole su esfuerzo con una cálida sonrisa?

 Luego, por si fuera poco para predisponerme positivamente a realizar la lectura del libro, paso la página y me encuentro con la poesía de la luz y de la esperanza que, ya desde el primer poema, me infunde Miguel Combarros en

 "Canción a los veinte años", pp. 23-24.

 ¡Qué sincera y humana emoción me invade cuando hago míos sus versos límpidos y animosos! ¡Qué gozo cuando palpo entre la luz de sus palabras una esperanza cierta! No es de extrañar por tanto que, desde el primer momento, me sintiera atraído por la poesía del poeta de la luz, pues nunca había leído una afirmación que me asegurara tan rotundamente que la vida merecía la pena ser vivida e, indirectamente, que reflexionara porque no tenía derecho a decir lo contrario.

 No me importa declarar en voz alta, por tanto, que me siento poderosamente atraído por esta poesía luminosa y alentadora, porque me ayuda a vivir y a mantener la ilusión en el mañana cuando me anima a sentirme digno, aunque imperfecto, y a aceptar mi compromiso de ser humano, estandoen el mundo con lo que conlleva de entrega a mis semejantes; agradeciendo el enorme honor que supone formar parte de esta obra grandiosa; siendo consciente de que vivo en un paisaje determinado y contribuyendo a  la construcción de un entorno armónico.

 Además, me gusta esta poesía esperanzada, pues me asegura que, a pesar de los pesares, ahí delante de mí se encuentra la luz, la respuesta a todo. Y también me advierte que la luz, metáfora de la esperanza, puede ser materializada en emoción, en apasionada palpitación de mi ser más íntimo que, aunque sea a ramalazos, me hará intuir una razón superior, una explicación suprema a tantas interrogantes entre las que se encuentran las relativas a mi limitada y finita condición. Y, por tanto, entiendo que, aunque con limitaciones, soy parte de un magno proyecto en cuya participación se encuentra mi razón de ser.

 Luego, me pregunto en dónde se apoya el poeta de la luz y de la esperanza para mantener esta vitalista concepción. Indago y enseguida hallo la respuesta, Jesucristo. Y la elección de esta figura clave como norte de su vida, que se podía explicar simplemente atendiendo a su condición sacerdotal, me llena más porque es producto de su honda vivencia como hombre, como sacerdote y como misionero. Por tanto, no me extraña que la esperanza de Miguel Combarros se sustente en conceptos tan significativos como la Luz, el Amor y la Paz, tres anhelos sin los que la vida no tiene valor alguno, porque la existencia verdadera es emoción y deseos de vivirla con entrega y solidaridad, que es lo que da valor y sentido a la existencia humana.

 Pero Miguel Combarros, empedernido ilusionado, no cree que la esperanza se encuentre sólo en un ente superior, sino también en los seres humanos a pesar de la fama que tienen de egoístas, superficiales e insolidarios. Tal seguridad es otra forma de infundirme esperanza en un momento en que la pesadumbre invade al mundo, pues pocos como Miguel Combarros saben reconocer que el ser humano, aunque está lleno de imperfecciones, también se encuentra repleto de dignidad y de grandeza. Él pone como ejemplo a las enfermeras, porque muchas veces se ha debido sentir estremecido ante el amor que derrochan a manos llenas con personas que necesitan de su ayuda, realizando una enternecedora labor callada que no sólo las dignifica a ellas sino también a otros seres solidarios que, en su diario anonimato, están desarrollando una tarea importantísima, salvar vidas y, cuando no pueden, dan el último consuelo a muchos desamparados como el poeta de la luz destaca en el poema

 "Cuando el dolor nos vence", pp. 29-30.

 No obstante, Miguel Combarros no es un iluso que crea que el mundo es perfecto y el ser humano un cúmulo de virtudes, sino un hombre positivo que, aunque no deje de reconocer nuestras limitaciones morales y físicas, tiene un recurso enraizado férreamente en sus vivencias y en su fe que es una esperanza constante y segura con la que tramuta las circunstancias negativas en ilusión renovada pues, cuando el presente le resulta ingrato, recurre a los recuerdos límpidos de su infancia donde de nuevo recarga su ánimo.

 Las vivencias infantiles que, en nuestra tradición lírica, se suelen traducir en recuerdos del pasado que producen en los poetas una tremenda desazón, en Miguel Combarros son seguro cimiento donde fortalece su vida presente y donde se encuentra arraigada la luz que ilumina su camino, pues siente que esas vivencias infantiles permanecen impresas donde se produjeron y, por tanto, donde seguirán para siempre imborrables.

 Este arraigo a su entorno nos muestra algo que, para Miguel Combarros, es fundamental: El ser humano está perfectamente incardinado en un paisaje que conforma su personalidad humana y su naturaleza espiritual pues, desde el paisaje, el hombre que es el poeta de la esperanza establece su relación con Dios como advertimos en el poema

 "Teofanía del almendro", p. 49.

 Por tanto, espíritu y paisaje son los dos conceptos que condimentan su esperanza. Así, aunque por su apostolado, Miguel Combarros haya tenido que vivir en lugares diversos, siempre se ha sentido parte de la naturaleza que lo rodeaba, porque ha mimetizado su sensible espíritu con el entorno donde vivía en cada momento; lo ha sentido suyo y el paisaje, en correspondencia, lo ha aceptado como un elemento más de su grandeza. Por eso, el poeta de la luz ha vivido gozosamente allí donde se encontraba y el paisaje, fuera cual fuera, le ha sugerido múltiples emociones como las que nos transmite de nuestro árbol simbólico.

 Sin embargo el paisaje, soporte de su esperanza, también es motivo de preocupación para Miguel Combarros por los continuos atentados que sufre. Así, ahora que se quiere destruir el olivo porque no cuadra su secular y mítica existencia con las modernas e insensibles programaciones macroeconómicas, el poeta de la luz denuncia contundentemente ese ciego e irresponsable ataque contra uno de los símbolos capitales de la cultura mediterránea a la que pertenecemos irremisiblemente. Escuchemos sus advertencias en

 "Elogio del olivo", pp. 87-88.

 El espíritu, por tanto, da vida, color y emoción al paisaje que contempla el poeta de la luz porque, aunque es una parte intangible de nuestro ser, posee la emotiva virtud de capacitarlo para extraer las vivencias del pasado que han quedado impresas en las piedras que, de esa manera, dejan de ser simples ruinas para convertirse en cofre de palpitaciones de las personas que nos precedieron en la Historia como notamos en

 "Oda a las piedras de Mérida", pp. 89-90.

 Miguel Combarros también concibe las piedras milenarias como cuna de figuras ejemplares, que con su heroico gesto orientan nuestro camino como la mártir Eulalia que, por amor a un ideal (Dios), entregó su vida al hacha del verdugo y, sin proponérselo, ha ganado la inmortalidad de su memoria.

 Y, después de recorrer un largo camino, Miguel Combarros llega a los "caminos de vida y llanto" de África, que no fueron vividos y sentidos por él de una forma menos luminosa y esperanzada que los anteriores, a pesar del sufrimiento que observó en su larga estancia en la tierra africana (de ahí el llantodel subtítulo). Es más, creo que Miguel Combarros fue en aquel sufrido, inmenso y apasionante continente donde encontró la luz definitivamente en la contemplación de sus espacios infinitos, de sus aromas sutiles, de su magia, de su grandiosidad ... y en las vivencias con los seres que lo habitaban. ¡Oh, África, qué afables recuerdos suscita en el poeta de la esperanza!

 No obstante, en este apartado, Miguel Combarros no actúa como un mero espectador sino que se compromete como un ser humano sensible ante el dolor de sus semejantes y arremete contra injusticias, que tienen a la mujer prisionera de costumbres trasnochadas, como denuncia en

 "Mujer de ébano y llanto", pp. 69-71.

 Además, el poeta de la luz experimenta un estremecimiento especial ante el sufrimiento de los niños que mueren de hambre abandonados incluso por nosotros, que no acabamos de concienciarnos de su lamentable situación, mientras nadamos en la abundancia, como nos advierte en

 "Endecha por los niños de África", pp. 67-68.

 Estas situaciones lamentables provocan que el susceptible espíritu del poeta de la luz abandone su postura contemplativa y tome partido por los desvalidos y los masacrados, adoptando un fuerte carácter reivindicativo que logra remover nuestra conciencia, nos induce a cambiar nuestra pasividad por acción y nos arrastra a unir nuestras protestas a las suyas cuando denuncia contundentemente una matanza de pobres indefensos.

 Estas reivindicaciones hoy están mal vistas como tema literario por las modernas corrientes, que se centran en la misma poesía y se olvidan del ser humano. Pero Miguel Combarros antes que poeta es sacerdote con toda la carga humana y espiritual de compromiso que esa situación de entrega conlleva que lo arrastró a abandonar su cómoda labor pastoral y lo llevó muy lejos a continuarla en otro entorno mucho más problemático pero donde él sabía que iba a ser aún más útil.

 Y se fue, después de dejar todo, no por un arrebato momentáneo, sino respondiendo a una profunda llamada espiritual que lo llevó a entregarse apasionadamente a los demás sin exigir nada a cambio. Después, el misionero realiza el primer gran sacrificio: Desenraizarse de su familia, de su paisaje y, en definitiva, de su mundo. Más tarde, llega humildemente a un lugar lejano y se pone a realizar su labor callada sin orquestas que lo presenten como nos cuenta en

 "Un hombre nada más", p. 53.

 Y, detrás de todo sosteniéndolo, alentándolo, una razón poderosa, Dios, que es quien infunde la esperanza al poeta de la luz porque es Paz y Amor, dos conceptos que aún no hemos logrado comprender los que estamos demasiados atentos a nosotros mismos, según deduzco del poema:

 "Tú me habitas", p. 61.

 Y, finalmente, llegamos al último apartado que tiene un título significativo, "La tierra prometida", lugar donde al término de la vida confluirán los caminos recorridos por el poeta de la luz y donde, por ese motivo, podía haber aprovechado para realizar alguna consideración que mostrara al menos pequeñas fisuras en determinados momentos de su peregrinación. Pero, por el contrario, este espacio de reflexión final es utilizado por Miguel Combarros para reafirmarse en su esperanza.

 Y lo más sorprendente es que el poeta de la esperanza no sólo se afianza en sus vivencias personales sino que también nos deja la certeza de su apuesta por el ser humano, pues su comprensión de la imperfecta naturaleza del Hombre lo llevan a valorar sobremanera la dignidad que sus semejantes muestran soportando la existencia a pie firme y los actos que realizan tomando como único punto de referencia el Amor.

 Y también, antes de poner fin a sus largos e interesantes caminos, vuelve a rubricar con una seguridad pasmosa su fe inquebrantable en Dios, pues lo nota atento a su discurrir vital aunque no se manifieste con la forma material que los demás, mucho menos crédulos, deseamos. ¡Cuánto nos enseña el poeta de la luz!, ¡cuánta esperanza infunde a los que creen que Dios los ha abandonado, porque no se les aparece y dudan y abandonan su fe sin indagar más profundamente! Pues ahí tenemos al poeta de la esperanza, seguro de que la divinidad nos aguarda con los brazos abiertos al final del camino para calmar nuestro cansancio y recompensarnos por nuestro sacrificio con su larga benevolencia. Escuchémosle

 "En la serena tarde", pp. 97-98.

 Termino en una serena tarde el libro Caminos hacia el alba y me siento reconfortado, porque acabo de encontrarme con un poeta que ha logrado contactar con mis sentimientos, me ha redescubierto el paisaje y la encina y la palmera; me ha hecho sentir la emoción de la entrega apasionada al Ser Supremo y ha conseguido que abandone mi postura pasiva con esa equilibrada visión que apuesta decididamente por vivir la vida y que aboga por la dignidad del ser humano. Así de sencillo y así de grande.

 Miguel Combarros es, sin duda, el poeta de la luz y de la esperanza.

 Antonio Salguero Carvajal 


 POEMAS PARA ORAR

 (Madrid, BAC, 2004)

 En febrero de 1999 tuve el gusto de participar, junto a Francisco Javier Carmona y Rafael Rufino Félix, en la presentación del libro de poemas Caminos hacia el alba del padre Miguel Combarros, que realizamos en el salón de la parroquia redentorista de Mérida.

 Caminos hacia el alba fue un libro que me atrajo desde el primer verso, porque me infundía abiertamente la loable predisposición de su autor a afrontar la existencia de una forma animosa a pesar de los pesares, cuando me decía en los versos que abren el libro: “No digas que la vida resbala como un río / sobre la roca dura de las desilusiones. / Que no vale la pena vivir ni haber nacido / en este mundo áspero de ritmos trepidantes”.

Cinco años después el padre Miguel Combarros, que ha editado además El Don de la Palabra en 1999 y Oficio de la Luz en el año 2003, me pide una opinión sobre su nuevo libro Poemas para orar (editado por la prestigiosa Biblioteca de Autores Cristianos), y otra vez me encuentro desde el mismo título con los dos vigorosos conceptos que guían su entusiasmado carácter, la luz y la esperanza. Por ellos deduzco que el título significa “poemas que ayudan a buscar la luz siguiendo un camino de esperanza” o “poemas que sirven para imprimir sentido a la vida con un talante alentador”.

Con estos sentimientos que descubren su amor por la vida, el padre Miguel ha confeccionado el extenso y nutrido poemario antológico, que es Poemas para orar, cuyos versos tienen en común su carácter religioso y una doble calidad humana y lírica, que se detecta en la emoción sincera y la maestría literaria con que los poetas exponen sus preocupaciones y anhelos. Esta antología de poemas para orar, por tanto, sólo podía elaborarla una persona con la fina sensibilidad poética, la amplia experiencia de vida y el consciente compromiso con que el padre Miguel Combarros vive su sacerdocio.

Además, Poemas para orar muestra que la historia de la poesía española es una veta inagotable de poemas, que adoptan con frecuencia el tono elevado y el fondo trascendente de la oración, cuya forma de expresión se amolda a múltiples maneras de decir lo que el común de los mortales siente cuando vuelve sus ojos al cielo y eleva su gratitud, su queja o su petición.

A veces orar se convierte en un reproche, porque el poeta pide a Dios que se manifieste de un modo racional, aunque sabe que es una propuesta quimérica como le sucede a José María Valverde en su poema “Salmo inicial”:

 

Señor, no estás conmigo, aunque te nombre siempre.

Estás allá, entre nubes, donde mi voz no alcanza,

y si a veces resurges, como el sol tras la lluvia,

hay noches en que apenas logro pensar que existes.

Eres una ciudad detrás de las montañas.

Eres un mar lejano que a veces no se oye.

No estás dentro de mí. Siento tu negro hueco

devorando mi entraña como una hambrienta boca […]

 

Otras veces, orar es la manifestación de un sincero arrepentimiento por la duda mostrada en un momento de incertidumbre cuando el poeta ha creído perder a Dios y, sin embargo, tenerlo delante. Un ejemplo son estos tercetos de “Nadie ni nada”, un soneto de José Luis Martín Descalzo:

 

Nada estuvo más ciego que mis ojos

cuando creí mi corazón perdido

en un ancho desierto sin hermanos.

Nadie estaba más ciego que mis ojos.

Grité, Señor, porque te habías ido.

Y tú estabas latiendo entre mis manos.

 

En muchas ocasiones, orar adopta forma de agradecimiento como en este poemita de nuestro recordado poeta-orador Jesús Delgado Valhondo que, con el significativo título de “Oración”, contiene el júbilo sentido cuando la luz de la mañana le indica que Dios lo invita otro día a participar en el concierto de su magna obra:

 

¡Buenos días, Señor, porque te quiero

y has hecho que despierte tan temprano!

 

Buenos días, Señor, aunque por simple

no merezca este día ser nombrado.

 

Buenos días, Señor, a ti el primero

que eres historia y sangre de mis años.

 

Y, en fin, orar también es difundir bondad, activar la ilusión en la existencia, infundir fortaleza ante la adversidad, sentir la vida en definitiva como la siente y la transmite el padre Miguel Combarros en su “Himno de la luz”, poema-oración donde reza lo siguiente:

 

Bendita la alborada que convoca a las aves

a estrenar alabanzas de trinos y gorjeos

y devuelve a la rosa su perfume.

 

Bendita la mañana que pregona

mi luz resucitada. Y bendita la noche

que enciende las estrellas para mirar tu rostro.

 

Bendita sea la nieve que viste de pureza

las montañas y sacia la sed del peregrino,

convertida en cristales transparentes.

 

Y bendita la brisa que acaricia las noches

del estío y el viento que reparte semillas

y reza entre la fronda loores incansables.

 

Benditos el calor del hogar y la inocencia

que brotan de la infancia y la ternura

de una madre que vive para siempre.

 

Bendito ese fulgor que no se apaga

en los ojos cansados del anciano

y anuncia ya cercana nuestra aurora perenne.

 

Sin duda, Poemas para orar es de esos libros que nunca se dejan de releer, porque se trata de un poemario con múltiples lecturas donde cualquier persona que se acerque a meditar encontrará nuevas emociones que, unas veces, la alentarán a superar un altibajo emocional, otras le ofrecerán la posibilidad de expresar a la par que el poeta sus preocupaciones y siempre le proporcionarán orientaciones para allanar el camino hacia la luz colmándola de esperanza.

 Antonio Salguero Carvajal


SÍMBOLO Y PROFECÍADE MIGUEL COMBARROS

(Madrid, El Perpetuo Socorro, 2012)

De Símbolo y profecía, lo primero que llama la atención es la portada, porque indica sin palabras, a través de imágenes, los dos rasgos definitorios de la personalidad del padre Miguel Combarros: su amor por la vida y su esperanza en Dios. Él está seguro, apoyado en el cimiento de su fe, de que el ser humano debe vivir la existencia con una actitud positiva, de agradecimiento a Dios por haberlo elegido para participar en esta apasionante aventura que es la existencia. El ser humano es naturaleza y, por este motivo, puede apreciar su grandiosidad y valorar el privilegio de formar parte de ella y de sentir, e incluso ver, a Dios en los símbolos que cotidianamente tiene al alcance de su entendimiento. Y este seguro convencimiento es el contenido que preside el poemario Símbolo y profecía.

La fotografía de la portada, que es de una cascada del Monasterio de Piedra con tres niñas delante en actitud desenfadada, contiene ambos conceptos profusamente: la existencia se refleja en el agua que cae, abundante, dinámica, llena de vida, y en las chicas, cuya actitud despreocupada, propia de la juventud, indica que están rebosantes de energía y de deseos de vivir la existencia con emoción.

El libro se abre con un poema prólogo en el que el poeta descubre dónde radica la fuerza vital de su inveterado optimismo: su fe en Cristo por su entrega en la Pasión para superar la muerte y librar al ser humano de ese obstáculo hasta entonces insalvable, que suponía la nada y lo obligaba a vagar sin esperanza. Desde ese momento el ser humano pudo tener fe en el futuro, pues Cristo había vencido la gran dificultad que anulaba su esperanza, y le fue posible pensar a largo plazo, porque ya no existía la muerte definitiva: “De pie sobre la muerte, Cristo erguido / en viva geometría de ternura, / levantas en tus brazos a la altura / la esperanza del hombre redimido” (“La luz resucitada”, p. 11).

El poemario después se divide en cuatro partes. La primera titulada “Odas cardinales”, comienza con un poema donde, a través de gozosas alegorías, el poeta descubre su sentido luminoso de la vida al identificar a Dios con elementos primordiales de la naturaleza, donde se hace presente en las cosas tangibles que cualquiera identifica fácilmente: Dios-sol, Dios-mar, Dios-río, Dios-brisa, Dios-Himalaya, Dios-lluvia, Dios-viña, Dios-mendigo, Dios-noche cuajada de estrellas y luceros. Y también muestra que el ser humano es coprotagonista con la divinidad de este magno suceso, un hecho muy importante porque es el que da sentido a la existencia del creyente: Dios sol - ser humano girasol, Dios mar - ser humano arena, Dios río - ser humano arroyuelos, Dios brisa - ser humano esponja de algodón, Dios Himalaya - ser humano alpinista, Dios noche - ser humano luciérnaga, Dios lluvia - ser humano flores, Dios viña - ser humano sarmiento, Dios mendigo - ser humano samaritano (“Símbolos”, p. 15).

Después, en las odas anunciadas en el título de esta parte, el poeta expone con su actitud positiva un cúmulo de razones que explican por qué la vida merece ser vivida (“De la tierra naciste y es de tierra / este cuerpo mortal que te acompaña …  ¡Qué paisajes de ensueño ...!¡Qué asombro el de las rosas … ¡Qué música del viento …! ¡Qué espléndido escenario …! ”, “Oda a la madre tierra”, p. 17). Para que su mensaje llegue mejor al lector, el poeta se vale de símbolos como el del agua, que beneficia al ser humano en forma de lluvia, manantiales, flores (“Por ti canta el jilguero en la enramada, / se visten de colores y de aromas / las rosas, el tomillo y la retama, / y excavan los torrentes y los ríos / sus cauces hasta el mar”, “Oda a la hermana agua”, p. 19), el del fuego, símbolo de la luz vivificadora que da energía y lucidez a la existencia e ilumina el camino hacia el amor humano (“Al amor de la lumbre nuestros padres / revivían la historia de tu amor, / tejida con recuerdos entrañables / que estrechaban los lazos familiares”, “Oda al hermano fuego”, p. 21), o el de la primavera que, tras cada invierno, se convierte en símbolo de la renovación de la vida: “Una estación tras otra, / detrás de los otoños y veranos, / desfilan los inviernos; / pero triunfal renace, / refulgente e inmortal, la primavera, / restallante de vida a borbotones” (“La fiesta de la vida”, p. 23).

La segunda parte, que se denomina “Símbolos bíblicos”, comienza con la alegoría de la cruz que, según el poeta, es brújula y faro para la vida y la salvación (“Tus brazos trasversales / abrazan continentes y naciones. / Tu flecha vertical perfora el infinito / y nos muestra el fulgor de tus promesas”, p. 33). Después le sigue el símbolo del pan, fruto de la tierra para todos los seres humanos y metáfora de la amistad porque, igual que el pan, puede ser compartido: “Está gritando amor / porque es tierno, crujiente y oloroso, / porque es pan del hogar y nos procura / la fuerza, la salud y la alegría / de sentirnos hermanos a la mesa” (p. 35).

Posteriormente aparecen los símbolos de la viña, imagen del ser humano que intenta ganarse el amor perdido de Dios (“Cámbiame el corazón / para empezar de nuevo a cultivar / esta viña feraz que me entregaste”, p. 36), del hijo pródigo, símbolo del pecador que vuelve a su origen (“Aunque no lo merezco, / déjame llamarte Padre para siempre. / Para siempre también / yo habitaré en tu casa, / como el perro más fiel, / feliz y agradecido, pendiente de su amo”, p. 38), y de la llama de una lamparita que es símbolo de la presencia perenne de Dios aunque no se advierta (“Descubre ya el milagro que espabile / nuestra fe vacilante, / como esa lamparilla sin aceite. / Transfórmanos en llama permanente / para incendiar el mundo con tus rayos”, p. 47). El apartado se cierra con un precioso poema a la Virgen, “Aurora de mis sueños”, que contiene otro bello símbolo: la Virgen es la luz que ofrece al poeta la esperanza con el nuevo día: “Fuente de luz y manantial de vida, / y lago transparente que tú nos canalizas / a nuestra tierra inhóspita y sedienta, / convertida en vergel de la esperanza” (p. 50).

La tercera parte, titulada “Abrazo místico”, está dedicada a la relación íntima (mística) del poeta-hombre con la divinidad, que se observa en los mismos títulos de los poemas (“Te necesito, Dios”, p. 55, “Escuchar tu voz”, p. 57, o “Contemplarte”, p. 60), cuyos enunciados son elocuentes: el poeta no es un soberbio que se crea único y autosuficiente sino un ser común que anhela la compañía de Dios y lo encuentra en la oración, en la naturaleza, en la música, en sus semejantes, en su vida diaria: “Envuelto en tu misterio de armonía, / voy respirando paz y repartiendo / serena mansedumbre / con mi voz, con mi gesto y mi sonrisa” (p. 62).

En la cuarta parte, que lleva el título de “Símbolos profanos”, el poeta sale de su intimismo, mira a su alrededor y destaca símbolos que lo atraen como el del peregrino, que sigue su caminar a pesar de los obstáculos del camino, o África, símbolo de la creación en la que Dios se recrea (“Hoy levanto mis versos / por encima del tiempo y de la noche / para cantarte a ti, África mía. Todo es sagrado en ti, todo es fecundo, porque acunas a Dios en tu regazo”, p. 77). Termina el poemario con un bello y excelente soneto a la Virgen, “Decirte que te quiero”, donde el poeta desgrana los motivos de su amor apasionado: “¡Qué fragancia de luz siento a tu lado, / qué calor maternal bajo tu manto, / qué música interior cuando te canto, / qué frescura de amor acumulado!” (p. 85).

Sin embargo, no se debe pensar que el padre Miguel Combarros sea un ingenuo que, cegado por su amor divino, no advierta las dificultades que el ser humano se encuentra en el camino de la vida, pues también siente el paso del tiempo en él mismo y en las cosas, pero siempre termina sus reflexiones de un modo esperanzado como se puede comprobar en el poema “La espadaña”, donde recuerda con nostalgia su pueblo que ha sufrido la acción demoledora del paso del tiempo: “Movidas con un viento de esperanza, / escucho las campanas tañendo a la alborada; / mas no doblan a muerto, que repican / el ángelus glorioso de la resurrección” p. 82).

Símbolo y profecía,cuyos poemas son auténticas oraciones, ofrece los símbolos donde el padre Miguel Combarros presiente, intuye y ve a Dios con un tono alentador, razonables argumentos, capacidad poética y dotes oratorias. Consigue así que quien lea atento este poemario también presienta, intuya y vea a Dios porque todo, que es un enigma insondable (el agua, el aire, los animales, el mismo ser humano), adquiere una razón universal en sus límpidos y trascendentes versos.

Sin duda, Símbolo y profecía es otro magno canto a la vidade Miguel Combarros, el poeta de la luz y de la esperanza.

                         Antonio Salguero Carvajal



AGUA FRESCA Y 18 POETAS CONTEMPORÁNEAS

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El elaborado trabajo musical, que ha realizado Miguel Ángel Gómez Naharro en AGUA FRESCA Y 18 POETAS CONTEMPORÁNEAS con la colaboración de un nutrido grupo de músicos, diseñadores y técnicos, es patente desde que se contempla la agradable carátula de su doble CD. Por un lado un dibujo al agua en azul, donde se insinúa el contorno facial del cantautor y sus dos herramientas primordiales, el micrófono y la guitarra, cuya autoría es de KAP (Jaume Capdevila). Y, por el otro, el busto de cada poeta participante en forma de simpática caricatura sobre un fondo de suave violeta, cuya autora es Raquel GU (García Ulldemolins).

Atrayente aspecto exterior para un trabajo repleto de cuidada música y de honda poesía, que se materializa en un llamativo y repleto interior con los dos CDs y un librito donde aparecen los créditos, unas imágenes de los colaboradores durante la producción y la letra de canciones y poemas. Es decir, un trabajo redondo que, una vez escuchado y sentido, es como un bálsamo vivificador, obtenido con la mezcla de música y poesía, aliadas aquí con el diseño gráfico de Jesús Méndez y Luis Manuel Martín y con el pulcro sonido de Luis Cotallo y Juan Chino.

El desarrollo del trabajo es igualmente meritorio por la voz y las letras propias del cantautor, los variopintos versos de las poetas y el medido acompañamiento musical del coro, violín, viola, cello, piano, cavaquinho, guitarras y percusión.


18 POETAS CONTEMPORÁNEAS CON MÚSICA DE NAHARRO

En este multitudinario CD lo primero que llama la atención son las canciones con estribillos frescos como “Sé que vendrás” de la poeta Meri Pas Blanquer, a cuya letra le imprime ritmo el acompañamiento del saxo de Pepe Burgos, los coros de Isa Burgos y Ana Gómez y el “Ay, ay, ay“ del estribillo, que muestra el deseo de la poeta de que le llegue la inspiración. También destacan canciones con detalles singulares en la forma o el contenido, que evitan la reiteración rítmica de otras letras rimadas, como “Hijo mío” de Ana Pérez, donde llama la atención el sonido de la guitarra flamenca del maestro Juan Vargas, la voz doblada de Antonio Salas, que contrastan con la dura crítica contra el Banco e, irónicamente, contra la libertad artificial que hoy impone el poder del dinero a la gente común.

Este CD resulta variado en su temática, formalmente bien escogido y significativamente acorde con la intrahistoria más actual, pues los textos contienen anhelos e intranquilidades reales de la gente cotidiana de este momento histórico. Así muestran una humana preocupación por la integridad física de la mujer como en “Maternidad” de María Esquitín, que ofrece un homenaje a Martina Iglesias Molinero por su valiente protesta contra la sinrazón en la posguerra, acompañada por la guitarra omnipresente (en los dos discos) del excelente intérprete Juan Luis Sánchez, junto a los toques fúnebres del saxo de Pepe Burgos y la sensible voz de Isa Burgos. O sienten anhelos de libertad, que se reflejan claramente en “Orgasmo” de Tarha Erena Sarmiento, que difunde abiertamente su derecho a comportarse como es sin las trabas impuestas por las convenciones sociales. O en “Redes” de Karina Zulueta, con la que se acompasa el vivo ritmo del cavaquinho de José Carita, cuya melodía infunde ánimo para zafarse de la nueva prisión que son las redes. O bien abogan por la integridad física de las mujeres como en “Le aconsejaron” de Julia Gutiérrez, que denuncia, apoyada en el ágil acompañamiento de guitarras, el preocupante problema de la violencia de género.

El amor es tratado en varios textos de 18 POETAS CONTEMPORÁNEAS, hecho que muestra el interés que siempre suscita este asunto como portador de la más sublime emoción humana. Así aparece en “Gotas de sudor” de María Guivernau, donde el saxo introduce un amoroso contenido, semejante a la letra de “En la ciudad del viento” (Oporto) de Marina Casado, donde las poetas también contemplan la posibilidad de la marcha del amado. Con forma de sensual pasión, el amor como centro del mundo se halla presente en “Subida sobre mí” de Mª Ángeles Pérez, que goza de un atrayente comienzo con el violín de Manu Clavijo y se vuelve triste cuando recuerda a Afganistán y Siria. Traducido en nostalgia, el amor es el centro de “El adiós final” de Rosa Mª Artal, donde la melodía de las guitarras intensifica el triste recuerdo del enamorado. Y el idealismo amoroso, es la clave de “Punto de encuentro” de Isabel Blanco, en el que el amor se manifiesta en el reflejo del amado en los elementos de la ciudad (Pamplona).

También se localizan en este CD temas que afectan a colectivos como los desplazamientos masivos de personas buscando un futuro mejor como en “Migración” de Alicia García, que resulta, a pesar de su corto desarrollo, una protesta a base de interrogaciones contra la falta de espacio donde sentirse libre todo tipo de gente, cuya contundencia surge del modo de expresión, del ritmo que marcan las guitarras y de la percusión de Gustavo Hortoneda. O la identidad sexual como se puede apreciar en “La primera vez” de Montserrat Villar, donde una persona se cansa de ser lo que no era (hombre) y se decide a serlo (mujer) a pesar de las convenciones sociales.

Además la preocupación ecológica aparece tratada en 18 POETAS CONTEMPORÁNEAS por la emeritense Anna Heredia en “Sal a salvarla”, cuyo contenido es una llamada de atención global con el objetivo de proteger la Tierra. La decepción personal se encuentra en “Elegía de Goethe” de Rosa Sala, que acoge la exposición de un desencanto, acentuada por la triste melodía del cello del músico emeritense Ángel Morilla. La lucha por ser libre se hace patente en “Miedo” de la también emeritense María Carvajal, en el que se expone una valiente y original confesión sobre el temor de vivir de muchas mujeres, que aún suena más auténtica con las leves intervenciones del cello. La reivindicación de la paz es el centro temático de “Ojalá” de la extremeña Cristina Vazquiánez, que sueña con que la posteridad sea más esperanzadora que el momento actual, donde predominan las desigualdades y la falta de horizontes. Y el anhelo de tranquilidad se manifiesta en “Silencio” de la poeta de la Mérida venezolana Mª Luisa Lázzaro, cuyo contenido propone eliminar la intranquilidad emocional en que se vive, para que sea posible vivir seguros y crear en paz.

Como es lógico los textos de 18 POETAS CONTEMPORÁNEAS ganan con la interpretación vocal de Miguel Ángel Gómez Naharro, el complemento musical y coral, muestra de que la poesía, cuando deja de ser lírica pierde, a su aliada más fiel, la música. Luego la segura voz del cantautor establece un equilibrio a lo largo del CD con el que consigue mantener al mismo nivel interpretativo, a pesar de su multivariedad, a todas las poetas y a sus poemas.


AGUA FRESCA

Es un CD con un agradable título, Agua fresca, y como es lógico con un tono más personal en las letras y en las interpretaciones, que son acompasadas por las guitarras de Sánchez y Naharro, la percusión de Gustavo Hortoneda, el violín de Manu Clavijo, la viola de Jordi Mª Macaya o el piano de Ángel Morilla.

Las letras de este CD son también variadas y coetáneas. Sus contenidos tratan temas generales como “Europa”, una amable loa a la diversidad del continente, cuyo desinhibido y singular ritmo atrae por la frescura de las guitarras, el violín del argentino Manu Clavijo y el coro de la cantautora abulense Sara Veneros. Además los temas de este CD tocan asuntos particulares como “Aldea pintoresca” (el pueblo del cantautor), cuyo adjetivo se manifiesta en un distendido ritmo, que ayuda a idealizar la bucólica situación del pueblo en mitad de la naturaleza.

También en Agua fresca se localizan composiciones con chispa como “¡Ay, ay, ahí!”, que es soporte de un sensual poema de amor con un atractivo estribillo, que acentúa el fondo creado por la guitarra de Naharro, la viola de Jordi Mª Macaya y la sonora voz de Sara Veneros. Con sensualidad como “Tu interior”, otro bello poema amoroso, dedicado a la amada con dulce sensibilidad. Con emoción como “Madre”, una emotiva alabanza a la(s) madre(s) con una impecable entrada de guitarra de Juan Vargas y una deleitosa segunda voz de Isa Burgos.

Además Agua fresca contiene canciones críticas como “Hoy” que, con un ritmo ágil de guitarra, denuncia la carestía de la vida y las desigualdades sociales. Reivindicativas, como “Juntas”, donde la letra defiende, acompasada por la cálida voz de Miriam Sáez, la libertad sexual de dos chicas lesbianas. Denunciadoras, como “Siesta”, un estupendo ejercicio léxico-musical que reúne abundantes vocablos para definir la cantidad de ineptos que hoy día pululan por doquier en puestos claves de la sociedad. Auténticas, como “Cantor”, que describe la vida errante pero ilusionada del cantautor, como homenaje reivindicativo de las obras musicales de Víctor Jara, Jorge Cafrune y Facundo Cabral (de ahí que el violín se muestre triste –aunque la letra no lo sea– recordando el trágico final de los tres cantautores). Y pasionales, como “Princesa”, cuyo tema se centra en la guitarra como inspiración y en su íntima conjunción con el cantautor.

En fin, 18 poetas contemporáneas y Agua fresca son dos elaborados trabajos, que ha propiciado la pasión músico-vocal de Miguel Ángel Gómez Naharro, cuya sensibilidad lo ha llevado a aunar la música y la poesía con el diseño y la técnica, disciplinas en un principio lejanas a los ámbitos musicales y poéticos, pero ensambladas sin fisuras en estos dos trabajos que, en conjunto, resultan muy gratos a los sentidos que saben apreciar la creación tanto musical como literaria y las disciplinas que, aunque aparentemente ajenas a ellas, las enriquecen.

En definitiva el llamativo aspecto exterior y el cuidado contenido del digipack resultan sobresalientes.

Antonio Salguero Carvajal

 

PRESENTACIÓN DE DOS LIBROS CONVULSIONADOS: CORAZON CONVULSO DE ELADIO MÉNDEZ Y TIEMPOS CONVULSOS DE ANA MARÍA CASTILLO

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COMENTARIO DEL POEMARIO CORAZÓN CONVULSO DE ELADIO MÉNDEZ
(Sevilla, Los libros del estraperlo, 2021)


Corazón convulso, que fue presentado por Joaquín Gómez y su autor en la Feria del libro de Mérida el 7 de mayo pasado, es un poemario original por su enfoque, que habla del amor desde una perspectiva inusual, pues no lo potencia sino lo desmitifica. De ahí que sus versos sean productos de acertadas reflexiones, que convierten al amor cotidiano en antagonista del amor ideal, ese que no existe de continuo en la realidad al ser producto efímero de sofocos sensuales. Y de ahí también que sea un libro práctico, pues procede del mismo discurrir diario, y además objetivo, porque no hace concesiones románticas a Cupido.

Así el poeta advierte los múltiples escollos que acechan al verdadero amor, pues los momentos de los te quierocoinciden con la relación sexual al confundir el amor, con mucha frecuencia, con el sexo y es que el amor necesita menos sensualidad y más sensibilidad. Esta certeza muestra que el amor es una trampa de la naturaleza, para que no se interrumpa la cadena reproductiva, aunque nadie sepa por qué ni para qué (Mis labios ya no perciben / el calor de tus besos, / Nuestro amor / se consume inexorablemente / como ola que a la playa niega / el candor de la espuma).

Además el poeta advierte que el amor se topa continuamente con abundantes obstáculos provocados por la complejidad de cada ser humano; con la inconstancia de mantenerlo; con la infidelidad; con su efímera concepción (He de decirte, sin ninguna acritud, / que te sienta como un guante / la paga vitalicia de la separación); con los celos; con el distanciamiento paulatino sin que la pareja lo remedie a lo largo del tiempo (Yo ubiqué sobre mi mesilla de noche / la radio y los auriculares. / Ella, en cambio, / imaginó sobre su almohada / sensuales batallas / con amantes pretéritos); con la malaintención; con la monotonía que rompe la chispa espontánea del primer amor (¡Déjame, coño! / que se me quema el pescado. / Con un hacha verbal / cercenas la magia del momento); con los reproches por hechos pasados; con la soberbia; con la desencantada visión del amor actual por falta de implicación de la pareja, que necesita vivirlo con sosiego y no con estrés (Nuestro amor / se consume inexorablemente  / como ola que a la playa niega / el candor de la espuma) y también el amor verdadero se encuentra con el escollo del amor informatizado (pura artificialidad) que lo destruye hoy día como las cortapisas que se ponen a cualquier manifestación romántica tildándola de agresión inmoral (Me etiquetas de obseso sexual / cuando solo pretendo / tatuar con mis labios / la palabra deseo // en la sugerente estela / que deja tu figura).

En fin, el libro me ha llamado la atención, porque trata un tema tabú (las parejas se rompen, el amor se hace añicos... y nadie habla de por qué), que el autor sabe manejar con delicadeza, nostalgia y un poso de amargura por lo que pudieron haber sido aventuras maravillosas de infinidad de parejas y no lo han sido muchas veces, no por circunstanciales sobrevenidas, sino (lo que es mucho peor) por inmadurez de mucho niño/a grande (En un acuerdo tácito, / ambos fingían normalidad. / Él se despidió / con un lacónico hasta luego. / Ella le correspondió / con una sonrisa maternal… / Con los pies ya dispuestos / sobre el pretil del puente, / divisó sobre las aguas que bajaban / el cuerpo que la mujer un día / lograra hacerlo estremecer / de dicha).

Esta actitud engloba a todas las mencionadas anteriormente, que se extraen de la lectura de este más que interesante poemario, aviso de navegantes, titulado Corazón convulso, que se encuentra repleto de abundante y elaborada poesía: Tu nombre, huella en mis labios, / grito de memoria antigua, / crisol de ausencia, tu nombre / caricia, beso, suspiro y melancolía. // Tu nombre, tal vez un sueño, / quizá tu nombre sea olvido.

asalgueroc


PRESENTACIÓN DE TIEMPOS CONVULSOS DE ANA MARÍA CASTILLO 

(Madrid, HOAC, 2020)

(Presentado por Antonio Salguero y su autora en la Feria del Libro, Mérida, Plaza del Templo de Diana, sábado 8 de mayo 2021, 7:30 horas)

 


AMC (Ana María Castillo).- Buenas tardes, soy Ana María Castillo Moreno, autora de la novela de historia contemporánea Tiempos convulsos, publicada por ediciones HOAC.

Mi agradecimiento a la comisión encargada de organizar, un año más, la feria del libro y, en representación de ellos, a la concejala de cultura y a la directora de la biblioteca pública Juan Pablo Forner; a los libreros, por estar siempre dispuestos a colaborar en una labor que entraña esfuerzos considerables; y a todos ustedes por haber decidido asistir a esta presentación.

Presentación en la que cuento con la valiosa intervención de Antonio Salguero, quien ha realizado una lectura minuciosa de la novela y un comentario que puede leerse en su blog literario: La Enseñanza es el contagio de una pasión.

Antonio es investigador de la Literatura en Extremadura y tiene trabajos sobre revistas literarias extremeñas, la poesía de Jesús Delgado Valhondo y la historia de la lírica en Extremadura. Además, en los últimos años, se ha centrado en investigaciones sobre la historia clásica y contemporánea de Mérida y en la trilogía Mérida, ayer Augusta Emérita, de la que ya han visto la luz Mérida abarcable en 2018, y Mérida laboriosa Tomo I en 2020.


ASC (Antonio Salguero Carvajal).-Hola, buenas tardes, para mí participar en la presentación de un libro siempre es motivo de satisfacción y más si el escenario es tan impresionante como este y si su autoría es de una persona cercana como Ana María Castillo, con la que entré en contacto allá por 1995 en la tertulia literaria Gallos quiebran albores de Mérida donde, junto a nuestros amigos contertulios, hemos hablado, escuchado y leído mucha y buena Literatura en los últimos 25 años.

Animada por el buen ambiente creado por la citada tertulia, Ana Castillo escribe y edita cuatro libros de poemas; a saber, El despertar de las adelfas; Vuelos de eternidad; Petra, la noche y tú y La música de las horas.

Paralelamente también se dedica al género narrativo y escribe atractivos cuentos para los niños, que publica con el título de La maestra cuentacuentos, y relatos cortos que edita en una revista digital a nivel internacional. Esta labor literaria se ha visto recompensada con la obtención de varios premios.

Ahora Ana Castillo ha pasado al nivel más elevado del género narrativo publicando la novela Tiempos convulsos, un relato extenso que trata los temas sociales, políticos, culturales y religiosos de la historia de España desde 1959 a 1980.

De ahí que la novela sea producto de una ardua elaboración sobre las tensas relaciones establecidas, a mediados del siglo XX, en una zona industrial del País Vasco entre patronos, trabajadores emigrantes y obreros autóctonos, que pedían mejoras salariales, sanitarias y laborales.

Pero estas peticiones, cuando se producían, lo hacían de una forma demasiado lenta. Entonces, las posiciones de los obreros se radicalizaban, adoptaban una postura revolucionaria exigiendo rapidez en los cambios con huelgas e, incluso, con acciones violentas, y luego venían de la otra parte las represalias.

No obstante, Ana Castillo en este ambiente conflictivo muestra un humano interés por exponer, después de entrar en contacto con personas que participaron en aquellos acontecimientos, cómo viven, qué deseos tienen, cómo sufren, cómo se ayudan, se asocian o se enamoran la gente común en esos “tiempos convulsos”.


AMC
.-Hace unos años, me decidí a dar los primeros pasos para escribir una novela, cuyo contenido rondaba mi mente a partir de conversaciones con amigos que vivieron en el País Vasco los tiempos más conflictivos (los 80 y parte de los 90).

Pero yo no quería escribir una novela que se centrase solo en el terrorismo ni tampoco en la época más cruel; sobre eso ya se había escrito bastante. Mi historia comenzaría más atrás, con la emigración. Ofrecería una visión del tardofranquismo (la década de los 60 principalmente) y de la Transición (década de los 70, que desemboca en la democracia), narrando la vida de personas corrientes, unos venidos del sur, otros nacidos en el País Vasco, pertenecientes a diferentes sectores de la sociedad, con distintas inquietudes e ideologías. Todos ellos inmersos en una sociedad, donde los acontecimientos políticos y sociales zarandearían sus vidas hasta la crueldad.Décadas en las que despertó el dragón del terrorismo, pero que también fueron capaces de desembocar en la democracia.

En Tiempos convulsos he pretendido mostrar una sociedad compleja, inmersa en un mundo también complejo y, a veces aterrador, sometido a profundos e inquietantes cambios. Unas décadas muy importantes para llegar a la España que hoy tenemos. Décadas que no deberíamos olvidar y que a las generaciones actuales les vendría bien conocer para valorar lo que se consiguió con la democracia.

 

ASC.-Llama la atención en Tiempos convulsos, la capacidad de Ana Castillo para mantener la tensión narrativa en el amplio recorrido de la novela; muestra del control mantenido por ella sobre el discurrir de su relato.

Y también sorprende la cualidad de la que hace gala para captar la atención del lector de principio a fin, demostrando, ya en sus inicios en este género novelístico, que goza de un poder de seducción literaria basado en una sólida madurez.


AMC.-En Tiempos convulsos nos encontramos ante 21 años de historia. Estos 21 años están distribuidos a lo largo de 33 capítulos, y algunos años ocupan, por la densidad de su contenido, más de un capítulo. La novela sigue un orden cronológico, no hay saltos en el tiempo. Lo que sí se producen son espacios en los que un personaje desaparece durante uno o varios capítulos, o pierde relevancia para cedérsela a otro, pero esto, lejos de confundir al lector, atrae su atención y pronto descubre que esa aparente desaparición era necesaria. Esta ausencia temporal es conveniente para el relato, porque entra en escena un nuevo personaje que, más pronto o más tarde, enlazará su vida con la de los demás.

Un ingrediente que aporta intriga y también sirve de guía, a lo largo de estos 21 años novelados, es que cada capítulo lleva un título que simplemente es un toque de atención y nunca es demasiado explicativo de lo que viene a continuación.

Estos detalles se los debo a llevar escribiendo poesía muchos años; la capacidad de ir a lo importante, prescindir de lo que no aporta nada, sugerir, agilizar la lectura.Esto, permitidme que me elogie a mí misma, es un logro difícil de conseguir, pero es que llevo escribiendo desde que me conozco y aprendiendo de los mejores.

También he conseguido la agilidad con otros recursos como: el uso del presente histórico, para ofrecer más cercanía al lector; la abundancia de diálogos, que sirve a menudo, para definir el carácter de los personajes; las frases cortas; la mezcla de la voz narrativa con descripciones, que no pecan de excesivamente largas, más bien al contrario.

Así pues, agilidad en la lectura. Algo sumamente importante en una novela que trata temas tan densos. De tal modo, que el lector llega al final de estas más de quinientas páginas sin darse cuenta. Recuerdo que el entrañable amigo y poeta Miguel Combarros, párroco durante muchos años en los Redentoristas de Mérida y recientemente fallecido, decía: cuando hay que elegir entre dos expresiones, siempre se debe escoger la más sencilla, la que aporta más claridad y no olvidéis que cuando un escrito parece fácil ha sido el resultado de un laborioso trabajo de pulir, matizar, volver a pulir, hasta lograr la forma que más se ajuste a lo que imaginamos.


ASC.-En efecto, en Tiempos convulsos Ana Castillo muestra cualidades de narradora, cuidando al máximo el relato novelesco no solo manteniendo siempre accionado el discurrir narrativo, sino también controlando minuciosamente el desarrollo de la trama.

Una tarea complicada en esta novela colectiva con numerosos personajes principales, que son protagonistas de múltiples y variadas situaciones, que también la autora ha sabido controlar a la perfección.

De tal manera que el lector no tiene dificultad alguna para seguir el curso de las tramas que avanzan, se entrecruzan y se resuelven con trasparencia y naturalidad.

Así la omnipresencia de la autora en Tiempos convulsos controlando en todo momento personajes distintos y variadas circunstancias ha resultado una pormenorizada panorámica sociológica, que seguro va a interesar a lectores, sociólogos y antropólogos.


AMC.-Cada capítulo toma como marco un hecho histórico relevante, pero solo como marco, porque lo que a mí realmente me interesa es la microhistoria: cómo vivía la gente corriente en esa época, cómo se adaptaba a las circunstancias adversas, cómo celebraban el amor, la amistad, la valentía. La salida del laberinto.

Lo primero que tuve que hacer, como es lógico, fue recopilar información. Un amigo vasco me organizó una serie de entrevistas cumpliendo con los requisitos de variedad que yo le solicité. Otro tanto ocurrió en Extremadura. Así pues, tuve la gran oportunidad de conocer cómo vivieron aquellas décadas: curas obreros, emigrantes, vascos, estudiantes, maestros, obreros, profesores, guardias civiles, policías nacionales, pescadores, sindicalistas, militantes del PCE y de CCOO, también de ELA, exiliados, nacionalistas, no nacionalistas, jóvenes, mayores y niños en aquella época, personas del pueblo y personas de los caseríos, sacerdotes y militantes de los movimientos apostólicos, como la HOAC, la JOC y la JEC.

Estos movimientos de la Iglesia obrera fueron en aquellas décadas, muy importantes. Subrayo lo de Iglesia obrera (a todos nos suenan los curas rojos), porque nada o casi nada tenía que ver con esa otra que comía de las manos del Caudillo. Digo que esta Iglesia obrera con sus movimientos y militantes llevó a cabo en toda España una labor de gran importancia (debido a su formación, capacidad de compromiso y sentido de la justicia) en la representación de las comisiones obreras de empresa, para conseguir mejoras en el trabajo. Promovieron manifestaciones pacíficas en favor de la paz social y la justicia. Formaron culturalmente a las clases más desfavorecidas. Fueron el germen creativo de partidos y sindicatos. Muchos de sus militantes se pasaron a la política, otros a la CNT o a la ORT.

Los movimientos apostólicos hoy siguen existiendo, continúan desarrollando una labor pastoral importantísima y siguen extendidos a lo largo y ancho del planeta.

ASC.-También es de valorar que en Tiempos convulsos la autora se desenvuelva con equilibrio y soltura en el terreno resbaladizo, donde se desarrolla la acción novelística.


AMC.-Conseguir un equilibrio en la acción narrativa con tantos personajes no es fácil, pero en Tiempos convulsos todos están relacionados. A lo largo de la novela sus vidas se van entrelazando hasta conformar una trama, un tejido fuerte, en el que ningún hilo sobra.

Por este motivo, pensé en un principio, que cada personaje debería actuar según su propio punto de vista, sus propias convicciones. Todos debían tener su propia voz. A todos habría que tenerlos en cuenta, escucharlos, así que la única salida para conseguirlo era escribir una NOVELA CORAL, en la que todos son protagonistas.

A veces comento que Tiempos convulsos también se puede considerar como una NOVELA CIRCULAR, ya que en un inicio parte desde Extremadura hacia el País Vasco y, al final, acaba en Extremadura.


ASC.-Llama poderosamente la atención la claridad con que Ana Castillo expone en el discurrir de la acción narrativa, la descripción e interrelación existente entre empresarios y grupos obreros cristianos, comunistas, socialistas, sindicalistas, nacionalistas, independentistas y terroristas, cuyas presiones, a través de las huelgas, las manifestaciones y la violencia de algunos de ellos, conforman el agitado ambiente del País Vasco en los años terminales del franquismo y de la crispada irrupción de la democracia.


AMC.-Para exponer este conglomerado ideológico realicé muchas entrevistas orales a personas de diferentes ideologías y que en aquellas décadas pertenecieron a diferentes sectores sociales, lo mismo en el País Vasco que en Extremadura. Fue una experiencia extraordinaria, porque yo sentía que de algún modo aquellas personas me estaban abriendo las puertas de una parte muy importante de sus vidas.

También necesité documentarme bastante por escrito en temas muy diversos y tuve acceso a documentos interesantes que me facilitaron, como por ejemplo:

 -Carta de Pa i Daniel, Arzobispo de Toledo, a D. José Solís Ruíz, Ministro secretario General del Movimiento y Delegado Nacional de Sindicatos,exigiendo representatividad sindical para la HOAC.

-Se Cristo Vedesse (si Cristo viera). Carta enviada al nuncio en París en 1968 para que la remitiese a Pablo VI, en la que se incluyen miles de firmas de cristianos de base de muchas partes del mundo.Pretendían hacer llegar al Papa el deseo de que la Iglesia regresara a los orígenes, como Jesús la fundó, una Iglesia preocupada por sus hijos, especialmente por los más necesitados, capaz de hacer frente a los poderosos del mundo.

-Diferentes números de “Juventud Obrera”, editado por a JOC, que constituía una ventana abierta a la actualidad tanto nacional como internacional. Aquí ya se hablaba del poder de la televisión como medio de manipulación y también de instigar al consumismo. Y eso que solo había dos canales.


ASC.-En fin otro dato destacable de Tiempos convulsos es la mesura con que Ana Castillo expone esa amalgama de ideologías e intereses enfrentados sin salidas de tono y sin aparecer más inclinada hacia unas posturas que hacia otras.

Este equilibrio es otra cualidad que muestra su elaborada narración, pues resulta complicado poner a todos al mismo nivel cuando moralmente no se puede estar a favor de las ideologías totalitarias, que alienan a las personas, ni de la violencia, que solo provoca indiscriminadamente destrucción y muerte.


AMC.-Desde un principio tuve claro que cada personaje debía ser autónomo, expresar cómo siente, cómo percibe, padece y goza la vida. Yo me mantendría al margen. Quiero dejar claro que es una novela, por tanto los personajes son ficticios, pero están basados en personajes reales, que vivieron esas circunstancias.

Nos encontramos historias de amor, de amistad inquebrantable capaz de guardar secretos durante toda la vida, encontramos destierros, encarcelamientos, muertes, huelgas, fiestas, momentos de humos, pérdidas terriblemente dolorosas, generosidad sin límites. Y todo ello para sobrevivir en tiempos en los que nada es lo que parece, tiempos de intrigas, de grandes cambios, tiempos convulsos.


ASC.-La conclusión a la que me lleva la lectura de Tiempos convulsos es que el buen resultado obtenido por su autoraes consecuencia de la dedicación exclusiva, que ha dedicado a este proyecto narrativodurante los últimos años.

Y se ha embarcado en esta empresa novelística con el humano objetivo de contribuir a erradicar la violencia, su mayor intranquilidad. De ahí que en su dinámica narración destaque, por encima de los conflictos, la amistad, el amor, la comprensión, la empatía, la solidaridad y la capacidad humana de superar la adversidad y tender al Bien, buscando la conciliación para conseguir una convivencia pacífica y próspera para todos.

Este es el motivo de que su novela advierta que en todos los conflictos existe siempre una mayoría de personas que solo desea vivir de su trabajo con unas condiciones laborales básicas, que la violencia solo produce dolor y que el único camino para la convivencia es el entendimiento en un ambiente de paz.


AMC.-Yo lo que he hecho ha sido conducirlos hacia la salida del laberinto. Si observamos la portada es puro simbolismo (lo explico). E incluso esa salida del laberinto no hubiera tenido la sensación de realidad, si los personajes entrevistados y la documentación consultada no lo hubieran hecho posible. Y es que en esta novela, se sobrevive al miedo, porque ellos, los personajes reales, así lo hicieron y apostaron por la paz, el amor y la dignidad incluso a costa, a veces, de su propia vida. Valores como el amor, la ilusión, la amistad inquebrantable, la valentía a pesar del miedo, el perdón a pesar del dolor infinito, todo lleva a la salida del laberinto.

ASC.-En definitiva, como dice Emilio Porta, escritor y vicesecretario de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles (AEAE):

“TIEMPOS CONVULSOS no solo es un gran libro, sino un libro indispensable, un libro que abre nuevas perspectivas y análisis de unos años convulsosen la Historia de España. Un libro que nos habla también de AMOR y de amores, de sentimientos profundos, de reconciliación y perdón. Un libro lleno de imaginación y memoria que cautivará a todos los que tengan la suerte de leerlo”.

AMC/ASC.-Gracias por su atención, buenas tardes.

Ana María Castillo y asalgueroc

(Los vídeos son de Carmen Salguero Pérez)














 


CINCO LIBROS DE LECTURA VERANIEGA

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BREVE HISTORIA DE LA CORRUPCIÓN de Carlo Alberto Brioschi

(Madrid, Taurus, 2019)

Es un libro que muestra una realidad supuesta por todos: la imposibilidad de que la corrupción desaparezca no solo en las instituciones sino también en un nivel más cotidiano. Reyes, papas, empresarios, políticos, personas corrientes… la han ejercido sin pensar en los demás y han aprovechado para asignar trabajos bien remunerados a familiares, que no están preparados para desempeñarlos con eficacia (nepotismo), distribuir cargos y puestos relevantes entre familiares (simonía), han extorsionado, estafado, amenazado, engañado, traicionado, asesinado…, basándose en que el fin justifica los medios.


Y lo peor es que todos (el que esté libre de pecado que tire la primera piedra) a pequeña escala hacemos lo mismo pues, por ejemplo, los enchufes están mal vistos, cuando nos perjudican pero, cuando nos benefician, los usamos sin escrúpulos…

Nada nuevo bajo el sol. Otra vergüenza que atribuir a un ser humano dotado de bajas pasiones, que no piensa en el bien común y solo atiende a su propio provecho sin tener en cuenta a los demás.


EL MÉDICO DE IFNI de Javier Reverte

(Barcelona, Random House Mondadori, 2005)

Javier Reverte es un escritor cuyo estilo sereno, natural, sin grandes aspavientos… me agrada y leerlo supone para mí un amable descanso. En esta novela, El médico de Ifni, ha cumplido con mis expectativas pues urde bien la trama, después de plantearla in media res, es decir, cuando ya la historia está avanzada o, mejor dicho, cuando está acabada despertando así el interés del lector por saber qué ha sucedido, para que comience de esa manera.

Además, añade otros ingredientes para que la novela impacte en el lector como que el personaje principal sea una madrileña, Clara, que sin embargo protagoniza la narración lejos de la ciudad situándola en el desierto de Sahara, Ifni y la Hamada argelina donde se encuentran los saharauis refugiados desde cuando el Sahara, de mala manera soltado por España, pasó a manos de Marruecos.

Clara no conoció a su padre del que tiene pocas noticias y poco a poco va descubriendo datos sobre su espíritu romántico, que lo hizo apoyar la causa del Frente Polisario, pero se le cruza un personaje siniestro que le destroza la vida… En fin El médico de Ifni tiene de todo y resulta una novela entretenida.


UNA GUERRA AFRICANA de Ignacio Martínez de Pisón

(Madrid, SM, 1999)

Se trata de una lectura corta, pues el libro tiene 158 páginas y una letra grande. Relata una historia de amor situada en el protectorado español de Marruecos con especial incidencia en la mala situación en que combatían los soldados españoles, que eran mandados por militares corruptos e incompetentes. La narración comienza después del desastre del Annual, donde fueron masacrados sin munición ni agua 10.000 soldados españoles por un error táctico del general Silvestre, que desapareció en aquella ominosa operación táctica, en la que también participó el mismo rey Alfonso XIII.

El libro incide en el demencial sistema de blocaos que eran recintos aislados unos de otros, defendidos por una docena de hombres que quedaban incomunicados cuando no había sol, pues usaban el heliógrafo que solo funcionaba cuando estaba radiante. Entonces los enemigos aprovechaban para masacrarlos. Mientras, los oficiales y jefes vivían despreocupados en lugares habitados y bien defendidos, bastantes entre queridas y corrupciones que muchas veces afectaban al suministro de la tropa y de la munición…

No obstante, la historia de amor es solo un pretexto para enmascarar la crítica a la vergüenza histórica del protectorado español en Marruecos, que solo sirvió para desgraciar a las familias pobres que, por no tener 2.000 pesetas para librar a sus hijos de la guerra, fueron las que más sufrieron el conflicto sin obtener un solo beneficio (como siempre).


MEDUSA de Alberto Vázquez Figueroa

(Barcelona, Ediciones B, 2014)

En la portada de este libro pone como subtítulo: “Estamos atrapados en una enorme red de redes” y es lo único que he sacado en claro, cuando voy por la mitad del libro y lo dejo por aburrido e incomprensible… No sé qué le ha pasado a Vázquez Figueroa para escribir este bodrio sin sentido pues, como dice el diccionario, bodrio significa: “Guion mal aderezado”.

El argumento no tiene ni pies ni cabeza, aunque este autor se caracteriza por unos contenidos sencillos que son especialmente adecuados para lecturas de verano, cuando no queremos que nada nos caliente la cabeza y, a la vez, nos entretenga como Anaconda, Tuareg,  Bajo siete mares, Ébano, Marfil...


DIOSAS DE HOLLYWOOD de Cristina Maroto

(eBiblio)

Según este libro, Ava Gadner fue una golfa, bebedora, ninfómana y escandalosa. Actriz mediocre que no consiguió dominar sus nervios delante de la cámara como no fuera bebiendo. Además era una egoísta que no quiso compromisos y por eso abortó varias veces.

Rita Hayword fue una desgraciada de la que su padre abusaba, maltrataba y utilizaba para hacerla una actriz famosa. Tuvo mala suerte con su primer marido que era como el padre. Luego amó, se casó y tuvo un hijo con Orson Welles, pero la adicción al trabajo de él y sus largas ausencias (participó en la reelección e Roosevelt) y los ataques de celos de ella hicieron fracasar su matrimonio.

Grace Kelly, el patito feo en su niñez y en su adolescencia era tímida, regordeta y no destacaba, pero comenzó a mostrar sus dotes teatrales en el colegio de monjas y todos empezaron a respetarla y admirarla. A los 15 años cambió a joven guapa y atractiva.

Se enamoraba de sus compañeros de cine (Gary Cooper, Gary Grant, Willian Holden, Carl Gable…) y de menor nivel que ellos con mucha facilidad y en la Prensa la acusaron de rompematrimonios y ninfómana. No obstante era una buena actriz, que se propuso ser de calidad y tuvo la suerte de encontrarse con Hitchock que la consideró su musa. Así y todo se sentía presionada por sus padre, porque no lograba formar una familia.

Consigue un óscar por la película La angustia de vivir (1954) a los 25 años; nadie había conseguido tanto a esa edad. Pero se le resistía encontrar al hombre adecuado para formar una familia y apareció Rainiero, pero fue un fracaso porque ella no fue feliz. Después de un noviazgo y una boda, propia de cuentos de hadas, él mostró su mal carácter, sus hijos fueron un problema y Mónaco, el país de las maravillas, era en realidad un trozo de terreno de dos km2 y un príncipe de pacotilla, que gobernaba a solo 20.000 habitantes… Murió a los 52 años en un accidente de tráfico por un derrame  cerebral, pero se dice que conducía borracha…

Liz Taylor fue una niña prodigio, pero su segundo marido criticaba su impuntualidad, desorden, desinterés por las labores domésticas y amor enfermizo por los animales. Además era ninfómana, alcohólica, irritable, soberbia, engreída, rompecorazones y su físico no era exuberante, por bajita y regordeta. Vamos, un ídolo creado por la industria del cine americano.

En fin, según este libro, estas mujeres no fueron modelo de nada y, en resumen, eran unas desgraciadas que no supieron formar siquiera una familia sencilla y estable. Mientras, sí lo han hecho millones de mujeres anónimas, sin glamour, sin abrigos de visón ni dinero; estas sí que son modelos y tienen mérito y por eso se han ganado su dignidad, virtud primera de una persona, cosa que ni siquiera han conseguido estas “diosas de Hollywood” con tanta parafernalia. 

asalgueroc

OTROS CINCO LIBROS (Y UNO MÁS) DE LECTURA VERANIEGA

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AL CAPONE. SU VIDA, SU LEGADO, SU LEYENDA  de Deirdre Bair

(eBiblio, 2020)

No he podido terminar de leerlo, porque la plataforma eBiblio ha dejado de funcionar sin aviso alguno. La han cambiado por Biblio Digital, aunque está sin activar…

Pero, bueno, con lo que he leído es más que suficiente, pues una vez más me ratifico en que los bandidos deben ser unos inconscientes, ya que si lo pensaran con su conciencia plena advertirían que una vida delictiva, en la que no te puedes fiar ni de tus guardaespaldas, no merece la pena experimentarse y más, cuando no solo tú sino tu familia está en peligro constante, pues puede ser objeto de la venganzas de tus enemigos en cualquier momento y lugar.

Más rentable les saldría que se dedicaran a negocios lícitos, aunque ganaran menos de una forma honrada. Pero, en fin, así de retorcidos son algunos seres humanos. 


                                             CABEZA DE VACA de Antonio Pérez Henares

(Badajoz, eBiblio, 2020)

Es un libro que empezó gustándome, atraído por la gran aventura que prometía y así ha sido en parte. Pero la atracción se ha producido no por emoción ante lo desconocido sino de angustia por las penalidades pasada por el protagonista, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, y por los tres de la expedición que finalmente se salvaron con él.

Además la narración es muy simple, tratando de imitar el seco estilo del protagonista que escribió su aventura, y está flanqueada por dos tapones: uno al principio cuando se pone a contar con excesivo detalle la procedencia de Cabeza de Vaca y otro al final cuando se lía con las relaciones entre los conquistadores, virreyes, adelantados, frailes y demás, que obstaculizan el discurrir narrativo.


LA PRINCESA Y LA MUERTE de Gonzalo Hidalgo Bayal

(Barcelona, Tusquets, 2017)

Con estos relatos mi hasta ahora apreciado escritor Hidalgo Bayal (en este mismo blog le hice una crítica estupenda el 300313 a su Conversación, una soberbia obra literaria) ha perdido un montón de puntos por dos razones: 1)La princesa y la muerte es una serie de relatos muy violenta, que no se justifica ni en la ficción literaria. 2)El libro está dedicado a su hija Blanca y resulta increíble que un padre escriba relatos tan crueles y nada edificantes para su hija.

No sé qué motivos ha podido tener el escritor cacereño para escribir estos relatos tan despiadados, pues para violencia ya tenemos diariamente los telediarios, periódicos e internet, que aparecen repletos de sucesos crueles a cada cual más espeluznantes. Y yo creo que los escritores, ya que poseen una proverbial habilidad para escribir, tienen la obligación moral de contrarrestar la violencia endémica que domina el mundo.

No obstante esto no quiere decir que escriban para referirse a un mundo guay donde todo va como la seda, no. Pero lo que no puede ser es que se eche más leña al fuego, difundiendo una violencia gratuita que desde niños hemos visto en los cuentos tradicionales: el cazador abre el vientre al lobo y se lo llena de piedras para que luego se ahogue; los cabritos son devorados por el lobo (vaya sambenito que le han colgado los cuentistas al pobre animal), la bruja envenena a Blancanieves, Pulgarcito y sus hermanos son abandonados en el bosque… ¡qué horror!

Pues esta tradición horrorosa parece que no es suficiente para Hidalgo Bayal, que se despacha hablando tranquilamente de un rey cruel que ahorca, degüella, ahoga, decapita… a juglares, caballeros, pajes… aplicando la violencia por la violencia, y de una hija, la princesa, que es caprichosa, tonta, macabra, y presuntuosa, una joyade hija y de personaje literario, que acaba deprimida y loca…

En fin, que no comprendo en absoluto nada…


CUANDO LISBOA TEMBLÓ [Quando Lisboa tremeu] de Domingos Freitas do Amaral

(eBiblio, Penguin Random House, 2010)

Es un libro que he escogido al azar en eBiblio la plataforma de la diputación de Badajoz. Escrita por el portugués Domingos Freitas do Amaral, es una novela ambientada en el devastador terremoto que Lisboa sufre en el 1 de noviembre año 1755, cuando la ciudad queda arruinada, mueren muchas personas aplastadas por los edificios religiosos, donde se encontraban celebrando el Día de Todos los Santos, en sus casas e, incluso, en las calles pues la destrucción es general y muchos edificios se vienen abajo sepultando a personas, animales y enseres.

Santamaría, un pirata a la fuerza aunque buena persona, es el protagonista que como tanto otros, en el caos posterior al terremoto, intenta salvarse cuando lo sorprende en la cárcel, de la que se escapa con su fiel amigo Mohamed. En sus andanzas de un lado para otro buscando comida, ropa, dinero y cómo escapar de aquel atolladero, cuenta también lo que sucede a su alrededor, que quizás es lo que pretende Freitas do Amaral: describir la sensación de horror y pánico que viven los habitantes de Lisboa ante el inesperado y portentoso fenómeno natural, que sume a la ciudad en el caos.

 

LA TRAICIÓN DEL REY Y LA DAMA DE SAIGÓN de José Luis Gil Soto (para AEEX)

(Madrid, Kailas, 2015)

José Luis Gil Soto es un escritor extremeño que me sorprendió con su novela La traición del rey sobre el también extremeño Manuel Godoy, valido de Carlos IV.

Esta es una soberbia novela histórica que aclara de una vez por todas el devenir de la vida de este militar y político, ascendido de la noche a la mañana a los más altos honores del Estado por el citado rey y la reina, su esposa. 

Por él nos enteramos de que a Godoy le pasó lo mismo que al extraordinario músico Salieri, que tuvo la mala fortuna de coincidir en el tiempo con un genio. Godoy coincidió con Napoleón y Salieri con Mozart y ambos, que disponían de cualidades políticas y artísticas respectivamente quedaron oscurecidos por los dos genios.

En cuanto a La dama de Saigón, se basa en un hecho real, la guerra de la Conchinchina, en la que participa España, y el resto es ficción novelada. 

Y lo cierto es que Gil Soto mezcla ambos enfoques con maestría y logra hilar una novela entretenida, que a veces plantea una compleja trama no fácil de seguir por el lector y que, sin embargo, se resuelve al final de una forma sencilla y redonda, aunque previsible. 

asalgueroc


SENDEROS de María Victoria Chamizo

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(Cáceres, Rumbos, 2021)

La misma poeta explica en el primer poema, titulado también “Senderos”, la denominación y el significado del poemario: los senderos constituyen el camino por donde los poetas puros llevan a cabo la búsqueda de un ideal en un estado de ensueño (“la vida, sin sueños, no es nada”, 51). Tal búsqueda, que es propia de los románticos, se manifiesta en los primeros versos del libro cuando, en una referencia a Rosalía de Castro, María Victoria declara: “Me hablan las rosas que están abriendo / y los capullos que están cerrados… / me hablan los campos…” (11), que recuerdan a ”Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros…” de la poeta gallega.

No obstante, se trata de un eco de la poeta romántica buscado a conciencia por María Victoria como una invocación, que sitúa al comienzo de Senderos para exponer las intenciones con que elabora el poemario: “Quiero el sendero de los que sueñan: / ese sendero blanco… muy blanco” (11). Es decir, la poeta desea transitar por la senda de los poetas que abrigan el anhelo de vivir en un mundo ideal.

De ahí que el componente característico de la poesía romántica de María Victoria Chamizo sea el contraste entre el vitalismo que suele mostrar (“Yo soy como las tormentas, / como los bosques salvajes, / como el mar tempestuoso / cuando aterra con su oleaje”, 33) y la melancolía, con la que su espíritu se acomoda mejor a la dificultad de no alcanzar ese ideal (“¿por qué está triste la tarde, / ¿por qué lloran las estrellas?”, 12).

El tema central en torno al que gira Senderoses el amor (“en estas tardes calladas, / cuántos besos, cuántas frases, / lleva el viento cuando pasa / rozando los ventanales”, 13) que, como todo lo relacionado con la pasión, goza de episodios dulces y también sufre momentos decepcionantes (“La tarde se puso triste, / triste se puso la tarde / cuando le dije que tú / por otro me abandonaste”, 13).

Además en sus versos se manifiesta una latente intranquilidad por el rápido paso de tiempo (“La noche, negra tumba, / hermética y callando, / me dice que la vida / se pasa tan volando, / que a veces ni los sueños / podemos terminarlos”, 25) y por la llegada de la muerte (“La vida se acaba, se acaba: frío cuchillo de acero que corta, / que hiere, que mata”, 51). De ahí que se detecte entre sus versos el gusto romántico por escenas lúgubres, para exorcizar esa trágica idea que atormenta su espíritu (“te seguiré esperando eternamente / hasta verte llegar de entre los muertos. / Y correré a tu lado / con el fósforo que desprendan de mí / todos mis huesos”, 17), y la preocupación social por los desfavorecidos, que sufren más de lleno esas circunstancias (“Allá, en un barrio mísero, la gente con miedo espera / que descargue el aguacero / y destruya sus viviendas”, 49).

Ante estas certezas la poeta sueña con la ilusión de existir en un ámbito libre de intranquilidades (“vivir sin inquietudes, / sin sombras, sin barreras, / huyendo de la parte / de la vida grosera”, 42), de circunstancias adversas (“quiero una nube blanca, /quiero un jardín de rosas; danzar la fantasía / y en ritmo de quimeras / bailar las melodías / que el corazón quisiera”, 14), y de la insatisfacción de su, a veces, desolado espíritu (“la sed que me ahoga con nada se apaga, / y en vano yo busco la paz que me falta”, 21).

En fin, María Victoria Chamizo resulta una fina y sensible poeta por la delicadeza de su expresión, la cadencia de su ritmo, la suavidad de sus rimas, la dulzura de sus anhelos, el dolor de sus penas y la pasión poética de su búsqueda de un ideal. Y también lo es porque ha bebido en la mejor tradición poética española que, propiciada por sus modelos (Quevedo -17-, Meléndez Valdés -15-, Rosalía de Castro -11-, Bécquer -68-, Carolina Coronado -49-, Zorrilla y su Don Juan Tenorio -15- y Machado -16-), se nota bien asimilada por ella a través de sus múltiples y variadas lecturas.

asalgueroc

LO QUE NO SERÁ de Antonio Reseco

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(Mérida, De la luna libros, Col. Lunas de Oriente, 2021)

En Lo que no será Antonio Reseco sigue ahondando en sus intranquilidades existenciales a través de sus densas y tensas narraciones, donde vuelve a mostrar (después de hacerlo en El conejo, la chistera y el mago sin memoria y El café portugués) su doble faceta de narrador y de pensador en continua elucubración, pues no se da descanso encadenando certezas, muchas veces preocupantes, sobre la frágil e inestable condición del ser humano. Esta patente imperfección Reseco la describe por medio de hondas reflexiones, que proceden de su aplicada atención a lo que sucede sobre este asunto en su cotidiana y consciente experiencia vital (“Tapicerías” trata las manías y absurdas discusiones de pareja, que no llevan a nada y, sin embargo, la hacen perder amor y tiempo, dos tesoros para quienes saben disfrutarlos).

Quizás las deficiencias más preocupantes, detectadas por su acertada reflexión, sean la falta de recursos que el ser humano padece cuando necesita controlar sus dudas, miedos y fantasmas (“Manhattan” es un emotivo y agudo homenaje a Woody Allen, que sigue planteando estos temas en las complejas situaciones y en los frenéticos diálogos de sus películas). La intranquilidad por el peso que ejerce el tiempo en la endeble y caduca naturaleza humana (“Nadie lo sabe” es una narración donde se advierte que todo lo cambia el tiempo, la enfermedad y la muerte). Y la incertidumbre del ser humano de no saber cuál es la realidad que está viviendo (“Amanitas” es una muestra de las nefastas consecuencias que pueden acarrear las suposiciones, pues nada es lo que parece y la intuición muchas veces genera errores de percepción).

En otros relatos aparece la inestabilidad de las relaciones humanas y, sobre todo, de la más emotiva, la amistad (“Confesiones” sorprendentemente pone en duda la existencia de ese, hasta ahora, fiel e inquebrantable sentimiento). Y también se manifiesta la inseguridad de la interacción humana más pasional, el amor, aunque en clave poética se asegure que este sublime estado supera a la muerte (“Concierto en la menor op. 129” advierte que la distancia física y temporal mata al amor. Y que una cosa es la vivencia idílica del amor y otra la convivencia diaria de la pareja –“Quién sabe cómo”–).

Más intranquilidades acogen los relatos de Lo que no será como la urgencia que tiene el ser humano de comunicarse, sobre todo para ahuyentar la soledad (“Sintagmas”); la sospecha de que el componente enigmático de los seres humanos a veces los sitúa más cerca del diablo que de los ángeles (“Criptofasia”); la necesidad de conservar puras la experiencias de juventud sin que las contaminen la monotonía de los años (“Lo que no será”) y las distintas perspectivas con que ven la realidad padres e hijos que, intentando establecer comunicación, se alejan mucho de una verdadera relación paterno-filial por no saber congeniar sus enfoques distintos (“Sueños y paternidades”).

Lo que no será es, por tanto, “Lo que nada será”, porque la comunicación y la relación humana son producto de una actividad complicada, el amor no dispone de fuerza suficiente para exorcizar el efecto negativo del tiempo y, en definitiva, todo es mutable y nada permanece, aunque, recordando a Heráclito, siempre parezca  la misma agua.

En fin, jugosa lectura la de este conjunto de relatos, que exige al lector mantener continuamente activada su atención y, a la vez, le ofrece disfrutar del ejercicio lector por la maestría con que Antonio Reseco plantea, desarrolla y cierra estas narraciones cortas, cuya elaboración es tanto o más laboriosa y compleja que las extensas, teniendo en cuenta el alto grado de placer estético que proporcionan.

asalgueroc

CINCO LIBROS DE VERANO PARA LEER EN OTOÑO

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PASIÓN INDIA de Javier Moro

(Barcelona, Seix Barral, 2004)

La lectura de este libro resulta entretenida, porque descubre el fabuloso mundo de los marajás hindúes, que parece pura invención por su fastuosidad, riqueza, irracionalidad y capricho. La historia de Anita Delgado, una bailarina de un teatrillo madrileño, es como un cuento de hadas, pues con solo 17 años se enamora de ella el marajá de Kapurtala, que la llena de joyas y honores y, al final, cae en sus brazos y queda embarazada. Una más en la larga lista de féminas del marajá, que posee cuatro mujeres y 250 concubinas.

El marajá gobierna su pequeño estado con magnanimidad e interés por la situación cotidiana de sus súbditos con los que no le importa conversar en la calle y que se le acerquen a exponerle sus problemas o simplemente a saludarlo. Se ha educado en Europa y quiere modernizar Kapurtala, a la vez que gasta grandes sumas de dinero en sus viajes por Europa y América y en construir enormes edificios inspirados en Francia, su punto de referencia, que muestren su riqueza y su poder.

El libro no lo dice, pero habría que preguntarse de dónde saca el dineral que gasta y la respuesta es de los impuestos de los empobrecidos súbditos, en su mayoría campesinos que viven una vida miserable.

Anita es su mujer preferida durante unos años; el marajá la trata estupendamente, la colma de joyas y de regalos pero, poco a poco, se van distanciando, pues el marajá se ve con otras mujeres y ella aburrida y sola en una cultura distinta se enamora de Karan, uno de los hijos del marajá, que se entera, la obliga a abortar y provoca el divorcio.

Una buena cosa que enseña este libro es el concepto del erotismo hindú, que tiene que enseñar mucho al pacato europeo. Los hindúes saben cómo sentir placer abiertamente y los europeos esconden por pudor sus deseos más íntimos y solo consiguen ser infelices por desperdiciar un sentido que gratuitamente proporciona la naturaleza, para disfrutarlo y compartirlo sin dañar a nadie, pues también participa del placer generado.  


A FLOR DE PIEL de Javier Moro

(Barcelona, Seix Barral, 2015)

Cuenta los avatares por los que pasa la Expedición Filantrópica de la Vacuna, que se produce durante el reinado de Carlos IV y su valido el extremeño Manuel Godoy poco antes de la invasión napoleónica, en las colonias americanas para difundir la vacuna contra la viruela, causante de pandemias periódicas en todo el mundo. Este hecho inaudito es llevado a cabo por los doctores Balmis y Salvany con la ayuda inestimable de Isabel Zendal.

Es una novela de grata lectura, pues la historia es entretenida e ilustrativa de un hecho olvidado que, sin embargo, tiene una enorme importancia para la Humanidad, pues ayudó a la erradicación de la viruela en el planeta, que antes había provocado mortíferas pandemias.


PATRIA de Fernando Aramburu

(Barcelona, Tusquets, 2016)

Patria es una novelaza que, por eso mismo, no hay que contar, pues ya la ha contado muy bien Fernando Aramburu. Resulta impresionante la creación del ambiente, de los personajes, de la acción y de que nadie se sienta ofendido, para que todos entiendan la necesidad de reflexionar en un hecho como el de la locura de la banda terrorista ETA.

Definitivamente Patria señala que las ideologías son un ente abstracto que perjudica a todos los que se entregan a ellas. Es conmovedor cómo Jose Mari entrega literalmente su vida a una ideología, deja de ser él para formar parte de unas ideas que no lo tienen en cuenta, solo interesa lo global no lo individual, pero mientras entrega absurdamente su vida a ella.

Patria era una novela necesaria para que todos reflexionemos en la inutilidad de la violencia, pues solo proporciona sufrimiento gratuito. Y esto es lo fundamental para mí, para que todos los que vivimos la violencia de ETA, una banda de descerebrados, pidamos perdón por no haber hecho nada, porque decíamos, para quitárnoslo de encima, que era un problema vasco; ¡no, era un problema de españoles! que eran acosados por unos locos portadores de una ideología trasnochada en uno de los pocos lugares del mundo, donde había trabajo y pan para todos, el País Vasco.

Una situación de vergüenza, que llega a la absurdez que provoca la cobardía: uno de tus paisanos es atacado por la banda con una campaña de descrédito y todos abandonaban a la víctima, como en los documentales donde los ñus corren de los leones, sin pararse a ver que el más débil necesita de su ayuda y, al final, solos, son devorados por las fieras. Los demás se salvan, pero ¿a qué precio? Al precio de la cobardía, de la sumisión, de la más triste vergüenza…


NÁUGRAFOS de Susana Martín Gijón

(Mérida, ERE, 2013)

Náufragos es un relato correctamente escrito, que se lee con comodidad y sin complicaciones de lugares, nombres ni fechas y en poco tiempo. No obstante, creo que resulta corto y los personajes, que pecan de previsibles, no tienen profundidad. Además la historia que cuenta no resulta atractiva, pues es tópica: chica con un trabajo donde cobra poco y trabaja mucho es despedida, se encuentra con una mujer enigmática en un entorno de marginados y luego conocen a un chico rico que se refugia en aquel ambiente por un motivo, que no resulta real y al fin todo acaba en la decepción de una situación narrativa insostenible.

De ahí que no sea una lectura que sorprenda ni deje el deseo de leer otro relato de este tipo. Sin embargo, le daré otra oportunidad a su autora, porque me ha parecido que puede dar más de sí en un relato algo más extenso. Vamos a ver, voy a leer Progenie, ya les cuento.


LA MANO, ABU de Carlos Fernández Ronquillo

(Badajoz, Rejas, 2020)

La mano, Abu es un simpático y entretenido libro, propio del carácter amable de Carlos Fernández Ronquillo, su autor, y de las historias que cuenta, que son una muestra de que todos tenemos que contar algo a los demás, la diferencia se encuentra en cómo se cuenta. Y Carlos lo hace de un modo atractivo mezclando relatos y descripciones de vivencias con enseñanzas (como en los cuentos medievales), que son producto de sus experiencias, a las que añade unas pizcas de gracia y de socarronería andaluza.


El libro también goza de atractivo exterior por los bellos y auténticos dibujos que ilustran su cubierta, acordes con el contenido del libro, que está narrado por el autor como una amable conversación con su nieto, Hugo. Luego el aspecto interior es agradable con la letra grande, bien espaciados los renglones y dibujos atractivos. Además el libro se abre con un interesante prólogo de Paco Prior.

El resultado es un conjunto de relatos que invita a leer para ver qué nueva aventura cotidiana cuenta y cómo ha salido de ella… normalmente con una enseñanza moral, para que Hugo aprenda por la experiencia del abuelo que es como era antes la enseñanza: de padres a hijos, de abuelos a nietos, más práctica que teórica y, por supuesto, más contundente. Así, en el primer relato, “Octubre castigoso”, el abuelo le cuenta que suspendió varias asignaturas de bachillerato y, como su padre lo mandó de ayudante de porquero y tuvo que soportar lluvia, frío, sol y carreras para que los cerdos no se escaparan, decidió aprobar todo el septiembre y seguir estudiando sin suspender…

asalgueroc




Ágata ojo de gato de José Manuel Caballero Bonald

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(Barcelona, Anagrama, 1974)

Confieso que, cuando mi entonces amigo AR, me recomendó hace tiempo la lectura de este libro y me puse a leerlo, no me atrajo por su compleja expresión y lo dejé. Sin embargo cuando, años después (mientras los que AR no ha dejado de recordarme sus virtudes), me he encontrado el libro en una selección de títulos expuesta a la vista en la biblioteca, lo he considerado una advertencia y me he dispuesto a abordarlo con otro talante, pues tenía pendiente darle una satisfacción a AR por su interés en el libro.

Y esta vez me impresionó el alarde expresivo de Caballero Bonald parecido, salvando los siglos, al no menos impactante estilo barroco de Las Soledades de su admirado Góngora: “el solitario se sintió absorbido de pronto por el vórtice de una turbia rotación de delirios que le circuló vertiginosamente por la sangre y se le incrustó en las ingles y allí le violentó las desvencijadas compuertas del sexo” (22).

Es decir que lo que ahora me atraía era lo que antes me echó para atrás, pues en realidad el inicio del libro es una acumulación de hipercultismos y palabras rebuscadas, que seguro ha desanimado a más de un avezado lector. Y los que se han atrevido a continuar (porque, paradójicamente, esta soberbia lengua engancha a la lectura), debieron hacerlo con el diccionario en la mano y mucha paciencia para continuar lentamente la lectura con el objetivo de comprenderla y después degustarla. Tal esfuerzo seguro que les ha merecido la pena teniendo en cuenta la escritura expresivamente insulsa de los últimos años de los autores de best seller, los de la literatura del blablablá, esa que llena páginas y páginas con pasmosa facilidad, pero con un tono plano, monótono y falto de emoción, que no aporta nada a la prosa narrativa.

El estilo de Caballero Bonald es, sin embargo, llamativo por el preciosismo con el que se aleja de la lengua standard; por el placer estético que proporciona al lector, cuando logra ir desentrañando el discurrir narrativo, y por haber salido indemne de esa compleja lista de palabras, que amplían gozosamente su vocabulario mediocre (comparado con la riqueza léxica de la que hace gala Bonald) y, especialmente, su bagaje emocional de lector intrépido, por haber logrado finalizar la lectura.

También el autor mantiene en ascuas al lector con otros recursos como la tardanza en desentrañarle el sentido del título que, en un principio, parece que se trata de un nombre de mujer, Ágata, y sin embargo se refiere al color de la piedra ágata que es el mismo de los ojos de Manuela, la protagonista: “Miró su propio miedo reflejado en los ojos de ágata –tan iguales a los suyos– del gato” (145).

Además Bonald tampoco aclara para qué cuenta una historia con escaso atractivo sobre un misterioso normando que emigra a tierras cenagosas del sur, donde sobrevive como un animal; compra a Manuela con la que tiene un hijo (Perico Chico) y, ante el desapego y el mutismo de él, comienza a frecuentar a otros hombres, queda embarazada de nuevo y da a luz a Diego Manuel. Luego el normando se vuelve majara, muere y es enterrado en la ciénaga por Manuela y su hijo Pedro, no sin antes averiguar en dónde tiene escondido un tesoro que había encontrado en un enterramiento funerario de algún antiguo pueblo tartésico de la zona. Tal hallazgo será la base del enriquecimiento de Pedro, comerciante de oscuros negocios que le producen suculentos beneficios, cuyo cambio de fortuna será el motivo principal de su ruina. Pero nada más.

Aunque posiblemente esa sea la intención del autor: Contar un hecho banal, que le sirva de propuesta para escribir a sus anchas por el mero gusto de narrar disfrutando de una forma alucinante (como Góngora en Las Soledades) de la invención de una epopeya a la española, que tiene (y no le importa) claras influencias de la novela hispanoamericana, que conoce de lleno cuando vive en Bogotá impartiendo clases.

Así en Ágata ojo de gatollaman la atención rasgos propios del Realismo Mágico como la conversión del normando en una aparición fantasmagórica, que tiene asustado al entorno (76); la llegada de una “polícroma banda de peregrinos… tropa de los erráticos condes Jeremías y Nepomuceno” (119); la incorporación a la trama novelesca de Ojodejibia (130), un expresidiario, rufián y nigromante, llamado pomposamente Juan Crisóstomo Centurio –apellido por el que se relaciona además con el personaje de La Celestina, al ser ambos rufianes, malhechores y bravucones…– (133); el suceso apocalíptico causado por los insectos de la marisma (136), en medio de la que Pedro Lambert ha construido una mansión con un enorme jardín que la circunda; o la aparición de otros personajes inquietantes como Cayetano Toronjí y su sobrina Escaramunda (150), una joven pelirroja que está sufriendo una misteriosa metamorfosis en pez.

No obstante, Bonald compensa tal parecido con su hiperculta expresión y unas excepcionales descripciones que jalonan el relato hasta el final con escenas magistrales como la del amanecer en que Manuela busca infructuosamente a su segundo hijo: “Sintió el verdinegro calambre de la intemperie a la par que gruñía la raposa de vuelta a la moheda y chillaba la avutarda por la otra orilla del caño, y era otra vez un día amorfo reptando por aquel mundo sin distancias ni contrastes ni puntos de referencia.” (119).

Además el libro en general tiene un punto de gracia socarrona, por la que se deduce que Bonald está disfrutando con la escritura como cuando describe los orígenes de Pedro: “el galán descendía, por línea paterna, de una especie de asno cimarrón –amén de extranjero–, que había recalado un día por la marisma con igual extravagancia con que se esfumó, y que, por parte de madre, era lo más parecido que había a un hijo de puta” (147).

Y es que el libro es un juego lingüístico montado por Bonald para crear a través de la escritura una epopeya a la española con cuya composición divertirse, usando ese sorprendente modo de decir repleto de palabras escogidas, que imprimen empaque a lo que relata, describe y argumenta.

En fin, cuando se logra culminar Ágata ojo de gato, se advierte que este tipo de lecturas que cuestan pero que se continúan porque se aprecia su rica expresión, a la postre producen mayor placer estético que otras sin dificultad, pero que no ponen en tensión la emoción del lector ni suscitan un intenso deseo de seguir hasta descifrar lo aparentemente impenetrable, cuyo origen en esta ocasión se encuentra, nada más y nada menos, en nuestra más enraizada tradición literaria y, en concreto, en Góngora, un maestro del lenguaje, hiperbólico, deslumbrante, como se muestra Caballero Bonald en Ágata ojo de gato.

P.D.- ¡Gracias AR!

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EL SÍNDROME DE DIÓGENES de Juan Ramón Santos

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(Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2020)


De nuevo Juan Ramón Santos, después de El verano del endocrino, me sorprende con otro ingenioso relato que se titula El síndrome de Diógenes, ocurrente, simpático, muy bien escrito con una prosa ágil, desinhibida y un contenido aparentemente absurdo, muy original y divertido, que transmite el gozo con el que va elaborando la narración por el simple y literario hecho de narrar por narrar con una espontánea maestría expositiva, liberadora de cánones y corsés tanto para él como para el lector.

No obstante Santos no se queda solo en cuidar la forma, que resulta exquisita, sino también el fondo del relato pues, detrás de esa amable fachada, encierra un cúmulo de severas denuncias (camufladas en una socarrona expresividad) contra un ser humano que no está a la altura de lo que le marca la naturaleza en el respeto y la atención por los animales y en otros aspectos sociales manifiestamente mejorables.

El síndrome de Diógenes comienza con una genial ocurrencia: el protagonista, un oscuro profesor de instituto, siente unas ganas enormes de ladrar a las señoras mayores, que se muestran prepotentes y ponen cara de perro a los demás; de ahí que el autor las denomine bulldogs. El motivo es que empieza a sentirse mayor y, después de algún divertido asalto a estas señoras, experimenta un rejuvenecimiento parecido al que le proporcionaban las trastadas, que perpetraba cuando era un joven universitario.

No obstante, en este punto de la lectura el lector cae en la cuenta de que la absurda actuación del profesor-ladrador no es una simple broma (Juan Ramón Santos no escribe en vano), sino una andanada de severas críticas contra el sistema educativo, que no se preocupa por lo que le puede suceder a un docente; contra los funcionarios que no cumplen con su servicio al público y contra la falta de empatía de ciertas personas, que no contribuyen a hacer más agradable la vida cotidiana a los demás como las Bulldogs.

Y es que este original relato, en su técnica, sigue la tradición de tener por protagonista a un antihéroe, que se ve abocado a explicar su forma de actuación, como antes lo hizo Lázaro en el Lazarillo de Tormes, cuando escribe a un noble una carta, donde justifica su proceder en la vida subrayando que es la representación del individuo solo en una sociedad fatalmente concebida para los débiles.

También esta narración se escuda en una persona desquiciada como los protagonistas de El Quijote o El licenciado Vidriera de Cervantes y en animales como en los relatos infantiles o en las fábulas, para criticar lo que desean sin que los censuren, pues se da por seguro que ni unos ni otros disponen de libre albedrío y nadie hace caso a sus denuncias que, sin embargo, ellos emiten sin ser amonestados.

Por este motivo “El síndrome de Diógenes” es la denuncia de un cínico (heredero de aquella escuela filosófica, crítica con los males de la sociedad, cuyo representante fue Diógenes), que ladra además para advertir lo nocivo que es la dependencia del móvil; la situación lamentable de los padres respecto a los hijos en una ruptura matrimonial; la sucesión de leyes con que el sistema educativo fracasa a la hora de educar; el maltrato contra los indefensos; la crueldad de las novatadas estudiantiles; la falta de empatía del ser humano con sus semejantes frente a las muestras de esa virtud en los perros con sus dueños…

En cambio, esta llamativa ficción supone la defensa de un entorno natural, respetuoso con las personas y con los animales, frente a un mundo violento, resultado de lo que se denuncia anteriormente. De ahí que el relato sugiera, para erradicar esos males, que el ser humano debe seguir la senda marcada por la naturaleza y eludir la deriva de la sociedad actual hacia un mundo totalmente desnaturalizado. 

asalgueroc


LIBROS PARA LEER EXCEPTO UNO

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 EL PARAÍSO EN LA OTRA ESQUINA de Mario Vargas Llosa

(Madrid, Santillana, 2003)

Este libro supone una muestra de la alta calidad que goza Vargas Llosa no solo como narrador sino también como pensador. ¡Qué maestría en definir con minuciosidad a Paul Gauguin y a su abuela Flora Tristán. Dos seres apasionados: uno por el Arte y la otra por aliviar la situación penosa de los obreros al comienzo del siglo XIX!

¡Qué lucha mantuvieron los dos. El pintor buscando desesperadamente el Arte puro, de ahí que se fuera a Tahití y luego a Las Marquesas, donde creía que se encontraba el ser primitivo, no contaminado por la sociedad burguesa y castradora de la libertad individual, y su abuela tratando de conseguir mejoras, a costa de su seguridad y su salud, en las condiciones laborales de los obreros y de sus familias en plena Revolución Industrial!

Y todo esto narrado magistralmente por un auténtico escritor que, además, ha reflexionado profundamente en las emociones, vaivenes, decepciones y logros de estas dos figuras del humanismo, pues abuela y nieto en definitiva lo que quisieron fue buscar la verdad y la belleza en un mundo mejor.


A PRUEBA DE FUEGO de Javier Moro

(Barcelona, Planeta, 2020)

Es un libro que me ha encantado, a pesar de no tratar de entrada un tema muy literario, pues el autor se limita a trasmitir con fidelidad la pasión del protagonista, Rafael Guastavino, por la construcción. Y es que la vocación auténtica, arraigada en lo más íntimo y profundo del ser humano, crea fidelidades.

Guastavino es un catalán, que ama su profesión de constructor y, además, crea novedosas técnicas de hacer escaleras y bóvedas muy finas, elegantes, etéreas, aligerando de material las construcciones de la época. Su pasión son las cúpulas recubiertas con baldosines y azulejos, que él mismo diseña y produce. Así colabora en la construcción de numerosos y emblemáticos edificios en Nueva York y otras ciudades importantes de EE.UU. con los arquitectos más famosos de final de siglo XIX y primera mitad del siglo XX, cuando tiene como continuador de su obra a su hijo Rafael Guastavino Jr.

Anima también bastante la lectura los líos de faldas que el padre tiene (curiosamente el hijo es todo lo contrario: no tiene mucha relación con mujeres, se casa tarde con una joven, que lo abandona por ser un marido pusilánime en la vida familiar).

 

LA COLINA DE LAS PIEDRAS BLANCAS  de José Luis Gil Soto

(Barcelona, Styria, 2010)

Es un libro bien narrado a través de su protagonista, el ficticio llenerense Rodrigo Díaz de Montiel, que usa una lengua con un tono parecido al del siglo XVI.

 
Por este motivo conocemos los hechos directamente y de la misma manera que debieron contarlos tantos soldados, que participaron en el desastre de la Invencible y lograron escapar, muchas veces, como Rodrigo, para relatar las tristes jornadas, que vivieron por los elementos atmosféricos desatados, la falta de organización y la pericia marinera de los ingleses, que luchaban para no ser invadidos.


LA BIBLIA CONTADA PARA ESCÉPTICOS de Juan Eslava Galán

(Barcelona, Planeta, 2020)

A pesar del simpático desenfado con Juan Eslava Galán cuenta los detalles de la Biblia como resultado de un trabajo lector ímprobo, no me apetece terminar el libro, porque ya estoy cansado de violencia. Voy por algo más de la mitad y no sé cuántos filisteos, sirios, cananeos, egipcios, israelíes y de otras procedencias han acabado desollados, descuartizados, martirizados, asesinados… en nombre de Yahvé.

No sé cómo puede ser posible tanta crueldad. Si, en este libro tan seguido en todo el mundo, hay tamaña violencia, de alguna forma se está dando vía libre a todo tipo de atrocidades y se hace difícil creer en un dios tan extremadamente cruel. Dios está muy alejado del Mal y no puede ser otra cosa que benigno, comprensivo, equilibrado y justo; lo demás es Satán.


MI PECADO de Javier Moro

(Barcelona, Espasa, 2018)


Resulta muy interesante y está bien escrita esta historia de la “más singular, seductora y deslumbrante estrella del cine español”, según Javier Moro. Conchita Montenegro que conquista Hollywood en los años 30 del siglo XX, es amante del afamado actor inglés Leslie Howard (el rubio y apuesto militar confederado de Lo que el viento se llevó) y se retira para casarse con el diplomático Ricardo Jiménez-Arnau con el que recorre el mundo, para luego morir sola a los 95 años en Madrid, pues no pudo tener hijos. 

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POESÍA ELEMENTAL de Demetrio Meléndez Díe

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(Barcelona, RIL, 2021)

A través de una acertada sugerencia de mi amigo Luciano Feria, dirigida a Francisco M. Muñoz Méndez, autor de este sorprendente libro, he recibido este regalo que, en un principio, ha sido una sorpresa para mí por lo llamativo de una edición de 41 poemas, que generan casi 300 páginas… Luego me he ido, no sin desconcierto inicial, adaptando y disfrutando de esta inaudita publicación, después de leer su clarividente prólogo y conocer los fundamentos de la edición, la disposición del libro, los conmovedores primeros poemas y los enigmáticos versos restantes, cuyo contenido es aclarado por los amplios conocimientosdel autor, que muestran en acertadas notas sus bien aprovechadas lecturas y sus estudios de Filología.

Poesía elemental me ha atraído, además, por la espontaneidad, la sinceridad autobiográfica, el excelente tono narrativo del que hace gala el diligente autor y la sorpresa de la lección magistral de Química y Mineralogía, que imparte a través de una adecuada lengua poética. Así el libro resulta una exposición pormenorizada de cada elemento químico de la tabla periódica, por medio de una apreciablecalidad docente que, durante todo el libro, atrae el interés del lector hacia un tema de entrada no atractivo.

Por lo dicho, el adjetivo del título (elemental) lo será no porque los versos resulten básicos sino por ser un modelo de contenido natural, que se nota sentido desde la misma recóndita fuente, donde mana cálida la emoción del autor. De ahí la límpida y sensible exposición sobre la relación entre el ser humano y la química, cuyos elementos conforman la esencia de la vida. También el discurrir expresivo goza de un tono culto, refinado e intelectual, aunque (y ahí está uno de sus valores) es emitido de forma inteligible para los no iniciados en esta materia, alejada en un principio del ámbito poético.

Al mismo tiempo resulta muy interesante el juego con los heterónimos (Demetrio Meléndez Díez, pseudoautor, e Imanol Mendizábal, pseudoeditor), apropiado recurso que elude la reiteración del yo por parte del autor y evita la sobrecarga de narcisismo, que lo perjudicaría ante el lector. Aunque este hecho no resta que, en especial, el prólogo y los poemas autobiográficos (detrás de los que está palpitante Francisco M. Muñoz Méndez) sean conmovedores.

Poesía elemental muestra, también, que los versos son un estupendo medio docente, cuando se explican (si es necesario, como en este caso) a través de trasparentes y bien expuestas aclaraciones, que resultan eficazmente didácticas pues animan a releer, a desentrañar la esencia de los poemas a través del descubrimiento del lenguaje poético y a adquirir cultura de un modo agradable y fructífero.

De este modo tan inusual, aunque tan eficiente, en este libro se adquieren necesarios conocimientos de minerales y compuestos químicos, pues se trata de los ingredientes de la Tierra y del ser humano. Y, además, se aprehenden notables saberesde Literatura, Cine, Biblia, Mitología, Historia, Bioquímica, Alquimia, Música, Liturgia, Medicina, Odontología, Lexicografía… Un abanico temático que recuerda la amplitud de miras de la literatura del siglo XVIII, cuando trataba cualquier tema de un modo literario.

Esta edición, también, rompe con la idea de muchos autores sobre que la obra artística no se debe explicar; es el lector, según ellos, quien debe desentrañar su significado, aunque no advierten que el lector no conoce los detalles íntimos, particulares, sociales…, en los que se basan, y que de alguna manera deben proporcionárselos. De ahí que realizar esta empática tarea, como sucede en este caso, suponga establecer un vínculo emocional con el lector, que deviene en un gran beneficio para la Literatura, pues crea lectores activos y deseosos de difundir las bondades de la actividad lectora, que es la base de toda cultura.

asalgueroc

CINCO LIBROS DE INTERESANTE LECTURA

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LÍNEA DE FUEGO  de Arturo Pérez-Reverte

(Barcelona, Alfaguara, 2020)

Se trata de un libro, cuyo argumento es durísimo. La guerra en el estado más puro de violencia, donde unos hombres se masacran sin piedad: a los heridos se les remata y a los prisioneros se les fusila sin juicio previo. Ni siquiera se perdona la vida a los que han luchado valientemente, pues aquí no se aprecian detalles que en la guerra caballeresca se tenían como norma.

El libro de principio a fin es una pelea constante con todo lujo de detalles sobre la intrahistoria de la guerra: los soldados que luchan. No salen los políticos que la desencadenan ni los altos militares de comandante para arriba, solo dan la cara y la vida la carne de cañón, pobres desgraciados que se ven envueltos en un conflicto de gran calibre, cuando ellos solo quieren estar en su casa con su familia como Ginés Gorguel, que se ve obligado a luchar en contra de su voluntad durante varios días seguidos y milagrosamente sale indemne.

El argumento se centra en la batalla del Ebro una de las más cruentas y largas de la guerra civil española, donde los republicanos pusieron en juego todo su potencial para evitar un desastroso final del conflicto para ellos y los nacionales se emplearon a fondo para ganarlo. Así que el choque entre ambos bandos fue brutal y los episodios sangrientos sin ningún tipo de norma bélica se sucedieron durante los días que duró la cruelísima batalla.

Línea de fuego es otro ejemplo que debe hacer reflexionar sobre la absurdez de la guerra y de que hay que construir un mundo donde nadie tenga que morir por nada, pues la existencia es el más apreciado tesoro del que dispone el ser humano y la única vida que tiene debe vivirla siempre con placer y nunca viéndose en situaciones tan extremas como una batalla, donde el único objetivo de los combatientes es matar sin saber por qué, cuando no hay ninguna razón que justifique dar muerte a otro ser.

Y más cuando al mundo hemos venido para ser felices y no para sufrir, como ya declaró sabiamente la Revolución Francesa hace más de 200 años, tiempo más que suficiente para enterarse todo el mundo. Aunque parece ser que ideas tan sencillas y a la vez tan maravillosas, los seres humanos no las captan pues, echando un vistazo a la Historia, hacen más caso a discursos brillantes de fanáticos e iluminados que estimulan su bestialidad.


LA AVENTURA DE VIAJAR de Javier Reverte

(Barcelona, Plaza y Janés, 2006)

Este libro, cuyo subtítulo es Historia de viajes extraordinarios, resulta entretenido y es una buena lectura para el verano, sin complicaciones en la comprensión de su contenido, pues Javier Reverte, con la claridad que le caracteriza, cuenta con naturalidad y soltura sus experiencias en los muchos viajes que realiza durante su vida de reportero desde visitas oficiales de los reyes a frentes de guerra, pasando por encargos de revistas de ocio, y, posteriormente, de escritor, cuando se decide a vivir de sus libros.

No obstante, parece que concibió La aventura de viajar como un libro de relleno, pues hay un apartado en el que se limita a transcribir las notas de impresiones de viajes realizados, cuenta alguna anécdota sin interés, no profundiza en momentos interesantes y aparece alguna mención innecesaria a personajes y hechos anteriores.


PROGENIE de Susana Martín Gijón

(eBiblio, 2021)

Es una interesante novela policíaca, bien escrita y bien urdida sobre el tema de los embarazos dirigidos en mujeres que no quieren o no pueden tenerlos por el método tradicional. Y habría que añadir de los embarazos conseguidos con experimentos ilícitos que fallan y la científica causante no quiere que se conozcan para evitar su desprestigio. Para ocultarlos asesina a las tres mujeres, en las que le ha fallado su método e, incluso, quiere asesinar a una cuarta, en la que ha tenido éxito, para que no se supiera su fracaso inicial.

El único problema que se le puede achacar a esta novela es que tiene una trama muy larga y el lector llega al final agotado, pues resulta extensa la investigación policial para desentrañar el caso.


EL CORAZÓN CON QUE VIVO de José María Pérez Peridis

(Barcelona, Planeta, 2020)

Es un libro que me ha gustado por la calidad de la escritura, ágil y limpia como el discurrir del agua clara de un río que fluye mansamente. Sin embargo, no narra una historia agradable sino un drama ocurrido en la guerra civil en un lugar cerca de Palencia. Aunque este dato geográfico resulta irrelevante, porque es lo que por desgracia sucedió en muchos puntos de la geografía española: sublevación militar y venganza por ambas partes con un encono difícil de digerir, porque era una guerra civil, es decir, entre hermanos.

Resulta encomiable cómo Peridis describe el sufrimiento de personas normales, que se vieron inmersas en el conflicto entre derechas e izquierdas, cuando los que gobernaban instituciones estatales, regionales y locales representaban el orden constitucional. Pero este hecho fue ignorado por los sublevados con una saña inaudita, cuyos objetivos fueron eliminar todo rastro del orden establecido en nombre de Dios y de la Patria, con el que cometieron los más viles y cobardes crímenes que hoy día serían juzgados en un tribunal internacional como de lesa humanidad.

No obstante, el libro tiende a curar las heridas y a la reconciliación, apelando al buen juicio de los implicados y a su capacidad de olvido, una vez que los asesinados de uno y otro bando descansen en paz en tumbas, donde sus familiares y amigos puedan acercarse a recordarlos.


                                            PRIMAVERA EXTREMEÑA de Julio Llamazares

(eBiblio)

Es un relato corto de 25 capitulitos donde el autor cuenta de una manera sencilla y efectiva los tres meses pasados en una casa de campo de la Sierra de la Cruz (Extremadura), donde se fue con dos familiares a pasar la cuarentena impuesta por el coronavirus, aislado en pleno campo.

Pero la experiencia fue totalmente positiva, pues la zona experimenta una de sus más hermosas primaveras con el verde orlado de flores (margaritas, cantuesos, lirios, jaras, amapolas), de la que disfruta plenamente con paseos por el campo, el silencio y la paz de los espacios abiertos, la naturaleza exuberante, el canto de los pájaros, el aroma campestre, la tranquilidad de los animales, la comida natural y el renacer de la vida, después del confinamiento.

Un relato demostrativo de que el secreto de la narración no se encuentra en lo que se cuenta sino en la forma de contarlo, en esa actitud que hace de lo sencillo lo más singular y atrayente en un momento en el que se comienza a estar harto de tanta sofisticación y se añora la naturalidad expresiva.

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CINCO LIBRO PARA EL ESTÍO

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EL AMANTE JAPONÉS de Isabel Allende

(Barcelona, Plaza y Janés, 2015)

Se trata de una novela de personajes, que la autora va describiendo unipersonalmente e interrelacionando paulatinamente en el discurrir de la novela, donde cuenta la evolución de sus caracteres.

Los personajes principales son Alma y su amante japonés, Ichimei, cuyo amor inquebrantable es el tema central sobre el que giran los personajes hasta la muerte de ambos.

El objetivo de Isabel Allende es advertir que el amor es lo único que supera todos los obstáculos como vínculo emocional (no físico), pues Alma e Ichimei solo se relacionan durante una época a escondidas y luego permanecen vivos solo en sus sentimientos, pues no vuelven a verse.

También destaca en la narración el amor entre Nathaniel y Larray, relación que es aceptada por Alma, esposa del primero. Y, en definitiva, de otros personajes como la relación amorosa que se profesan Seth e Irina o el que tienen todos por Cathy, una mujer impedida que no se rinde ante su deficiencia física, o Kirtcken, que tiene síndrome de Dawn.

En fin, es el amor, que da sentido y vida a esta historia coral, magistralmente descrita por Isabel Allende.


INDEPENDENCIA de Javier Cercas

(eBiblio, 2021)

Se trata de una novela policíaca como tantas otras: una trama enredosa que despista al lector en ocasiones, con una larga duración y con la sensación de que le da vueltas a la misma historia, detalles de creatividad argumentativa, personajes hechos a la medida de la narración encajados como un puzzle y habilidad relatora, pero con poca literatura. Es el libro menos literario que le he leído a Cercas.

Además, como soporte de la estructura de la historia usa un tópico poco original: el protagonista es el pobre huérfano de una prostituta, que se hace policía para averiguar quiénes asesinaron a su madre de una forma brutal. También es frío, calculador e inteligente hasta el punto de resolver, juzgar y cerrar el caso él solito de un modo contundente sin que se enteren sus superiores… ¡Toma ya!

 

LO QUE ENCONTRÉ BAJO EL SOFÁ de Eloy Moreno

(eBiblio, 2021)

El título se refiere a los hechos que las personas ocultan metafóricamente debajo del sofá (o de la alfombra, como se dice comúnmente) para tapar sus acciones reprobables. El asunto central es la relación clandestina mantenida por Alicia con Marcos, que se inicia casualmente cuando Marcos, un hombre con un físico y un carácter atractivo, la lleva a conocer Toledo de noche y la cautiva con sus leyendas, entre ellas la que hizo Bécquer famosa con el título de “El beso”. Alicia es una mujer de edad mediana, feliz con su marido y su hija, pero Marcos, un seductor, le descubre la fascinación por una ciudad histórica, la enamora perdidamente y se entrega a él.

Otras historias paralelas van a incorporándose a la principal con una fuerte carga crítica sobre la relación de parejas, la corrupción política y los innumerables casos que no son denunciados ni castigados, que provocan el hartazgo de los ciudadanos y el uso de la violencia, pues se sienten perjudicados con las subidas de impuestos, los desahucios o el desempleo por la mala gestión de los políticos. También se tratan otros temas como el acoso escolar, los suicidios y la desidia generalizada.

Es una lectura entretenida que, sin embargo, se ve afectada negativamente porque el autor insiste demasiado en las críticas no porque debiera reducirlas sino porque están claras desde la primera vez que las emite. Tampoco procede dar idea de una realidad donde no se salva ninguna actividad humana, cuando sabemos que muchas personas realizan acciones encomiables, que redimen a las corruptas (que el autor cree que son todas, pues quién no ha tratado de engañar a Hacienda, dice por ejemplo) y también a las inactivas, a quienes el autor también critica.

Después haciendo una concesión a ese gusto actual de introducir historias del submundo, Eloy Moreno se enreda innecesariamente en una que se nota artificial, pues está como pegada a la acción principal. Luego también parece que las mujeres son las víctimas del desamor, que ellas ponen todo de su parte, pero tienen unos maridos pasivos, tontucios o autoritarios, que cortan sus alas hacia una libertad maravillosa donde solo cuentan ellas.

Y, para terminar, la novela es puro desencanto, una lectura no apta para depresivos y suicidas en potencia, pues no concede ni un detalle a la esperanza y a la lección de humanidad que dan muchas personas diariamente atendiendo las necesidades de los demás en todos los ámbitos.

 

PISADASde Francisco Rangel

(autoedición, 2021)

El poeta desde el principio del poemario aparece situado mental y emocionalmente en la fase terminal de su vida (“esta singladura en que me adentro, / será el final de un viejo marinero”, 20) con claras muestras de cansancio por el dilatado recorrido que le ha supuesto su existencia (“¡Qué largo es el camino que conduce / al final de tan dubio itinerario!”, 33).

De ahí que ahora evoque nostálgicamente la niñez perdida (“Recuerdo aquel caballo de cartón / encadenado al tronco de la higuera”, 25) y la época amorosa donde todo era plenitud con su amada (“Mis labios dibujaban en tu piel / un hermoso arco iris de deseo”, 15). Pero estos recuerdos son para lamentarse de la pérdida del amor con la edad, pues ella ya no responde a sus devaneos amorosos (“Atrás quedan los sueños y deseos / … / Atrás quedan amores inmaduros / y besos no entregados con amor”, 27). De ahí que ahora le resulte el amor una experiencia frustrada y recurra en su mente a momentos ideales para reemplazar ese sentimiento perdido (“Venid a visitarme, cuando os plazca, / en la encriptada noche de mis sueños”, 14).

Sin amor y sin fuerzas para continuar, su vida ahora se asemeja a una vieja barca desvencijada (“Desde hace tiempo sé que mi barca hace agua”, 24), que ya no puede surcar los mares libremente, por lo que el poeta siente la falta de libertad que ella le proporcionaba y abriga la sensación de encontrarse perdido en el vacío (“¡Qué más da, / todo ello conduce hacia la nada!”, 28).

Todo esto, aunque alberga la ilusión de un mañana esperanzado (“Quizás […] / la aurora dé lugar a un nuevo verso, / […] / y el hombre se encamine / hacia nuevos senderos de fulgor”, 40), le produce un hondo desencanto vital (“somos pasajeros de la barca / que al otro lado de la mar nos lleva, / sin posibilidad alguna de regreso”, 31) y le cuesta vivir, porque lo domina un demoledor presagio de muerte no sólo física sino también poéticamente, pues hasta encuentra complicado el manejo de las palabras, con las que no siempre consigue expresar sus emociones (“Ahora viajo tras una que me evita, / pero que debe andar entre los sueños”, 34) e, incluso, llega a dudar de la permanencia de sus versos a estas alturas de su existencia (“¡Cómo he llegado, pues, a ser tan necio / que he soñado que fueran perdurables / después de la llegada del ocaso”, 41).

Ante esta certeza su postrero deseo es alcanzar ese lugar ideal donde habitan los poetas auténticos (44), lejos de un mundo complejo en el que se ha sentido presionado por el tiempo (“Pretendes transmitirme tu premura”, 50) y por la indiferencia de sus semejantes (“una voz me avisa de mi error: / ¡te hallas en el mundo de los hombres”, 49).

En fin, la poesía de Francisco Rangel se caracteriza, además de gozar de un denso y reflexionado contenido, por ser el resultado de un cuidadoso proceso de emisión de palabras, con el que atiende por igual la forma y el contenido, lo mismo si son versos medidos que si salen libres de su emoción, siempre sincera y trasparente.

Una muestra del cuidado que pone en la expresión es el uso de palabras cultas y poco usadas (dubia, plectro, aljófar, murmurios, sierpe, arcano, cuelmo, armígero, férvido), con el que imprime flashes de brillantez a una poesía de por sí prístina. Así Pisadas goza de una atractiva expresión lingüística, que atrae, aún más si cabe, por el empleo de términos marineros (amura, zozobrar, alga, galerna, resaca, rumbo, estela, singladura), con los que el poeta agranda gratamente el placer estético de esta lectura.


EL NACIMIENTO DE UN NUEVO MUNDO de Jeremy D. Popkin

(Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2021)

El subtítulo de este densísimo libro es “Historia de la Revolución Francesa”. Es tan compacto su contenido que, sin duda, podía servir para impartir un master que durara un curso de nueve meses con clases diarias. Así dice el autor que ha tardado un montón de años en prepararlo y la prueba es que incluye al final otro montón de páginas repleta de la bibliografía usada.

En fin, un trabajo digno de reconocer, pero difícil de leer pues su espeso contenido provoca que el lector padezca la angustia de no avanzar. No obstante, la continua lluvia de detalles sobre aquel acontecimiento crucial consigue que quien quiera enterarse acabe siendo un especialista en la Revolución Francesa, aunque debe tener una alta capacidad de concentración y retención.

Por otra parte, este libro muestra que ese acontecimiento histórico es otra muestra de la dificultad de las relaciones humanas, que se complican aún más en situaciones extremas como las creadas durante una década por los revolucionarios cada vez más extremistas y sanguinarios.

Y es otra muestra más de que no hay manera de que los seres humanos entiendan que se pueden conseguir los fines sin masacrarse unos a otros. La implantación de un régimen de terror acaba destruyendo a sus mismos creadores como le pasó a Robespierre y sus secuaces, que acaban guillotinados.

En fin, una auténtica sucesión de locuras y barbaridades (de bárbaros) encadenadas, esa es la historia de la Revolución Francesa, la que difundía a los cuatro vientos que el primer objetivo del ser humano es la felicidad…

asalgueroc

 

EQUILIBRIOS DE ANTONIO RESECO

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(Madrid, El sastre de Apollinaire, 2021)

Equilibrios es un título, cuyo significado lo aclara el poeta en el poema del mismo título (27), donde concibe que la vida es una forma de equilibrar contrarios, quizás para su consuelo: “Si flotan la belleza y la magia, / flotan también la miseria y el olvido”. 

Y es que en este poemario, el poeta se desnuda ante el lector, crudamente, sin ocultar con figuras retóricas su desencantado talante, en poemas como "Derivaciones" (“Cuando, ya vencido / por la fatiga de la jornada, / decides pasar página / y buscar el descanso necesario”, 39), donde se presenta como una persona que viene de vuelta de muchas cosas, se siente ya mayor, cuando aún es joven, y no lo reconoce, pues prefiere descargar esa responsabilidad en la visión negativa que, supuestamente, tienen los jóvenes de sus 45 años. 

En realidad, lo que sucede es que se siente incómodo al notar que se ha aburguesado y lleva una vida sedentaria de pequeños (grandes) placeres emocionales ("La vida es llevadera / cuando te levantas / un sábado cualquiera / y me miras, con un café preparado, / y simplemente sonríes”, 25) en un sitio concreto: su casa, que es el centro y eje de su mundo: “[Mi hogar… es un libro… el desorden de los niños… el olor a café… la calma, la música…] Solo en un lugar como este podría / prescindir de las respuestas, dormir tranquilo” (24). 

De ahí que en ese dulce estado anhele una sosegada y amplia existencia con un plácido final: “Una vida / larga que pasará / como escena de teatro. / […] / y la muerte, que sea leve / y no se repita” (17). Aunque reconoce que hoy se vive mejor, pero en medio de una preocupante irreflexión general: “Mira nuestro mundo. / Somos rico de otra manera / pero no hay forma de volver / a meditar las confesiones / que nos hicieron humanos” (40). 

Quizás esa lasa actitud se deba a que el poeta ha percibido que no merece la pena obsesionarse con la búsqueda de honores sino vivir una existencia sin ambiciones como propugna el hinduismo: quien no desea, no siente frustración ni fracaso: “Esta debería ser la forma / de la felicidad, abandonado / de necesidades” (13). 

Pero en ese estado de comodidad, que debía satisfacer al poeta, existe un escollo insalvable: la preocupante fragilidad del ser humano (incluso de los más afamados) ante el ineludible paso del tiempo (“El tiempo, avaro, esmalta con plomo / cada pequeña acción”, 30). Ante esta certeza, la evasión que se suele encontrar es el autoengaño (“inventaremos una puerta de sosiego y aire limpio / que nos invite […] a creer, […] haber vivido feliz, intensamente”, 35) o en actitudes cotidianas irresponsables (28) o en el ejercicio de la violencia, incluso en nombre de la religión (29). 

Esta concepción desencantada lleva al poeta a sentirse abatido y a desmitificar verdades intocables (en tiempos más jóvenes) como la supremacía de la sabiduría oriental que "roza / el espejo de la inmortalidad / pero no logra conseguirla" (48) o la poesía underground, que en un principio parecía ser un medio para cambiar el mundo y ha resultado que las revoluciones las siguen propiciando los postulados burgueses.

Tales percepciones vienen apuntaladas, además, por sutiles ironías que salpican los versos del poemario: “No sabes la ilusión que me hace / verte, veros, descubriendo el mundo / como uno niños entrados en años” (11). Otras veces el sarcasmo tiene forma de dura crítica contra la destrucción de la naturaleza como el caso de las ballenas varadas en cualquier playa, quizás porque, apunta amargamente el poeta, han tomado la decisión de “no compartir nuestro derrotero” (14). O son ingeniosas ocurrencias como la del perro en el póster (45) o el tecleo molesto de la máquina de escribir (49), que presenta de un modo despistante para concluir en un cierre sorpresivo. 

Finalmente, al paso del tiempo, la desaparición de los mitos, los días anodinos, los deseos insatisfechos... el poeta le antepone el estoicismo para, poco después, reconocer que no es la solución: "Paso a paso se desanda la ilusión / pero se adquiere la sabiduría del náufrago" (56); la sabiduría no evita el naufragio final del ser humano.

asalgueroc

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