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Channel: IMPRESIONES DE LECTURA ASALGUEROC
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TONÁS DE LOS ESPEJOSde José Antonio Zambrano

(Almaraz, De la Luna Libros, Col. Luna de poniente, 2013)

En un primer acercamiento al poemario, la sensación que prevalece es que se trata de un libro formado con letras de canciones y, por ese motivo, pensé que su comentario debía hacerlo un compositor experto. Pero, después de reflexionar más a fondo, deduje que Tonás de los espejos es un libro de poemas concebidos, como la poesía primigenia, para ser cantados sin acompañamiento musical o interpretados por un cantante (o cantaor) que acompasa su cante con el sonido de una guitarra: “Nunca me digas de noche / lo que debo hacer de día. / Junto a tu cuerpo desnudo / cualquiera lo olvidaría” (IV, 25). Y tal certeza me anima a comentarlo porque esta es la verdadera poesía como aquella de Cancionero que, acompañada de un instrumento elemental de cuerda, cautivaba a los oyentes o, en la actualidad, la de San Juan de la Cruz o la de Machado que, musicadas por Amancio Prada y Juan Manuel Serrat respectivamente, han llegado más directas a la emoción del receptor con forma de canciones.

Y, curiosamente, es en las coplas donde se aprecia sobremanera la necesidad de recuperar la musicalidad perdida por la poesía hace siglos. Pues a estos textos, cortos de forma e intensos de contenido, no se les saca todo su jugo si solo se leen. Hay, además, que entonarlos, que gesticularlos, que retorcerlos vocalmente hasta transformarlos en lamentos. Hay que alargar ciertas letras, vocablos, inicios o terminaciones. Hay que respetar las pausas, convertirlas en hondos silencios y, por último, envolver armónicamente todo en dolorosos quejíos, pues su profunda turbación va más allá de lo que puede expresar la palabra por sí sola: “La luz tiene sus lamentos / y el aire vive sus penas, / pero mi sino contigo / se pierde sin darme cuenta” (II,21).

Resultado de imagen de tonás de los espejosEsta es la razón de que estos breves pero esenciales textos necesiten el empuje íntimo del cante y los acordes de las notas de la guitarra sonando unas veces como gemido, otras como puro llanto; sonoridades ancestrales ambas que guarda el hombre en lo más profundo de su ser, desde su mismo origen cuando primero quiso hablar pero no pudo por su incapacidad verbal y, pasados los siglos, consiguió emitir balbuceos, después proferir sonidos guturales y, finalmente mucho más tarde, transmitir emociones por medio de la palabra y la música, transmutadas en cante: “La noche tiene su deje / y el amanecer su flor. / Y yo, corazón de espejo, / solo tengo mi dolor” (XV, 47).

Con esta idea hay que acercarse a Tonás de los espejospues, de lo contrario, la tarea del lector se quedará en una simple lectura de poemas o, mejor dicho, en una simple reproducción de letras de canciones sin más. Y no solo actuaría incorrectamente por este detalle sino también porque no apreciaría que José Antonio Zambrano, además de ser un entendido del cante, es un poeta de ricas y variadas interioridades, que se desenvuelve a la perfección entre los vericuetos de los sutiles sentimientos, que son especialmente concebidos para expresar la pena o las preocupaciones humanas más sentidas: “No hay jondura en mis decires / ni aliento que aguante el día / si a mi corazón le falta / una razón en su vida” (III, 57). No en vano es un fiel seguidor de la profunda poesía de Jesús Delgado Valhondo, que manaba estremecedoramente muchas veces desde el mismo caudal del llanto: “Para el placer, / que el alma esté / eternamente en quietud. // Para el dolor, / que el alma y el corazón / gocen de una beatitud / eterna. // -¿Para una pena?-. / ¡Quererla!, / eternamente quererla” (“Canción a la eternidad” de libro Pulsaciones).

Tonás de los espejos también acoge un variado registro temático, pues ofrece un abanico de asuntos que se relacionan unos con la sensualidad (“Vergüenza me da decir, / que el fuego de tu cintura / me tiene coloraíto / y esto nadie me lo cura”; XII, 41), otros surgen de reflexiones filosóficas cotidianas (“Me tocó la condición / de verme libre por dentro. / Cuántas fatiguitas cumple / la ley del conocimiento”; VIII, 33) y otros proceden del entorno natural que luego la sensibilidad del poeta convierte en cuadros sugerentes: “Veredas guardan los ríos / que van hacia la bahía. / Mis dos cestitas de mimbre / llenas de soles volvían” (XI, 73). Además la temática de otras tonás reflejan intranquilidades vivenciales en forma de  desorientación (“Por tonás pido a la vida / que a mí me siga queriendo, / porque no hay recao que alumbre / el fin de su entendimiento”; I, 53), de sentido trágico de la existencia (“Cada vez que miro al miedo / se bambolea mi vida”; IV, 59) o de oscilación entre los extremos vitales que se balancea el ser humano: “Dos formas con dos sentires / y al fondo la misma España” (II, 55).

En fin, el análisis de estos poemillas descubre que son un ejemplo de condensación expresiva, presentada con unos sencillos medios formales (octosílabos, asonancia - a - a, copla) y una exposición de sentimientos muy marcados que solo pueden transmitirse visceralmente, porque surgen del mismo centro de la emoción humana: “Ahora solo el alba sabe / que llevo mi barca al son / de las orillas de un río / sin remos y sin timón” (I, 19).

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SI VOLVIERA MAYO 
de 
Juan Carlos Rodríguez Búrdalo

(Madrid, Beturia, 2015)

Ya en el mismo título aparece un sentimiento de pérdida, nostalgia, dolor existencial y certeza de vivencias que no volverán, pues el deseo expresado por el poeta está condicionado a que suceda algo que es imposible: revivir sus momentos de plenitud como, por ejemplo, cuando sentía año tras año el gozo de la llegada al pueblo de los titiriteros: “Y siempre con las tórtolas de mayo / [...] yo los esperaba ajeno al tiempo / soñando sus baúles de aventura / la magia de sus vidas misteriosas” (15).

Luego el libro se encuentra jalonado de hondos pesares desde la lejanía del pasado, que traen a su mente la tristeza de recuerdos infantiles por la soledad que sintió en el colegio donde estuvo internado y la falta del calor de los seres queridos: “¡Oh, pobre adolescente desnudado / de afecto familiar!”, 13). De ahí que esas vivencias, en el presente, se hayan convertido en “un sueño calcinado” (13), pues esos recuerdos le provocan tal dolor en el presente (“este niño crecido que te llama”, 13), que convierte los hechos amables (“Y mi edad fue en el vuelo de aquel río, / y aquel río espejo de mi infancia, / el tiempo cereal de la belleza”, 15) en puro desencanto: “Un día el ventanal quedó sin luz / y se fueron los pájaros del alba. Asomado al crepúsculo de mayo / esperé inútilmente los furgones. / No volvieron. [...] / los cómicos se hicieron del olvido” (16).

Y esta adversa actitud lleva a deducir que Si volviera mayoes producto de la necesidad de desahogo que siente el poeta en el repaso postrero, que se suele realizar en el crepúsculo de la vida (“Tal vez para vivir es necesario / buscar en las palabras del olvido / y correr al encuentro que ilumina / el bosque de los sueños en desorden, / secas ruinas del barro fatigado”, 52). Esta urgencia vital se detecta en los abundantes poemas extensos donde, como un exorcismo purificador, expone sus pesares para expulsarlos de lo más hondo de su conciencia y sanear su afectado bagaje anímico. Y los cuenta en largas tiradas de versos que indican con su extensos parlamentos no solo el apremio de decirlo sino la premura de expresar los hechos que le vienen doliendo desde niño: “Sólo el río pequeño sobrevive, / cada vez más cercanas sus riberas. / Y el hombre que las mira reconoce / que en sus ojos serán pronto sólo una: / aquella que guardó en su corazón / el niño que le espera entre las aguas” (17).

No obstante, el desconsuelo que prevalece en el contexto del libro, a veces es mitigado a modo de respiro emocional con una vuelta a la naturaleza, como si el poeta deseara regresar a su origen, al útero materno, al regazo de la tierra, donde se siente protegido, se reconoce y alcanza la paz interior: “He pasado unas horas en el campo, / monte adentro, en solares de amistad y memoria; / [...] / Y, otra vez, en mi tierra, / en la bóveda clara de sus cielos, / me he reconciliado conmigo y con la vida” (27). También suaviza sus lastimosos recuerdos intercalando otros más placenteros relacionados con la sensualidad de momentos amorosos vividos en Besanza, un lugar donde ha debido experimentar en un tiempo pretérito un amor apasionado (“Besanza, patria muda / en los ojos ciegos de la pasión”, 34), hoy desaparecido porque fue fugaz o porque el tiempo lo ha destruido y solo puede traducir aquellas dulces evocaciones en una nostálgica rememoración del lugar: “Es la misma ciudad que hace unos años / envolvía con oro nuestros cuerpos / y dejaba su vaho en la ventana, / velando nuestro insomnio y nuestra piel” (33).

Pero estos momentos plácidos son una excepción en Si volviera mayo pues, una vez mencionados, enseguida dan paso a un conmovedor desamparo, como es posible comprobar, por ejemplo, en los versos titulados “Cicatrices de la memoria”, descorazonador poema donde rememora el dolor, la devastación y el triste recuerdo de la guerra civil cuando su padre murió trágicamente: “El día que declina ante mis ojos / no añade nada nuevo al gris relato / que guarda el corazón desde aquel tiempo. Lo que miedo y silencio fuera entonces / en silencio guardado permanece” (53). Y estos versos demoledores, en vez de aminorar la presión ambiental del poemario, la acrecientan hasta el punto de verse forzado el poeta a confesar el padecimiento de una profunda soledad por medio de unos versos estremecedores, ejemplo de condensación expresiva: “El tiempo ha sido tiempo, y ha cumplido. / La casa ya no está. Yo soy la casa” (57).

Sin embargo, Rodríguez Búrdalo, en este libro necesario para su consuelo emocional, aparece como un fino, equilibrado y culto vate, cuya calidad se observa en imágenes como “las lágrimas de plata que vierte ...incierta mariposa en el olvido” (14) o “El tiempo [...] / [...] es un museo de silencio / con las puertas selladas bajo el mar” (53); en la entereza con la que afronta el regreso doloroso a su pasado; en el tono confesional con el que implica al lector y en la garantía de unos versos cuidadosamente elaborados.

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"AMANECE" (MIS ARTÍCULOS I)

Voy a reproducir en este apartado mis artículos publicados, cartas al director o escritos inéditos. Comienzo por la primera redacción que elaboré, increíblemente en 1º de carrera (Filología Hispánica) pues antes nadie me había pedido que redactara.

Era el curso 1974-1975 cuando recibí el encargo del profesor de Lengua con tanto entusiasmo que una vez revisada por él, yo la volví a repasar una y otra vez hasta que la dejé así:
"MI PEQUEÑO Y QUERIDO PUEBLO", Hoy (Badajoz), 14-9-77 [mi primer artículo editado]
Respuesta al artículo anterior de un amigo emigrado a Madrid
"NUESTRA FERIA", Hoy (Badajoz), 14-9-78
"¿POR QUÉ NO NOS ANIMAMOS?", Hoy (Badajoz), 14-9-83

 “LITERATURA Y CULTURA”, El Tomillar (Badajoz), nº 2, 17-12-83, pp. 2-3.
Así se tituló la conferencia de Dº Ricardo Senabre
LITERATURA Y CULTURA
El día 14 de noviembre, a las ocho de la tarde, se celebró en la Casa de la Cultura una conferencia a cargo de Dº Ricardo Senabre, catedrático de Crítica Literaria de la Universidad de Extremadura, y uno de los críticos literarios actuales más lúcidos de España.
Lo que más llamó la atención a las personas que oímos a Dº Ricardo no fue sólo el contenido, sino también la maestría en la exposición de ese contenido, a través de un lenguaje, culto, cuidado y a la vez asequible para todos.
Comenzó Dº Ricardo diciendo que Literatura y Cultura se relacionan íntimamente, pues la Literatura es un mensaje verbal, que se hace con palabras, pero no todo lo que se hace con palabras es Literatura: para descifrar el mensaje literario no basta con conocer la Lengua; de lo contrario sería fácil comprender las Soledades de Góngora en la primera lectura. Es necesario, para comprender el mensaje literario, tener conocimientos culturales superiores, porque el escritor intenta sobrepasar los significados lingüísticos normales.
Siguió afirmando que en la lengua literaria no influyen hechos culturales y creencias populares, como se puede observar en el Poema de Mío Cid, sino también obras literarias anteriores como sucede en El Jarama de Sánchez Ferlosio, que es una reelaboración del tema empleado por Jorge Manrique cinco siglos antes. El Jarama es una metáfora de la vida, que no para su curso aunque,como sucede en la novela, alguien muere.
Pero no terminan aquí las influencias en el mensaje literario; quedan otras muy diversas, por ejemplo en Mrs. Cawbeld habla con su hijo, obra de Cela, se observan influencias de las teorías sicoanalistas de Freud. Terminó Dº Ricardo asegurando que no hay más realidad que la del texto, porque los elementos en el mensaje literario asumen un significado distinto, al que normalmente tienen en la realidad.
La obra literaria crea su propio mundo, y en él los elementos adquieren un sentido total. A. Salguero C.

5.-“LA FORMACIÓN CULTURAL ES NECESARIA”, El Tomillar (Badajoz), nº 2, 17-12-83, p. 5.
“EN DEFENSA DE NUESTRA LENGUA”, El Tomillar (Badajoz), nº 4, 4-4-84, p. 10.
“BACHILLERATO Y FP, DOS EXTRAÑOS”, Ardila (Jerez de los Caballeros), nº 1, 10-11-84, p. 12.
"NO TODO ESTÁ MAL", Hoy (Badajoz), 3-1-85

"ALEIXANDRE, LA POESÍA Y EL AMOR", La encina, revista cultural del I.F.P. de los Jerez de los Caballeros, Año I, nº 2, enero 1985, pp. 23-24.
Miramos a los poetas como si fueran a la vez seres extraños y extraordinarios y, a veces, los consideramos hasta semidioses que escriben versos -dedicación que creemos sólo reservada a ellos-. Y aquí está nuestro error, porque cualquiera de nosotros puede hacer versos , y es que los poetas son personas de carne y hueso como los demás humanos. Eso sí, personas capacitadas para expresar lo que sienten de una manera inusual, no oída antes por nosotros. Y lo que expresan los poetas no es ni más ni menos que lo que experimentamos todos frecuentemente: tristeza, alegría, deseo, amor, preocupación, euforia... La poesía es, por tanto, un patrimonio de los seres humanos, creada por y para todo tipo de personas. La poesía es una fuente de conocimientos, a través de la cual descubrimos el mundo y a nosotros mismos. De aquí la importancia de la Poesía.
Quizás el tema más usado por nuestros grandes poetas haya sido el amoroso. Han cantado al amor real, a ese amor que seguro hemos sentido alguna vez por nuestra amiga, nuestra novia o nuestra mujer. Y han hecho algo más, transmitir lo que nosotros hemos sentido en nuestro interior muchas veces y que no supimos expresar con palabras.
Aleixandre es uno de los grandes poetas del amor. Su calidad se encuentra respaldada por la concesión del Premio Nobel del año 1977. Valgan unos versos, extraídos de varios de sus poemas, para comprender que, a pesar de la aparente distancia a que se encuentra de nosotros, está muy cerca de nuestros sentimientos, de nuestras pasiones amorosas más humanas:
¿Qué fresco y nuevo encanto,
qué dulce perfil rubio emerge
de la tarde sin nieblas?
Cuando creí que la esperanza, la ilusión, la vida,
derivaba hacia oriente
en triste y vana búsqueda del placer.
Cuando yo había visto bogar por los cielos
imágenes sonrientes, dulces corazones cansados,
espinas que atravesaban bellos labios,
y un humo casi doliente
donde palabras amantes se deshacían con el aliento del amor sin destino...
apareciste tú como el árbol,
como la brisa cálida que un oleaje envía del mediodía, envuelta
en las sales febriles, como en las frescas aguas del azul.
(del poema “Plenitud de amor” de Sombra del paraíso)
Estos versos relatan algo que ha sucedido y sucede a los que hemos estado enamorados alguna vez. Los flechazos amorosos son raros; lo normal es que la búsqueda del amor produzca desánimo (versos del 4 al 11), pues no es fácil encontrarlo. Pero esa búsqueda infructuosa al principio producirá en nuestro ánimo, cuando lo consigamos, sensaciones excepcionales como las que el poeta siente en los versos del 12 al 14, que no es otra cosa que la alegría que produce el encuentro con el amor, materializado en la mujer amada.
 Hundirme en tus ojos. Has dormido. Mirarte,
contemplarte sin adoración, con seca mirada. Como no puedo mirarte.
Porque no puede mirarte sin amor.
Lo sé. Sin amor no te he visto.
¿Cómo serás tú sin amor?
A veces lo pienso. Mirarte sin amor. Verte cómo serás tú del otro lado.
(del poema “Tendidos de noche” de Historias del corazón)
La Generación del 27, y Aleixandre con ella, introdujo una desmitificación del amor: la amada no es una belleza única, sin defectos, endiosada, cursi muchas veces, sino una mujer simple y llana con sus virtudes y sus defectos, en la que el poeta, un ser humano, quiere adentrarse en lo más recóndito de su ser para descubrir tanto una cosa como la otra, y amarla con todas las consecuencias, pues no quiere vivir un amor ficticio, incompleto e irreal, sino un amor verdadero que, con esos defectos de los enamorados, necesita estar renovándose día a día, y difícilmente se mejorará en el amor si lo negativo se ignora.
Los dos nos hemos mirado lentamente.
¡Cuántas veces me dices: “No me recuerdes los años”!
Pero también me dices, en las horas del recogimiento y murmullo:
“Sí, los años son tú, son tu amor. ¡Existimos!”.
(del poema “No queremos morir” de Historias del corazón)
 La edad, el paso del tiempo es un tema que preocupa a todos, y a los poetas más. Pero para Aleixandre en este poema el paso del tiempo supone la existencia del amor, de un amor arraigado, fuerte; de un amor que es la razón de la existencia de los enamorados. Vivir enamorado es aprovechar la vida, porque el amor exige entrega y en esta entrega se encuentra el motivo de vivir. El amor, por tanto, es la vida. Y esta concluisión es humana, no es sólo poética.
 La poesía de Aleixandre puede ayudarnos a vivir enamorados, tarea difícil. Puede servirnos para evitar los celos, olvidar las discusiones, tener detalles, sentir, en definitiva, la vida segundo a segundo para no desaprovechar nada de ella, para evitar el hastío de un vivir anodino y sin ilusión. ¡Leamos a Aleixandre, aprendamos a amar a través de él, a través de la Poesía!

"EL TURISMO, UN RETO PARA JEREZ", La Encina (Jerez de los Caballeros), Año I, nº 3, abril de 1985, pp. 17-18.
Indudablemente Jerez de los Caballeros posee un interés histórico y monumental de incalculable valor, del que hasta ahora no se ha sacado el provecho económico que le proporcionaría una mayor afluencia de turismo interior y extranjero, sobre todo, portugués.
Y para conseguir esa rentabilidad habría que empezar por la restauración y acondicionamiento adecuado de todos los monumentos, y continuar con la limpieza de las ruinas romanas y de la ermita de San Lázaro; la construcción de una escalera para acceder a las murallas; la edificación, en la antigua plaza de abastos, de viviendas apropiadas al entorno; el ajardinamiento total de la ladera de las murallas...
Una vez terminados estos trabajos se necesitaría una oficina turística, que sirviera de lugar de información para todas aquellas personas que quisieran conocer exhaustivamente los rincones turísticos de Jerez, proporcionándoles guías formados que conocieran a fondo la historia y el arte del pueblo. La oficina de turismo realizaria además la misión de relaciones públicas con empresas turísticas; colegios de EGB, FP, BUP e, incluso, Facultades de Historia; hogares de pensionistas... que mantuvieran en continuo movimiento el tráfico turístico hacia aquí.
Claro está, se necesitaría también un arreglo de las vías de acceso: menos de media hora se tardaría en llegar desde Zafra con una carretera ancha y con un buen firme; lo mismo ocurriría desde Portugal, Badajoz o Sevilla, lugares que, aunque se encuentran más lejos, estarían siempre a una distancia corta para el viajero que quisiera hacer turismo de un día. Y, por último, haría falta completar lo anterior con una infraestructura hotelera, que hospedara a aquellos turistas interesados en conocer con más detenimiento a Jerez y su gente.
Todo esto, además del interés económico, convertiría a Jerez en un punto de paso obligado para el turista que quisiera conocer a fondo la historia y el arte de Extremadura, y contribuiría a crear otra imagen de nuestra tierra por el camino de la cultura turística.
El ayuntamiento de Jerez no puede afrontar estos gastos en su totalidad, lo sabemos, lo podrían ayudar la Junta, el Patrimonio Artístico Nacional, el Ministerio de Obras Públicas, el de Cultura, el de Turismo... Estoy seguro de que este planteamiento es más fácil en la teoría que en la práctica, pero personas competentes, que no dudo las haya en Jerez, podrían poner el máximo empeño para que este proyecto se hiciera realidad.
Esta idea, que habrán tenido otros antes que yo, supone un reto para Jerez y su ayuntamiento  pues de esta manera se conseguirían nuevos ingresos, reducción del paro y beneficios numerosos para los jerezanos, y el pueblo tomaría otro ambiente al salir de una vez por todas de su secular aislamiento causado por su situación geográfica.

DOSIS DE NATURALEZALa Encina (Jerez de los Caballeros), serie Noveles, nº 2, 1985, pp. 5 y 6.
“EL ARTE NUEVO ES EL PRESENTE”, Ardila (Jerez de los Caballeros), nº 5, 28-5-85, p. 9.

“CICLO DE CHARLAS DE AUTORES EXTREMEÑOS”, ¡Conócenos. Somos F.P.! (Almendralejo), nº 1, 15-11-86, p. 5.

"LAS ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES EN LA ENSEÑANZA ACTUAL", Camino hacia Ítaca (Mérida), Año I, número 1, diciembre de 1988, pp. 13-14.
"LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO", Camino hacia Ítaca (Mérida), Año I, número 1, diciembre de 1988, p. 21.
"LITERATURA Y REALIDAD", Camino hacia Ítaca (Mérida), Año I, número 3, mayo de 1989, pp. 15-16.
"¿Y LA LITERATURA DE AUTORES EXTREMEÑOS?", Camino hacia Ítaca (Mérida), Año III, número 6, junio de 1991, p. 39-40.

"RINCONETE Y CORTADILLO O LA LITERATURA CRÍTICA", Leetras (Béjar), Año I, número 1, 1990, pp. 9-11: ver en el portal de este blog.
















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DOS LIBROS INTERESANTESEl libro de las horas contadas de José María Merino y Mientras pueda pensarte de Inma Chacón son dos lecturas atractivas, de las que publico sus comentarios a la vez porque los tenía casi listos desde hacía tiempo y ahora me he decidido a completarlos y sacarlos a la luz. 

EL LIBRO DE LAS HORAS CONTADAS de José María Merino
(Madrid, Alfaguara, 2011)

El autor dedica el libro a Ricardo Senabre y descubre que el relato titulado “El meteorito” es el embrión del libro entero: historia de tres amigos, en la que Pedro duda de la fidelidad de su esposa pues piensa que, cuando novia, lo engañó con su amigo Fran, aunque Pedro quiere creer que no es así: “La chica tenía la blusa desabrochada y el sujetador suelto, y el chico le besaba las tetas como si quisiese comérselas” (16).

La vida del protagonista está ensombrecida, además, por una futura intervención quirúrgica con mal pronóstico: “La imagen de su marido la había devuelto a una realidad que la llegada de aquel gato parecía haberle hecho olvidar: su grave enfermedad, la importante operación que pronto iba a tener lugar, ciertas confidencias de los médicos que ella no había querido transmitirle y que no permitían ser muy optimistas” (126).

Estos recursos emocionales que confieren unidad a los distintos relatos, sin embargo provocan en el protagonista que se imagine historias monstruosas como un modo de atenuar una angustia que le hace aflorar sus miedos, fantasmas, debilidades, quimeras y obsesiones: “Acababa de publicar su tercera novela cuando su hijo se mató en un accidente. El éxito del libro no logró amortiguar su dolor, que a lo largo de cinco años la mantuvo incapaz de escribir ni una sola línea” (173). Después escribe una novela de mil páginas, las reduce una y otra vez y, al final, sólo deja la palabra desolación (172).

Así, su ánimo decaído lo arrastra a sentir una fuerte nostalgia por el tiempo pasado (“Piensa en aquellos tiempos y se le revela con claridad que entonces la vida no tenía horizontes, que era posible imaginar el futuro sin temor, y hasta con una curiosidad jubilosa. Entonces el tiempo carecía de consistencia, no se apretaba alrededor de manera agobiante, como lo hace ahora. Los años eran jóvenes y la vida por vivir se ofrecía como un ámbito ilimitado, sin tiempo ni espacio precisos”, 22), y una acentuada intranquilidad por el poder destructivo del tiempo: “¿No te das cuenta de que aquello ya pasó, de que es imposible volver” (23).

Ante esto Merino recurre a la sensualidad, a aquellos momentos placenteros en que estaba libre de preocupaciones y miedos: “El verano en que Mónica fue a conocer la casa de los abuelos, por las noches, se iban los dos juntos a un punto junto al arroyo, cerca del puente romano, para charlar entre susurros, y besarse y acariciarse. La música del agua, los trinos en las enramadas, el monte susurrante, los rodeaban como un cobijo hecho para la segura felicidad. Una noche de mucho calor hasta se bañaron desnudos” (22).

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A veces relata situaciones parecidas a las contadas por Jorge Luis Borges en Ficciones o El Aleph: El protagonista encuentra su esquela en el periódico (78), el eterno retorno (79, 83, 87), la suplantación de personalidad (81), los efectos evocadores del vino (82), los muertos vivos (88), el misterio (89) … También usa una técnica novedosa, pues son relatos independientes pero están relacionados por el tiempo que avanza y retrocede. En “El pasado” (80), Noemí, la novia de Fran, empieza a percibir el pretérito y entra en un estado de melancolía muy acusado. Fran, en el siguiente relato, bucea donde lo hacía con Noemí y encuentra un pez con los mismos ojos tristes de Noemí que, finalmente, se suicida. En “La telaraña” (67), el autor recuerda a Fran, el amigo de la juventud, que cree tuvo una aventura amorosa con su mujer, con la que después habla de los cuentos anteriores: “La realidad se produce sin más, sin orden. La ficción la reelabora para hacerla inteligible, verosímil” (70). El autor juega con la realidad de la supuesta infidelidad y de la ficción literaria. Al final, el asunto queda inconcluso …

La temática es variada y diversa; por ejemplo, en “La creación imposible” (131), Merino plantea algo que no se advierte hasta el final: nuestras cosas (aquí los apuntes para un futuro relato) a quién les interesarán cuando desaparezcamos; posiblemente a nadie. En “El poder del narrador” (186), el autor advierte que puede cambiar la vida de sus personajes como Dios altera a su antojo la existencia de los seres humanos. Y en “El innombrable” (197), escribe cuentos para su nieta Ana cambiando argumentos tradicionales como el de Caperucita, pero la niña no acepta las alteraciones. Luego relata un cuento de un alienígena y, misteriosamente, su nieta conoce sin decírselo el nombre del alienígena que se pone en contacto con ella telepáticamente …

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MIENTRAS PUEDAN PENSARTE de Inma Chacón
(Barcelona, Planeta, 2013)

mientras pueda pensarte-inma chacon-9788408119890Esta novela la he leído sin tomar notas y por ese motivo voy a poder decir poco de ella. Trata de un tema hasta hace poco de mucha actualidad: la venta de niños de madres solteras (e, incluso, casadas) a matrimonios sin hijos por parte de médicos, que habían urdido una trama organizada y aparentemente legal, con la justificación de que sus madres biológicas no los podían mantener o no tenían la edad o la formación adecuada.

Los protagonistas son dos amigos, de los cuales uno sospecha que sus padres no lo son en realidad. Cuenta una y otra vez al otro sus sospechas, pero éste no le hace caso pues prefiere seguir como está y no remover el pasado. Pero el otro insiste investigando en hospitales y archivos y, finalmente, pone en evidencia la verdad. Ambos han sido adoptados ilegalmente, pues se los quitaron a sus madres diciéndoles que habían muerto al nacer y se los vendieron a dos matrimonios sin hijos, cuyos padres realizaban anualmente un viaje para pagar el plazo correspondiente de la venta.

Inma Chacón vierte lágrimas
La novela cuenta detalladamente la historia con tal verosimilitud que el lector se implica en ella hasta el punto de hacer suyo el problema como si de un hecho real se tratara. Es decir, la narración de Inma Chacón hace un gran beneficio a todo aquel que le interese el tema y, en especial, a todos los chicos y chicas que sientan que sus padres no lo son y quieran realizar gestiones para averiguar su verdadero origen.

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LOS ADOQUINES NO ERAN ROJOS de Ángel Bastos Martín
(Amazon, 2015)

El libro cuenta la evolución ideológica experimentada por siete jóvenes amigos desde que en el instituto Luis Felipe Montero, profesor de Literatura y comunista en la clandestinidad, les descubre la realidad de una España oprimida por la dictadura y les suscita deseos de justicia, libertad y progreso. El medio usado por el docente es la lectura de poemas de Miguel Hernández, del que les recita las “Nanas de la cebolla” y  poemas de Viento del pueblo, Machado, Lorca, León Felipe, Cernuda, Gabriel Celaya..., cuyos versos activan la capacidad crítica de estos chicos y los conciencian hasta el punto de que Pedro, un componente de la pandilla, quiere estudiar Filosofía y Letras en Salamanca para hacer de sus alumnos chicos desobedientes que piensen por sí mismos: “Luis pensaba en los días pasados en París, en la fuerza de la gente [...] el pueblo unido jamás será vencido [...] pero el mundo apenas sale a la calle, son ráfagas en la historia como ahora, ay si la gente fuese consciente de la bomba de su fuerza, se acabarían las miserias, las desigualdades...” (41).

Sin embargo el tiempo, que todo lo altera, también los cambia a ellos, y todos sus anhelos de un mundo mejor queda en pura teoría y el grupo acaba desestructurado por problemas personales, de pareja, ideológicos y por la conversión de la mayoría en acomodados burgueses: “mi amigo Marcos, mi compañero Fernando renegaron de sus ideales como tantos que eran tan rojos de boca, yo misma [Teresa] me he adocenado, la única que mantiene la fe en la revolución es mi amiga Sandra” (237). Pedro falleció de leucemia, José murió por su adicciones y Marcos desapareció después de maltratar a Marga, desengañado por trastocar su idealismo político en interés personal y fallarle sus previsiones.
Resultado de imagen de LOS ADOQUINES NO ERAN ROJOS de Ángel Bastos Martín
Por estos motivos, quizás el libro sea la crónica de una decepción, que debió sufrir el mismo autor en su juventud, cuando el mayo del 68 francés propició que los jóvenes progresistas soñaran con el comienzo de la construcción de un mundo más habitable pero, poco después, este ardiente deseo quedó en nada: “Al final Octavio va a tener razón somos unos progres de salón, unos pequeños burgueses que jugamos a ser revolucionarios pero que nos hemos mojado poco; los adoquines de las barricadas del Barrio Latino en el mítico 68 no eran tan rojos” (216). Incluso los más sinceros como Sandra se desengañan: “Todos estamos un poco decepcionados, creímos que la libertad era el talismán de la Arcadia prometida y ahora nos llega la depresión por la dura realidad” (187). Lo mismo le sucede a Fernando cuando, como sindicalista de CC.OO., propone proyectos ecologistas que los dirigentes ignoran: “Estoy decepcionado con esta democracia de pacotilla” (188). No obstante, Sandra ofrece su ayuda a la revolución sandinista como médico, cuando advierte que los antiguos revolucionarios se han convertido en auténticos burgueses. De ahí que el libro sea en realidad una crítica a que la teoría progresista no se reflejó en la práctica y los jóvenes del mayo francés fracasaron como los de la pandilla que, incluso, lo sufrieron en su vida personal y sentimental (menos Sandra que encontró el amor en César, un comandante revolucionario nicaragüense).

No obstante, el libro también tiene momentos amables como cuando Marcos es padre por primera vez y, eufórico, sale de noche por el pueblo a anunciarlo a voces y expresa sus deseos futuros para el hijo en una ofrenda, que recuerda un rito ancestral íntimamente engarzado en la naturaleza: “Mi Pedrito que esta luna y estas estrellas iluminen siempre tu camino, que la madre naturaleza te haga hermoso como los cerezos en flor del valle, que el viento arrastre las nostalgias y melancolías del futuro, que la lluvia se lleve las tristezas, que el sol brille eternamente en tus sentimientos y que seas libre como las aves  que surcan los cielos” (109). También el libro contiene detalles atractivos como el ritmo dinámico del desarrollo de la narración con detalles como, por ejemplo, la descripción cervantina de la caricatura de Marga que le regaló Mario: “La exuberancia del pelo negro, los ojos amelados muy expresivos, la frente noble, los pómulos agudos, una boca pequeña de labios gruesos un poco exagerados y la nariz chata pero graciosa mostraban un acabado casi perfecto de su carácter” (249). Además es un libro que recuerda una época entusiasta en que los ideales afloraron y se pensó, hecho positivo, si lo comparamos con el momento actual, en que nadie tiene opinión más que para temas superficiales.

De ahí que el libro resulte interesante pues es una auténtica lección de pensamiento libre donde todo se habla claramente en las charlas que mantienen frecuentemente los amigos protagonistas sobre las doctrinas neoliberales, el consumismo, la memoria histórica (209), el compromiso político, la defensa sincera de los ideales... Pero la realidad es otra, pues esa capacidad crítica desapareció con el tiempo y sus consecuencias fueron nefastas pues, según la opinión de aquellos jóvenes (ahora burgueses maduros), hasta las aulas se han convertido en simples recintos para lavar cerebros: “La mala educación, la educación castradora nos anula la creatividad y sobre todo la libertad, nos hacen monstruos reprimidos, encogidos, correctos en el peor sentido. Los estados necesitan corderos y tontos para legitimar sus excesos” (235).

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El libro, por tanto, es un fresco en forma novelada de la historia de final del franquismo y de la llegada de la democracia, hechos que produjeron situaciones pintorescas como que el padre del profesor era un falangista acérrimo, pertenecía al Opus Dei y no sabía nada de la actividad clandestina del hijo. Además aparecen otros personajes como los que sufrieron las consecuencias de la guerra civil: el padre de Marga, comunista, y don Pedro que es nombrado maestro por decreto y sin instrucción por ser mutilado de guerra o padecieron la posguerra como Ángel que tiene problemas sicológicos por la persecución a que se vio sometido por un cura en el seminario hasta el punto de ser expulsado: “De todo lo aprendido me quedo con la voluntad de vivir, de querer, de olvidar, de cerrar heridas y de desterrar el rencor”, le dice Marga para animarlo (280). En fin, personajes y hechos como estos animan la argumentación del libro que, bien expuesta, poco a poco va ganando la atención del lector conforme salen a la luz los fantasmas presentes y pasados de los componentes del grupo: “hoy soy mejor persona con todos los adjetivos gracias al marxismo, no a la teología castradora de aquellos infames curas” (184).

Otro atractivo del libro es que el autor desarrolla el argumento cronológicamente y cita momentos históricos como la inauguración del pantano de Gabriel y Galán por Franco; la figura del Che Guevara; libros como Rayuela de Cortázar y canciones libertarias como “Al vent” de Raimon y “L’estaca” de Lluis Llach que leían y escuchaban en la pandilla; el fracaso del mayo francés provocado por la derrota de los comunistas en las elecciones convocadas y ganadas por De Gaulle; la muerte en atentado de Carrero Blanco, sucesor de Franco, y la ejecución del anarquista Salvador Puig en represalia; los hyppies, cuyo lema “haz el amor y no la guerra” levanta críticas en el pueblo y el rechazo violento; la legalización del partido comunista; los asesinatos de Atocha; las elecciones democráticas, las dos España; la revolución de los claveles en Portugal; la transición con cuyos planteamientos la pandilla no está de acuerdo, porque ha permitido que muchos verdugos mueran impunes...

Además el libro tiene el misterio de situar la acción en un pueblo del norte de Cáceres, cuyas referencias geográficas (el Pinajarro, el barrio judío...) nos sitúan en Hervás (Cáceres). Y también aparecen referencias de lugares por los que pasan los protagonistas como es el caso de Mérida (donde vivo) cuando Teresa y Mario viajan de Portugal a España: comen en el restaurante Nicolás, pasean por la calle Santa Eulalia y toman café en la plaza.

En fin, Los adoquines no eran rojos, libro intenso por su abundante información sobre las épocas citadas y la descripción de la evolución ideológica de los componentes del grupo de amigos, resulta una lectura recomendable para aquellos lectores que deseen revivir una de las épocas más apasionantes de la historia reciente de España de una forma elaborada, amena y crítica.

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"LOS POETAS EXTREMEÑOS EN LA LÍRICA ESPAÑOLA DE AYER Y HOY" (MIS ARTÍCULOS III)

40.-LOS POETAS EXTREMEÑOS EN LA LÍRICA ESPAÑOLA DE AYER Y HOY”, Empresa '92 (Mérida), mayo de 1996, pp. 107-111. Ensayo extenso...

"POESÍA EN EL VINO" (Comunicación), Almendralejo, XVIII Jornadas de Viticultura y Enología Complejo Cultural "Santa Ana", mayo 1996.
 El vino, siempre ha tenido una importancia capital en la cultura mediterránea por sus extraordinarias cualidades para provocar la alegría y animar el esparcimiento e influir positivamente en la apertura del espíritu y de la mente, la salud física y las relaciones humanas. Al vino lo han ensalzado reyes y plebeyos, médicos y curanderos, madres de hijos enclenques y guerreros corpulentos ... Incluso, muchos poetas lo han utilizado como asunto central de poemas que, globalmente, constituyen una de las pocas páginas placenteras de nuestra Lírica, en general, caracterizada por el tratamiento de temas tristes y angustiosos.
 En la Historia de nuestra poesía, desde sus mismos orígenes, existen muestras de ese aprecio por el vino. Como ejemplo, citamos al primer poeta conocido de nuestra lírica, Gonzalo de Berceo, quien en la segunda estrofa de su Vida de Santo Domingo de Silos equipara su maestría versificadora con el alto valor que, ya en aquella época, se le atribuía al vino:

                                                   Quiero fer una prosa en román paladino
    en qual suele el pueblo fablar con so vecino,
    ca non so tan letrado por fer otro latino,
    bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.

 Actualmente, otros poetas se han dejado seducir por este jugo de la vid como es el caso de Jesús Martínez Alvarez, un soriano que ha aprendido a amar nuestra tierra conociéndola y a descubrir su tesoro más preciado, los campos de viñas de Almendralejo y la Tierra de Barros, cuyas notas cromáticas nos ha dejado grabadas en la plástica espiritualidad de este poema: 
                                                                            Almendralejo
                                                                
                                                                 Cuadrículas.
 Coordenadas y ordenadas.
 Meridianos, paralelos,
 en superficie plana:
 la vid.
 Término de Almendralejo.
 Corazón Tierra de Barros.
 Tierra roja.
 Tierra gorda.
 Producís néctar de Baco
 con salpicones de olivo.
 Alegría,
 lo divino:
 el vino.

  Y, entre los poetas citados, nos encontramos con el vate más extraordinario que ha dado esta tierra nuestra por su personalidad, su poderosa fuerza espiritual y la trascendencia de su obra lírica, Jesús Delgado Valhondo que, con su humanísima sensibilidad de poeta y de buen bebedor del néctar de la vid, describió las múltiples sensaciones que le sugería el vino en un artículo, cuyo título es "Saber beber", que fue publicado el 14 de septiembre de 1960 en el periódico Hoy de Badajoz.
 Y este producto, que tan generosamente ofrece nuestra Tierra de Barros, de proscrito por las Asociaciones Antialcohólicas y olvidado por las nuevas generaciones de jóvenes en edad de tomarlo, pasa a ser, en la voz de Jesús Delgado Valhondo, un elemento necesario para el cuerpo y el espíritu humano, y saber beberlo se convierte en muestra de educación, elegancia e inteligencia.
 Jesús Delgado Valhondo apreciaba el vino porque, como buen poeta y auténtico extremeño, sabía sentir a Extremadura y a la Tierra de Barros en su producto más emblemático, y pudo poetizarlo porque poseía la sensibilidad necesaria para contemplarlo y paladearlo. "Saber beber una copa de vino es un arte", decía.
 Valhondo, extremeño de nacimiento y convicción, por medio del vino llegaba mejor al corazón de la gente de su tierra (la nuestra) y disfrutaba en la barra de un bar con una copa de vino en la mano entre gente sencilla de la calle, con la que se reunía para copear, charlar y reír abiertamente, sin trabas ni obstáculos, animado con la sutileza, imaginación y agilidad mental que da el vino y su poder de conjurar las preocupaciones, la introversión ... y aportar fuerzas al cuerpo y optimismo al espíritu: "El vino aleja la pena, la tristeza y el dolor. El vino consuela, suprime la timidez, fortalece el ánimo, ahoga los problemas, alegra el corazón. El vino es fiesta del espíritu; nos hace optimistas, porque nos presenta el mundo dulcificado", afirmó rotundamente Jesús Delgado Valhondo.
 Además su extraordinaria capacidad de trascender cualquier asunto, lo llevó a concebir el vino como un medio para encontrar nuestras raíces extremeñas, aprendiendo a saber estar con la gente de su tierra en torno a unas copas de vino: "Para buscar a un hombre hay que venir a un pueblo. Hay que venir aquí si deseamos de verdad encontrar las raíces de nuestra verdad, de nuestra existencia como extremeños, como hombres de la tierra. Soy extremeño de pura cepa y me gusta estar entre los hombres de mi tierra. Hablar con ellos, beberme un vaso de vino (si es tinto mejor) con ellos. Reír y también sufrir con ellos", dijo sentidamente a la gente, que se reunió para escucharlo, en un pueblo de nuestra tierra.
 Jesús Delgado Valhondo, un poeta eminentemente espiritual, encontraba en el vino propiedades que afectaban positivamente al estado anímico del ser humano, hasta el punto de hallar en el mosto de la uva una veta espiritual reconfortante sobre el que reflexionó poéticamente tomándolo como asunto para poetizar con un lirismo creativo y sutil y, además, utilizó como bálsamo para su estado emocional cuando se encontraba decaído: "En el vino se saborea la vida. Es sangre de la tierra, diamante líquido. Su aroma nos recuerda la campiña en que nace, los lentos atardeceres en que fructifica y nos sugiere variadas sensaciones: Campos inmaculados, viñas ordenadas en hileras y cuadrículas, trabajo pulcro, superación humana, prosperidad, optimismo, ..."
 No olvidó, Jesús Delgado Valhondo, amable compañero de copas, hacer una sutilísima descripción de los efectos beneficiosos que produce el vino como acompañante del buen bebedor o como aliado de las charlas, reuniones o tertulias, que forman espontáneamente varias personas alrededor de unas copas de vino, creando una imagen exclusiva de nuestro país y nuestra región, donde predomina un talante espontáneo, abierto y sincero: "Aclara la mente, ensancha el corazón, suscita y anima la charla, aviva los ojos, sonríe la boca. El vino es un buen amigo, que nos acompaña, nos alienta y nos llena de esperanza".
 Curiosamente, la publicación del artículo "Saber beber" fue muy celebrado por sus compañeros de copas, que redactaron un gracioso y significativo escrito, en el que, aparte de reconocer a Delgado Valhondo, su autor, como gran escritor por la sensibilidad y maestría en la redacción, le ofrecían un homenaje consistente en unas rondas de vino español, en "La Universidad", nombre también significativo con el que denominaban a la taberna donde se reunían los componentes de aquella simpática e informal tertulia.
 El texto de este curioso homenaje escrito dice así: "Con motivo del artículo publicado en la prensa por don Jesús Delgado Valhondo por el que ensalza las virtudes del mosto español, los firmantes del presente reconocen la gran clase de escritor del Sr. Delgado Valhondo y, al mismo tiempo, le agradecen los conceptos tan elevados que de los adoradores del dios Baco expresa en su citado artículo 'Saber beber', publicado en el 'Hoy' de Badajoz. Y en prueba de este reconocimiento proponemos que se haga un íntimo y sincero Homenaje a tan destacado escritor, y podría consistir en unas copas del vino que tan magistralmente describe servido por esta Universidad y cada uno de los asistentes aportaría el pago de una ronda".
 Este poema de Jesús Delgado Valhondo, publicado en su “Canto de Extremadura" puede servir como ejemplo de su aprecio espiritual por el vino y de la trascendencia con que envolvía su contemplación meditada de las viñas:
                                                                                 Viñas

                                            Brazos y viejos dedos de tierra están clamando
el verde de unas hojas, la perla de su fruto
para mujer desnuda, nueva Eva llamando
al escondido sueño en la sombra del bruto.

Todo viñedo tiene andando entre su tarde,
bajando luz de viento, ángeles de la brisa;
y el demonio que, luego en una copa arde,
en una llama llena de llantos o de risas.

Como olivar y trigos es bíblica la viña.
Viñedos extremeños, campo que siempre encierra
abuelos soleados en juegos de una niña
que vive de la sangre de un corazón de tierra.

 Actualmente, las furibundas campañas emprendidas por los representantes de la cultura light contra el alcohol por motivos que, muchas veces suelen ocultar intereses oscuros, demuestran un desconocimiento total de los beneficios físicos y espirituales que reporta el vino, si se sabe beber.
 No les vendría mal a estos salvadores del mundo conocer las ideas que Jesús Delgado Valhondo vierte en este excepcional artículo, pues comprenderían que saber beber implica beber sin vicio y beber con arte. Dos buenos fundamentos para oponer a los que no saben beberlo, se embriagan y lo desprestigian, y a los que, sistemáticamente, arremeten indirectamente contra la cultura del vino cuando persiguen indiscriminadamente el consumo de alcohol, porque no han aprendido el arte de contemplar y paladear el vino, que no es un invento artificial ni interesado ni intrascendente como la moda de lo ligero, que ni sabe, ni huele, ni tiene color y, por supuesto, no abriga valor espiritual alguno.

-"JESÚS DELGADO VALHONDO EN MÉRIDA", El espejo, revista de la AEEX (Badajoz), nº 1, 1996, pp. 48-50.
Presentar Poesía Completa de Jesús Delgado Valhondo, como autor de la edición, la introducción y las notas es una triple satisfacción personal:
1º) La primera es debida a que se presenta en Mérida, en la ciudad natal de Jesús Delgado Valhondo donde nació el 19 de febrero de 1909 en la calle “Los maestros”. Este hecho, teniendo en cuenta el sentido trascendente que le imprimía a cualquier suceso de la vida cotidiana, no era para él un dato anecdótico sino un acontecimiento fundamental en su vida y en su poesía pues, aunque conscientemente le infundió a sus versos un sentido universal y a la ciudad sólo le dedica tres poemas (uno editado en El año cero y los otros fuera de su obra poética), Mérida estaba en el centro geográfico de Extremadura, la tierra que constituía su mundo y se distinguía de las demás por una personalidad moldeada por un clima que, según sus palabras, “besa o castiga denonadamente”, imprime carácter al extremeño, rudo y afable, idealista y montaraz, conforma el paisaje de la tórtola y de la encina, de dos dos ríos míticos, el Tajo y el Guadiana. En su artículo “Cimas extremeñas”, JDV aseguró: "Al cronista le ha preocupado siempre mucho su tierra: Extremadura. Procuró enterarse de su cultura. Estuvo metido en lectura y amistades con libros y arqueólogos y geólogos. Porque quería saber la raíz de su existencia. Saberla y removerla hasta la simas, hasta ese punto oscuro que nos absorbe. [...] Extremadura es por sus dimensiones físicas y por esa otra dimensión espiritual una hermosa nación".
 Pero este comentario no debe entenderse como que JDV tenía un sentido folklórico, regionalista o nacionalista de su región. Para JDV, Extremadura constituía el paisaje donde había nacido, donde vivía y adonde finalmente volvería para reintegrarse a la tierra; de ahí que en su lápida esté esculpida esta frase: “Ya soy tierra extremeña”. En las dos últimas estrofas del primer poema de “Canto a Extremadura” titulado “Castillo” expone con profunda emoción su sentir por ella: 

     Debajo está la tierra, ancha tierra extremeña
dilatando su pecho en inmenso suspiro,
tiene puesto su traje de campo, de estameña
de franciscana sangre que en el alma respiro. 
     Cielo y tierra: paisaje. Mi corazón mendiga
el surco del otoño como grano de trigo,
quiero quedarme toda esta enorme fatiga
en el milagro hermoso de morirme contigo.

Bien, pues en el centro de esa tierra especial para nuestro sentido poeta estaba situada Mérida, el lugar donde no sólo había nacido sino además donde, a través de sus ruinas históricas, se enraizaba directamente con la esencia del ser extremeño. Por esta razón aseguraba: “Andar Mérida es ir dentro del alma de Extremadura”. Esta atracción espiritual por Mérida JDV la explicó en el discurso de agradecimiento por ser nombrado hijo predilecto de la ciudad:
 “Algo que no sé explicar me hace dependiente de este paisaje, del alma de la ciudad, de este ambiente que te rodea como un aura de gloria […]. Y de sus silencios […]. Y [de] esta soledad que se siente en Mérida que es amante solidaria y, además, humilde” (julio 1993).
Este sentido trascendente es el que provocó su preocupación por cómo el progreso estaba maltransformando la configuración de los dos mil años de historia de su ciudad, que dejó escrita en el poema “Mérida”:

Mérida, ¿dónde has ido
que no te siento?

Contrarias nuestras vidas
se nos están perdiendo.

(Duerme la estatua, frío,
sobre su tiempo;
arco de puente y río,
dolor de sueño).

Tú te mueres de joven
y yo de viejo.

Mérida, yo te piso
y tú ¡qué lejos!

2º) La segunda satisfacción que siento al presentar la PCJDV es debida a que, después de cuatro años de trabajo, haya visto la luz esta edición que se hacía necesaria. Y lo eraporque la unidad, la coherencia y la evolución de la obra poética de Jesús Delgado Valhondo requiere una lectura continuada y total. Y esto no era posible hasta el momento por tres razones:
 Una, porque los libros de poemas de Jesús Delgado Valhondo estaban agotados y varios de ellos desde que se editaron, pues la corta tirada que se realizaba por entonces se distribuía entre los suscriptores de las colecciones o revistas editoras y no sobraban ejemplares para el resto de los lectores. Así sucedió por ejemplo con La muerte del momento que, editado por la revista Gévora de Badajoz, sólo tuvo una tirada de 125 ejemplares. Y sin embargo es uno de sus poemarios fundamentales.
 En 1988, se solucionó este problema recopilando en Poesíalos libros editados por el poeta hasta aquel momento, es decir, desde Hojas húmedas y verdes a Los anónimos del coro, pero la edición de Poesía también se encuentra agotada hace varios años.
 Hasta la aparición de PCJDV sólo se podían conseguir ejemplares de Huir, su último libro de poemas, gracias a la Campaña de Fomento de la Lectura “Un libro, un euro”, que propició su reedición hace unos meses.
 La segunda razón por la que decía que era necesaria la edición de la Poesía completa de Jesús Delgado Valhondo es que sus tres primeros libros se encontraban inéditos hasta el momento. Eran desconocidos por tanto y, aunque son producto de experiencias noveles, resultan fundamentales en su obra poética porque Canciúnculas contiene la imagen del árbol solo, símbolo central de su poética; Las siete palabras del Señor expone sus tempranas y fuertes preocupaciones religiosas y Pulsacionesrecoge la síntesis de temas, formas y contenidos sobre los que iba a cimentar su obra poética.
 Y la tercera razón de la necesidad de la edición de la PCJDV es que, aparte de los poemas recogidos en los libros que conforman su obra poética, Jesús Delgado Valhondo tenía en su archivo particular numerosos poemas inéditos y otros muchos dispersos en los más variados medios de difusión escritos desde revistas de Ferias a otras literarias de alcance internacional, a los que el lector no tenía fácil acceso.
 En fin, la edición que ahora presento era necesaria por unas razones que en conjunto perseguían el objetivo de posibilitar el conocimiento pleno de la poesía de JDV, hasta hoy conocida parcialmente.
 La edición se halla estructurada en tres partes. La primera es la Introducción, que comienza con un análisis de los fundamentos de la vida, la poética y la poesía del poeta, titulado “Jesús Delgado Valhondo, un hombre cualquiera”. Le sigue la bibliografía, cuya amplitud y variedad indica el interés despertado por la poesía de Jesús Delgado Valhondo en los últimos sesenta años. Posteriormente aparecen los criterios de edición, donde se indica que el objetivo de la compilación es cumplir dos deseos insatisfechos del poeta: reeditar sus libros agotados y hacerlo con rigor, pues no estaba conforme con la edición que le habían realizado de algunos de ellos. Después van las siglas y abreviaturas y finalmente, se pueden leer los agradecimientos.
 La segunda parte de la edición es la Obra poética, que agrupa a los dieciocho libros de poemas de JDV: Canciúnculas, Las siete palabras del Señor, Pulsaciones, Hojas húmedas y verdes, El año cero, La esquina y el viento, La muerte del momento, La montaña, Aurora. Amor. Domingo, El secreto de los árboles, ¿Dónde ponemos los asombros?, La vara de avellano, Un árbol solo, Inefable domingo de noviembre, Inefable noviembre, Ruiseñor perdido en el lenguaje, Los anónimos del coro y Huir.
 Estos libros no son una mera relación de títulos sino que forman un todo, es decir, una obra con una construcción muy meditada que responde a una unidad, pues todo en ella gira en torno a la soledad humana y la búsqueda de Dios. Todos los poemas y libros se relacionan coherentemente, pues están integrados en una estructura con cuatro partes perfectamente enlazadas. En conjunto, forman una obra amplia; son dieciocho libros, elaborados durante 60 años. Su contenido se refiere a reflexiones trascendentes y su forma se encuentra adaptada a una doble evolución: a la espiritual del poeta y a las transformaciones de la poesía española desde 1930 a 1993.
 Y la tercera parte de la edición, titulada “Y otros poemas”, se distribuye en dos apartados: uno, denominado “poemas de carácter existencial”, que Jesús Delgado Valhondo escribió para incluir en alguno de sus libros y luego desechó por algún motivo como, por ejemplo, la necesidad de reducir el número de poemas a la hora de editar un libro como en el caso de La esquina y el viento.
 El otro apartado se titula “poemas de circunstancias”, que son canciones, himnos, homenajes, poemas de Extremadura, de la pasión, (pseudo)navideños y textos vanguardistas, que Jesús Delgado Valhondo escribió animado por algún hecho puntual y no pensó incluir en su obra poética.
 Toda la edición está complementada con notas, que no van a pie de página sino al final de la parte o del libro que anotan, para favorecer una lectura libre de influencias o bien, si el lector así lo desea, para recabar información sobre versos, poemas y libros, de los que se comentan variantes, versiones y circunstancias que rodearon su composición.
La edición se recoge en tres tomos: El primero contiene la Introducción y parte de la Obra poética de Jesús Delgado Valhondo, desde Canciúnculas a La muerte del momento. El segundo tomo acoge el resto de su Obra poética, desde La montaña a Huir. Y el tercer tomo reúne 200 poemas existenciales y de circunstancias, bajo el título de “Y otros poemas”.
3º) Y, por último, la tercera satisfacción se produce porque la PCJDV se presente en una biblioteca, y que esta biblioteca sea de su ciudad y que además lleve su nombre y, por si fuera poco, esté situada junto al Guadiana, formando un maridaje de cultura, espíritu y naturaleza en donde se hubiera sentido muy a gusto, pues de la biblioteca pensaba que “Un libro es un monumento. Muchos libros, una ciudad monumental, un mundo. Una biblioteca, un universo” y con el río mantuvo una estrecha relación:
 "El poeta, a solas, en algún atardecer de verano, silenciosamente, como si cometiese un hecho impúdico, se ha bañado en las aguas del Guadiana. Se ha metido entre sus secretos, con inconfesable placer. [...] El poeta ha subido otra vez al puente y bajo la azafranada luz, recita su poema. El poeta arruga entre sus manos un papel que acaba de escribir: el poema. Y lo tira al río. Mira y escucha" (“El poeta y el Guadiana”, Hoy, 5-1-61).
 Ya hace una década que JDV no está con nosotros, pero estoy seguro de que su espíritu agradecido nos acompaña esta noche, porque ha venido desde la plaza donde lo dejó el poeta en 1986 cuando escribió este poema titulado “Plaza de Mérida”

Se tiende en el ancho suelo
un amarillo sol sin horas.
Sobre la taza de la fuente
dedos de un alma melancólica.
Viento en la rama de los árboles
doran las musicales hojas
(Ha de venir a verme un día
alguien que busca mi memoria).
Baja la tarde. Suben pájaros
hasta un grito de voz rota
del cielo último. Una pregunta
late en el alma de las cosas.
Sigo esperando mientras vivo
a alguien que historia de la historia
venga a conversar conmigo
en esta plaza, de mi pueblo, hermosa.

(Ed. Abanico,1986)

"EL MUSEO FERROVIARIO SE MUERE", Hoy (Badajoz), 11-8-96.
"EL RELOJ DEL AYUNTAMIENTO", Revista de Feria (Torremayor), septiembre 1996
40.-"EL YUNQUE DE UN POETA", Arco Iris (Mérida), Año IV, nº 1-2, 1996, pp. 23.
  
45.-"PALABRAS PARA UN HOMENAJE A LUIS ÁLVAREZ LENCERO CON MOTIVO DE LA EDICIÓN DE EL YUNQUE DE UN POETA", Camino hacia Ítaca (Mérida), nº 10, noviembre 1996, pp. 45-46.

"LA TERTULIA", Arco Iris, I.E.S. "Emerita Augusta", nº 1-2, 1997, pp. 14-15.

-"PETRI PORTILLO O LA PINTURA COMO EXPRESIÓN VITAL" (en colaboración con Carmen Pérez González), Mérida, catálogo de la Exposición de Pinturas de Victoria Caballero y Petra Portillo1997, p. 16.  
Como introducción, ésta puede ser una definición adecuada para acercarnos inmediatamente a la personalidad artística de Petri Portillo Collado: "Portillo pertenece a ese tipo de artistas que necesita indagar en la expresión de la materia hasta obtener la máxima belleza". No obstante, nosotros añadiríamos que Petri va más allá de la simple consecución de la belleza pues, primero, concibe su tarea artística como un medio de expresión vital y, después, procura que su creación sea estética. 
Tal certeza nos lleva a indagar en el origen de esa razón vital que siente Petri para hacer Arte y recordamos que siempre se dice que la obra de un artista es consustancial con su vida pero nosotros diríamos, por simple experiencia cotidiana, que esa afirmación no es totalmente cierta. Sin embargo, en la pintura de Petri se produce esa conjunción entre Arte y artista, porque su pintura es producto de su naturaleza indagadora y, a la vez, de su inconformismo frente a una realidad que no le gusta plenamente. Por eso, su Arte, sin dejar de ser un ejercicio lúdico, es el resultado del análisis que realiza sin tregua sobre el mundo que le rodea y de la lucha por superar la insatisfacción que la realidad le produce. 
Esta afirmación explica, por un lado, el uso variopinto de materiales que cambia con frecuencia intentando buscar respuestas a la vez que calmar su intranquilidad y, por otro, su gusto por la poesía, la fotografía y cualquier manifestación del Arte que pueda proporcionarle una luz que le aclare una realidad incomprensible. 
Para conseguir ambos extremos a Petri no le importa el riesgo y prueba con materiales poco usados tomando como base la tierra porque se siente materia originaria y, por eso, necesita tocarla, acariciarla, moldearla y modelarla con mimo. Y, como tierra, necesita albergar en su seno el metal hendido y también tocarlo y domarlo y doblegarlo como si se tratara de un triunfo del espíritu sobre la materia, de su íntima debilidad frente a la dureza del mundo, de su cálida naturaleza sobre el frío metal.
Así, por usar estos materiales tan conocidos, parece que su Arte es fácil pero no su elaboración que es como un parto creativo, pues hemos conocido su lucha con el material utilizado y podemos certificar que su esfuerzo creador es idéntico a una mezcla de hiel y ambrosía, porque enfrentarse a un lienzo en blanco le produce un estado de inquietud tal que sólo se le alivia cuando lo manchahasta llegar a cubrirlo por completo. 
 No obstante, su pintura podemos considerarla a medio camino entre la abstracción y la figuración, pues tras los colores, los volúmenes y las mezclas de los distintos materiales se vislumbran objetos que quieren ser identificados y, a la vez, desean preservar sus enigmas pues guardan sus secretos detrás de artesanales cerraduras sin llave o bellos contadores de agua, que  encierran misteriosamente algo que Petri no puede o no se atreve a desvelar y, por ese motivo, nunca aparecen abiertos ni tienen llaves para descubrir lo que guardan. 
Petri atesora una virtud y es que, a diferencia de otros artistas no le importa que le pregunten qué es, qué significa y qué representa lo pintado. A ella le gusta comentar (nunca traducir) lo que ha expresado y que le juzguen y valoren sus obras. Por eso, hemos conocido el tema de los cuadros que ahora expone: Se trata de una serie "de copas" y "botas", que ella ha creado mezclando arena y acrílicos fijados con lacas. Las figuras representan a personas que están de fiesta y las formas de las copas reflejan su estado de ánimo. Sin embargo, aunque el tema es el mismo en todos los cuadros, la textura de la tierra mezclada con el barro y los distintos pigmentos de la pintura dan lugar a escenas diferentes que ponen al descubierto la personalidad de Petri: cálida como la tierra y, a veces también, dura como el metal. 
 En la conjunción de tal extremo halla Petri la clave para conseguir efectos plásticos realmente sorprendentes.
                       
-"TRADICIÓN EDITORA EN EL I.E.S. EMERITA AUGUSTA"en web I.E.S. "Emerita Augusta",  2008 (aprox.).
La primera publicación que se recuerda en el instituto Emerita Augusta se denominó ACUEDUCTO, que fue coordinada por el profesor de Dibujo José Manuel Luque Rojo, responsable de las actividades culturales. El Consejo de Redacción estaba formado por un grupo de alumnos, que elaboraban artículos informativos, comentarios críticos, páginas de humor e, incluso, realizaron una entrevista a Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Esta publicación pionera tenía una presentación original, pues las hojas que formaban cada número iban sueltas dentro de las pastas. Editó varios números a mediados de los años 80 del pasado siglo.
 En el curso 1988-1989, esta labor editora continuó con la creación de la revista LOCA ACADEMIA DE FP por el profesor de Lengua y Literatura Antonio Salguero Carvajal, que publicó nueve números hasta el curso 1991-1992. Esta revista apareció para llenar la falta de un medio de comunicación en un instituto de Enseñanza Media de 1200 personas, que necesitaban de una tribuna para comunicar sus deseos y logros, trasvasar sus experiencias e inquietudes, informar, opinar y, en definitiva, establecer relaciones formativas más estrechas a través del contacto escrito con los demás integrantes de su comunidad educativa y su entorno, de una forma abierta, objetiva y crítica.
 Loca Academia de FP se estructuraba en varias secciones, que trataban de ofrecer un espacio a los diversos tipos de trabajos aportados por los colaboradores y apreciados por los lectores. La portada llevaba un dibujo que recogía un hecho destacado, que había sucedido durante el trimestre en el instituto, o alguna reivindicación del Consejo de Redacción como, por ejemplo, el número 1 del año II, que protestaba por la falta de medios, y lo traducía en la portada con la caricatura de un escribano del siglo XVI, que usaba pluma de ave y tinta barata.
 A continuación aparecían las secciones, que se denominaban de una forma original: Tararií (editorial), Se jace sabée (noticias), Informes Eméritos y Augustos(información), Entrevista con …, Historieta, La casa de la urraca (ecología), Hablando claro (crítica), Mural, Lectura a tope, Guay del Paraguay (música y cultura), Rincón de poetas, In corpore sano (deportes) y Chistes infinitamente malos y otras cosas peores (pasatiempos).
 La revista era elaborada de una forma artesanal: Se escribía a máquina, excepto varios números que se hicieron a mano, en protesta por la citada falta de medios. Los dibujos, títulos, adornos … se hacían manualmente igual que la maquetación. Los autores de las colaboraciones eran los alumnos, los profesores, la directiva y la Asociación de Padres. Los trabajos de los alumnos se canalizaban a través de los profesores de Lengua y Literatura, que aprovechaban para orientar a sus alumnos en la buena presentación y redacción. El profesor-coordinador maquetaba la revista y llevaba el original en formato A4 a la imprenta, donde se limitaban a imprimirlo. De esta manera se ahorraba el 50% de la edición, cuyo coste era de 28.500 pesetas, que se cubrían así: 12.500 pesetas con las ventas (a 50 pesetas el ejemplar); 10.000 de la APA y las 6.000 restantes del centro. La extensión del número se situaba entre las 24 y las 28 páginas.
 Loca Academia de FP consiguió salir puntualmente cada trimestre por los desvelos del Consejo de Redacción, que estaba formado por el profesor-coordinador y un grupo de veinte alumnos, que desempeñaba diversas funciones: buscar colaboraciones, corregirlas y pasarlas a máquina, hacer los dibujos, aportar trabajos y distribuir la tirada en el ámbito del instituto y su entorno inmediato. La difusión se realizaba enviando 50 ejemplares (de los 350 de la tirada) a instituciones, empresas y particulares.
 En el año 1992, se celebró la I Semana Cultural Conjunta de los Institutos de Mérida que, coordinada por el IFP Emerita Augusta, celebró 35 actividades durante cinco días, donde participaron alumnos y profesores de todos los centros de Enseñanza Media de Mérida. El medio de difusión de aquel evento fue la revista MINERVA, en la que se recogió el desarrollo de las actividades, se editaron los trabajos ganadores de los concursos convocados y se editaron otras colaboraciones. En la portada aparece el cartel ganador de la Semana Cultural.
 En el curso 1992-1993, la revista ARCO IRIS sucedió a Loca Academia de FP. La nueva publicación, que también fue coordinada por el profesor Antonio Salguero, tenía mejor presentación, pero era menos artesanal y más cara. Editó siete números (la mayoría dobles) hasta el curso 1996-1997. Arco Iris pretendía ser una continuación y una superación de la revista anterior: La portada era de diseño y a color; los títulos y los artículos estaban escritos y maquetados con un procesador de textos, aunque se procuró hacer este trabajo de una forma sencilla para que la revista no perdiera su carácter escolar.
 No obstante, aunque el proceso de elaboración era el mismo, la imprenta costaba tres veces más y la revista necesitó, para cubrir el coste de la tirada, incluir publicidad. La elaboración era realizada en recreos y alguna hora libre de clases por los componentes del Consejo de Redacción, formado por el profesor-coordinador y un grupo de alumnos. Publicaba un número en el primer trimestre del curso y otro en el segundo.
 El contenido de Arco Iris mejoró con respecto al de la revista anterior, porque se implicaron más profesores, que publicaban artículos y animaban a sus alumnos a la participación, y la tradición editora estaba calando en el centro. De tal manera que leer un número de la revista suponía conocer de primera mano la forma de pensar de aquellos jóvenes que, aunque aparentaban lo contrario, se mostraban muy conmovidos ante la guerra, la contaminación o la violencia y se interesaban por actividades deportivas y culturales.
 También en el curso 92-93 apareció en el IFP Emerita Augusta otra revista que tomó el nombre de EMPRESA ’92, una publicación técnica que no eludía incluir secciones de literatura, toros, costumbres o deportes. Era editada en el tercer trimestre de cada curso por los Alumnos de Prácticas en Alternancia, que conseguían con la coordinación de su profesor José Casillas Suárez, una publicación de categoría, que cuidaba por igual la presentación, el contenido, la elaboración y la difusión.
 Empresa ’92 se subvencionaba íntegramente con la publicidad de empresas de Mérida y su comarca. El Consejo de Redacción de esta revista completaba su actividad con el acto de presentación de cada número, que era un ejemplo de cómo se redondea la edición de una revista con una difusión adecuada y la atención a colaboradores, empresarios e instituciones que participaban en ella.
 Por último, la actividades de Prensa en el IFP Emerita Augusta se completó con la publicación de un LIBRO DE POEMAS de profesores, alumnos y personas de su entorno, que era editado y presentado puntualmente en el tercer trimestre. Esta actividad editora comenzó en el año 1989, cuando el profesor Antonio Salguero amplió la oferta editora del instituto Emerita Augusta con la publicación del poemarioEscritos del sentir(1989), que sería el comienzo de una tradición ininterrumpida durante los nueve cursos siguientes:
 Escritos del sentir reunió a nueve poetas, de los cuales siete eran noveles (Susana Carmona, Antonio García, Pedro Gómez, Ana Herrera, Santiago Hidalgo, María de Gracia Prieto y Julio César Sansano). Cada uno de estos jóvenes poetas tuvo un apartado, que iba precedido por un título donde se detectaba la influencia que ejerce en los noveles la concepción romántica del amor: “Todo comenzó así”, “Así te quiero yo” o “Ante el espejo del amor”: “Escucha sus preguntas, sus ruegos / y confíame sus deseos. // Tú, si de veras vives, / escúchame y dile que lo quiero” (“Dímelo”, Mª de Gracia Prieto).
 Poemas delreencuentro (1990) se tituló así porque en él coincidieron varios poetas que habían editado en algún libro anterior como Antonio Borrero, Pilar García, Félix Meléndez, Alfonso Ossorio o Luz María Tinoco. La voz de estos poetas delataba una sólida madurez en la trascendencia de sus reflexiones líricas: “Nosotros, los que vivimos la noche, / estamos adornando el mar. / Mar profundo, mar sublime. / Como sublime es también / la unión de nuestros labios / en la distancia” (“Estamos adornando el mar”).
 En horas de soledad(1991) editaron poetas consistentes que, sin embargo, apenas habían difundido sus creaciones en otros medios como Dulce Arribas, Antonio Bolaños, Abel Hernández, Francisco López-Arza , Ana Isabel Mora o Francisco Javier Parra. En este libro aparece por primera vez un poeta, Juan Miguel García Refoyo, de la tertulia literaria Gallos quiebran alboresque fue creada por entonces. Los libros sucesivos serán un medio aglutinador del grupo y un modo de difundir sus poemas:“Estoy pensando quién soy: / Unos dicen que nadie / y, otros, que no pregunte / y yo … / sencillamente tengo / los brazos rotos de / abrazar esperanzas” (poema sin título, Gª Refoyo).
 Manantial de secretos(1992), título que concibe la poesía como una fuente de sentires íntimos, es el libro de poemas de la I Semana Cultural Conjunta de los Institutos de Mérida, donde editaron los premiados en el concurso de poesía convocado para la ocasión (José María Visuara, Inmaculada Vega y Eva Jiménez), otros poetas jóvenes (Almudena Bernabé, Francisco Rivero, María García, Ángel Gil …) y algunos poetas más diestros en la poesía como Eladio Méndez -otro poeta de Gallos-, José Casillas y Concha Ribas: “Fue mi infancia: / Un jardín de rosas, / un mar de olas perladas, / un universo de infinitas estrellas, / con su luna de plata blanca. / […] / Ahora lloro estas ausencias / con melancólica calma, / mientras siembro mi jardín / de ilusiones maltratadas” (“Infancia”).
 Alma entre labios(1993) es, junto al anterior, un excelente título que destaca la voz del poeta sincero que, como el resto, fue elegido entre una selección de versos representativos de los poetas participantes. Este poemario lleva un prólogo de Rafael Rufino Félix, que también editó varios poemas: “A mis manos les doy blancos papeles, / y escriben, acarician y se alzan / buscando las alturas más celestes. / -Vuelven conmigo pájaros viajeros / a musicar la fronda de mi frente-“ (“Oficio de mis manos”). En este libro participaron poetas jóvenes (Soledad Aza, Antonio Luis Cangas, Rocío Gómez, Sergio Naranjo …), varios poetas de Gallos (Antonio Luis de la Cruz, Emilia Jiménez, Jesús Martínez, Antonio Salguero, Florencio Vaca) y otros poetas maduros como Julián Blasco y Antonio Carvajal: “El cielo parió una estrella, / la luna tenía cerco, / y del brocal de fuego de tu boca / brotaba un manantial de juramentos. / […] / Ya eres viento del norte que acaricia / de mi amor solamente la fachada, / porque el alma que me helaste aquel día, / no ha de abrirte ni puertas ni ventanas” (“Viento gélido”).
 Homenaje. A Jesús Delgado Valhondo(1994) es un poemario dedicado por veintitrés poetas a este vate emeritense apenas un año después de su muerte y elaborado, por tanto, con la influencia del impacto emocional que les supuso su desaparición: “Encontraste la vida de tu muerte, / buscada en el mundo de tu carne. / En el que dejaste, estío de julio, / el niño cojo ungido con vinagre. / […] / Retorna a tu descanso, hombre triste, / tu voz para siempre ya en tu tierra, / tu nombre para siempre con tu pueblo. / Descansa poeta, hijo de Mérida” (“Homenaje”, Sergio Naranjo).
 En este libro sobresalen los excelentes dibujos a plumilla de Juan Fernández Pinilla con los que expuso la huella que dejó en su ánimo el contenido de poemas como “La venta” de El año cero, “Coxalgia” de La esquina y el viento, “Doblar una esquina” de Aurora. Amor. Domingoo “Calle de la nada” de ¿Dónde ponemos los asombros? de Jesús Delgado Valhondo: “En esta calle de la nada solos / nos quedamos para siempre jamás. / Larga como la muerte en el camino. / Sin raíz y sin cielo que nos tenga / una manera de cantar la vida. / Nadie nos escucha, nadie nos sabe, / es inútil quemar a las palabras / que ya de nada sirven”.
 Homenaje. A Jesús Delgado Valhondo fue un libro presentado por alumnos del instituto Emerita Augusta con un diaporama, que destacó en el primer aniversario de su muerte la trayectoria humana, espiritual y lírica del poeta extremeño como reconocimiento a su entrega a la poesía durante más de sesenta años (1930-1993).
 Como mágico perfume(1995), sugerente título, acogió a treinta y un poetas noveles (Ana Blanca Camacho, Julián Fernández, Mari Carmen Gómez …), invitados (José María Aranda, Miguel Combarros, José Mª del Álamo, Alejandro Donaire, Fernando F. Mansilla, Fernando Galán, Pilar F. López, Juan José Pedrosa -poetas de Gallos- Alejandro Medina, Plácido Ramírez) y consagrados (Santiago Corchete, Rufino Félix), que conformaron un sólido poemario: “Mi huerto está sereno, lo alborotan / someros ruiseñores en la umbría / de sus aspiraciones, penas hondas / que la tarde declina con el sol / cayendo de lo alto; demudece / la voz en el ribero, y el reloj / detiene sus agujas numerosas / construidas de nieve” (“Inflexiones”, S. Corchete).
 Como mágico perfume también fue difundido con un diaporama, donde alumnos del instituto editor aprovecharon para realizar un repaso de la poesía de autores extremeños en la historia de la literatura española, comenzando por las primeras manifestaciones de nuestros poetas en la historia de la lírica española: El teatro en verso de Torres Naharro (“Himenea”), Meléndez Valdés ("Los aradores"), Juan Pablo Forner ("Pequeñez de las grandezas humanas"), Carolina Coronado ("Mérida"), Gabriel y Galán ("Varón"), Luis Chamizo ("Compuerta"), Manuel Monterrey ("La tristeza otoñal"), Alfonso Albalá ("Soneto de la tierra de secano"), Eugenio Frutos ("Inmortalidad"), Jesús Delgado Valhondo ("Gente"), Manuel Pacheco ("Las palomas"), Luis Álvarez Lencero ("Yunque humano"), Jaime Álvarez Buiza ("Un día de éstos"), Santiago Castelo ("Piedras de Jerusalén") y Luciano Feria ("¡Ah las palabras!).
 Este montaje fue recuperado en el curso escolar 2002-2003 y 2004-2005 por los alumnos del Taller de Teatro del citado instituto con la novedad de que la música utilizada ha sido del CD “Canto de gamusinos” del grupo extremeño Acetre, que ha sabido remozar con maestría el folklore extremeño en esta estupenda creación.
 Canciones de una abierta herida(1996) fue otro libro multitudinario donde participaron treinta y siete poetas distribuidos por edades en tres generaciones. En la primera, la de los noveles, destacaban Antonio Luis Cangas, Pedro Cerezo y Emilia J. Ruiz. En la segunda, la de los poetas maduros, llamaban la atención nombres nuevos como Pilar Fernández, José G. Ceballos, Marco A. González, Francisco Jorge Hidalgo, Martín Romero y Guillermo Segovia -poetas de Gallos- que, junto a otros poetas como Petri Portillo o Santiago Lorencio, imprimieron savia nueva a la tradición editora. “Abrazado a tu brazo, te beso eternamente, / y lentamente extiendo por tu piel mi caricia, / y bebo de tu beso, y libo la delicia / del goce de tu gozo febril e intermitente” (“Juglar”, F. J. Hidalgo). En la tercera generación, junto a nombres ya conocidos (M. Combarros, J. Casillas, S. Corchete, R. Félix), hubo incorporaciones de la talla de Juan Carlos Rodríguez Búrdalo.
 De nuevo los alumnos del Emerita Augusta montaron un diaporama para presentar debidamente Canciones de una abierta herida, ofreciendo una visión de los poetas españoles del siglo XX cuyos poemas, igual que los del libro, son canciones de la herida abierta en la sensibilidad de sus almas. Los alumnos realizaron un recorrido por las generaciones y poetas de la lírica contemporánea. Veinte recitadores declamaron poemas de Rubén Darío ("La marquesa Eulalia" y "Lo fatal"), Antonio Machado ("Campos de Soria"), Unamuno ("Morir soñando"), Juan Ramón Jiménez ("El viaje definitivo"), Lorca ("Vuelta de paseo" y "Romance de la pena negra"), Alberti ("Marinero en tierra"), Jorge Guillén ("Perfección"), Salinas ("Al decirte a ti: 'única'"), Gerardo Diego ("El ciprés de Silos"), Aleixandre ("Historia del corazón"), Miguel Hernández ("Elegía a Ramón Sigé"), Leopoldo Panero ("El viejo tronco"), Luis Rosales ("La casa encendida"), Blas de Otero ("Hombre"), Celaya ("Aviso"), José Hierro ("Interior"), Luis Antonio de Villena ("Un arte de vida") y Ana Rossetti ("Invitación de viaje").
 Almacén deilusiones, baúl de sueños rotos (1997) es un poemario con formato de revista, presidido por un título que quiere definir lo que es un libro de poemas, es decir, un lugar donde se mezclan esperanzas y desencantos. El libro va encabezado por un sustancioso prólogo de Francisco López-Arza y adornado con unos estupendos dibujos de Petri Portillo que ilustran el contenido. Treinta y ocho poetas participaron en este poemario que será el último editado en el instituto Emerita Augusta. Destacaron nuevos nombres como Francisco J. Carmona, Ana Castillo, Manuel Domínguez, Teresa Núñez e Isabel María Méndez: “No dejes / que la semilla de la injusticia / brote en nuestras tierras, / con sudor y sangre aradas. / […] / No los dejes, / porque entonces / habrás cavado la tumba de nuestros sueños, / en la tierra, donde / como un pequeño capullo / florecen deseos de justicia y libertad” (“La tumba de nuestros sueños”).
 Almacén de ilusiones, baúl de sueños rotos fue presentado con un diaporama, donde alumnos del instituto editor incidieron de nuevo en la poesía de autores extremeños con varias novedades: La representación de una adaptación de Himenea, pieza teatral de Torres Naharro; la puesta en escena del cuento extremeño "La flor de la lilá"; la proyección de los dibujos de Juan Fernández, que ilustraron la obra de teatro y el cuento, y la música compuesta para la ocasión e interpretada en directo por Juan Antonio Negrete (compositor e intérprete -acordeón y flauta-), Javier Leal (guitarra), Mercedes Carmona (voz y percusión) y Francisco Barjola (violín).
 En total, han intervenido en los libros de poemas más de 200 poetas locales y foráneos, noveles, conocidos y consagrados, de los que una representación participó en cada diaporama como muestra de la última poesía extremeña. Los diaporamas se representaron en colaboración con el Ayuntamiento de Mérida como una actividad de la Feria del Libro. El consistorio les cedía el salón de la Casa de la Cultura, le proporcionaba el equipo de sonido, le hacía la publicidad en el programa de la Feria y adornaba el escenario con macetas y flores del Centro "La Encina". Así unos aportando unas cosas, otros cumpliendo otras conseguían que, en un ambiente armónico de buen entendimiento, esta actividad se celebrara en cuatro ocasiones difundiendo la poesía contemporánea española y, en especial, la de poetas extremeños. El público supo siempre apreciarlo y en todas las ediciones abarrotó el salón de la Casa de la Cultura, mostrando que la poesía gusta a todos cuando se presenta de una forma agradable.
 La preparación de la edición y de la presentación de los poemarios duraba todo el curso: En octubre comenzaban los trabajos y finalizaban con su presentación durante la Feria del Libro. Se trataba, por tanto, de una actividad redonda en la que estaban implicadas decenas de personas entre los alumnos que desarrollaban el diaporama, los poetas que participaban en el libro editado y en su presentación y un grupo de personas, que colaboraban tanto en su presentación como en la edición, haciendo diapositivas y fotos, diseñando carteles, maquetando poemas y atendiendo a detalles técnicos.
 El entusiasmo de todos consiguió que estas actividades, que no eran frecuentes en un instituto, se convirtieran en tradición en el I.E.S. "Emerita Augusta".


"YA SOY TIERRA EXTREMEÑA", Extremadura (Cáceres), 23-7-97


"UN EJEMPLO DE COLABORACIÓN", Mérida, revista de Ferias (Mérida), septiembre 1997, pp. 59.
Hace ya cuatro años, el Instituto de Formación Profesional Emerita Augusta de Mérida  comenzó a colaborar con la Feria del Libro, que organizan conjuntamente los libreros de la ciudad y el Ayuntamiento. La colaboración del "Emerita Augusta" consiste en representar un diaporama, que es un montaje donde intervienen la narración, la recitación, la música, la luz y la imagen.
 El diaporama es preparado durante todo el año académico por los alumnos de 4º curso de Informática del "Emerita Augusta" como una actividad de clase, tomando como base el contenido del temario de la asignatura, que es Lengua y Literatura. Así el primer diaporama celebrado en junio de 1994, trató sobre la vida y la poesía del poeta emeritense Jesús Delgado Valhondo, al que se le dedicó un sentido homenaje con motivo del primer aniversario de su muerte.
  En el segundo diaporama, hicieron un repaso de la poesía de autores extremeños, comenzando por las primeras manifestaciones de nuestros poetas en la historia de la lírica española (El teatro en verso de Diego Sánchez de Badajoz y de Torres Naharro) hasta las últimas representadas por tres poetas (Jaime Álvarez Buiza -"Un día de éstos"-; Santiago Castelo -"Piedras de Jerusalén"- y Luciano Feria -"¡Ah las palabras!"), pasando por Meléndez Valdés ("Los aradores"), Juan Pablo Forner ("Pequeñez de las grandezas humanas"), Carolina Coronado ("Mérida"), Gabriel y Galán ("Varón"), Luis Chamizo ("Compuerta"), Manuel Monterrey ("La tristeza otoñal"), Alfonso Albalá ("Soneto de la tierra de secano"), Eugenio Frutos ("Inmortalidad"), Jesús Delgado Valhondo ("Gente"), Manuel Pacheco ("Laspalomas") y Luis Álvarez Lencero ("Yunque humano").
 En el tercer diaporama, los alumnos realizaron un recorrido por las generaciones y poetas de la lírica contemporánea. Veinte recitadores declamaron poemas de Rubén Darío ("La marquesa Eulalia" y "Lo fatal"), Antonio Machado ("Campos de Soria"), Unamuno ("Morir soñando"), Juan Ramón Jiménez ("El viaje definitivo"), Lorca ("Vuelta de paseo" y "Romance de la pena negra"), Alberti ("Marinero en tierra"), Jorge Guillén ("Perfección"), Salinas ("Al decirte a ti: 'única'"), Gerardo Diego ("El ciprés de Silos"), Aleixandre ("Historia del corazón"), Miguel Hernández ("Elegía a Ramón Sigé"), Leopoldo Panero ("El viejo tronco"), Luis Rosales ("La casa encendida"), Blas de Otero ("Hombre"), Celaya ("Aviso"), José Hierro ("Interior"), Luis Antonio de Villena ("Un arte de vida") y Ana Rossetti ("Invitación de viaje").
 El cuarto diaporama, versó también sobre la poesía de autores extremeños, aunque con varias novedades: La representación de una adaptación de Himenea, pieza teatral de Torres Naharro. La puesta en escena del cuento extremeño "La flor de la lilá". Los dibujos de Juan Fernández, que ilustraron la obra de teatro y el cuento. Y la música compuesta para la ocasión e interpretada en directo por Juan Antonio Negrete (compositor e intérprete -acordeón y flauta-), Javier Leal (guitarra), Mercedes Carmona (voz y percusión) y Francisco Barjola (violín).
 Además, los diaporamas han llevado aparejada la edición de un libro de poemas cada curso escolar: Escritos del Sentir (1989), Poemas del Reencuentro (1990), En Horas de Soledad (1991), Manantial de Secretos (1992, libro de poemas de la I Semana Cultural Conjunta de los Institutos de Mérida), Alma entre Labios (1993), Homenaje (A Jesús Delgado Valhondo) (1994), Como Mágico Perfume (1995), Canciones de una abierta herida (1996) y Almacén de ilusiones, baúl de sueños rotos(1997).
 Los cuatro últimos citados fueron presentados en los diaporamas que acabamos de describir. En total, han intervenido en los libros de poemas más de 200 poetas locales y foráneos, noveles, conocidos y consagrados, de los que una representación participa en cada diaporama como muestra de la última poesía extremeña. Estas actividades, que no son frecuentes en un Instituto, se han convertido ya en tradición en el I.F.P. Emerita Augusta, pues la edición de libros de poemas comenzó hace nueve años.
  El título de este artículo procede de la buena colaboración establecida entre Instituto Emerita Augusta y organizadores de la Feria del Libro pues, para celebrar los diaporamas, éstos le ceden el salón de la Casa de la Cultura, le proporcionan el equipo de sonido, le hacen la publicidad en el programa de la Feria y hasta tienen el detalle de ponerse en contacto con el Centro "La Encina", que amablemente lleva macetas y flores para adornar el escenario. Es decir, unos aportando unas cosas, otros cumpliendo otras consiguen que, en un ambiente armónico de buen entendimiento, esta tradición cumpla ya cuatro ediciones, difundiendo la poesía contemporánea española y, en especial, la de nuestros poetas.
 El público ha sabido apreciarlo y en todas las ediciones ha abarrotado el salón de la Casa de la Cultura, mostrando que, cuando la poesía se presenta de una forma agradable, gusta, porque con seguridad los sentimientos están en cada uno de nosotros, aunque superficialmente parezca que somos insensibles.

"RÉQUIEM POR ANTONIO CARVAJAL ROMÁN", Hoy (Badajoz), 19-2-98
"EL PREGONERO", revista de Feria (Torremayor), septiembre 1998, p. 5.
"EL PREGÓN", revista de Feria (Torremayor), septiembre 1998, p. 9.
"CUATRO POEMAS DE ANTONIO CARVAJAL ROMÁN", revista de Feria (Talavera la Real), septiembre de 1998, pp. 16 y 17.
                                  Antonio Salguero Carvajal
-"GALLOS QUIEBRAN ALBORES. Tertulia poética emeritense"El espejo (Badajoz), nº 4, 1998, pp. 17, 18 y 49.
 
"JESÚS DELGADO VALHONDO NO HA MUERTO", Hoy (Badajoz), 23-7-99

"HOMENAJE A JESÚS  DELGADO VALHONDO", Badajoz, Asociación de Vecinos Santa Marina, diciembre 1999.

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LA MEMORIA ENCENDIDAde Eladio Méndez
(Madrid, Amargord, 2016)

Por fin Eladio Méndez se ha decidido a editar un libro y lo ha hecho, sin pretenderlo, por la puerta grande, pues quien conoce su historia poética no tiene más remedio que descubrirse ante la evolución poética que ha experimentado desde un verso humilde hasta una poesía sólida. Además, como esta evolución la ha realizado de una forma serena, observadora, reflexiva y extensa temporalmente, el resultado es un libro maduro y distinto a lo que suele leerse hoy día, porque Eladio Méndez no se autocomplace contando sus amores y sus pesares sino preocupándose por los problemas que sufren los demás a causa de la injusticia, la pobreza, la insolidaridad, el olvido histórico y la trayectoria que sigue el mundo hacia la nada por los intereses económicos de unos cuántos a los que no les interesa sus semejantes ni el mundo, pues solo quieren (no comprende para qué) acumular dinero, el dios todopoderoso que hoy malgobierna el orbe.

Resultado de imagen de la memoria encendidaPor este motivoLa memoria encendida es un libro reivindicativo, crítico y muy muy humano, pues su autor pone el dedo en las llagas de los heridos, muertos y desplazados por los conflictos bélicos, de los obreros explotados por ambiciosos empresarios, de las personas comunes que solo desean sobrevivir dignamente y se les niega la vivienda y el pan para sus hijos: “Quien alguna vez pisó el campamento / y se dejó empapar de abrazos fraternales, / quien ha bebido de la garrafa solidaria / custodiada por Teresa, / quien ha compartido almuerzo / con Petri, Ana, Maite, José, /[...] / sabe bien que forma parte indisoluble / de esta causa llamada dignidad” (“Campamento dignidad”, 35).

No es de extrañar que La memoria encendida mantenga el ánimo del lector en una continua conmoción, pues lo obliga a mirar detrás de la realidad para descubrirle que, al otro lado de la aparente normalidad, siempre hay dolor, hambre, miseria, persecución, muerte, emigración forzada, trabajo esclavo: “En la galería de la academia de Florencia / un David / tallado en piedra de mármol de Carrara... // Mientras tanto, / el granito, el mármol, el cuarzo, / la pizarra y el carbón / aguardan en la mina / las hábiles manos / de los hijos del llanto” (20). Por este enfoque crítico, La memoria encendida es un poemario que se sale del consabido, inútil y egocéntrico lamento personal por el tiempo ido, el amor acabado o la muerte que llega presurosa pues Eladio Méndez, en un gesto solidario, ha elaborado un libro comprometido con los más indefensos: “Tus manos, niño ausente, / han de estar preparadas para pintar el alba, / para inventar luceros / que iluminen crepúsculos, / para escribir la palabra esperanza / en la boca del viento. // Tus manos niño, tus manos, / si algo han de destruir / que sea la intolerancia” (“Niño soldado”, 21).

Con ese acto directo, valiente e impetuoso que traslada los hechos a la palabra poética, Eladio Méndez consigue remover conciencias aburguesadas que, en un principio se compadecen de las desgracias ajenas, pero que enseguida olvidan y vuelven a la rutina de sus vidas insolidarias: “Oprimo un botón, / del mando a distancia / y surgen noticias / en el televisor. / Indiferente, / observo las desgracias / de países lejanos, / hasta que llega la hora / del tiempo y los deportes. / [...] / Me siento contrariado, / se avecinan tormentas / y mi equipo vuelve a perder...” (“Oprimidos”, 23). O sea, Eladio Méndez urga en las conciencias acomodaticias y las invita a abandonar la actitud farisaica diciendo en voz alta y clara aquello que no interesa de cara a la galería o por miedo, cautela o simple aburguesamiento, pues a quién no se le revuelve la conciencia cuando es testigo de injusticias manifiestas: “Sobre una playa de arenas agitadas / una madre sin leche en los pechos. / Una escuela arrasada. / Un anciano divagando en el miedo / y un niño sin sangre en la infancia” (30).

Además La memoria encendida resulta un sorprendente y novedoso poemario, porque muestra cómo Eladio Méndez ha sabido esperar, hasta el punto de dar una lección de humildad y sentido común a quienes lo conocen desde sus sencillos comienzos poéticos, pues se ha ganado a pulso una voz poética inconfundible en un ámbito temático, hoy día, casi virgen. La razón se encuentra en que ha asimilado comentarios, lecturas, versos, opiniones de otros, calladamante, pacientemente, de tal manera que ahora su voz suena potente y segura con una profunda verdad, que imprime confianza y consistencia a su contundente discurso: “Si quieres entender / la ley de la gravedad, / levanta tu voz / contra la injusticia. // Comprenderás / la gravedad de la ley” (“La ley de la gravedad”, 42).

Es difícil conocer otro caso de aprendizaje y consolidación poética tan patente como el de Eladio Méndez. De ahí este libro denso, inusual, justo en sus proporciones tanto emocionales como físicas, intenso en su contenido, sin desperdicios retóricos, donde el poeta no da respiro a su inconsolable denuncia de tanta injusticia, tanta desigualdad, tanta miseria moral, material y cultural. Así su verso incendiado llega al centro de la conciencia, la agita, la intranquiliza y la hace reflexionar sobre hechos luctuosos que han sucedido (como la guerra civil y sus consecuencias nefastas) y siguen sucediendo (como la emigración masiva de personas que huyen de la miseria): “Los principales valores bursátiles / cotizan al alza / con una subida próxima al tres por ciento... // Mientras observo cómo un niño famélico / mendiga en un semáforo. // Me pregunto en voz baja / ¿qué valor tendrá hoy la banca Vaticano?” (“Sobre el valor de las cosas”, 58).

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No obstante Eladio Méndez no usa un discurso lineal sino que sabe ser tierno cuando denuncia (“Abuelo, / yo me quedé si la ternura / de poder sentarme sobre tus rodillas... // A ti, / te arrebataron la libertad, / la vida, / y hasta tu nombre. // A mí, la oportunidad / de poder escuchar / de tus labios un cuento”, “El hurto de la historia”, 45), lírico aunque cuente un hecho espeluznante (“De nombres femeninos / en labios lacerados por el miedo, / de miradas perdidas, / de juicios sumarísimos y muerte. // Y sin embargo mira como crecen / el lirio, la genista / y la amapola, rezumando vida / en ese erial de sombras”, “La Gamonita”, 46) o diverso cuando lanza sus críticas contra los que no quieren oír hablar de la memoria histórica (46), la precariedad laboral (48), la hipocresía (“La moral, amigos míos, / no cabe en los negocios, se jactaba gritándolo en voz alta. // Este ciudadano, / honesto a ojos de su santa madre iglesia, / todas las mañanas a las ocho en punto / recibía la comunión”, 56) o la doble moral (“Años antes, el mismo policía / había golpeado con sus propias manos / el rostro de un chaval / que escribía en una pared: / amnistía y libertad para Joaquín”, 85).

También arremete contra los bienpensantes (88), los políticos (63), las multinacionales (53), la Iglesia y el Clero (57), el pasado franquista (71) y la democracia (72). Es decir, Eladio Méndez no queda títere (que se aproveche de los demás) con cabeza y su mejor arma es la ironía: “Que se casaran, vale, que comieran perdices, / también, / pero eso de que fueran felices, deberíamos ponerlo en cuarentena. // Imaginad por un instante / que las perdices hubiesen sido criadas en granja / y alimentadas con maíz transgénico / de la multinacional Monsanto” (“El cuento”, 55).

En fin, La memoria encendida es un libro personal, una seña de identidad de un tal Eladio Méndez que goza de una tremenda fuerza interior, proporcionada por años de silencio rumiando injusticias y miserias propias y ajenas. Es, en realidad, este libro una potente llamada de atención de la gente normal, de la gran mayoría que solo quiere vivir sencillamente, decentemente y no la dejan, pues el poder económico quiere llevarse todas las ganancias. No obstante, es necesario advertir que su denuncia no lo distrae de cuidar la expresión, aquí con el objetivo de que la poesía no solo sea un medio estético sino que, aprovechando sus recursos literarios, sirva para algo tan necesario como denunciar la injusticia comenzando por la nitidez del mensaje, para que llegue directa tanto a los insolidarios como a los lectores.

asalgueroc

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"EL ESPAÑOL Y LA EMPRESA" (MIS ARTÍCULOS II)

"EL ESPAÑOL Y LA EMPRESA", Empresa '92 (Mérida), nº 1, 1992, p. 47.

20.-"ARTES APLICADAS, BUP y FORMACIÓN PROFESIONAL, TRES OPCIONES ACERTADAS", Minerva (Mérida, nº 1, 1992, p. 11.

-"TORREMAYOR, PRIMAVERA-VERANO", Revista de Feria (Torremayor), 1992, p. 19.

"USO COTIDIANO DEL LENGUAJE EMPRESARIAL", Empresa '92 (Mérida), nº 2, 1993, p. 47.

-"ERES NECESARIO, JESÚS", Hoy (Badajoz), 27 de abril de 1993, p. 45.
-"CINE Y LECTURA", Mérida,  revista de la Feria del Libro (Mérida),  junio 1993, página 1.
25.-"RÉQUIEM POR NUESTRA VEGA", Revista de Feria (Torremayor), septiembre de 1993. Ver más adelante en Hoy (Badajoz), 9-8-94, p. 16.
-"EPÍLOGO" de  A Jesús Delgado Valhondo (Homenaje). Badajoz, Cuadernos Poéticos Kylix, nº 29, 1993, pp. 96-97.
"JESÚS DELGADO VALHONDO, POETA NOVEL", Monográfico "Jesús Delgado Valhondo", Hoy (Badajoz), 28-11-93, pág. 5.
"HOMENAJE", Arco Iris (Mérida), Año II, nº 1, diciembre 1993, p. 30.

"EL ESPAÑOL, NUESTRA LENGUA", Arco Iris (Mérida), Año II, nº 2, febrero 1994, p. 18.

"LITUMA EN LOS ANDES", Arco Iris (Mérida), Año II, nº 2, febrero 1994, p. 29.
-"MÉRIDA, ¿DÓNDE HAS IDO?", Empresa '92 (Mérida), Año III, nº 1, 1994, pp. 99-100.
-"ANIMACIÓN A LA LECTURA", abril, 1994, mecanografiado.
"RÉQUIEM POR NUESTRA VEGA"Hoy (Badajoz), 9-8-94, p. 16 (este artículo había sido editado en la revista de la Feria de Torremayor , septiembre 1993, p. 26)

-"HUIR DE JESÚS DELGADO VALHONDO", revista de Feria (Mérida), septiembre de 1994,  pp. 128-130.
-"CRESTERÍA DE LA SAL O LA ÚLTIMA LLAMADA DE LA TARDE", Empresa '92 (Mérida), mayo de 1995, pp. 135-137. Ensayo extenso en PAPA/GALLOS/RFELIX.
"TODO UN HOMENAJE", Arco Iris (Mérida), Año III, nº 2, 1995, pp. 17-18.
-"HUIR", Revista de Extremadura (Cáceres), mayo-agosto 1995, pp. 130-144. Es muy amplio, por tanto editar en otro apartado titulado Ensayos, TILs...
"LA PRENSA EN LAS AULAS. ACTIVIDADES EN EL I.F.P. EMERITA AUGUSTA DE MÉRIDA", Extremadura (Cáceres), 7-12-95
"LUIS ÁLVAREZ LENCERO, EDITOR", en El yunque de un poeta. Visión espacial de Luis Álvarez Lencero, Badajoz, Tecnigraf, 1995, pp. 95-100.

Todos conocemos las actividades artísticas del polifacético Luis Alvarez Lencero, a través de los comentarios, críticas y análisis, realizados sobre su pintura, escultura y poesía (esta última, actualmente está siendo analizada en profundidad por Francisco López-Arza y Moreno, en su Tesis Doctoral sobre la lírica de Lencero).
Pero, a pesar de saber la extraordinaria labor intelectual de nuestro visceral artista, quizás nos falte conocer su faceta de editor, que desarrolló de 1952 a 1961, publicando la revista literaria Gévora en Badajoz, junto al poeta modernista pacense Manuel Monterrey.
Gévora, como todo lo que emprendía Lencero, fue producto del ímpetu arrollador de su espíritu atormentado por un mundo acomodaticio e injusto y una sociedad apática y conservadora: "Yo prometo firmemente que daré mi vida por ella [Gévora], y colocaré a nuestro rumoroso Badajoz anciano en el sitio que le corresponde en España, en el mundo, en el universo", aseguró, ardorosamente, a Arturo Gazul en una carta de febrero de 1954.
Luis Alvarez Lencero, con la creación de Gévora y el mantenimiento de su edición, durante diez años, realizó una gran labor literaria, editora y humana, en la que nos dejó el recuerdo de la capacidad de relación de su ancho espíritu, el tono palpitante de su enorme corazón y su compromiso de ser humano.
Los méritos de Gévora, que analicé en mi Tesis de Licenciatura: "Gévora. Análisis de una Revista Poética Extremeña", aparecen extractados a continuación:
1.-El primer número de Gévorafue publicado el 10 de septiembre de 1952 y, el último, en octubre de 1961. Por tanto, la revista se editó durante una década, hecho que supone un amplio periodo, teniendo en cuenta la vida efímera de la mayoría de las publicaciones de este tipo.
2.-Publicó 83 números, cantidad que supera con mucho, en este aspecto, a la mayor parte de las revistas literarias publicadas en nuestro país e, incluso, a las más prestigiosas.
3.-Gozó de una amplia difusión: Fue distribuida en toda España e Hispanoamérica (excepto Brasil) y en diversos lugares de Portugal, Bélgica, Francia, Italia, Marruecos y Estados Unidos.
4.-Publicó a 250 escritores de prestigio nacional: Joaquín Entrambasaguas, Ramón de Garciasol, Leopoldo de Luis, José María Pemán, ...) y regional (Jesús Delgado Valhondo, Manuel Pacheco, Pedro Belloso, Miguel Muñoz de San Pedro -Conde de Canilleros-, José Canal, Fernando Bravo...
5.-Revalorizó a escritores clásicos extremeños como Donoso Cortés, Chamizo, Gabriel y Galán, Carolina Coronado, Covarsí, Reyes Huertas...
6.-Rescató del olvido a otros escritores extremeños como Catalina Clara Ramírez de Guzmán, Rafael Rico y Gómez de Terán, Carmen Solana de Gazul, Arturo Gazul Uclés...
7.-Gévora, además, dio a conocer a escritores hispanoamericanos de la importancia de Juana Ibarbouru, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, César Vallejo, Julio Herrera Reissig...
8.-Se preocupó, a costa de su prestigio y su calidad, por ofrecer un medio de expresión a los poetas noveles, que de otra manera no hubieran tenido oportunidad de ser conocidos.
9.-Fue una publicación abierta a todas las corrientes literarias del momento.
10.-Se mostró sumamente audaz, cuando en el número 63-67 reivindicó a Picasso, pintor proscrito en aquellas fechas.
11.-Y ayudó a conocer las relaciones literarias y la actividad editora de la época, a través de su amplio e interesante apartado crítico.
Estos logros fueron conseguidos por Luis Alvarez Lencero, junto a Monterrey, desde una olvidada y escondida capital de provincia con la revista Gévora que, por si fuera poco, se distribuía y se enviaba gratuitamente.
Gévora adoptó su título del modesto afluente del Guadiana del mismo nombre que, líricamente, tiene una significación espiritual por encontrarse en sus orillas la ermita de la Virgen de Bótoa, que congrega todos los años a miles de fieles atraídos por una celebración festivo-religiosa de todos conocida (la romería de Bótoa en Badajoz) y, además, el río Gévora es motivo de inspiración literaria, pues la misma Carolina Coronado escribió mucho de sus versos de juventud junto a sus orillas.
Gévora nació por el deseo "noble, libre, desinteresado e independiente" de Lencero y Monterrey de tener una revista, como sucedía en otras regiones, para publicar lo que se escribía en Badajoz, y para dar a los extremeños la oportunidad de ser conocidos por otros motivos, que no fueran los tópicos negativos, lanzados con mala fe contra nuestra tierra y sus habitantes: "Otra estrella se enciende en esta Extremadura de hombres auténticos y poetas de vanguardia, pese a quien pese, y así como bailan en nuestras espaldas esos látigos de la indiferencia y el olvido, además de señalársenos reyes de las bellotas y los cerdos también somos poetas por la gracia de Dios o del diablo", dice Lencero con ardoroso ímpetu, en un número de la revista.
A los dos se les unió Enrique Segura Otaño, crítico de la revista, y el llamado "grupo de Gévora" compuesto por Juan Alcina, Manuel Pacheco, Isabel Benedicto, Juan Antonio Cansinos, Manuel Terrón, Julio Cienfuegos, Rodríguez Perera y Francisco Arqueros, entre otros. El mecenas de la publicación fue José Díaz-Ambrona, que la sostenía económicamente. Cuando faltaba algún dinero para cubrir los gastos, Monterrey pasaba a cada componente del grupo de Gévorauna nota donde, según las posibilidades económicas de cada uno, les indicaba lo que les correspondía aportar. Y así, durante diez largos y fructíferos años, Gévora fue saliendo a la luz.
Los fines de Gévora fueron estrictamente literarios: Buscar la Belleza a través de la Poesía. Divulgarla en la región. Ayudar a los noveles. Rescatar a poetas olvidados y favorecer el desarrollo de nuestra Cultura, cuya existencia Luis Alvarez Lencero la consideraba anclada en el tiempo por la falta de un sentimiento regional.
Teniendo en cuenta las vicisitudes, objetivos y logros de Gévora y el espíritu abnegado de nuestro inefable artista, me atrevería a calificar a esta sencilla, pero atractiva publicación pacense, como "una epopeya literaria y editora" de Luis Alvarez Lencero.


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CASI NO EXISTIR DE ANTONIO RESECO
(Sevilla, La isla de Siltolá, 2015)

Ya el primer poema, titulado “Casi no existir” como el poemario, sintetiza su contenido en el verso introductorio con un lacónico mensaje compuesto por dos frases lapidarias: “Todo ha sido ya. Poco importa” (11). Por tanto, el libro se inicia con un descorazonador verso-resumen, que expone la certeza del poeta de que la existencia es un instante amargo, pues se resume en un triste balance (“El final de nuestro viaje / se reviste de sinsabor y destierro”) donde el ser humano es víctima de su propia imperfección y fragilidad: “y, al final, abrazamos la ligereza / de quien se ha desvestido para siempre / y es solo un cuerpo vencido y vulnerable”.

La solución que encuentra ante esta cruda realidad es vivir el presente a través de las cosas pequeñas: “Guardamos aquella hoja / dentro de un libro de Yeats. / [...] / sé que cada vez que algo / me trae a su retiro / deseo tumbarme sobre la hierba, / imaginar esta sombra de roble / como un edén a tu lado” (58). Este momento plácido, que el poeta resalta por su sencillez y también por su eficacia para serenar la tensión emocional que sufre, resulta significativo del contenido del poemario, pues está convencido de que solo se puede degustar la vida en pequeñas porciones y siempre siendo consciente de que el destino del ser humano es la soledad: “El sorbo que nos hace ver / lo solos que estamos en la fiesta / que el mundo celebra con inercia” (26).

Aunque no le resulta fácil aplicar lo que siente ante el rumbo errático que sigue el mundo cegado por el progreso y el error en que se halla el ser humano creyendo que con su egocentrismo ha encontrado solución al enigma de la existencia: “la premonición de que todos seremos / parte de otro invierno también solitario” (51). Y lo peor de todo es que ya no cree en mitos que lo animen a soñar con grandes metas, y esto lo aboca a una vida insulsa sin fábulas ni héroes ni magnos sucesos, convertido por la modernidad en un ser globalizado: “Los mitos son ahora ese templo / que ya no nos asombra ni entorpece. / [...] / Los mitos se han perdido, / pero quizá no ha sido una victoria gloriosa / sino el paso a una esclavitud / que adopta la estructura amable del progreso”, 27),

Resultado de imagen de antonio reseco gonzalezSe hace patente, por tanto, la presión mediática que ha desvinculado al ser humano de los pequeños placeres de una vida sencilla que, aunque fuera más simple e ignorante, no conocía muchos hechos que ahora lo intranquilizan sobremanera: “Nunca perdimos la sonrisa, de nada servía, / y éramos monótonamente felices, / como, tal vez, sólo se pueda ser feliz” (29). Como consecuencia, el balance es desolador: no somos nada (“Las estelas funerarias con su latín telegráfico. / [...] / los odres, las monedas con el cobre verdecido, / [...] / en algún momento, todos seremos de algún modo / parte de los seres catalogados de un museo”, 49). La realidad es distinta a lo que científicos e historiadores cuentan interesadamente: “Hoy ya sé / que la ciencia y la historia / habían sido escritas en mi nombre” (50). La fugacidad del tiempo es la eterna cadena que no para en una sucesión interminable de muerte-resurrección:  “Nada es real, / nada queda de aquello que algún día / fue un lugar de reunión” (54). Solo somos seres de paso: ”Con el tiempo, sólo los decorados permanecen” (55). La inmortalidad resulta una idea demasiado trascendente para tan imperfecta criatura: “tendría que registrar [...] / las minucias que componen / esto que pomposamente llamamos vida. / Sólo de esta manera podría valorar / [...] / la idea de una inmortalidad inútil” (61).

Y esta es la única certeza: el ser humano finalmente acabará en el olvido: “En medio / del miedo y sus innumerables formas, / aquí, para siempre, guardará silencio” (62).

asalgueroc

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EL FRANCOTIRADOR PACIENTE
de Arturo Pérez-Reverte
(Madrid, Alfaguara, 2013)

Es un libro que me ha gustado, pues recoge muy bien la filosofía de los grafiteros. La protagonista busca a Sniper, el francotirador paciente, llamado así porque remataba sus obras callejeras con el símbolo de una mira telescópica, entra en contacto con él y mantiene unas interesantes conversaciones sobre el arte actual, cuya síntesis es la siguiente: “En una sociedad que todo lo domestica, compra y hace suyo, el arte actual sólo puede ser libre, el arte libre sólo puede realizarse en la calle, el arte en la calle sólo puede ser ilegal, y el arte ilegal sólo se mueve en un territorio ajeno a los valores que la sociedad actual impone. Nunca como ahora fue verdad la vieja afirmación de que la auténtica obra de arte está por encima de las leyes sociales y morales de su tiempo” (Sniper, 127).

Portada de El francotirador pacienteEl arte es un negocio urdido por unos cuantos listos que han sabido deducir su potencial económico y, para ello,  adulteran convenientemente el marketing y utilizan la necedad de los que no advierten su farsa: ““El arte sólo sirve cuando tiene que ver con la vida” (Sniper, 238). El arte actual es un fraude gigantesco. Una desgracia. Objetos sin valor sobrevalorados por idiotas y por tenderos de élite que se llaman galeristas con sus cómplices a sueldo, que son los medios y los críticos influyentes que pueden encumbrar a cualquiera, o destruirlo. Antes eran los comitentes los que determinaban el asunto, y ahora son los compradores quienes determinan los precios en las subastas. Al final todo se reduce a reunir unos cuantos euros. Como en todo lo demás. Es repugnante la apropiación del mercado por parte de los cuervos del mercado. En este tiempo, un artista es, lo sea o  no, quien obtiene su certificado de los críticos y de la mafia de galeristas que pueden impulsar o destruir su carrera. Secundados por los estúpidos compradores que se dejan convencer” (Sniper, 239).

El arte se encuentra en la calle a la vista de todos y no solo de unos cuantos privilegiados, que se apartan de las miradas indiscretas de la masa en galerías para ricos donde les ofrecen, entre copas de champán, arte como un simple producto comercial: “La calle es el lugar donde estoy condenado a vivir. A pasar mis días. Aunque no quiera. Por eso la calle acaba siendo más mi casa que mi propia casa. Las calles son el arte... El arte sirve para despertarnos los sentidos y la inteligencia y para lanzarnos un desafío. Si yo soy un artista y estoy en la calle, cualquier cosa que haga o incite a hacer será arte. El arte no es un producto, sino una actividad. Un paseo por la calle es más excitante que cualquier obra de arte” (Sniper, 239).

El arte verdadero es la manifestación espontánea de la creatividad, cuyo soporte debía ser toda la ciudad que, de esa manera, rompería su monótono aspecto y ganaría en dinamismo: “Imagina una ciudad donde no hubiera policías ni críticos de arte ni galerías ni museos... Unas calles donde cada cual pudiera exponer lo que quisiera, pintar lo que quisiera y donde quisiera. Una ciudad de colores, de impactos, de frases, de pensamientos que harían pensar, de mensajes reales de vida. Una especie de fiesta urbana donde todos estuvieran invitados y nadie quedase excluido jamás. Esta sociedad te deja pocas opciones para coger las armas. Así que yo cojo botes de pintura. El grafiti es la guerrila del arte” (Sniper, 240).

Resultado de imagen de pérez-reverte
Arturo Pérez-Reverte
Al grafiti se le persigue porque ensucia la ciudad, pero la ciudad es un lugar con mal aspecto a causa de los carteles, la polución, los luminosos, las señales de tráfico... que la afean: “Es un enfoque demasiado radical. El arte aún tiene que ver con la belleza. Y con las ideas (Lex). Ya no... Ahora el único arte posible, honrado, es un ajuste de cuentas. Las calles son el lienzo. Decir que sin grafiti estarían limpias es mentira. Las ciudades están envenenadas. Mancha el humo de los coches y mancha la contaminación, todo está lleno de carteles con gente incitándote a comprar cosas o a votar por alguien, las puertas de las tiendas están llemas de pegatinas de tarjetas de crédito, hay vallas publicitarias, anuncios de películas, cámaras que violan nuestra intimidad... ¿Por qué nadie llama vándalos a los partidos políticos que llenan las paredes con su basura en vísperas de elecciones? (Sniper)” (240-241).

El grafiti es un medio para denunciar la insensatez que muestra no pocas veces el ser humano: “¿Sabes cuál es mi próximo proyecto? Mandar a cuantos escritores pueda a pintar el costado de ese trasatlántico monstruoso que encalló hace un año lleno de pasajeros, y todavía yace sobre las rocas de una isla italiana... Todo bajo una frase: tenemos los Titacnic que merecemos... Mandarlos a decorar en colores y platas, en una sola noche, ese monumento a la irresponsabilidad, la inconsciencia y la estupidez humana. El grafito es el único arte vivo. Hoy, con Internet, unos pocos trazos de aerosol pueden convertirse en icono mundial a las tres horas de ser fotografiados en un suburbio de Los Ángeles o Nairobi... El grafiti es la obra de arte más honrada, porque quien la hace no la disfruta. No tiene la perversión del mercado. Es un disparo asocial que golpea en la médula. Y aunque más tarde el artista se acabe vendiendo, la obra hecha en la calle sigue allí y no se vende nunca. Se destruye tal vez, pero no se vende” (Sniper, 241-242).

La actividad del ser humano conservador, que vive en el primer mundo, se ha vulgarizado de tal manera que solo piensa en comprar:“Las ciudades de todo el planeta están llenas de gente que va de un lugar a otro en vuelos baratos para comprar las mismas prendas que a diario puede ver expuestas en los comercios de la calle donde vive. El mundo entero es una tienda de ropa. O quizá, simplemente, una inmensa, innecesaria y absurda tienda” (Lex, 275).

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Un grafitero en acción
El arte grafitero pretende conmocionar al espectador con el fin de hacerlo reaccionar contra la agresión que sufre por la lluvia de mensajes que lo entontecen: “Un bombardeo continuo de imágenes destinadas a manipular al espectador ha borrado las fronteras entre lo real y lo falso... Lo mío devuelve con su tragedia el sentido de lo real” (Sniper, justificando que sus propuestas arriesgadas, que eran seguidas por numerosos grafiteros, provocaran muertes al realizarlas, 290).

El arte actual es una moda adocenada que no emociona; el arte del grafiti crea, sin embargo, una pasión auténtica que vuelve a conmover al creador y al espectador: “El arte moderno no es cultura. Sólo moda social. Es una enorme mentira, una ficción para privilegiados millonarios y para estúpidos, y muchas veces para privilegiados millonarios estúpidos... Es un comercio y una falsedad absoluta. [...] A este arte [al del grafiti] sólo lo justifica la tragedia. Pagar por el arte lo que no se paga con dinero. Lo que no puede ser juzgado por la crítica convencional ni llevado a las galerías ni a los museos. Aquello de lo que no podrán apropiarse nunca: el horror de la vida. La regla implacable. Eso vuelve a hacerlo digno... Esa clase de obras no pueden mentir nunca” (Sniper, 291).

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Vagones de metro pintados por grafiteros
Pero la conclusión de las reflexiones de esta novela es que un arte que apasione no puede generar muerte y, por tanto, no debe ser admitido como recambio de un arte crematístico, hipócrita y elitista: “Voy a contarte una historia de una muchacha. Que poseía esa inocencia en la que tú no crees. Y que me dejó impresos sentimientos en los que tampoco crees. Se llamaba Lita y tenía los ojos dulces. Creía en todo lo que puede creerse a los 18 años: en el ser humano, en la sonrisa de los niños y de los delfines, en la luz que dora los cabellos de alguien a quien amas, en los ladridos de un cachorrillo que cuando crezca será un perro leal hasta la muerte. Ella era inteligente y sensible. Gemía de noche, dormida, como los niños cuando sueñan. Y era escritora de paredes. Salía de noche a la calle para dejar constancia allí de la mirada que, desde su ternura, proyectaba sobre el mundo. [...] Yo amaba a Lita. Me esforzaba cada día en orientarla hacia mí. En sustituir poco a poco, con lo que yo podía darle, aquella melancolía suya. Esa singular desesperación que la acometía a veces, toda su conmovedora inocencia traicionada por la imprecisa justicia de la vida real. [...] Planteaste un desafío... Una de esas intervenciones como tú las llamabas. Algo difícil. Algo que convirtiera el arte banal en algo serio. Que lo autentificase. Algo para sentir el peligro. La tragedia. [...] Dos chicos muertos: Lita y su compañero. Cayeron desde arriba cuando intentaban descolgarse con cuerdas de montañero para pintar la pared de ese depósito. Por sugerencia tuya. Para, en tus palabras de hace un momento, denunciar las contradicciones de nuestro tiempo. [...] Hiciste arte auténtico, desde luego... Dos chicos estrellados abajo, al pie de tu propuesta. ¿Cuántas balas disparaste a la cabeza? [...] También en esto te equivocaste, francotirador” (Alex, 292-296).

El final de la novela impacta, porque la protagonista teóricamente buscaba a Sniper para hacer un reportaje sobre el grafiti. Pero guardaba un secreto que hará sorprendente el desenlace que no te voy a contar, amable lector, para no fastidiarte el placer de conocerlo por ti mismo.

asalgueroc (26-7-16)

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NUEVOS REFERENTES PARA UNA POESÍA NUEVA

Este es un artículo que escribí hace tiempo, pero lo tenía inédito. Como pienso que no ha perdido vigencia alguna, me atrevo a editarlo a ver si ayuda a remover conciencias poéticas para que la poesía consiga salir del anquilosamiento en que se haya desde el se canta lo que se pierde de Machado (ya va siendo hora de adoptar otro enfoque...) al se canta lo que se tiene, pues creo que el poeta debe saber valorar el hecho de vivir, de sentir emociones y de tener la capacidad de expresarlas.

El IX Congreso de Escritores Extremeños (2005) cumplió su función comunicativa y difusora, pues los participantes pudimos intervenir en ponencias, comunicaciones y coloquios, que ofrecieron un interesante panorama de las relaciones literarias entre España y Portugal. Aparte de estas funciones ineludibles, también cumplió este Congreso con otra tarea primordial como es la exposición de propuestas de futuro, que ninguna actividad de este tipo puede excusar, porque siempre debe suponer un avance notorio respecto a la celebración anterior por medio de planteamientos creativos enfocados hacia el porvenir. La razón es puramente lógica: entre un Congreso y otro han pasado años y el mundo -la fuente de donde se surte el escritor- ha experimentado una patente evolución, sobre todo actualmente con avances como internet, que difunde al instante sentimientos individuales por todo el orbe.

Ante esta certeza, el poeta actual no puede seguir encerrado en sus límites reducidos; ahora su radio de acción no es su intimidad, sino el mundo. Por tanto, debe iniciar un nuevo humanismo indagando en la interpretación y remedio de las preocupaciones vitales, que afectan por igual a todos los seres humanos y, al mismo tiempo, buscando la promoción y difusión de los anhelos que todos sienten. Es decir, el poeta debe dejar el protagonismo que tiene en la actualidad y cedérselo al ser humano, que debe ser el centro de su poesía.

Esta concepción dinámica de la poesía fue el centro de las propuestas, que expuso Serafín Portillo en su ponencia “La poesía extremeña hacia el futuro”, con la que removió de una forma decidida y clarividente el status quo de la poesía actual llamando la atención a los poetas acomodados y empujándolos a crear una poesía nueva basándose en modernos referentes. Con esta idea llena de energía censuraba a buena parte de la poesía de hoy que, heredera directa de la surgida en los años 50 del pasado siglo, se encuentra obstaculizada en su evolución por su forma añeja de enfocar el hecho poético, pues no deja a sus autores buscar caminos más acordes con la multiplicidad temática que le ofrece la variopinta, trepidante y bronca realidad en que vivimos.

Teniendo en cuenta esta realidad, se hace patente que buena parte de la poesía escrita hoy no resulta actual, o mejor dicho, no parece real porque está alejada de la experiencia vital del ser humano. Abro un poemario y leo: “Anoche descansé en el huracán / de tu pecho”. Hago lo mismo con otro: “En el límite de su mundo esperó / el éxtasis final de la melancolía”. Selecciono otro: “Tras la vidriera azul / veo el mundo a mi manera”. En fin, “No tardes, que me desvelo a deshora / por tu piel de armiño”, “Morfeo le envió el sueño, / dulce nube de su andar cansado”, “Amarilla, amarilla, / la tarde de otoño / ha caído amarilla”…

El yo, el amor, la mitología, el cultismo, la experiencia, la demoledora estética del desencanto… son referencias temáticas sobre las que vuelven una y otra vez los poetas coetáneos y, sin embargo, ya debían de estar superadas por otros enfoques significativos, pues su momento de plenitud (que es cuando tuvieron sentido completo) se ha extinguido hace tiempo. Por esta razón es imprescindible que la poesía del presente salga de su estancamiento tomando nuevos rumbos meditativos y un modo de hacerlo es cambiando sus referentes caducos y los medios para expresarla por otros actuales (temas cogidos de la realidad actual, uso del procesador de texto, nueva disposición y significado de los títulos y versos).

Tengo un amigo, poeta de confesionario (me dice que sólo a mí ha enseñado sus versos), que cuando menos ha logrado sorprenderme por su afán en crear una nueva poesía (aunque le queden aún bastantes versos que escribir para alcanzar una calidad aceptable). Los poemas de mi amigo presentan estas características, que los distinguen de la poesía al uso: el primer verso actúa como tal y como título, para que la denominación del poema no adelante su contenido al lector antes de que inicie su lectura. Los versos aparecen centrados en mitad de la página para romper con la disposición tradicional, que ha habituado a los lectores a percibir de un modo determinado todos los poemas. La letra mayúscula y los signos de puntuación no son empleados, para que sea la misma palabra la que marque el sentido del poema. El tamaño de la letra usada es mayor que la normal para que la poesía se manifieste hacia el lector y no se quede agazapada en la intimidad del poeta. El formato de la letra es distinta en cada poema, pues dice que no existen dos poemas idénticos. La poesía es comprensible para el lector sin dejar en ningún momento de ser literaria. Y los temas tratados son de ahora (informática, internet, divorcios, inmigración, guerras, individualismo, publicidad, violencia, anhelos e intranquilidades actuales), porque no puede eludir la realidad en la que vive.

Es decir, mi amigo quiere elaborar una poesía actualísima tanto en la forma como en el contenido, que abandone la dificultad de la introspección (dice que no entiende a muchos poetas de hoy, porque son excesivamente surreales), evite la monotonía de la narración-descripción (mi amigo me asegura que, en más ocasiones de las normales, no logra concentrarse ni ahondar en un poema, porque no encuentra emoción ni hilo conductor) y dé pistas sobre el enigma de la historia vivida y contada por el poeta que la conoce bien, dice mi amigo, pero no el lector que no sabe ni dónde, ni cómo, ni por qué relata aquello un escritor con una trayectoria desconocida en un poemario que es un enigma (a mi amigo le fastidia mucho la manía de no dar referencias al lector ni del autor ni del libro con la excusa de que al primero no hace falta conocerlo y el segundo debe entenderse por sí mismo).

Bien, pues mi amigo cree que la poesía debe servir, entre otras cosas, para ayudarnos a expresar la angustia que actualmente provoca en el ser humano el ritmo endiablado con que gira el mundo. Por este motivo, piensa que el poeta debe salir de su cómoda situación e implicarse en lo que sucede -él llama a la posición que adopta demanda humanista-.

Para conseguirlo, emplea referentes conocidos por todos y los expone sin tapujos arremetiendo contra el materialismo atroz y la artificialidad de las emociones, que han alcanzado de lleno incluso a las relaciones más placenteras, que -se supone- debían ser las más resistentes a cualquier agresión (de hecho preocupante califica mi amigo esta realidad cotidiana):

mi amor no es el amor

no
no debe ser

mi amor tiene los labios teñidos de carmín
y el pelo de rubio inmaculado

mi amor navega en internet

y conduce un Golf exquisitamente pintado

mi amor me habla del amor
desde su título universitario

mi amor tiene una obsesión
convertirme en un producto informatizado

Otro referente temático de la poesía de hoy, utilizado por mi amigo, es el alejamiento de nosotros mismos en un proceso que se ha hecho patente en las últimas décadas, pero que actualmente ha cristalizado en múltiples y preocupantes formas de misantropía. Hasta tal punto ha llegado este martirio refinado a alienarnos que, siendo verdugos, olvidamos a las víctimas de nuestros actos -muchas veces irracionales- con una naturalidad pasmosa, mientras esas personas sufren nuestras culpas hasta el punto de ver condicionado el resto de su vida:


el salón de su casa

se ha convertido
en su mente de niño
en el desencolado proyecto
de un amor roto

su alma antes límpida
ahora la llenan
negros vertederos
horizontes funestos
retóricos interrogantes

los dos pilares de su vida
hasta ahora diáfana
han destruido su vínculo
y él que no sabe por qué
ha pasado bruscamente
del limbo de la infancia
a la crudeza de la soledad
en su prematura adolescencia

Mi amigo, el poeta de confesionario, también escribe sobre temas con los que trata de conjurar los ataques de la técnica, muy seguro de que los sentimientos siempre tienen más valor que los artefactos mecánicos, aunque no duda de que son beneficiosos para el progreso bien entendido, pero está seguro de que resultan nefastos cuando suplen sentimientos palpitantes con nuestra aquiescencia:

el mar está hoy más azul que nunca

[entro en la red y navego]

en lontananza un velero
sigue la estela del horizonte

[la dirección era ... no sé qué punto com]

al fondo el sol no quiere ocultarse
para alargar este espléndido día
a tu lado

[me salgo de esta red maldita
que me produce un frío metálico en el alma]

me siento bien sólo contigo y el mar

[… y punto]

Otras veces, mi amigo se detiene en la realidad más candente, se fija en aquellas situaciones que solemos obviar por comodidad y trata de conocerlas desde su base enfocándolas con la perspectiva de quien las padece. Un tema muy de hoy es la inmigración que, generalmente, se enfoca como un simple problema laboral, cuyos protagonistas son considerados invasores de nuestro mundo. Sin embargo, se trata de personas con nuestros mismos sentires que lo pasan mal porque (aparte de estar aquí por necesidad) se hallan en un entorno distinto al suyo, donde no reconocen el paisaje ni los sonidos ni los olores ni los rostros, aunque se muestren amigos:

por la repleta avenida va un hombre


solitario

piel morena
cabizbajo
no logra oír el ritmo de la madre tierra
entre el rumor que sube
desde el asfalto hacia la naciente mañana

no consigue ver la luz
más allá de los obstáculos
que le niegan el horizonte
y aumentan su nostalgia de infinito

y sigue apenado sin esperanza cierta
hacia un sórdido cuarto
donde no encontrará bienvenidas
ni aprecio alguno

está solo
en un mundo extraño
donde tanto artificio ha distorsionado
la antigua conexión con sus raíces

y aunque lleva abundante dinero
en los bolsillos
una fuerte desazón invade su alma

Mi amigo también considera, a pesar de que un poeta afamado hace poco le aseguró que sólo se puede escribir desde la pesadumbre, que la poesía de hoy debería abandonar la Estética del desencanto de final del siglo XX y principios del XXI, porque se encuentra prisionera de ese malestar que impregna colectivamente el estilo de muchos poetas actuales y oculta sus individualidades, pues las globaliza y las convierte en pura artificialidad sin valor emocional por ser un simple enfoque literario.

El poeta actual -sigue diciéndome apasionadamente mi amigo- debe adoptar una posición más equilibrada donde la alegría no parezca una irresponsabilidad ni la pena sea la ley por donde todos se rijan, porque es necesario (por el bien común) que intenten descubrir la armonía que se halla detrás de las cosas materiales en los detalles cotidianos (mi amigo me recuerda a Jorge Guillén cantando a su sillón o a un día soleado), en las satisfacciones naturales (piensa mi amigo en Claudio Rodríguez emocionado ante la perspectiva de una plácida jornada de trabajo y, al final, la satisfacción del deber cumplido) o en vivir apaciblemente sin necesidad de honores (el modelo de vida sencilla propuesto por fray Luis de León pueden ser unas buenas referencias, asegura mi amigo).

Todos sabemos que estos hechos corrientes son los que imprimen sentido a la vida, porque conectan el ritmo biológico del que es capaz de experimentarlo con el discurrir acompasado del universo. Sin embargo, actualmente, pocos perciben esta conexión por los obstáculos que les interpone el progreso deshumanizado y los que siguen su alocado ritmo. Mi amigo el poeta así expresa esa necesidad de armonía natural:

hoy

es un día gris

sin embargo por la carretera transitan coches
el campo es un manto verde
mis alumnos realizan un examen como si tal cosa

la existencia fluye y yo
aunque tengo motivos para mimetizarme con el día
me dejo llevar por esa plácida corriente de vida

Otros referentes podía tratar, afirma mi amigo, la poesía actual como la insipidez de la cultura light -que ni sabe ni huele ni tiene color… ni valor espiritual alguno-, la tecnificación de los sentimientos -que destruye la emoción y nos convierte en autómatas-, la informatización de nuestros actos -que programa nuestras vidas y hace prisionero a nuestro albedrío- o la quimera de vivir más años a costa de nuestra dignidad a manos del alzhéimer o la demencia senil -que destruyen la conciencia de las personas y las convierten en tristes vegetales-:

un día tendrás que averiguar

hasta qué momento vives plenamente

hasta cuándo saboreas la manzana o el vino
sin preocupaciones dietéticas
reaccionas dulcemente ante un gesto amable
de una persona no robotizada
puedes satisfacer tus íntimos deseos
con la persona que amas
o continúas abrigando ilusiones
y emocionándote la pasión de realizarlas

pero ese día en que seas consciente
de que confundes hasta tu nombre

ese día deberás decidir
echando mano de tu amedrentada cobardía
que nunca has de llegar a la indigna situación
de aquella mujer de la leyenda
que inútilmente intentaba escapar de la muerte

En fin, mi amigo no es un poeta conocido, pero con él me ha pasado algo que no logran conseguir muchos de los que están en candelero: que atienda a lo que dice desde el primer momento, porque establece una comunicación inmediata conmigo al transmitirme que la poesía sirve para algo, que no se trata de un mero ejercicio lúdico-literario y que es el mejor medio para indagar en esta realidad cambiante en la cual estamos inmersos con el fin de orientarnos, desterrar la angustia vital que todos -en menor o mayor medida- padecemos y tender a la consecución de una vieja aspiración humana: la felicidad.

Un camino para afrontar estos nuevos retos, sin duda, es la poesía pero debe ser una poesía palpitante que se adapte en cada momento a esta tornadiza y apasionante realidad en que vivimos, dice mi amigo, el poeta de confesionario.

asalgueroc

Article 13

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"EMERITA FUTURA: MUJERES EN GALLOS" (MIS ARTÍCULOS IV)

60.-"EMERITA FUTURA: MUJERES EN GALLOS", Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2000, pp. 50-54. 
La Asociación Cultural Gallos quiebran alborescuenta entre sus componentes con varias mujeres, que han adoptado una resuelta predisposición para expresar sus sentimientos e inquietudes a través del Arte (poesía, pintura, dibujo, collage) participando decididamente en la organización y desarrollo de sus actividades literarias y plásticas. De esta manera y sin proponérselo, se han convertido en una referencia obligada en el ámbito de la cultura de Mérida porque la mujer, que ya se ha incorporado al mundo del trabajo, ahora necesita decidirse a acceder y participar en el ambiente cultural con autonomía y decisión como lo están haciendo las mujeres, que se encuentran inscritas en Gallos.
ISABEL MARÍA MÉNDEZ HERMOSO (Mérida, 1981) es una estudiante que el próximo curso comienza con mucha ilusión sus estudios de Derecho. Es, además, la benjamina de Gallos y la primera mujer que asistió a su Tertulia Literaria, donde ha expuesto a escritores comprometidos como Benedetti, León Felipe y Pacheco, porque ella es una joven muy concienciada de que el mundo debía ser más humano y habitable. Su temática lírica, como consecuencia, es la denuncia de injusticias y desequilibrios inhumanos que sepultan nuestras esperanzas de entendimiento e igualdad entre todos los seres: "No dejes / que la semilla de la injusticia / brote en nuestras tierras, / con sudor y sangre aradas. / No lo dejes, / porque entonces / habrás cavado la tumba de nuestros sueños, / en la tierra, donde / como un pequeño capullo / florecen deseos de justicia y libertad".
Estos sentimientos solidarios son la causa de que Isabel María, a pesar de ser la más joven del grupo, no sea inmadura en preocupación humana y emoción lírica ("La poesía es un volcán de sensaciones que fluye del alma, invadiendo corazones con su estruendo de palabras"), pues muestra una seguridad inusual en su edad y un sentido poético extraordinario, cuando pone sus versos al servicio de la denuncia y se hace eco del grito desgarrador de los indefensos y de los oprimidos. Por estas razones, su acentuada emotividad no da como resultado una poesía intrascendente y meramente lírica (como sería lógico y aceptable por sus 18 años) sino que sus versos se muestran llenos de una enternecedora concienciación por los que sufren: "Ellos ponen las armas, / los muertos sus cuerpos, / los vivos sus rostros de miseria. / ¿Y nosotros? ... / Nosotros le damos la espalda / a un desgraciado país / llamado RUANDA".
ANA CASTILLO MORENO(Berlanga, 1961) es maestra de Primaria en el C.P. Giner de los Ríos de Mérida y, desde que se incorporó a Gallos, la secretaria de la Asociación, cuyas eficaces circulares son esperadas por el resto de los componentes con expectación no sólo por su valor informativo sino también porque siempre contienen detalles típicos de una delicada y eficiente mujer.
Su relación con la Poesía viene de tan lejos, que coincide con su primera memoria cuando aún estaba instalada en la frontera donde se confunden los sueños infantiles y la realidad adolescente: "Desde la infancia me sentí fuertemente atraída por la Poesía, que es un vehículo mágico y perfecto de comunicación de sentimientos basados en la realidad como surgidos del complicado y constante mar de los ensueños". Ana Castillo, desde que está en Gallos,ha dado rienda suelta a su pasión por la poesía y escribe sin cesar porque "la Poesía para mí ha sido siempre una necesidad de tipo espiritual. La Poesía, como un conjunto armónico de ritmo y mensaje, es una de las grandes maravillas del lenguaje" (en Manifiesto de Gallos).
Su perseverancia lírica se ha visto recompensada con la edición de su primer libro de poemas El despertar de las adelfas por la Diputación Provincial en su Colección Alcazaba. Este poemario, con el que ha culminado su etapa iniciática, es el resultado de un extraordinario ejercicio de reflexión, que da fe de una poesía muy consistente no sólo por estar hondamente cimentada en vivencias íntimas sino también por sostenerla en el recio pilar de nuestra tradición literaria como una nueva y moderna Carolina que, además, hace gala de una fina sutileza: "Pareces, manso mar, esta mañana, / una paloma herida que abandona / en brazos de la luz, / hacia la hondura / el eco de su vuelo lastimado". No obstante, su lirismo no es sólo estético sino también muy humano, porque Ana lo arraiga en una profunda emoción existencial que no elude, por tanto, temas ingratos sobre nuestra condición imperfecta y finita: "Mujer soy. Concibo vida / y voy, por ella, a la muerte. / Porque mi alma no olvida / rasgo el Sol con esta herida, / hiel humana de un Dios fuerte". Actualmente, Ana Castillo se encuentra terminando su nuevo libro titulado Vuelos de eternidad.
EMILIA JIMÉNEZ RUIZ(Logroño, 1975) es Técnica especialista en Administrativo y, además, prototipo de joven entusiasta que se siente atraída por la actividad cultural. Emilia, a pesar de su juventud, es una experimentada componente de grupos de animación, cuyas positivas inquietudes la hacen participar y organizar actividades en Esparragalejo, su pueblo y, a la vez, intervenir activamente en otras como las Tertulias de Gallos, porque Emilia asiste a las dos y es miembro fundador de la Tertulia de Artes Plásticas.
Antigua alumna del IES Emerita Augusta, Emilia es un modelo del que cualquier profesor se siente orgulloso pues, desde muy joven, sintió la atracción por la Literatura y siempre ha escuchado con suma atención las orientaciones que se le daban sobre su temprano interés por la Poesía. Su pasión se vio correspondida cuando un profesor le editó sus primeros poemas y ella se animó hasta el punto de no dejar ya de escribir y de participar en numerosas actividades culturales con un loable entusiasmo: "Empecé a comprender que escribir para mí era vital cuando mis escritos se dieron a conocer en un ámbito más amplio. Desde entonces publiqué en las revistas y libros de poemas editados en mi instituto (Almaentre labios, Canciones de una abierta herida, Como mágico perfume) y participé en sus presentaciones (programas de radio y diaporamas) y en charlas de animación a la lectura, recitales y homenajes".
Emilia sigue teniendo el mismo interés por aprender y por superarse que cuando comenzaba y escribía versos deliciosamente primitivos: "Adiós golondrina, / adiós verano. // Vuelven los días grises, / viene viento huracanado, / se acercan tormentas. // Hola otoño, / adiós verano". En la actualidad, compone poemas con una voz propia en la que se mezclan sus tremendas ganas de vivir con hechos que le preocupan: "Se quedó sin voz, / gritos horrendos yacían. / Sus miembros inmóviles / buscaban fuerza para huir. / Su mirada penetrante / no fijaba objetivo. / Se quedó solo, / en la calle, ausente de vida. / Sus sentidos no oían / los temblores del alma. / Su corazón se apagaba, / dando paso a la luz divina".
PILAR FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ (Badajoz, 1959) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia. Actualmente trabaja de locutora en Radio Forum, la emisora municipal de Mérida, ciudad donde reside y donde está integrada plenamente en Gallos, pues participa en sus dos Tertulias. Pilar ha publicado varios libros (Manzanas de Tántalo,África, azul perfume, Retorno a la ciudad de los espejos, Plenitud del vacío, El ardor y Cuaderno de Sintra) y poemas en revistas como La nuez de Nueva York. Además tiene tres libros inéditos: Jardín de invierno, Solo de unicornio y Para mí ya no es esta belleza.
Para llegar directamente al corazón de Pilar sólo hay que conocer su enternecedora pasión por la poeta Safo, aunque esto no significa de ninguna manera que con esta afirmación se quiera inventar una nueva fórmula matemática: Pilar Fernández = Safo. No, Pilar Fernández es ella misma, porque su cándida dulzura es producto de sus amores sin límites y de ciertas vivencias que han dejado en su alma un poso de nostalgia y amargura, motivadas por su entrega incondicional a la vida. Su pasión es la que le da ánimos y, a la vez, la acerca al abismo, por eso conmueve su enternecedora entrega, su abandono en el gozo recuperado y su indefensa orfandad cuando su humanidad ilimitada la deja emocionalmente destrozada: "Y la pasión / no sabe de peligros, / no conoce los límites, / el sol, las barricadas. / Es secreta ballesta que, certera, / sobre mi corazón estremecido /  posa su dardo".
Pilar, a pesar de sus fracasos, es una mujer positiva cuya dulzura impregna todo lo que hace y todo lo que toca. Ella ha llenado de color la Tertulia Literaria de Gallos desde que comenzó a presentar sus poemas y sus trabajos en folios de atractivos colores, que además adorna con curiosas pegatinas y fotografías como las del bosque de Oma ¡Qué honda tristeza habrá sentido la sensible Pilar al ver los árboles abatidos a hachazos por unos desalmados! Luego con sus collages, aparte de aportar más colorido a Gallos ahora a  través de la Tertulia de Artes Plásticas, ha descubierto el valor de las cosas mínimas pues con recortes de impresos desechables, ella ha creado poemas visuales donde conjuga un tierno atractivo con un poderoso mensaje repleto de equilibrio: "Cuando te parece / que lo has perdido todo, / que la vida carece de sentido, / refúgiate en las pequeñas cosas: / levántate al alba, / recoge tu saco de dormir, / mira al cielo rosado del amanecer, / riega la hortensia del jardín, / compra el pan recién hecho, / [...] / y trata de olvidar". También Pilar es una mujer comprometida a la que se puede encontrar en cualquier manifestación en contra de la injusticia, de las desigualdades y de todo aquello que hace al mundo una selva despiadada.
CARMEN DÍAZ NIETO(Almendralejo, 1963) es diplomada en Empresariales, profesora de Administrativo en el IES Emerita Augusta de Mérida y uno de los miembros fundadores de la Tertulia de Artes Plásticas, que con mucho entusiasmo asistió e, incluso, expuso sus primeros trabajos con una tímida candidez que, sin embargo, fueron muy apreciados por los asistentes a aquella tertulia lo mismo que su humildad. Luego Carmen Díaz ha dado una enorme y humana lección cuando ha tenido que permanecer en reposo absoluto durante su complicado embarazo, pues ha luchado hasta la extenuación por tener a su hijo. Hoy Carmen Díaz es una feliz mamá que está esperando el momento adecuado para volver a la Tertulia de Artes Plásticas.
La Pintura para Carmen Díaz supone sencillamente libertad ("A menudo pinto sola y cada una de mis pinceladas recupera poco a poco aquellos horizontes que la vista ya no me permite ver"). Carmen, a través de este medio plástico, expresa sus arraigados sentimientos en un estado emocional siempre optimista, porque es una enamorada de la vida ("Mi mirada está seducida por la vida, por el drama, por la pasión, por el amor a la naturaleza, por un mar de pensamientos indefinidos que me permiten estar viva"). Este carácter tan positivo hace que Carmen adopte una postura ecléctica ante el hecho pictórico y consiga que se convierta en una actividad sumamente placentera ("El corazón del gran pintor entra en juego, cuando deja detrás todos los condicionantes y dibuja en los albores del infinito las pinceladas sencillas que le permiten aproximarse a la libertad").
SUSANA ANTEQUERA CORREA (Badajoz, 1964) es profesora de EGB. Ha trabajado  con Adultos en EPA y, actualmente, es profesora de Taller Sociocultural en Mérida. Su afición por la Música la llevó a cursar estudios en el Conservatorio de Badajoz y a formar parte de su coro durante varios años. Susana, aparte de pertenecer a la A. C. Gallos ..., participa con los grupos Babel y Poetas por la Paz de Mérida y Ventana literaria de Almendralejo en sus actividades culturales.
Ha publicado poemas en los libros Gallos quiebran albores(1998) e Inacabable telar de eterna sinfonía (1999) y en diversas revistas como la titulada Alademosca del Archivo Gómez Aguayo de Mérida. Tiene registrado el libro inédito Cuando el corazón habla y ultimado otro cuyo título es El sabor de la ausencia.
La Poesía para Susana es un modo de dar la libertad a sus más preciados pensamientos traduciéndolos a versos que, aunque tienen un fin de evasión, están asentados en la realidad vivida y reelaborados en su más profunda intimidad: "Eres tierra arada de corazones, / regada de ilusiones, / fertilizada de ternura. // Eres agua traída de la mar, / bajada del cielo, / recogida del hielo. // Eres aire de campo, / de pueblo. // Eres origen de mi universo". Ese hondo intimismo en la poesía de Susana se encuentra recónditamente conexionado con la necesidad de hallar un sosiego emocional, que hasta ahora le han negado vivencias pretéritas: "A mi cielo infantil / lo he desmenuzado de nubes, / tapando el sol radiante de los recuerdos. / Lloro en silencio / [...] / No quiero madre / que el azul de tus ojos / derramen desesperanzas / de lo nuestro. / Haremos un futuro / de nuestro pasado". Como consecuencia, Susana es una mujer con una acentuada sensibilidad, cuyos versos quieren ser el soporte físico y emotivo de una necesaria esperanza: "¿Qué podría hacer sin esperanza? / ¿Qué sería de mí? / No vería un cielo azul / en un atardecer. / Mi mundo estaría desierto / de lucha, de ilusiones ... / sólo me abrazarían / soledades perpetuas / y más allá estaría un adiós".
CARMEN PÉREZ GONZÁLEZ (Mérida, 1959) es profesora de EGB y de Adultos. Actualmente se dedica al dibujo y a la pintura. Carmen es miembro fundador de la Tertulia de Artes Plásticas de la A.C. Gallos ... y, además, colabora con la Tertulia Literaria ilustrando sus publicaciones.
Desde el año 1988 ha realizado varias series de cuadros, cuyas técnicas y temáticas han intentado descubrir las maravillas de la Naturaleza de su entorno inmediato (desde las plantas de su jardín a la riqueza artística de su ciudad) y de otros más lejanos (desde dibujos en la piel de los animales salvajes a los vivos colores de los habitantes del mar). Su primera serie fueron dibujos a plumillas de temas extremeños y técnica clásica (torres de Jerez de los Caballeros, plaza chica de Zafra, teatro romano de Mérida) y de tema libre y técnica posmoderna (nudos de cortinas, tragaluces, paredes desconchadas). Posteriormente trabajó con acrílicos y produjo su segunda serie, que formó con cuadros llenos de color cuya disposición y temática querían expresar la salida de un largo túnel en el que durante dos años había estado inmersa por un problema de salud hoy superado y, además, porque creía que "el artista es un descubridor del Arte que se encuentra en cualquier elemento de la naturaleza".
Ahora tiene terminada su tercera serie, que son un conjunto de dibujos a sanguina con tema clásico, y se encuentra preparando para octubre una exposición que titulará "Dioses y héroes", donde redescubre la antigüedad clásica no sólo desde una perspectiva mítica sino también física y artística, pues sus dibujos destacan la aureola que rodea a esos personajes y también las formas armoniosas de sus figuras, sus mantos y sus pliegues. A la vez tiene iniciada su cuarta serie, cuya idea originaria se halla en la riqueza que le proporcionan las perspectivas del cubismo y las distintas tonalidades de la luz: "Mi nueva serie representa mediante vidrieras pintadas al acrílico imágenes geométricas y en diferentes planos tratando sobre todo de conseguir un color intenso y diáfano lo más próximo a la luz natural".
Hoy día, Carmen Pérez es una excelente dibujante que cada vez se siente más atraída por la pintura en su modo más directo, es decir, manejando óleos y pinceles, porque piensa "que nunca será reemplazada ni por la fotografía ni por la realidad virtual, porque la pintura es el medio más natural del que dispone el ser humano para comunicarse e inmortalizar el momento en que vive".
Estas decididas mujeres tienen una alentadora opinión sobre la mujer actual y el papel futuro de las mujeres en Mérida ("Su sensibilidad, el afán de lucha, el ansia de saber y la necesidad de sentirse escuchada hacen que la mujer esté dejando de ser un simple eco y de pertenecer al mundo de las sombras". I. Mª Méndez). Pero todas coinciden en que son las mismas mujeres las que deben buscar su propio camino con decisión ("esas puertas que se nos abren tenemos que saber pasarlas y afrontarlas, no vale sólo con llamar a la puerta y decir: 'esperaré a que abran'". Emilia), seguridad en sí misma ("A las mujeres que no creen en sus posibilidades, les digo que la que quiere puede, por tanto todas las mujeres, tengan la edad que tengan, pueden luchar por alcanzar hoy lo que por circunstancias de la vida antes no pudieron realizar". Susana), confianza en poder cumplir los objetivos que cada una se proponga ("Las mujeres emeritenses están haciendo un gran esfuerzo por elevar cada día un poco más su nivel cultural y educativo. Confío que en este nuevo siglo la voz de las mujeres se escuche más y mejor en todos los ámbitos de la vida ciudadana". Pilar), coraje para airear sin prejuicios sus inquietudes ("Animo a las mujeres de Mérida, que sienten atracción por el Arte, a que participen en actividades como las de nuestras tertulias, para que se sientan protagonistas de la sociedad que estamos creando para el futuro". Carmen Pérez) y un fuerte poder de reafirmación personal como seres independientes y autónomos ("Yo me siento una mujer con alma y mi coraje, mi sueño y mi vida es una respuesta sin vacilación contra toda inutilidad; por eso como mujer estoy tranquila. La tragedia de la mujer, no es más que una ironía del destino, ahora necesita de un conocimiento personal, de una contemplación en libertad para amar lo que desea, una liberación real y auténtica". Carmen Díaz).
En fin, ejemplo son las mujeres de Gallos, porque todavía el número de sus congéneres incorporadas al ambiente artístico es reducido. Quedan muchas mujeres con sensibilidad y aptitudes para el Arte, que siguen aferradas a las duras e ingratas labores de la casa, porque aún no han logrado vencer costumbres ancestrales que las arrastran a sentirse inferiores, a no confiar en ellas mismas y a considerar la casa como refugio y féretro. Por tanto, el futuro de las mujeres de Mérida, que sienten un deseo imperante por manifestar sus gustos y habilidades artísticas, pasa por seguir el loable ejemplo que les proporcionan las mujeres que participan activa y libremente en Gallos.


"EL MAL DE MÉRIDA", Revista de Feria (Mérida), septiembre 1999, pp. 56-58. 
Cada cierto tiempo un amigo o un conocido me dice: "Me voy de Mérida (o no resido en esta ciudad), porque aquí no hay ambiente". Y esta sentencia, por ligera e injusta (suelen ser personas que se benefician de Mérida pero no le aportan nada sino que la perjudican ambiental y culturalmente con su postura despectiva), me molesta mucho y, enseguida les contesto que en Mérida hay más ambiente del que parece y les suelo poner el ejemplo de que hace dos años la Biblioteca Pública organizó el I Encuentro de grupos poéticos y a su llamada respondieron, nada más y nada menos, que seis (Alcandoria, Babel, El hombre aproximativo, Gallos quiebran albores, La luna sola y Poetas por la Paz) y organizaron conjuntamente una interesante actividad-exposición, por original, variopinta y creativa.
Esta adversa opinión sobre el ambiente de nuestra ciudad, que defino como "mal de Mérida", se debe a que su actividad cultural se encuentra fragmentada en multitud de personas aisladas, grupos, asociaciones, clubes, instituciones y equipos no coordinados entre sí, que realizan múltiples actividades en el anonimato, con escasa e inadecuada publicidad o por separado, no conforman un ambiente visible y dan la sensación de que en nuestra ciudad no existe interés por la cultura y de ahí la triste opinión que tienen los que aseguran sin más averiguaciones lo anteriormente citado.
En Mérida existe un activo ambiente cultural, propiciado por iniciativas particulares de personas aisladas que consiguen contactar, organizarse y realizar actividades como es el caso de los componentes de la Asociación Cultural Gallos quiebran albores que, desde hace cinco años, viene celebrando una tertulia literaria formada por personas que antes estaban aisladas y ahora se han organizado, se reúnen una vez al mes para conversar sobre Poesía y celebran actividades (recitales, publicaciones y presentaciones de libros de poemas, colaboraciones con barriadas, colegios y asociaciones...), que están motivadas sólo por su pasión por la Poesía (y por el Arte en general; de ahí que, en la última temporada, hayan ampliado sus horizontes con la creación de una Tertulia de Artes Plásticas).
Otros muchos ejemplos de organización espontánea se podrían citar, aparte del comentado, pues las asociaciones culturales (folklóricas, artísticas, literarias, artesanales, deportivas, ...) son frecuentes en nuestra ciudad a pesar de que parezca lo contrario.
Haciendo un repaso mental (y, por tanto, incompleto) de los grupos y actividades celebradas en Mérida en el último año y que mantienen vivo y fresco su ambiente cultural, lo primero que me viene a la mente es la existencia de una rica vida literaria, que se encuentra alentada por las tertulias, publicaciones y actividades de los grupos citados (se oye que Alcandoria se ha disuelto, pero espero que no sea cierto porque el ambiente cultural de Mérida lo necesita); la tertulia de novela y las sorprendentes y emotivas presentaciones de libros realizadas en la librería San Francisco (regentada por Vicente y Mari Ángeles, dos atentos y agradables libreros); la tertulia de Filosofía, que se celebra en torno a Juan Antonio Negrete en la Cantina mariachi; las exquisitas publicaciones de la librería La luna (cuidadas hasta el detalle por sus promotores Marino y Ana); las actividades culturales de los Institutos entre las que destacan el Aula Jesús Delgado Valhondo (una excelente colaboración con la Asociación de Escritores Extremeños, que trae a los mejores escritores del momento a nuestra ciudad), la edición anual de un libro de poemas y de las revistas Arco Iris y Empresa '92 (dirigida por José Casillas) con apartados dedicados a la cultura en el I.E.S. Emerita Augusta, los intercambios con Europa del I.E.S. Santa Eulalia, las exposiciones de la Escuela de Artes Aplicadas y otras muchas actividades llevadas a cabo por otros centros de Enseñanza como la Fiesta de la Poesía de la Escuela Permanente de Adultos, mantenida por el empeño de Mari Carmen Moreno, y la revista Versonia elaborada por Antonio Luis de la Cruz, o la edición de la revista Camino hacia Ítaca del Centro de Profesores, dirigido por Antonio Jiménez.
En cuanto a los actos organizados en el último año por grupos o personas de la calle destacan el homenaje al padre Miguel Combarros y la presentación de su libro de poemas Caminos hacia el alba; el homenaje al poeta emeritense Félix Valverde Grimaldi (que, por cierto, tuvo una escasa asistencia de público y, sin embargo, fue un acto precioso con estupendas actuaciones) y el dedicado a Jesús Delgado Valhondo por la barriada de La Antigua. Además, han resultado muy interesantes la primera convocatoria del Certamen de prosa y verso Félix Grande que, propuesto por el I.E.S. Saenz de Buruaga, es convocado por los Institutos de Mérida, la publicación y presentación de Poesía y música para un mundo nuevo (una colaboración entre Manos Unidas y la A. C. Gallos quiebran albores), del libro de poemas de esta Asociación Inacabable telar de eterna sinfonía en la librería San Francisco y de los números correspondientes a este último año de la revista La luna en la librería del mismo nombre.
Otras muchas actividades, iniciativas y grupos se podrían citar de memoria: Las reuniones filatélicas en la antigua Casa de la Cultura; los torneos del Club de Ajedrez Cibeles que conozco por mi amigo Manolo Rodríguez; los concursos nacionales e internacionales de pesca; las competiciones de los numerosos equipos deportivos repartidos por la ciudad y de las Escuelas del Ayuntamiento (entre los que destacan la gran actividad de los equipos de natación de la piscina climatizada -que, por cierto, da a los emeritenses un barato y estupendo servicio-, y los equipos de gimnasia rítmica, que tienen sus vitrinas llenas de premios nacionales e internacionales); las Asociaciones de senderismo del ImperioVía de la Plata, ... que han cubierto a pie amplios y bellos itinerarios en el último año; los ensayos y conciertos de simpáticos grupos de música joven (VanagloriaDecadencia, ...); la Escuela de Radio en Radio Forum; el Grupo Cuadros de pintura; las exposiciones de las galerías de Arte (Agripa y Chanquet); las variadas actividades de El Liceo que, con su flamante presidente Ignacio Constantino, ya ha conseguido resucitar en gran medida el gran centro cultural de Mérida que fue esta institución privada con exposiciones, presentaciones de libros, conferencias, ...; el Belén de Navidad y la exposición de Semana Santa, que monta José María San Félix con un gran esfuerzo y exquisito gusto en la ermita de La Antigua; el Belén de don Guillermo en la calle Calvario; los diversos Talleres y actividades realizadas en colegios y barriadas como, por ejemplo, La Antigua con su grupo de coros y danzas o la caseta que monta en la feria acercándonos años tras año el folklore de todas las regiones de España; las actividades de las Asociaciones de Mujeres, de otras juveniles como la OJE o altruistas como la Cruz Roja y "Ayuda a Ayacucho", una iniciativa particular de Mercedes Calderón, Ana Castillo, M. Carmen Monago y Mª Luisa Sierra o las publicaciones, exposiciones y representaciones teatrales, patrocinadas por entidades privadas como la Caja de Badajoz o la Caja de Extremadura o las exposiciones de pintura fomentadas por el Pub El Bujío o las actuaciones musicales, organizadas por el bar La Tahona o las exposiciones permanentes de las tiendas de la calle José Ramón Mélida, que guardan trozos de Historia de nuestro pasado romano y también ambientan culturalmente nuestra ciudad.
Hay también en Mérida personas con aptitudes creativas que benefician y difunden el ambiente cultural de la ciudad, porque lo pasean por el mundo como es el caso del alfarero Rafael Ortega, o bien por el país o la región como los Vargas, virtuosos de la guitarra, o Guillermo Segovia, un tenor que con un tremendo esfuerzo personal ha logrado alcanzar un notable y experimentado nivel, al que sólo le falta apoyo institucional para proyectarse en nuestra Comunidad y fuera de ella.
Existen otras actividades que son ejemplo de cooperación entre instituciones e iniciativas populares como la Semana Santa de Mérida (colaboración entre Cofradías y Ayuntamiento), que en unos años se ha convertido en una tradición de interés turístico que llena de fervor, colorido, devoción y espectáculo nuestra ciudad con una celebración que estaba en franca decadencia hace poco tiempo, o la Feria del Libro (colaboración entre libreros y Ayuntamiento) que, en sus últimas ediciones, ha recobrado ese agradable sabor de antaño en el parque López de Ayala.
En el plano institucional, destacan las actividades de la Consejería de Cultura con el Premio Constitución, las ediciones de libros patrocinadas por la Editora Regional (el último presentado en Mérida ha sido Homenaje de Antonio Pacheco), la organización de actividades que cuestan bastante esfuerzo mantener como la temporada de teatro en la sala Trajano y el fomento de otras ajenas con apoyo técnico y económico.
El Ayuntamiento también es otra fuente generadora de actividades a través de la Biblioteca Pública y de su inquieta directora Magdalena Ortiz, que programa anualmente un concurso literario, un taller de encuadernación y otro de pintura, visitas guiadas para alumnos de centros escolares y otras actividades relacionadas con el libro y la lectura. Además la labor del Consistorio se completa con el concurso de redacción antirracista de alcance internacional Cruzando culturas, coordinado por el activo Jesús Bravo en la Concejalía de Juventud (que también organiza Cursos de monitores de ocio y tiempo libre y un campamento urbano, informa a los jóvenes y programa Talleres diversos en Casas de la Cultura y Centros Sociales de nuestra ciudad), y el apoyo a actividades foráneas con la cesión del excepcional Auditorio del Centro Cultural Alcazaba, donde ya se han realizado numerosísimas y excelentes celebraciones, o a las barriadas con apoyo técnico y económico. Cuenta también el Ayuntamiento con el Patronato de la Biblioteca Municipal, que realiza la edición de libros sobre Mérida, y el Archivo Gómez-Aguayo que organiza interesantes actividades. Y, por si fuera poco, tenemos la convocatoria anual del Certamen Internacional de Novela y Poesía Ciudad de Mérida.
Y, para redondear el repaso a la iniciativa institucional, destacamos las numerosísimas y excelentes actividades organizadas por el Museo de Arte Romano y su hiperactiva Asociación de Amigos del Museo o Emeritalia, mercado romano que se monta, bajo la coordinación de Pilar Caldera, todos los veranos en el foro de la calle Sagasta con una estupenda ambientación de la vida en Emerita Augusta y la representación de escenas típicas de la época romana como la subasta de esclavos, el teatro y la lucha de gladiadores.
Como broche de oro, no podemos olvidar la extraordinaria colaboración de la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Mérida (las Diputaciones de Badajoz y Cáceres y las Cajas de Ahorro de Badajoz y Extremadura), que da como resultado el Festival de Teatro Clásico, un magno acontecimiento que ambienta culturalmente el verano de la capital autonómica desde hace 45 años y llega más allá de nuestras fronteras difundiendo el nombre de Mérida por todo el país e incluso el extranjero.
Un montón de actividades, niveles y gente, en definitiva, preocupada por la cultura en los más variados planos de la actividad humana con fines alejados de los lucrativos, que tienen su base en las emociones que sienten cuando están en contacto con la naturaleza o desarrollan su capacidad creativa o animan nuestra vida cotidiana o nos descubren que también existen ocupaciones cercanas al espíritu, a las más variadas experiencias, a la fuerza de voluntad, al altruismo y a las emociones que a ellos dignifican como seres humanos y a todos nos benefician por el camino de las vivencias compartidas y las sensaciones, que se desprende de ese cultivo de aficiones y anhelos formando un ambiente cálido, humano, creativo, ilusionado y especialmente activo.
Pero al ambiente de Mérida le falta un medio aglutinador institucional (local y/o autonómico), que reúna a esas personas aisladas y a esos grupos desconectados (aunque apasionados por las Artes, el Deporte, la Música, el Folklore...), los convoque y de paso los saque a la luz y les proponga la elaboración de un proyecto consensuado por todos, que tenga como objetivo la coordinación de actividades que ya se realizan y como fin aunar esfuerzos para hacer patente ese ambiente cultural de nuestra ciudad, que del subsuelo (lugar en el que se encuentra ahora) salga a la superficie.
Ese medio aglutinador debería elaborar un fichero de estas iniciativas populares y una relación de personas hiperactivas, capaces y creativas, que con un simple aliento, una orientación adecuada y pequeñas ayudas económicas se animaran a hacer patente el movimiento cultural emeritense coordinando a otras personas, estableciendo nuevas relaciones y manteniéndolas unidas y activas para conseguir el objetivo propuesto.
Es cierto que en la actualidad las instituciones también aportan sus medios pero, generalmente, lo hacen en niveles alejados de las iniciativas populares que, aunque menos vistosas, a la larga son más duraderas y eficaces. Así, por ejemplo, hay más de un entrenador de actividades deportivas para jóvenes que llevan décadas manteniéndolas muchas veces con su dinero y siempre con su trabajo y, sin embargo, actividades de alta cultura se mantienen justo lo que dura el presupuesto. 
Las instituciones necesitan, por tanto, bajarse a la gente sencilla de la calle desde esos territorios intelectuales en que se encuentran. No obstante, esto no significa que se esté desatendiendo un nivel de la cultura para atender a otro, pero sí se podría equilibrar esa atención que ahora está más con personas o grupos a los que muchas veces se les dedica grandes medios técnicos y económicos y se olvidan de labores calladas importantísimas, que necesitarían una décima parte de lo empleado en actividades de altura, que no siempre dan el resultado apetecido.
Por otra parte, un ambiente cultural no sólo necesita un medio aglutinador sino también un canal difusor que informe con detalle sobre las actividades que se están realizando o se van a celebrar, las difunda convenientemente y aliente a las personas implicadas en cada actividad y al público en general a la participación en ellas. En mi opinión, esta labor fundamental (al contrario de la falta de un medio aglutinador) es muy bien cubierta por personas contrarias a las opiniones de aquellos amigos y conocidos míos, mencionados al principio, y que tienen una característica común: Creer en Mérida porque la conocen y la quieren.
Entre esas personas que informan, difunden y alientan el ambiente cultural en nuestra ciudad destaca Pilar Fernández que, a través de la emisora municipal Radio Forum, diariamente da cumplida cuenta de todas las actividades que se realizan en Mérida; primero, por la mañana, entrevistando al responsable de la actividad que es cuando nos podemos enterar con detalle de en qué consiste y, por la mediodía, recordándola en su informativo y animando a la participación. Además, Pilar no sólo se limita a informar y difundirlas sino que también alienta todas las actividades por muy heterodoxas que sean y los participantes siempre encuentran palabras de ánimo y reconocimiento en boca de esta locutora que, sin erigirse en protagonista de nada, nos está haciendo con profesionalidad y con mucho sentido común (es muy consciente de la importancia de estas actividades para el ambiente de nuestra ciudad) un gran favor a los emeritenses, pues los que estamos atentos a sus noticias podemos asegurar con conocimiento de causa que en Mérida sí hay ambiente, a pesar de lo que digan mis amigos y conocidos y muchos de los amigos y conocidos de los lectores de estas reflexiones.
Hay otras personas y medios que completan la difusión del ambiente cultural en Mérida como Fernando Delgado en la SER o Pepe None en la COPE. Y existen también en nuestra ciudad otros medios de difusión escritos, creados recientemente, como los periódicos Manos AlbasLa capitalDiario de Mérida y El semanal, que constituyen unos loables intentos de hacer publicaciones exclusivamente de Mérida, para que estemos informados con detalle de lo que sucede en nuestro entorno más inmediato con especial atención al ambiente cultural de cuyas manifestaciones suelen ofrecer una amplia información. Además, la revista Mérida, editada con motivo de la Feria de nuestra ciudad desde hace décadas, suele realizar un repaso de las actividades celebradas en la ciudad durante el último año.
Sería conveniente, sin embargo, que se complementaran estas iniciativas de difusión con otros medios como, por ejemplo, puntos fijos de información que mantuvieran informados a los emeritenses y foráneos de las actividades que se van a realizar a corto y medio plazo en la capital autonómica, y la edición de un programa de actividades que se reeditara trimestralmente.
Sin embargo, una vez mostrado que en nuestra ciudad existe ambiente cultural, es necesario advertir que esta afirmación no significa que sea el que corresponde a una ciudad como Mérida que, además, es capital autonómica, pues el ambiente descrito está oculto en parte y diseminado en general. Falta por tanto un medio que lo aúne y saque a la luz a través de un gran proyecto que ofrezca un norte y marque unos objetivos con el fin de aglutinar a los loables y múltiples esfuerzos aislados que se realizan actualmente y a sus autores que, por su cuenta y riesgo, ya han sentado las bases de un ambiente cultural digno de la ciudad bimilenaria.

Y ese medio aglutinador no puede ser más que institucional, que es quien tiene poder de convocatoria, medios técnicos, infraestructuras y recursos económicos.


"¡AY, TORREMAYOR!", revista de Feria (Torremayor), septiembre 1999, p. 37.
Me duele sobremanera que Torremayor, mi pueblo, salga en los periódicos por sucesos lamentables que no son del agrado de la mayoría de sus habitantes, entre los que me incluyo, pues no podemos admitir que en nuestro pueblo se solucionen los problemas a base de insultos y tortazos y que todos, directa o indirectamente, nos veamos implicados cuando lo que deseamos es vivir en paz y en buena armonía.
 Me niego a enfrentarme a personas con las que tengo, en mayor o menor medida, relaciones de amistad, de vecindad y de paisanaje y menos por algo tan detestable como la política que, en definitiva, es una forma burda de "arrimar el ascua a la sardina de cada uno" y apartar la de los demás para que se la coman cruda.
 Ese no es el ambiente que quiero para mi pueblo. Yo recuerdo otro, aquél de cuando me paraba por la calle con cualquiera para interesarnos por nuestras cosas, hablábamos y nos alegrábamos de nuestros logros y nos preocupábamos por nuestros problemas personales que, así compartidos, se nos hacían más llevaderos. Yo recuerdo un ambiente de trabajo, seriedad y honradez, en el que veía a la gente vivir decentemente con su esfuerzo, cosa que me alegraba porque lo sabía ganado con el sudor de su frente. Yo recuerdo aquel ambiente en que mi pueblo no era conocido más que por ser un lugar armonioso, tranquilo y acogedor. En fin, yo me acuerdo de aquel ambiente en el que me sentía bien y al que regresaba cada vez que podía; lo que no sucede ahora pues, tal y como están las cosas, incluso lo que estoy diciendo, para determinadas personas puede ser motivo de rechazo porque, aunque se declaran demócratas, no respetan la primera norma de este sistema que es aceptar las ideas de los demás, aunque les pese.
 No me gusta el ambiente que tiene actualmente mi pueblo, un lugar donde se solucionan los problemas cotidianos violentamente y donde se difama a personas honradas, que nos ayudaron a resolver nuestros problemas durante toda una vida. Esto para mí es el colmo y lo considero inaceptable sobre todo por su falta de humanidad, pues las personas difamadas acababan de morir. ¿Qué nos está pasando? ¿Ya no respetamos nada? ¿Y si cualquiera le da por acusar a nuestro abuelo diciendo que en los años 50 le vendió una burra con mataduras? ¡Por Dios! ¿Quién está a salvo, por tanto, en nuestro pueblo?
 Ahora se me viene a la mente cuando hace años me encontré casualmente en el metro de Madrid con un paisano con el que en el pueblo no mantenía una gran relación pero que, sin embargo, nos lleno de una honda satisfacción encontrarnos en medio de aquella gran ciudad. Y todo porque éramos del pueblo donde tenemos nuestra casa, nuestra familia, nuestros vecinos y nuestra historia. Y es una pena pensar que ahora estos motivos tan humanos no sirvan para que exista una cálida relación entre los habitantes de nuestro pueblo, donde todos hemos jugado juntos, hemos ido a la escuela durante nuestra infancia, hemos sido vecinos desde siempre, nos hemos llevado, desde que tenemos uso de razón, extraordinariamente bien con ellos y con sus abuelos, con sus padres y con sus hermanos, que están imborrables en nuestras vivencias porque durante muchos años compartimos experiencias.
 En la vida, lo menos que se nos puede pedir a los seres humanos es que tengamos principios, que es lo que nos diferencia de los animales. Y un principio fundamental es considerar intocables ciertas cosas, entre las que se deben encontrar en primer término las personas más cercanas (familia, amigos y paisanos) con las que, en ocasiones, incluso se puede (y se debe) discutir para expresarles nuestro desacuerdo ¿por qué no? Pero una cosa es acabar en urgencias y otra muy distinta hacerlo civilizadamente.
 Por estas razones, siempre que se me ha pedido colaboración he aceptado sin tener en cuenta el signo político de quien me lo pedía ¡qué más me daba si lo quería para mi pueblo! ¡Qué más me da el alcalde que haya ahora para colaborar en la revista, si he sido vecino toda la vida de él y del anterior y nuestra relación, a pesar de no coincidir desde hace años más que ocasionalmente, siempre ha sido muy cordial!
 No, yo no quiero enfrentarme a nadie, aunque esto no significa que quiera que los problemas se alarguen o se olviden situaciones injustas, no, pero las podemos resolver entre todos con buena voluntad y con la intención de ceder si es necesario atendiendo sólo al bien común de nuestros paisanos y de nuestro pueblo, que es lo mismo que decir "de todos sin excepciones". Yo no quiero enfrentarme a nadie, ni quiero que mis paisanos arreglen sus diferencias con odio, porque si hacemos de nuestro pueblo un lugar inhabitable, ya no seremos de ningún sitio y no tendremos lugar alguno en la tierra en el que encontrarnos en casa ni al que volver cuando estemos lejos.
 Por todo lo dicho aunque, antes de terminar estas reflexiones, he pensado que, teniendo en cuenta la situación lamentable de las relaciones en mi pueblo mejor sería no colaborar y que "sea lo que Dios quiera", al final he pensado que no debo quedarme impasible ante el deterioro del ambiente de mi mundo y he pedido que se hagan públicas a ver si sirven de algo, queridos paisanos.


"JESÚS DELGADO VALHONDO O LA ESPIRITUALIDAD DE UN HOMBRE CUALQUIERA". En II Otoño Literario y solidario (Homenaje a Jesús Delgado Valhondo), Badajoz, Santa Marina, 2000, pp. 13-25.
Muchas personas de la barriada de Santa Marina de Badajoz tuvieron relación o, al menos, conocieron a Jesús Delgado Valhondo como uno más de sus vecinos, pues él se sintió siempre un hombre común y corriente con sus virtudes y sus defectos y, a conciencia, no destacaba. Por esta razón, era fácil entablar relación con él abordándolo en la calle o encontrarlo tomando una copa en cualquier bar de la zona como un cliente más.
 Pero Jesús Delgado Valhondo, aunque se consideró como uno de nosotros, fue un ser extraordinario que, dueño de una riquísima vida interior, mantuvo una tremenda lucha espiritual entre su fe y su razón, cuyos detalles nos dejó escritos en una unitaria, coherente, extensa y trascendente obra lírica de una calidad humana, anímica y literaria fuera de lo común: "He mordido en la manzana / la lluvia fresca, mi cuerpo / y una fuerte mañana. // Tiene un sabor de un ayer / amargo, ácido y grana, / y tierno olor a mujer. // Suena como en el caracol / una conversación eterna, / una conversación ... // -Adán, toma ... Adán, prueba ... / ¡Gózame! ¿No ves que soy fruta / madura, que soy Eva? // (Ahora puedo explicarme / por qué entre la ropa blanca / -tesoro de campo y aire- / has guardado una manzana / para perfumar tu carne)" ("La manzana" de Hojas húmedas y verdes).
 Y lo que nos contó en ella no son sensaciones, que necesiten ser interpretadas por filósofos o filólogos a pesar de su trascendencia y su elaboración lírica, pues cualquiera de nosotros podemos desentrañar su trascendente significado si la leemos con la misma reflexión, hondura y pasión que él las escribió. Así en la obra lírica de Jesús Delgado Valhondo, encontraremos los mismos pensamientos, esperanzas y dudas que tenemos todos los seres humanos corrientes; de ahí su humanidad y, a la vez, su carácter universal: "Nos buscamos ávidamente / desde la piel a lo más dentro / y nunca conseguimos, nunca, / el descifrarnos los misterios. / Desconocemos dónde estamos / (no tenemos remedio) / nuestras ansias son devoradas, / cada latido, por el tiempo. / Todos con la misma pregunta / de par en par abriéndonos / la mendigante llaga / en el hablar y comprendernos / ¿Quiénes somos? ¿Por qué existimos? / ¿Dónde, Señor, iremos? / Nunca sabremos nada / mar insondable de momentos" ("Morir habemos" de La muerte del momento).
 Es decir, nosotros como hombres y mujeres comunes que somos, nos preguntamos por qué nos afecta tan inmisericordemente el tiempo, por qué somos tan imperfectos, por qué existimos, por qué es tan dura la existencia, qué quiere conseguir Dios con su silencio, qué pasará después de la muerte (¿alcanzaremos la eternidad o caeremos en la nada?). En fin, no hay diferencia entre lo que pensaba Jesús Delgado Valhondo y lo que pensamos nosotros. La grandeza de este hombre-poeta que se codeaba diariamente con sus vecinos radicaba en que, pudiendo eludir esas interrogantes y vivir en la cómoda apatía o el fácil escepticismo, aceptó su compromiso de ser humano cuya conciencia le pedía encontrar respuestas a esos preocupantes enigmas. Y a esta humanísima tarea dedicó toda la energía de su espíritu hasta caer agotado física y espiritualmente: "Soy hombre / -otoño, invierno- / que tiene trabajo. / Me levanto / temprano. / Tengo mujer. Tengo hijos. / Leo. Bebo vino. / Hago versos. Amo. / Cuentas y cuentos. / Me divierto. Me entristezco. / Canto. / Voy y vengo de casa al trabajo. / Vivo. Muero. / Me acerco. Me distancio. / Juego. Me canso" ("Jesús Delgado" de Ruiseñor perdido en el lenguaje).
 Luego, con su extremada sensibilidad lírica, supo dejarnos escritas en el caudal del verso esas intranquilidades existenciales que él sintió con una forma cálida, confidencial y cercana de tal manera que, al leerlas, enseguida las hacemos nuestras pues nos convertimos en cómplices de alguien que experimentó lo que nosotros ahora sentimos cuando reflexionamos sobre nuestra identidad, nuestra posición en el mundo y nuestra relación con Dios: "¡Señor! ¡Dios mío! Tengo miedo / y no me colma tu esperanza, / me sujeto cobardemente / a la tierra que nos separa. // Acorralado por la vida / entre la pared y la espada, / en las vigilias y en los sueños / en tu misterio que me llaga. // Ya sé que un día moriremos / que tú si quieres nos alcanzas / en todo instante, tienes manos, / llenas de luz que nos abraza. // Tiempo sobra para sentarnos / eternamente cara a cara, / deja en suspenso / esa tu voz que me reclama" ("Oración del enfermo" de La esquina y el viento).
 Y ahora en este mundo que no tiene rumbo ni sentido, porque se ha olvidado del espíritu y sólo atiende a lo crematístico y lo efímero y casi nadie se hace preguntas trascendentes pues pensamos que en su momento ya aplicaremos la técnica de "cerrar los ojos y que pase lo que el destino quiera", la figura de Jesús Delgado Valhondo se agranda sobremanera porque, aunque al final su búsqueda culminó en un monumental fracaso (su entorno no quiso saber nada de sus preocupaciones trascendentes, Dios no le respondió, el mundo se encaminó por un materialismo vacuo ...), tuvo la tremenda dignidad de intentar hasta la extenuación más enternecedora obtener respuestas sobre estas grandes interrogantes que a todos, nos hagamos los sordos o no, nos preocupan, y además de denunciar que el alejamiento del espíritu influía negativamente en la buena relación que debía existir entre los seres humanos, cuyo origen y fin era el mismo en cualquier parte del mundo: "Quejas y gritos por el suelo, / bajos fondos, altos desastres. / Todo tan a mano que dudas / dónde está el mundo que pensaste. // Preguntamos: ¿dónde está el hombre / entero, vero y responsable? / Ninguno quiere saber nada / y no contesta nadie" ("El mundo-gente" de La vara de avellano).

MI RELACIÓN CON JESÚS DELGADO VALHONDO
Mi relación con Jesús Delgado Valhondo fue corta, pero intensa y fructífera. Corta, porque sólo duró de 1987 a 1993. Intensa, porque me dio tiempo suficiente a conocer humana, espiritual e intelectualmente a esta persona que, en la superficie, fue un ser amable, sencillo, campechano, entrañable y "sin vueltas" y, profundamente, un ser muy consciente de su condición imperfecta y finita, de su ligazón con la divinidad y de su situación en un entorno determinado, Extremadura. A reflexionar sobre estos humanos asuntos dedicó toda su vida y a dejarlos plasmados en su importante obra lírica, que es la crónica espiritual de su existencia, esencia destilada de su atención al espíritu. Y, aunque él no la escribió para lucirse sino como medio de recoger sus reflexiones trascendentes y como desahogo de sus intranquilidades espirituales, su lírica fue alabada por dos Premios Nobel, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre, y él considerado por una personalidad de la talla de Fernando Lázaro Carreter como uno de los tres mejores poetas contemporáneos. Además, Jesús Delgado Valhondo fue gran lector, observador impenitente de su paisaje, espectador y actor del ambiente cultural de nuestro país y de nuestra región desde los años 30 y, como consecuencia, poseedor de un amplio bagaje cultural (de ahí que Manuel Martínez-Mediero en su discurso de agradecimiento por la concesión de la Medalla de Extremadura en septiembre de 1999 asegurara contundentemente: "Jesús Delgado Valhondo es la persona más sabia que he conocido").
 No obstante, a pesar de reunir estas cualidades, Jesús Delgado Valhondo se consideró siempre un "hombre cualquiera", como muestra en el siguiente poema:

MI CORAZÓN Y YO

    Todos los días pongo mi corazón delante
para que vaya abriéndome caminos y contentos,
lo espabilo temprano, lo levanto en palabras,
anda -digo-, vete por nubes y momentos.
    Humano -bueno y qué-, mi corazón humano
con sus fiestas de sueños y de bondad a cuentos
marcha buscando siempre lo que jamás encuentra,
ama gozando siempre lo que jamás entiendo.
    Yo me enredo en asuntos, la cuenta y la aspirina,
el mundo día a día, tan bien y tan maltrecho,
este mundo por donde vamos a nuestras cosas
y que nunca acabamos de vivir y entenderlo.
    Cuando de noche vuelvo, rendida carne amarga,
cuando a mi casa vengo,
tanta ilusión me vuela tristezas a montones,
la amarillenta muerte del consumido tiempo.
    Luego, detrás, humilde, mi sangre en un puñado,
desbaratado ovillo de sombras y silencios
en un rincón oscuro, quinto espacio a la izquierda,
se me queda cansado como si fuese un perro.

Nuestra relación fue también fructífera porque dio como resultado unas investigaciones que, con su aliento, su experiencia y su sensibilidad, han contribuido a conocer determinados aspectos de nuestra cultura literaria hasta el momento desconocidos. Esta relación comenzó cuando me decidí a iniciar estudios de doctorado y a tratar exclusivamente temas extremeños. Pero había un problema: Yo no tenía conocimientos suficientes sobre la historia literaria extremeña y no sabía qué asuntos podían ser objetos de estudio. Por tanto, me encontraba totalmente despistado a la hora de elegir un tema extremeño para realizar mi tesina. Y así se lo hice saber a un amigo, del que no recuerdo su identidad por mucho que he intentado localizarlo en mi mente para agradecerle que me animara a entrevistarme con Jesús Delgado Valhondo asegurándome que, aparte de buen poeta, era un gran conocedor de la cultura de nuestra tierra en las últimas décadas y que, por su carácter abierto, me orientaría conveniente e incondicionalmente sin ninguna duda.
 Yo que, por entonces, creía que los poetas eran de otra galaxia, transmití a mi anónimo amigo mi asombro de cómo animaba a un simple mortal como yo a ir a ver, así por las buenas, al gran poeta Jesús Delgado Valhondo sin protocolos ni instancias de por medio. Y él me respondió que para ver a una persona tan sencilla y cercana como Jesús Delgado Valhondo no había que hacer nada más que presentarse en su casa. No sé cuánto tardé en decidirme a poner en práctica la sugerencia de mi amigo. Yo vivía por entonces en la Avenida Damián Téllez Lafuente, junto a la farmacia donde aún se siguen poniendo las mujeres que venden café. Pasé al lado de la carnicería Cerrato (hoy desaparecida), crucé la carretera Madrid-Lisboa y, poco después, me hallaba ante la casa de Jesús Delgado Valhondo. Llamé al portero automático. Él mismo me contestó. Le dije que era un profesor de Literatura que deseaba hablarle. Y eso fue suficiente para que me abriera las puertas de su casa, de su enorme experiencia de hombre y de poeta, de sus recuerdos, de su amplia y portentosa obra literaria, de su biblioteca y de su corazón.    
 Desde entonces todo me resultó grato y enriquecedor. Le expuse que necesitaba un tema para comenzar mi tesina y enseguida se acordó de un hermoso proyecto editorial, que se había realizado en Badajoz desde 1952 a 1961 y que, modesta pero eficazmente, había difundido la poesía de nuestra tierra y nuestro país por Hispanoamérica y Portugal. Se refería a la revista Gévora y a sus dos entrañables directores: Manuel Monterrey y Luis Álvarez Lencero. Con su ayuda logré reunir la colección completa de Gévora (83 números que constituyen una joya literaria) y tres años de investigación dieron como resultado un estudio titulado Gévora. Análisis de una revista poética extremeña que,desde 1990 hasta el momento, es la primera y única investigación detallada sobre una publicación lírica de Extremadura (aún inédita).
 Después de un intervalo en nuestra relación mientras realizaba los Cursos de doctorado, me volví a entrevistar con Jesús Delgado Valhondo para que me ayudara a elegir el tema de mi tesis doctoral. Yo llevaba algunos asuntos pensados pero, al final después de barajarlos, Jesús Delgado Valhondo ni corto ni perezoso me propuso que la hiciera sobre su poesía. Mi sorpresa fue tan enorme que lo único que acerté a hilar como respuesta fue que su lírica era mucha poesía para poco investigador. A él no le gustó que me infravalorara, pues me decía con esa voz tan personal y auténtica que lo caracterizaba que le había encantado el estudio sobre Gévora y que estaba seguro de que haría un gran trabajo sobre su poesía; así que me dispusiera a trabajar que él me facilitaría toda la información que necesitara, poniendo a mi disposición su documentación, su biblioteca, su obra literaria, sus experiencias y sus recuerdos. Y así fue, durante dos años me estuvo prestando una interesantísima documentación (libros, revistas, periódicos, cartas, conferencias, pregones de feria, artículos, ...) que me llevaba a casa e iba fichando y clasificando. Seguidamente se la devolvía, después de fotocopiarla, y de nuevo volvía a llevarme otra remesa hasta que consideramos que habíamos revisado todo y que era hora de proceder al análisis de tan amplia y extraordinaria documentación (en ella se recogía cinco décadas de cultura literaria española).
 Hasta su muerte en 1993, nos entrevistamos en numerosas ocasiones; si iba a su casa por la mañana, nos reuníamos en su despacho y, si lo hacía por la tarde (generalmente sábados), en el salón de su casa, donde me fui llenando de la honda emanación que respiraba su atrayente persona y su magnífica, por sentida y humana, obra literaria. Después de su fallecimiento seguí solo, pero decidido a terminar el análisis profundo de su portentosa poesía, consciente de su trascendencia espiritual, su calidad humana y su importancia literaria. 
 Así en 1998 presenté en la Universidad de Extremadura la tesis doctoral titulada La poesía de Jesús Delgado Valhondo, que mereció la máxima consideración de los cinco miembros del tribunal por descubrirles a un poeta y a una poesía que desconocían (ninguno de los doctores del tribunal era extremeño) y, sin embargo, les había impactado por su honda emoción, su sinceridad, su voz natural y su compromiso espiritual y humano. Todos coincidieron en afirmar que, como se demostraba en el trabajo, realmente Jesús Delgado Valhondo era uno de los mejores poetas de la literatura contemporánea española. En 1999, la tesis fue editada en microfichas por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura y la Editora Regional me encargaba la elaboración de la Poesía completa de Jesús Delgado Valhondo, que se encuentra actualmente en fase de corrección.

REPASO DE SU VIDA Y SU OBRA LITERARIA
 Jesús Delgado Valhondo nació el 19 de febrero de 1909 en Mérida, donde su padre era notario. Su infancia feliz se vio truncada por la poliomielitis y su alma de niño sufrió un fuerte estremecimiento al comprobar la tremenda fragilidad del ser humano. Desde ese momento se sintió invadido por una perentoria necesidad de hallar a Dios, para que le diera respuestas a las interrogantes que le planteaba tan cruda realidad. Esta honda preocupación será el motor de su poesía:
                                                       COXALGIA
(de La esquina y el viento)

La vida fuera, tras de los cristales
que encerraban mi cuerpo desvalido,
geografía sabida en su latido
ignorando la playa de mis males.

Horas pasan cercanas y fatales
royendo mi coxalgia y mi quejido,
entrega de momento dolorido
al canto de los cuervos ancestrales.

Cuando apenas siete años sostenía
sólo dolor y podredumbre ahogaba
mi despertar doliente a la alegría.

En la pierna la llaga me rezaba
terror de mi niñez y donde un día
Dios infinito entre mi pus brotaba.

Muerto su padre, se traslada a Cáceres donde enseguida se siente fuertemente atraído por la espiritualidad de la "ciudad de piedra", que palpa en el barrio de San Mateo, y de la Montaña, que le inspirará su particular concepción de la existencia. Desde muy joven interviene en el ambiente cultural cacereño y se codea con figuras de la talla de Publio Hurtado, conoce a Chamizo y entabla amistad con Eugenio Frutos y Pedro Caba, que influirán decididamente en su formación filosófica descubriéndole a Unamuno y a Ortega; en su formación literaria, mostrándole la literatura de la Generación del 14 (Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, ...) y de la Generación del 27 (Lorca, Alberti, Aleixandre, ...) y en su formación lírica, siendo sus críticos más inflexibles y, a la vez, sus más acérrimos defensores.
 En 1934, ingresa en el Magisterio y es destinado a Trevejo (Cáceres), un pueblecito donde por primera vez siente profundamente la soledad y le surge la necesidad de expresar sus intranquilidades en forma lírica, comenzando de esta manera su obra poética con una etapa iniciática, que estará constituida por tres libros aún inéditos: Canciúnculas, Las siete palabras del Señor y Pulsaciones donde, a pesar de su lógica bisoñez, apunta los grandes temas que presidirán su obra lírica: El paisaje, Dios, el ser humano y la soledad. Cuando estalla la guerra civil estaba afiliado a Alianza Republicana y era secretario local de la UGT en la sección de la Enseñanza; como consecuencia es desterrado a Gata (Cáceres) en 1940.
 En 1944 con la edición de Hojas húmedas y verdes (Alicante, Intimidad poética), que fue alabado por Vicente Aleixandre, inicia su etapa de esperanza, llamada así porque, aunque tiene numerosas dudas existenciales, busca a Dios y sólo obtiene silencio, guarda la esperanza de conseguir respuestas, pues concibe la vida como una empinada montaña en cuya cima se halla Dios esperándolo para recompensarlo del esfuerzo realizado en la dura subida. Pero no sucederá como él pensaba, pues en la cima encuentra a un Dios de tormentas que no se digna recibirlo, y el resto de su obra lírica será la crónica de su desencanto y de su soledad. A esta etapa esperanzada pertenecen El año cero (Norte de Gabriel Celaya, 1950), La esquina y el viento (Tito hombrede José Hierro, 1952; alabado por Juan Ramón Jiménez), La muerte del momento (Gévora, 1955) y La montaña (La cigarra de Santander, 1957) -la montaña será uno de los tres símbolos fundamentales de su obra lírica-

                                           CUANDO QUIERAS, SEÑOR
(de La muerte del momento)

Cuando quieras, Dios mío, cuando quieras
que tengo en Ti mi corazón latiendo
la puerta abierta a tu palabra siempre,
la luz temblando pavorosa dentro.

Estoy, Señor, contigo, dócilmente
acabado, tu voz, reza mi credo,
esperando, Señor, que tú dispongas
de todas estas muertes que padezco.

[...]

Cuando quieras, Dios mío, cuando quieras
que tengo en Ti mi corazón abierto,
la puerta abierta a tu palabra sola,
y yo aterrado y confundido dentro.

El fracaso de su búsqueda de Dios dará como resultado una etapa de angustia, donde describe su desorientación y expone estremecedoramente la conclusión a la que llega: El ser humano no tiene capacidad para acceder a Dios y, por tanto, él tampoco (de ahí que tantas veces como creyó tenerlo al alcance de la mano, se le escapara irremisiblemente). Luego, la falta de autenticidad espiritual, que nota en su entorno, lo lleva a convencerse de que no puede recabar consuelo ni conseguir ayuda de sus semejantes. Las consecuencias de estos tristes descubrimientos es descorazonadora: No hay esperanza posible en el cielo ni en la tierra, porque el único destino del ser humano es la soledad.
 Los libros que conforman esta etapa son Aurora. Amor. Domingo (en Primera antología, Diputación Provincial, 1961), El secreto de los árboles (Rocamador, 1963), ¿Dónde ponemos los asombros? (Álamo, 1969) y La vara de avellano (Angaro, 1974):

LA PRISA
(de Aurora. Amor. Domingo)

Media vuelta a la llave,
mi casa está cerrada
y voy dentro creando
mi mundo y mis fantasmas.
Medito sobre cosas,
pongo delante el alma,
me confieso a mí mismo:
mi penitencia es larga.
Cuando escribo leyéndome
despierto de mi nada
y entonces voy con Dios
recorriendo la estancia.
Le enseño lo que escribo,
hablo de lo que haré mañana,
le cuento mil historias
que ya sabe y se calla.
Después, abro la puerta,
me suelta Dios, se marcha.
Yo ando por las calles
buscándolo. Son vanas
las vueltas que le doy
a la ciudad soñada.
Si alguna vez lo veo
va lejos, se me escapa.

A la etapa de angustia le sigue otra de decepción, que Jesús Delgado Valhondo desarrollará en Un árbol solo-otro de los símbolos capitales de su obra lírica- (I.C. Pedro de Valencia, Diputación Provincial, 1979), Inefable domingo de noviembre e Inefable noviembre (Cáceres y Colección Bahía, 1982), Ruiseñor perdido en el lenguaje(Kylix, 1987) y Los anónimos del coro (en Poesía, 1988).
 Esta etapa se denomina de decepción, porque Valhondo advierte que debe soportar su soledad lleno de nostalgia y sin esperanzas en un mundo gris y triste, donde se encuentra atrapado junto a sus semejantes, que son seres tan desorientados e imperfectos como él. Su decepción además está justificada porque advierte que él, como cada uno de los seres humanos comunes, no es más que un ser anónimo en el gran coro del mundo, cuyas intranquilidades personales no se tienen en cuenta en el gran concurso de la Historia:

GENTE
(de Un árbol solo)

Seguimos eternamente subiendo
juntos la montaña,
humana masa de pan que a Dios mantiene.
La cima está tan cerca
como esa soledad que mana de nosotros,
cuando pasamos la gente,
los que vamos andando tierras,
silencios, noches, días, tiempo,
sin regreso posible.
Los que vamos.
El destino es así.
Nuestro destino.
Y de nuevo a cantar en el coro.
Danzar en la armonía
de la arboleda de los pájaros.
Y un llorar hacia dentro
para que nadie sepa
que una espina pequeña
se nos clavó en el pie
y anoche no dormimos.

En medio del paisaje,
en la llanura,
trémulo de emoción,
un árbol solo.

Y, por último, llegamos a su etapa final, que está formada por un libro, Huir, su testamento lírico-espiritual (Del oeste ediciones, 1994). En este libro estremecedor (Álvarez Buiza lo definió como un libro que "pesa 84 años"), Jesús Delgado Valhondo realiza un repaso de su lucha existencial y explica las razones que lo empujan a huir hacia sus orígenes pasando por la muerte (la huida es el tercer gran símbolo de su obra lírica). Es tanta la emoción, la experiencia, la condensación y la calidad lírica que encierra este poemario que, sin duda, es uno de los mejores de la lírica contemporánea.

SEIS
(de Huir)

Nunca sabré quién soy
perdido en no sé dónde
que siempre está de más.

El triste del comboy.
Si lo nombra responde
soy hombre nada más.

A cualquiera le doy
lo que tengo y ahonde
que poco encontrará.

Voy sin saber que voy
a un verso que me esconde
doloroso y detrás.

El resto de la trascendente obra literaria de Jesús Delgado Valhondo la integran cinco libros de relatos (Yosoy el otoño, Cuentos y narraciones, Ayer y ahora, Cuentos y El otro día), que están repletos de un sutil y sentido lirismo ("Pablito el de las vacas", "Anita la de las cañas", ...), varios cientos de artículos periodísticos, un extenso e interesante epistolario (más de 600 cartas), varias obras de teatro, una novela (Isaac) y numerosos comentarios de libros, pregones, conferencias y semblanzas.
 La importancia del conjunto de la obra literaria de nuestro poeta se puede deducir del siguiente detalle: Los datos de la bibliografía generada por Jesús Delgado Valhondo ocupan en la tesis sobre su poesía noventa y dos páginas que, actualmente, llegan a las cien con los documentos localizados posteriormente a la presentación de dicho trabajo de investigación.  

RELACIÓN CON BADAJOZ
 Jesús Delgado Valhondo entró en contacto con los poetas de Badajoz en la II Asamblea de Escritores Extremeños (Cáceres, 1949) donde conoció a Enrique Segura, Manuel Monterrey, Antonio Zoido, Manuel Terrón, ... Luego amplió esta relación a través de la edición de artículos en el periódico Hoy desde que se trasladó a Zarza de Alange en 1946, la edición de La muerte del momento en Gévora, del "Canto a Extremadura" (primer premio de los Juegos Florales de Badajoz en 1956) en el Hoy, de Aurora. Amor. Domingo en la Diputación Provincial (por interés personal de Díaz-Ambrona) y de la página literaria que, durante muchos años, coordinó en el periódico Hoy y fue una tribuna desde la que popularizó la poesía y el arte en general.
 En 1979, se decide a participar activamente en Política y consigue ser teniente de alcalde y concejal de cultura del ayuntamiento de Badajoz con la UCD. Como buen poeta y hombre humanísimo, se marca el objetivo de poetizar la Política para que esta actividad se preocupara y se ocupara de los problemas reales de la gente de la calle (es decir, de los seres intrahistóricos que él había hecho protagonista de su obra lírica) y de elevar su nivel cultural. Pero los políticos profesionales no lo entendieron y se retiró muy decepcionado.
 Luego ejerció sin proponérselo un entrañable y eficaz magisterio en escritores que surgían, ofreciéndoles sin reservas su apoyo sincero y desinteresado. Jaime Álvarez Buiza, José Antonio Zambrano, Manuel Martínez Mediero, Manuel Pecellín Lancharro, Tomás Martín Tamayo, José Miguel Santiago Castelo, Ángel Sánchez Pascual, ... fueron los receptores de su cálido y espontáneo patriarcado. También es obligado decir que, a la vez, ayudó y alentó a amantes de la poesía, escritores, poetas e investigadores (como fue mi caso) a continuar con su pasión por la literatura, la poesía y el arte (fue un enamorado de la Pintura), seguro de que el mejor camino de relación entre los seres humanos eran los sentimientos que todas estas actividades guardaban celosamente. 
 Jesús Delgado Valhondo se trasladó desde Mérida a Badajoz en 1965, donde vivió hasta su muerte. Igual que a Cáceres y Mérida, amó sobremanera a Badajoz, ciudad en la que, como hizo antes con las anteriores, sintetizó su preocupación y su amor por Extremadura:

BADAJOZ

Isla que sueña con el mar
tras el trigal y la montaña;
que son orillas las que cercan
pequeños mundos de naranja.
(No sé por qué detrás de todo
está la mar vuelta de espaldas).

Un profundo parque olvidado,
recordado sonar del agua,
sin saber dónde, en dónde oscura,
-corren caballos- por dónde anda.
(Es una música que busco
y que no sé cómo encontrarla).

El tiempo es un jardín poblado
de tactos y amapolas del Guadiana.
Tiempo por donde todos vamos
dejando versos y nostalgias.
(Un Badajoz que yo comprendo
está naciendo en mis palabras).

Sus restos mortales yacen en el cementerio de su ciudad natal bajo una lápida, cuya superficie tiene esculpida una significativa leyenda que resume la visión trascendente de su existencia en un lugar determinado, Extremadura, que quiso hasta el punto de ofrecerle uno de los más bellos y sentidos homenajes líricos que se le haya dedicado nunca ("Canto a Extremadura") y de defenderla apasionadamente allí donde se le atacara. La leyenda dice: "Ya soy tierra extremeña".

-"¡QUE NO MUERA MI PUEBLO!", revista de Feria (Torremayor), septiembre 2000, pp. 33-35.

-“LA VOZ DE LOS POETAS”, Cuadernos de Extremadura (Cáceres), 30-6-2001, pp. IV-V.

-"VALHONDO, ARTICULISTA", Cuadernos de Extremadura (Cáceres), 4-8-2001, pp. IV-V. 

"UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE", revista de Feria (Torremayor), septiembre 2001, p. 32-33.
Hace varios años, Aurelio Fernández (q.e.p.d.), entonces presidente de la Cofradía Jesús el Nazareno y María Santísima de los Dolores de Torremayor, me propuso pronunciar el pregón de Semana Santa de nuestro pueblo. Este amable ofrecimiento suponía para mí un gran honor pero a la vez una enorme responsabilidad, porque era una tarea muy alejada de mi especialidad profesional.
 Por esta razón y a pesar de que agradezco infinitamente que alguien  tenga la delicadeza de solicitar mi colaboración, no tuve más remedio que eludir el compromiso durante bastante tiempo, porque no encontraba la forma de enfocar el tema. Incluso llegué a pedir a un sacerdote amigo pregones de Semana Santa ya pronunciados, buscando modelos que me ayudaran a corresponder a la afable petición de Aurelio. Pero la lectura de varios pregones, todos excelentes, no me ayudaron a resolver mis dudas, pues se desenvolvían en un terreno desconocido para mí, la Teología, con una soltura que yo no podría nunca alcanzar.
 No obstante, continué pensando en el modo de enfocarlo para no decepcionar las expectativas puestas en mí y un día pensé que en la Literatura Española había múltiples y sentidas muestras de poesía, que trataban con inigualable fervor y maestría la pasión de Cristo, sobre las que podía construir mi pregón:
                                           "Todo es dolor en ti cuando agonizas
sobre la cruz erecta del Calvario,
coronada tu frente por la espina
y roto por la lanza tu costado".
Me puse a trabajar en esta idea y, después de un tiempo, poco a poco fue surgiendo el germen del pregón definitivo. Pero el resultado no era un pregón al uso, es decir, pronunciado por una persona sino interpretado por un grupo de seis recitadores, un trompetista, un tambor, un saetero y varios costaleros de la Cofradía de nuestro pueblo, bajo la coordinación del pregonero. Transmití la idea a la Cofradía, a través de su presidenta Isabel Melitón, y fue aceptada sin reservas.
 Una semana antes del pregón nos reunimos los participantes en la iglesia para realizar un ensayo. Al comienzo tuvimos una breve reunión donde se comentó el cometido de cada uno y me impresionó el interés con que todos acogieron la idea y la buena predisposición con que aceptaron su tarea. Sin embargo no pudimos hacer un ensayo general porque era un día de trabajo y hubo que practicar por separado. Una semana después, horas antes del pregón, nos reunimos de nuevo, aunque tampoco pudimos ensayar como deseábamos. No obstante, como se vería después, todos habían captado la idea y, además, sabían su cometido porque habían ensayado por su cuenta ilusionadamente.
 A la hora señalada, comenzó la ofrenda de flores por numerosas mujeres mayores y jóvenes, que con devoción depositaron ante la Virgen cien ramos de flores. Después nuestro párraco Dº Miguel Mesa, ofició una misa que resultó acogedora. Y, finalmente después de una breve presentación por parte de la presidenta de la Cofradía, el pregonero comenzó el pregón recitando el poema "La saeta" de Antonio Machado: 
"¡Oh, la saeta, el cantar
 al Cristo de los gitanos,
 siempre con sangre en las manos
 siempre por desenclavar!
Seguidamente, la trompeta de Narciso Leo, entonaba la música de este poema, mientras Nuria Pinilla con el tambor marcaba el paso de los costaleros que, desde el fondo de la iglesia con un ritmo cadencioso y solemne, comenzaron a trasladar al Cristo con la cruz hasta el pie del altar donde se encontró de frente con su madre, la Virgen María, que lo esperaba con los ojos llenos de lágrimas.
 Un silencio respetuoso se palpaba cuando el pregonero continuó realizando consideraciones sobre el significado del mensaje de amor de Cristo y de su sacrificio en la cruz y el sentido que debe tener la Semana Santa para que no sea una simple celebración, sino la muestra de que deseamos amarnos sinceramente y estamos dispuestos a establecer la concordia entre todos los seres humanos comenzando por nuestra familia, amigos, vecinos y paisanos.
 Intercalados con los textos, seis recitadores (María Carvajal, Manolo Jiménez, Mª Aurora Salguero, Basilia Pastrano, Rocío Domínguez y Mª Ángeles Salguero) fueron leyendo emocionantes poemas que iban ilustrando el contenido del pregón, mientras varias piezas musicales, interpretadas magistralmente por el trompetista, y dos saetas, sentidamente entonadas por Toribio Sánchez, ambientaban estas intervenciones orales.
 El pregón terminó cuando los costaleros con su paso majestuoso devolvieron al Cristo al fondo de la iglesia (Juan Luis Crespo, Bartolomé Ramírez, Regino Pinilla, Blas Díaz, Evaristo Correa, Juan Carlos Pinilla, Rodrigo Domínguez, Josefa Melitón, Eva María Fernández y Ramón Segador). Un cerrado aplauso de los fervorosos asistentes indicó que el pregón les había llegado muy adentro quizás porque no fue cosa de una persona sino de todo el pueblo, representado por los paisanos que intervinieron en su desarrollo.
 Finalmente, la presidenta de la Cofradía Jesús el Nazareno y María Santísima de los Dolores, me hizo entrega de una placa conmemorativa, que tengo desde entonces colgada en un lugar preferente de mi casa, y la insignia de cofrade que desde aquel día guardo con el máximo afecto. Luego numerosas personas me mostraron su emoción afectuosamente y yo me emocioné al comprobar que todos nos habíamos sensibilizado al recordar el mensaje de Cristo y que modestamente, junto con los recitadores, el trompetista, el tambor, el saetero, los costaleros y la excelente predisposición de la Cofradía y de su presidenta, había contribuido a realzar la celebración de la Semana Santa de mi pueblo.
 ¡Una experiencia realmente inolvidable para mí!

65.-"GÉVORA. HOJAS DE POESÍA EN PROSA Y VERSO (Badajoz, 1952-1961)"El ancla (Badajoz), 2000.
 Gévora fue una revista poética de Badajoz, que publicó 83 números de 1952 a 1961 y difundió la poesía de autores extremeños por España, Portugal, Francia, Bélgica, Marruecos e Hispanoamérica, a pesar de ser editada a ciclostil con una tirada media de 150 ejemplares, que se repartían gratuitamente. Los escritores hispanoamericanos, respondiendo a las reiteradas peticiones de colaboración de la revista pacense, participaron profusamente en sus páginas e incluso la salvaron de una crisis de colaboraciones domésticas.Gévora, que se distribuía gratuitamente, sobrevivió con los donativos de los colaboradores (6715 pesetas en total –40,45 euros–), las subvenciones de su mecenas José Díaz-Ambrona, las aportaciones del grupo fundador (Juan Antonio Cansinos, Juan Alcina, Carlos Villarreal, Manuel Pacheco, Isabel Benedicto, Manuel Terrón, Julio Cienfuegos, Asunción Delgado, Rodríguez Perera y Francisco Arqueros) y la impresión gratuita de la portada y contraportada por las imprentas Arqueros y Mangas.
 Los fines de Gévora fueron estrictamente literarios. Su proyecto cultural tuvo como objetivos prioritarios: buscar la Belleza a través de la Poesía, divulgar la Poesía en la región, ayudar a los noveles, rescatar del olvido a escritores desconocidos y favorecer el desarrollo de la cultura extremeña.
 Fue confeccionada y dirigida por Manuel Monterrey (Badajoz, 1887 - 1963), poeta modernista, y Luis Álvarez Lencero (Badajoz, 1923 - Mérida, 1982), apasionado artista. Monterrey, de profesión relojero, fue quien dio a conocer el Modernismo en Badajoz difundiendo Azul de Rubén Darío e intimó con el modernista Francisco Villaespesa, que pasó una temporada en la capital pacense. Poemarios destacados de su obra poética son Mariposas azules (1907), Medallones extremeños (1945 y 1949) y Pétalos de sombra (1958): "Se apagaron los últimos carmines / del rubí fulgurante del ocaso; / la noche prende sobre el leve raso / de los cielos sus cándidos jazmines. // Cobra el jardín su misterioso encanto [...]" ("Serenata nocturna").
 Lencero fue un poeta preocupado por el atraso de su región y por la gente que la habitaba. De ahí que su poesía se caracterice por su combatividad y una poderosa fuerza interior. Él mismo se autodefinió como "la locura de sentirse palabra". Juan Pueblo(1971), Canciones en carne viva(1980) y Palabras para hablar con Dios(1982) son algunos de sus títulos más relevantes. "La guerra siempre es mala y nauseabunda, / cáncer que no se extirpa, Juan querido, / hiena que muerde y deja corrompido / al hombre, y con el alma moribunda. // Se arrastra como víbora errabunda [...]" ("La guerra" de Juan Pueblo).
-“Revista Gévora. Hojas de poesía en prosa y verso”, en catálogo de la exposición bibliográfica Extremadura: Tierra de libros, Badajoz, Consejería de Cultura y Fondo Clot-Manzanares, 2007, p. 300.

"ARTISTAS PLÁSTICOS EN GALLOS", Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2001, p. 74-77.
 
 
“JESÚS DELGADO VALHONDO, NUEVE AÑOS DESPUÉS”, Hoy (Badajoz), 23-7-02, p. 20


POETAS EN GALLOSMérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2002, pp. 88-97. 
A comienzos de 1992, Jesús Martínez Álvarez (amante del Arte, aunque su actividad profesional se encuentra lejos de él) vio cumplido un deseo largamente madurado: Crear una tertulia para hablar de Poesía. Así nació la tertulia literaria de la Asociación Cultural Gallos quiebran albores de Mérida (que hoy cuenta también con una tertulia de Artes Plásticas y tiene en proyecto la creación de una tertulia de Música).
A la primera tertulia literaria, celebrada en la parroquia redentorista, asistieron un reducido número de personas respondiendo a la llamada de Jesús Martínez: Miguel Combarros, Rafael Rufino Félix, Eladio Méndez y Antonio Salguero. El grupo poco a poco fue ampliándose con amigos y conocidos a la vez que adquiría cohesión a través de dos medios: Uno, las tertulias coordinadas por Jesús Martínez (que desde la primera se han celebrado ininterrumpidamente) y, otro, los libros de poemas que editaba anualmente Antonio Salguero en el IES “Emerita Augusta” (Alma entre labios, En hora de soledad, Manantial de secretos, Como mágico perfume, Canciones de una abierta herida …), donde iban publicando los poetas de Gallosconforme se incorporaban a la tertulia literaria.
Hoy día, la tertulia literaria de Gallos está constituida por un grupo variopinto de poetas donde confluyen diversas tendencias líricas, que no son obstáculo para que sus componentes se muestren respeto mutuo (e incluso hayan establecido lazos de amistad), pues entienden que a todas las mueve la misma inquietud espiritual e idéntico deseo de comunicación, comunión e indagación.
Conozcamos, a través de las siguientes semblanzas, las personalidades líricas de cada uno de los poetas de Gallos que participan en la tertulia literaria:
FRANCISCO JAVIER CARMONA CAMARERO es un poeta pulcro, cuyo fino estilo, procedente de su formación universitaria, día a día va dando pasos seguros hacia una expresión más sintetizada de indiscutible calidad. El objetivo que persigue cuando escribe un poema es compartir su mensaje con el lector, con el que desea comunicarse de una forma activa: “Cuando escribo busco esa complicidad: Busco darte algo para hacerlo TUYO”. Francisco Javier cree que el procedimiento para llegar a compartir con otra persona a la que no ve ni conoce es la sugerencia, cuyos modelos encuentra en Aleixandre, Pessoa, Ángel González o Pérez Estrada: “El aire vive / y susurra otra vez tu nombre, / y otra vez calla, / y otra vez / busca a vestir tu cuerpo … / inquieta fantasía de Dios, // halo excelso del vacío …” (“VII”). En 1993, la Diputación de Cáceres le editó el libro de poemas titulado El triunfo de los sueños.
A Francisco Javier también le gusta la pintura y, por esta razón, participa en todas las exposiciones colectivas de la tertulia de Artes Plásticas componiendo poemas para los cuadros de Carmen Pérez que, de este modo, amplían líricamente su significado artístico: “Como gotas de agua / se van filtrando las vidas / con sus pasos …// Allá donde desborda el horizonte, / un gran corazón late / en la fragua del tiempo. // Aún no se conoce / otro río que vivir. // En cada cuerpo / late una gota de agua, / en cada gota de río / late una vida” (poema referido a un cuadro que trata “El agua, el río, el Guadiana”, tema de la III Exposición de la TAP de Gallos).
DANIEL CASADO PORRAS, ganador del Premio de Poesía Ciudad de Mérida 2002 con el poemario titulado El largo andar tan breve, es un poeta de voz contundente a pesar de su juventud: “Ahora, / cuando es más dura la luz / y el silencio cae, ancho, / con un bostezo amargo / en su pupila, miro, a solas, / mis manos. // Sólo en ellas parece posarse, / siquiera un segundo, / el abrasado gesto de tu amor” (“Miro mis manos”). Esta madurez inusual tiene una base teórica, cuyo punto de partida se encuentra en unos versos de José Ángel Valente (“Cruzo un desierto / y su secreta desolación sin nombre …”) y su posterior desarrollo en el hallazgo de la palabra y el encuentro con la poesía que, para Daniel, consiste en “saber recibir, aún sin entenderlo, aquello que sólo en el poema es comprensible, pues la palabra poética tiene la facultad de hablar desde el inconsciente”: “Defiéndeme / de esta caída de hojas, / de la súbita ausencia de mis sentidos. // Ha helado fuera / y yo he soñado ángeles muertos / sembrados como vidrios en pena. // ¿Por qué me queda perderlo todo? // No me dejes nunca” (“El ángel de cristal”).
En la poesía de Daniel Casado se descubre una solidez reflexiva, que le viene de su experiencia lectora (Juan de la Cruz, Lorca, Whitman, Blake, Valente, Pessoa, María Zambrano, Octavio Paz …), de una ávida búsqueda de la verdad personal (“Cuando la edad nos miente / bajo el anodino disfraz / agridulce / y la pena baja a esa función nocturna / que entablan, frente al espejo, / el miedo y la razón. // Empuñar tu copa, no otra cosa / puede sosegarte”, “Voces invertidas”) y de la creación de un mundo poético propio con símbolos como el de los ángeles o la flauta e influencias de la pintura de Eduardo Naranjo o del músico estonio Arvo Pärt: “Izé los tenues velos que cubrían tu rostro, porque en verdad era el tiempo de saber, el tiempo de la palabra. Bebí despacio el sudor amargo y descendí: me esperabas” (“I/i”, Tabula rasa).
MIGUEL COMBARROS MIGUÉLEZ es el “poeta de la luz y la esperanza” que, a sus dotes líricas y a su prudencia, une una amplia experiencia sacerdotal. Su poesía es transparente y, a la vez, goza de una honda trascendencia, fruto de ricas vivencias y de una sólida formación intelectual. La poesía del padre Miguel Combarros también se caracteriza por su  equilibrio, serenidad y armonía, que transmite en versos llenos de contenidos alentadores con leves asonancias o el verso libre.
El padre Combarros ha dejado su animoso espíritu impreso en versos luminosos y esperanzadores, que recogió en Caminos hacia el alba (1998), autobiografía espiritual cuyo comienzo son estos versos conmovedores repletos de amor a la vida: “No digas que la vida resbala como un río / sobre la roca dura de las desilusiones. / Que no vale la pena vivir y haber nacido / en este mundo áspero de ritmos trepidantes” (“Canción a los veinte años”). Este libro es un repaso de los caminos recorridos: Infancia, adolescencia y juventud en León, vivencias como misionero en África durante 22 años y, por último, estancia en Extremadura.
Su emoción lírica fue recompensada un año después cuando se le concedió el Premio Internacional de Poesía Mística por su libro El don de la Palabra (1999): “Gracias, Señor, por tu Palabra / con la que Tú me diste la existencia, / con la que son también / todas las cosas: / el paisaje, los hombres, la alborada. / En ella nos miramos como espejo / para encontrar tu imagen, / que alienta desde dentro / su fuerza y sus fulgores” (“El don de la Palabra”). Completan su obra poética un poema al Cristo de Carrizo (2000) y el libro Oficio de la luz, aún inédito.
RAFAEL RUFINO FÉLIX MORILLÓN es un poeta que construye su obra discretamente al margen de modas y cenáculos. La singularidad de su universo lírico se distingue por medio de una voz que intenta rescatar su mundo perdido, antes lleno de personas, sonidos y lugares, y hoy desaparecidas, silenciados y diferentes: “Esta ya no es la calle / que recibió mis años / del tiempo apasionante / cuando brazos abiertos / descorrían el celaje / de la alegre mañana / y la hacían perdurable / en el limpio latido / de la elevada sangre” (“Crepúsculo” de Voz distante, 1994).
Rafael R. Félix es un poeta sincero porque expresa lo que siente aunque no se lleve, y también es valiente porque dice lo que otros no son capaces siquiera de nombrar. Él se queja del inmisericorde paso del tiempo sin exabruptos con la entereza del caballero que, aun sabiéndose derrotado, mantiene intacta su dignidad. También le duele a Rafael el peso del tiempo, que a veces materializa en poemas de una extraordinaria sensualidad habitados por muchachas rebosantes de belleza y por él en la plenitud de su vida: “Muchacha que llegaras amorosa / hasta mis sueños, / con ese fresco aroma / que desprenden las núbiles caderas / cuando cimbrean las blondas / de su mar ofrecido” (“Congoja” de Las ascuas, libro con el que ha conseguido este año el V Premio de Poesía Ciudad de Salamanca).
La personalidad poética de Rafael R. Félix, además, tiene otro soporte en la consistencia de su lenguaje exquisito que, como extraordinario orfebre de la palabra, construye con una selección de términos que, aunque tienen plena vigencia, pocos utilizan: “Cercano, el mar traía / la fiel sensualidad / del oleaje / hasta la ardiente arena, / y en el cielo miniado / un zureo de palomas presagiaba / tiernas culminaciones” (“Día pleno” de Las aguas litorales, 2001).
MANUEL HURTADO FADRIQUE comenzó escribiendo una poesía localista en la que recogió recuerdos nostálgicos de su infancia y de su adolescencia en Villanueva del Fresno, que dio como resultado el libro Ecos del pueblo (1996).Este poemario fue recibido apoteósicamente en su lugar natal por sus paisanos, que se sintieron identificados con su voz sincera, enraizada como la de ellos en aquellas calles y tierras cercanas a “la raya” fronteriza: “Estoy oyendo a los niños / en la calle Portugalejo / donde, a las doce, los sábados / cambiábamos los cuentos. // Villanueva de otro tiempo / que vienes a mi recuerdo. // Estoy abriendo paquetes / en el zaguán del comercio, / aquél que José María / tenía por aquel tiempo, / donde los portugueses piden / que les venda caramelos; / donde los guardiñas visten / grises uniformes viejos” (“Ecos”).
Cerrada esta etapa, pasó a elaborar una poesía ajustada a los comienzos del siglo XXI; y así nos sorprendió con Tiempos de impostura (2001), poemario con el que muestra su preocupación por la pérdida de identidad personal ante el progreso y la desaparición de la espiritualidad por el triunfo incomprensible de la hipocresía, la apariencia y la mediocridad, hechos que humanamente a Manuel Hurtado le producen una intranquilidad profunda: “Habito en medio de la impostura, / donde casi nadie es el mismo, / aparentando lo que no es, / con un continuo y constante disfraz / hasta agotar la capacidad de fingimiento” (“Simulación”). Manuel Hurtado, además, se ha propuesto una labor encomiable: Difundir la poesía de su insigne paisano Francisco Rodríguez Perera, figura fundamental de la literatura extremeña de mediados del siglo XX, para sacarlo del injusto olvido en que se halla.
FRANCISCO JORGE HIDALGO es dueño de un carácter envidiable por su mesura y su equilibrio, producto en buena medida de su búsqueda personal del perfeccionamiento y la dignidad como ser humano. Jorge Hidalgo es, además, un estupendo conversador no sólo por su singular carácter sino también por poseer una base filosófica y humanista que, en él, no es mera teoría sino práctica diaria. De ahí que la naturaleza no sea un simple marco donde habita sino el lugar donde se encuentra inserto formando conscientemente parte de una magna obra con la que desea vivir en armonía: “Es la hora sagrada / En que expira la noche, /Y el alba sacrifica / Los últimos luceros. / La aurora nos despierta / Soplando en nuestras frentes / Por sus labios rosados / El aura frío del día. / […] / Dejad quietas las máquinas / Y gozad un momento / Este instante sagrado / Que quiere amanecer” (“Utopía”).
Jorge Hidalgo ha mostrado este interés por la reflexión en dos libros titulados La nueva materia (1991) y Jaikus de amor y de agua (1993) y en la realización de la licenciatura en Filosofía y de estudios de doctorado con los que actualmente investiga sobre el origen de la Ciencia en Occidente. Su consistente poesía goza de ese gusto por indagar en sí mismo y en todo lo que le rodea: “Pero sigo buscando / Seguro que al naciente, / Sobre un paisaje antártico / De abismos boreales, / Se cierne un nimbo pálido, / De blancura infinita, / Un sendero de luz / De búsqueda perpetua” (“Antártida”)
JESÚS MARTÍNEZ ÁLVAREZ es “el padre de Gallos” no sólo por su amor a la literatura y la poesía sino también por su loable entusiasmo y su entrañable bondad, virtudes que lo han llevado a apreciar la amistad por encima de todo materialismo: “Acudid torrenteras de emociones, / para que encuentren nuestras almas solaz / en estas desbordadas sensaciones. // Agrupados todos juntos en un haz, / y entrelazados nuestros corazones, / brille en nosotros el halo de la paz” (“Brindis”).
Jesús, además, es una persona en continuo asombro. Su pasión lo lleva a interesarse por todo en una incesante búsqueda por descubrir lo que hay detrás de las cosas para conocer su raíz originaria: “Hierático mi cuerpo, / alerta los sentidos / que escuchan la armonía / silente de la noche. / Es mi única oración / al despedir el día” (“Armonía silente”). Ama también Jesús el arte en sus más diversas manifestaciones y, por esa razón, encuentra abundantes detalles líricos en la fiesta de los toros y en su celebración, un alto valor estético: “En el cáliz sol y sombra, / es necesario el silencio, / para que brote el clavel / rojo del advenimiento, / que es la gloria o el ocaso / para el toro y para el diestro” (“Traje de luces”). Jesús, además, es un buen conocedor de la filosofía de José Antonio Marina, a quien sigue muy de cerca en su trayectoria intelectual, pues en sus argumentos clarividentes encuentra una guía ética para el presente y la base de su esperanza en el futuro: “Ahora, el gran proyecto ha de ser alcanzar la dignidad, transfigurar la realidad para hacerla habitable”, dice Marina en su libro Ética para náufragos.
ELADIO MÉNDEZ FERNÁNDEZ es una persona y un poeta humilde (que en su caso no es sinónimo de mediocre) con unas tremendas ganas de aprender. Continuamente demanda orientación y la asimila con avidez, pues enseguida la hace patente en sus versos que cada vez son más elevados pues, a las recomendaciones recibidas, le añade un esforzado trabajo de lima y una conmovedora humanidad: “En forma de llanto / las alas del alba te dan al manantial, / tú te diluyes en sus aguas / para viajar hacia mis versos, / y vas besando el limo, / acariciando rocas y doblegando juncos, // a veces también tomas prestado / el olor de la adelfa y la sombra del álamo, / te haces surco de río / y acaricias con tus labios / la parte oculta de los nenúfares de viento” (“Musa”).
Destaca en Gallos la preocupación de Eladio por los seres desvalidos sea un niño pobre o cualquier persona objeto de una injusticia causada por un hecho ordinario o un mal endémico como la guerra. Tierno y entrañable, vierte estas inquietudes en poemillas llenos de dulzura y leves asonancias, que suelen adoptar forma de nanas: “Piel de canela y llanto / ¡ay! Luna lunita luna / duerme el niño entre cartones / porque no tiene una cuna” (“Nana para el gitanito que no tenía cuna”). Eladio es también el poeta de los temas cercanos, donde ha conseguido versos enternecedores como en el poema “Madre” (“Tiene mi madre un deseo, / navegar hacia el mar de los abrazos / con sus cinco marineros / y el capitán de su barco. // Mi madre tiene un pañuelo / de pétalos de jazmín blanco …”) y en “Poemas a María” dirigidos a su mujer (“Primero quiero, mujer, / el amor que llevas dentro, / después de tu amor, mujer, / la libertad de los vientos. / Y antes que esa libertad / la cadena de tus besos”).
GUILLERMO SEGOVIA ANGUAS es un poeta que tiene un inveterado deseo de perfeccionar su verso para que diga exactamente lo que desea expresar. Este loable anhelo es resultado de sus lecturas detenidas de los grandes poetas como, por ejemplo, Claudio Rodríguez, a quien nos descubrió jubilosamente en la tertulia literaria. Guillermo ha entendido que, antes de editar, debe trabajar los textos hasta estar seguro de su calidad. Por esta razón, ahora anda creando, rompiendo y, cuando merece la pena, puliendo en sus poemas detalles sutiles como el ritmo musical del verso, influido por su amor al bello canto, del que actualmente es uno de los tenores extremeños más representativos: “Viejas locomotoras, majestades / de reinos de carbón y fantasías, / a mis recuerdos vuelven por las vías / de un corazón forjado en orfandades” (“El viejo tren”).
A Guillermo Segovia le gusta recoger en sus poemas los acontecimientos que vive a modo de cronista lírico. Con esta labor de periodista del verso sublima la realidad para alertar sobre la importancia de la tarea realizada por personas que han beneficiado al mundo como la Madre Teresa de Calcuta con su amor por los pobres (“Dolor universal enardecido / Alojaba su cáliz penitente / En llantos se bañaba con su gente / De amor se fue su corazón partido”), Carlos Cano con su música (“Bajan gritando las aguas / por las acequias del alba, / dicen que Carlos no ha muerto / que está dormido en la Alhambra”), Manuel Pacheco con su poesía (“La lluvia de ceniza y cristal quema las nubes / En góndolas de sangre y a fuego enardecidas … / Secándome los ojos escucho como subes / Cabalgando en Pegasos de esferas encendidas”), a Cousteau por su afán descubridor de las bellezas naturales escondidas (“Un corazón quemado en las almenas / de su tenaz calipso cabalgante, / curtió su piel de lobo trashumante / sobre la sal y el viento, rumbo a Atenas”).
Completan el grupo de poetas en Gallos otros nombres no menos importantes, pero ya definidos en uno de los artículos de los años anteriores: En “Mujeres en Gallos”, apareció ANA CASTILLO MORENO que, en este intervalo, ha publicado Vuelos de eternidad, libro definido por ella como “un viaje al interior de mí misma”. La finalidad de ese viaje fue el rescate de sus vivencias desde su infancia hasta el presente para proyectar su existencia hacia la eternidad. El poemario tiene un tono de dulzura melancólica, cuya origen se halla en ese poso de tristeza característico en la poesía de Ana Castillo: “El beso ha sublimado nuestros cuerpos. / Ascendemos ligeros y embriagados, / vacíos de reloj y calendario, / exentos de la noche y la mañana, / redimidos al fin de la tristeza”. Posteriormente escribió el sugerente poema Petra, la noche y tú (2001), resultado del impacto que le produjo su visita a esta ciudad mágica: “Atardece. / Se viste la luz de blanco / a estas horas, en Jordania. / Una extraña impaciencia me posee. / Petra aguarda tras las colinas. / Aún no conozco su rostro, / pero ella, seductora, se insinúa / con prodigios que anticipan su belleza: / se diría que es mar el horizonte / donde se sumerge el sol / mientras un ángel / musica sobre el cielo / un concierto inaudito de colores” (comienzo del poema).
Actualmente Ana se encuentra elaborando Dioses de papel, un libro estructurado en varias partes, donde critica las manipulaciones sufridas por el ser humano y su lucha solitaria contra una penosa realidad, donde no lo dejan vivir acorde con la naturaleza y alcanzar la felicidad: “Ya lo sabéis, ángeles, es la Tierra / una copa de humor efervescente / que amenaza / con romper el equilibrio de los astros. / Cada cual, metido en su burbuja, hierve. / Cada uno vomita su propio espasmo. / Así, este vaho grotesco que se alza / y, confuso, asciende a vuestras esferas” (“II” de “Ángeles”).
PILAR FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, en el último año, ha elaborado el libro Tombuctú 52 días, cuyo centro temático es la ciudad de donde partían las rutas de las caravanas. Los poemas son postales impresionistas sobre recuerdos de sus recorridos por Marruecos, que materializan la idea del camino y de lo que aún queda por andar: “¿Es bella la pobreza? / Sería la pregunta / frente a la estampa / de esta niña bereber / que , tímida, se asoma / tras el portón abierto, / en un pueblo perdido / del valle del río Drâ / y trata de guardar / en su regazo / la ofrenda luminosa / de esta fruta madura. // Te niegas a creer que la pobreza / es bella por sí misma. / Sin embargo, / en la desolación de este rincón del mundo / ávido y polvoriento, / una naranja sola, / perfumada, jugosa, / sin duda / es un tesoro” (“Niña de la naranja”). A comienzos del verano expuso en La Rivolta una colección de poemas objeto y collages, titulada “Los verdaderos poemas huyen”. Entre las creaciones presentadas está un “bocadillo de amor” (mollete con corazones de fieltro rojo en su interior, homenaje a Pedro Casariego) o los colores de la primavera (cajita con una mariposa arriba y bobinas de colores debajo).
Ternura, preocupaciones, lirismo, sugerencia son las claves emocionales en las que basa Pilar su creación poética sin importarle mucho el soporte que la sostenga, pues en ella prevalece siempre su anhelo de comunicación. Este deseo se hace patente sobre todo en sus collages en los que mezcla el texto escrito con imágenes, colores, símbolos, notas musicales ... hasta formar un todo con sentido y sentimiento (semblanzas propias y ajenas, críticas contra la violencia, poemas visuales …).
EMILIA JIMÉNEZ RUIZ hace poco presentó en la tertulia literaria un estudio sobre la poesía mística, que le dio pie para hilar una charla sustanciosa sobre Juan de la Cruz, Teresa de Jesús y Luis de León (“Y dejas, Pastor santo, / tu grey en este valle hondo, oscuro …”). Poco después nos deleitó con “Mi abecedario particular” (“Alabanzas pasajeras, / actitudes hipócritas, / avivar los rencores / alejar la paz …”, “A”), donde hace un repaso del abecedario como pretexto para exponer sus intranquilidades (“Huesos añorando su carne, / helechos adornan el olvido, / hitos aclamando piedad, / histeria muda e impotente”, “H”), anhelos (“Deseos de amar, / dudas en el corazón, / donaciones de simpatía, / duración efímera”, “D”), fantasías (“Paremos el reloj, / podemos imaginarlo, / pasar el tiempo sin contarlo / pirados en un mundo loco”, “P”), que desembocan en una necesidad imperante de paz y armonía (“Veamos la vida con hermosura, / vivamos los momentos felices, / volquémonos con quienes nos aman, / vuelve la espalda a los rencores”, “V”).
Insiste, por tanto, una vez más Emilia en esa insatisfacción vital que viene siendo característica en su poesía debido a una realidad hostil, que le preocupa sobremanera: “Mi mente, / Apartada de todo saber, / Mis sentidos, / Atrapados en una blanca imagen. / Mi corazón, / Encarcelado en su monotonía. / Mis pesares, / Olvidados en un oscuro rincón. / Y mi alma, / Acariciando la luna …” (“Evasión”).
En “Artistas Plásticos en Gallos”, se habló de JOSÉ MARÍA ARANDA DONOSO que concibe la poesía como un arte y, por tanto, entiende que se puede expresar en múltiples formas artísticas. De ahí que sólo una parte de su poesía esté escrita y el resto tenga forma pictórica, sean collages o adopten configuraciones de poemas visuales como aquel abrelatas con la inscripción “Abrementes” o aquel otro donde sella la paz con su huella digital.
No obstante, todas estas formas distintas tienen en cuanto al significado un denominador común: Su preocupación por la situación actual del mundo y el efecto negativo que produce en el ser humano común que, en muchas partes, es perseguido, desplazado o masacrado por los intereses de una arrasadora y malévola invención que se ha dado en llamar “economía global”: “Corazón de pétalos. / Labios de seda. / Alma de trovador. / Brisa de poemas y canciones. / Lluvias de Abril. / Flores del Orinoco. / Aromas del Jerte. / Besos de luna llena. / Amaneceres de jardines. // Y un manto de estrellas / para mahatma Gandhi. // Así, así es la Paz” (“Mares azules”).
ANTONIO LUIS DE LA CRUZ LAVADO es un poeta (y artista plástico) insatisfecho pues sólo está conforme con lo último que ha realizado, aunque por poco tiempo pues su autocensura lo lleva a exigirse una constante actividad experimental que, si bien muchas veces le produce insatisfacción, con frecuencia consigue resultados sorprendentes como sucede con sus “Prepoemas”: “El perro de mi vecino / aúlla cada vez que muere / una persona en mi ciudad. // El perro de mi vecino / aúlla dos veces por cada muerto: / una, antes de morir. / Otra, cadáver ya. // No me deja dormir / el perro de mi vecino / en noches de muerte, / y muere mucha gente en mi ciudad. // El día de mi suicidio / sólo ladró una vez” (“XVI”).
Sin embargo, Antonio Luis aprecia a los clásicos, a los que lee con avidez buscando en su maestría esos rasgos portentosos que le descubran lo inefable, e incluso los busca en la filosofía oriental, de la que está impregnada su última experiencia lírica, “El poemario de Bélver Yin”: “Como humo de opio tallando / el rostro de la vida. Como el vuelo / sin huella de un pájaro en el paraíso. / Ráfagas y abismo. Petrificados en el ámbar. / Ideogramas sobre el viento. / Amor, amor” (“El arte de amar”).   
JUAN MANUEL REGADERA BLANCO tiene una visión desenfadada de la existencia diaria, que lo convierte en un original fabulador, y muestra una exótica pasión por el yoga en su búsqueda de la armonía: “Nunca he visto tu infierno bullicioso / ni la muerte feliz de tus santones, […] / Nunca las aguas del divino río / conocieron mi carne y mis pecados; / sólo en la oscura eternidad del sueño / tu bendita confusión me hizo su esclavo” (“Nunca estuve en Benarés” -ciudad sagrada hindú-).
Su actividad literaria la realiza “sin orden ni concierto”, según sus propias palabras, con lo que muestra ese desinterés (que a nosotros se nos antoja aparente, pues en el fondo a Juan Manuel le importa la vida y el arte), típico de “el arte por el arte”, con el que aprovecha para caracterizar todas sus creaciones (tanto poéticas como plásticas) con un fondo de socarronería que, no pocas veces, presenta tintes irónicos: “Me levanto a las siete, más o menos, / lavo, peino, guapeo y estilizo / este cuerpo que arrastro y fosilizo / un día sí y otro, sin fundamento. // Desayuno y trabajo y me mantengo / trabajando y cumpliendo con la hora: / luego como y espero, y sin demora / me vuelvo a trabajar como Dios manda. // Permanezco en reposo algunas horas, / o en cansancio, según me vaya el día, / y la tele, la radio o la apatía / son mi compaña fiel de anochecida. //  Me acuesto muy formal, sin soñar nada, / (si sueño no me acuerdo, no podría) / porque mañana hay que seguir con el invento / y continuar ganándose ¿la vida?” (“Poema extravagante”).
Hay otros poetas en Gallos que no son comentados porque, últimamente, no escriben poesía al estar ocupados en tareas más prosaicas (Isabel María Méndez –comentada en “Mujeres en Gallos”-, Antonio Salguero) o se han incorporado a la tertulia literaria en la última temporada y aún no tenemos formada una opinión lírica de ellos (María de Elena, Francisco Rangel, María Galván).

LAS AGUAS LITORALES DE RAFAEL RUFINO FÉLIX MORILLÓNREEx (Badajoz), LVIII, II, mayo-septiembre, 2002, pp. 735-738



BODA DE MIGUEL Y JUANI, Mérida, Centro Cultural Alcazaba, 7 septiembre 2002.

 Esta breve intervención quiere contribuir festivamente a hacer más feliz este momento tan importante para vosotros, que estáis siendo protagonistas de esta sencilla pero trascendental ceremonia para vuestra vida futura.
 Estoy seguro de que se trata de un futuro prometedor el que hoy se abre ante vosotros, porque os amáis, de lo contrario no os encontraríais aquí por propia voluntad para manifestar públicamente vuestro amor en un bello gesto de compromiso con el que aceptáis este reto que, aunque tiene dificultades (todos sabemos que la convivencia no es fácil), le va a dar un sentido especial a vuestras vidas porque, a partir de este momento, ya no sois uno solo sino que existe otra persona con la que podéis compartir ilusiones y proyectos. Sin duda, esa forma desprendida de compartir el amor, os producirá un enorme placer emocional.
 La literatura, cofre de sentimientos, ha recogido numerosas muestras de amor compartido como en el caso de la poesía de Pedro Salinas, cuya pasión amorosa se basaba en una sencilla pero significativa idea: el amor es cosa de dos. Así lo expone en su poema “La voz a ti debida”:

Pero para querer
hay que embarcarse en todos
los proyectos que pasan,
sin preguntarles nada,
llenos de fe
en la equivocación
de ayer, de hoy, de mañana,
que no puede faltar.

De alegría purísima
de no atinar, de hallarnos
en umbrales, en bordes
trémulos de victoria,
sin ganas de ganar.

Con el júbilo único
de ir viviendo una vida
inocente entre errores,
y que no quiere más
que ser, querer, quererse
en la gran altitud
de un amor que va ya
queriéndose
tan desprendidamente
de aquello que no es él,
que va ya por encima
de triunfos o derrotas,
embriagado en la pura
gloria de su acertar.

Permitidme que os haga una recomendación particular: Aferraos siempre al amor, porque es el sentimiento que salva todos los obstáculos (monotonía, problemas, incomprensiones, malentendidos …) y que os hará crecer como personas individuales en la entrega al otro. Además el amor conseguirá algo tan grandioso como materializar el centro de vuestro mundo en un hogar, que dejará de ser una simple edificación para constituirse en una casa llena del calor humano, que emite el corazón palpitante de la otra persona que os quiere, conformando con vosotros un núcleo de amor que, sin duda, imprimirá una elevada significación a vuestra existencia, la cual a su vez irá tomando más sentido cuantos más corazones palpitantes habiten vuestra casa.
 Esta sensación la recogí en el poema titulado “Trémula y honda emoción”, que dice:

La mano me tiembla emocionada
cuando abro la puerta de mi casa.
Algo en mí me advierte
que, dentro, tres corazones
laten al compás del mío
en un cálido ambiente de amor,
de experiencias compartidas,
de anhelos por realizar juntos,
de un futuro que resulta imposible concebir
sin el concurso de cuatro conciencias unidas
en un fraternal y sentido abrazo.

Sí, no me importa decir en voz alta
que abro la puerta de mi casa
con una trémula y honda emoción,
aunque hoy día se me tache de humano.

El amor toma una especial relevancia cuando se establece entre un hombre y una mujer y, por ello, este sentimiento requiere renuncias y mucha atención porque las prisas no permiten amar y, además, si hacéis caso a la sociedad materialista de la economía global, donde el amor no está de moda, terminaréis consumiendo y no amando. Vosotros no hagáis caso a los escépticos, ¡existe el amor, porque es patente vuestro deseo recíproco de amaros! Por tanto, atended sólo a recomendaciones como las que recoge el poeta árabe Gibran Jalil en su poema titulado “Amaos”, donde incide en el equilibrio de una entrega incondicional sin dejar cada uno de ser una persona independiente:

Amaos el uno al otro,
más no hagáis del amor una prisión
Que sea más bien,
un mar que se mece entre las orillas de vuestros corazones.

Llenaos el uno al otro vuestras copas,
pero no bebáis de una sola.

Daos el uno al otro de vuestro pan,
pero no comáis del mismo trozo.

Permitid que haya espacios
y dejad que los vientos dancen entre
vosotros.

            Cantad y bailad juntos y estad alegres,
            pero que cada uno sea independiente,
            como lo son las cuerdas del laúd,
            a pesar de que ambas vibran
            con la misma música.

Dad vuestro corazón,
pero no para que vuestro compañero lo posea,
porque sólo la mano de la vida
puede poseer los corazones.

Y estad juntos,
mas no muy próximos,
porque las columnas del templo
se plantan firmes pero separadas.
Y ni la encina ni el ciprés
crecen el uno a la sombra del otro.

Os deseo una vida nueva muy feliz. Ya sabéis, el secreto se halla en una sabia utilización del amor.

“VISIÓN LÍRICA DE LA FIESTA TAURINA”, Clarines de feria (Mérida), septiembre 2002, pp. 66-67.
"LAS ASCUAS de Rufino Félix", Sevilla, Algaida, 2002.
El prestigio del premio Ciudad de Salamanca, que Rufino Félix ha conseguido recientemente con su libro de poemas Las ascuas, viene a confirmar el hecho (indiscutible para sus lectores) de que es el creador de una poesía personal, trascendente y exquisita, hasta ahora sólo difundida en círculos reducidos por ser ignorada en Aulas y Congresos (como agudamente destaca Francisco López-Arza en su artículo “Un poeta llamado Rafael Rufino Félix Morillón”, editado en “Charra”, revista de la casa salmantina de Mérida).
 Este premio, que por fin ha puesto al poeta emeritense en el lugar relevante que le corresponde en el panorama de la poesía nacional, es también indicativo de la altura lírica que ha conseguido en este sustancioso poemario desde el mismo título: Las ascuas, que en la superficie sólo representa la imagen plástica de los residuos del fuego, contiene una metáfora que muestra la convicción del poeta de encontrarse en el final de su existencia (“tú, corazón que sufres / conmigo las ausencias / y ves que cada día se está vaciando, / más y más el latido que sostiene /este apremio por ver entre las sombras /el envés de la luz que compartimos, / las ascuas que se apagan lentamente”, dice en el primer poema). No obstante, la riqueza del título permite una segunda lectura que reconvierte positivamente su primer significado advirtiendo que, a pesar de esa certeza, la vida del poeta continúa encendida como las ascuas candentes de un fuego que fue vivaz (”Ha pasado otro día, / y el calendario sigue mermando mi camino. / Pero esta noche, a solas con los libros, / cuando en ellos recobre su música cordial, / las palabras que nimban los ensueños, / gozosos en el encuentro, agradecidos, / el corazón añadirá otro verso / al poema inconcluso de mi vida”, “Hospital -VI (de nuevo en la vida)-”).
 Dentro del poemario, esta reafirmación vital se manifiesta en una intensificación de la voz lírica de Rufino Félix, que da con este aumento emocional otro paso en su evolución poética y cimenta definitivamente su madurez (“Muchacha que llegaras amorosa / hasta mis sueños, / espejismo tu cuerpo, soy mi sombra / desolada en la orilla; / vencida voz, congoja / de ver cómo naufragas en mis ojos / y con ellos, hondísima, sollozas”, “Congoja”). El motivo de este adensamiento radica en que el poeta se afianza en su nostalgia por el tiempo ido y por las personas que lo habitaron, para evitar con tal firmeza expresiva que el olvido anule sus recuerdos y destruya con ellos el soporte emocional de su vida presente (“Igual que en el comienzo, / cuando estrenó la vida su pujanza / y el cielo se mostró tras el relámpago, / a la íntima penumbra / siguen llegando vuelos, / los mismos que celaron / la eclosión del milagro / verdadero, fulgente, / el que nos entroniza como dioses de fuego, / llamas eternas en el paraíso”, “Paraíso”).
 Esta consistencia expresiva se sostiene en un lenguaje enérgico, que descubre a un poeta vivo pero consciente de la verdadera realidad del final de la existencia, que ahora no quiere ocultar con el lirismo (“Tiempo cruel, indomado: / corcel que corre súbito / desoyendo los ruegos, / huyendo en desbandada, / cumpliendo su destino”, “Desmán”). Contribuye a la solidez de Las ascuas el hecho de que contenga dos preocupaciones cruciales que, en estos momentos delicados, intranquilizan al poeta: la integridad de su dignidad humana (“del hombre que en las horas duras de la tormenta / mantuvo su estatura / y en el ramaje herido / despidió la congoja de los vuelos postreros / con aleteos de sangre”, “Presencia”) y la trascendencia de su palabra, pues ambas suponen la perduración de su honestidad y su memoria en el tiempo (“¿Dónde irá mi canción? / Estas palabras vivas / que se alzan en bandada / y en vuelo migratorio / se alejan de mis labios, / a qué lugar de luz / elevan su fervor, / en qué cielo con magia / dirán su melodía / cuando ausente del aire, / acallada, mi voz / anide ya en la tierra”, “Vuelo”).
 Es encomiable la reivindicación del tiempo perdido, que realiza Rufino Félix a través de su palabra poética en Las ascuas, y resulta conmovedor que la lleve a cabo en una época dominada por la llamada economía global, que prefiere la intranscendencia de la masa a la conmoción de un ser humano que se estremece ante la extinción de su conciencia (que cree inminente).

"YA HACE UNA DÉCADA", HOY (BADAJOZ), 23-7-03. 
Este 23 de julio se cumplen diez años de la “huida” de Jesús Delgado Valhondo y la edición de su Poesía completa(Mérida, ERE, 2003) en este año emblemático es el mejor homenaje que se le podía tributar porque era una edición necesaria. Y lo eraporque la unidad, la coherencia y la evolución de su obra poética requiere una lectura continuada y total de su contenido. Sin embargo esta actividad no era posible hasta el momento por dos razones.
 Una porque los libros de poemas de Jesús Delgado Valhondo estaban agotados; algunos incluso desde que se editaron en los años 40 y 50 pues las cortas tiradas de entonces eran distribuidas entre los suscriptores de las colecciones o revistas editoras y no sobraban ejemplares para el resto de los lectores. Así sucedió con La esquina y el viento, que tuvo una tirada de 125 ejemplares en la colección Tito Hombre de José Hierro en Santander o con La muerte del momento, 150 en la revista Gévora de Monterrey y Lencero en Badajoz. Tal penuria se solucionó en 1988 recopilando en Poesía los libros editados por el poeta (de Hojas húmedas y verdes a Los anónimos del coro), pero esta edición también llevaba agotada varios años. De tal manera que, hasta la edición de su Poesía completa, sólo se podía conseguir de sus dieciocho poemarios ejemplares de Huir, su último libro de poemas.
 La segunda razón, que justifica la necesidad de la Poesía completa de Jesús Delgado Valhondo es que sus tres primeros libros se encontraban inéditos y era imprescindible editarlos porque, aunque producto de experiencias noveles, resultan fundamentales en su obra poética: Canciúnculas contiene la imagen del árbol solo, su símbolo central; Las siete palabras del Señor expone sus tempranas y fuertes preocupaciones religiosas y Pulsaciones recoge la síntesis de formas y contenidos sobre los que cimentó su obra poética.
 Además la edición de su Poesía completa era indispensable porque, aparte de los poemas que conforman su obra poética, Jesús Delgado Valhondo tenía numerosos poemas inéditos en su archivo particular y otros muchos dispersos a los que el lector no tenía fácil acceso por estar editados en los más variados medios de difusión escritos desde modestas publicaciones locales a otras literarias de renombre.
 La edición se estructura en tres partes: La primera contiene la introducción que está compuesta por un estudio de la vida, la poética y la poesía de Jesús Delgado Valhondo, la bibliografía y los criterios de edición. La segunda, denominada “Obra poética”, edita los dieciocho libros de poemas que conforman su obra en verso. Y la tercera parte, titulada “Y otros poemas”, acoge sus poemas inéditos y dispersos agrupados en dos bloques: uno denominado “poemas de carácter existencial” y otro “poemas de circunstancias”.
 Por tanto, la edición de la Poesía completa de Jesús Delgado Valhondo viene a solucionar las carencias mencionadas, porque publica sus tres libros inéditos, reedita los restantes, reúne por primera vez su obra poética, recopila sus poemas dispersos y edita su poesía completa. Es decir, esta edición hace posible el conocimiento pleno de su poesía hasta hoy conocida parcialmente.
 Toda la edición está complementada con notas que no van a pie de página sino al final de la parte o del libro anotado para favorecer una lectura libre de influencias o bien, si el lector así lo desea, para recabar información sobre versos, poemas y libros, de los que se comentan variantes, versiones y circunstancias que rodearon al poeta durante su composición.
 La edición se distribuye en tres tomos: el primero contiene la introducción y parte de la obra poética desde Canciúnculas a La muerte del momento. El segundo recoge el resto de la obra poética desde La montaña a Huir. Y el tercer tomo reúne 200 poemas existenciales y de circunstancias.


Debajo está la tierra, ancha tierra extremeña
dilatando su pecho en inmenso suspiro,
tiene puesto su traje de campo, de estameña
de franciscana sangre que en el alma respiro.

Cielo y tierra: paisaje. Mi corazón mendiga
el surco del otoño como grano de trigo,
quiero quedarme toda esta enorme fatiga

en el milagro hermoso de morirme contigo.

70.-“VEINTE AÑOS DE CAPITALIDAD, CATORCE AÑOS DE POESÍA”, Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2003, pp. 46-51. En archivo Documentos personales (II)...

PRESENTACIÓN DE POESÍA COMPLETA DE JESÚS DELGADO VALHONDO EN MÉRIDA, 26-12-03
Presentar la Poesía Completa de Jesús Delgado Valhondo, como autor de la edición, la introducción y las notas, es una triple satisfacción personal:
 1º) La primera es debida a que se presenta en Mérida, en la ciudad natal de Jesús Delgado Valhondo donde nació el 19 de febrero de 1909 en la calle “Los maestros”. Este hecho, teniendo en cuenta el sentido trascendente que le imprimía a cualquier suceso de la vida cotidiana, no era para él un dato anecdótico sino un acontecimiento fundamental en su vida y en su poesía pues, aunque conscientemente le infundió a sus versos un sentido universal y a la ciudad sólo le dedica tres poemas (uno editado en El año cero y los otros fuera de su obra poética), Mérida estaba en el centro geográfico de Extremadura, la tierra que constituía su mundo y se distinguía de las demás por una personalidad moldeada por un clima que, según sus palabras, “besa o castiga denonadamente”, imprime carácter al extremeño, rudo y afable, idealista y montaraz, conforma el paisaje de la tórtola y de la encina, de dos dos ríos míticos, el Tajo y el Guadiana. En su artículo “Cimas extremeñas”, JDV aseguró: "Al cronista le ha preocupado siempre mucho su tierra: Extremadura. Procuró enterarse de su cultura. Estuvo metido en lectura y amistades con libros y arqueólogos y geólogos. Porque quería saber la raíz de su existencia. Saberla y removerla hasta la simas, hasta ese punto oscuro que nos absorbe. [...] Extremadura es por sus dimensiones físicas y por esa otra dimensión espiritual una hermosa nación".
 Pero este comentario no debe entenderse como que JDV tenía un sentido folklórico, regionalista o nacionalista de su región. Para JDV, Extremadura constituía el paisaje donde había nacido, donde vivía y adonde finalmente volvería para reintegrarse a la tierra; de ahí que en su lápida esté esculpida esta frase: “Ya soy tierra extremeña”. En las dos últimas estrofas del primer poema de “Canto a Extremadura” titulado “Castillo” expone con profunda emoción su sentir por ella:  
                            
                               Debajo está la tierra, ancha tierra extremeña
dilatando su pecho en inmenso suspiro,
tiene puesto su traje de campo, de estameña
de franciscana sangre que en el alma respiro.

Cielo y tierra: paisaje. Mi corazón mendiga
el surco del otoño como grano de trigo,
quiero quedarme toda esta enorme fatiga
en el milagro hermoso de morirme contigo.


 Bien, pues en el centro de esa tierra especial para nuestro sentido poeta estaba situada Mérida, el lugar donde no sólo había nacido sino además donde, a través de sus ruinas históricas, se enraizaba directamente con la esencia del ser extremeño. Por esta razón aseguraba: “Andar Mérida es ir dentro del alma de Extremadura”. Esta atracción espiritual por Mérida JDV la explicó en el discurso de agradecimiento por ser nombrado hijo predilecto de la ciudad:  “Algo que no sé explicar me hace dependiente de este paisaje, del alma de la ciudad, de este ambiente que te rodea como un aura de gloria […]. Y de sus silencios […]. Y [de] esta soledad que se siente en Mérida que es amante solidaria y, además, humilde” (julio 1993).
Este sentido trascendente es el que provocó su preocupación por cómo el progreso estaba maltransformando la configuración de los dos mil años de historia de su ciudad, que dejó escrita en el poema “Mérida”:

Mérida, ¿dónde has ido
que no te siento?

Contrarias nuestras vidas
se nos están perdiendo.

(Duerme la estatua, frío,
sobre su tiempo;
arco de puente y río,
dolor de sueño).

Tú te mueres de joven
y yo de viejo.

Mérida, yo te piso
y tú ¡qué lejos!

2º) La segunda satisfacción que siento al presentar la PCJDV es debida a que, después de cuatro años de trabajo, haya visto la luz esta edición que se hacía necesaria. Y lo eraporque la unidad, la coherencia y la evolución de la obra poética de Jesús Delgado Valhondo requiere una lectura continuada y total. Y esto no era posible hasta el momento por tres razones:
 Una, porque los libros de poemas de Jesús Delgado Valhondo estaban agotados y varios de ellos desde que se editaron, pues la corta tirada que se realizaba por entonces se distribuía entre los suscriptores de las colecciones o revistas editoras y no sobraban ejemplares para el resto de los lectores. Así sucedió por ejemplo con La muerte del momento que, editado por la revista Gévora de Badajoz, sólo tuvo una tirada de 125 ejemplares. Y sin embargo es uno de sus poemarios fundamentales.
 En 1988, se solucionó este problema recopilando en Poesía los libros editados por el poeta hasta aquel momento, es decir, desde Hojas húmedas y verdes a Los anónimos del coro, pero la edición de Poesía también se encuentra agotada hace varios años.
 Hasta la aparición de PCJDV sólo se podían conseguir ejemplares de Huir, su último libro de poemas, gracias a la Campaña de Fomento de la Lectura “Un libro, un euro”, que propició su reedición hace unos meses.
 La segunda razón por la que decía que era necesaria la edición de laPoesía completa de Jesús Delgado Valhondo es que sus tres primeros libros se encontraban inéditos hasta el momento. Eran desconocidos por tanto y, aunque son producto de experiencias noveles, resultan fundamentales en su obra poética porque Canciúnculas contiene la imagen del árbol solo, símbolo central de su poética; Las siete palabras del Señor expone sus tempranas y fuertes preocupaciones religiosas y Pulsacionesrecoge la síntesis de temas, formas y contenidos sobre los que iba a cimentar su obra poética.
 Y la tercera razón de la necesidad de la edición de la PCJDV es que, aparte de los poemas recogidos en los libros que conforman su obra poética, Jesús Delgado Valhondo tenía en su archivo particular numerosos poemas inéditos y otros muchos dispersos en los más variados medios de difusión escritos desde revistas de Ferias a otras literarias de alcance internacional, a los que el lector no tenía fácil acceso.
 En fin, la edición que ahora presento era necesaria por unas razones que en conjunto perseguían el objetivo de posibilitar el conocimiento pleno de la poesía de JDV, hasta hoy conocida parcialmente.
 La edición se halla estructurada en tres partes. La primera es la Introducción, que comienza con un análisis de los fundamentos de la vida, la poética y la poesía del poeta, titulado “Jesús Delgado Valhondo, un hombre cualquiera”. Le sigue la bibliografía, cuya amplitud y variedad indica el interés despertado por la poesía de Jesús Delgado Valhondo en los últimos sesenta años. Posteriormente aparecen los criterios de edición, donde se indica que el objetivo de la compilación es cumplir dos deseos insatisfechos del poeta: reeditar sus libros agotados y hacerlo con rigor, pues no estaba conforme con la edición que le habían realizado de algunos de ellos. Después van las siglas y abreviaturas y finalmente, se pueden leer los agradecimientos.
 La segunda parte de la edición es la Obra poética, que agrupa a los dieciocho libros de poemas de JDV: Canciúnculas, Las siete palabras del Señor, Pulsaciones, Hojas húmedas y verdes, El año cero, La esquina y el viento, La muerte del momento, La montaña, Aurora. Amor. Domingo, El secreto de los árboles, ¿Dónde ponemos los asombros?, La vara de avellano, Un árbol solo, Inefable domingo de noviembre, Inefable noviembre, Ruiseñor perdido en el lenguaje, Los anónimos del coro y Huir.
 Estos libros no son una mera relación de títulos sino que forman un todo, es decir, una obra con una construcción muy meditada que responde a una unidad, pues todo en ella gira en torno a la soledad humana y la búsqueda de Dios. Todos los poemas y libros se relacionan coherentemente, pues están integrados en una estructura con cuatro partes perfectamente enlazadas. En conjunto, forman una obra amplia; son dieciocho libros, elaborados durante 60 años. Su contenido se refiere a reflexiones trascendentes y su forma se encuentra adaptada a una doble evolución: a la espiritual del poeta y a las transformaciones de la poesía española desde 1930 a 1993.
 Y la tercera parte de la edición, titulada “Y otros poemas”, se distribuye en dos apartados: uno, denominado “poemas de carácter existencial”, que Jesús Delgado Valhondo escribió para incluir en alguno de sus libros y luego desechó por algún motivo como, por ejemplo, la necesidad de reducir el número de poemas a la hora de editar un libro como en el caso de La esquina y el viento.
 El otro apartado se titula “poemas de circunstancias”, que son canciones, himnos, homenajes, poemas de Extremadura, de la pasión, (pseudo)navideños y textos vanguardistas, que Jesús Delgado Valhondo escribió animado por algún hecho puntual y no pensó incluir en su obra poética.
 Toda la edición está complementada con notas, que no van a pie de página sino al final de la parte o del libro que anotan, para favorecer una lectura libre de influencias o bien, si el lector así lo desea, para recabar información sobre versos, poemas y libros, de los que se comentan variantes, versiones y circunstancias que rodearon su composición.
 La edición se recoge en tres tomos: El primero contiene la Introducción y parte de la Obra poética de Jesús Delgado Valhondo, desde Canciúnculas a La muerte del momento. El segundo tomo acoge el resto de su Obra poética, desde La montaña a Huir. Y el tercer tomo reúne 200 poemas existenciales y de circunstancias, bajo el título de “Y otros poemas”.
3º) Y, por último, la tercera satisfacción se produce porque la PCJDV se presente en una biblioteca, y que esta biblioteca sea de su ciudad y que además lleve su nombre y, por si fuera poco, esté situada junto al Guadiana, formando un maridaje de cultura, espíritu y naturaleza en donde se hubiera sentido muy a gusto, pues de la biblioteca pensaba que “Un libro es un monumento. Muchos libros, una ciudad monumental, un mundo. Una biblioteca, un universo” y con el río mantuvo una estrecha relación:
 "El poeta, a solas, en algún atardecer de verano, silenciosamente, como si cometiese un hecho impúdico, se ha bañado en las aguas del Guadiana. Se ha metido entre sus secretos, con inconfesable placer. [...] El poeta ha subido otra vez al puente y bajo la azafranada luz, recita su poema. El poeta arruga entre sus manos un papel que acaba de escribir: el poema. Y lo tira al río. Mira y escucha" (“El poeta y el Guadiana”, Hoy, 5-1-61).
 Ya hace una década que JDV no está con nosotros, pero estoy seguro de que su espíritu agradecido nos acompaña esta noche, porque ha venido desde la plaza donde lo dejó el poeta en 1986 cuando escribió este poema titulado “Plaza de Mérida”

Se tiende en el ancho suelo
un amarillo sol sin horas.
Sobre la taza de la fuente
dedos de un alma melancólica.
Viento en la rama de los árboles
doran las musicales hojas
(Ha de venir a verme un día
alguien que busca mi memoria).
Baja la tarde. Suben pájaros
hasta un grito de voz rota
del cielo último. Una pregunta
late en el alma de las cosas.
Sigo esperando mientras vivo
a alguien que historia de la historia
venga a conversar conmigo
en esta plaza, de mi pueblo, hermosa.

(Ed. Abanico,1986)

"EL TIEMPO Y EL MAR", REEx (Badajoz), tomo LX, nº 1, enero-abril, 2004, p. 430-433.




“UN TRISTE ANIVERSARIO”, Extremadura (Cáceres), 24-7-04, p. 65
POESÍA EN MÉRIDA (1950-1960)”, Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2004, pp. 99-102.
En la década de los años 50 del siglo XX, se produjo en España una eclosión de revistas literarias creadas y sostenidas por poetas, que generalmente no podían editar fuera de su lugar de origen. Extremadura, una región postrada en aquel tiempo, sin embargo destacó en el panorama nacional por disponer de varias revistas que, aunque modestas, lograron sustentar el interés por la poesía en aquella época de penuria económica, editora y cultural.
Estas revistas fueron Anaconda y Arcilla y pájaro de Cáceres, Alor y Gévora de Badajoz, Jaire y Olalla de Mérida, Ángelus de Zafra y Capelade Almendral. Cincuenta años después sólo una de ellas ha sido analizada a fondo en un libro que la Diputación de Badajoz tuvo a bien editarme con el título de Gévora. Estudio de una revista poética de Extremadura (2001). Por esta razón, en diciembre del 2003 decidí continuar con la investigación de estas publicaciones olvidadas y me fijé en las que más cerca tenía, las revistas Jaire y Olalla de Mérida.
Enseguida que difundí mi proyecto, Rufino Félix, memoria viviente de aquella época y secretario de Olalla, me proporcionó los seis números editados, me contó sus recuerdos y me prestó una valiosa documentación. Manuel Domínguez Merino hizo lo propio con la revista Jaire. Antonio Bellido, Fernando Delgado, José Antonio Peñafiel, Manuel Cabezas, Jesús Martínez y las bibliotecas de Mérida mostraron idéntico entusiasmo y generosidad (que, desde aquí, les agradezco).
Para reconstruir el ambiente en el que nacieron y desarrollaron su actividad estas revistas poéticas, comencé revisando el semanario Mérida y la revista de la Feria. El resultado fue todo un descubrimiento pues, aparte de encontrar numerosos datos sobre Mérida en la década de 1950, descubrí asombrado que, en ambas publicaciones, aparece un número inusual de poemas (80 en la revista de Feria -en sólo ocho números; me faltan los de 1951 y 1954- y 150 en el semanario).
Este hecho sorprendente, que mostraba un interés especial por la poesía en una época con preocupaciones más perentorias, me animó a iniciar un trabajo de investigación titulado La ciudad de la poesía (Mérida, 1950-1960), que supera el proyecto inicial pues no sólo abarca el estudio de Jaire y Olalla sino también de la poesía emeritense en la década central del siglo XX.
Como el espacio del que dispongo es limitado, en esta ocasión voy a describir el semanario y la revista de Feria y dejo para otra ocasión el comentario de las revistas poéticas y de la poesía emeritense, pues también necesito más tiempo para poder realizarlo con más conocimiento de causa.
El semanario Méridafue una publicación dirigida por Tomás Rabanal Brito, que se editó los sábados desde el 27 de diciembre de 1952 (nº 1) al 29 de enero de 1955 (nº 110) en la imprenta Rodríguez de Mérida. Erael órgano de difusión de la Biblioteca Municipal “Juan Pablo Forner” que, durante la vida del semanario, tenía como director a José Álvarez Sáenz de Buruaga. Los objetivos de esta publicación eran contribuir al desenvolvimiento cívico y a la buena relación de los emeritenses, difundir la actividad de Mérida fuera de su ámbito, ser portavoz lírico e informativo de sus intereses y puente de relaciones con el exterior.
El semanario Mérida es un periódico de cuatro páginas (excepto los números 36, 88 y 106) con un amplio formato de 50 x 35 cms., que permite la inclusión de numerosas noticias de carácter general y abundantes colaboraciones entre las que destacan las poéticas (no en vano el semanario se subtitula “Publicación semanal literaria y de actualidades”).
La portada en la parte superior presenta el nombre de la publicación, que lleva a su derecha una fotografía de un lugar de Mérida con un comentario a pie de página. Debajo viene el titular con un amplio comentario, que es una especie de editorial normalmente escrito por Rabanal Brito y en alguna ocasión por Santos Díaz Santillana (aunque no siempre aparece firmado). Su contenido suele exponer preocupaciones locales como el gamberrismo, el estado lamentable de ciertas calles o la escasez de vivienda. Otras veces el titular se convierte en una sección informativa de Sáenz de Buruaga, que adopta el título de “Famosos viajeros escribieron así de Mérida”, “Personajes ilustres emeritenses” o “Páginas de nuestra historia”.
El resto de la portada suele estar ocupado variablemente por una sección titulada “Reloj de Arena”, que inició Rufino Félix y continuó Rabanal Brito; crónicas y noticias de la ciudad (“Aires locales”, “Los nombres de nuestras calles”, “Mirador de la ciudad”, “Altavoz municipal”); críticas como la que aparece en el nº 42 contra los pregoneros, que molestan a los vecinos cuando vocean sus mercancías a primeras horas de la mañana; un apartado de la Biblioteca Municipal, que expone un listado de sus fondos, y secciones donde el semanario local se abre al exterior (“Alemania, hoy”, “Ventanal del mundo”, “NO-DO Guineano”).
La página 2, titulada “Vida local” (del nº 3 al 83), “La vida en la ciudad” (a partir del nº 84), suele contener abundantes secciones, la mayoría fijas: “Información Municipal” describe la actividad del Consistorio y las decisiones que toma. “Buzón de ‘Mérida’” incluye las respuestas a preguntas de los lectores. “Sociedad” informa brevemente en apartados variables sobre noticias, sucesos o eventos de la vida local (“Aniversario”, “Bautizo”, “Cumpleaños”, “Despedida”, “Exámenes”, “Mejorado”, “Natalicio”, “Onomástica”, “Pésame”, “Saludo”, “Traslado”, “Viajeros” … ). “Resumen Semanal Emeritense” comenta los hechos más relevantes de la semana en la ciudad. “Gacetilla Local” contiene la cartelera, el cupón de ciegos, las farmacias y los estancos de guardia; a partir del nº 78 incluye también el boletín meteorológico, los horarios de misas, los movimientos del Registro Civil (bodas, nacimientos y defunciones) y las personas atendidas en la Casa de Socorro. Y “Guía de la ciudad” incluye el horario de museos, monumentos, autobuses, Telégrafos y Correos. Entremezclados con estas secciones, todavía cabe algún anuncio, crucigrama y poema.
La página 3, denominada “Sección deportiva” (hasta el nº 13) “Deportes e informaciones” (a partir del nº 14), está dedicada al fútbol. No obstante, conforme avanza la vida del semanario, este deporte va quedando relegado a una parte de la página por la mala marcha de la Sociedad Deportiva Emeritense. Entonces el espacio restante se ocupa con secciones de caza, pesca, toros, pasatiempos, poemas, anuncios, humor (un ejemplo es “El humor en la copla” de Juan Uruñuela Ortiz), y moda (en apartados como “Aguja y dedal” con ilustraciones).
La contraportada, página 4, contiene secciones como “Informaciones y Reportajes”, donde Rabanal Brito escribe sobre personas, lugares o aficiones (en el nº 79 entrevista a Antonio Fernández- Gaytán, presidente del Grupo Filatélico de Mérida), ensayos (“Tiempo, angustia, perplejidad” de Julio Cienfuegos, nº 8), series de estudios (“Archivo histórico de la ciudad” de Sáenz de Buruaga o “Temas de Sociología criminal. ‘Hampa de ayer’” de Fermín Ramos) y artículos (“El histórico palacio de Burnay” de Antonio López Martínez, nº 21; “El fantasma de Cornalvo” de Ana Finch, nº 63; “La serena luz platónica: Fray Luis de León” de Santos Díaz Santillana, nº 67, o “Arte Abstracto” de José Pérez del Bosque, nº 101). Frecuentemente la contraportada se completa con poemas.
En la década de los años 50, le revista Méridaera la revista oficial de la Feria de Mérida, donde se difundían las actividades del ayuntamiento, el programa de festejos, el cartel de toros, la cartelera de cines, colaboraciones variadas, información deportiva, fotografías y anuncios de los negocios de Mérida, que sostenían económicamente la edición de la revista. No obstante, aunque esos contenidos ocupaban buena parte del espacio disponible, en realidad se trataba de una revista literaria y, sobre todo, lírica pues la mayoría de las colaboraciones son poemas.
Las portadas presentan un motivo emeritense como el número de 1952, cuyo tema es el acueducto de Los Milagros, o bien dibujos relativos a la Feria (caballitos, norias, serpentinas y farolillos) confeccionados con vivos colores y algún motivo romano. El objetivo de los editores era cumplir con la tradición anual de publicar y mejorar la revista, conscientes de que era la fachada de la Feria.
Las colaboraciones tenían contenidos muy variados. Así, mientras un autor anónimo describe el mercado de melones, que tradicionalmente se instalaba en la plaza de Santa Clara desde mediados de julio hasta la Feria de septiembre (1957), otro destaca las principales industrias y negocios de Mérida (Cepansa, Matadero, Corchera, Cruzcampo, El Gavilán, Zeltia, Procampo, almacenes de coloniales y comercios, 1958).
También se editan ensayos especializados como las investigaciones del Conde de Canilleros sobre la vida de personajes nobles (“Cuando Clavero se detuvo en Mérida”, 1953), los estudios históricos de Sáenz de Buruaga (“Las legiones fundadoras de Mérida”, 1953) o los consejos pediátricos del doctor Manuel Sanabria (“Juegos y juguetes infantiles”, 1955).
Los comentarios de las actividades culturales realizadas durante el año siempre tenían un hueco en la revista de la Feria. Por ellos sabemos que la cultura emeritense en 1959 giraba en torno a tres focos: la Asociación de Alumnos y Antiguos Alumnos del Instituto de Enseñanza Media “Santa Eulalia”, que traía a Mérida conferenciantes de alto nivel (por ejemplo, Juan Guerrero Zamora, director de teatro en TVE, disertó sobre “La crisis espiritual del teatro contemporáneo”); el Liceo que celebraba exposiciones de pintura (Vaquero Poblador), conferencias (Alberto Oliart) y conciertos de piano (Esteban Sánchez), y los Festivales de Teatro en los que participaron autores (José María Pemán, que presentó La Orestiada), directores (José Tamayo) y actores (José María Rodero o Nuria Espert) de prestigio en la escena española de la época.
La literatura también disponía de un espacio donde fue editada una emotiva visión sobre el mítico Anas de Jesús Delgado Valhondo (“Elogio del Guadiana”, 1950), la percepción lírica de la ciudad de Francisco José Chacón (“Carta a Mérida”, 1957), una alabanza de Fermín Ramos a los poetas de Mérida (1958) o una crónica sobre la fiesta poética organizada por los componentes de la revista Olalla(1959).
No obstante, la revista de la Feria era una publicación desde la que también se podían lanzar críticas contra la falta de respeto por los restos arqueológicos, la pasividad de los emeritenses ante su importancia, el descuido del turismo o la escasez de iniciativas para aprovechar la situación privilegiada de Mérida (“Comentarios” de Ana Finch, 1956).

Un apartado que nunca falta es el dedicado al fútbol, deporte de masas ya en aquella época. Los pobres resultados de la Sociedad Deportiva Emeritense en Tercera División y el escaso beneficio de los fichajes permitieron que se les ofreciera un espacio al resto de la actividad deportiva de Mérida (la Peña Ajedrecista del Liceo, la Sociedad de Cazadores y Pescadores y la de Tiro de Pichón y Deportes Proserpina, baloncesto, billar, natación, ciclismo, motorismo y atletismo), que se mantenía gracias a personas entusiastas pero necesitadas de preparadores cualificados y un pabellón deportivo.

POEMAS PARA ORAR”, REEx (Badajoz), LX, II, mayo-agosto, 2004, pp. 895-897.
75.-EL TIEMPO Y EL MAR (obra poética)" de Rafael Rufino FélixEl espejo (Badajoz), nº 6/7, 2005, pp. 111-114. [Es un artículo que envié a la AEEX con el título de “Experiencia y reflexión”... Tiene distinto contenido al editado en la REEx]
-“RÉQUIEM POR CARLOS ALDAMA YEPES"Vox Emerita digital (Mérida), www.iesemeritaaugusta.net, nº 2, 2005, p. 1 y La capital (Mérida), julio 2005, p. 3.
Por todos es conocido que, cuando ocurre un fallecimiento, generalmente se producen comentarios positivos de la persona desaparecida, aunque no se tuviera una estrecha relación con ella. Este hecho, que normalmente se califica de hipócrita, sin embargo tiene una explicación lógica: Cuando muere una persona en nuestro entorno inmediato, por primera vez tomamos conciencia de ella al notar el vacío que deja a nuestro alrededor, lamentamos su muerte, olvidamos sus defectos, porque entendemos que no son nada ante el suceso trascendente de la muerte, y nos quedamos con los aspectos positivos de su personalidad única e irrepetible.
Si, además, esa persona no es un simple conocido sino un amigo que te ha ayudado decididamente en los momentos más nefastos de tu vida, entonces es humano que magnifiques su recuerdo y lamentes su pérdida irreparable, que se hace aún más triste si los últimos momentos pasados con él nada presagiaba un desenlace tan brusco, tan fatal, y las últimas palabras intercambiadas fueron un simple ¡hasta luego! Esto me ha sucedido con la muerte inesperada de Carlos Aldama Yepes, una persona de bien, razonable, sin vueltas; un amigo de confianza, de ésos que se les puede dar la espalda, que siempre te recomiendan lo mejor, perdonan tus fallos, se preocupan de tus problemas y se alegran sinceramente de tus logros.
No obstante, esta pérdida tiene mucha más repercusión que el lamento de un amigo pues, estoy seguro, de que también la han sufrido los que apreciaban su bondad, su afán perfeccionista, su trato amable y, especialmente, el I.E.S. Emerita Augusta, donde impartió clases durante muchos cursos trasvasando su sólida formación humanística y su experiencia de buen profesor a numerosas generaciones de jóvenes de Mérida y su comarca que hoy, profesionales repartidos por doquier, guardarán sin duda en su personalidad rasgos del talante humanista de su antiguo profesor de Geografía e Historia (era un gozo oírlo hablar de los romanos y los visigodos).

Ahora entiendo el profundo pesar de Miguel Hernández ante la muerte de su amigo Ramón Sijé cuando se lamentaba por su ausencia con estos versos humanísimos, que mi desconsuelo me permite hacer ahora míos: “Un manotazo duro, un golpe helado, / un hachazo invisible y homicida, / un empujón brutal te ha derribado. // No hay extensión más grande que mi herida. / Lloro mis desventuras y sus conjuntos / y siento más tu muerte que mi vida”. 

LAS REVISTAS JAIRE Y OLALLA”, Mérida, revista de Feria (Mérida), septiembre 2005, pp. 79-85.
Con este artículo Antonio Salguero Carvajal completa el panorama de la poesía emeritense de 1950 a 1960, cuya descripción inició en el número anterior de la revista de la Feria con el artículo “Poesía en Mérida (1950-1960)”, donde analizaba el semanario y la revista Mérida. Ahora comenta las otras dos publicaciones literarias emeritenses de la época (Jaire y Olalla), cuyo carácter eminentemente poético (unido al de las dos estudiadas el año pasado) le ha permitido afirmar que Mérida, a mediados del siglo anterior, era La ciudad de la poesía.
Los orígenes de la revista Jaire se sitúan en junio de 1953 durante la celebración de la primera misa del sacerdote Francisco Cañamero en Castuera, donde coincidió un grupo de sacerdotes jóvenes de la diócesis con inquietudes poéticas (Pedro Belloso, Francisco Cañamero, Ramón Gimó, Francisco Horrillo, Juan José Jurado, Juan María Robles y Francisco Sánchez). De ahí que Jaire se subtitulara "Poesía de Dios editada por sacerdotes pacenses".
Este germen fue tomando cuerpo en reuniones pastorales, donde los jóvenes sacerdotes aprovechaban para hablar de poesía y decidir actividades relacionadas con ella como la reunión celebrada en Mérida el 28 de octubre de 1953 por Belloso, Cañamero, Horrillo y Robles con el fin de tratar sobre la edición de la revista poética, que tenían en proyecto.
Finalmente el primer número de Jaire apareció en Mérida en enero de 1954, dirigido por Francisco Horrillo (párraco de la iglesia de Santa Eulalia) y Juan María Robles Febré (recientemente trasladado a Arroyo de San Serván) con un formato de 19’5 X 14 cms. El nombre procedía de la primera palabra del saludo en griego, que le hizo el arcángel San Gabriel a la Virgen María, cuando se presentó a anunciarle que Dios la había elegido como madre de Jesucristo: “Jaire María, que jaritomene(Dios te salve María, llena eres de gracia)”. Los colaboradores fueron los siete componentes del grupo fundador, cuyo objetivo era difundir sus vivencias humanas y existenciales.
A pesar de los bríos juveniles que manifestaban, la vida de Jaire fue efímera pues, después de editar el número 2 en enero de 1955, sólo pervivió hasta mayo de ese año cuando editó su tercer número, debido a la dispersión de sus valedores y a problemas de financiación.
La portada de Jaire presenta en cada número un dibujo distinto, pero acorde con el contenido que es eminentemente religioso como corresponde al quehacer sacerdotal de su grupo fundador y de otros colaboradores como Martín Descalzo o Rey Romero: “¿Es que me ausento yo o Tú te ausentas? / Solitario, Señor, te busco a tientas / cual las aguas buscando van el río. // Y pues sólo en Ti está, Señor, mi centro / por caminos de amor voy a tu encuentro / para que en verdad Tú seas Dios mío” (nº 2, p. 28). El contenido incluso siguió teniendo idéntico carácter cuando, en el número 3 (extraordinario dedicado a la Virgen María en mayo de 1955), la Redacción dio entrada a poetas seglares como José María Pemán, Manuel Domínguez o Maximiliano Gómez: “Voy por ese camino de heridas que vieron tus ojos / en una noche de miedo hecha sombra en el fondo de la luna. / Aún se ven las huellas del viejo borriquillo hechas espuma / en la inmóvil arena. Aún buscan tus ojos el llanto, Virgen María” (nº 3, p. 18).
Francisco Horrillo Benítez-Cano nació en Villanueva de la Serena. Fue sacerdote en Trujillanos, San Pedro de Mérida y coadjutor en la iglesia emeritense de Santa Eulalia. En 1955, respondiendo a la llamada de la cooperación hispanoamericana, se marchó a Méjico donde fue párroco. Volvió a España y ejerció el sacerdocio en Jerez de los Caballeros. Después regresó a Méjico donde fue rector de un Seminario y formó una cooperativa artesana indígena, cuyos productos venía a vender a España. Murió en el año 2004, ya jubilado, en Madrid.
Aunque parece ser que no editó poemario ni versos fuera de Jaire, por los pocos publicados en ella (y los prólogos de los tres números de la revista) se deduce que usaba un vocabulario culto y una expresión surrealista con la que intentaba transmitir su preocupación por el ser humano y los derroteros, que tomaba el mundo mal orientado por el materialismo tecnológico: “Única proyección a la altura de vuestra muerta gleba / esa vampírica nube de humo percudidor, / ese vibrar de hélitros y reflejos metálicos. / Es la técnica sórdida, / que como una gigantesca cucaracha / empuja readobando con bilis proletaria / esta bola terráquea hacia el abismo del caos” (nº 2, p. 20).
Juan María Robles Febré nació en Huelva (1918). Editó sus primeros poemas en la revista onubense Odiel. Estudió en el Seminario de Badajoz. Fue ordenado sacerdote en 1948 y ejerció su ministerio en San Pedro de Mérida, Trujillanos, Azuaga, Higuera de la Serena y Arroyo de San Serván. En 1954, edita en Madrid su primer poemario, Poemas de las dos orillas, que es un canto a la vida retirada. En 1957, interviene en la creación de la revista Olalla de Mérida. Desde 1969 fija su residencia en Badajoz, donde centra sus energías en la atención de los marginados.
En 1986, crea los Cuadernos Poéticos Kylix; en 1987, los Poemarios Kylix; en 1990, las Hojas de Poesía Kylix y, en 1998, las Hojas Poéticas Uziel. Estas Colecciones Poéticas, en el final de siglo XX, fueron casi toda la oferta editorial que los poetas extremeños tuvieron para darse a conocer dentro y fuera de la región -mérito que aún no se le ha reconocido a Juan María Robles (ni tampoco a su mecenas Bartolomé Gil Santacruz)-. Muere en Badajoz en el año 2001.
Robles Febré fue un poeta, que admiraba a su paisano Juan Ramón Jiménez, a clásicos como Fray Luis de León o Lope de Vega y a maestros contemporáneos como Unamuno o Lorca. Escribió numerosos libros de poesía: Ruta enamorada (1982),Poemas del nodalomismo (1985),Badajoz también (1988), Dulcísima armonía (1991), Cántico universal… “El enjambre de bronce su colmena / donde el sol anda suelto la construye. / Por los aires el cante se diluye / deshojando sus pétalos la pena. // Tostado en el desierto, te es ajena / la tierra donde moras, porque bulle / nostalgia por la sangre. Siempre huye / de estancado vivir tu piel morena. // Te sobra la frontera, prohibida / línea que ante tu paso el hombre traza. / Ancho tu corazón, todo lo olvida. // Tu mano de castaño al cielo alza / esa cruz de caoba que es tu vida / con el perdón callado de tu raza”, “Gitanos” de Badajoz siempre (1982 y 1989).
La revista Olalla nació en una de las reuniones informales, que el inquieto grupo de intelectuales de Mérida celebraba en torno a Félix Valverde Grimaldi en el quiosco de Joaquín (Lunar Palma) de la Plaza de España y en el Bodegón de la Victoria, que estaba situado en la Travesía de la calle San Salvador (continuación de la calle Juan de Dios hacia la calle Morerías). La edición de Olallapartió de las 500 pesetas que reunieron los componentes del grupo y sobrevivió con algunas suscripciones, la subvención del Ayuntamiento y las aportaciones de los fundadores.
Olalla apareció en Mérida en abril de 1957, dirigida por Félix Valverde Grimaldi con un formato de 21 X 15 cms. Fue otro corto proyecto editorial, pues sólo publicó seis números desde abril a septiembre de 1957, fecha en que dejó de editar bruscamente pues se conservan páginas impresas del siguiente número. Según parece, las sospechas de la policía sobre la lectura de Machado y Lorca en las reuniones del grupo y la imposibilidad de mantener los gastos de edición dieron al traste con este romántico proyecto editorial.
Félix Valverde Grimaldi disponía de tiempo, tenía aficiones literarias (especialmente poéticas), se entusiasmaba proyectando actividades y contagiaba a personas interesadas por la cultura. Escribió dos libros de poemas: Alas de España (1938), que es una serie de romances, y Félix. Panoramas íntimos(1958), donde abre su intimidad y describe su carácter singular en el poema “Vivo libre …”: “Vivo libre, cual vive el pensamiento, / libre como la cierva y el jilguero. / Canto y me escucho con recogimiento / y soy señor feliz de mi sendero. // Aquí en mi corazón está el granero / que sacia la apetencia del momento. / Soy claro como el agua del venero / y lloro al conseguir lo que presiento. // Las gentes se sorprenden al mirarme, / viendo vagar mi sombra conocida / libre siempre, sin frenos ni timón. / Tiran pellas de barro por mancharme, / sin pensar que yo marcho por la vida / al ritmo que me impone el corazón”.
El título de Olalla procede de la devoción que sentían sus fundadores por la Mártir Santa Eulalia, a la que así eligieron como musa inspiradora y también como protectora del naciente proyecto editorial. Además, Olalla es un nombre literariamente sonoro por arcaico (del griego “Eulalia”) y lleno de significado (Eulalia significa “La bien hablada”, es decir, como deseaba ser la revista).
El Consejo de Redacción estaba formado, además del director, por tres consejeros (Juan María Robles Febré, Santos Díaz Santillana y Carlos María Fernández Ruano) y un administrador (Rafael Rufino Félix Morillón). El dibujante era Fermín Marchena y el impresor se apellidaba Cardoso.
Olalla tiene 36 páginas (incluida la portada y contraportada) y una distribución fija. La portada, que siempre es la misma, se caracteriza por su sencillez pues lleva el título, el subtítulo (“Revista de poesía”), un dibujo de la fuente de la plaza de España en el centro, el lugar de edición debajo (Mérida) y, en la parte inferior derecha, el mes y el año de edición. La vuelta de la portada, en el primer número, lleva una advertencia de la Redacción donde anuncia que, a partir del número 2, sólo editaría las colaboraciones de calidad. En los siguientes números, este lugar será ocupado por la lista de cargos y nombres de los que hacían posible la edición de la revista.
En las páginas 3 y 4, aparece una sección dedicada al recuerdo de escritores desaparecidos (en los números 2 y 4 se titula “In memoriam”), que eran modélicos para los componentes de Olalla: Luis Chamizo (nº 1), Ángel Braulio Ducasse (nº 2), Carolina Coronado (nº 3), Joaquín Montaner (nº 4), Francisco Valdés (nº 5) y al poeta en general (nº 6).
El cuerpo de Olalla ocupa de la página 5 a la 12 y está formado por poemas de 57 colaboradores (incluidos los componentes del Consejo de Redacción) entre los que destacan José Álvarez Sáenz de Buruaga, Francisco Baviano, Fernando Bravo, Juan José Cajide, José Canal Rosado, Eduardo Cerro, Jesús Delgado Valhondo, Baldomero Díaz de Entresoto, Manuel Domínguez Merino, Celso Galván, Luis González Willemenot, Lali y Piedad González Zoido, Bolín Kamacho, Pedro Lahorascala, Rafael Lainez Alcalá, José María Laullón, Luis López Anglada, Antonio López Martínez, Maizflor [María de la Hiz Flores], José Gerardo Manrique de Lara, Ángel Marrodán, Alberto Oliart Saussol, Manuel Pacheco, Mariano Roldán, Enrique Segura Otaño, Araceli Spínola, Juan Uruñuela y Antonio Zoido.
En las páginas 33 y 34, se incluye la sección titulada “Recepciones”, que tiene normalmente tres apartados: “Habla el lector”, donde se comenta la difusión de la revista en el mundo literario; “Recibió la revista”, en el que se expone una lista de libros recibidos, y “Comenta el lector”, donde se opina sobre ellos. En el número 6 la sección es sustituida por una crónica de la Justa Literaria celebrada en el teatro romano de Mérida por esas fechas.
La vuelta de la contraportada, a partir del número 2, lleva un texto que contiene el deseo de la Redacción de que la revista sea portadora de espiritualidad. Debajo de la leyenda aparece la dirección para las suscripciones: “[calle] Holguín núm. 13” [casa de Félix Valverde Grimaldi]. La contraportada lleva en el centro un dibujo del Hornito de Santa Eulalia.
Los temas tratados en Olalla forman un conjunto variopinto de asuntos, que imprimen a la revista un carácter mundano. La selección de algunos títulos puede dar idea de esta diversidad: “Cartel de toros” de José Canal, “El hombre” de Ramón Cid, “Serenata del trovador” de Manuel Domínguez, “Mi inspiración eres tú” de Piedad González, “¿Ser puente …? ¿Ser río …?” de Bolín Kamacho, “El templo de Diana” de Antonio López, “Ocaso junto al río” de Alberto Oliart: “Quietud. Mi vida absorta está parada / entre el canto del gallo y el ocaso. / Inmóvil tú al golpe de mi paso, ¡oh río en claridad! ¡agua lograda! // De tu estrella me vengo hasta mi nada / y es agua mi mirar y tú eres vaso. / ¡Qué asombro de inquietudes! Cielo y raso / tan cercano que todo lo anonada. // Desde mi corazón la noche aprieta / y aún bebo por los ojos luz del día. / ¡Puro instante preciso y detenido! // Y mi vida se cumple y se completa / olvidando, en silencio y alegría, / que estoy solo, cansado y dolorido” (nº 3, p. 23).
Olalla también dio muestra de liberalidad editando poemas con intranquilidades existenciales y preocupaciones solidarias como “Descripción del poema” de Manuel Pacheco, “Kedues Kyermegen (Querido niño)” de Robles Febré, “Mendigo” de Luis López Anglada, “A Gabriela Mistral en la distancia” de Rufino Félix y “Minero” de Alfonso M. Padilla: “Profundamente dura la mirada, / de cera o yeso el rostro cuarteado. / De polvo y sangre el pecho golpeado / y un despojo en la mano despojada. // En los labios la risa amordazada, / y el corazón sin treguas entregado. / Hombre de sed sin sol. Hombre o soldado / con la tremante máquina emplazada. // Dura es la vida y duele. Tan pequeña, / como un punto en el cosmos, pero enseña. / Conoces su dolor y su alegría. // Y cuando lloras cantas cualquier cosa / para que nadie acierte a ver la rosa / que como muerte llevas día a día” (nº 6, p.7).
En fin, la revista Jaire, Mérida, Olalla y el semanario Mérida, aunque fueron modestas empresas editoriales, sirvieron de foro a numerosos poetas que, en una época de escasos medios difusores, pudieron divulgar sus versos en su entorno inmediato y también en el lejano. Este esfuerzo cultural ha obtenido sus frutos, pues la literatura que propiciaron, hoy día, constituye una referencia obligada para conocer la poesía extremeña y española de 1950 a 1960.




Article 12

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"CARTAS QUE HABLAN" (MIS ARTÍCULOS V)

“CARTAS QUE HABLAN” Extremadura (Cáceres), 22-7-05, p. 73.
“LA SANGRE DERRAMADA”, Hoy (Badajoz, 24-9-05), p. 61.
80.-“ANTONIO SALGUERO NOS CUENTA LA HISTORIA DE LAS PUBLICACIONES EN EL IES EMERITA AUGUSTA”, http://iesemeritaugusta.juntaextremadura.net/revista/ARTICULO/A40/A4000.
HTML, 15-6-06.

“¡QUE LA TIERRA TE SEA LIGERA!”, Mérida (Mérida), septiembre 2006, pp. 105-106.
Indagando en los orígenes de la poesía en Extremadura, tuve un feliz encuentro con una joya bibliográfica del mundialmente reconocido Antonio Rodríguez-Moñino, bibliófilo y bibliógrafo extremeño de Calzadilla de los Barros.
El contenido del libro al que me refiero, Historia literaria de Extremadura, resulta llamativo porque, hasta el momento, es el único estudio que, situado en los tiempos más remotos, investiga las primeras manifestaciones de la poesía en nuestra región, conservadas hoy gracias a que fueron grabadas en piedra. No obstante, Moñino es consciente de que la crónica del sentimiento poético de nuestra tierra comienza cuando aparecieron sus primeros pobladores, aunque aquellas primeras declaraciones de amistad, de pasión amorosa, de dolor se las haya llevado el viento por su carácter verbal o por la caducidad del soporte en que debieron ser grabadas (tablas de arcilla, pergaminos).
Aunque el libro mencionado, sólo por su título, debe interesar a todos los extremeños, es lógico que resulte más fascinante a los emeritenses, porque Rodríguez-Moñino sitúa el comienzo de la poesía de autores extremeños en Augusta Emerita, donde se han conservado en piedra los primeros vestigios de la poesía creada en Extremadura desde la fundación de la colonia en el año 25 a. C.
Curiosamente, ha sido el rito a los muertos (muy patente en todas las culturas antiguas) el que ha propiciado que estas primeras muestras poéticas hayan llegado a nosotros en inscripciones funerarias y que sea fácil conocerlas en una ciudad como Mérida, que dispone de varios yacimientos funerarios o columbarios (palomares), llamados así porque los nichos abiertos en sus paredes, para guardar en urnas las cenizas de los cuerpos incinerados, se parecían a los huecos de un palomar.
Esta lírica pionera, cuyo objetivo primero no fue poético sino puramente testimonial (su intención era dejar constancia del dolor por la ausencia de un ser querido), comienza con textos escuetos (“Lucio Valerio Reburio, soldado licenciado, de 80 años. Aquí yace” -final del s. I d. C.-) y meramente informativos (“Aquí yace Cayo Nonio Batullo. / Aquí yace Fausta Celia. / Aquí yace Specia Atlia. / Esposas mías las dos” (s. I d. C.). El carácter poético de estas inscripciones se halla en una frase tópica, que provenía de Roma y se colocaba al final de la inscripción en forma de anhelo trascendente, dirigido a la persona inhumada: SIT TIBI TERRA LEVIS (“Deseo que la tierra no te pese, … deseo que la muerte no te afecte, … deseo que no sufras, … deseo que vivas eternamente en paz”).
Sin embargo, este tono poético exclusivo de la frase final, que es característico en las inscripciones funerarias del siglo I, va a impregnar todo el texto a partir del siglo II cuando comienza a ser redactado con mayor extensión y un tono más lírico, en consonancia con el deseo terminal. Así se puede deducir del enunciado siguiente que, ofrecido al niño Juliano, hijo del griego Sóstenes y de la emeritense Gaiena, incluye una invocación para conmover al caminante que pasa junto a la tumba (los cementerios se situaban a los lados de las vías de acceso a la ciudad):
Mi madre Gaiena ¡Oh tú que caminas junto al sepulcro!,
construyó esta estela con mi padre Sóstenes.
Habiéndome lamentado mucho pues para mí, pequeño, era
el mes sétimo no completo; mi nombre Juliano.
[Aquí yace. Que la tierra te sea ligera.]
(s. II d. C.)
Esta ampliación del texto y de la intención lírica se detecta también en otros enunciados lapidarios como, por ejemplo, en el de Marco Cornelio Polión, hijo de Marco, donde desaparece el carácter informativo, que es característico de las lápidas anteriores, y su lugar es ocupado por una reflexión sobre el dolor dirigida al visitante de la tumba:
De tal modo permita la fortuna que jamás hayas conocido el dolor,
que lo apartes de ti en cuanto puedas hacerlo,
que hayas conocido lo digno de piedad
que es el dolor cuando un joven es incinerado;
pide ahora en recompensa que tú,
quienquiera que seas el que aquí estés, digas: séate la tierra ligera.
(s. II d. C.)
Otras inscripciones de esta época aumentan su intensidad emocional como la de Antonio Saturnino que, adelantándose siglos a la pasión romántica, plasma en el texto funerario de su esposa el tremendo dolor que ha sentido por su muerte asegurando que, desde entonces, se siente muerto en vida … tan grande era su amor: “Si algo me queda por vivir sobre dichos años, / cuéntese como si yo hubiera fallecido”.
La inscripción de Julio Fénix señala, en una lápida de mármol, el lugar donde se encuentran los restos mortales de Julia Anula, hija de Cayo, y aprovecha para arremeter contra el trágico destino que se la ha llevado en el mejor momento de su vida:
                            Julia Anula, hija de Cayo, aquí yace.
Por el Hado nefando prevenida poco vivió;
la muerte arrebatóla cuando contaba dieciocho abriles de su joven edad.
Dile, ¡oh viandante!: séate la tierra ligera”.
En fin, estas manifestaciones son muestras de que hace dos mil años las personas amaban y sufrían idénticamente a nosotros y de que gozaban de un hondo sentido poético que, aunque elemental, es indicio de una época, donde ya existía un ambiente literario y una base cultural, que resulta un digno comienzo de la historia literaria de Extremadura.
Aparte de estas inscripciones funerarias existen otros vestigios poéticos en Augusta Emerita. Por ejemplo, en el siglo V (año 483), el gobernador (Dux) de Mérida Salla reconstruyó el puente romano, que era intransitable, y mandó colocar en latín una inscripción conmemorativa de la restauración en el arco central del puente, que desapareció en una inundación del siglo XVII. El texto, que por sus características tonales se puede considerar poético, decía así:
Había deslizado las antiguas moles la vetustez destructora
la obra estaba desmoronada y rota de vieja.
La vía colgante por sobre el río había perdido el uso
y el puente, caído, se negaba a dar libre paso.
Ahora, en tiempo del potente Eurico, rey de los Godos,
que ordenó cultivar las tierras que le fueron dadas,
el magnánimo Dux Salla ansió extender la fama
de su nombre y añadirle nuevos títulos,
pues, después de haber renovado la ciudad con magníficas murallas,
no paró hasta consumar este mayor milagro:
Construyó arcos, fundamentólos por debajo de las olas
y superó, imitándola, la maravillosa obra del primer autor.
No dejó de persuadirle a crear tan gran monumento
el amor a la patria del sumo sacerdote Zenón.
Ciudad augusta, feliz, duradera por los largos siglos
por el favor del Dux y del Pontífice.
La importancia de Mérida no sólo fue patente durante la Antigüedad, pues en la Edad Media aparece magnificada en romances como, por ejemplo, el que comienza “De Mérida salió el Palmero”, donde este personaje, delante de Carlomagno, destaca tanto las bellezas de Mérida (“trescientos castillos tiene / bien se vos defenderae”) que los caballeros Roldán y Oliveros protestan:
Miente, señor, el Palmero,
miente y no dice verdade,
que en Mérida no hay cien castillos
ni noventa a mi pesare,
y éstos que Mérida tiene
no tien quien los defensare,
que ni tenían Señor
ni menos quien los guardare,
El Palmero emeritense se siente ofendido y responde contundentemente propinando a Roldán un tortazo. La situación se acalora, pero el emperador impone calma y el romance termina civilizadamente.

En fin, no se han confundido quienes han manifestado que Mérida es una ciudad eminentemente poética, pues no sólo ha contado con numerosos poetas en los años 50 del siglo XX y en la actualidad sino que ahora sabemos, gracias a las indagaciones de Rodríguez-Moñino, que la poesía y los poetas están presente en ella desde tiempos inmemoriales.

AMBIENTE CULTURAL DE CÁCERES EN EL MEDIO SIGLO”, Alcántara (Cáceres), julio-diciembre 2006, pp. 53-59.
En Cáceres, el ambiente cultural en la mitad del siglo XX giraba en torno a la revista Alcántara, fundada por Tomás Martín Gil, Jesús Delgado Valhondo, Fernando Bravo y José Canal el 10 de octubre de 1945 con el subtítulo de “Revista literaria. Publicación mensual de los Servicios Culturales de la Excelentísima Diputación de Cáceres” [confirmar esto porque la Diputación no se hizo cargo de la revista hasta el nº 15, si no recuerdo mal]. Su objetivo primordial era recoger y difundir el ambiente de inquietudes que el consejo de redacción detectaba por aquella época en la región.
No obstante, la revista se convirtió en el centro de la poesía extremeña durante las décadas de los 40, 50 y 60, pues en sus páginas publicaron los más destacados poetas extremeños del momento. En conjunto, la tendencia predominante fue la de la poesía arraigada, que tuvo en el soneto su medio primordial de expresión, y la actitud general fue la oposición más o menos velada a nuevas formas de expresión propuestas por jóvenes creadores (como ejemplo, está la oposición a la revista Arcilla y Pájaro o el artículo “El superrealismo, enfermedad del arte” de Carlos Callejo, que luego sería director de la revista cacereña).
Alcántara incluye entre sus secciones una titulada “Crónica”, donde ‘Curio O’xilio’ comenta las actividades culturales. A partir del número 33, Jesús Delgado Valhondo será autor de una sección titulada "Notas breves de dentro y de fuera" que, firmada con el nombre de José de la Peña, ofrece datos y opiniones sobre muchas de las actividades que surgen de estas inquietudes. En el número 37 (1950), Valhondo inicia una nueva sección titulada "Al margen de los libros", donde comenta poemarios recibidos en la Redacción de la revista cacereña.
En el ámbito creado por Alcántara surge una tertulia, que toma el relevo del Ateneo cacereño desaparecido en 1936. Su motor fue Tomás Martín Gil, que sería relevado a su muerte por el catedrático y director del Museo Provincial Miguel Ángel Ortí Belmonte. A esta tertulia asistieron Agustín y Bravo, Carlos Callejo, José Canal, José María de la Puente (conde de Portillo), Jesús Delgado Valhondo, Víctor Gerardo García-Camino, Miguel Muñoz de San Pedro (conde de Canilleros) y Pedro Romero Mendoza. La tertulia Alcántara se solía celebrar en el Café Metropol o en el Café Toledo pero, ante la incomodidad de ser lugares concurridos y ruidosos, el conde de Canilleros invitó a sus componentes a celebrarla en su palacio de la plaza de Santa María. Esta tertulia organizó y participó en múltiples actividades y sobrevivió hasta la década de los 70, después de colaborar en la creación de la Universidad de Extremadura
A comienzos de 1950, la revista Alcántara cumplía su sexto año editando el 31 de enero su número 27. Las colaboraciones más relevantes estaban firmadas por Enrique Segura Covarsí, Adelardo López de Ayala, Carlos Callejo, José Canal, Antonio López Martínez, Fernando Pérez Marqués, Pedro Romero Mendoza y Manuel Arce. En la relación de libros editados, destacaban Ausencia de mis manos de Manuel Pacheco, La espera de José María Valverde, Desde la lejanía de Alfonso Albalá y Medallones Extremeños (II) de Manuel Monterrey. Entre las colaboraciones se distinguían las “Llamas de capuchina” de José Canal, una especie de greguerías llenas de ingenio y humor: “La pierna de un baturro es un bastón de mando al revés” o “La ‘f’ parece que siempre le va haciendo el amor a la ‘j’”.
 En los inicios de la década, Cáceres cuenta con las actividades de los Seminarios de la F. E. T y de la J. O. N. S., que organizan cursos de conferencias sobre temas literarios, agrarios, sociales, educativos, filosóficos y, especialmente, económicos y sociales con ponencias cuyos títulos muestran las inquietudes de aquel momento: “La familia, preocupación fundamental del Estado español” o “La previsión y la lucha contra el paro forzoso” (por estas fechas, el Ministerio de Trabajo tiene que conceder 2.500.000 de pesetas a Badajoz y 2.125.000 de pesetas a Cáceres para atenuar el paro).
También se muestra muy activa la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto cuyos componentes, en aquel momento universitarios, se interesan por activar el ambiente cultural con la organización de conferencias sobre temas variados, visitas arqueológicas y el apoyo a actividades en decadencia como el Seminario de Estudios Extremeños de Cáceres, que reactivan con Cursos de Conferencias como “Antonio Hurtado, autor teatral” por Domingo Tomás Navarro, “Necesidad de periodistas extremeños” por Narciso Maderal o “La juventud y el porvenir de Extremadura” por Crescencio Rubio. También revitalizan el ambiente con recitales poéticos como aquel en que intervino Fernando Bravo con una charla sobre la inclusión de la poesía en las bellas artes y el poeta Santos Sánchez-Marín con un recital de poesía. En 1951, Radio Cáceres emite el primer número de la revista literaria Amaranto, que fue dedicado a Gabriel y Galán en el aniversario de su muerte.
En 1952, la tertulia Alcántara celebra un homenaje a Antonio Reyes Huertas con una velada necrológica en Radio Cáceres, donde Muñoz de San Pedro leyó una nota biográfica, Cástulo Carrasco recitó los poemas “Camposanto” y “Esa mano de tierra” de Jesús Delgado Valhondo y varios ponentes (Narciso Puig, Dionisio Acedo, Fernando Bravo y Romero Mendoza) trataron sobre diversos aspectos de la obra del novelista extremeño. Al final de este año, es creada la Institución Universitaria “Donoso Cortés” en Cáceres por iniciativa de la rama de hombres de Acción Católica, que abre sus aulas a estudiantes de Derecho y Filosofía y Letras, llamando así la atención, junto con el C.E.D.E.U. de Badajoz, sobre la necesidad de una Universidad para Extremadura.
A mediados de 1954, el S. E. U. de Cáceres edita el primer número de su revista hablada, cuyo contenido fue una presentación de Díaz Moreno, varias intervenciones (“Misión del cine-club” por el sr. Turégano, “Abstracción en el Arte” por Prudencio Rodríguez y “Dos poetas cacereños: Jacinto Berzosa y Prudencio Rodríguez” por Juan Iglesias), recital de poesía de Prudencio Rodríguez, Gil Encinar, Pedro María Rodríguez y Jacinto Berzosa (grupo de Arcilla y Pájaro), concierto de Duarte y Jacinto Berzosa (aquí como director de la Banda Municipal de Cáceres) y cierre con el tema “Actualización de la leyenda de San Jorge” por Ávila Talavera.
En 1955, el Departamento de Seminarios de la Falange de Cáceres organiza un recital poético en el que intervienen el sevillano Fausto Botello, el pacense José Luis Tafur y el canario Guillermo Servando. En la primavera de este año, el gobernador civil de Cáceres, Antonio Rueda, organiza las Jornadas Literarias por la Alta Extremadura, una actividad que lleva a sesenta y dos escritores extremeños y foráneos por la parte norte de Cáceres, para que la conocieran y dieran fe de su atractivo. Lali Soldevilla recitó poemas medievales en la plazuela de San Mateo de Cáceres y en la escalinata del monumento a Pizarro en Trujillo.
También se festejó, a mediados de 1955, la Feria del Libro de Cáceres con un acto en el ayuntamiento donde intervinieron el alcalde Luis Ordóñez y el director de Alcántara Romero Mendoza. Por estas fechas, la Casa de la Cultura organiza un recital poético con la intervención de Fernando Bravo, José Canal y Jesús Delgado Valhondo y una exposición con cuadros de Adelardo Covarsí, Eugenio Hermoso, Magdalena Leroux, Ortega Muñoz, Solís Ávila y esculturas de Pérez-Comendador.
En 1956, Cáceres celebra la Fiesta de la Poesía con páginas especiales en el Extremadura y audiciones poéticas en la emisora local. El “Teatro al aire libre”, dirigido por José Tamayo, representa en la plaza de Santa María de Cáceres “Los intereses creados” de Benavente y “Edipo” de Pemán. El Certamen Poético del S. E. U. de Cáceres en homenaje a Gabriel y Galán lo gana José Canal con “El poeta necesario”; José María Valverde y Adriano del Valle reciben una mención especial. Para celebrar la Consagración de Extremadura al Corazón de María se convoca un concurso literario, cuya flor natural fue concedida a Eugenio Frutos por una loa escenificada; también fueron premiados los hermanos Murciano y Francisco Cañamero. Además, en este año, se celebra una velada literaria en homenaje a la Virgen de la Montaña, donde recitan poemas Fernando Bravo y Gabriel Romero, y la Casa de la Cultura de Cáceres organiza un ciclo de conferencias en honor de Menéndez Pelayo, donde participan catedráticos de la Universidad de Salamanca, y otro donde intervienen Pedro Caba y José María Cossío.
En 1957, el S. E. U. realiza una campaña cultural con actos que anuncian la llegada del Realismo social como una sesión de teatro leído dedicado a Alfonso Sastre en su obra La mordaza y a J. B. Priestley en Llama un inspector (mientras, en Badajoz, ofrecían un homenaje a Carolina Coronado y Chamizo …) y otra de música, teatro y poesía en la que se proyectó el documental “Taglewood, escuela de Música” y recitaron poemas Jacinto Berzosa, Gabriel Rosado, Pedro Romero, Pedro María Rodríguez, José Canal, Eladia Montesino y Fernando Bravo, se representó ¿A quién me recuerda usted? de los hermanos Quintero, dirigida por Rodríguez Pulido, Narciso Puig recitó a Chamizo y Galán y se escucharon una reproducción musical de “Capricho italiano, opus 45” de Tchaikovsky y de “El Corpus en Sevilla” y “Triana” de la Suite Iberia de Albéniz. El Departamento de Seminarios de la Jefatura Provincial del Movimiento organiza conferencias como “El hombre español ante los tiempos modernos” por José María de Llanos o “Vieja Europa y nueva Europa” por Licinio de la Fuente y la Casa de la Cultura hace lo propio con charlas como “Ideas estéticas de Menéndez Pelayo” por Camón Aznar.

A principios de 1959, en Cáceres se organizan varios ciclos de conferencias: el celebrado en la Casa de la Cultura lleva el título genérico de “La época del Emperador”; en otro participa Pedro de Lorenzo con el tema “Extremadura en las Letras”; el organizado por la cátedra “Pío XII” cuenta con la participación de Herminio Pinilla, director del Hoy, que habla sobre “Trento ¿Concilio español?”, o Gregoria Collado con “El resurgir espiritual de Extremadura”; y en otro ciclo de divulgación política, Licinio de la Fuente trata sobre “En torno a la unificación de Europa”. Por estas fechas se celebra el I Festival de Folklore Hispanoamericano en la capital cacereña. El S.E.U. edita su revista hablada Paraninfo, en la que intervino José Canal recitando su poema “Salterio Marial”.

UNA NUEVA MIRADA: EL ITINERARIO POÉTICO DE MÉRIDA”, Mérida (Mérida), septiembre 2007, pp. 74-75
Hasta el momento, el recorrido por la Mérida arqueológica contaba con el apoyo de varias guías turísticas, que informaban con detalle sobre los restos históricos más destacados de Emerita Augusta. Con la edición del Itinerario Poético de Mérida en junio de este año, Antonio Salguero Carvajal ofrece una nueva mirada basándose en la lectura de poemas referidos a los lugares que propone visitar.
El Itinerario Poético de Mérida es una ruta literaria que consiste en un recorrido histórico, arqueológico y poético por nueve lugares emblemáticos de Mérida, donde se lee un poema referido a cada lugar. De ahí que el IPM se estructure en nueve tramos con una “Partida”, siete “Paradas” y una “Llegada”:
La Partida se sitúa en el  espacio que dejan libre la puerta de la Alcazaba, la Plaza de la Loba y la cabecera del puente. Allí se lee el poema “Meditación ante el puente romano de Mérida” del poeta emeritense Claudio Martínez García, que es un colaborador de la revista Olalla y de la revista y el semanario Mérida, como todos los poetas que aparecen en el IPM. El poema se cimenta en hermosas metáforas, que muestran la diversas y sugerentes formas con que la capacidad creativa del poeta percibe al puente (columna vertebral, ciempiés, reptil, dragón, cíclope).
De ahí se va a los descansaderos del puente romano, donde se realiza la primera parada que es en el río Guadiana, al que se le dedica el poema “Guadiana“ del gran poeta emeritense, Jesús Delgado Valhondo. El poema es un cúmulo de sugestivas imágenes, que conciben al río como una mujer y subrayan su lirismo.
Desde este punto se vuelve hasta la segunda parada, que se sitúa en la Glorieta de las Méridas del Mundo y se dedica a la Alcazaba. Esta parada se ilustra con el poema “Rincón de Mérida” del poeta andaluz Carlos Murciano, conocido en la ciudad por haber sido durante varias ediciones componente del jurado de poesía Ciudad de Mérida. El poema incide filosóficamente en la solidez de la muralla, que ha soportado impertérrita el paso de los siglos.
Seguidamente se sube la calle Cava, se pasa por un lateral de la Plaza del Rastro y se llega a la tercera parada, que es en la Plaza de España, a la que se dedica el poema “Tendrá” de nuestro poeta Rufino Félix. El poema acoge la nostalgia del poeta que, desde la lejanía, descubre los motivos de la atracción que siente por la plaza de Mérida: Las palmeras, los vencejos, el reloj del Ayuntamiento, la campana de la iglesia de Santa María, el cielo azul y el sol radiante.
A continuación, se atraviesa la Plaza del Rastro, se entra en la calle Romero Leal y se llega a la cuarta parada, que es en el Templo de Diana. En su frontal se lee el poema “El Templo de Diana” de un antiguo profesor de francés del instituto Santa Eulalia llamado Antonio López Martínez. El poema advierte, a pesar de la desnudez actual del templo, la trascendencia del lugar donde, asegura, aún perviven los ritos mágicos practicados en su interior.
Desde este lugar, por las calles Santa Catalina, Santa Eulalia, Juan Pablo Forner y Trajano, se llega a la quinta parada, que se realiza en el Arco de Trajano. A este monumento se le ofrece el poema “Arco de Trajano” del sacerdote Juan María Robles Febré, que creó junto a Francisco Horrillo la revista poética Jaire y se relacionó con el grupo de la revista Olalla. El poema, basado en hermosas imágenes, destaca la esbeltez del Arco que, elegantemente, aún desafía el paso del tiempo.
Después se atraviesa la Plaza de la Constitución y la calle Almendralejo, se entra y se recorre la calle Clavario y, en la confluencia con la calle Marquesa de Pinares, se encuentra la sexta parada, que se localiza en los pilares del acueducto de Los Milagros. Allí se lee el poema “Al acueducto de Los Milagros” del poeta cacereño José Canal, amigo de Jesús Delgado Valhondo con el que creó la revista cacereña Alcántara. El poema alaba la majestuosidad del acueducto, que sigue gallardamente en pie dando fe de la grandeza alcanzada por nuestros antepasados.
Más tarde, por la calle Marquesa de Pinares y la Avenida de Extremadura, se llega a la séptima parada que se realiza en el Hornito de Santa Eulalia. En este lugar de devoción se lee el poema “Olalla de Mérida” de Francisco Baviano Giner, un antiguo alcalde de Mérida. El poema enaltece la firme convicción de la joven mártir y su generosa entrega a Dios.
Y, por último, se sube la Rambla hasta la Puerta de la Villa, se recorre la calle José Ramón Mélida y se desemboca en la Llegada, que es en el teatro romano donde se cierra el IPM con la lectura del poema “Perennidad” del poeta de Guareña Eugenio Frutos. El poema se centra en el mármol como símbolo de la eternidad, que le sugiere al poeta la pervivencia de este lugar en el tiempo.
Esta idea ha sido materializada por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Mérida con la edición de un cuadernillo, cuya publicación ha sido coordinada por la Biblioteca Pública “Juan Pablo Forner”. También han hecho posible la publicación del IPM la Gerencia de Urbanismo, que ha realizado gestiones, y Caja Cataluña, que lo ha subvencionado.
El cuadernillo, que tiene 50 páginas, goza de un diseño muy atractivo por el fondo naranja de las pastas, el formato de 20 x 24 cms. y su estilo novedoso pues, a la vez que es moderno, recuerda al pasado histórico con la impresión del busto del emperador que fundó la colonia, y cenefas romanas que se conjuntan en el interior con rosetones del mismo estilo. Este llamativo escaparate, más la sorprendente maquetación interior y el magistral tratamiento de las fotografías de los lugares seleccionados ha sido efectuado por Juan Fernández Pinilla. Las fotografías fueron realizadas por Antonio Javier Salguero Pérez una espléndida mañana del verano de 2005.
En la portada además se indica que esta es la edición junior del Itinerario Poético de Mérida y en la contraportada que va dirigida especialmente a escolares. No obstante, puede ser utilizada por quien desee realizar el recorrido y quiera volver a su etapa adolescente resolviendo previamente las actividades propuestas. Al comienzo del nuevo curso escolar se propondrá la realización del IPM a colegios e institutos de Mérida y se alentará, fuera de este ámbito, a colectivos que deseen efectuarlo (por ejemplo, el Club de Lectura de la Biblioteca Pública Juan Pablo Fornery la Tertulia Literaria Gallos quiebran albores ya lo han incluido en el calendario de la nueva temporada).
El cuadernillo consta de varios apartados:
1)Loa donde se presenta el IPM y se expone su objetivo, que es realizar un recorrido por lugares representativos de Mérida con una nueva perspectiva, donde se mezcle la historia, la arqueología y la poesía, para descubrir detalles trascendentes de esos lugares, que suelen pasar desapercibidos cuando actuamos de simples viandantes o turistas.
2)Pórtico es el siguiente apartado, donde se abre el recorrido con el poema “Oda a las piedras de Mérida” del poeta leonés Miguel Combarros, que ha vivido varios años en nuestra ciudad y se ha visto influido por su magia secular.
3)El mapadel IPM es el apartado que va a continuación, donde gráficamente se indica el recorrido propuesto. Debajo de él aparece la fotografía del lugar de partida.
4)A continuación vienen la Partida y las cinco primeras paradas, que aparecen ilustradas por una información de la historia de cada lugar, la indicación del sitio donde se sugiere la lectura de los poemas, la fotografía del lugar correspondiente (tratada de una forma original con colores vivos, que nos ofrecen un aspecto inédito de esos lugares tan conocidos por los emeritenses), varias actividades de cada lugar (que es conveniente realizar antes de comenzar el recorrido para tener datos previos de los lugares que se van a visitar) y las indicaciones de cómo llegar a la siguiente parada.
 5)Después, en el cuadernillo, viene el descanso que se disfruta en el entorno del Arco de Trajano. Como entretenimiento, se ofrecen pasatiempos referidos al contenido del IPM. También se sugiere la posibilidad de finalizarlo y dejar la segunda parte para recorrerla otro día.
6) El IPM continúa con el resto de las paradas, que son cuatro, y la llegada en el teatro romano. Igual que los tramos anteriores están ilustradas con una información de la historia de cada lugar, el sitio donde se sugiere que se lean los poemas, la fotografía del lugar correspondiente, las actividades de cada lugar visitado y las indicaciones de cómo llegar al siguiente lugar.
7)El recorrido termina con una despedida, que es ilustrada por una fotografía de las gradas del anfiteatro y un poema titulado “Emerita Augusta” del poeta Toribio Mora de Rueda. El cuadernillo se cierra con una bibliografía básica para saber en qué documentación se ha basado el autor del IPM y para quien tenga interés en saber más sobre esos sitios emblemáticos.
El origen del IPM se encuentra quizás en el título de “Poemas para un IPM” que Rufino Félix incluyó en su obra El tiempo y el mar, también en el comentario de Pilar Fernández en “Nueve poetas noveles. La poesía actual en Mérida”, donde asegura que en Mérida hay tantos poetas y tanta poesía porque no se puede vivir en vano en una ciudad con tanta historia, en mis estudios sobre la ciudad de la poesía, que es para mí Mérida, y en mi propia experiencia de ciudadano que, desde 1987, habito en esta ciudad única donde, es cierto, no se puede vivir indiferente.

El IPM, por tanto, procede de la conjunción de historia, arqueología, poesía, vivencias ajenas y propias. Por tanto, no se trata de una mera publicación divulgativa. Su elaboración se ha visto condicionada por las emociones que suscita esa mezcla variopinta con la que se ha conseguido una perspectiva trascendente de la que ha surgido una nueva mirada.


 85.- “POESÍA EN EL ALBERO”, Clarines de Feria  (Mérida), agosto 2007, pp. 122-123.
-“LA HONDA EMANACIÓN DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ EN JESÚS DELGADO VALHONDO”, BRAEX (Trujillo), Tomo XV, 2007, pp. 447-452.
Jesús Delgado Valhondo (Mérida, 1909-Badajoz, 1993) fue un poeta extremeño, cuya experiencia vital y lírica comienza en Cáceres donde la familia se trasladó con motivo de la muerte de su padre. Allí, cuando comenzó a escribir poesía, dos personas muy próximas a él intentaron encaminarlo por las sendas de la poesía regional de Gabriel y Galán y Luis Chamizo, pero el joven Valhondo se zafó de estas presiones, porque su sentido lírico lo encaminaba por una expresión más universal.
Así, su avidez lectora lo hizo conocer poetas y tendencias y beber en la fuente de nuestra tradición lírica en la que, por derecho propio, se encontraba Juan Ramón Jiménez: "Si no recuerdo mal, tú partiste de Juan Ramón. Me contaste que Tomás Martín Gil te aconsejaba volver a Gabriel y Galán pero tú, sin querer, te ibas a Juan Ramón". Esa tendencia innata de Valhondo hacia la lírica, que trataba los universales del sentimiento, lo llevó a la leer la obra completa de Juan Ramón Jiménez que, ya en sus primeras lecturas, lo había atraído por su esencialidad, intimismo y el uso de palabras cargadas de significado: "Juan Ramón Jiménez es el poeta que más ha amado la palabra y el que con más mimo y delicadeza la ha tratado hasta conseguir hacerla cumbre de una idea, de un sentimiento, de una fórmula. Las enlazaba para conseguir las coronas más brillantes y floridas en la historia del lenguaje. Las construía, las hacía imagen. Las imágenes conseguidas por Juan Ramón son una de las esculturas más grandiosas en la vida y pasión de la musicalidad del idioma. Solamente conseguido por inspiración. Por ese oír con hondura" (JDV).
Jesús Delgado Valhondo nunca rehusó reconocer la atracción que sentía por la lírica del poeta de Moguer, pero también quiso dejar claro que había conectado con él por el camino de la emoción y no por el de la imitación: "Juan Ramón está tan presente en mí, porque le he dedicado mucho tiempo. Desde el primer momento que pude saber de 'Platero y Yo', me emocioné. Es un poeta íntegro como Antonio Machado" (JDV).
No obstante, esta atracción emocional ha sido interpretada por varios críticos de la obra lírica de Valhondo, como la de un discípulo que siguió al pie de la letra las consignas del maestro (aunque más como característica destacable que como ataque), negando planteamientos originales al poeta extremeño. Pero, contrariamente, se puede asegurar, después de leer con detenimiento la extensa obra poética de Jesús Delgado Valhondo, que la realidad no fue ésa pues, al menos conscientemente, el poeta extremeño no se vio influido por Juan Ramón tan nítidamente como se asegura, aunque reconozcamos que existan coincidencias emocionales. Por eso estamos de acuerdo con Antonio Zoido cuando afirma que hay en Valhondo una preocupación  por desentrañar el enigma existencial del ser humano que oscila entre el deseo de vivir y la preocupación ante la proximidad de la Muerte, paralela a la que siente Juan Ramón en la etapa final de su poesía.
Es cierto, el aspecto lírico del Nobel que más llamó la atención de Valhondo no fue temático ni formal sino emotivo, pues lo que realmente le impresionaba de Juan Ramón fue su capacidad lírica para crear un mundo trascendente propio por medio de la esencia de la palabra: "Juan Ramón Jiménez, el portentoso poeta, el creador, por medio de la palabra, por arte y magia de la palabra, del mundo poético más generoso y espléndido de nuestro tiempo. [...] Juan Ramón estrena siempre las palabras. Hay algunas que hasta que no las usó él parece que no hubiesen existido. Es el poeta más extenso y líricamente profundo" (JDV).
Sin embargo, aunque encontramos en la poesía de Valhondo puntos coincidentes con la de Juan Ramón, la influencia del Nobel en el poeta extremeño es más que poética de honda emanación espiritual. Este texto, escrito por Valhondo, después de visitar la casa del Nobel, nos aclara tal relación anímica: "Nos sentamos -perdón por tanta osadía- en su sillón. Me inundó una tremenda tristeza y estuve a punto de llorar ¡Cuánta devoción, Dios mío! Vamos dejando la vida en los objetos, en las personas, en la misma vida que nos rodea [...]. Hay un airecillo quieto y casi olvidado tras un murmullo sutilísimo de tiempo en un espacio donde cabe un mundo: el del poeta. Hay allí un cruce de miradas que duelen" (JDV).
De todas formas, no negamos que Valhondo deseara crear un ámbito lírico personal guiándose por el que había conseguido Juan Ramón y por su quimérica búsqueda de la palabra exacta pues, como asegura Eugenio Frutos, Jesús Delgado Valhondo tiene la originalidad y la sorpresa de la poesía de Juan Ramón en su forma personal, pero advierte que de ninguna manera su poesía es una réplica ni una continuidad, pues Valhondo es menos poeta puro y más hombre-poeta en su inmediatez y su sencillez expresiva. Es más, Valhondo llegó a sentir devoción por el Nobel, como nos muestran los textos citados en este ensayo, donde el poeta extremeño se refiere al poeta de Moguer, y otros hechos como:
1) La composición del poema titulado "Juan Ramón Jiménez":
                                                                    
                                                                   I

Eres, Juan Ramón Jiménez,
universo mío:
amar, padecer.

A ti porque Dios nos oiga
abriendo las puertas
del amanecer.

Porque tus poemas,
en mi campo-patria,
vuelvan a crecer.

Porque tus poemas
vivan y persistan
en mi acontecer.

                        II

Quisiera ofrecerte
un árbol supremo
de viento y laurel.

Aunque no dispongo
de mayores cosas
que un blanco papel,
donde voy vertiendo
lo poco aprendido
sobre mi mantel.

Aromas, veredas,
silencios, misterios,
aceras de piel.

Y dentro de casa
leyendo te vuelo
en ti cielo fiel.

2) El título de un libro de Valhondo, Aurora. Amor. Domingo, que procede del último verso de un poema del Nobel, titulado "Poeta", que forma parte de Bonanza (1911-1912), libro de Juan Ramón incluido en su Tercera Antolojía Poética. El poeta extremeño seleccionó este verso como homenaje y muestra de admiración, después de realizar una visita a la casa de Juan Ramón en Moguer: "Mi homenaje a Juan Ramón fue sencillo. Le puse como título a un libro mío un verso juanramoniano 'Aurora. Amor. Domingo'".
3) Quizás, inconscientemente, Valhondo también eligiera el título de su primer libro editado, Hojas Húmedas y Verdes, recordando el de uno de los primeros libros de Juan Ramón, Las Hojas Verdes(1909).
Esta conexión con Juan Ramón será el asunto más ingrato, que deba soportar el poeta extremeño, pues se convertirá en un auténtico sambenito con el que diversos críticos, creyéndolo beneficiar, han explicado sin más profundizaciones los fundamentos de su poesía en comentarios superficiales que lo perjudican. De ahí que el poeta extremeño tuviera que defender su independencia y originalidad en varias ocasiones: "Mi poesía no es juanrramoniana, ni pertenece a ningún estilo. A mis versos he procurado revestirlo siempre con cuanto de válido había en mi propia personalidad. La poesía viene a ser algo tan personal e íntimo que un determinado poeta, aun catalogando a su obra dentro de una misma corriente, puede escribir un tipo de versos totalmente nuevos y distintos a cuantos se hayan escrito hasta el momento".
Así lo reconoce Antonio Zoido, diciendo: "Su poética [la de Valhondo] fue de compendio epocal. De la sentenciosa profundidad de Machado, a la episódica brillantez de Alberti, hasta fundirse en buceadora transformación con los poetas de postguerra. De ahí su feraz sementera". En otro momento, el mismo Zoido asegura tajantemente: "Toda poesía que merezca este nombre, tiene que participar de cultas absorciones precedentes, pero se enaltece si las adherencias se resuelven en triunfal personalidad".
Estamos de acuerdo con esta opinión: Valhondo, como buen lector y humilde aprendiz, se sintió influido por Juan Ramón y, además, por buena parte de nuestros clásicos (Manrique, Quevedo, Calderón, Bécquer, Unamuno, Machado ...). Pero este hecho, lejos de perjudicarlo, es un punto a su favor, porque supone la mejor garantía de que nos encontramos ante un lírico formado en la mejor escuela, la de nuestra larga y cimentada tradición lírica, que es el medio más digno y coherente para que una obra lírica alcance el grado de trascendente como la de Valhondo: "Sólo se es original dentro de una determinada tradición" dijo Thomas S. Eliot. Luego, supo imprimirle sentimiento sincero y, por eso mismo, su obra poética adoptó una voz personal que dista mucho de la que escuchamos en la de los poetas citados.

Elogios de Juan Ramón Jiménez a Jesús Delgado Valhondo

En 1954, le sucede un hecho especialmente significativo: Recibe carta de Juan Ramón Jiménez, que elogia sus poemas de La Esquina y el Viento y su poesía personal:
    
"Mi querido Jesús Delgado Valhondo:

     Gracias, poeta, por su libro 'La Esquina y el Viento', que me ha retenido mucho.

     Un libro tan naturalmente escrito y con la misma hondura diaria conque jira la rueda de un carro por un camino o como entra y sale el agua como aceña de un molino, carro y agua que hacen su faena cotidiana tan cumplidamente, es un regalo para mí. Esa manera de decir su vida, me satisface; esa tensión como sin usted quererla ni saberla, a fuerza de ser corriente; igual que mirar o como oír su hondura.
     Que llegue usted en su dar diario a donde puede. No lo evite usted.

     Su amigo".
Firma [Juan Ramón Jiménez]

La impresión que causa este detalle en el ánimo de Valhondo, tuvo un efecto no sólo práctico sino también espiritual: "Envié mis libros a Juan Ramón, La Esquina y el Viento, y me contestó con una carta que es como uno de sus mejores poemas". Para Pedro Caba este hecho suponía comprobar el pobre estado moral de la intelectualidad de aquella época, que no había querido reconocer en Valhondo las virtudes líricas descubiertas ahora por el Nobel: "Me duele y me ha complacido mucho que Juan Ramón tenga ese concepto de tus poemas. Pero me duele porque esto es el país de los desconocidos. No porque no nos conozcamos, sino porque hacemos todo lo posible por desconocernos unos a otros. Te merecías un lugar mucho más elevado públicamente en la poesía española".
Paralelamente a este hecho, Ricardo Gullón citará los comentarios elogiosos, que escuchó a Juan Ramón sobre Valhondo, en sus conversaciones con el poeta de Moguer: "Aquí traigo, un libro, La Esquina y el Viento, de Jesús Delgado Valhondo nutrido de la mejor poesía moderna". No será el único comentario de Juan Ramón sobre la poesía de Valhondo, pues Gullón recuerda, en el prólogo de los Sonetos Espirituales del Nobel, haberle oído decir que apreciaba su lírica: "[...] Juan Ramón elogiaba en la intimidad poemas de Gerardo Diego y José Hierro, de Unamuno y de poetas menos conocidos, como Pilar Paz [del grupo gaditano "Platero"] o Jesús Delgado Valhondo, de quienes me leyó versos muy hermosos".
Este reconocimiento supuso para Valhondo un aumento de su prestigio y un gran aliento moral, pues fue decisivo para sentirse seguro de su capacidad lírica: "No me atrevía a utilizar la palabra 'poeta' hasta que me lo dijo Juan Ramón Jiménez; entonces comencé a darme ánimos y garantías" (JDV). Y, además, para experimentar una enorme satisfacción personal y una sólida seguridad en sí mismo: "Esto, Fernando, me ha llenado de una gran satisfacción [...] Me parece que cada vez estoy más hecho, más maduro. Más seguro de mí" (JDV).
Ante estos comentarios, se puede pensar que la pasión de Valhondo por la poesía de Juan Ramón proceda de este momento, pero no es así pues su atracción le viene de muchos años antes, como se puede comprobar en sus primeros libros: Canciúnculas, donde publica un poema titulado "Viaje de Platero y yo", y Pulsaciones, en el que encontramos el poema titulado "El loco".


LA SOLEDAD DE LAS ARENAS”, REEx (Badajoz), LXIII, III, septiembre-diciembre, 2007, pp. 1602-1603.
La soledad de las arenas es un poemario donde Rufino Félix potencia su intensidad emocional mostrando con mayor nitidez sus virtudes poéticas, a saber: su enternecedora nostalgia por el tiempo ido, su fina sensibilidad como medio de rescatarlo y su riqueza de vocabulario.
La nostalgia hace su aparición cuando el poeta recuerda su infancia perdida (“no está la casa de mi infancia / y la mujer es sombra que habita en el silencio, / mientras que por la plaza, angustiado paisaje, / se desvanece un niño / perdido en la neblina del ayer”, “Día de fiesta”), evoca su época de plenitud (“voy a quedarme desvalido / sin tu ansiada armonía, / y es duro ser mendigo de los sueños / cuando se ha poseído su riqueza”, “Antes”) o rememora a su madre (“De nuevo la tormenta, / […] / Y tú no estás, / temerosa y creyente, / serenando los miedos infantiles; / ahora que más preciso tu compaña / sabiendo que se acerca / el resonar del tiempo en su abandono”, “Tu compaña”).
 También aparece, junto a estas dolorosas pérdidas, la tristeza del poeta por no poder experimentar el goce sentido en su etapa dorada (“la orilla. Unos labios saciados / de ola ininterrumpida. / –Quién hizo eterno este maridaje / sabiendo que los besos se marchitan–. // En libertad, los cuerpos gozadores / celebran en la playa su ufanía. / –Monógamo forzoso, el mar amante / sobre la arena inerme se vacía–”). Placer y plenitud siguen unidos en la mente del poeta, porque ambos términos son sinónimos de vitalismo ante la existencia y de atracción por la belleza y la sensibilidad de la mujer. Y también porque lo conectan con el momento cumbre de su juventud cuando el tiempo se detuvo e hizo creer al joven radiante y eufórico que esa simpleza existencial del paso del tiempo sólo afectaba a los otros.
Como remedio el poeta sigue empleando la sensualidad para ralentizar el paso del tiempo (“Las pupilas me arden. / Mantengo en la mirada / todo el fuego / de tu cuerpo en sazón”,  “En sazón“”), el deseo como una forma propicia de rescatar el pasado (“Aterido clavel bajo entreabiertos soles, / busco recuperarte / en la hoguera del éxtasis; / y mis ojos se quedan despojados de ti, / ceniza y ascuas”, “Muchacha nórdica”), la esperanza como bálsamo reparador de la melancolía (“En tus ojos, abril; / en los míos, tu presencia / floreciendo el hervor en las pupilas, / dándoles claridad, renacimiento”, “Abril”) y los recuerdos como un modo de conexión con sus orígenes y de victoria sobre el tiempo (“esta hoguera viva / que ya es toda la casa / le da a su corazón sangre temprana / y restaura el estrago que el silencio / dejó en su soledad”, “Paraíso de luz”).
Y todo esto Rufino Félix lo dice con una riqueza de vocabulario donde resulta llamativa la recuperación (paralela a la de su memoria) de palabras vigentes en su época de plenitud, que hoy están en desuso, o , en su lugar, una creación de términos con sabor de antaño (sonería, verdecida, hervor, apausada, falsía, abismar, apetencia, zurear, tornadizo). El poeta, consciente del valor trascendente de las palabras, las recupera y las remoza para reconstruir, a través del lenguaje, un ámbito que el tiempo se había encargado de eliminar: “Y si ahora he de seguir / sabiendo que se amustian labios desmemoriados / que el mar no reconoce / cuerpos en abandono / y los pasos tardean cansadamente”.

A pesar de que en este libro el poeta continúa con su intranquilidad existencial, se detecta un cambio de tono que muestra una disminución de su antiguo desasosiego ante el paso del tiempo y la aceptación de su caducidad, pues ahora abriga la esperanza de permanecer en la voz de su palabra después de extinguirse físicamente: “Desoyendo el lamento / de voces desgarradas, / seguiré aquí, al socaire / de la canción del alba / que eterniza en el verso / la luz de las palabras” (“Al socaire”). También se advierte que La soledad de las arenas conecta con su libro anterior Las ascuas, pues arenas y ascuas se extinguen lenta y calladamente indicando que el poeta ha tomado conciencia de su consumación: “Si he de partir ahora, / que alguien venga y libere / mis lastrados impulsos / del fulmíneo rigor, / y haga que el desbocado / viento de anochecida / amaine esta presura / que violenta el adiós de los pañuelos” (“El rayo”). Esa concienciación indica que el poeta ya no ve su extinción con el dolor de antes sino que está dispuesto a esperarla con entereza y gallardía pues, consciente de que su tiempo se ha consumido, no dedica sus energías a lamentarse sino que ahora sólo anhela reposar eternamente arropado por las aguas marinas: “Litoral codicioso, / tálamo, reverbero / de rayos cenitales, / la arena nos unió; y, arrebatados, / descendimos al cráter abisal, / donde encienden las aguas / el eterno misterio”.

ELOGIO DE DON MODESTO”, Torremayor, iglesia parroquial, 9-5-07.
Hace cuarenta años, en este mismo altar, debuté como monaguillo porque, a punto de comenzar la misa de ese día, ocurrió un pequeño incidente, propio de muchachos: Los dos monaguillos oficiales, Anselmo, “el hijo del cartero”, y Antonio, “el hijo del carnicero”, no se pusieron de acuerdo en cuál de los dos debía llevar las vinajeras y el desacuerdo se resolvió con un golpe de misal de uno en la nariz del otro y con la consiguiente hemorragia nasal. Ante este episodio poco edificante, el sacerdote de aquel entonces don Antonio Fuentes los sancionó con que no ayudaran en la misa ese día y yo, “el hijo del panadero”, ocupé su puesto.
 Don Antonio Fuentes era una persona estupenda, aunque superficialmente pareciera distante: amable, atento y con un marcado carácter. Ayudó mucho a la gente y por ello fue muy querido y recordado. Cuando se marchó del pueblo, todos los sentimos. Muchos años después, en 1990, cuando yo estaba ya casado y tenía a mis dos hijos, me lo encontré en Azuaga y, antes de que se me olvidara aquel grato encuentro, mi madre me anunció que había muerto aún joven.
 El hueco que dejó en nuestro pueblo aquel estupendo cura, por suerte para nuestro ánimo, fue llenado con creces por su sustituto, un sacerdote joven con una acusada y encantadora personalidad: cercano, natural, cariñoso, espontáneo, con un arrollador vitalismo y un extraordinario don de gente, cuya bonhomía y capacidad de comunicación nos conmovió a todos. Era don Modesto.
 Durante años pudimos gozar de su presencia, que lo llenaba todo, porque estaba en todas partes no para lucirse sino para ayudar física, espiritual, moral e, incluso, económicamente, a quien lo necesitaba. Él no distinguía entre éste o aquél, con cualquiera charlaba, se relacionaba, aconsejaba, orientaba, apoyaba. Era tal su conexión con la gente que todo el pueblo era su casa y la casa del cura era de todo el pueblo.
 Cuando nos pasaba algo, íbamos a contarle nuestros problemas y él nos los resolvía. Lo mismo nos ayudaba a rellenar un documento para presentarlo en algún organismo estatal, que nos acompañaba al médico si era necesario, que nos consolaba en momentos de aflicción, que nos llevaba a donde hiciera falta en su seiscientos (yo no sé cómo entraba y salía con tanta facilidad aquel cuerpo tan grande en un coche tan pequeño).
 Yo era entonces un adolescente y me acuerdo que la juventud no tenía un lugar donde expansionarse. Don Modesto, atento a todo, lo advirtió y creó el centro parroquial, donde veíamos películas, leíamos libros, oíamos música y nos relacionábamos. Hoy día, que tenemos de más, esto puede parecer una cosa normal pero, en aquella época donde carecíamos de casi todo, cualquier iniciativa en ese aspecto era un acontecimiento especial, que influyó positivamente en nuestras vidas adolescentes.
 De este modo, sin pretenderlo, enseguida se integró en el pueblo y todos lo aceptamos como uno más de nosotros. De tal forma esto era así que me acuerdo, como si fuera ahora, que más de una vez a la hora de la comida se presentaba en casa y simplemente con decir “vengo a comer” todos a una le abríamos un hueco en la mesa y comíamos felices por la visita inesperada. A veces, incluso, se presentaba con seminaristas. Don Modesto era así de espontáneo y atractivo y de esa manera nos hacía ser a los demás sin proponérselo porque, entre otras virtudes, su solidaridad era hasta enternecedora.
 Me acuerdo de que, en las dos o tres ocasiones que mi padre cayó enfermo durante los años que él estuvo aquí, se presentaba a las seis de la mañana para repartir el pan. Yo (o mi hermano Francisco) lo acompañaba y aquello era una fiesta, porque para todos nuestros clientes tenía una palabra cariñosa, un chiste o una conversación, que siempre resultaba simpatiquísima y entrañable especialmente con el camarero del bar España de Valdelacalzada, que tenía un carácter parecido al suyo y era un gozo verlos sacarle gracia a cualquier detalle, mientras desayunábamos. Cuando dejaba de ir, todos preguntaban por él y, cuando volvía, resultaba una fiesta. Él era la bondad y la alegría personificada.
 Cuando se marchó del pueblo, todos fuimos a despedirlo. Fue uno de los días más tristes de nuestras vidas, porque nos sentimos desamparados; todavía me acuerdo, a pesar de los muchos años pasados. Desde entonces, me he habituado a admitir en mi ánimo sin sentir una profunda conmoción que, en cualquier momento, un familiar, un amigo, un vecino, un buen compañero de trabajo me diga: “Me voy” y sin más desaparezca de mi vida como don Modesto desapareció de las nuestras. Y, desde entonces también, reconozco en mi mente la gran tarea humana que han realizado y realizan los sacerdotes en los pueblos, más nítida en aquellos tiempos de penurias económicas, sociales y culturales. El médico (don Julián, don Rafael), los maestros (don Daniel, don Antonio) y el sacerdote (todos vivían aquí, entre nosotros), cumplían una función social de primer orden y muchos nos hemos curado, estudiado o prosperado en nuestras vidas por la sabia acción y orientación de estas personas preparadas mental, social y profesionalmente.
 Una de esas personas, que más han influido en el pueblo, fue don Modesto. A él quiero dedicarle los versos de un poema, que es un hondo lamento por una persona fallecida, una elegía, cuyo contenido seguro que representa el sentir de todos los que nos encontramos hoy aquí, como homenaje de reconocimiento y admiración por quien nos dio tanto. Compuso este poema el poeta Miguel Hernández (cuya voz ahora imitamos) a su querido amigo Ramón Sijé (ahora D. Modesto). Dice así:

Yo quiero ser llorando el hortelano 
de la tierra que ocupas y estercolas, 

compañero del alma, tan temprano.



Alimentando lluvias, caracolas 
y órganos mi dolor sin instrumento. 

a las desalentadas amapolas



daré tu corazón por alimento. 
Tanto dolor se agrupa en mi costado, 
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado, 
un hachazo invisible y homicida, 

un empujón brutal te ha derribado.



No hay extensión más grande que mi herida, 
lloro mi desventura y sus conjuntos 

y siento más tu muerte que mi vida.



Ando sobre rastrojos de difuntos, 
y sin calor de nadie y sin consuelo 

voy de mi corazón a mis asuntos.



Temprano levantó la muerte el vuelo, 
temprano madrugó la madrugada, 

temprano estás rodando por el suelo.



No perdono a la muerte enamorada, 
no perdono a la vida desatenta, 

no perdono a la tierra ni a la nada.



 En mis manos levanto una tormenta 
de piedras, rayos y hachas estridentes 
sedienta de catástrofes y hambrienta.



Quiero escarbar la tierra con los dientes, 
quiero apartar la tierra parte a parte 

a dentelladas secas y calientes.



Quiero minar la tierra hasta encontrarte 
y besarte la noble calavera 

y desamordazarte y regresarte.



Volverás a mi huerto y a mi higuera: 
por los altos andamios de las flores 

pajareará tu alma colmenera



de angelicales ceras y labores. 
Volverás al arrullo de las rejas 

de los enamorados labradores.



Alegrarás la sombra de mis cejas, 
y tu sangre se irán a cada lado 

disputando tu novia y las abejas.



Tu corazón, ya terciopelo ajado, 
llama a un campo de almendras espumosas 

mi avariciosa voz de enamorado.



A las aladas almas de las rosas 
del almendro de nata te requiero, 

que tenemos que hablar de muchas cosas, 

don Modesto del alma, compañero.


Pero no tengamos pena, me digo y os digo a vosotros y en especial a su familia, porque estoy seguro de que él no quiere vernos tristes. Tengamos consuelo porque, si alguien se merece estar a la derecha del Padre allá en el cielo por cumplir con su mandato supremo de amarnos los unos a los otros …, ése es don Modesto.

ACTIVIDAD CULTURAL EN EXTREMADURA A MEDIADOS DEL SIGLO XX”, REEx (Badajoz), LXIV, I, enero-abril, 2008, pp. 155-172.
Durante los años 50 del siglo XX, se produce una reactivación de la actividad cultural en Extremadura, que se observa en los tres núcleos más activos de la región (Badajoz, Cáceres y Mérida).
El ambiente cultural de Badajoz se mueve alrededor de la Diputación, la Revista de estudios extremeños (creada en 1927), el Ayuntamiento, el periódico Hoy (fundado en 1933), las revistas poéticas Alor y Gévora, las actividades de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, dos cátedras de cultura (Donoso Cortés y López Prudencio), grupos de teatro como El retablo (dirigido por Juan José Poblador) y la celebración de Fiestas de la Poesía, Juegos Florales, tertulias, conciertos, exposiciones, representaciones teatrales, conferencias, conmemoraciones, recitales y cursos de verano, que unas veces surgen de la iniciativa institucional y otras del dinamismo particular de personas o grupos amantes de la cultura.
El ambiente cultural de Cáceres gira en torno a la revista Alcántara que, fundada en 1945 por iniciativa de Tomás Martín Gil, Jesús Delgado Valhondo, Fernando Bravo y José Canal, pasa a depender de la Diputación Provincial cacereña a partir del número 15. Su objetivo primordial era recoger y difundir el ambiente de inquietudes que sus creadores detectaban por aquella época en la región. En sus tres primeras décadas, la revista se convierte en el centro de la literatura escrita en Extremadura, pues en sus páginas publican los más destacados escritores extremeños del momento. Paralelamente, en la capital cacereña se realizan múltiples actividades poéticas, cinematográficas, pictóricas, artesanales y folklóricas.
El ambiente cultural de Mérida se centra en las actividades organizadas por el Liceo, el Ayuntamiento, la biblioteca Juan Pablo Forner y los poetas que participan en las revistas Mérida, Jaire, Olalla y el semanario Mérida. Como las dos capitales de provincia, Mérida se convierte en un centro cultural donde se celebran numerosas actividades de la más variada índole durante los años 50.
También se nota esta reactivación cultural en otros lugares periféricos donde personas entusiastas, como las que se agrupan en el Seminario de Estudios Pedro de Trejo de Plasencia o la Asociación de Amigos de Guadalupe, realizan loables esfuerzos por mantener un ambiente dinámico en sus lugares de origen organizando actividades culturales.
Desde el final de la década anterior, los componentes de estos focos venían entablando relaciones por medio de la I Exposición Interprovincial del Libro Extremeño organizada en Cáceres (1948) y de las Asambleas de Estudios Extremeños (la I celebrada en Badajoz, 1948, y la II, en Cáceres, 1949). Este contacto, que cohesiona a los escritores en torno a actividades culturales, es fomentado por los periódicos Hoy y Extremadura que, a principios de los años 50, inician la edición de una página literaria donde publican, entre otros escritores, Álvarez Lencero, Manuel Pacheco, Delgado Valhondo, Manuel Monterrey, Fernando Bravo, José Canal o Juan Luis Cordero, que se prodigan también en las revistas poéticas de la época.
Esta inquietud regional llega hasta Madrid, donde el día 17 de diciembre de 1950 se crea la Asociación de extremeños residentes en la capital, en cuya directiva se hallaban Rafael Sánchez Mazas y Diego María Crehuet. Su objetivo era implicar a todos los extremeños que ocupaban puestos relevantes en la capital, para que ayudaran a solucionar los problemas de Extremadura de una forma directa y rápida.
Tales iniciativas se benefician, desde agosto de 1950, de la creación del Departamento Provincial de Seminarios de F. E. T. y de las J. O. N. S. por la Secretaría General del Movimiento para difundir los valores culturales de la región y estimular el carácter apático de los extremeños con actividades sobre temas económicos a través de ciclos de conferencias y la edición de libros.
Además, con el objetivo de solidificar los pilares ideológicos del régimen, se ensalzan figuras del pensamiento conservador como Juan Donoso Cortés, en cuyo homenaje (celebrado en Extremadura de 1950 a 1953) se destacaron su sentimiento antirruso y sus virtudes cristianas. Siguiendo estas pautas, en 1951 la región se suma al V Centenario de los Reyes Católicos a través de actos organizados en Cáceres, Badajoz y Guadalupe, y se conmemora el Cincuentenario de la muerte de Gabriel y Galán en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, Frades de la Sierra y Guijo de Granadilla.
En Madrid se inaugura el Hogar Extremeño con la celebración de unas Jornadas Extremeñas en el Colegio Mayor San Pablo, donde se incluyen una exposición de libros extremeños, la representación de El alcalde de Zalamea y la recitación de poemas de Gabriel y Galán y Chamizo. A largo del año, además, se organizan veladas musicales, actos literarios y un ciclo de conferencias en el que participan Pedro Caba, Alfonso Albalá, Pedro de Lorenzo y Fernández Figueroa.
Además se editan desde 1951 hasta 1958 libros de temas variados, que conforman la denominada Biblioteca Extremeña del Movimiento y se dedica especial atención a documentos y manuscritos que tratan sobre Extremadura. En 1952, la región homenajea a Antonio Reyes Huertas en Campanario. 
En 1958, la Dirección General de Enseñanza Primaria y la Junta Nacional contra el Analfabetismo organizan la Campaña de Educación Fundamental en la Siberia extremeña para llevar información y cultura a esta zona alejada de los focos más activos. Maestros, inspectores y políticos son acompañados por los escritores Luis Álvarez Lencero, Jesús Delgado Valhondo, Manuel Pacheco, Juan José Poblador y Antonio Zoido que, además de intervenir en charlas sobre la poesía y el libro, participan en recitales públicos. La revista Jara, dirigida por Antonio Zoido (director) y Jesús Delgado Valhondo (subdirector), fue el medio difusor de la Campaña.
Además de estas actividades organizadas a nivel provincial o regional, se celebran otras en los focos culturales más activos de Extremadura.
FIESTA DE LA POESÍA
Desde 1952, la Fiesta de la Poesía se conmemora en Badajoz el 21 de marzo, día en que comienza la primavera. Normalmente los actos se inician con una misa dedicada a San Juan de la Cruz, patrón de los poetas, a la que asisten vates de la capital y de la provincia que, posteriormente, se reúnen en un restaurante para participar en una comida con lecturas de poemas en la sobremesa. Por la tarde, se realiza una actividad cultural en un lugar relevante como la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde la intervención de los poetas es complementada con preguntas del público, disertaciones sobre temas literarios y actuaciones musicales.
Esta actividad central se completaba con un recital en Radio Extremadura (1952, 1954 y 1955), la página lírica del periódico Hoy(1956 y 1957), un ciclo poético en Radio Badajoz (1956 y 1958) o la presentación de Pétalos de sombra del poeta Manuel Monterrey (1959). En estos actos participaron Luis Álvarez Lencero, Pedro Belloso, Fernando Bravo, Francisco Cañamero, Julio Cienfuegos, Manuel Delgado, Jesús Delgado Valhondo, Alfonso y José Díaz-Ambrona, Baldomero Díaz de Entresoto, Luis González Willemenot, Antonio Juez, Manuel Monterrey, Gabriel Moreno, Eladia Morillo-Velarde, Manuel Pacheco, Juan José Poblador, Juan María Robles, Francisco Rodríguez Perera, Manuel Ruiz González-Valero, Enrique Segura Otaño, Antonio y Eloy Soriano, Araceli Spínola, Manuel Terrón Albarrán, María Pilar Trevijano, Francisco Vaca Morales, Celestino Vega, Antonio Zoido.
En 1951, la I Fiesta de la Poesía en Mérida se celebró con un acto poético en una huerta junto al acueducto de los Milagros. En 1952, esta actividad poética tuvo como fondo el mismo monumento. A partir de este año, la Fiesta de la Poesía se celebrará en lugares distintos como el Círculo de Artesanos, el Liceo, el Casino o el Mesón El labrador. Desde Badajoz y Cáceres asistían a esta celebración Manuel Pacheco, Antonio Juez, Fernando Bravo o José Canal, que leían sus poemas. Al final, Demetrio Barrero solía recitar a Chamizo. También en 1952 se celebra en Cáceres la Fiesta de la Poesía con un acto literario en Radio Cáceres y, en 1956, con la edición de páginas especiales en el periódico Extremadura y audiciones poéticas en la emisora local. En 1954, Félix Valverde, Antonio López Martínez y otros poetas participan en el semanario Mérida para celebrar la llegada de la primavera.
HOMENAJES
Otra actividad destacada en los años 50 fue los homenajes a intelectuales, escritores y pintores. En Badajoz se homenajea a Juan Donoso Cortés (1952), Adelardo Covarsí (1953), Pío Baroja, Carolina Coronado y Luis Chamizo (1957), Eugenio Hermoso y Manuel Monterrey (1959).
En 1956, Jesús Delgado Valhondo recibe en el Casino de Badajoz un homenaje (a propuesta del sacerdote-poeta Francisco Cañamero) por ganar los Juegos Florales convocados por el Ayuntamiento. En el acto intervinieron Antonio Zoido por Badajoz, Francisco Baviano por Mérida y Fernando Bravo por Cáceres, el alcalde Ricardo Carapeto, el homenajeado, los poetas Morillo-Velarde y Rodríguez Perera y el recitador Demetrio Barrero.
La tertulia Alcántara de Cáceres celebra en 1952 un homenaje a Antonio Reyes Huertas con una velada necrológica en Radio Cáceres, donde Muñoz de San Pedro (conde de Canilleros) leyó una nota biográfica, Cástulo Carrasco recitó los poemas “Camposanto” y “Esa mano de tierra” de Jesús Delgado Valhondo y varios ponentes (Narciso Puig, Dionisio Acedo, Fernando Bravo y Romero Mendoza) trataron diversos aspectos de la obra del novelista extremeño.
FERIAS  DEL LIBRO
También a mediados del siglo XX se realizaron celebraciones en torno al libro. En 1950, se celebra la Feria del Libro de Mérida organizada por el Instituto Nacional de Enseñanza Media Santa Eulalia y el Patronato de la Biblioteca Municipal Juan Pablo Forner. En el acto de inauguración intervinieron José Álvarez Sáenz de Buruaga, director del Museo y de la Biblioteca, los profesores López Martínez con el tema “Códices y libros de España: los miniaturistas de Guadalupe” y Francisco Arévalo con “Cervantes, miembro de la clase media”. Finalmente, el alcalde Francisco Baviano cerró el acto entregando libros a los alumnos y a los lectores más destacados.
En 1953, se organiza en Badajoz la Fiesta del Libro con un acto en el Instituto de Segunda Enseñanza, donde intervino el alcalde Ricardo Carapeto, el orfeón femenino y Guillermo Díaz-Plaja, que pronunció una conferencia sobre cultura.
En 1955, se celebra la Feria del Libro de Cáceres con un acto en el ayuntamiento donde participaron el alcalde Luis Ordóñez y el director de Alcántara Romero Mendoza. En 1956, Sáenz de Buruaga abre la Feria del Libro de Mérida con el tema “El libro a través de los tiempos”. En 1958, se exponen en los escaparates de la librería Doncel de Badajoz las 108 portadas, realizadas a mano por Lencero  y Julián Báez, del número sobre Picasso publicado por la revista Gévora.
CELEBRACIONES Y REUNIONES POÉTICAS
Numerosas son las actividades líricas que se registran en el Medio Siglo extremeño. En 1950, se le dedica en Mérida una velada literaria a Luis Chamizo, en la que intervienen el organizador, Francisco Arévalo, con el tema “El paisaje en la obra de Chamizo”, Juan Uruñuela con “El cantor de la parda tierra extremeña, Luis Chamizo”, Santos Díaz Santillana con “El poeta es inmortal”, Tomás Rabanal Brito con “Notas para una interpretación de Chamizo y los castúos”, Félix Valverde Grimaldi con “Luis Chamizo, alma y paisaje” y Antonio López Martínez con “Chamizo: tres glosas y tres sonetos a sus libros”. Además se leyó un trabajo de Ana Finch, un soneto de Francisco Baviano y versos del poeta inglés Robinson. Por último, Demetrio Barrero y Andrés Valverde recitaron poemas de Chamizo, que simbólicamente se hallaba presente en un lugar destacado con un gran ramo de claveles.
En 1951, la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto de Cáceres organiza recitales poéticos. En uno de ellos, participa Fernando Bravo con una charla sobre la inclusión de la poesía en las Bellas Artes y el poeta Santos Sánchez-Marín ofrece un recital poético.
En 1951, el Liceo de Mérida celebra su 50 Aniversario con un programa de actividades. El acto inaugural fue abierto por su presidente Ángel Pacheco, Santos Díaz Santillana resumió la historia del Liceo, Baldomero Díaz de Entresotos habló de Mérida a comienzos del siglo XX y se cerró el acto descubriendo una lápida en honor de los fundadores. Entre las actividades organizadas destaca una velada literario-musical en la que  actúan Francisco Arévalo, Francisco Horrillo, Santos Díaz Santillana, Félix Valverde Grimaldi, Juan Uruñuela, García de Vinuesa, Manuel Domínguez, Rabanal Brito, Alberto Sánchez, Antonio López Martínez, Sáenz de Buruaga, Rufino Félix, Baldomero Díaz de Entresotos, José María Laullón, Puig Megías, Francisco Baviano, Ana Finch, Jesús Delgado Valhondo, Demetrio Barrero (parte literaria), los pianistas Isidro Duque y Carmona y el violinista Macedo (parte musical).
En 1951, el Seminario de Estudios Pedro de Trejo de Plasencia organiza un certamen literario de poesía, que gana Antonio Medina Torrejón. En la entrega de premios, Jesús Delgado Valhondo pronuncia una conferencia titulada “El poeta y los niños” y recita varios de sus poemas.
En 1953, se organiza en Badajoz una velada poético-musical a cargo de la guitarrista Meme Chacón y los poetas Eloy Soriano, Manuel Monterrey, Celestino Vega, Terrón Albarrán, Díaz de Entresotos, Antonio Zoido, Delgado Valhondo, Manuel Pacheco, Álvarez Lencero y Rodríguez Perera.
En 1954, se celebra una fiesta poética organizada por la cátedra pacense Donoso Cortés, en la que intervienen José Díaz Ambrona y los poetas Manuel Monterrey, Terrón Albarrán, Álvarez Lencero, Rodríguez Perera, Antonio y Eloy Soriano, Antonio Zoido, Eladia Morillo-Velarde y Manuel Pacheco. También participan el poeta madrileño Martínez Remi y el portugués Mario Beirao, que recitó poemas titulados genéricamente A minha poesía sobre Espanha.
En 1955, se organiza en la Casa de la Cultura de Cáceres un recital poético, donde intervienen Fernando Bravo, José Canal y Jesús Delgado Valhondo, y una exposición pictórica con cuadros de Adelardo Covarsí, Eugenio Hermoso, Magdalena Leroux, Ortega Muñoz, Solís Ávila y esculturas de Pérez-Comendador. En la primavera el gobernador civil de Cáceres, Antonio Rueda, convoca las Jornadas Literarias por la Alta Extremadura, que consistieron en llevar a sesenta y dos escritores extremeños y foráneos a visitar la parte norte de Cáceres, con el propósito de que la conocieran y difundieran su atractivo. Lali Soldevilla, una de las participantes, recitó poemas medievales en la plazuela de San Mateo de Cáceres y en la escalinata del monumento a Pizarro en Trujillo. Antes de terminar el año, también se celebra un recital poético organizado por el Departamento de Seminarios de la Falange de Cáceres en el que intervienen el poeta sevillano Fausto Botello, el pacense José Luis Tafur y el canario Guillermo Servando.
También el ayuntamiento pacense, con motivo de la Feria de San Juan, convoca en 1955 el Certamen Ciudad de Badajoz que, en su apartado de poesía, gana "Himno a Badajoz" de Francisco Rodríguez Perera y, en la modalidad de artículos periodísticos, "La ciudad de Badajoz y su término" de Luis Gálvez. Además en este año, los poetas de la ciudad organizan en diversos lugares reuniones semanales denominadas “Versos al atardecer” y se celebra un recital poético con poetas locales y la colaboración de poetas de “Versos a medianoche” del Café Varela de Madrid. Además, la imprenta Arqueros crea laBiblioteca de Autores Extremeños con la edición de Poesías de Carolina Coronado.
En 1956, Cáceres monta una velada literaria dedicada a la Virgen de la Montaña, donde recitan poemas Fernando Bravo y Gabriel Romero. También se convocan dos concursos poéticos: En el organizado por el S. E. U., que fue dedicado a Gabriel y Galán, José Canal obtiene el primer premio con su poema “El poeta necesario” y reciben una mención especial José María Valverde y Adriano del Valle. El otro certamen se convoca para celebrar la Consagración de Extremadura al Corazón de María. Eugenio Frutos obtiene la flor natural por una loa escenificada y también son premiados los hermanos Murciano y Francisco Cañamero. Además, en este año, se realizan dos recitales poéticos luso-españoles en Badajoz.
En 1956, el consistorio pacense convoca unos Juegos Florales, cuyo primer premio le fue concedido al poema "Cantando a Extremadura. Cielo y tierra" de Jesús Delgado Valhondo. A final de este año, se celebra en Mérida el I Centenario del nacimiento del investigador José Ramón Mélida (director de las primeras excavaciones del teatro romano) con una velada literaria en los jardines del Conventual, donde intervienen López Martínez, Valverde Grimaldi, Juan María Robles, Rufino Félix, Demetrio Barrero (recitador) y Carmen Gallardo (guitarrista).
En 1957, la Fiesta de la Poesíade Mérida reúne a poetas de ambas provincias, que oyen misa oficiada por el sacerdote-poeta Juan María Robles Febré en la iglesia de Santa María y, por la tarde, celebran una fiesta poética organizada por la Biblioteca del Círculo Emeritense. Carlos María Fernández Ruano hizo la presentación, Santos Díaz Santillana habló sobre “La serena luz platónica de Fray Luis de León” y recitaron poemas José Canal, Manuel Pacheco, Delgado Valhondo, Robles Febré, Spínola de Gironza, Rufino Félix, Valverde Grimaldi, Álvarez Lencero, Antonio Zoido, González Castell, José María Fernández, Fernando Bravo, Romero Perera, Rodríguez Abaceus, Herrera Pérez y Jiménez Rodríguez. Con ellos la cantante López de Ayala alternó un recital de canciones acompañada al piano por el maestro Bernardi. También intervinieron con disertaciones sobre la poesía Vaca Morales, Gutiérrez Macías y Juan Antonio Cansinos. Además, Demetrio Barrero declamó a Chamizo, Andrés Valverde a Fernando Bravo y Valverde Grimaldi.
En 1958, se organiza en Badajoz un recital poético de Julián Báez, Manuel Pacheco y Luis Álvarez Lencero en laGalería del Arte, organizado por Tomás Rabanal Brito.
En 1958, los poetas de la revista Olalla de Mérida celebran una fiesta literaria en el teatro romano, donde reúnen a vates de Madrid (José García Nieto, Luis López Anglada, María del Carmen Kurckemberg, José Luis Prado Nogueira y José Gerardo Manrique de Lara –iba a asistir también Gerardo Diego–), de Cáceres (José Canal y Fernando Bravo), de Badajoz (Luis Álvarez Lencero y Baldomero Díaz de Entresotos) y de Mérida (Valverde Grimaldi, Fernández Ruano, Antonio López Martínez, Juan Uruñuela, Alberto Sánchez y Andrés Valverde). La celebración fue abierta por Félix Valverde Grimaldi, director de Olalla, que dio paso a la intervención de los poetas citados y a Demetrio Barrero, que recitó a Chamizo. El acto literario fue despedido por José García Nieto.
CONFERENCIAS
Este activo ambiente se vio completado con la celebración de numerosas conferencias, que fue en Extremadura el medio más común de difusión cultural durante el Medio Siglo. En 1950, Camilo José Cela diserta en Badajoz sobre “Teoría de la novela” y el delegado del periódico Extremadura, Puig Megías, sobre “Los hombres de mi generación”.
Los Seminarios de la F. E. T y de la J. O. N. S. de Cáceres organizan cursos de conferencias sobre los más variados asuntos (preferentemente, económicos y sociales) con exposiciones cuyos títulos muestran las inquietudes de aquel momento como “La familia, preocupación fundamental del Estado español” o “La previsión y la lucha contra el paro forzoso”.
En 1951, el Seminario de Estudios de la F.E.T. de Badajoz organiza conferencias con títulos como “La zona de riegos del Guadiana” por el catedrático de Geología Francisco Hernández y la Económica otras como la titulada “Poesía” impartida por Gálvez Rodríguez.
También la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto de Cáceres animan el ambiente cultural con la organización de visitas arqueológicas y el apoyo a actividades en decadencia como el Seminario de Estudios Extremeños de Cáceres, que reactivan por medio de conferencias como las tituladas “Necesidad de periodistas extremeños” por Narciso Maderal o “La juventud y el porvenir de Extremadura” por Crescencio Rubio.
En 1952, la Asociación Cultural Iberoamericana de Badajoz celebra charlas con títulos como “Goya y la pintura moderna” por Marañas Fruto, o “Sobre las relaciones entre España y América” por Sánchez Bella.
En 1953, la cátedra Donoso Cortés de Badajoz organiza conferencias con títulos como “Cibernética” por González del Valle, “Arquitectura política del pensamiento de Donoso” por Galindo Herrero o “La influencia española en el sudeste de los Estados Unidos” por Arturo L. Campa.
En 1954, Fraga Iribarne habla en Badajoz sobre “Donoso Cortés en la crisis de la sociedad española”. En el Liceo de Mérida, se celebra un ciclo de conferencias donde intervienen López Martínez con “La devoción del rey Carlos III a Guadalupe”, Miguel Muñoz de San Pedro con “Isabel de Montezuma” y Jesús Delgado Valhondo con “Génesis y síntesis del poema”.
En 1955, la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto de Cáceres organiza un curso de conferencias, donde interviene Manuel Fraga Iribarne.
En 1956, la Casa de la Cultura de Cáceres celebra un ciclo de charlas en honor de Menéndez Pelayo, donde participan catedráticos de la Universidad de Salamanca, y otro en el que intervienen Pedro Caba y José María Cossío. La Biblioteca Pública Juan Pablo Forner y el Liceo de Mérida organizan una conferencia del catedrático Joaquín Entrambasaguas sobre Juan Pablo Forner en su II Centenario.
En 1957, el Departamento de Seminarios de la Jefatura Provincial del Movimiento de Cáceres celebra conferencias como “Vieja Europa y nueva Europa” por Licinio de la Fuente y la Casa de la Cultura hace lo propio con charlas como “Ideas estéticas de Menéndez Pelayo” por Camón Aznar.
En 1958, Arturo Gazul imparte dos charlas en la cátedra Donoso Cortés de Badajoz sobre la vida y la obra de Adelardo López de Ayala. La Asociación Cultural Hispanoamericana organiza un ciclo de conferencias en el que intervienen Camilo José Cela, Manuel Fraga, Leopoldo Panero y Rafael Sánchez Maza.
En 1959, la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto de Badajoz prepara un ciclo de conferencias, donde Caballero Bonald diserta sobre Vasco Núñez de Balboa y Juan de Ávalos sobre “Confesiones de un escultor”. En Cáceres se organizan varios ciclos de charlas: el celebrado en la Casa de la Cultura lleva el título genérico de “La época del Emperador”. En otro participa Pedro de Lorenzo con el tema “Extremadura en las Letras”. El organizado por la cátedra Pío XII cuenta con la participación de Herminio Pinilla, director del Hoy, que habla sobre “Trento ¿Concilio español?”, o Gregoria Collado con “El resurgir espiritual de Extremadura”. Y en otro ciclo de divulgación política, Licinio de la Fuente participa con el tema “En torno a la unificación de Europa”.
REVISTAS HABLADAS
Una actividad llamativa en los años 50, por su carácter oral, fueron las revistas habladas cuyas ediciones se realizaron en Cáceres principalmente, propiciadas por el SEU. En 1951, Radio Cáceres emite el primer número de la revista literaria Amaranto, que fue dedicado a Gabriel y Galán en el aniversario de su muerte.
A mediados de 1954, el SEU de Cáceres edita la revista Paraninfo, cuyo contenido fue una presentación de Díaz Moreno, varias intervenciones (“Misión del cine-club” de Turégano, “Abstracción en el Arte” de Prudencio Rodríguez y “Dos poetas cacereños: Jacinto Berzosa y Prudencio Rodríguez” de Juan Iglesias), un recital de poesía de Prudencio Rodríguez, Gil Encinar, Pedro María Rodríguez y Jacinto Berzosa (grupo de Arcilla y Pájaro), un concierto de Duarte y Jacinto Berzosa (aquí como director de la banda municipal de Cáceres) y una disertación de Ávila Talavera titulada “Actualización de la leyenda de San Jorge”.
A principios de 1955, el SEU de Cáceres edita dos números más de su revista hablada. Uno contiene “El Arte visto por el artista” de José L. Turina (prólogo), “El poeta necesario” de José Canal, el concierto de Marisa Cervantes al piano y de Fernández Díaz al violín, “Actualidad de la Moda” por Carmen Pulido, “El cine, magnífico excitante de fantasía” por Narciso Puig, la interpretación al piano de la sonata nº 3 de Mozart por Eugenia García y de Fernández Díaz al violín. El sumario del segundo número lo componen una introducción de Díaz Moreno, dos charlas (“El porqué del arte contemporáneo” de J. Cabrera y “Más allá del pensamiento humano” de Adolfo Pozos), un recital del violinista Fernando Tomás Íñiguez y de la pianista Trini León, y otro de esta pianista acompañada de Fermín Pozos con el clarinete y la conferencia “Luz en las sombras” de Leonor González Santos sobre el sentido católico de la literatura francesa.
En 1957, el SEU de Cáceres edita otro número de Paraninfo con dos intervenciones tituladas “Valor humano y valor estético del Romanticismo” de Pedro María Rodríguez y “El amor en la Literatura” de Ángel Álvarez, una actuación de canto a cargo de Juan Sánchez, una interpretación musical de Duarte y González, la actuación de la rondalla “Los Estudiantes” y el recital poético de José M. Villamor, Eladia Montesino, Eduardo Calero, Pedro María Rodríguez, José Canal y Ventura Durán.
En 1959, el SEU cacereño edita un nuevo número de su revista hablada, en la que intervino José Canal recitando el poema “Salterio Marial”.
PUBLICACIONES POÉTICAS
La década de los años 50 en Extremadura es muy prolífica en publicaciones poéticas, donde editan numerosos escritores extremeños y foráneos. Así se convierten en puntos vitales de referencia para conocer la poesía creada no sólo en Extremadura sino también en España durante el Medio Siglo.
En 1950, aparece en Badajoz la revista Alor que fuecreada por Francisco Rodríguez Perera, editó 54 números hasta 1958 y se difundió por Hispanoamérica. En 1952, aparece la revista Gévora de Badajoz, que es publicada por Manuel Monterrey y Luis Álvarez Lencero hasta 1961. Fue la revista extremeña de los años 50 que más editó (83 números), que se mantuvo más tiempo publicando y que alcanzó mayor difusión.
En Cáceres, apareció Arcilla y pájaro coordinada por Jacinto Berzosa, Juan Ángel Iglesias y Prudencio Rodríguez. Publicó cinco números de diciembre de 1952 a noviembre de 1953. Fue costeada por su grupo fundador (José María Gil, Pedro Pacheco, Emiliano Durán y Pedro María Rodríguez) y no fue bien recibida en el ambiente conservador de la capital cacereña.
Poco después, también en Cáceres, de la escisión del grupo anterior surge la revista Anaconda, que fue dirigida de enero a julio de 1954 por Emiliano Durán, José María Gil y Pedro María Rodríguez y sólo editó dos números. Esta publicación fue mejor recibida en el ambiente literario cacereño. En sus páginas editaron Julio Mariscal Montes, Emiliano Durán, Manuel Pacheco, Luis Álvarez Lencero, Pedro María Rodríguez, Vicente Núñez, José María Gil Encinar, Carlos Murciano, Justo Guedeja-Marrón, Juan Iglesias, José Canal, Antonio Leyva Fernández y Jesús Delgado Valhondo.
En Mérida, apareció Jaire que editó tres números de 1954 a 1955, dirigida por los sacerdotes Juan María Robles Febré y Francisco Horrillo. También publicó Olalla que, coordinada por Félix Valverde Grimaldi y costeada por su grupo fundador con alguna subvención del ayuntamiento de la ciudad, logró editar seis números de abril a septiembre de 1957. Además, en la década de los 50, también se editaron la revista Mérida (con motivo de las Ferias y Fiestas de septiembre) y el semanario Mérida (1952-1955), que incluían en sus páginas numerosos poemas.
En Zafra, Ángeluspublicó 13 números desde febrero de 1953 a septiembre de 1960. El último se tituló Primera antología de poetas pacenses, donde aparecieron Jesús Delgado Valhondo, Francisco Cañamero, Manuel Pacheco, Francisco Rodríguez Perera, Luis Álvarez Lencero, Antonio Zoido, Manuel Monterrey, Eugenio Frutos, Luis González Willemenot y Juan Bautista Rodríguez. Ángelus fue dirigida por el padre Francisco Juberías con el apoyo del padre Martín Sarmientos, coordinador del número 13 (la antología citada) que fue subvencionado por la Diputación de Badajoz. Esta publicación, que llama la atención por su formato reducido (14 x 11 cms), dependía del Teologado Claretiano zafrense.
Y en Almendral (Badajoz), apareció Capela creada por Bernardo Víctor Carande con el subtítulo de “Boletín de información de un hombre que vive en el campo”, que sobrevivió de 1959 a 1960.
A comienzos de los años 50, el periódico Hoy comienza a editar una página literaria, donde los poetas de Badajoz festejan la llegada de la primavera. Durante la década intervienen en esta página Luis Álvarez Lencero, Pura Ávalos, Pedro Belloso, Teófilo Borrallo, Fernando Bravo, Francisco Cañamero, Julio Cienfuegos, Rufino Delgado, Jesús Delgado Valhondo, Alfonso y José Díaz-Ambrona, Baldomero Díaz de Entresoto, Augusto Ginés, Luis González Willemenot, María Guadalupe, F. Herranz,  Antonio Holgado, Alfonso Iglesias, Juan Iglesias Velasco, Juan José Jurado, Manuel Monterrey, León Moriche, Eladia Morillo Velarde, Manuel Muñoz, Matías Nieto, Manuel Pacheco, Juan José Poblador, Juan María Robles, Francisco Rodríguez Perera, Manuel Ruiz González-Valero, Antonio Sánchez, Enrique Segura Otaño, M. G. Sito, Antonio y Eloy Soriano, Araceli Spínola, Juan de Dios Tena, Manuel Terrón Albarrán, María del Pilar Torres, María Pilar Trevijano, Francisco Vaca Morales, Celestino Vega, Manuel Veiga y Antonio Zoido.
El grupo poético de Mérida dispuso de una página independiente en el Hoy titulada "Lira emeritense", donde aparecían Félix Valverde Grimaldi, Santos Díaz Santillana, Rafael Rufino Félix, Jesús Delgado Valhondo, Claudio Martínez García, Alberto Oliart Saussol, María Teresa Núñez, Manuel Domínguez Merino, Antonio Herrera Pérez, Piquero de Nicolás e incluso Lencero, Monterrey y Díaz-Ambrona del grupo de Badajoz y Fernando Bravo y José Canal del grupo de Cáceres.
TERTULIAS
Completaban este rico ambiente dinámicas tertulias literarias en Badajoz. La más antigua era la de José López Prudencio, creada en 1946, a cuya casa se acercaban Enrique Segura Otaño, Juan Alcina, Isabel Benedicto, Juan Antonio Cansinos, Julio Cienfuegos, Asunción Delgado, Manuel Pacheco, Francisco Rodríguez Perera, Luis Rojas, Manuel Ruiz González-Valero, Enrique Segura Covarsí, Manuel Terrón Albarrán y Francisco Vaca.
Poco después fue constituida la tertulia de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, que comenzó con un ciclo de conferencias tituladas genéricamente Lente viajera, y le siguieron un ciclo de charlas cinematográficas, fiestas del libro, un homenaje a Pío Baroja, varios conciertos y Los martes de la Económica, día en que se comentaba un libro de autor extremeño. Esta actividad se redondeaba los miércoles con la lectura de poemas por los propios autores.
La tertulia de Manuel Monterrey fue iniciada a comienzos de los años 50 cuando, los domingos por la mañana, un grupo de jóvenes se reunía con el poeta modernista en su casa, en el Café Mundial o en la Económica para leer sus últimos escritos. En esta tertulia se formó el grupo fundador de la revista Gévora, que estaba formado por Juan Alcina, Francisco Arqueros, Isabel Benedicto, Juan Antonio Cansinos, Julio Cienfuegos, Asunción Delgado, Manuel Pacheco, Francisco Rodríguez Perera, Manuel Terrón y Carlos Villarreal,
La tertulia de los sabáticos se celebraba los sábados en casa de Esperanza Segura, hija de Enrique Segura Otaño. A ella asistían Manuel Pacheco, Luis Álvarez Lencero, Francisco Pedraja, Manuel Sito, Eva Callejo, Eladia Morillo-Velarde, Juan José Poblador, Antonio Vaquero Poblador, García de Pruneda y Juan Antonio Cansinos.
La tertulia Los trascachos fue creada por Arsenio Muñoz de la Peña y Antonio Santander de la Croix, que se reunían con otros asistentes en El mesón de los castúos, un lugar típico extremeño. El primer trascacho literario, celebrado en la segunda mitad de los años 50, se dedicó a Jesús Delgado Valhondo, Luis Álvarez Lencero, Francisco Rodríguez Perera y Manuel Pacheco. El broche de oro lo puso Demetrio Barrero, declamando varios poemas de Luis Chamizo. El siguiente trascacho coincidió con la Fiesta del Libro celebrada en honor a Cervantes y un trascacho posterior se dedicó a la promoción de la Universidad.
En Cáceres, dentro del ámbito creado por la revista Alcántara, surge una tertulia que toma el relevo del Ateneo cacereño desaparecido en 1936. Su motor fue Tomás Martín Gil, que sería relevado a su muerte por el catedrático y director del Museo Provincial Miguel Ángel Ortí Belmonte. A esta tertulia asistieron Agustín y Bravo, Carlos Callejo, José Canal, José María de la Puente (conde de Portillo), Jesús Delgado Valhondo, Víctor Gerardo García-Camino, Miguel Muñoz de San Pedro (conde de Canilleros) y Pedro Romero Mendoza. La tertulia Alcántara se celebró en el Café Metropol, en el Café Toledo y, finalmente, en el palacio de la plaza de Santa María del conde de Canilleros. Esta tertulia organizó múltiples actividades y sobrevivió hasta la década de los 70, después de colaborar en la creación de la Universidad de Extremadura.
En Mérida, se celebraron tertulias en el quiosco de Joaquín en la plaza de España donde se concentraba el grupo de la revista Olalla, en el Bodegón de la Victoria situado en la travesía de la calle San Salvador, en el Liceo y en los cafés Jauja, Medea y Zepelin.
TEATRO, MÚSICA Y POESÍA
Durante los años 50, las Compañías Nacionales de Teatro se conocen en Extremadura a través de las representaciones que realizan en diversos lugares de la región. En 1950, la de Manuel Dicenta presenta Las mocedades de Hernán Cortés en Cáceres. La compañía del Teatro Popular Universitario escenifica Fedra (1953) y Edipo (1954) de José María Pemán en el teatro romano de Mérida, La Celestina en Cáceres (1955) y Edipo rey de Sófocles en Trujillo (1956).
En 1956, la Compañía Lope de Vega de José Tamayo representa comedias en Cáceres y Tyestes de Pemán en el teatro romano de Mérida. El Teatro al Aire Libre, dirigido por José Tamayo, lleva a la escena en la plaza de Santa María de Cáceres Los intereses creados de Benavente y Edipo de Pemán. La Casa de la Cultura cacereña organiza teatro de guiñols y audiciones en discos microsurcos. Y un grupo de teatro universitario interpreta una obra leída en Badajoz.
En 1957, el SEU de Cáceres realiza una campaña cultural con sesiones de teatro leído de La mordaza de Alfonso Sastre y de Llama un inspector de J. B. Priestley. Y otra de teatro, música y poesía en la que se proyecta el documental Taglewood, escuela de música, recitan poemas Jacinto Berzosa, Gabriel Rosado, Pedro Romero, Pedro María Rodríguez, José Canal, Eladia Montesino y Fernando Bravo, se representa ¿A quién me recuerda usted? de los hermanos Quintero (dirigida por Rodríguez Pulido), Narciso Puig recita a Chamizo y Galán y se escucha una reproducción musical de “Capricho italiano, opus 45” de Tchaikovsky y de “El Corpus en Sevilla” y “Triana” de la Suite Iberia de Albéniz.
MÚSICA
Las actividades musicales también son frecuentes en la década de los años 50. En 1952, Cáceres acoge la actuación de la Orquesta Sinfónica de Madrid, que interpreta a Beethoven, Schubert y Rossini. En Badajoz actúan la solista de arpa María Lola Higueras y profesores y alumnos del Conservatorio en dos conciertos organizados por la Diputación.
En 1953, esta institución también organiza actuaciones musicales como la de los Pequeños cantores portugueses en Badajoz, Mérida y Almendralejo. La Jefatura Provincial del Movimiento en Cáceres celebra otros conciertos como el del Cuarteto Clásico de Radio Nacional.
En 1955, los Festivales de España actúan en Cáceres con teatro, música y ballet, y el Orfeón de Leiria (Portugal) hace lo propio en el Teatro López de Ayala de Badajoz. También la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto de Cáceres organiza conciertos de música.
En 1956, se celebran varios actos musicales. El pianista Javier Ríos interviene en el Liceo de Mérida, el dueto Henry Honnenger, violinista, y José María Franco, pianista, en Cáceres, y la Agrupación Nacional de Música de Cámara en el Teatro López de Ayala de Badajoz, donde también actúa un orfeón mejicano. Y, en 1959, se presenta la Sociedad Musical Sinfónica Cacereña en el Gran Teatro.
EDUCACIÓN
A principios de la década de los 50, se celebra en Cáceres el I Curso de Conferencias del Seminario de Estudios Sociales, en el que se analiza la adversa situación de la Enseñanza Primaria en la provincia y se llega a la conclusión de que el problema radica en el absentismo escolar.
A finales de 1953, el S.E.M. de Badajoz organiza un ciclo cultural sobre problemas de la Enseñanza con ponencias como las tituladas “La juventud y España” por Antonio Zoido, “La Sección Femenina y la Escuela” por Antonia Muñoz o “La escuela rural” por Manuel Saavedra.
ARTE Y ARTESANÍA
También en los años 50, se celebran actividades artísticas en Cáceres como una Exposición de Artesanía (1951) y la VII Exposición Provincial de Arte en Cáceres (1952), patrocinada por la Obra Sindical de Educación y Descanso de Cáceres, en la que participaron numerosos artistas plásticos con  esculturas, pinturas al óleo, temple y acuarela, dibujos al pastel, carbón y pluma, fotografías, caricaturas y artesanía. También se difunde el Arte a través de exposiciones en Badajoz, en Mérida (a la que concurrieron Eugenio Hermoso y Adelardo Covarsí) y Plasencia, donde se muestra muy activa la Asociación Pedro de Trejo.  
PINTURA
Las exposiciones de pintura son otra actividad frecuente en el Medio Siglo extremeño. Durante 1951, en Mérida se celebran exposiciones de pintura de Marchena Olivenza, Valencia Cortés, Hernández Parra, Correa Fernández, Gordillo, Lobo y Garrido. Y en Cáceres otras de Ortiz Pizarro y Callejo Sal y de Juan José Narbón y Victoriano Martínez Terrón.
En 1954, el pintor Juan José Narbón expone en el local de Educación y Descanso de Cáceres. En 1955, se montan en Badajoz dos exposiciones de pintura sobre el impresionismo y el arte abstracto, que fueron complementadas con actuaciones musicales y conferencias.
En 1956, se celebran varias exposiciones de pintura en Badajoz por Bonifacio Lázaro y Eugenio Hermoso y, en Cáceres, por Martínez Terrón y Vicente Boticario. En 1959, Vaquero Poblador expone en Cáceres.
UNIVERSIDAD
Al final de 1952, se crea en Cáceres la Institución Universitaria Donoso Cortés por iniciativa de la rama de hombres de Acción Católica, que abre sus aulas a estudiantes de Derecho y Filosofía y Letras, llamando así la atención, junto con el CEDEU de Badajoz, sobre la necesidad de una Universidad para Extremadura.
CINE, FILATELIA Y FOTOGRAFÍA
En Cáceres se celebra una Semana Cinematográfica en 1956 y el I Certamen Hispano-Lusitano de Cine en 1957. En 1958, se proyectan en la Casa de la Cultura de Badajoz varias películas premiadas en Festivales de Cine. Además, en ambas capitales funcionan sendos cine-club.
En Mérida se celebra la I Exposición Filatélica en 1951, y en Cáceres la IV Exposición Filatélica en 1956.
En Cáceres se organiza la I Exposición Nacional de Fotografías en 1956, y la II Exposición Fotográfica Extremeña en 1957.
FOLKLORE
En los años 50, el folklore también fue atendido desde instancias oficiales a través de los Grupos de Coros y Danzas de la Sección Femenina que, durante toda la década, lo difundieron por España, Europa e Hispanoamérica. En 1951, representados por el grupo de Cáceres, realizan una gira por Europa. En 1959, se organiza el I Festival de Folklore Hispanoamericano en la capital cacereña.
EXTREMEÑOS EN EL EXTERIOR
Otra actividad frecuente en la mitad del siglo XX en Extremadura es la proyección y el trasiego de intelectuales extremeños, que son destacados a través de distinciones o salen de su lugar de origen a otros puntos de la región o fuera de ella para difundir sus obras o sus conocimientos intelectuales.
Así en 1950, Miguel Muñoz de San Pedro diserta sobre “Itinerario de la conquista del Perú” en Almendralejo y Pedro Caba en el Ateneo de Madrid con el tema “Misterio en el hombre”. Eugenio Hermoso, Adelardo Covarsí, Enrique Pérez-Comendador y Magdalena Leroux exponen obras en El Cairo. Enrique Segura Otaño es destacado en el suplemento literario del Times londinense por su obra Vida de Eça de Queirós, con la que había contribuido al Centenario de este novelista luso, y por un estudio sobre Francisco Valdés. En el Ateneo de Madrid, Eugenio Frutos diserta en un ciclo sobre España y Europa con una charla sobre “La excepción de España”. Pérez-Comendador es nombrado miembro de la Academia de Bellas Artes de París y Enrique Segura Otaño de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En Badajoz, pronuncia una conferencia Eugenio Frutos con el título “Ritmo de la Historia y la posición de España”.
En 1951, Manuel Sito Alba, profesor pacense de literatura, pronuncia en Glasgow una conferencia sobre la poesía surrealista de Manuel Pacheco. Eugenio Frutos obtiene la cátedra de Filosofía en la Universidad de Zaragoza. Alfonso Albalá consigue un accésit en el Premio de Poesía Adonais.
En 1954, Ortega Muñoz expone en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. En 1955, Romero Mendoza recibe el Premio Conde de Cartagena de la RAE por una monografía sobre el Romanticismo, Pérez-Comendador es nombrado miembro de la Academia de San Luca de Roma, Esteban Sánchez alcanza el Premio Casella de Nápoles y Pedro Caba pronuncia conferencias en América.
En 1956, Manuel Pacheco obtiene reconocimiento internacional al ser nombrado miembro de la Academia de la Historia Heráldica D´Athene y de la Academia Internacional Saint George de Cultura Universelle de Roma. En 1957, Juan José Poblador es Premio Elisenda de Montcada con su novela Pensión y Pérez-Comendador es nombrado académico de Bellas Artes de San Fernando. En 1959, Pedro Caba, García Durán y Juan Fernández Figueroa pronuncian conferencias en la Universidad de Buenos Aires, Méjico y otros lugares de Iberoamérica.


-“MUESTRA DE LA ÚLTIMA POESÍA EN MÉRIDA”, Mérida (Mérida), septiembre 2008, pp. 67-68.

90.-“DELGADO VALHONDO, EL NACIMIENTO DE UNA CONCIENCIA”, Trazos (Badajoz), 15-2-09, p. 2-3.
Hace cien años (concretamente el 19 de febrero de 1909) nace en Mérida Jesús Delgado Valhondo. Los primeros años de su vida transcurren en un grato ambiente pues, como era el menor de la familia, sus padres y hermanos lo miman y se siente un niño feliz. Pero, a los seis años de edad, sufre la poliomielitis y su tranquilidad se convierte en angustia cuando tiene que enfrentarse durante años a tan grave enfermedad. Al final se repone, pero la experiencia sufrida le deja dos marcas imborrables: una patente cojera en la pierna afectada y una herida sangrante en su alma infantil.
 No obstante, la bota de alza que tiene que usar perennemente no le supone obstáculo alguno porque, de niño, sube y baja las cuestas del barrio de San Mateo de Cáceres a todo correr jugando con sus amigos. Y, de mayor, cuando un cirujano quiso enmendarle el desarreglo físico, Valhondo se opone airadamente a que le suprima un rasgo de su personalidad: “Cáceres vuela y vuelve / conmigo. A mi nostalgia / un niño cojo viene y alcanza la tristeza / al borde de mis lágrimas” (Aurora. Amor. Domingo).
 Sin embargo, la conmoción espiritual que le provoca esta dolencia lo estremece, porque experimenta en su propio cuerpo la preocupante fragilidad, imperfección y finitud del ser humano. Y también comprueba la indefensión y la soledad que el Hombre padece en los momentos claves de su existencia aunque, como en su caso, se encuentre atendido por los médicos y arropado por la familia.
Es entonces cuando la mente cándida de Jesús Delgado Valhondo niño se trasforma en una conciencia. De vivir plácidamente en su acogedor limbo pueril, pasa de repente a toparse con la existencia, que cae sobre él con todo su peso en forma de doloroso padecimiento físico: “Cuando apenas siete años sostenía / sólo dolor y podredumbre ahogaba / mi despertar doliente a la alegría. // En la pierna la llaga me rezaba / terror de mi niñez y donde un día / Dios infinito entre mi pus brotaba” (La esquina y el viento).
Este lamentable episodio, sin embargo, activa su tendencia innata a la meditación y lo lleva a indagar en sí mismo intentando conocerse, en el ser humano para desentrañar sus misterios y en el mundo con el fin de entender la realidad. Tan temprano interés por la reflexión, aunque a él le supone una constante intranquilidad espiritual que no lo abandona nunca, produce un beneficio futuro a la poesía, pues Jesús Delgado Valhondo con el paso del tiempo siente la necesidad de transcribir en el caudaldel verso las vivencias de su anhelante indagación.
Pero, antes de escribir poemas, se fortalece intelectualmente a través de abundantes lecturas de escritores trascendentes, que tienen la existencia como centro de su mundo literario. Así, por ejemplo, fija su interés en la conexión entre el amor y la muerte de Quevedo, la intrahistoria y el sentimiento trágico de Unamuno o la inquietud vital de Miguel Hernández. Al mismo tiempo indaga en la búsqueda de la esencia poética de Juan Ramón Jiménez o en el misterio de la palabra concebida como tiempo por Antonio Machado. Y también se ocupa de conocer los fundamentos de la zozobra existencial de los escritores de posguerra, de la inquietud social de los autores de mediados del siglo XX y de la búsqueda de nuevos caminos expresivos, que caracteriza la poesía española el resto del milenio.
Además, sus preocupaciones espirituales lo inducen a leer y profundizar en el existencialismo desencantado de Kierkegaard y, paralelamente, en la postura esperanzada de poetas cristianos como Francis Jammes y Paul Claudel que, con una sensibilidad extraordinaria, componen agudas reflexiones sobre el ser humano, la naturaleza y Dios en forma de versos transparentes, intensos y fervorosos.
Mientras realiza esta magna búsqueda del conocimiento, Jesús Delgado Valhondo es sabiamente aconsejado por dos excelentes intelectuales extremeños: Pedro Caba y Eugenio Frutos. Ambos lo orientan en la elección de lecturas, escritores y tendencias e, incluso, cuando el poeta en ciernes se decide a transvasar sus sentimientos al papel se convierten en sus más fieles defensores y, al mismo tiempo, en sus críticos más severos. Así, cuando a Valhondo se le presenta la ocasión de editar su primer libro (Hojas húmedas y verdes), elude informarlos del acontecimiento para evitar alguna crítica de última hora que impidiera su publicación.
Tales hechos y circunstancias proporcionan al incipiente vate una base intelectual infrecuente en poetas noveles de su época. Esto explica que su poesía adquiera paulatinamente una solidez que enseguida es apreciada por los lectores, porque les transmite la seguridad de encontrarse ante un ser humano común especialmente preparado y predispuesto para la creación poética, que brota naturalmente de su asumida condición de hombre y de espíritu: “Nos buscamos ávidamente / desde la piel a lo más dentro / y nunca conseguimos, nunca, / el descifrarnos los misterios” (La muerte del momento).
La consecuencia de este hondo ejercicio reflexivo e intelectual, que Jesús Delgado Valhondo llena de cálida y humana emoción, es la transcripción lírica de la crónica espiritual de su existencia en una unitaria, coherente, extensa, trascendente y evolucionada obra poética.
Valhondo comienza su relato existencial deseando conocer lo que no sabe y lo intranquiliza sobremanera. De ahí que su objetivo primordial sea la búsqueda de su creador, para que le explique las múltiples dudas vitales que soporta sobre la existencia. Seguro de encontrarlo, en un principio adopta una postura estoica, pues piensa que todo sucede necesariamente con el consentimiento divino. Pero pronto advierte que la realidad percibida por sus sentidos no es inmutable, porque el tiempo cambia y trastoca todo. Entonces siente la necesidad imperiosa de obtener respuestas para comprender las alarmantes variaciones que observa. Por esta razón busca a Dios apasionadamente pero, a pesar de su insistencia, la divinidad no se le manifiesta racionalmente como quiere. Entonces Valhondo se angustia al descubrir que no dispone de capacidad intelectual para acceder a la divinidad ni tampoco para conocerse, desentrañar la realidad y entender el mundo: “¿A quién contamos los asombros? / ¿Dónde ponemos los fracasos? / ¿A quién que mañana es domingo / y no lo sepa? / Un mal trago / para beberlo solo / y solo pasearlo” (¿Dónde ponemos los asombros?).
Este momento de inflexión en su espíritu y en su obra poética se produce cuando es invitado a unos cursos de verano en la universidad de Santander y tiene la oportunidad de poner en práctica su idea de la vida: una montaña de acusada pendiente que el ser humano debe subir con un talante místico, mientras sortea los obstáculos del camino animado por un afán ascético. El esfuerzo le merece la pena pues, al final de este recorrido ascendente, supone que Dios se encuentra esperándolo en la cima para premiar su anhelo espiritual de superación, de perfección y de contacto con su origen. Pero la experiencia le resulta descorazonada, porque sube a la montaña santanderina y allí sólo encuentra el tremendo poder de Dios en forma de vientos huracanados, profundos precipicios, lluvias torrenciales y elevadas montañas. Como entiende que la divinidad no ha querido recibirlo, inicia un camino hacia el desencanto que ya no tendrá vuelta. La conclusión a la que llega Valhondo resulta descorazonadora: la soledad es el destino irrenunciable del ser humano. Desde entonces, el símbolo del árbol solo (un hombre solo, una conciencia sola) es el centro de su obra poética: “Dolor de no encontrar el sitio / para encajar el hombro, andar por esta sangre, / como un hombre cualquiera arrinconado al muro / del anuncio que grita que pensar es pecado / del hombre que va solo. Del hombre solo. Culpa / del hombre. / Siempre solo” (La vara de avellano).
De todos modos, Valhondo realiza un último intento para no caer en la nada y busca el apoyo de sus semejantes. Pero sólo consigue angustiarse más cuando advierte que ellos padecen su misma ceguera mental para llegar a Dios y que no pueden ayudarlo en su demanda de auxilio. Además, su dolor aumenta ante la actitud negativa de seres insolidarios que hacen imposible un mundo más humano, comprensible y habitable, porque provocan las disensiones cotidianas, la violencia gratuita y los conflictos bélicos por intereses particulares, alejados del bien común y (esto le afecta sobremanera) de la armonía espiritual que moralmente deben manifestar como seres humanos: “Hacen planos: todos nos reímos. / Hacen proyectos y todos nos reímos. / Hacen historia y todos nos ponemos a llorar / al mismo tiempo” (Un árbol solo).
Jesús Delgado Valhondo es un ejemplo de integridad humana pues, desde aquel lejano momento en que fue consciente de la realidad, asume su enigmática condición con una valentía propia de un ser comprometido. Pudo evadirse en la intrascendencia de la masa pero decide indagar en su origen, su naturaleza y su destino. Una auténtica lección para el hombre y el mundo contemporáneo que viven de un modo superficial su existencia trascendente.

“VALHONDO, POETA UNIVERSAL”, Extremadura (Cáceres), 19-2-09, p. 7.

"ELOGIO DE JESÚS DELGADO VALHONDO", Plaza de España (Mérida), 20-3-2009.
Sr. Alcalde, familia de Jesús Delgado Valhondo, autoridades, alumnos de los colegios Trajano y Suárez Somonte, donde de 1960 a 1965, impartió clases, amable público, buenos días.
 Conocí a Jesús Delgado Valhondo en 1987 cuando ya había alcanzado el culmen de su madurez como hombre y como poeta y estaba concluyendo una de las empresas más grandiosas y apasionantes en que puede embarcarse el ser humano: la búsqueda de su creador.
 Esta magna aventura la emprendió aquí en Mérida, su ciudad natal cuando nació el 19 de febrero de 1909, en la casa de la calle Los Maestros (antes Bastimentos) donde el ayuntamiento, representando a todos los emeritenses, acaba de colocarle una placa conmemorativa de esa fecha que es, sin lugar a dudas, un acontecimiento en la historia literaria de Extremadura y, me atrevo a añadir después de estudiar y reflexionar largo tiempo sobre su trascendente obra, de la historia literaria de nuestro país.
 Aseguro esto con tal contundencia porque pocos pensadores han ahondado en el alma humana como Jesús Delgado Valhondo, pocos filósofos se han preocupado como él de conocerse y de conocer a los demás, pocos observadores han sentido el paisaje de la manera que él lo percibió y pocos intelectuales han dejado mensajes tan orientadores como él incitándonos a vivir la existencia como seres comprometidos con su condición humana, al contrario del modo superficial y materialista con que se vive hoy, y advirtiendo que el ser humano consigue su dignidad cuando pasa por la vida y no cuando permite que la vida pase por encima de él.
 El inicio de su búsqueda se produce cuando con seis años de edad contrae la poliomielitis, una grave afección en una pierna, que lo obliga a sufrir varios años de médicos y hospitales. No obstante esta nefasta experiencia supone un beneficio para su espiritualidad y la poesía pues lo convierte en un ser amante del silencio y de la soledad, muy sensible, eminentemente reflexivo y también necesitado de conocer las razones de la imperfección humana a través de Dios para llegar al conocimiento del mundo.
 Después de vivir en Cáceres e impartir clases en Trevejo y Gata, se traslada a Zarza de Alange desde donde se desplaza con frecuencia a visitar Mérida, en la que tiene numerosos amigos (Félix Valverde Grimaldi, Santos Díaz Santillana, Rabanal Brito, Demetrio Barrero …), participa en las actividades del Liceo, asiste a tertulias, escribe en la revista Olalla, en el semanario y la revista Mérida.
 En 1960 se traslada a Mérida para incorporarse al colegio Trajano. El reencuentro con su ciudad lo llena de una profunda emoción que lo lleva a decir: “Andar Mérida es ir dentro del alma de Extremadura” y a depender de la ciudad como aseguró en el discurso de agradecimiento por ser nombrado hijo predilecto de la ciudad en 1993: “Algo que no sé explicar me hace dependiente de este paisaje, del alma de la ciudad, de este ambiente que te rodea como un aura de gloria”.
 Durante estos años en Mérida, también siente una atracción especial por la arteria que la nutre desde tiempo inmemoriales: el río Guadiana con el que establece una íntima relación espiritual que lo conecta con su origen: "El poeta, a solas, en algún atardecer de verano, silenciosamente, como si cometiese un hecho impúdico, se ha bañado en las aguas del Guadiana. Se ha metido entre sus secretos, con inconfesable placer. [...] El poeta ha subido otra vez al puente y bajo la azafranada luz, recita su poema. El poeta arruga entre sus manos un papel que acaba de escribir: el poema. Y lo tira al río. Mira y escucha", confiesa en su artículo “El poeta y el Guadiana”.
 Esta acentuada atracción es la que llevó a poner su nombre a la Biblioteca del Estado que, situada a la orilla del mítico río, hubiera colmado plenamente la satisfacción de Jesús Delgado Valhondo que dijo de la biblioteca esto:“Un libro es un monumento. Muchos libros, una ciudad monumental, un mundo. Una biblioteca, un universo”.
 En 1986 el ayuntamiento de su ciudad le edita Abanico, un libro de poemas donde reúne versos de poetas amigos sobre lugares emblemáticos de Mérida y él edita este hermoso poema dedicado a la plaza de España: 
Se tiende en el ancho suelo
un amarillo sol sin horas.
Sobre la taza de la fuente
dedos de un alma melancólica.
Viento en la rama de los árboles
doran las musicales hojas
(Ha de venir a verme un día
alguien que busca mi memoria).
Baja la tarde. Suben pájaros
hasta un grito de voz rota
del cielo último. Una pregunta
late en el alma de las cosas.
Sigo esperando mientras vivo
a alguien que historia de la historia
venga a conversar conmigo
en esta plaza, de mi pueblo, hermosa.

“GÉNESIS DE UN DISCURSO CONSISTENTE”, Vitela (Badajoz), nº 15, mayo 2009, pp. 29-30.
Ahora que se cumple el Centenario del nacimiento de Jesús Delgado Valhondo (19-2-2009), se tiene la mejor perspectiva para reflexionar sobre por qué sigue siendo apreciada su voz lírica, y sobre cuál es la razón de que su palabra haya pervivido al paso tiempo en su obra poética, cerrada dieciséis años atrás.
 Las respuestas a estas interrogantes se encuentran en la sólida consistencia de su discurso lírico, que se sostiene en una cimentada base filosófica, una arraigada concepción religiosa, unas sentidas vivencias existenciales, una visión trascendente de la realidad y una profunda indagación espiritual en busca de Dios para llegar al conocimiento de su propia naturaleza y de los misterios de la realidad.
 Valhondo fue un hombre común que aceptó su compromiso de sentirse parte del mundo, su dependencia de la divinidad y su conciencia de habitar una tierra concreta: Extremadura. Su capacidad de asombro lo llevó a interesarse por todo, a adquirir una concepción filosófica del mundo y a plantearse frecuentes preguntas ante el cambio de las cosas: “¿Quiénes somos? ¿Por qué existimos? / ¿Dónde, Señor, iremos? / Nunca sabremos nada  / mar insondable de momentos”.
 Por esta razón, Valhondo busca respuestas a través de abundantes lecturas filosóficas, que lo llevan a formarse una cosmovisión en la que interviene el neoplatonismo de San Agustín, el neoaristotelismo de Santo Tomás, el existencialismo de Unamuno y el raciovitalismo de Ortega y Gasset. Estimulado por estos planteamientos reflexivos, Valhondo reactiva su profundo sentimiento religioso y emprende la búsqueda de Dios, que será el motor de su obra poética: “Buenos días, Señor, a ti el primero / que eres historia y sangre de mis años”.
 Pero su búsqueda esperanzada de la divinidad (primero a través del paisaje y después del hombre) fracasa, porque su concepción ideal del mundo se rompe cuando comprueba que tanto la naturaleza como el ser humano están repletos de numerosas imperfecciones (entre ellas su preocupante fragilidad y la falta de capacidad intelectual para llegar a Dios, que tiene todas las respuestas y, sin embargo, se mantiene en silencio). Al final Valhondo, agotado por esa pelea espiritual que mantiene durante toda su vida, llega a la estremecedora conclusión de que el destino ineludible del ser humano es la soledad: “En medio del paisaje, / en la llanura, / trémulo de emoción, / un árbol solo” (un hombre solo, una conciencia sola).
 Una profunda y digna indagación, por tanto, la llevada a cabo por Jesús Delgado Valhondo en su obra poética, que se desarrolla a lo largo de siete décadas (1930-1993) sin altibajos en su intensidad emocional. No es de extrañar que su palabra consistente supere el tiempo y llegue al lector actual como recién creada, pues en ella encuentra las mismas interrogantes que cualquiera se hace cuando en un momento de su trayectoria terrena realiza un repaso mental de su vida preguntándose por su origen, la razón de su existencia y su destino.

“UN CENTENARIO PARA CELEBRAR”, Mérida (Mérida), septiembre 2009, pp. 69-71.
El autor de este artículo destaca la importancia que tiene para Mérida y para los emeritenses el hecho de que hace cien años Jesús Delgado Valhondo naciera en nuestra ciudad (19-2-1909).
Una ciudad la configuran las personas que la habitan, de lo contrario sería un lugar desolado (aceras, calles y plazas, silencio, encrucijadas y soledad). La ciudad se llena de historia, de espíritu, de vida en definitiva, con la existencia de cada uno de sus moradores que, con sus vivencias, le imprimen carácter aportando rasgos de su talante único y, al mismo tiempo, contribuyendo colectivamente a crear un ámbito propio donde se palpa una identidad que sólo es característica de ese espacio urbano.
Sin embargo, aunque todos colaboren en su formación, existen unos cuantos de sus moradores a quienes cabe el honor de destacar sobre el resto por tener cualidades excepcionales con las que ensalzan el peculiar talante del lugar que son originarios.
Sin duda, una de las personas que más han marcado la personalidad de Mérida es el poeta Jesús Delgado Valhondo por unas razones especiales que destacan sobre las aportadas por los emeritenses comunes y, en 1993, fueron reconocidas por el Ayuntamiento de su ciudad nombrándolo hijo predilecto:
1)Valhondo fue un paisano excepcional no sólo por dejar su impronta en Mérida al nacer en ella sino también porque supo descubrir la trascendencia de su tradición secular, se sintió integrado en el alma de la ciudad, lo expresó rotundamente y lo difundió con orgullo: “Mérida con su historia a cuestas es ciudad de futuro. Una ciudad con futuro. Esto le da una personalidad que la caracteriza entre las demás de su estirpe. Tiene solera y no por su romanicidad sino por pueblo. Yo me siento orgulloso de ser hijo de mi pueblo. De ser pueblo” (Mérida, acto de nombramiento de hijo predilecto, 9-7-93).
2)Jesús Delgado Valhondo es un poeta de voz universal, porque su poesía expresa las esperanzas e intranquilidades que experimenta el ser humano común en cualquier parte del mundo. Este hecho literario convierte en universal su lugar de nacimiento, porque su discurso lírico brota del alma de la ciudad que concebía como el útero materno donde se encontraba su origen: "Cuando subía las escaleras, para recoger la medalla, todo aquello se me estaba viniendo encima, sobre todo porque una de las mejores cosas, que me han pasado en la vida, es nacer en Mérida, y me encontraba como en el vientre de una madre, como de regreso" (Mérida, palabras de agradecimiento por la entrega de la medalla de Extremadura, teatro romano, 7-9-88).
3)Como buen filósofo, Jesús Delgado Valhondo, fue un agudo observador que realizó una profunda reflexión sobre su entorno. Esta meditación lo llevó a destacar, hace décadas, elementos fundamentales del paisaje de Mérida como el río Guadiana que, con su mítico y sonoro nombre, se encuentra hoy sabiamente integrado en la ciudad: “[…] este río nuestro […], este Guadiana tremendo, armonioso, maternal si lo vieses, despide olor a poleo [...], a hierbabuena, a juncos verdes, a adelfas, a mejorana. Más allá a majuelo y malva. Y, aún más allá, a mielga y milenrama. Hay una soberbia algarabía de olores” (“Carta a un poeta en Alemania”, Hoy, 27-4-66).
También Valhondo se interesó por indagar en el alma de Mérida a través de lugares emblemáticos como el teatro romano, cuya esencia milenaria le inspiró Los anónimos del coro, o la Plaza de España, a la que concibió con una poética trascendencia: “Se tiende en el ancho suelo / un amarillo sol sin horas. / Sobre la taza de la fuente / dedos de un alma melancólica” (“Plaza de Mérida”, Abanico, Mérida, Ayuntamiento, 1986).
4)Apasionado amante de su ciudad, Jesús Delgado Valhondo sintió una honda intranquilidad cuando se percató de que su configuración singular estaba siendo alterada por una inadecuada transformación moderna: “Mérida ¿dónde has ido?” / que no te siento. / Contrarias nuestras vidas / se nos están perdiendo. // (Duerme la estatua, frío, / sobre su tiempo; / arco de puente y río, / dolor de sueño). // Tú te mueres de joven / y yo de viejo. // Mérida, yo te piso / y tú ¡qué lejos!” (“Mérida”, El año cero, 1950).
Además, como pensaba que “las ruinas sin reconstruir nos gustan más […]. Somos amantes de las ruinas. Nos duelen las ruinas. Nos enorgullecen las ruinas. Somos ricos porque tenemos ruinas" (“Ruinas”, Hoy, 5-4-62), le molestaba que el teatro romano se dedicara a montajes impropios de un lugar con dos mil años de historia: "En algunas funciones tapan el escenario con luces o con toldos. Ruidos estridentes y lo que suele ser la ordinariez impera […]. La romanicidad emeritense [...], su personalidad, no puede ser arrollada por un huracán extemporáneo. [...] Si nos cargamos la historia, nos hemos cargado a Mérida" (“El marco y el cuadro”, Hoy, 30-7-93).
También defendió decididamente que Mérida fuera la capital de la región (entonces llevaba años viviendo en Badajoz) por su situación geográfica y su herencia histórica en un momento vital para Extremadura cuando las dos provincias hermanas se disputaban este honor.
5)Su magna, coherente, reflexiva, elaborada y trascendente obra poética es la crónica espiritual de un emeritense que tuvo la dignidad de indagar sobre su origen, su condición de ser humano, su relación con los demás y su posición en el mundo, cuyo centro él situaba en un lugar concreto llamado Mérida: “[…] En el fondo surge Mérida recién creada. Recién florecida de viejo aroma de bosque en la ciudad que escucha la historia del silencio en la escultura de piedra donde se posan los años a descansar" (“Atardecer en el teatro romano de Mérida”, revista del Festival de teatro clásico, Mérida, junio 1993).
6)El interés de Jesús Delgado Valhondo por cultivar su espíritu lo llevó a ser un habitante excepcional de una ciudad cargada de historia, porque anímicamente llegó a vislumbrar sus raíces milenarias y a sentirlas arraigadas en lo más profundo de su ser: "Cuando el hombre siente bajo sus pies y sobre su espíritu ruinas históricas, ha ganado en su sangre una vejez que le hace señor y dueño de un tiempo dorado y 'siempre mejor'. [...] Siente con toda intensidad una emoción histórica [...] una evocación sublime. Un sentimiento religioso que le capacita para ver y escuchar el tiempo que se marchó" (“Ruinas”, Hoy, 5-4-62).
7)Jesús Delgado Valhondo es uno de los emeritenses que más elevadamente ha sabido expresar su pasión por Mérida a través de una mezcla exquisita de hondura emocional y acentuado lirismo: “Si pudiésemos personificar los meses a septiembre lo haríamos mujer acostada en la tarde plácida y tibia y le pondríamos una hermosa sonrisa en los labios. [...] si ponemos nuestra voz de pie, alerta y alborozada, para gritar, a vientos y mareas, que Mérida, al estrenar la sonrisa de septiembre da, espléndida y regocijada, alegría" (“Pregón”, Hoy, 31-8-62).
Estas circunstancias excepcionales permiten asegurar que Jesús Delgado Valhondo es un personaje ilustre de Mérida y que su nacimiento en ella la engrandece a través del contenido y la difusión de su magna obra poética, cuyo valor humano, espiritual y literario es originario de su ciudad natal: “Algo que no sé explicar me hace dependiente de este paisaje, del alma de la ciudad, de este ambiente que te rodea como un aura de gloria y de infinita felicidad” (Mérida, acto de nombramiento de hijo predilecto, 9-7-93).
El Ayuntamiento de Mérida ha sido consciente de la trascendencia del nacimiento de este singular vecino en la calle Los maestros el 19 de febrero de 1909 y, al cumplirse el primer centenario, colocó una placa en la casa donde nació el poeta y celebró actos conmemorativos en la Plaza de España y en su barriada. Más tarde, en mayo, el Consistorio realizó la edición, coordinada por la biblioteca Juan Pablo Forner, del Catálogo de artículos y cartas de Jesús Delgado Valhondo, que fue presentado en la Feria del Libro. 
Además, la Concejalía de cultura emeritense tiene previsto continuar la celebración del Centenario con otros actos como la presentación de un estudio titulado Jesús Delgado Valhondo: Vida. Poética. Poesía, que fue editado en primavera por la Fundación del poeta.
En fin, los hechos expuestos muestran el acierto de que Mérida haya celebrado y prevea seguir conmemorando el Centenario del nacimiento de Jesús Delgado Valhondo durante 2009 con actividades que recuerden la categoría intelectual de uno de sus hijos predilectos más destacados.

     95.-LA HONDURA DE UN POETA LLAMADO VALHONDO”, Boletín RAEx (Cáceres), 2009, pp. 123-130. Es un ensayo extenso en PAPA/JDV/VARIOS.

   “EXTREMADURA Y PAISAJE EN JESÚS DELGADO VALHONDO”, Alborayque (Badajoz), 25-11-09, pp.169-189.
    [...] El "Canto a Extremadura" es la descripción lírica de la contemplación personal, que realiza el poeta del paisaje y la gente de Extremadura, cuya esencia extrae y describe de una forma emotiva y alentadora.
Dos hechos contribuyeron a que Jesús Delgado Valhondo adoptara esta nueva actitud y se decidiera a componer el"Canto". Uno, la preocupación que siempre tuvo por el atraso económico de su región, debido a la falta de agua, a pesar del esfuerzo realizado por el extremeño:
Se nos iba la sangre del alma tan temprano,
se nos iba la vida sin darnos casi cuenta
y moría de sed la tierra y era vano
el esfuerzo del hombre con nervios de tormenta.
Pero en 1953 se inicia el Plan Badajoz y unos años después se convierte en una realidad milagrosa, que transforma en productivas las resecas tierras de la cuenca del río Guadiana. Valhondo ve en este cambio la dignificación de su tierra y de su gente, a través del trabajo:
Ya el campo tiene agua, nacen pueblos hermanos,
suenan campanas en el cielo extremeño
los hombres han sabido dónde tienen las manos
para hacer nueva patria en un gigante empeño.
Este hecho influye positivamente en el ánimo del poeta, cuya esperanza se puede localizar no sólo en el "Canto" sino también en artículos periodísticos de esta época como, por ejemplo, el titulado "Volver sobre nuestros pasos" donde muestra su euforia no sólo por los beneficios económicos sino también culturales, que reporta el Plan Badajoz a su tierra. “La tierra extremeña era antes parda, cenicienta, oculta. Ahora es verde, olorosa, sonora. Su sed ha sido apagada. Nuevos árboles, nuevas hojas, nuevos frutos. Han nacido pueblos. [...] Hay cátedras. Casas de Cultura. Bibliotecas. Se dan con cierta frecuencia conferencias. […] Estamos en la época en que Extremadura ha dado y está dando, en calidad y en cantidad, más escritores, filósofos, poetas, cronistas, críticos, periodistas, ... [...] Extremadura está sonando en el mundo como una campana que tocase a fiesta”.
Dos, la convocatoria de los Juegos Florales de 1956 por el ayuntamiento de Badajoz, que lo animó a presentar el extenso poema a este certamen lírico.
No se sabe si Valhondo lo elaboró expresamente para el concurso o si lo tenía adelantado y lo terminó para el acontecimiento, pero parece ser que una parte la tenía escrita con anterioridad a la convocatoria de los Juegos Florales, porque se detectan dos calidades líricas definidas y diferenciadas: una desde el comienzo al poema "Ciudades" (incluido), más elaborada, sin apenas tópicos y con extraordinarios hallazgos líricos:
                                         Encinar extremeño, mis heroicas encinas,
mis sufridas encinas milenarias y llenas
de cigarras, de tórtolas, de olor de campesinas
como si fuese sangre sin encontrar sus venas.
   Todo viñedo tiene andando entre su tarde,
bajando luz de viento, ángeles de brisa;
y el demonio que, luego en una copa arde,
   El jabalí es la roca que su fuerza desvela.
El conejo es el pálpito de la hierba mojada.
El águila es montaña que se desprende y vuela.
El lobo es el ladrido de noche a madrugadas.
   Descalzo pie entre juncos de la moza que grita
pisando va la nube llena de escalofrío,
yerbabuena, poleo, adelfa, margarita ...
Y se desnuda el agua para que pase el río.
Otra, desde "Nueva Extremadura" hasta el final, más de circunstancia, de lugares comunes, menos elaborada, más prosaica y con alguna concesión a la ideología religiosa y política de la época:
   Cuando la patria dijo, 'Necesito tus hombres,
necesito tu sangre, necesito tu entraña',
todos fueron a una sin conocer sus nombres
a colocar el hombro para elevar a España.
De tal forma que esta parte pudo ser la que escribió deprisa, atendiendo al plazo temporal establecido en las bases del certamen y el tono requerido en este tipo de convocatorias, y la anterior la tuviera madurada y escrita desde hacía algún tiempo, teniendo en cuenta el amor que siempre sintió por el paisaje y la gente de su tierra.
No obstante, las circunstancias extrapoéticas que rodean a este conjunto de versos no les resta apenas calidad porque el lirismo, muchas veces creativo, llena buena parte de los versos de verdadero sentimiento, originalidad y conocimiento profundo de Extremadura. Por tanto, el "Canto" puede ser un poema circunstancial pero no de circunstancias. Se nota que Valhondo no lo escribió para concursar sino con el fin de aprovechar el certamen como medio de difusión de unos sentimientos que sobre su tierra guardaba celosamente en su alma desde hacía años, esperando el momento oportuno de darlos a conocer. La ocasión le llegó con la convocatoria de los citados Juegos.
El "Canto a Extremadura" no es un poemario sino un largo poema (un canto), que consta de 184 versos agrupados en 15 poemas de 12 versos cada uno que, por su medida y la distribución de su rima consonante, forman tres serventesios alejandrinos divididos en dos hemistiquios isosilábicos de siete sílabas cada uno.
Aunque el poeta no dividió el "Canto" formalmente en partes y parece una simple sucesión de poemas, se estructura en tres partes teniendo en cuenta su pulso lírico:
1ª)Desde el comienzo hasta el poema "Cuadros", donde predomina un contenido místico.
2ª)Desde "Tajo" a "Ciudades", donde se agrupan los poemas con sentido mítico.
3ª)Desde "Nueva Extremadura" al poema final, donde se concentran los lugares comunes.
Esta división no rompe el ritmo equilibrado del poemario, porque el poeta la marca con dos inflexiones de la tensión lírica. La primera comienza en el poema inicial, "Castillo", que tiene un tono eminentemente místico centrado en los valores imperecederos de Extremadura y de su paisaje. Sube hasta "Tajo", donde se manifiesta esta inflexión en el aumento de la tensión del poema, pero ahora sustentado en el sentido mítico que encuentra en los dos ríos de la región y en el sabor añejo de gestas pasadas que paladea en sus ciudades.
La segunda inflexión se produce en el poema "Nueva Extremadura", cuando el poeta se emociona con la transformación tan patente que observa en su tierra, antes árida y ahora llena de vida por el milagro del agua y el trabajo del extremeño. Este futuro alentador lo llena de esperanza y su espíritu, por primera vez  desde el inicio de su obra poética, respira tranquilo y libre de preocupaciones existenciales que en el "Canto" excepcionalmente no aparecen:
   Y fábricas que hacen un paisaje celoso
y energías que estrenan sus fuerzas en la luz.
Agua viva bendice el campo. Y hace hermoso
el cielo que se clava en redentora cruz.
No obstante el "Canto" gira en torno a dos planos superpuestos, que llevan a pensar en una posible división en dos partes:
 1)El temporal, de contenido épico que a su vez se escinde en dos direcciones complementarias. Una referida al pasado histórico de la vieja Extremadura ("Castillo", primer poema), que se centra en los restos de aquel tiempo pretérito ("torres y murallas", "castillo”) y en el orgullo de la aportación humana que realizó la región al descubrimiento de América. Y otra, encarnada por el presente de la nueva Extremadura, que se manifiesta positivamente gracias a la realización y los resultados del Plan Badajoz.
2)El espacial, que también se bifurca en la descripción de la realidad física (paisaje) y la humana (gentes).
La estructuración en dos partes se reafirma con la doble vertiente religiosa y guerrera, mística y mítica, que se detecta en los versos del "Canto":
   Porque ha sembrado el trigo de promesa en América
y ha tenido héroes y santos que criar
yo venero la savia del árbol de la épica
Extremadura mía donde poder rezar.
La expresión del "Canto a Extremadura" tiene una modulación muy distinta a la característica de Valhondo, pues presenta un tono de epopeya marcada por el ritmo marcial de los hemistiquios isosilábicos de los extensos alejandrinos, la rima alterna de los serventesios, la frecuencia repetitiva de la misma estrofa y el espíritu esperanzado e impetuoso del poeta que, a pesar de todo, se muestra disciplinado y consciente de su labor lírica, adecuando el tono y la tensión al tema delicado y entrañable que trata para no desbordar sus sentimientos y de paso evitar tópicos excesivos, que hubieran convertido el poemario una retahíla de alabanzas sin ningún valor.
De tal forma que, en el "Canto a Extremadura", se puede encontrar una mezcla de múltiples emociones sugeridas por el color, el aroma y la diversidad del paisaje, que destaca el poeta llenando el espíritu del lector de variadas y sutiles sensaciones líricas, lejanas a los estáticos y reiterados lugares comunes de este tipo de poemas:
Mancha tactos el aire, la palabra amarilla
las palabras ahumadas de calladas razones,
hay silencios larguísimos en donde el sueño brilla
hay hojas que parecen ya secos corazones.
Además el tono épico citado no es lineal sino que, desde el comienzo del poemario, va  creciendo hasta llegar al poema "Tajo" y vuelve a intensificarse en "Nueva Extremadura", donde el espíritu del poeta se desborda un tanto al hablar del hombre y la mujer extremeña hasta caer en algún tópico de encendida pasión por la gente de su tierra:
Porque somos así, pardos como la tierra,
duros como la roca y recios como el roble,
porque somos trabajo, porque somos la guerra
porque somos el alma más generosa y noble.
Es cierto que en estos cuatro versos donde define las virtudes raciales del hombre extremeño (fuerte, luchador, generoso y noble) el poeta se desborda lo mismo que cuando en el poema siguiente describe las virtudes de la mujer extremeña recurriendo a tópicos (complemento del hombre, madre de héroes y santos, refugio físico y espiritual de sus hijos). Pero también se debe reconocer que el lirismo creativo y el ímpetu empleado los hacen nuevos y la reelaboración resulta original:
                                           La que siempre es la madre con las alas abiertas
por cobijar al hijo sentido en el amor
y que tiene la casa con las puertas abiertas
y la lumbre encendida y escondido el amor.
Además el "Canto a Extremadura" no es una simple descripción, pues el poeta hace uso de la técnica cinematográfica con la que imprime emoción y dinamismo a su mensaje lírico. Así el "Canto" se presenta como una sucesión de secuencias, coherentes e interrelacionadas por su contenido descriptivo, que comienza con una toma panorámica desde un lugar elevado ("Castillo"). Baja y encuadra las tierras de labor, donde se encuentran los cultivos típicos de Extremadura ("Olivos", "Encinas", "Trigal", "Viñas", "Huertos"). Enfoca la lejanía ("Montes", "Cuadros"). Toma un primer plano de los ríos ("Tajo" y "Guadiana"). Entra en los núcleos urbanos ("Ciudades"). Realiza una vista panorámica de la nueva tierra transformada en un lugar productivo por el Plan Badajoz ("Nueva Extremadura") y de sus gentes ("Hombre extremeño" y "Mujer extremeña"). Y termina con un primer plano de la Virgen de la Soledad, final del proceso deductivo que partió de lo general y ahora desemboca en lo particular, como queriendo insinuar que todo existe en función de un sentido divino.
Con esta técnica propia del cine el poeta consigue por un lado presentar los elementos fundamentales que integran y conforman el paisaje extremeño, físico y humano, de una forma ordenada y con un enfoque nuevo y original: "Me suponía en lo alto de un castillo y desde allí veía mi tierra extremeña"Y, por otro, conexionados por la tradición religioso-guerrera de la historia de Extremadura y, a la vez, del momento presente desde una perspectiva interna centrífuga, que el poeta alcanza mimetizándose en perfecta comunión con el paisaje, austero y místico, como un elemento más de él:
Cielo y tierra: Paisaje. Mi corazón mendiga
el surco del otoño como grano de trigo,
quiero quedarme toda esta enorme fatiga
en el milagro hermoso de morirme contigo.
 De tal manera que Jesús Delgado Valhondo, en el "Canto a Extremadura", aparece más que nunca como un auténtico vate extremeño, que poetiza desde y sobre su tierra y además lo hace de una forma creativa y sincera, a pesar de la naturaleza del certamen al que lo iba a presentar. Es por tanto el "Canto" el inicio y el final de una corriente frustrada de poesía puramente extremeña a partir de la cual, cincuenta años después, se podría hablar de la existencia de una lírica hecha en Extremadura y sobre Extremadura que, primero, hubiera ahondado y, después, definido los rasgos de nuestra identidad regional para saber lo que somos, hacia dónde debemos dirigirnos y cuáles son nuestros límites, cuestiones que por falta de una profunda reflexión siguen sin ser contestadas por haber perdido la oportunidad lírica que ofreció el "Canto a Extremadura".
Por otro lado, con el uso de la técnica cinematográfica, Valhondo no se ve obligado a marcar los cambios de un lugar (o concepto) a otro, al imprimir con ella continuidad e intensificación emotiva y de este modo evitar altibajos en la tensión espiritual y lírica del poemario, que mantiene además siguiendo un hilo discursivo lleno de imágenes visuales, sensoriales y olfativas al describir la flora (encinas, álamos, olivos, robles, viñas, hierbas aromáticas), la fauna (ciervo, jabalí, águila, conejo, lobo), los accidentes geográficos (montes, ríos), hasta llegar al hombre y a la mujer extremeña.
Alejandro Pachón también encuentra en el "Canto" una relación entre la técnica empleada por el poeta y la que es propia del cine cuando dijo: "Aunque no tocara directamente la temática cinematográfica, su obra, como la de los creadores de imágenes escritas, no carece de estos enfoques. Su poesía, que en alguna ocasión se ha utilizado como fondo en 'off' para documentales, podría haberse filmado con la cámara de Néstor Almendros, con iluminación natural del atardecer, la hora bruja, resaltando las sombras y los brillos".
En el "Canto a Extremadura", aunque Valhondo olvida sus intensas preocupaciones trascendentales, se pueden hallar algunos residuos de sus inquietudes espirituales como, por ejemplo, cuando siente unos fuertes deseos de mezclarse con el paisaje ("para llevar más alto mi corazón latiendo, / para volar miradas en ansias de bautismo", "Castillo"), sufre intensamente al recordar el sacrificio de Cristo en el huerto de los olivos ("yo también me arrodillo y oraciones me nacen / en el cáliz divino de noche de olivar", "Olivar"), lo invade el misterio ("Yo no sé si la luna resbalando en el suelo / yo no sé si fue el búho inventándose el nido", "Encinas"), recuerda la soledad ("La soledad destapa su velo y se desnuda, / sabe a mármol de hueso, a colmena dejada", "Huertos") o el sufrimiento de su vida y de su infancia ("vengo de muchos años rodando en el camino / [...]. / Mi corazón te ofrezco [...] / en mi fondo de niño, por lo que yo he sufrido", "Ofrenda a la Virgen de la Soledad").
Tampoco el poeta pudo totalmente desprenderse de su sentimiento religioso y muchos de sus versos se impregnan de una sutil religiosidad, que ahora no es producto de la angustia como en sus libros anteriores sino de la vinculación que encuentra entre los elementos del paisaje y los misterios de la religión (el olivo le recuerda la pasión de Cristo; la espiga, el cuerpo de Dios; la viña, a su sangre, y la Virgen, el refugio y la protección que supone para el creyente):
                                    y amarguras de sombras que recuerdan a Cristo.
Oh, bíblicos olivos, que mi tiempo deshacen.
Quizá porque la espiga puede ser cuerpo luego
de Dios y salve al hombre de su duro vivir.
Como olivar y trigo es bíblica la viña.
recógeme en tu seno Luz de la Soledad.
    Jesús Delgado Valhondo no pudo eludir la expresión de su sentimiento religioso, aunque  olvidara momentáneamente sus fuertes intranquilidades, porque veía en el paisaje la obra de Dios y el medio para religarse a la divinidad, no un mero adorno plástico. Por esa razón el paisaje era el centro de su concepción religiosa del mundo. De ahí que poeta y paisaje aparezcan en el "Canto" en una perfecta comunión mística formando parte de la creación y por tanto de Dios, su principio y su fin.
No obstante llama la atención que en el "Canto" Valhondo centre su visión religiosa en la Virgen más que en Dios. Tal hecho pudo deberse a dos razones: una, encaja mejor con el tipo y el tono épico del poema porque la Virgen tradicionalmente ha sido la protectora e interdecesora del ser humano ante Dios, que no contesta a las preguntas del poeta. Otra, porque el "Canto", respiro espiritual en su búsqueda de la divinidad, es una ocasión propicia para pedir protección a la Virgen en un momento vital en el que el poeta se encuentra agotado por su búsqueda infructuosa de Dios, como se observa en La muerte del momento, el libro anterior.
Sorprende la opinión de algún crítico que no le reconoce al “Canto” las cualidades comentadas y lo considera uno más de los dedicados a Extremadura. Pero estos juicios parecen precipitados pues, si bien el "Canto" se hace tópico en los cuatro últimos poemas, el resto contiene un ímpetu sostenido, original, sin lugares comunes y con verdaderos hallazgos líricos. Quizá por este esfuerzo de creatividad, al final el poeta agote sus recursos y se vea obligado a basarse en ideas repetidas para terminar el poema, o bien es lógico pensar que conscientemente recurriera a ellos para hacer más directo y comprensible su "Canto" y llegar así mejor al espíritu del extremeño tan falto ayer como hoy de sentido regionalista. Esta afirmación resulta lógica si se tiene en cuenta que Valhondo, a estas alturas de su obra lírica, era un gran conocedor de su trabajo lírico y extraña sobremanera que a sabiendas cayera en la trampa de los tópicos. De todas formas, aunque Valhondo recurra a alguno, lo compensa sobradamente con el sentimiento y la creatividad que le proporciona el conocimiento profundo del paisaje y del alma extremeña.
Alejandro Pachón, sin embargo, piensa que la poesía de Jesús Delgado Valhondo sobre Extremadura llena las páginas definitivas sobre su gente, sus pueblos y su paisaje: "Aprendí, a través de su obra, que podía hacerse poesía lírica y descriptiva sobre esta tierra sin caer en el tópico o en la exaltación, sin enfatizar ni resultar cargante".
Por otra parte José María Fernández Nieto afirma que el verdadero valor del "Canto" es su extremada sinceridad: "Yo concursé al mismo tema en que tú triunfaste [...]. Creo incluso que era técnicamente mejor que el tuyo premiado [...]. Pero ocurre que no podía sentirlo porque no conozco siquiera tu tierra [...]. Sin embargo el tuyo me gustó extraordinariamente, porque tenía, además de mucha modernidad, una riqueza de conceptos compatible con la poesía 'buena' con la poesía esencial y verdadera [...]. Y luego, tu poema, sentido hasta el tuétano, porque era el poema de un poeta extremeño".
A estas virtudes sobre la calidad y la singularidad del "Canto", habría que añadir otras como los recursos estilísticos empleados:
Imágenes de una gran calidad como las calificadas anteriormente de “extraordinarios hallazgos líricos” y otras como "los ángeles se encienden de azul", "niña / que vive de la sangre de un corazón de tierra" o "Y ese olor de la tarde cuando se cierra fría".
Metáforas tan sugestivas como las que definen con llamativa creatividad los animales representativos de la fauna extremeña (ciervo, jabalí, conejo, águila y lobo), "El trigal son los mares que anhela el extremeño", "Ciudades que son sueños de siglos en la historia" o "[La mujer extremeña] La que siempre es la madre con las alas abiertas".
Símiles del tipo "como si fuese sangre sin encontrar sus venas".
Construcciones de carácter épico: "Encinar extremeño, mis heroicas encinas", "para llevar pequeños paisajes por el mundo", "Este Tajo extremeño que tiene a Garcilaso / metido entre su alma", "Agua viva bendice el campo. Y hace hermoso / el cielo", "Yo venero la savia del árbol de la épica".
Y, sobre todo, la gran abundancia de anáforas, utilizadas como recurso intensificador: "para ensanchar [...] / para llevar [...] / para volar [...]",  "o ha nacido del polvo [...] / o ha nacido de tierra [...] / o ha brotado [...]", "el mar donde la sangre suda [...] / el mar donde la tarde [...]", "El Tajo [...] / con el ansia [...] / con su traje de hierro [...] / con su sangre de arena", ... Polisíndetos: "y la luz de unas manos [...] / y amarguras de sombras", "de rincones y esquinas [...] / de piedras y de cielos [...] / de plazas y callejas [...] / de torres y murallas". Y asíndetos que refuerzan polisíndetos: "Alamos, pinos, robles. Y jaras y tomillos / y hueco de la roca y el agua desatada".
No obstante, a pesar de la transparencia que domina el poema, se puede encontrar algún momento de oscurecimiento cercano al surrealismo en los poemas "Viñas" y "Huertos", donde parece predominar más el subconsciente del poeta que su voluntad innata de claridad lírica, aunque en nada desmerece la calidad de los poemas porque, precisamente en ellos, es donde el poeta consigue los momentos sugestivos de mayor lirismo:
La soledad destapa su velo y se desnuda,
sabe a mármol de hueso, a colmena dejada,
al aliento del ángel, al verde mar que suda
en rocíos de auroras, la serpiente y la espada.
La defensa de la originalidad del "Canto" se apoya en el hecho de que no se halle ninguna influencia palpable en él, si no es una leve reelaboración de un verso de Chamizo ("Porque semos asina, semos pardos / del coló de la tierra"), que debe ser consciente: "Porque somos así, pardos como la tierra". O quizás la presencia del ritmo típico de los cantos épicos de la literatura española, pero adaptado al tiempo presente y a una realidad concreta que lo hacen, en caso de ser una influencia, original.
Formalmente el "Canto"podría tener un modelo lejano en los alejandrinos del Mester de Clerecía, aunque la agilidad de los empleados por Valhondo, su factura moderna y la agrupación en serventesios llevan a pensar que su modelo más próximo, si acaso tomó alguno, se encuentre en el Modernismo y más concretamente en el Rubén Darío de Azuly en poemas como "Caupolicán", aunque este parecido sería sólo formal porque, en el contenido, el poeta extremeño no es tan sanguíneo como el modernista.
Es, por tanto, en el sentimiento sincero y en la originalidad del lirismo creativo donde radica el valor del "Canto", precisamente porque el poeta no se lo plantea como un trabajo de circunstancias sino como la expresión sincera de la comunión que sentía con su tierra y su gente en un momento positivo para Extremadura. Por ejemplo, momentos como el comienzo del poema "Encinas" ("Yo no sé si la encina ha nacido de roca  / o ha nacido del polvo que levanta el rebaño / o ha nacido de tierra seca, caliente y loca, / o ha brotado en la siesta o es un dolor extraño") cimentan la defensa de la originalidad del "Canto", pues son unos versos muy distintos de los que se han escrito sobre la Extremadura tópica. Y esto es debido a que resulta difícil encontrar otro poeta en la literatura de autores extremeños que abrigara un sentido tan trascendente sobre el paisaje: "Cómo regresan ahora en cuanto notan la muerte cercana [se refiere a los extremeños emigrados]. Reintegrarse a la tierra para que hecho semilla pueda fructificar en roca, en flor, en árbol. O mejor, en espíritu de paisaje".
Sin duda, la mímesis que Valhondo estableció con su paisaje hace que su "Canto" sea en conjunto uno de los más sinceros, sentidos y originales que se hayan escrito sobre Extremadura, y que poemas como "Castillo", "Encinas", "Viñas", "Montes" o "Tajo" contengan momentos creativos de una extraordinaria lucidez, que sitúan al "Canto" formal y significativamente entre los más lúcidos poemas escritos sobre nuestra tierra.


El ensayo se puede leer con notas al pie de página en la revista Alborayque (Badajoz), 25-11-09, pp.169-189.

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TRES LIBROS FALLIDOS Y OTROS NO TANTO

EL PRISIONERO DEL CIELO de Carlos Ruiz Zafón
(Barcelona, Planeta, 2011)

    El autor comienza el libro atrayendo la atención del lector a través de un personaje misterioso, que me recuerda al pirata malencarado con la pata de palo del comienzo de La isla del tesoro, y parecía que iba a ir por ahí la narración pero, apenas empezada la novela, este personaje desaparece y la acción se centra en una historia de represaliados de la guerra, cuyo protagonista es Fermín Romero de Torres, que trabaja en la librería del padre del protagonista, Daniel.
el prisionero del cielo-carlos ruiz zafon-9788408105824   El título es el apodo que tiene en la cárcel de Montjuich el prisionero David Martín por sufrir alucinaciones, “el prisionero del cielo”. El autor mantiene muy bien la tensión narrativa sembrando intrigas como la del personaje misterioso citado; la carta de Beatriz, la mujer de Daniel; el pasado enigmático de Fermín... y, por último, el Cementerio de los Libros Olvidados. Pero esto último viene a estropear toda la novela, pues parece que el autor siente la necesidad de introducir un detalle impactante en la acción, para que parezca un libro típico de la época actual tipo Harry Potter. Sin embargo, resulta un cuerpo extrañoque fragmenta por segunda vez la estructura de la narración (que fue cortada primeramente al comienzo cuando se olvida del personaje misterioso) y enlaza de tal manera con el final de la novela. Despista así al lector que, con cambios tan ilógicos, pierde el hilo agumental. Y todo por hacer una concesión a los lectores de best seller que, sin embargo, espanta a los lectores que saben apreciar la auténtica literatura.
    En fin, El prisionero del cielo es un ejemplo de esos libros (y películas) que no sé por qué el autor se empeña en estropear, cuando la narración estaba resultando interesante. Con que hubiera descubierto el pasado enigmático de Fermín hubiera bastado pero, en cambio, se pasa de la realidad a la ficción por las buenas y estropea sin venir a cuento la atrayente historia que contaba.

MISIÓN OLVIDO de María Dueñas
(Madrid, Planeta, 2012)

    Es un libro, cuyo contenido desorienta al lector en un primer momento pues no se espera que pueda tratar ese asunto: la protagonista, profesora española de Universidad, se marcha a una de EE.UU. huyendo del impacto de su separación matrimonial, que ha iniciado su marido por haber encontrado a una chica más joven y sexy que ella.
   Allí le encargan un trabajo de investigación sobre la actividad docente de un profesor español exiliado, Andrés Fontana y, poco a poco, va descubriendo hechos muy interesantes. Así, a la vez que avanza la novela, el lector se siente más atraído por conocer lo que va descubriendo la autora y, aunque el tema universitario es poco atractivo, el relato se convierte en un sugestivo descubrimiento, que lo mantiene atento a descubrir detalles sobre el desconocido protagonista.
mision olvido-maria dueñas-9788499984032    Entre los momentos mejores de la novela se encuentra la reflexión que realiza la protagonista sobre lo que ha sido su vida: una entrega a su marido (que se dedicó a situarse en el alto funcionariado, mientras ella cuidaba a los niños y aparcaba su aspiraciones universitarias) y a su familia (tiene dos hijos que hacen su vida) para, al final, verse despreciada por quien apoyó con tanto amor. Es decir, se trata de la dolorosa historia de una ingratitud.
    Uno de los personajes apreciables en los que se centra la acción es Daniel Carter, discípulo de Andrés Fontana y filólogo, que investiga la vida y la obra de Ramón J. Sender.Para elloCarter viene a España y se enamora perdidamente de una farmacéutica de Cartagena, donde fue a conocer el ambiente que envuelve Mr. Witt en el cantón de Sender. Y hasta aquí la novela iba bien, pero desde este momento la autora se inventa una historia boba donde explica cómo David Carter consigue vencer la resistencia de los padre de Aurora para que se case con él, ayudado por las mujeres desoficiadas de militares americanos de una base cercana.
    Después la autora consigue enderezar la novela, que vuelve a coger su ritmo, pero al final termina por derribo: la autora encuentra entre los documentos de Andrés Fontana unas huellas imprecisas de la existencia de la misión Olvido, que les valen a unos ecologistas para frenar la destrucción del paraje natural que se encuentra junto a la Universidad donde impartía clases este profesor español...

Mis recuerdosMIS RECUERDOS de Rabindranat Tagore (traducción de Isabel García López, La Coruña, Ediciones del viento, 2008) es un libro del que esperaba mucho más por el nombre de su autor, mi respetado Tagore, pero la verdad es que resulta un libro soso donde quería haberme encontrado con datos más interesantes sobre la vida y la actividad literaria de un Nobel. Sin embargo, todo se queda en comentarios superficiales y faltos de alma, a pesar de ser el escritor hindú tan espiritual.
    Esto se lo achaco en parte, al menos, al problema de las traducciones que no digo que esta sea mala sino a que es prácticamente imposible que el traductor, por muy fino que hile, pueda transmitir el sentido exacto no ya de las palabras sino del tono y el sentido exacto que tienen en la versión original. Esto también lo he detectado después cuando me he puesto a leer a la Nobel Alice Munro y su Mi vida querida, un libro de relatos traducido del que me he visto obligado a dejar su lectura, porque no he logrado entenderlo.

ESO SERÁ POESÍA (SABINA ANTES DE SABINA) de Maurilio de Miguel (Madrid, Martínez Roca, 2005) es un libro que informa sobre la trayectoria ideológica y musical en los primeros años de la carrera musical de Joaquín Sabina, el rey de la canción canalla.
    La lectura de este libro me ha resultado interesante porque me he enterado de un montón de datos y detalles que desconocía de este original poeta, compositor y cantante de canciones tan emblemáticas como Juana la loca, Pacto de caballeros, Princesa ,Por el boulevard de los sueños rotos, Y nos dieron la diez y un largo etcétera.
     Eso será poesía se trata de un libro que viene muy bien para advertir que la fama no se consigue sola y que, normalmente, un artista cuando tiene el reconocimiento del público es porque lleva muchos años luchando para transmitir su peculiar manera de entender la vida y la música (en este caso).

rafa, mi historia-rafael nadal-john carlin-9788493795467RAFA. MI HISTORIA de Rafael Nadal con John Carlin (Barcelona, Indicios, 2011) cuenta el batallar de nuestro gran campeón Rafa Nadal y cómo ha conseguido llegar a la cima del tenis mundial convirtiéndose en una leyenda viva de este otrora elitista deporte y ahora deporte mucho más popular gracias al deportista de Manacor. Disciplina, sencillez, trabajo, preparación  e inteligencia son sus armas deportivas, un ejemplo para todos y especialmente para los jóvenes que pueden tener en su comportamiento personal un referente no sólo deportivo sino también ético.
     Este, como el anterior, es un libro que ayuda mucho a entender que los triunfos cuestan generalmente muchos años de preparación física y síquica. Y que no siempre, a pesar del enorme esfuerzo realizado, se consigue lo que se anhela. La diferencia es el perdedor se rinde a la primera y el campeón, sin embargo, sabe levantarse una y otra vez y continuar.

A la derivaA LA DERIVA de Alberto Vázquez Figueroa (Barcelona, Plaza y Janés, 2005) ha sido una agradable sorpresa pues me ha interesado sobremanera la doble narración de la trama policial y la paralela de la vida de Ramiro (al final ambas se encuentran), un minusválido con una inteligencia superior y un gran corazón, que supone una llamada de atención del autor a todos los que menosprecian a este tipo de personas y no entienden que todos, modelos y tullidos, se merecen la misma consideración.
   La novela está ambientada en la isla de Lanzarote y el autor crea así un entorno original y distinto al de la gran ciudad, típico en las novelas policíacas. Precisamente el misterio de los asesinatos que se cometen en la novela de Vázquez Figueroa se encuentra en una gruta volcánica.

asalgueroc

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"JESÚS DELGADO VALHONDO Y CÁCERES" (MIS ARTÍCULOS VI)

   “VALHONDO Y CÁCERES, CRÓNICA DE UNA ÍNTIMA RELACIÓN”, Alcántara (Cáceres), enero-diciembre, 2010, pp. 217-227.
 Le vendría bien a Cáceres recordar la íntima relación espiritual que Jesús Delgado Valhondo estableció con ella y también comprender la influencia que, como ciudad, ejerció en su formación personal, anímica y literaria.
Al mismo tiempo, resulta también adecuado advertir, en beneficio de Cáceres, la trascendencia de la singular visión que Valhondo tuvo de su ciudad adoptiva, pues en ella confluyen los valores históricos, espirituales y literarios que han hecho característica su personalidad poética. Esta particular configuración de la ciudad, que Valhondo supo difundir apasionadamente en poemas y artículos periodísticos, bien podría ser la base de la imagen que a Cáceres le convendría crear para el futuro.

CÁCERES, EL BARRIO DE SAN MATEO, LA MONTAÑA

La relación de Jesús Delgado Valhondo con Cáceres comienza cuando en 1918 muere su padre, José María Delgado de la Peña Merino, en Mérida, y su madre, Sofía Valhondo Carvajal, natural de Montánchez, decide trasladarse con sus hijos a Cáceres donde tenía familia.
 Jesús Delgado Valhondo pronto se integra en la ciudad y consigue los primeros amigos (Antonino Rodríguez y Leocadio Mejías) con los que, una vez superada una recaída de la poliomielitis que padecía, juega frecuentemente en el barrio de San Mateo como un niño extrovertido, al que sus amigos llaman “Chuchi”. Una actividad lúdica, que Valhondo recordaba haber realizado con sus amigos en este lugar representativo de Cáceres, fue la instalación de un puesto de tebeos: "Cuando yo muchacho, con otro escritor ahora célebre [Leocadio Mejías], puse un puesto de tebeos, de cuentos, de relatos de aventuras, de tirios y troyanos, de ladrones y policías, de misteriosas leyendas".
 Más tarde en su adolescencia este barrio sigue siendo un lugar de íntimas vivencias, pues en su recinto se encontraba el Instituto de Segunda Enseñanza, donde realiza el bachillerato y se hace de un grupo de amigos, que coincidían en su gusto por la lectura: "Instituto viejo de Cáceres, mano derecha del barrio de San Mateo que te cogía y te metía en sus calles, en sus callejas, en sus rincones, en sus entrañas y, sin darte cuenta, te mantenías de su sangre y sin darte cuenta sigues comiendo el corazón del silencio de la ciudad".
 En este emblemático centro docente, Valhondo tiene maestros que lo influyen sobremanera y a los que, pasado el tiempo, recordará con una profunda nostalgia: "Me pierdo en la penumbra y tiniebla de mi memoria y recuerdo ¿Cómo conocí a don Miguel Ángel Orti Belmonte? [...] Hace un instante, ocurría esto hace un instante, vivían don Antonio Silva y don Tomás Martín Gil -¿acaso han muerto?- Siempre espero encontrarlos, y Cáceres era más mío".
 Luego, su tendencia a la reflexión lo lleva a sentir el barrio como una especie de retiro espiritual, donde de fondo oye el canto de las monjas del convento allí ubicado: "¡Detén el paso / y escucha atento / el silencio / que despiden / las monjitas del convento!".
 En el barrio de San Mateo, Valhondo comienza a manifestar preferencia por la observación y por captar las variadas sensaciones (contrastes de luces y sombras, imaginaciones, historia, tiempo retenido en la piedra, misterios, temores), que luego plasmará en poemas de Canciúnculas y Pulsaciones, sus primeros poemarios:

La calleja -¿quién ha muerto?-
del arco de Santa Ana
tiene espíritu de bruja; […]

La torre se da respeto
sobre su sombra alargada. […]

Al venir la madrugada
pierde las canas
la luna
y se queda como una
aceituna.
(Aceituna sevillana.)

 Con los años, su deseo de rescatar el pasado lo lleva a recordar insistentemente sus vivencias en el barrio de San Mateo que, con su especial sensibilidad, convierte en experiencias espirituales: "Cáceres es una ciudad esencialmente poética, de escenificación histórica. Vista desde lejos, desde las afueras, es una ciudad en silueta que pide ser recortada. [...] El barrio de San Mateo tiene una luz propia para sus riquísimos matices. Una luna regocijada, caída, en las callejas –por donde descubrimos 'La Montaña'– para señorear a la noche dentro de sus sombreados. Rincones que tienen ánima propia, donde crecen nanas de instantes eternos, justos, audaces, fervorosos".
 Valhondo además mostrará una fuerte atracción por la ciudad de su adolescencia y de su juventud en recuerdos evocadores y nostálgicos, que difunde siempre que tiene oportunidad: "Cáceres tiene un cielo alto, azulean miradas, el aire es limpio como una página sin escribir para que en ella dibujen atardeceres de sábado los vencejos. Cáceres estrena cielo todos los días"[7]. También hace patente su fascinación por "La Montaña", vigía que preside majestuosamente la ciudad y lo seduce con una atracción mágica: "Mis amigos: la frente / del tiempo; las espaldas / del tiempo. Las esquinas esperan la memoria, / y al final, la montaña".

LECTURAS. ESPIRITUALIDAD

La historia de la ciudad antigua y las múltiples sensaciones experimentadas en el barrio de San Mateo echan a volar su imaginación adolescente y lo inducen a realizar abundantes lecturas de los grandes narradores extranjeros (Dumas, Scott, Salgari, Verne) y españoles (Bécquer, Baroja, Gabriel Miró, Blasco Ibáñez, Fernández Flores). Además, su aprecio por la espiritualidad lo incita a leer a poetas cristianos como Francis Jammes y Paul Claudel: "Cáceres tiene –aunque tenga más no importa– dos palmeras. La del Adarve y la de las Veletas. La del Adarve se asoma a la calleja tras la celosía de la tapia que la encierra como una mora que curiosea […]. La palmera de las Veletas aún no ha tenido tiempo de marcharse a Arabia o Egipto […]. Cáceres tiene, que se puedan mirar, dos palmeras solamente asomadas a dos callejas y el silencio del retiro casi espiritual a que se impone la paz y el silencio del barrio de San Mateo arriba, del barrio de San Mateo, abajo".
 Su gusto por la lectura se completa con un interés cultural, que lo lleva a ser socio del Ateneo cacereño con sólo 12 años, a impartir una charla en aquel lugar de élite sobre la situación del cristianismo en la Roma imperial con 14 años y a conocer a intelectuales como Publio Hurtado y poetas como Luis Chamizo.
 Estas vivencias van a ser la base de su obra literaria y la razón de su consistencia, pues en estas experiencias cacereñas tanto personales como relacionadas con el entorno se encuentran los fundamentos de su poesía, y van a conseguir que adquiera un carácter tempranamente maduro y goce de un talante abierto y comprometido. Además, su personalidad se completa con el gusto por la contemplación y el recogimiento, que Eugenio Frutos describió de este modo: "Conocí a Jesús Delgado Valhondo en Cáceres, siendo un muchacho. Y aún me lo imagino empapándose de silencio e historia, oyendo el suave paso de la muerte y eternizando el tiempo por el alto Cáceres, por la plaza de San Mateo y de Santa María, entre los palacios de piedra que las casas nobles levantaron. [...] No se vive en vano en una ciudad así, queda su huella muy honda en el alma".
 Casualmente será en el marco singular del barrio de San Mateo, donde conozca la existencia del poeta hindú Rabindranat Tagore, que enseguida lee y siente la atracción de su palabra cálida: “Y sucedió que una noche, recorriendo el barrio de San Mateo de Cáceres con varios amigos, oyó a una joven [...] que era aquel un buen sitio para, bajo la luz de la luna, leer 'El jardinero' de Tagore. [...] ¿Tagore? ¿Quién era Tagore? Buscó sus obras. Encontró 'El jardinero' y una noche de luna espléndida se lo llevó al barrio de San Mateo. Y se puso a leerlo a la luz de la luna. […] La emoción de aquella hora le dura todavía".
 También, influido por el entorno de la ciudad antigua, Valhondo empieza a escribir sus primeros poemas, selecciona sus lecturas y lee la obra completa de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, que lo atraen por su esencialidad, intimismo y el uso de palabras cargadas de significado. Además, en Cáceres conoce la lírica de Alfonsina Storni, Juana Ibarbouru, César Vallejo, Amado Nervo y José Asunción Silva, a través de la Antología de la poesía española e hispanoamericana editada por Federico de Onís en 1934.

PEDRO CABA Y EUGENIO FRUTOS

En la década de los años 30, Jesús Delgado Valhondo conoce y se relaciona estrechamente con dos intelectuales extremeños, Pedro Caba y Eugenio Frutos, que influyen poderosamente en su formación filosófica y literaria. Los tres mantienen frecuentes charlas por la ciudad antigua y el Paseo Alto, en las que el joven Valhondo asimila sus razonamientos y los incorpora a su bagaje anímico e intelectual.

El campo cerca y severo.
El pueblo remoto, huido.
Todo el paisaje es oído
que escucha un rugido fiero.
El pueblo marcha ligero,
los palacios van en coche.
La luna sirve de broche,
y árboles sirven de espuelas.
Y las torres son ya velas
apagadas de la noche.

Caba y Frutos sienten atracción por asuntos trascendentes como el problema entre la esencia y la existencia humana, la fugacidad del tiempo, el enigma de la vida, la muerte y la eternidad o la concepción del hombre como cuerpo y espíritu, que eran temas abordados por los existencialistas europeos y Unamuno. También se ven influidos por Ortega y Gasset y su novedosa concepción del razonamiento filosófico.
Además, Caba y Frutos orientan las lecturas del joven Valhondo hacia los experimentos vanguardistas, la esencialidad de la Generación del 14 y los deseos de renovación de la Generación del 27. También lo guían en sus primeros pasos poéticos, lo defienden de quienes desean que siga los pasos de Galán y Chamizo y le marcan un camino personal, que enseguida ofrece frutos esperanzadores.

TREVEJO. LA SOLEDAD

En 1933, Jesús Delgado Valhondo obtiene el título de Maestro de Primera Enseñanza. Un año después aprueba las oposiciones y es destinado a Trevejo, pueblecito situado en la Sierra de Gata cacereña. Allí se entrega de lleno a su labor de maestro y mitiga su soledad con abundantes lecturas de escritores españoles, extranjeros, vanguardistas y de literatura religiosa (La vida de San Pedro de Alcántara lo impresiona). También da paseos por el entorno natural, que será su primera fuente de inspiración y el responsable, junto a la soledad que padece, de que surja en su mente la imagen del árbol solo (símbolo central de su obra poética), comience a escribir poesía de una forma sistemática y se decida a reunirla en su primer libro de poemas, que titula Canciúnculas: "El principio de amor a la Patria está, sin duda, en el paisaje. Muchos no conocen la Historia y aman a su Patria, porque aman a su tierra, fecunda o seca, con piedras o con hierbas, con olivos o con álamos. La aman, porque la tienen metida en el alma. Sobre todo, el paisaje. Vemos hombres que emigran y vuelven, exclusivamente, a comprar paisajes. […] el paisaje es el mejor ladrón del corazón humano".
 Además trata de salir de su aislamiento a través de una intensa relación epistolar con grupos poéticos de Madrid, Valencia, Alicante, Zaragoza, Huelva, San Sebastián, Cádiz y Badajoz, y con poetas de la talla de Vicente Aleixandre, José María Valverde, José Luis Hidalgo o Gabriel Celaya.
En vacaciones, se desplaza a Cáceres para participar en tertulias, como la que se celebra en la rebotica de la farmacia de su hermano Juan, y actividades culturales como la revista Cristal, donde edita el poema “Podría quererte”, que firma con el seudónimo “Jesús De-Val”.
Por estas fechas, sufre una crisis religiosa y compone Las siete palabras del Señor, un librito de poemas que dedica a su amigo Eugenio Frutos, quien a su vez le ofrece Retablo de la Pasión de Nuestro Señor, también resultado de intranquilidades religiosas parecidas a las de su amigo.
Al mismo tiempo, el estado de pobreza del lugar donde ejerce de maestro lo lleva a ir más allá de sus funciones docentes y, para mitigar el atraso de aquellas personas, actúa de consejero personal, relaciones públicas con el exterior y practicante. Cuando no puede remediarles sus problemas de salud en el pueblo, realiza gestiones en el hospital de Cáceres para que se los solucionen: "Camina lentamente [se refiere al médico Julián Murillo Iglesias] por los pasillos del Hospital Provincial. Su andar es pausado, fatigoso, de tanto rodar y rodar. Sus ojos están llenos de una mirada de infinita dulzura, de ternura exquisita, de cariños sin límites. Su mano va presta a esa caricia que los ojos mandan, que los ojos reciben de corazón. Simpático conjunto su ser: modesto, como un apóstol; humilde como un santo".
Cuando se ve obligado a dejar a aquella gente humilde, reflejo del ser humano común que ya había convertido en el protagonista de su obra poética, lo hará con una honda pena: "Cuando salí de Trevejo sancionado, tuve que ir andando a la carretera, venía todo el pueblo detrás de mí. Me fui de Trevejo llorando como un tonto. Entonces la gente quería a los maestros".

GATA. RECONOCIMIENTO EXTERIOR

El 4 de abril de 1936, Jesús Delgado Valhondo se casa con la María Rodríguez Domínguez. Cuando el 18 de julio estalla la guerra civil, ocupa la secretaría del sector de Enseñanza de la UGT en Cáceres y es detenido. Aunque en los primeros momentos llega a temer por su vida, finalmente es sancionado con un traslado forzoso a Gata, donde se incorpora el 1 de marzo de 1940.
A pesar de la zozobra que sufre, en Gata continúa con sus ávidas lecturas, ahonda en su sentir poético contemplando el sugerente paisaje que lo rodea y sigue componiendo poemas, que reunirá más tarde en Pulsaciones, donde se observa que se ha desprendido de influencias y va adquiriendo un pulso personal, que empieza a ser reconocido en los focos de cultura con los que ha contacto epistolarmente. En este libro le dedica un apartado a su querido y recordado barrio de San Mateo, que se compone de seis poemas titulados: “Plazuela de San Mateo”, “Calleja oscura”, “Arco de Santa Ana”, “La bruja”, “Amanecer” y “Salida de luna”:
El callejón está oscuro
y tiene miedo mi alma
de yo no sé qué secreto
de rejas de tus ventanas.

El callejón medio oscuro,
la luna lame un rincón.
Yo no sé por qué secreto
tiene miedo el corazón.

El callejón medio claro,
la luna parece un signo.
Yo no sé por qué secreto
tengo miedo de mí mismo.

Además en Gata intensifica sus contactos con el exterior a través de cartas y comienza a publicar en revistas literarias como Intimidad poética de Alicante o Proel de Santander. También participa en una tertulia, cuyos miembros (médicos, maestros, propietarios y veterinarios) estaban suscritos a la revista literaria Novelas y cuentos. Por estas fechas se decide a editar artículos comenzando con el titulado "La risa en el niño" en el Boletín de la Inspección de la Escuela de Practicantes de Cáceres y "El monasterio de Guadalupe" en la revista Lar de San Sebastián.
 Cuando le es posible, visita Cáceres en cuyo ambiente literario se relaciona con Pedro de Lorenzo, Tomás Martín Gil, José Canal, Pedro Romero Mendoza o Fernando Bravo, con los que comparte lecturas, organiza actividades y asiste a tertulias en casa de Pedro de Lorenzo o del conde de Canilleros. También tiene tiempo para preocuparse del entorno histórico y llamar la atención sobre el estado ruinoso en que se encuentran monumentos simbólicos: "Viven en las ruinas el hombre vencido, el viejo de sangre e historia, el artista y el poeta, el contemplativo y el introvertido. […] de todas las ruinas las más emotivas, dolorosas, agónicas, las de las ermitas, las de los templos. [...] Extremadura tiene heridas por donde constantemente sangra su gloria y con la gloria se le va el honor. Una de estas heridas es atroz, enorme: el templo de San Benito, de Alcántara".
 Como resultado de las buenas relaciones exteriores establecidas, en 1944 la revista Intimidad poética de Alicante le edita en su colección de poesía Hojas húmedas y verdes, su primer poemario publicado.

CREACIÓN DE LA REVISTA ALCÁNTARA

 En 1945, Jesús Delgado Valhondo funda, durante una tertulia en la rebotica de la farmacia de su hermano Juan, la revista Alcántaracon Fernando Bravo, José Canal y Tomás Martín Gil, para difundir las inquietudes que detectan en el ambiente cultural de la región.
 Alcántara publica su primer número el 10 de octubre de 1945 con un capital de 200 pesetas aportado por los fundadores. La primera colaboración de Valhondo es el poema titulado "El recuerdo". Luego edita otros poemas, narraciones y ensayos.
 A partir del número 33, Valhondo será autor de una sección titulada "Notas breves de dentro y de fuera", que firma con el nombre de José de la Peña. En ella comenta noticias del mundo literario a veces con un tono mordaz que levanta polémicas. En el número 37 de 1950, comienza a firmar una nueva sección titulada "Al margen de los libros", en la que glosa poemarios recibidos en la redacción de Alcántara.

ZARZA DE ALANGE. REENCUENTRO CON CÁCERES

En 1946, Valhondo se traslada a Zarza de Alange, pueblo pacense situado a 25 kms. al sur de Mérida, desde donde le va a resultar difícil mantener su intensa relación con Cáceres. Sin embargo, no deja de visitarla o de sentirla. Así, en 1949, asiste a la II Asamblea de Estudios Extremeños y se relaciona con escritores foráneos (José María Cossío, Joaquín Montaner), cacereños (Miguel Muñoz de San Pedro, Víctor G. García Camino, Manuel Delgado Fernández) y pacenses (Antonio Zoido, Enrique Segura Otaño, Manuel Pacheco), con los que entabla una estrecha relación literaria y participa en las actividades de la Asamblea. Valhondo además interviene leyendo sus poemas y suscita críticas laudatorias y unánimes: "No puede pasar en silencio que Cossío, Montaner, Moñino y los demás auténticos valores de la sección de literatura de la Asamblea dijeran esta frase: 'Hemos oído aquí un único poeta: Jesús Delgado'. Saltando por tu modestia hay que hacer que esto se sepa".
 Por estas fechas, Valhondo también conoce en una tertulia de Cáceres al bibliófilo Antonio Rodríguez-Moñino a través de Tomás Martín Gil. Además traba amistad con Enrique Pérez-Comendador y su mujer Magdalena Leroux, artistas extremeños de renombre internacional, a quienes dedica la segunda parte de La esquina y el viento, cuya edición aparece ilustrada con un dibujo de esta artista: "Acabo de regresar de Cáceres donde las cigüeñas tienen su casa. Donde –creo con Ortega– las cigüeñas tienen el cielo más profundamente azul que desear se pudiera para volar. […] En Cáceres están establecidas en la mitad de la ciudad, en el corazón de la ciudad, en la iglesia de San Juan".
 En 1953, Jesús Delgado Valhondo aumenta su actividad creadora y publica en el número 5 de los Cuadernos Alcántara, su primer libro de cuentos titulado Yo soy el otoño. Contiene narraciones cortas que no son simples relatos, sino una mezcla de prosa y poesía ligadas con detalles de un excelente narrador lírico.

EVOCACIONES DE CÁCERES

En 1961, la Diputación de Badajoz le edita Primera Antología, donde su afán por crear una ciudad perfecta, libre del dolor humano y del tiempo, lo lleva a recordar a Cáceres, la ciudad de su infancia y su adolescencia, a la que llama “ciudad de piedra”:

Primer  misterio: la luna.
Un Padre Nuestro a los pasos
de nadie por el silencio,
de nadie por el espacio.

Ave María: la torre,
y Gloria Patri al palacio
y amén al hierro del aire,
espada del hijodalgo.

Segundo misterio: sombra.
Tercer misterio: el legajo.
Cuarto misterio: el convento.
El quinto: ventana y rapto.

En 1970 la Colección Ángaro de Sevilla le edita La vara de avellano, que cierra con una sentida elegía a su hermano Juan (último miembro de su familia directa), donde no faltan referencias emotivas de Cáceres:

Ya no está Juan allí, donde quería
verle y hablarle de cualquiera cosa.
Es un caído sol de mediodía
que en mi costado como cruz reposa.
    ¿Quién si no estás? Ya Cáceres vacío.
Por no encontrarte a ti a nadie encuentro.
Sólo una tumba en mí, hermano mío,
y aquella vieja casa y nadie dentro.

Cuando llega la democracia a España (y a Extremadura, además, la Autonomía), actúa contundentemente para que la región no se divida en dos territorios enemistados y se comporten como dos provincias hermanas: "El empleo inmoderado del lirismo […] lleva al énfasis, al relumbrón. [...] me están haciendo mucha gracia las reuniones y bla, bla, bla sobre esta sufrida y maltratada tierra. […] Cada cual se erige en jefe y a defender Extremadura como si estuviésemos en las últimas. Hace muchos años que pensé: Extremadura, una. Después he caído en la cuenta de que, en efecto, Extremadura es una con dos provincias: Cáceres y Badajoz. [...] Yo creo que es igual que sean dos, tres o cuatro. Lo que hay es que echarle […]¡Muchísimo lirismo! Y […] más vale amarse en dos provincias que no odiarse en una sola".
 En 1982, la Diputación cacereña le edita Inefable domingo de noviembre. En 1989 participa en un curso de literatura extremeña en Cáceres. Finalmente, el 23 de julio de 1993 muere en Badajoz y es enterrado en Mérida. No obstante, para quedar patente que amó apasionadamente a ambas provincias y a las tres capitales con la misma intensidad, Valhondo dejó el encargo de que se esculpiera en su lápida este significativo epitafio: “Ya soy tierra extremeña”.

EPÍLOGO

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, resulta complicado definir al poeta extremeño sin recurrir a sus vivencias en la ciudad de su niñez y de su juventud y, al mismo tiempo, no es posible concebir Cáceres sin Jesús Delgado Valhondo. Por tanto, se hace necesario que Cáceres sepa deducir el alto valor que representa el vate extremeño porque, sin lugar a dudas, es un componente clave de su personalidad contemporánea.
 El motivo de tan contundente afirmación es que pocos han sentido Cáceres con tanta hondura anímica como Jesús Delgado Valhondo y menos han sabido expresarlo con su aguda, sentida y enternecedora sensibilidad: "Hasta qué punto absorbe Cáceres a un hombre lo sé yo bien. Porque hasta en la inconsciencia de la inspiración –lo que está más allá del alcance nuestro– del poeta que hubiera querido ser, ha brotado Cáceres en el poema que hemos escrito [...]. Pero a Cáceres sin amigos y sin palabras me la puedo suponer y quimerizar. Cáceres sola y muda. Cáceres noche y caminada. Cáceres, rosario y siglo. Cáceres, esquina y sueño. Cáceres ciudad jamás terminada de vivir y recordada nostalgia".
 Sin duda, la revaloración de la íntima relación que Jesús Delgado Valhondo mantuvo con Cáceres sería un beneficio para el atractivo cultural de esta ciudad que, concebida líricamente a mediados del siglo XX por uno de sus hijos adoptivos más emblemáticos, ahora puede resurgir tomando como referente el halo de su trascendente evocación:
Cáceres, te recorro
misteriosa y lejana:
sueños, gestos, silencios cargados con mis años.
Tarde: violeta pálida.

Mi madre, mis hermanos.
Ya sólo Juan. Mi casa.
Los surcos de la luna. El aroma de siempre.
La calleja soñada.

Mis amigos: la frente
del tiempo: las espaldas
del tiempo. Las esquinas esperan la memoria,
y al final, la Montaña. […]

Cáceres vuela y vuelve
conmigo. A mi nostalgia
un niño cojo viene y alcanza la tristeza
al borde de mis lágrimas.

“UN ITINERARIO Y UNA PANORÁMICA”, Mérida (Mérida), septiembre 2012, pp. 59-61.
El autor describe el contenido de dos trabajos (Itinerario monumental de Mérida y Panorámica poética de Extremadura) fundamentales para Mérida (el primero), pues supone una forma original de visitar la ciudad bimilenaria, y para Extremadura (el segundo), porque es la primera antología que acoge textos de toda su historia poética.
El Itinerario monumental de Mérida es un recorrido histórico y literario por veinticinco lugares representativos de Mérida, que se agrupan en seis Rutas literarias, cuyo punto de partida es la Asamblea de Extremadura, un lugar simbólico pues de él emanan las normas que rigen la convivencia de todos los extremeños y, geográficamente, está situado en el centro de Mérida, es decir, en pleno corazón de Extremadura.
El Itinerario monumental de Mérida es un recorrido histórico, porque los lugares por donde discurren las rutas literarias son venerables ancianos: sus edades oscilan desde los 129 años de la Plaza de España a los infinitos del río Guadiana, que ya existía cuando comenzó a escribirse la historia, pasando por los 1200 años de la alcazaba árabe olos 2037 años del puente romano. Además son lugares con mucha historia, porque han formado parte de acontecimientos como la romanización o la islamización de Hispania.
Y, también, el Itinerario monumental de Mérida es un recorrido literario, porque Mérida es una ciudad muy poética. No en vano,el comienzo de la poesía en Extremadura se sitúa en las inscripciones funerarias de las necrópolis de Augusta Emerita. En el siglo XVIII nace en Mérida Juan Pablo Forner, uno de los principales representantes del Neoclasicismo español. A comienzos del siglo XX lo hace Jesús Delgado Valhondo, autor de una obra poética de especial magnitud. Y, años más tarde, ve la luz Rufino Félix, cuya poesía es de las más sobresalientes del momento poético actual.
Además, desde que se editan publicaciones periódicas en Mérida, se incluye abundantes poemas en ellas. Este interés se acentúa a mediados del siglo XX con la existencia de cuatro publicaciones que editan poemas: la revista de la Feria, el semanario Mérida (publicó 144 poemasen dos años) y dos revistas poéticas:Jaire, creada por los sacerdotesJuan María Robles Febré y Francisco Horrillo, y Olalla, fundada por Félix Valverde Grimaldi.
Cuando hace unos años la biblioteca pública Juan Pablo Forner, dirigida por Magdalena Ortiz, convocó a los grupos poéticos de la ciudad, asombrosamente acudieron a su llamada siete colectivos (Alcandoria, Babel, Ecos de Papel, Gallos quiebran Albores, El hombre aproximativo, La Luna sola y Poetas por la Paz). Actualmente, dos de ellos siguen destacando con sus actividades literarias y suponen una referencia para toda la comunidad: Alcandoria (Antonio Gómez, 1982) yGallos quiebran albores (Jesús Martínez, 1992, -el grupo fundador estuvo compuesto, además, por Rufino Félix, Miguel Combarros, Eladio Méndez y Antonio Salguero-).
Por tanto, historia y poesía siempre han estado estrechamente vinculadas en la capital de Extremadura, y de ahí la idea del Itinerario monumental de Mérida, cuyo objetivo es conocer Mérida de un modo trascendente pues, por ejemplo, el puente romano no es un puente cualquiera: por él han pasado un número incontable de personas de todas las razas, credos y colores de piel; en él han pisado civilizaciones (prerromana, romana, visigoda, árabe, cristiana) y ha resistido más de dos mil años el paso del tiempo. Es lógico,pues, que el viajero sensible sientauna emoción que trascienda la realidad cotidiana al andar por un sitio con más de dos siglos de historia y con tantas vivencias acumuladas.
Para conseguir esa trascendencia, el viajero puede ayudarse del mapa general de las Rutas Literarias, del mapa particular de cada Ruta, delos comentarios históricos, arqueológicos y poéticos, de las fotografías tratadas a conciencia con color, delos poemasescritos expresamente para esos lugares concretos y de las indicaciones para llegar a las paradas de las Rutas que realice. Las seis Rutas Literarias (con sus paradas, poemas y poetas) son las siguientes:
Pórtico: Asamblea de Extremadura (“Ayer hospital, hoy Asamblea” de Manuel Hurtado).
Ruta del Foro (I): Guadiana (“Sosegado Anas” de Gregorio Yáñez), Puente romano (“Meditación ante el puente romano de Mérida” de Manuel Fernández Calvo), Alcazaba (“Sueño de formas y piedras” de Paco Galán), Templo de Diana (“Presencia” de Rufino Félix), Foro (“Vida plena” de Alfonso Ossorio) y Arco de Trajano (“Bajo el Arco de Trajano” de Luis R. Varo).
 Ruta del Decumanus (II): Plaza de España (“Plaza de Mérida” de Jesús Delgado Valhondo), Calle Santa Eulalia (“Ebria de días” de Faustino Lobato), Decumanus (“Tu calle luz-sol” de Antonio Luis de la Cruz) y Rambla (“El sueño de la Rambla” de Miguel Combarros).
 Ruta del Hornito (III): Castellum aquae (“Voz del agua” deFrancisco Javier Carmona), Puente romano sobre el río Albarregas (“Breve guía para caminar un puente” de Raúl Aragoneses), Acueducto de Los Milagros (“Te piensa Proserpina” de Isabel María Méndez) y Hornito (“La santa” de H. P. Nogueras).
 Ruta del Circo (IV): Xenodoquio (“Refugio de viajeros” de Pilar Fernández), Acueducto “árabe” (“Venero de nostalgias” de Eladio Méndez), Acueducto de San Lázaro (“La sutil sombra” de Suso Díaz) y Circo (“El clamor del silencio” de Félix Gala).
 Ruta del Teatro (V): Museo romano (“Aliento vital” de Ana María Castillo), Casa del anfiteatro (“Resonancias” de Daniel Casado), Anfiteatro (Tragedia en Emerita” de Francisco Rangel) y Teatro (“Teatro de los sueños” de Jonatan García).
 Ruta del Mitreo (VI): Columbarios (“Soledad” de Jesús Mendo) y Casa de Mitreo (“Domus caeli” de Rosa Lencero).
 En fin, el Itinerario monumental de Mérida está concebido para que quien desee realizarlo actúe como un viajero que contempla los lugares citados desde una perspectiva nueva. Se trata de gozar de la Ruta elegida de un modo sosegado intentando sentir ese halo de historia, misterio y vivencias que atesora, para alcanzar el sentido exclusivo que debedistinguir una visita especial alos lugares emblemáticos de Mérida citados.
Panorámica poética de Extremadura es el libro que, con el subtítulo “(Antología del siglo I al XXI)”, ha sido editado por la Fundación Jesús Delgado Valhondo y contiene una antología de poemas escritos o generados en Extremadura desde que la poesía aparece en las lápidas funerarias de Augusta Emerita (siglo I)hasta la poesía que se está escribiendo ahora (siglo XXI).
La novedad de la Panorámica es suestructuración en épocas literarias, la información sobre los hechos históricos y culturales fundamentales, las características de los periodos poéticos, sus textos y poetas relevantes que, por primera vez, aparecen encajados en su momento literario correspondiente.
En la portada del libro, Extremadura se encuentra sugerida en una encina de la que sólo se ve la parte superior, en una cigüeña que está en su nido encima del pináculo de una ermita (cuyo aspecto antiguo simboliza la historia de la tierra) y en el cielo amplio de donde, entre las nubes, salen unos bellos versos de Enrique Díez-Canedo (“Extremadura, madre del sonoro / tropel de los rebaños primitivos, / del alcornoque de la edad de oro  / y del encanto gris de los olivos”). Arriba de la portada, se lee el título, el subtítulo y el nombre del autor.
 Luego aparece una presentación donde se recogen detallessobre el origen, objetivos, contenido, enfoque y criterios de ediciónde la Panorámica. A continuaciónse suceden por orden cronológico las épocas literarias: Poesía de la antigüedad, medieval, barroca, neoclásica, romántica, realista, modernista, de la generación del 98, de la generación del 14, de la generación del 27, existencial, social, del conocimiento, de la transición, de la renovación, de fin de siglo y poesía actual.
 Cada época presenta una introducción de dos páginas con datos históricos, literarios y poéticos, y luego, situados en su contexto, aparecen los poetas representativos ocupando cada uno cinco páginas, que contienen un estudio biobibliográfico de cada vate y varios de sus poemas (la media es de seis). Finalmente, se encuentra la bibliografía, la webgrafía y el índice onomástico.
 La Panorámica era necesaria, porque no había en Extremadura una publicación que, en un solo libro manejable, recogiera una amplia muestra de poemas de toda la historia poética de la región. Un ejemplo de los 298 poemas y 44 poetas que acoge la Panorámica puede ser la Inscripción de Julia Sotira, anónimo.Romance de los infantes de Aragón, anónimo.Tú que con agua cristalina y pura de Cristóbal de Mesa.Pequeñez de la grandeza humana de Juan Pablo Forner.Una corona, no: dadme una rama de Carolina Coronado.Varón de José María Gabriel y Galán.Compuerta de Luis Chamizo.Encinas de Jesús Delgado Valhondo.Las palomas de Manuel Pacheco.Yunque humano de Luis Álvarez Lencero.Piedras de Jerusalén de Santiago Castelo.Un día de estos de Jaime Álvarez Buiza.Ah, las palabras de Luciano Feria.Sirena de Rufino Félix y Crónica del alba de Daniel Casado.
Llaman la atención, también, las inscripciones de los puentes romanos de Alcántara y Mérida, los versos de los poetas árabes del reino aftasí de Badajoz, los romances anónimos donde aparecen citados personajes y lugares de la región ylos poetas representativos de cada época (entre otros, Carolina Coronado, Gabriel y Galán, Luis Chamizo, Eugenio Frutos, Luis Álvarez Lencero, José Antonio Zambrano, María José Flores, José María Cumbreño), que aparecen intercalados conpoetas desconocidos para el gran público como Luis Zapata, el Francisco de Aldana, Cristóbal de Mesa, Luisa de Carvajal, Catalina Clara Ramírez de Guzmán, Gregorio de Salas, Antonio Hurtado Valhondo, Manuel Monterrey o Alfonso Albalá, cuyos poemas resultanmuy atractivos.
Por esta variopinta mezcla de poemas, épocas, tendencias y poetas, que giran en torno a un lugar concreto, Extremadura, y a su idiosincrasia, la Panorámica es un libroque teóricamente debía interesar a todos los extremeños que quieran conocer, a través de la poesía, rasgos fundamentales de su razón de ser.

¿MONTIJO DA PARA UN CANTO?”, La ventana de las Vegas Bajas, septiembre 2012, p. 7.
Canto general (a la Villa de Montijo) de Francisco Rangel fue presentado el 28 de junio en el mismo lugar por Jesús Mendo, profesor de Filosofía de la UNED y presidente de la Asociación poética emeritense Gallos quiebran albores, que destacó del libro su carácter literario y cómo el poeta lo había conseguido a base de imágenes y símbolos con los que había logrado trascender la realidad, hasta el punto de que ésta aparece como nueva ante el lector de una forma sugerente y evocadora. 
En un principio parece que el título le viene grande al poemario, pues de entrada resulta difícil asimilar que un pueblo como Montijo pueda generar un Canto. Pero, después de leerlo se piensa de manera distinta, pues no es un canto centrado sólo en unas cuantas personas y algún hecho aislado sino también en oficios (labrador, pastor, maestro, cantaor, mago), ambientes variados (la iglesia, la era, los caminos, el campo), recuerdos indelebles (vivencias con personas, experiencias personales) y un amplio entorno físico y geográfico (Montijo y su amplio término). Luego la voz solemne, emotiva y trascendente, que imprime el poeta a los variados poemas, le confiere el tono adecuado.
La verdad es que comencé el libro sin la necesaria predisposición, quizá influido negativamente por el negro de luto de la portada que, evidentemente, es inadecuado para un Canto (que, además, no es lúgubre) pero, a lo largo del poemario, me he encontrado con tres poemas que me emocionaron por su fina sensualidad ("La flor de la vega", "Oraje" y "En la ribera del Lácara") y con el poema “Amor”, donde el poeta cuenta con ternura la historia de amor con su mujer: “Ahora en que la luz crepuscular / alumbra el horizonte en nuestras vidas, / sólo cuentan las glorias obtenidas. / Contigo he descubierto qué es amar / sin trabas, sin premura, sin medidas”.
A estos poemas debo agradecer que me hayan inducido a leer el resto del libro con mejor talante y, gracias a ello, me he encontrado con poemas muy emotivos que destacan el origen épico del lugar poetizado ("Raíces", "Oda a Montijo", "Blasón"), los amaneceres y crepúsculos en que el poeta se siente mimetizado con el paisaje ("Amanecer en Morante", "Atardecer en la Muela", "Alba montijana"), los oficios que sustentan su ámbito rural ("Labradores", "A un pastor", "Querido maestro"), los lugares representativos ("A la iglesia de san Pedro", "A la ermita de san Gregorio", "¡Ay tanto olvido!"), las actividades culturales de la coral, el grupo Agla o de un cantaor ("Coral", "Danza", "Cabal"): "Como el agua que emana de las cumbres, / con rumoroso canto, clara y limpia, / así arroja el brocal de tu garganta / un rimero de cantes afinados". 
También la muerte, que nunca falta, campea entre estos poemas vigorosos en composiciones dedicadas a personas fallecidas, a un jabalí abatido o a un abeto seco, incluso el mismo poeta insiste con breves trazos en  que se siente ya cerrando el último capítulo de su vida: "Ahora, en este puerto de sosiego / donde todo es soñar con el pasado, / aguardas el final de la partida".
No obstante, la muerte no logra empañar el tono positivo del Canto, pues contiene poemas a la poesía, la música, a un poeta (Rafael González Castell), a la magia, a la danza ... en un tono alentador, y también se localizan bastantes poemas desenfadados como "El Estillero" y "La corrobla", donde el poeta cuenta festivamente las celebraciones con sus amigos: "Era un chivarro tan viejo / que, a pesar de la cochura, / su carne, como el pellejo, / seguía resistiendo, dura, / en el fondo del caldero".
El Canto general de Francisco Rangel no es sólo una alabanza a un lugar, sino también un elogio a la vida, a las relaciones sociales, a la comunión con el entorno natural, a los sentimientos y emociones más humanas. Un oasis en este mundo bronco. Por tanto, cuando se termina la lectura del libro, se descubre que, por arte y magia del poeta, Montijo, un pueblo de algo más de 15000 habitantes, da para un Canto.
 
    -“LA MÚLTIPLE PENA DE MANUEL HURTADO”, http://gallosquiebranalbores.blogspot.com.es/
2012/10/la-multiple-pena-de-manuel-hurtado.html, 8-10-12.

 “SÍMBOLO Y PROFECÍA DE MIGUEL COMBARROSREEx (Badajoz), LXVIII, III, septiembre-diciembre, 2012, pp.1558-1560.
   De Símbolo y profecía, lo primero que llama la atención es la portada, porque indica sin palabras,a través de imágenes, los dos rasgos definitorios de la personalidad del padre Miguel Combarros: su amor por la vida y su esperanza en Dios. Él está seguro, apoyado en el cimiento de su fe, de que el ser humano debe vivir la existencia con una actitud positiva, de agradecimiento a Dios por haberlo elegido para participar en esta apasionante aventura que es la existencia.El ser humano es naturaleza y, por este motivo, puede apreciar su grandiosidad y valorar el privilegio de formar parte de ella y de sentir, e incluso ver, a Dios en los símbolos que cotidianamente tiene al alcance de su entendimiento. Y este seguro convencimiento es el contenido que preside el poemario Símbolo y profecía.
   La fotografía de la portada, que es de una cascada del Monasterio de Piedra con tres niñas delante en actitud desenfadada, contiene ambos conceptos profusamente: la existencia se refleja en el agua que cae, abundante, dinámica, llena de vida, y en las chicas, cuya actitud despreocupada, propia de la juventud,indica que están rebosantes de energía y de deseos de vivir la existencia con emoción.
   El libro se abre con un poema prólogo en el que el poeta descubre dónde radica la fuerza vital de su inveterado optimismo: su fe en Cristo por su entrega en la Pasión para superar la muerte y librar al ser humano de ese obstáculo hasta entonces insalvable, que suponía la nada y lo obligaba a vagar sin esperanza. Desde ese momento el ser humano pudo tener fe en el futuro, pues Cristo había vencido la gran dificultad que anulaba su esperanza, y le fue posible pensar a largo plazo, porque ya no existía la muerte definitiva: “De pie sobre la muerte, Cristo erguido / en viva geometría de ternura, / levantas en tus brazos a la altura / la esperanza del hombre redimido” (“La luz resucitada”, p. 11).
   El poemario después se divide en cuatro partes. La primera titulada “Odas cardinales”, comienza con un poema donde, a través de gozosas alegorías, el poeta descubre su sentido luminoso de la vida al identificar a Dios con elementos primordiales de la naturaleza, donde se hace presente en las cosas tangibles que cualquiera identifica fácilmente: Dios-sol, Dios-mar, Dios-río, Dios-brisa, Dios-Himalaya, Dios-lluvia, Dios-viña, Dios-mendigo, Dios-noche cuajada de estrellas y luceros. Y también muestra que el ser humano es coprotagonista con la divinidad de este magno suceso, un hecho muy importante porque es el que da sentido a la existencia del creyente: Dios sol - ser humano girasol, Dios mar-ser humano arena, Dios río-ser humano arroyuelos, Dios brisa-ser humano esponja de algodón, Dios Himalaya-ser humano alpinista, Dios noche-ser humano luciérnaga, Dios lluvia-ser humano flores, Dios viña-ser humano sarmiento, Dios mendigo-ser humano samaritano (“Símbolos”, p. 15).
   Después, en las odas anunciadas en el título de esta parte, el poeta expone con suactitud positiva un cúmulo de razones que explican por qué la vida merece ser vivida (“De la tierra naciste y es de tierra / este cuerpo mortal que te acompaña…¡Qué paisajes de ensueño ...!¡Qué asombro el de las rosas … ¡Qué música del viento …!¡Qué espléndido escenario …!”, “Oda a la madre tierra”, p. 17). Para que su mensaje llegue mejor al lector, el poeta se vale de símbolos como el del agua, que beneficia al ser humano en forma de lluvia, manantiales, flores (“Por ti canta el jilguero en la enramada, / se visten de colores y de aromas / las rosas, el tomillo y la retama, / y excavan los torrentes y los ríos / sus cauces hasta el mar”, “Oda a la hermana agua”, p. 19),el del fuego, símbolo de la luz vivificadora que da energía y lucidez a la existencia e ilumina el camino hacia el amor humano (“Al amor de la lumbre nuestros padres / revivían la historia de tu amor, / tejida con recuerdos entrañables / que estrechaban los lazos familiares”, “Oda al hermano fuego”, p. 21), o el de la primavera que, tras cada invierno, se convierte en símbolo de la renovación de la vida: “Una estación tras otra, / detrás de los otoños y veranos, / desfilan los inviernos; / pero triunfal renace, / refulgente e inmortal, la primavera, / restallante de vida a borbotones” (“La fiesta de la vida”, p. 23).
La segunda parte, que se denomina “Símbolos bíblicos”, comienza con la alegoría de la cruz que, según el poeta, es brújula y faro para la vida y la salvación (“Tus brazos trasversales / abrazan continentes y naciones. / Tu flecha vertical perfora el infinito / y nos muestra el fulgor de tus promesas”, p. 33). Después le sigue el símbolo del pan, fruto de la tierra para todos los seres humanos y metáfora de la amistad porque, igual que el pan, puede ser compartido: “Está gritando amor / porque es tierno, crujiente y oloroso, / porque es pan del hogar y nos procura / la fuerza, la salud y la alegría / de sentirnos hermanos a la mesa” (p. 35).
    Posteriormente aparecen los símbolos de la viña, imagen del ser humano que intenta ganarse el amor perdido de Dios (“Cámbiame el corazón / para empezar de nuevo a cultivar / esta viña feraz que me entregaste”, p. 36), del hijo pródigo, símbolo del pecador que vuelve a su origen (“Aunque no lo merezco, / déjame llamarte Padre para siempre. / Para siempre también / yo habitaré en tu casa, / como el perro más fiel, / feliz y agradecido, pendiente de su amo”, p. 38), y dela llama de una lamparita que es símbolo dela presencia perenne de Dios aunque no se advierta (“Descubre ya el milagro que espabile / nuestra fe vacilante, / como esa lamparilla sin aceite. / Transformanos en llama permanente / para incendiar el mundo con tus rayos”, p. 47). El apartado se cierra con un precioso poema a la Virgen,“Aurora de mis sueños”, que contiene otro bello símbolo: la Virgen es la luz que ofrece al poeta la esperanza con el nuevo día: “Fuente de luz y manantial de vida, / y lago transparente que tú nos canalizas / a nuestra tierra inhóspita y sedienta, / convertida en vergel de la esperanza” (p. 50).
    La tercera parte, titulada “Abrazo místico”,está dedicada a la relación íntima (mística) del poeta-hombre con la divinidad, que se observa en los mismos títulos de los poemas (“Te necesito, Dios”, p. 55, “Escuchar tu voz”, p. 57, o “Contemplarte”, p. 60), cuyos enunciados son elocuentes: el poeta no es un soberbio que se crea único y autosuficiente sino un ser común que anhela la compañía de Dios y lo encuentra en la oración, en la naturaleza, en la música, en sus semejantes, en su vida diaria: “Envuelto en tu misterio de armonía, / voy respirando paz y repartiendo / serena mansedumbre / con mi voz, con mi gesto y mi sonrisa” (p. 62).
    En la cuarta parte, que lleva el título de “Símbolos profanos”, el poeta sale de su intimismo, mira a su alrededor y destaca símbolos que lo atraen como el del peregrino, que sigue su caminar a pesar de los obstáculos del camino, o África, símbolo de la creación en la que Dios se recrea (“Hoy levanto mis versos / por encima del tiempo y de la noche / para cantarte a ti, África mía. Todo es sagrado en ti, todo es fecundo, porque acunas a Dios en tu regazo”, p. 77). Termina el poemario con un bello y excelente soneto a la Virgen, “Decirte que te quiero”, donde el poeta desgrana los motivos de su amor apasionado: “¡Qué fragancia de luz siento a tu lado, / qué calor maternal bajo tu manto, / qué música interior cuando te canto, / qué frescura de amor acumulado!” (p. 85).
    Sin embargo, no se debe pensar que el padre Miguel Combarros sea un ingenuo que, cegado por su amor divino, no advierta las dificultades que el ser humano se encuentra en el camino de la vida, pues también siente el paso del tiempo en él mismo y en las cosas, pero siempre termina sus reflexiones de un modo esperanzado como se puede comprobar en el poema “La espadaña”, donde recuerda con nostalgia su pueblo que ha sufrido la acción demoledora del paso del tiempo: “Movidas con un viento de esperanza, / escucho las campanas tañendo a la alborada; / mas no doblan a muerto, que repican / el ángelus glorioso de la resurrección” p. 82).
    Símbolo y profecía, cuyos poemas son auténticas oraciones, ofrece los símbolos donde el padre Miguel Combarros presiente, intuye y ve a Dios con un tono alentador, razonables argumentos, capacidad poética y dotes oratorias. Consigue así que quien lea atento este poemario también presienta, intuya y vea a Dios porque todo, que es un enigma insondable (el agua, el aire, los animales, el mismo ser humano), adquiere una razón universal en sus límpidos y trascendentes versos.
    Sin duda, Símbolo y profecía es otro magno canto a la vida de Miguel Combarros, el poeta de la luz y de la esperanza.

“GALLOS QUIEBRAN ALBORES: VEINTE AÑOS DE POESÍA EN MÉRIDA”, Mérida (Mérida), septiembre 2013, p. 54-56.
En este artículo, Antonio Salguero informa sobre la trayectoria de la Asociación Cultural Gallos Quiebran Albores de Mérida que, en este año, celebra su veinte aniversario de tertulias poéticas y actos literarios, tiempo y actividades que han contribuido a enriquecer el ambiente literario de la capital autonómica.
     Fue allá por 1993 cuando un grupo de amigos (Miguel Combarros, Rufino Félix, Jesús Martínez, Eladio Méndez y Antonio Salguero), alentado por el tercero de los citados, nos reunimos por primera vez para crear una tertulia literaria en la que pudiéramos hablar de poesía e indagar en el hecho poético (aunque no eludíamos los otros géneros ni las demás Artes). Nuestro manifiesto, editado en la primera Antología de Gallos, titulada Gallos quiebran albores (1998), aireaba que nos unía el vínculo de los sentimientos universales: la paz y la concordia, el diálogo que busca el bien común, la transmisión de las vivencias personales, la necesidad de construir entre todos un mundo más habitable, el respeto por la naturaleza y, en definitiva, el deseo sincero de compartir y sentir que todos estamos hermanados. Declaraba también que concebíamos la poesía como el último reducto de los sentimientos en un mundo convulso y como un medio de comunicación, de comunión, de indagación y, si era necesario, de denuncia. Por último, reivindicábamos el valor de nuestra tradición lírica sin menoscabo de la renovación poética.
     En las dos últimas décadas, Gallos Quiebran Albores hacomenzado su temporadade tertulias en septiembre y las ha finalizado en junio. Las tertulias, que se han celebrado los sábados cada tres semanas de acuerdo con un calendario, se han estructurado en tres partes: 1)Exposición de un tema poético (la poesía de un poeta preferido o de una época literaria -en las dos primeras temporadas se hizo un repaso por la historia de la poesía española y, en las últimas, por la de Extremadura-, la Retórica y sus recursos líricos, las traducciones de poetas extranjeros, los fundamentos de la poesía). A estas alturas, pocos poetas españoles y foráneos conocidos han quedado sin tratar en Gallos. 2)Lectura de poemas propios por parte de un tertuliano y comentarios de los asistentes sobre su forma y su contenido. 3)Comentarios de noticias y hechos literarios-artísticos. Empezamos las tertulias en la parroquia redentorista, luego pasamos al Centro Cultural Alcazaba, seguimos en la Politécnica y, por último, nos asentamos en la Biblioteca Pública Jesús Delgado Valhondo, donde hoy continuamos.
     El grupo lo formamos personas de distintas ideas (para evitar conflictos hemos acordado no hablar de política ni religión), ocupaciones (estudiantes, jubilados, profesores, funcionarios, técnicos) y procedencias (algunos componentes proceden de Ecos de Papel, Alcandoria y Poetas por la Paz, y otros eran personas aisladas que encontraron en Gallos el ambiente anhelado). Sin embargo, todo se unifica mágicamente cuando el grupo se pone a hablar de poesía y cada uno aporta libremente sus trabajos, poemas, opiniones y perspectivas en un ambiente de respeto general incluso por formas e ideas distintas.
     Paralelamente, la tertulia ha ido organizando actividades y participando en otras como homenajes, recitales en colaboración con el Ayuntamiento, el Liceo, colegios y asociaciones de Mérida, actos para difundir la poesía en Mérida y Extremadura, presentaciones de antologías y poemarios, programas de radio en Radio Forum (Magazine, Jardín secreto, La voz en espiral), Tele Mérida, Canal Extremadura  y emisoras nacionales, certámenes literarios, tertulias de Ventana Literaria de Almendralejo o de la pacense Página 72, actos con poetas de Badajoz en el Café Victoria, Ateneo, Hernán Cortés, con grupos extremeños y andaluces, semanas culturales, fiestas de Navidad, itinerarios ... En 1999, Gallos quiebran albores crea su Tertulia de Artes Plásticas, donde se integran muchos poetas de la tertulia literaria que eran pintores y artistas plásticos que se relacionaban con ellos.
     El sábado, 8 de junio de 2013, la Asociación emeritense celebró su XX Aniversario en un acto integrado en la Feria del Libro de Mérida. Lo abrió nuestro presidente, Jesús Mendo, que dio paso al concejal de Educación, Francisco Robustillo, cuyo empeño ha hecho posible la edición de la sexta Antología de Gallos, titulada Como un río sonoro de manzanas, porque creía necesario destacar la importancia de Gallos quiebran albores para el ambiente cultural de Mérida. Luego dio la palabra a Francisco Javier Carmona que realizó un repaso de la historia de Gallos y recalcó la tarea difusora de la poesía llevada a cabo por Gallos en sus veinte años de existencia. A continuación me dio paso para presentar la Colección Emerita de Poesía (1998), donde ha sido editada la Antología citada y las cinco anteriores (Gallos quiebran albores, 1998. Inacabable telar de eterna sinfonía, 1999. Cometas de luna blanca, 2000. Poemario de bitácora, 2002. Rizomas, 2008).
     Como un río sonoro de manzanas es un título sensual, aromático y lírico que hemos escogido del poema titulado “Poema de amor” de Pilar Fernández. En Como un río sonoro de manzanas participan 27 poetas de Gallos quiebran albores, cuyas características globales son el interés por la expresión poética, la variedad temática y la diversidad formal.
     JOSÉ MARÍA ARANDA concibe la poesía como un arte y, por tanto, entiende que se puede expresar en múltiples formas artísticas su preocupación por la situación actual del mundo y el efecto negativo que produce en el ser humano corriente su inestabilidad: XIII / Noches de sándalo, / noches de lágrimas, / noches de plegarias. (“Naufragio”)
     MARI CARMEN ALEGRE expresa su poesía con una forma sorprendente a través de un surrealismo muy personal, donde confiesa que su tristeza la consiguió una tarde en el supermercado o relaciona el miedo con agosto en una asociación impactante: hay cuentos que precisan / música de fondo / para evitar el miedo. / Entiende que el miedo no abriga / y puede ser que agosto tampoco. (“Cuentos”)
     LUIS ATIENZA es un poeta cuya poesía refleja una amplia cultura que ha conseguido a través de su experiencia vital, sus lecturas, su formación intelectual y sus viajes por el mundo. De ahí su poesía cosmopolita y culta: Cristales de granada llevo en la lengua / Y así ando y voy y vengo, / borracho de deseo y todo yo un suspiro. (“En el jardín”) 
     FRANCISCO JAVIER CARMONA es un poeta pulcro, de fino estilo, con una expresión sintetizada de calidad. El objetivo que persigue, cuando escribe un poema, es compartir su mensaje con el lector, con el que desea comunicarse de una forma activa a través de la sugerencia: Tú, con ellas, / irás cayendo en el regazo blanco / de este libro, / como princesa cautiva del letargo, / mientras mi voz te mece. (“A María, rozando el sueño”)
      ANA MARÍA CASTILLO goza de un carácter soñador y escribe versos, porque concibe la poesía como un medio especial de comunicación y una necesidad espiritual. Ha editado El despertar de las adelfas; Vuelos de eternidad; Petra, la noche y tú y La música de las horas: Es el tiempo de la flor, sólo. / Ni siquiera es la hora / de la fruta temprana. / ¿Quién apaga los muebles? / Te has quedado, de nuevo, / a tientas con la vida. (“La sonrisa”)
     ANTONIA CERRATO es una mujer activa, cuyos versos desvelan a una persona sensible, preocupada por el mal del mundo, sobre todo, por los niños. Ha publicado Santa Amalia, ayer y siempre y El misticismo del olivo: Un tren, deseo y esperanza / en esta tarde de marzo / con el recuerdo de las nubes / en la memoria de un beso. (“A Beatriz Cidoncha, mi hija”)
      MIGUEL COMBARROS, el poeta de la luz y la esperanza, tiene una poesía alentadora, fruto de ricas vivencias y de su formación intelectual. Ha editado Caminos hacia el alba; El don de la Palabra; Símbolo y Profecía …: En el horizonte / siempre hay una estrella. / Aunque densas nubes / no te dejen verla, / en el corazón / de los que la esperan, / viva y reluciente, /siempre hay una estrella. (“Siempre hay una estrella”)
     JOSÉ MARÍA DEL ÁLAMO tiene una poesía contundente, severa y militante, pues su poesía es el reflejo de su vida, de esa manera combativa de concebir la existencia con el fin de mejorarla. No obstante, no le cuesta ser receptivo y tierno cuando el amor lo cautiva: III / EL VIENTO TIENE LLAVES / DEL COFRE DE LAS PALABRAS / LOS LABIOS CUANDO SE BESAN / DIALOGAN CON VOZ CALLADA. (“Tríptico”)
     JUAN MANUEL DEL POZO es un poeta nato, emotivo y hondo, cuyos versos toman pleno sentido cuando los recita emocionadamente.Ha publicado Con lágrimas llegaron los sueños; Las cuarenta en soledades …; Sarmientos yLa huella de dos vientos: Tu verano, resol de primavera, / aromado de hinojos y romero, / sorprendió a mi otoño en su ancladero / a la orilla solaz de la ribera. (“Verano en mi otoño”).
     JESÚS DÍAZ es un poeta que manifiesta en su poesía esa típica nostalgia gallega (morriña se llama) por estar lejos de su tierra o por quienes ha dejado formando parte de su exuberante y verde paisaje, que él nos ha traído en versos llenos de fuerza y amor por su mundo: Ourense / raíz de agua y viento / que descansa sobre la columna de cristal / mientras derrite los pétalos / de la memoria pétrea. (“Ourense”)
     MIRIANA DÍAZ HUAMÁN es el exotismo hecho poesía y la conexión de Gallos con sus raíces hispanoamericanas. Sus poemas están llenos de ensueños e idealismos, que se mezclan con los aromas sensuales y coloristas de aquellas tierras tropicales: La emoción tiene nombre de mujer, / de mariposa, / y de rosa; / profundamente dormida / dentro de su propia poesía, (“La emoción del pensamiento”). 
    RUFINO FÉLIX es por antonomasia el poeta de Mérida. Sus poemarios (Tarde cerrada; Memoria de la luz; Las ascuas; El tiempo y el mar; La granazón del frío; Mies encendida) giran en torno a la necesidad de rescatar su época de plenitud, que el tiempo ha arrastrado hacia la desmemoria: Hay un revuelo de pájaros / en la cercana arboleda. / Yo escucho su claridad, / el despertar de la tierra. (“Despertar”)
     PILAR FERNÁNDEZ es  la que nos ha puesto en contacto con la poesía etérea de Safo, la cultura del norte de África (Tombuctú 52 días), con las islas griegas del Egeo, con sus amores en Lisboa (Esta precaria dicha) o nos ha descubierto el amor por los gatos: A veces la vida / nos da una tregua / y todo parece, al fin, / haber encontrado su lugar. (“Atardecer en Puerta Palma”).
     MARÍA JOSÉ FERNÁNDEZ escribe una poesía emotiva y muy atenta al ritmo del poema; de ahí su búsqueda de la musicalidad perdida cuando escribe versos y rememora o crea canciones infantiles como en su  Retazos de mi infancia: Grabaré tu suspiro en la voz del albatros; / buscaré cicatrices en tu cuerpo guerrero; / rociaré -con cicuta- tu pecho azulado, / sentiré su fulgor llameante de fuego. (“Cuando lleguen las lluvias”)
     JUAN GÓMEZ elabora una poesía sensible y emotiva en la que trata los más variados temas cotidianos, alentado por esa necesidad que tiene de expresarse desde lo más íntimo de su conciencia de hombre de bien, arraigado en su pueblo, bondadoso y sencillo: Cuando escribo mi dolor / en mis poemas de duelo, / son lágrimas que van al mar / en una barca sin remo. (“Motivos de sobra tengo”)
     MANUEL HURTADO  comenzó con un libro lleno de emoción titulado Ecos del pueblo, que tuve el honor de presentarle en Villanueva del Fresno. Después nos sorprendió con Tiempo de impostura y más tarde con Ensayo de ausencia, un libro estremecedor: Se alejaron las tormentas / entre cielos muy nublados / y la calma es lo que reina / en la soledad del patio. (“La luna del patio”).
   EMILIA JIMÉNEZ tiene el mismo interés por superarse que cuando escribía versos deliciosamente primitivos. Ahora compone poemas donde se mezclan sus tremendas ganas de vivir con hechos de la realidad que le preocupan: Solamente quebró el silencio, / el sonido de aquella cizalla, sesgando aquellas cadenas que lo aferraban / a la reja de lo que hasta entonces, / había sido su hogar… (“Desahuciado”)
    FAUSTINO LOBATO es autor de una poesía con una carga filosófica que trasvasa sus reflexiones a unos versos enjundiosos, con los que conforma unos asentados poemarios (Poemario gitano, Pegados al horizonte o Las siete vidas del gato): Qué camino seguir sin romper / este invierno forzado que marca el barro / con la luz en la línea del agua. (“A punto de gritar”)
      FRANCISCO JOSÉ MARTÍN DEL HOYO compone unos espontáneos y sentidos versos, que traslucen la búsqueda de su propio yo o lo que es lo mismo de su destino en un mundo que no se lo pone nada fácil  en el terreno personal: dañas mi corazón, la propia existencia, / y te vas más tarde, pervertida / en vahídos que te recuerdan. / La próxima vez que vuelvas, / tráete a la esperanza compañera. (“Soledad”)
     ANA BELÉN MARTÍN es la benjamina de la Asociación y eso se nota en su poesía que versa sobre males de amores, propios de una adolescente, y de su amor por la expresión literaria, que en la Antología se manifiesta en poemas repletos de pasión romántica: Veo una luz verde en el campo de rosas, / quiero llegar a tu cálido hogar, / sentir con tus abrazos la textura del sueño. (“Sé del silencio”).
     ELADIO MÉNDEZ es un tierno poeta, que vierte sus inquietudes en poemillas llenos de dulzura con forma de nanas, y que, a la vez, se encuentra muy preocupado por los seres afectados por la pobreza o por un mal endémico como la guerra: Mi padre es de esos niños / que jugaban a ganarse la vida / soportando en sus manos / la hoz del jornalero / y en su aterida espalda / la inclemencia del yugo, (“Mi padre”).
     ISABEL MARÍA MÉNDEZ tiene una poesía que incide sobre su experiencia cotidiana, donde mezcla la ironía con la nostalgia por su mundo perdido y unas enormes ganas de vivir. Su único libro de poemas, aún inédito, se titula De lo que cabe en un latido: Hoy soñé que era una joven bruja / repudiada por mis padres. / Y al despertar me dolían las uñas. / Y eso es verdad.(“La antesala del verbo”).
     JESÚS MENDO elabora una poesía sentenciosa influida por su formación filosófica y por la profundidad de sus reflexiones, aunque también sabe ser natural y espontáneo. Destaca, además, por sus extraordinarios comentarios de texto, conferencias y presentaciones de libros: ¡Si el aire supiera / la envidia que le tengo…! / ¡Mira que eres linda, / mi niña, tormento! (“Si el aire supiera”)
     PAQUI QUINTANA se caracteriza por su delicadeza lírica, su sensibilidad y la fuerza de su emoción. De su poesía emana una sinceridad, que se manifiesta a través de unos versos clarividentes. Ha editadoAmor, realidad y sueño y La huella de dos vientos: Eres, hija, mi nueva primavera, / el tibio sol de mis amaneceres. / Mirarte es el mayor de mis placeres / y saberme tu madre, mi bandera. (“Flor de mi amor”).
     ANTONIOSALGUERO escribe versos justificados a la derecha, no tienen signos de puntuación, sus temas son actuales …, porque piensa que la poesía debe tener un compromiso ético, que advierta la necesidad de cambiar, sin más demoras, el rumbo que sigue este mundo que no es habitable: Utopía / ideal irrealizable / sin embargo / existe una ficción transmutable en certeza / esto es / un mundo en armonía (“Utopía”)
     GREGORIO YÁÑEZ es un poeta con una variedad temática donde se mezclan recuerdos de vivencias infantiles con versos que destacan el arte y la maestría del toreo e, incluso, asuntos más trascendentes como es la concepción de la ciudad como una prisión para el ser humano: Aquí malviven entre barrotes de cien metros / millones de nombres sin ciudadanos. (“Ciudad”)
     PETRI CABANILLAS es la decana de nuestra tertulia literaria que, para la ocasión, ha hilado un poema evocador lleno de emoción que hemos colocado como colofón de la Antología: Luis, yo sé bien / que no te fuiste / para siempre; / que, como el sabio dijo, / sólo te adelantaste en el camino; / que, en algún lugar, / me aguardas / para recorrer juntos / la senda de la luz. (“Yo creo”).
Por último la Asociación Gallos quiebran albores, entregó los premios de su Concurso Literario de Poesía Infantil que consistieron en un bello diploma y un lote de libros, donado por la Editora Regional:
     PRIMER PREMIO: Poema La luna se ha perdidode Amalia Valadés García, alumna de 5º C de Primaria del colegio público (C.P.) Amalia de Sajonia, de Santa Amalia. SEGUNDO PREMIO: Poema titulado El ruiseñor de Alba Zapata Velázquez,alumna de 6º de Primaria del C.P. Francisco Giner de los Ríos de Mérida. TERCER PREMIO: Poema Te has ido de Fernando Muñoz Nieto, alumnode 6º de Primaria del C.P. Amalia de Sajoniade Santa Amalia. MENCIÓN a Cristina Sánchez Fernández-Freire, alumna de 6º de Primaria del colegio Santa Eulalia. HH. Escolapias de Mérida, por su poema La mariposa y la flor. Y aManuel Pozo Pulido, alumno de 6º B de Primaria del C.P. Octavio Augusto de Mérida, por su poema Mi monito Malí.

     Finalmente, con el agradecimiento a todos los que han seguido nuestras actividades durante dos décadas y a los asistentes al acto, el presidente de Gallos quiebran albores Jesús Mendo dio por finalizada la conmemoración del XX Aniversario.

-“EL AGUA DE LAS VEGAS DEL GUADIANA DE José María Castón de los Santos"(p. 67) y “EL GALOPE DEL OTOÑO de Justiniano Gutiérrez Muñoz” (p. 69), Revista de la Fiesta del Santísimo Cristo del Rosario (Torremayor), 13-9-14.

PALABRAS A DAVID Y CARMEN EN SU BODA” [GUIÓN DEL PADRINO], Mérida, autoedición, 4-10-14.
     ¡Hola, a todos, familias y amigos de David y Carmen! ¡Bienvenidos a su enlace matrimonial en este bello entorno, el cortijo de una finca típicamente extremeña con un nombre no menos enraizado en nuestra tierra: La Cortezona! Y con una música ambiental del más renombrado grupo folk que tenemos ahora en nuestra tierra: Acetre, músicospaisanos de Olivenza, que han sabido remozar de una forma bellamente moderna la canción popular extremeña sin perder sus raíces. A los organizadores de esta ceremonia lesencantaba una gran variedad de canciones, pero hoy creían que debían ambientar con una música de esta tierra nuestra, que va en perfecta comunión con el entorno que disfrutamos porque, no es difícil descubrir en cada canción de Acetre, que suelen tener una parte musical amplia, las tonalidades de la tierra, el aroma del campo, el cielo inmenso que nos cubre, la luz intensa que nos vivifica o la brisa que nos acaricia.
    Dicho esto ¡Qué guapo veo a todos y, especialmente, a todas empezando por la novia, siguiendo por la madrina, la madre de la novia, las abuelas, las tías, las primas, las amigas …! ¡Guapas! Gracias por echarle ahorrillos y tiempo, pues todas con vuestra inmejorable presencia estáis contribuyendo decididamente a que este acto se convierta en espléndido.
     También veo muy presentables a los hombres, al padre del novio (al de la novia no lo veo, por razones obvias, vosotros diréis …), a los tíos, primos y amigos, con vuestros trajes de las bodas, corbatas pintorescas, algunas un tanto aferradas al cuello que, por cierto, os la podéis soltar un poco ... y relajaos pues ya os han hecho las fotos; esta ceremonia es el comienzo de un día que debe ser muy distendido para todos.
     Yendo al tema, hoy que gozoso traigo a mi hija al altar, me parece aún más que el acto del matrimonio es un hecho muy valiente porque, con este acto público, David y Carmen, se atreven a decirle (cara a cara, sin medias tintas) al mundo, representado por todos nosotros, asistentes a la ceremonia, que se aman y desean compartir sus vidas en un proyecto familiar común. Es como oírles decir: Sí la/lo quiero y deseo su compañía, su consejo, su apoyo y, por qué no decirlo, sus caricias, sus susurros y sus hijos (comprenderéis que me aventure en terrenos sensuales pero hay que animarlos, pues necesitamos niños a porrillo por eso del descenso demográfico, ¡Ah, y también porque quiero ser abuelo! que todo hay que decirlo).
     Bien, pues, después de decir esto, me vais a permitir que le dirija unas palabras a mi hija (David, con permiso, luego voy contigo): Hija, te voy a contar una sencilla pero entrañable historia … Es la historia de un amor que dura hasta hoy desde una tarde de julio del año 1976, cuando conocí casualmente a una joven que me atrajo poderosamente la atención en un mesón de Montijo, hoy desaparecido por el progreso (en su lugar han construido un mastodóntico edificio -algo parecido a la sucursal del Banco Hispano Americanode la canción de Joaquín Sabina-), donde nos reuníamos los jóvenes antes de irnos de discoteca. Esa joven de 17 años era tu madre con la que mantuve un grato noviazgo hasta que decidimos casarnos porque deseábamos compartir nuestra vida y el fabuloso proyecto de formar una familia.
     Y de ese amor, dos años después, naciste tú … con una carita redonda y unos ojitos azules que, cuando nos vimos por primera vez, me miraron fijos como diciendo “¡qué pasa, chaval, aquí estamos! Nos lo vamos a pasar bomba”. Y en verdad que nos lo pasamos más que bomba. Sobre todo cuando a las tres de la madrugada te ponías de pie en la cuna y sonriente, en tu lenguaje balbuceante, nos decías “¡arriba, a divertirse!” ... ¡qué bien nos lo pasamos, cuando nada más que querías calle, movimiento y risas! Pues sí hija, sí nos lo pasamos bien, porque tenerte fue una auténtica satisfacción. Mi ilusión fue enorme como puede comprobarse en este poema titulado “Con nuestra hija”, que escribí al mes de tú nacer:

Y, cuando nuestros ojos
crucen sus miradas
y se una la de nuestra hija,
la de sus ojos claros,
y los tres encontremos un camino infinito,
creado con nuestras miradas,
para nosotros,
solos,
os invitaré a recorrerlo hasta el final
conmigo, a mi lado,
protegido por vuestro aliento,
abrazado por vuestra piel suave, aterciopelada;
mimado,
pequeño, halagado, defendido …
como me hubiera gustado estar siempre.
Y no temeré …
vuestro miedo será mi valor.
Y me alegraré,
y lloraré de alegría
(como hace tiempo no hago),
y seré feliz,
porque el camino se prolongará
hasta donde puedan alcanzar nuestras miradas
juntas. (28-3-83)

     Y, poco a poco, pasó el tiempo, de Badajoz nos fuimos a Jerez de los Caballeros, donde conocimos a gente estupenda y te divertiste mucho jugando con otros niños y con mis alumnas en un entorno natural, histórico y acogedor. Luego nos trasladamos a Almendralejo, donde en el parque de la Piedad te tuvimos un montón de horas jugando, feliz y contenta.
      Volvimos a Badajoz donde fuimos testigos excepcionales de un hecho extraordinario: la llegada de tu hermano Antonio ¡Qué interminables se nos hicieron los últimos días y qué emoción sentimos cuando nació! Con él nuestra familia se completaba y así llevamos ya muchos años felices gracias al destino que nos ha resultado favorable.
     Luego, hija, has ido creciendo (ahora que reflexiono) demasiado deprisa. Todavía te estoy viendo subir y bajar en el tobogán o impulsándote con brío en el columpio. Aún percibo tu abierta sonrisa, tu felicidad jugando con tus amigos del colegio o con los amigos en la calle junto a nuestra casa o en la casa o las calles del pueblo con tus primos y amigos; casi te alcanzo, hija, con la punta de los dedos en la nebulosa del tiempo. Y ahora te has convertido en una atractiva mujer por fuera y también por dentro, porque eres buena, trabajadora, simpática, cariñosa, muy dinámica, muy femenina y, como padre, me siento muy orgulloso de ti. Gracias, hija, por llenar de amor nuestra casa, de calor nuestra emoción y de color nuestra vida. ¡Sigue viviendo con la pasión que te caracteriza a través de la que expresas tus ganas de vivir, tus energías más sentidas, tu amor y tu emoción por todo, lo mismo cuando arremetes contra algo que consideras injusto que cuando te sientes feliz!¡Has sido y eres, hija, la alegría de nuestro hogar!
     David, te conocí cuando en la puerta de casa la vecina levantó con el gancho de su pedazo de monovolumen al Panda pequeñito de Carmen madre y, entre los dos, desenganchamos al pobrecillo del  Panda ¡que bien enganchado estaba! Yo, con el mosqueo, me metí malhumorado en casa y Carmen hija luego me reprochó que no te hubiera dado las gracias … Te las doy ahora, pues más vale tarde que nunca, ¡gracias por la ayuda, hombre! Desde entonces tu nombre se oyó en casa decenas, qué digo yo, centenares, mejor … miles de veces: David, David, David … pronunciaba Carmen una y otra vez. Ahora, que han pasado años, ella ya se ha serenado y utiliza tu nombre con moderación … Ella es así …, ya la conoces tan bien como yo; es pura pasión, puro ímpetu. Y, como en eso es idéntica a mí, qué voy a decir.
     Sé que eres un hombre de bien, honrado, serio en tu trabajo, cálido y amable en la vida cotidiana. Nosotros te apreciamos desde que conocimos tu bondad, tu buen carácter y el tremendo esfuerzo que has realizado por formarte y ser un auténtico profesional, que ama el trabajo bien hecho, su familia, sus amigos, la naturaleza, los animales (queda muy simpática Carla con vosotros en la invitación de boda), la pesca, las motos y, en general, todo porque eres pura curiosidad. Sé que caes bien a todos y que te has ganado con tus buenas maneras formar parte de nuestra familia en la que hoy te recibimos, oficialmente, con toda la alegría del mundo.
      Sé también que quieres de verdad al bien más preciado que puedo entregarte, mi hija, y que has hecho por ella mucho, pues siempre que lo ha necesitado has estado dispuesto a ayudarla en el tremendo esfuerzo que ha realizado por formarse, por conseguir un trabajo digno, por formar una familia contigo y porque este día (que ahora gozosamente ha llegado) se pudiera celebrar y lo hagamos todos felizmente. Pues eso David, aunque (esto que quede entre los dos, ahora que estamos solos y no nos escucha nadie) ya sabemos que tiene sus cosillas, pero continúa fomentando sus virtudes y sacarás de ella lo mejor, que es mucho; sigue cuidándomela porque es el mejor tesoro que puedo donarte como padre y como suegro.
Gracias por respetarla, gracias por quererla.

    “ELOGIO A MI MADRE”, Torremayor, iglesia parroquial, 18-4-15.
     La última vez que subí a este altar fue hace unos años para dedicar un elogio a nuestro recordado don Modesto y hoy lo hago para realizarlo sobre mi madre. No sé si voy a poder decir, por la emoción, lo que deseo expresar sobre ella, pero lo intentaré porque sé que le gustaba mucho las palabras emotivas.
     Que aunque la vida perdió, / dejonos harto consuelo / su memoriason los consoladores versos con que terminan las doloridas coplas escritas por el poeta Jorge Manrique, que le inspiró la muerte de su padre, el Maestre don Rodrigo, allá por el siglo XV. Yo las recuerdo en este momento, porque esa ha sido la sensación que mi madre, María Carvajal Lavado, me ha dejado: dolor por su desaparición física y, al mismo tiempo, consuelo por su dulce recuerdo, por las inolvidables vivencias compartidas y por la huella que ha dejado en el entorno donde ha vivido 87 años.
     Y no digo ahora estas palabras condolidas, aunque llenas también de esperanza, porque en estas ocasiones suelan pronunciarse, sino porque es lo que ha sido la opinión que he tenido siempre sobre ella. La prueba es que ya en 1986 le dediqué unos versos, que definen fielmente la figura fundamental que ha sido (y estoy seguro de que seguirá siendo siempre en espíritu) para mí y para toda la familia y que hoy, 29 años después, siguen teniendo vigencia:

    En torno a ti, mamá, nos encontramos
guiados por tu luz en la noche negra,
sin caminos asfaltados,
llenos de espinas que cortan,
de animales fieros que nos salen al paso,
intentando de ti, apartarnos.
    En torno a ti, mamá, esperamos impacientes
que razones, que medites,
que prepares la respuesta
ansiosamente esperada,
que nos serene, que nos aliente,
nos indique dónde está sin trampa,
lo que buscamos.
     En torno a ti, mamá, se va formando
un corro enorme,
de colores, bullicioso, variado,
esperando
que tú te sonrías, levantes la mano,
alces la voz y …
nos hables.

Es decir, a ella la veía como nuestro punto de unión y, aunque todos sus hijos éramos independientes, ella no ha dejado de ser, sin proponérselo, el centro sobre el que giraba nuestras vidas y seguro que continuarán girando, porque seguirá siendo para nosotros un lucero en el día y un faro en la noche: a ella pedíamos consejos, confesábamos preocupaciones, comunicábamos logros, planteábamos dudas, disfrutábamos con las cosas más sencillas… y ella nos contestaba siempre con palabras de aliento, con orientaciones razonables, con respuestas sabias, con aliento ante los retos y con decisión frente a los problemas y nos guiaba con eficaces consejos, que siempre nos inducían a actuar de la mejor manera. Y, si era necesario, también nos reprendía, pero con dulzura e inteligencia para que nos produjera menos dolor y nos surtiera más efecto. 
      De esta manera ella nos ha unido durante toda la vida y, en torno a ella, nos reuníamos en alegre concurrencia, formando un grupo bullicioso y variopinto de hermanos, cuñadas, nietos y nietas en torno a la gran mesa del comedor familiar hasta llegar a reunirnos 18 (últimamente 21, añadiendo las tres últimas incorporaciones: Melanie, su simpática nieta política; Geta, su excelente cuidadora, y Elena, su linda biznieta, a la que alcanzó a conocer en sus últimos días). No obstante, a pesar del trabajo ella lo hacía con sumo gusto, siempre con una sonrisa de satisfacción cuando nos veía disfrutar no sólo de la comida sino de la alborotada concurrencia, que formaba conversaciones, contaba chistes y disfrutaba con amplias risas. A pesar de todo, nunca reclamó un reconocimiento y, sin embargo, escuchó pacientemente los logros de otros con alegría y también sufrió por lo demás, aunque ella tuviera en esos momentos pesares.
      Mientras pudo vino a la iglesia con mucha frecuencia, llegó incluso a participar en un pregón que la Cofradía, a la que perteneció, me pidió dar en 2001, mantenía buenas relaciones con sus vecinas, colaboraba con las necesidades del pueblo y se sintió de aquí (aunque era de Talavera la Real, donde nació en una familia sencilla pero, aun con lo justo, feliz -como le gusta repetir-). Tuvo que dejar la escuela a los 11 años, porque en el pueblo no se estudiaba más y muchas veces le oí decir a lo largo de la vida, que a ella le hubiera encantado estudiar porque le gustaba aprender. Consiguió, finalmente, realizar estudios de Corte y Confección en Madrid, pues unos tíos la acogieron en su casa durante la temporada que duró el curso.
      Pero, vamos, no necesitó más títulos oficiales porque, sin ellos, obtuvo la mejor nota como hija ejemplar, esposa modélica, madre insuperable, inteligente consejera, cocinera inmejorable, administradora eficaz, excepcional dulcera, trabajadora incansable, amante de la familia, cumplida, educada, muy humana, sencilla… una mujer de bien, en definitiva.
     Antes de finalizar, quisiera que este obituario también fuera un reconocimiento a la mujer y, especialmente, a esas generaciones de mujeres todoterreno, que cuidaron y sacaron adelante a sus familias, generalmente numerosas, con un gran esfuerzo trabajando en casa, en el campo o en la oficina, quitando horas al descanso y al sueño, dándolo todo a los demás y no pidiendo nada para ellas… Mi más sincero aprecio por esas mujeres que yo llamo de la generación de acero inoxidable.

      Para terminar lo haré recordando una película donde una madre fallecida le decía a sus hijos desde el cielo: “Recordadme con alegría, pues si lo hacéis con pena, olvidadme para siempre”. Y yo recordaré siempre a mi madre con alegría, porque no quiero olvidarla.

GRACIAS AL HOSPITAL PERPETUO SOCORRO”, Hoy (Badajoz), 30-4-15, p. 18.



OBITUARIO. DOÑA MARÍA CARVAJAL LAVADO”, Hoy (Badajoz), 3-5-15, p. 23.

"DE NUEVOS, GRACIAS", 13--6-15


     Hace unos meses hice público mi agradecimiento al hospital Perpetuo Socorro de Badajoz por la adecuada y humana atención recibida por mi madre en sus últimos meses de vida, y ahora quiero dirigir mi gratitud, por hechos felices, a la Organización Nacional de Trasplantes y al equipo de cirugía del Infanta Cristina de Badajoz por trasplantarle un órgano a una persona muy querida por mí para salvarle la vida en una intervención especializadísima, que fue un éxito.
     También deseo elogiar la estupenda labor que ha realizado el personal del servicio de partos del hospital de Mérida, por cuidar perfectamente de mi hija cuando ha alumbrado a mi primer nieto en las más seguras condiciones, al ser atendida por resueltos especialistas y con los medios necesarios.

     De lo anterior deduzco que nuestro sistema de Salud (seguramente el mejor del mundo, aunque deba mejorar alguna deficiencia), funciona y lo seguirá haciendo mientras lo cuidemos y lo respetemos, cosa que no ha hecho el gracioso de turno que ha pintado colmillos de vampiro a unas embarazadas sonrientes que aparecen en unos amables carteles que adornan la zona de partos.

PALABRAS DE DESPEDIDA POR MI JUBILACIÓN, Mérida, I.E.S. Emerita Augusta, 2-2-16

     Ha llegado el momento de mi despedida después de 28 años en este nuestro instituto y 36 años y 2 meses en la Enseñanza, que me han permitido impartir clases en dos centros escolares privados y cuatro públicos, en EGB, BUP y COU, la antigua FP, la ESO y el Bachillerato y la universidad; sobrevivir a media docena de reformas; participar en múltiples e interesantes actividades codo a codo con vosotros y, al mismo tiempo, intercambiar opiniones, proyectos y hasta sueños. Además, estos años y esta profesión me han permitido dedicar un generoso tiempo libre a mi familia, a la investigación literaria y a mis circunstancias. Por tanto, me siento muy satisfecho.
    La idea, que me ha guiado durante tantos años, la encontré acertadamente plasmada por el novelista extremeño Luis Landero en dos máximas que aseguran: “La Enseñanza es el contagio de una pasión. La Literatura no se enseña, se contagia”. No sé en qué grado habré conseguido transmitir ese positivo contagio a mis alumnos, pues no he considerado mi tarea docente una competición, pero os aseguro que he intentado con todo mi empeño que, para su beneficio y el de nuestra lengua, el español, la empleen correctamente y la aprecien igual que a la literatura no sólo como un medio de comunicación sino también como fuente de conocimiento y de gozo.
      Me voy, por tanto, con esa satisfacción. No obstante, lo más correcto sería decir “me voy, pero me quedo”, porque siento que entre estas paredes, que he considerado mi segunda casa durante casi tres décadas, dejo la mayor parte de mi larga vida profesional de la que, en estos momentos, sólo me quedan los buenos recuerdos de la rica experiencia que he compartido con vosotros tratando de que muchas generaciones de jóvenes adquieran una buena formación no sólo académica sino también humana; con mis compañeros de departamento, cuyo afecto me ha proporcionado una auténtica joya literaria: la magnífica edición del Lazarillo de Tormes encontrada en Barcarrota; con mis alumnos, la mayoría estupendos jóvenes y muchos, excelentes estudiantes; con los padres y madres que han mostrado interés en la educación de sus hijos, y con el personal de secretaría, conserjería, informática, limpieza, mantenimiento y cafetería, donde he pasado deliciosos momentos charlando con mi amable grupo de desayuno, mientras recuperábamos energías durante los recreos. Entre todos habéis llenado de color mi experiencia como profesor y de calor mi vida personal.
       Gracias por vuestro regalo, por vuestra presencia, amabilidad y atenciones. Siempre os llevaré en mi recuerdo y en mi corazón.


LOS BUENOS ALUMNOS SON MAYORÍA, Mérida, Homenaje de la Consejería de Educación a profesores jubilados,  28-11-16 

     Hoy día que todo parece tan negativo, a mí me gustaría advertir que esta adversa perspectiva oculta el hecho de que hay más personas trabajadoras que vagas, más médicos salvadores que matasanos y, por supuesto, más alumnos excelentes que conflictivos, aunque el incivismo de éstos provoque una mayor atención que la actitud respetuosa, pacífica y colaboradora de la mayoría.
     Por ese motivo, siempre estarán presentes en mis recuerdos los alumnos educados, amables, comprensivos y estudiosos. E incluso, también quedarán patentes en mi memoria muchos alumnos que, sin ser buenos estudiantes y sin disponer de cualidades destacables, son excelentes personas, porque creo que es la primera condición humana que debe poseer un joven.
      Por tanto, en mi emoción ya está acomodada para siempre la imagen alentadora de los jóvenes creativos, cariñosos y dialogantes que he tenido como alumnos a lo largo de 36 años y en la actualidad continúan sus estudios con buena predisposición o, ya con sus títulos conseguidos, se encuentran prodigando su talante vitalista en su entorno inmediato, a la vez que colaboran en la creación de un grato ambiente social y de un mundo más humano y habitable.

TODA UNA CARRERA DOCENTE, 30-11-16


     Ahora que me he jubilado cuento lo siguiente por si pudiera remediar algo uno de los males de nuestro sistema educativo: la falta de motivación del sistema con el profesorado.
    No conozco una profesión, excepto la mía, donde un trabajador pueda acabar más atrás de donde empezó, a pesar de disponer al final de su vida laboral de un abultado curriculum con méritos de peso. Me explico: después de 36 años y dos meses en la Enseñanza, donde inicié mi vida profesional en el nivel de BUP y COU, me he jubilado dando clases (si cuidar niños maleducados, que se niegan a aprender, se le puede denominar así) de refuerzo de Lengua en la ESO.
     Y he terminado de esta manera por una falta de desconsideración hacia la iniciativa personal (ahora que se habla tanto de los emprendedores) de dedicar, con mi esfuerzo, mi riesgo y mi autofinanciación, treinta años de mi tiempo libre, como enriquecimiento personal y docente, a la investigación didáctico-literaria, a superar pruebas de un alto nivel como la elaboración de mi tesis doctoral, que mereció el Premio Extraordinario de Doctorado, y a conseguir con estos y otros méritos una plaza en la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Extremadura, donde impartí Metodología y Aprendizaje de la Lengua y la Literatura del año 2009 al 2011.
    Pero resulta que, en el último año citado, el primer recorte que realizó el gobierno de turno fue eliminar de un plumazo setenta y cinco plaza de profesores de la UEX (entre ellas la mía) sin tener en cuenta su curriculum, entre otros errores de bulto porque la Universidad de Extremadura desconoce qué méritos tienen ni dónde se encuentran todos sus doctores ni cuál es el paradero de todos sus Premios Extraordinarios, por lo que deduzco que la tan cacareada excelenciaes una palabra vacía de contenido aunque, de cara a la galería, suene muy bien.
    No obstante, mi balance profesional y personal es totalmente satisfactorio por el buen recuerdo que deja en mi ánimo haber impartido clases en el nivel de la ESO y el Bachillerato, cuyos alumnos en general han mostrado una positiva actitud y una respetuosa conducta.
     Pero, en fin, ¡vaya carrera docente!

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EL IMPOSTOR de Javier Cercas
(Barcelona, Penguin Random House, 2014)
El impostor de Javier Cercas
(Barcelona, Penguin Random House, 2014)

EL IMPOSTOREste libro se centra en la figura de Enric Marco de Sabadell, que se hizo pasar por deportado en el campo de exterminio de Flossenbürg (Alemania) durante la época nazi, pero un historiador, Benito Bermejo, descubrió su impostura. En realidad el libro, más que una narración de la historia del engaño de este personaje, es una profunda reflexión sobre la creación literaria, hecho que lo convierte en un tratado de Teoría de la Literatura minucioso, clarividente, genial: Javier Cercas, después de muchas dudas describiendo la pelea que el escritor mantiene con la delgada frontera existente entre la realidad y la ficción, escribe este libro situándose en medio de esa contradictoria dualidad en que se desenvuelve la existencia humana. De ahí que Cercas con la escritura de este libro intente entender por qué Enric Marco había mentido, pues cree que “el deber del arte (o del pensamiento) consiste en mostrarnos la complejidad de la existencia humana, al fin de volvernos más complejos, en analizar cómo funciona el mal para poder evitarlo, e incluso el bien, quizá para poder aprenderlo”.
Es también El impostor (aunque no fuera la finalidad de su autor) un minucioso estudio sicológico sobre los mecanismos que rigen la complejidad de la mente humana pues, una vez pasado un hecho, es susceptible de ser inmediatamente tergiversado por el subconsciente incluso aunque no se tenga la intención de alterarlo. De ahí que la narración que realiza Javier Cercas de la vida de Enric Marco esté siempre al filo de la realidad-ficción: “No lo sé con exactitud –Marco no lo recuerda o dice que no lo recuerda-, pero adelanto una hipótesis […]: Marco es básicamente un pícaro, un charlatán desaforado, un liante único” (1º 12).
Resulta llamativo encontrarse en el libro con un episodio idéntico al que protagonizan el autor y el protagonista de Niebla, novela de Unamuno. Aunque en esta ocasión es incluso más dramático que en la historia del rector: Marco defiende a capa y espada que su impostura no solo no ha ido un engaño, sino  que, con sus medias verdades o mentiras piadosas, consiguió poner en candelero la causa de los deportados y el holocausto judío, que estaban olvidados.
Resultado de imagen de javier cercasEn realidad lo que descubre la indagación de Cercas es que la actitud de Marco no es otra cosa que la que adoptamos los demás cuando reconstruimos nuestros recuerdos confundiendo realidad con ficción. Por este motivo, El impostor es un desenmascaramiento de la impostura universal que sostenemos todos por medio de una mezcla de medias verdades con las que urdimos grandes mentiras, unas inconscientes y otras no tanto. Y lo curioso es que Marco no va muy desencaminado, pues en España hubo una clara impostura general con la llegada de la democracia entre jóvenes universitarios, cuando aseguraban haberse expuesto en manifestaciones a ser detenidos por los grises (policías nacionales)… para construirse un pasado de lucha contra la dictadura y conseguir réditos sociales.
La impostura de Marco para Javier Cercas tiene un interesante paralelismo con la de Don Quijote, o mejor dicho, con la de Alonso Quijano que, cansado de llevar una existencia anodina, se imagina caballero andante con el nombre de Don Quijote de la Mancha. Enric Marco era mecánico y trabajó durante veinte años en un minúsculo y anónimo taller. Ante esto se construye un pasado combativo contra el régimen de Franco, pero finalmente Cercas descubre, a través de un portentoso análisis de la personalidad de Marco, que lo ha conformado sobre medias verdades.
Además  Javier Cercas logra algo que no se había propuesto al principio: escribir un libro sobre la creación no solo literaria sino más bien artística, donde describe la lucha del creador con la palabra, los colores, el cincel, la luz para construir una historia en un contexto donde realidad y ficción se confunden. Su conclusión es que los sentidos nos engañan y, como Enric Marco, unas veces mentimos porque creemos que decimos la verdad y otras veces porque nos convencemos de que un hecho ficticio sucedió realmente de esa forma para salvarnos, justificarnos o ser alguien ante los demás.
A pesar del extraordinario ejercicio literario que es El impostor, el libro al final se hace repetitivo y quizás hubiera alcanzado su extensión exacta con unas páginas menos, pues el escritor debía haber sido consciente del más que posible cansancio del lector conforme avanzaba en la lectura, teniendo en cuenta el denso contenido de todas y cada una de sus 425 páginas.

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LA SONRISA ETRUSCA de José Luis Sampedro
(Barcelona, RBA, 1985)
 A mi nieto, por quien me he vuelto a leer este libro exquisito

Esta es la escultura a la que se refiere el título de La sonrisa etrusca, Los esposos, que se encuentra en el museo Villa Giulia de Roma. En este lugar comienza la incomparable novela, cuando Salvatore Roncone, el protagonista, un maduro campesino calabrés del sur de Italia, que está en casa de su hijo para tratarse de una grave enfermedad, se encuentra ensimismado contemplando a los esposos y, especialmente, su enigmática sonrisa: “-Oh, ya lo creo que reían. […] -Los etruscos reían, te lo digo yo. Gozaban hasta encima de su tumba” (10-11).
El protagonista es un vejete encantador que defiende a capa y espada las virtudes de la vida en el campo, representado por él (naturalidad rústica frente a artificio urbano), ante los inconvenientes de la gran ciudad (en este caso Milán), centrados en el hijo y la nuera, que representan al progreso urbano frente al atraso de las zonas rurales: “Sí, ya están llegando a la trampa. Las ciudades, para el viejo, han sido siempre un embudo cazahombres donde acechan al pobre los funcionarios, los policías, los terratenientes, los mercaderes y demás parásitos. La salida de la autopista, con su casilla de control para detenerse y entregar un papel, es justamente la boca de la trampa” (13).
Salvatore Roncone es una persona, que resulta muy simpática por su carácter y su forma de actuar, pues representa al hombre natural, sencillo, buena persona, aparentemente ignorante pero profundamente sabio con una sutil filosofía adquirida en la dura experiencia de la vida: huérfano, partisano contra los nazis, persona hecha a sí misma que sale adelante con su esfuerzo y su inteligencia natural. También es un hombre galante, que aprecia y respeta a las mujeres como muestra en el episodio de la dependienta del ultramarino, una jaca según él: “-Adiós, señora… señora… -Maddalena, para servirle. Pero ¡nada de adiós! ¡Arrivederci! Porque volverá usted, ¿verdad? Aquí tenemos de todo” (31).

Es muy curioso cómo personifica a la enfermedad llamándole “Rusca”, nombre de un hurón que era buen cazador y con el que habla cuando se revuelve y le produce molestias. Y sorprende cómo sabe ser fuerte en los momentos necesarios: “El viejo sostiene al niño en brazos, envuelto en una manta. La cabecita soñolienta se reclina en el huesudo hombro izquierdo, mientras el peso del cuerpecín reposa sobre el antebrazo derecho. ¡Preciosísima carga!” (35).
Salvatore va impregnando el texto de deliciosos recuerdos sensuales: “¡Dunka! ¡Su cuerpo sí que era frutal, dulce, oloroso! Y jamás fría, la tibia piel; siempre cálida, viva, la inolvidable compañera de lucha y de placer… ¡Oh Dunka, Dunka!” (19). De ahí que se exaspere cuando ve que en la ciudad el papel del hombre está cuestionado: “Renato de niñero. ¡qué vergüenza! En este Milán los hombres no tienen lo que hay que tener, y Andrea me lo ha hecho milanés” (20-21).
Y lo más enternecedor de la novela es el aprecio especial que le une a su nieto Bruno porque, entre otras cosas, se llama como él en la clandestinidad. Incluso deja de fumar para no dañar al niño y monta guardia junto a su cuna como cuando era partisano, para que no le suceda nada malo: “Desde su cuarto, el viejo pondría una bomba, lanzaría dinamita, destruiría Milán entero. Pero sólo puede lanzar hacia el niño un mensaje de ánimo: “Calma, Brunetito, que ya voy” (169).
No entiendo cómo una novela tan deliciosa, tan agradable de leer, tan tierna, tan natural y humana no esté entre los libros más leídos y reeditados y, en cambio, se encuentre perdida en el maremagnum de libros editados desde hace tres décadas, a pesar de ser un gozo continuo su lectura.
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EL SECRETO DEL AGUA  de Tomás Martín Tamayo

(Badajoz, Diputación, 2016)


Tomás Martín Tamayo ha elegido para presentar su segunda novela una apacible portada con la imagen de un manso lago en cuya orilla se encuentra una casita arropada por una alameda de eucaliptus. Pero Tamayo no sería un fabulador si la quietud de ese grato entorno no fuera aparente y no planeara sobre el plácido atardecer el inquietante título El secreto del agua.

Esta paradoja, que pone al lector en guardia desde el primer contacto visual con la novela, resulta un hábil recurso de Martín Tamayo para mantener en ascuas al lector desde la misma portada. Y no es la primera vez que usa este eficaz medio de atracción, pues ya en el título de su opera prima El enigma de Poncio Pilatos, una novela histórica muy interesante, aparecía ese componente de misterio con el que, de entrada, ganaba de forma instantánea la atención del lector por el camino de la intriga.

Ciertamente ese ingrediente es el elemento fundamental en que Martín Tamayo basa su técnica narrativa, pues será el suspense el que mantenga la atención lectora desde el inicio al fin de la novela, cuyo dinamismo descubre unas vigorosas ganas de contar de Tamayo, después de cuatro décadas escribiendo relatos cortos en cuya composición es un maestro. El hecho de haber practicado tanto este tipo de narración es el que le permite que ahora, en su novela El secreto del agua, logre dosificar su trama dramática sin altibajos durante toda la amplia narración con intrigantes episodios que reactivan la atención del lector continuamente: “El inspector que se había sentado comenzó a curiosear en el cajón central de la mesa, mientras el otro iniciaba el interrogatorio en un tono que casi parecía la lectura de una sentencia” (38).

Y a mantener constante el flujo discursivo dirige el autor todos sus esfuerzos de narrador atendiendo no solo al desarrollo temático sino también a su exposición. Así lo primero que hace Tamayo es sorprender al lector en la portada del capítulo 1 con un título inesperado y preocupante: “Un tiro en la madrugada”: “Hasta los grillos callaron. La detonación estremeció el corazón colectivo de Encinares” (11). Y seguidamente, en el mismo inicio del capítulo, vuelve a llamar la atención descubriendo la causa de la trama en forma de suceso impactante: el suicidio del protagonista, Antonio Godoy, un maestro desterrado con un pasado enigmático que, sin embargo, no tiene enemigos, es un hombre en paz consigo mismo, buen maestro, amante de la naturaleza y solidario. Resulta lógico, por tanto, que su muerte deje en el ambiente abundantes dudas y sus allegados no crean la versión oficial: “Antonio no se ha suicidado, de eso estoy seguro” (100). La clave se encuentra en la presa que finalmente inunda Riscos del Encinar, porque ha sido construida en un lugar distinto del proyectado para que no anegara tierras de terratenientes con buenas relaciones en el poder. Y Antonio Godoy, capitaneaba las protestas contra la decisión arbitraria de inundar el pueblo.

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En adelante, el grueso de la novela será una muestra de las cualidades narrativas de Martín Tamayo, que establecen una densa e intensa urdimbre temática para contar lo que hay detrás del aparente suicidio de Antonio Godoy. Para ello Tamayo tiene que emplear sus amplios conocimientos de las relaciones que existen en los entresijos del poder a todos los niveles (económico, político, religioso), con el fin de advertir a sus lectores que, detrás de la realidad de la gente común, existe otra creada por los que dominan el mundo tanto a nivel local como nacional e internacional: “A nosotros no nos interesa la situación real de la presa, sino cómo la gente ve la situación de la presa. Nuestra misión no es enseñar la verdad, es propagar la realidad que queremos que se vea. La que a nosotros nos interesa” (343).

No obstante, aunque Martín Tamayo convierte la novela rural del principio en otra que abarca el ámbito de las finanzas y el poder mundial a través de Blas Godoy, presidente de la Oil Texaco Corporation, la trama se sitúa en un pueblo de la Extremadura de posguerra, lugar y momento histórico donde el autor se siente seguro y cómodo, porque nació y vivió en un pueblo extremeño en el que, sin duda, oiría hablar a sus mayores de los llamados “años del hambre”. De ahí que el maestro protagonista resulte ser un represaliado; Eulogio, su amigo, sea falangista y capitán mutilado de la Legión; los terratenientes miren solo por sus intereses y la gente común malviva en una situación de miseria material y cultural. El ejemplo más sangrante es el de Blas y Rosario, dos desgraciados que quieren salir adelante, pero ella acabará loca y él asesinado en la cárcel, sucesos indicativos de que a la gente corriente le resulta, cuando no imposible, muy difícil escapar de su triste situación: “-A tu marido lo han enterrado en el cementerio del Puerto de Santa María hace tres días, porque después de cuarenta y ocho horas no te habían localizado y el juez autorizó la inhumación. Lo siento, Rosario” (48).

En fin, El secreto del agua, interiormente, es una novela de grata lectura por la composición inteligente y la exposición elaborada de su trama narrativa y, exteriormente, resulta atractiva por su pulcra edición.

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Article 6

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I
UNIDOS

1

Siendo sólo un niño,
de quince años,
te comencé a querer.
No, no eras tú,
sino pasos hacia ti.
Uno, dos … no sé cuántos.
Iba a tu encuentro,
pero estaba
solo
sin ti.
¡Qué cansancio! El camino pesaba.
Hastiado, solo,
necesitaba llegar a ti
de una vez.
Y fue …
cuando menos lo esperaba,
cuando ya creía no encontrarte.

2

Seguro aquel día
el sol habías tomado.
Seguro que en aquel
instante,
algo
nos atravesó a los dos.
No sé, nada sentí
pero una sensación nueva
me anunciaba
nuestro definitivo amor.
Y descansé:
El fin estaba conseguido,
aunque no conquistado
(las buenas conquistas
requieren tiempo) …
pero ya te tenía,
lo demás no importaba.
Antes o después
lo conseguiríamos.
Desde entonces mi vida,
no fue la de un trashumante:
Ya no tenía que cambiar más.
Tú y yo
los dos juntos
para siempre.

3

Pelo rubio, largo;
cara de niña mimada,
dulce, futura enamorada
de mí, tu amor.
Nada me dijiste,
ni siquiera “hasta luego”,
pero todos los días
puntual me buscabas,
te buscaba.
Sí, yo también te buscaba.
Ya no necesito buscarte,
porque te tengo,
eres mía,
y … soy feliz, muy feliz.
Paso a paso,
sin prisas, lo conseguimos.
¿Te acuerdas?
¿Recuerdas nuestras ilusiones?
¿Las de antes?
… ya están cumplidas,
con nuestro amor;
con ese amor,
que me hace escribir
estos versos, historia nuestra,
cuyos protagonistas somos
tú y yo.

4


Y llegó así
el día que tú me dijiste
a secas,
sin miradas cariñosas para hacerte creer:
“Te quiero”.
Yo también necesité decírtelo:
“Te quiero”.
Me salían de dentro las palabras,
sin esfuerzo,
se atropellaban por salir:
“Te quiero, te quiero …”.
Y desde entonces
no necesitamos
palabras, sonrisas, nada,
para saber que …
nos queremos.
¿Felicidad, placer,
amor …?
No sé lo que es …
es todo y, a la vez, más.
Aunque sí sé
que …
te quiero, a ti.

5

¡Aprieta!
¡Aprieta, sí! más, más fuerte.
Te quiero, te quiero.
Sigue apretando, no te me escapes.
Así fundidos …
solos
sin el mundo.
¡Oh! ¡qué placer!
¿Dónde el dolor?
¿La muerte?
Amor aquí
sólo amor.
Pero … ¿lo demás?
¡No sé!
Sigue apretando
¡Sigue!
Para que no nos lleguen
las interrogaciones.
¡Ya está!
¡Ya lo siento!
me corre por las venas,
lo noto … en los dedos,
¡Me invade aprisa la piel!
¡Aprieta!
¡Aprieta hasta ahogarme!
¡Más … más!
¡Oh!
¡Te quiero! ¡Te quiero!
¡TE QUIERO!
Unidos
solos
¡TÚ Y YO!

6

Y cuando tú no existas,
guardaré mi amor,
para cuando te encuentre
allá en lo infinito.
Pasarán días y noches:
noches y más noches,
un día y otro día …,
Pero no descansaré
hasta que los dos fundidos
consigamos
un amor inmortal
para siempre, siempre.
Atravesaré mares, montañas;
levantaré las cabezas
de los cuerpos tendidos
boca abajo;
desafiaré a los dioses …
hasta encontrarte a ti.

(2-9-79)



II

ALLÍ JUNTO AL GUADIANA
                       
                              1

No me enterréis en Madrid,
Llevadme junto al Guadiana.
Yo sé
que los muertos,
en cualquier sitio descansan,
pero …
¡no me enterréis en Madrid,
llevadme junto al Guadiana!
                         
                          2

A aquel lugar sereno,
donde el agua se remansa,
donde la hierba crece
sin abono ni tardanza,
donde los pájaros alegres
dulcemente cantan …
¡donde un día pasé feliz
junto a mi amada!
                    
                          3

No me enterréis en Madrid
junto al humo de las fábricas,
ni al lado de este río
con agua contaminada,
ni junto a esta Casa de Campo
que no es campo ni nada …
¡no me dejéis solo
junto a esta muerte sin alma!
                          
                           4

Seguro os hará bien
Conocer aquellas tierras extrañas,
Seguro comprenderéis …
¡estas palabras ansiadas!

(Madrid, septiembre 1979)



III

PARA QUE LUEGO DIGAS QUE NO TE QUIERO

Quisiera cantarle al Mundo …
al Hombre … a la Libertad … a la Vida …
a los buenos sentimientos,
pero …
no puedo.
Sólo
el amor
me mantiene humano;
Sólo por él entiendo
(con un esfuerzo supremo)
por qué la Vida, la Libertad, el Hombre …
siguen existiendo.

Tú, por tanto,
eres la culpable
de que, aunque no comprenda al Mundo,
trate de comprenderlo.

(Badajoz, 25-1-80)



IV

IGUAL

Como la tierra dormida
se abre al hierro del arado,
te abriste tú, encendida,
a mí, sin dudarlo.
Como un caudaloso canal
que por primera vez se riega,
te regaste; como panal
con dulce miel de abeja.
Como la roca perforada
tiembla ante el diamante,
te estremeciste, desconcertada,
ante nuestro placer desbordante.
Como un faro en la noche,
brillante, por el náufrago ansiado,
buscaste con tus ojos
a los míos desorbitados.
Como botella de champán
que se descorcha sin dolor,
hicimos nosotros ayer
nuestra primera unión de amor.
Y con una ilusión constante
que transmitimos hasta en la voz,
esperamos anhelantes
idéntico momento de amor.

(26-6-80)



V

A TUS 22 AÑOS

No te preocupes, mi amor,
porque tu cuenta señala un año más;
no pienses en la vejez futura,
porque no eres la misma de hace dos años;
no digas que no eres tú,
porque te pareces algo a mí …

Preocúpate si nuestro amor, el de los dos,
se nos muere, se nos escapa
sin posibilidad de recuperarlo.
Piensa y di, o grita si es necesario,
desde adentro,
desde donde me dices tus mejores “te quiero”,
que eso no ocurrirá
que es imposible esa escapada,
porque no lo dejaremos,
porque nos aferraremos a él,
al amor, a nuestro amor,
para siempre.

(Badajoz, 7-5-81)



VI

JUNTO A TI

Vengo así
porque quiero venir sólo conmigo,
porque me molesta el que no soy,
porque no entiende que quiero …
estar a solas contigo,
sin pensar en qué pensará el otro:
Si está mal, si está cansado
de visitar un sitio que no le dice nada.

Estoy aquí,
porque me apetece vivir con el recuerdo
que representas tú,
porque te fuiste y necesito
rescatarte,
porque vivimos poco,
demasiado poco, para entendernos.
Por eso vengo solo, papá.

(11-5-81)



VII

¿NO CREES?

¿Y tu piel tan fina,
tus labios
deseosos,
y tu cuerpo,
todo tu cuerpo,
no crees que son
suficiente
para desearte?
¿No piensas
que es imposible
sustraerse a esa fuerza
irrechazable
que me lleva a ti,
y a tu ser?

Piénsalo y comprenderás:
Te deseo porque eres
inapartable,
porque necesito
y necesitamos
estar juntos,
más juntos,
los dos en uno.

(18-8-81)



VIII

ESTAMOS TRISTES, ABUELA

Hoy el día
¡está triste por ti!
abuela.

La hierba del cerro,
oscurecida …
¡está triste!

El viento,
desesperado …
¡está triste!

Las nubes,
atormentadas …
¡están tristes!

Nosotros, desolados por tu ausencia,
recordándote …
¡quedamos tristes, abuela!

(10-1-82)



IX

EN TU CUMPLEAÑOS

Quisiera que no envejecieras
para tenerte así,
en cuerpo y alma, joven.
Para que tu pelo
no deje de brillar y me deslumbre;
para que tus labios
deseen siempre húmedos
que te bese;
para que tus ojos
puedan mirarme, hasta apagarse,
encendidos;
y para que tu cuerpo,
todo tu cuerpo,
siga pidiendo, deseando de mí,
amor.

Quisiera que no envejecieras
para que tu ser,
ese que llevas dentro de ti
(tu afecto, tu cariño por mí
y por las cosas,
tu optimismo)
no te abandone nunca.

(9-5-82)



X

CON NUESTRA HIJA

Y, cuando nuestros ojos
crucen sus miradas
y se una la de nuestra hija,
la de sus ojos claros
indefinidos,
y los tres encontremos un camino infinito,
creado con nuestras miradas,
para nosotros,
solos,
os invitaré a recorrerlo hasta el final
conmigo, a mi lado,
protegido por vuestro aliento,
abrazado por vuestra piel suave, aterciopelada;
mimado,
pequeño, halagado, defendido …
como me hubiera gustado estar siempre.
Y no temeré …
vuestro miedo será mi valor.
Y me alegraré,
y lloraré de alegría
(como hace tiempo no hago),
y seré feliz,
porque el camino se prolongará
hasta donde puedan alcanzar nuestras miradas
juntas. 

                                               (28-3-83)



XI

¡QUÉ TE IMPORTA!

¿Qué te importa,
mi amor,
un año más,
si de nuevo …
en tu hija has vuelto a nacer?
¿Qué te importa perder
ese tiempo
que estuvo en tu seno,
si con una sonrisa suya
lo recuperas?
¿Qué te importa
que no te acuerdes
de cómo eras,
si ella te reconoce,
por tu aliento,
como madre, mujer, joven?
¿No es bastante
haber comprobado
que nuestro amor,
el de los dos,
sigue ahí,
fuerte, indestructible?
¿No sientes en tu adentro
que lo conseguido
supera el tiempo
y aumenta el amor?
¿No te hace gritar de alegría,
el saberte sentida, endiosada, halagada
por nosotros?
Entonces … ¡Qué te importa!

(6-5-83)



XII

DAME TU MANO

Dame tu mano
y miremos a nuestra hija
jugando;
no la molestemos,
así ella seguirá hablando
libremente
¡está creciendo!
Atiende,
ya dice algunas palabras
claras
¡qué mayor está!
Mira,
ahí viene para darnos un beso
cálido,
uno a ti, otro a mí …
¡qué simpática es!
Tú pintas, yo leo, ella juega:
nos llenamos de paz
y nos sentimos bien
en un día cualquiera.

(12-1-85)



XIII

EL AMOR SE NOS VA

El amor se nos va,
se nos escapa, corre
lejos.
Después ¿qué nos animará,
qué nos hará seguir juntos,
qué sangre sin amor
nos recorrerá las venas?
Después ¿dónde encontraremos
la pasión de continuar?
Yo, tu piel y tu aliento,
tu deseo y tu calor;
tú, mi fortaleza, mi amor,
que fue vencido por un imposible.

(27-1-85)



XIV

UN FUTURO DE TRES

Un año más, felices
a nuestra manera:
noches sin dormir, días
sin pintar ni leer
ni tener tranquilidad.
Es nuestra hija
que nos despierta, que nos molesta,
que nos agota,
pero … ¿existe otra felicidad?:
verla crecer poco a poco;
notar que habla más claro;
acariciar su pelo rubio;
besar su piel sonrosada;
recibir sus abrazos;
vivir que alguien más te quiere,
te recuerda, te da calor;
sentir sin pensarlo,
a nuestro lado, otro más;
mirar el futuro
y afrontarlo con optimismo,
porque te ilusiona pensar en un futuro de tres,
aunque haya pasado
un año más.

(Jerez, 7-5-85)


XV

¡QUÉ PENA!

¡Qué pena no poderte rescatar
del fango, de la lluvia,
del viento!
¡Qué pena no conseguirte salvar
como un superhombre,
como un invencible guerrero!
¡Qué pena no saberte acariciar
como un niño,
como un hombre apuesto!
¡Qué pena que mis besos
no te sepan
a mañanas, a ilusiones,
a momentos!
¡Qué pena ser un simple mortal
queriendo ser
lo contrario
de lo que hoy estoy siendo!

(26-10-85)



XVI

CINCO AÑOS

¿Mucho tiempo sin ti, papá!
¡Cuántos problemas, cuántas alegrías,
cuántas ilusiones, cuántas decepciones,
sin ti, papá!
Mi hija y yo nos hubiéramos alegrado
que estuvieras con nosotros aquí y ahora;
los tres, sentados …
y hablar y charlar
y reír y disfrutar
de nosotros.
Y querernos y amarnos
y venerarnos
nosotros.
Y buscar y echar
y echar felicidad
por los codos.
Y mamá, feliz, contemplarnos
a los tres,
y unirse con todos después
a nosotros.

(26-10-85)



XVII

EN TORNO A TI

En torno a ti, mamá, nos encontramos
guiados por tu luz en la noche negra,
sin caminos asfaltados,
llenos de espinos que cortan,
de animales fieros que nos salen al paso,
intentando de ti, apartarnos.

En torno a ti, mamá, esperamos impacientes
que razones, que medites,
que prepares la respuesta
ansiosamente esperada,
que nos serene, que nos aliente,
nos indique dónde está sin trampa,
lo que buscamos.

En torno a ti, mamá, se va formando
un corro enorme,
de colores, bullicioso, variado,
esperando
que tú te sonrías, levantes la mano,
alces la voz y …
nos hables.

(17-2-86)



XVIII

TRIPLE ABRAZO

Caminemos lentamente,
nuestras manos entrelazadas
formando una enredadera
de amor, claramente humana.
Nuestra hija, en el medio,
preciso fiel de nuestra balanza;
nuestras manos dos sedantes
que la aplacan y la amansan.
Nos miramos, sonriendo,
la miramos …
y volvemos a mirarnos,
va feliz entre nosotros, lo notamos
por un flujo telepático que nos mueve a los tres,
a través de las manos.
Alguien dice una palabra innecesaria,
se pierde en el aire … solitaria, sigamos;
aprieta más, hija, no se suelten nuestras manos,
aprieta más y lentamente
sigamos caminando.
Y así, en nuestro calor, concentrados,
captemos el momento, grabemos las miradas,
reunamos ilusiones, experiencias
e, incluso, enfados …
¡Todo es tiempo de los tres, fundidos
en un cálido y triple abrazo!

(8-6-86)



XIX

TE ESPERAMOS

Impacientes
los tres te esperamos,
pensando
cómo serás, pequeñajo.

Mamá nos ha informado
de tus carreras
en su vientre inflado;
de las piruetas
que das, constantemente, alocado;
de las náuseas
que le produces, bandido,
y de todos los detalles de tu vida etérea
que escuchamos, de ti,
boquiabiertos,
querido hermano e hijo.

Ya nos hemos preparado
para levantarnos por la noche
adormecidos;
para de día estar alerta
y tenerte limpio
y para todo lo que necesites
de nosotros tres,
querido hermano e hijo.

(23-9-86)



XX

CANTEMOS DE UNA VEZ …

¡Poetas! cantemos
a la luz, al día, a los diferentes y sutiles olores.

Cantemos
al mar azul, verde, negro,
a los animales, a las estrellas de la noche.

Cantemos a esos momentos
intrascendentes, normales, sin horrores.

Cantemos a la sencillez,
a la falta de ambición, a las nulas aspiraciones,
a la vida simple, a los silencios sin temores.

Cantemos sin fantasmas, sin Tiempo,
sin falsos y cursis amores.

Cantemos, de una vez por todas, poetas,
a la vida con letra minúscula, menuda,
sin inútiles
lamentaciones.

(23-10-86)



XXI

ES DE NOCHE … AMANECE

Es de noche …
y la tierra duerme
levemente iluminada
por la tenue luz
de luceros y estrellas.

Es de noche …
y los olivos,
en hileras de cansados esclavos
con negras cadenas,
esperan, encorvados,
la llegada de la luz primera.

Es de noche …
y a los lejos, bajo un velo,
pueblecitos reposan su sueño,
acostados,
en un fondo azul.

Es de noche …
y en el cielo
aparece lentamente, entre colores,
allá en el horizonte más lejano,
poco a poco … la luz.

Viene el día …
y la aurora
deslumbra las sombras,
ahuyenta el miedo, levanta el ánimo,
ilumina la mente, enciende los ojos …
y el mundo se abre
como una enorme flor.

(31-1-87)



XXII

ES EL AMOR

Es el amor.
Es nuestro amor: el tuyo, el mío.
Es el mismo amor
de aquella primera tarde,
de aquellas primeras palabras mutuas,
de aquel abrirnos de lleno
hacia mí, hasta ti.

Es el amor que echamos,
sin prejuicios ni intereses bancarios,
hasta rebosarnos las manos,
en tus hijos, los míos,
y quedar agotados,
enamorados.

Es el amor.
Es ese el amor de los dos
que se ha extendido duplicándose
en nuestros hijos.
Es el amor que se agrandará
al trasvasarse de unos a otros hasta unirnos
en un todo.

Este amor es el mismo,
idéntico como gemelos,
de aquel primer día.

(15-2-87)



XXIII

AHÍ ESTÁ …¡CÓGELO!

¡Ahí lo tenéis! ¡El amor!
¡Cogedlo!
Así … ¡No! Sin egoísmo,
sin puñaladas,
sin decirnos palabras que nos rompan el corazón,
sin felicidad por la derrota del otro …

¡Ahí está! … ¡Cógelo!
con susurros que me alivien el dolor,
con caricias que me tranquilicen
estos sueños extraños,
con una sonrisa que me alegre el día …

¡Sí! ¡Así!
suavemente, horas y horas,
cojamos al amor
como dos nuevos enamorados,
busquémoslo sin desmayos
en las ilusiones sin rumbo y en las tristezas bajas,
en los puntos y comas y en las grandes batallas.

¡Sí! ¡Así! Atrapa al amor,
conmigo,
en el intenso placer y en el blanco de mis canas.

(16-2-87)



XXIV

SE FUERON COMO FURTIVOS

Un beso …
¡Si me dieras un beso …!
¡Si tus labios sólo se abrieran
para insinuar que me besas!
¡Si entre sueños y nubes blancas
sintiera que deseas darme un beso!

Muy lejos siento
tus labios en los míos;
se fueron como furtivos,
se perdieron en largas noches
de monótono desamor.

Yo sé
que tú me besarías, apasionada,
que darías
los lujos y el mercurio de los termómetros,
los adverbios y tus otros deseos
porque te besara otra vez
como la última.

(18-2-87)



XXV

POR UN MOMENTO

Por un momento
me olvido de huracanes, monstruos horrorosos,
desastres que me agrietan el corazón,
metrallas que me agujerean las paredes de las venas,
sucesos, sin cuento, que me erizan el vello de los ojos,
por un momento.

Por un momento
al verte a ti, madre única,
joven delicia de las noches amorosas,
madre solícita por la mañana, luminosa;
al verte a ti, cercada de nuestros hijos,
centro y eje de sus días de niños,
de su mundo límpido, de sus microilusiones,
de su futuro despejado, de sus juegos …
por tu confianza, por tu calor,
por tu sacrificio espontáneo …

Por un momento, al verte a ti
me olvido de todo …
por un momento.

(19-3-87)



XXVI

A MI HIJO

¡Ese llanto!
Es él …
mi hijo, que llora, que se araña,
que quiere comer.
Voy a consolarlo. Se calma.
Y entre nubes y plumas blancas
duerme tranquilo
otra vez.

(19-3-87)



XXVII

ME HE SENTIDO ROTO, PERO …

He escrito poemas llenos de dolor,
he destrozado versos rebosantes de heridas,
he visto personas repletas de penas
y me he sentido roto, sin horizontes,
pero …
una leve sonrisa de mi mujer, aunque sea en sueños,
un beso cálido de mi hija, cuando me abraza,
o un simple, corto e ininteligible balbuceo de mi hijo
me hacen recobrar de nuevo
la esperanza.

(7-6-87)



XXVIII

¡ESPERA …!

Espera,
no me dejes con este dolor hueco en el costado;
no te vayas
trazando un rastro de negro dolor;
no bajes la mirada,
humildemente, como los derrotados …

Espera,
calma tu ánimo destrozado,
serena tu enraizada desolación,
levanta dignamente la mirada
y empieza un diálogo íntimo
con tu vida.

(13-6-87)



XXIX

SE ME OLVIDÓ

Se me olvidó …
Me encontraba atrapado
en mi mundo reducido,
con mis dudas, mis preocupaciones estúpidas,
mis contradicciones
y …
se me olvidó.

Al alba, muy temprano,
te hubiera llamado
para decírtelo, gritártelo
pero …
se me olvidó.

Y hubiera cambiado
lo que tuviera de valor
por oír tu júbilo,
tu enorme satisfacción,
pero …
se me olvidó.

Me parte el corazón
destrozar tus esperanzas hasta horas extremas,
aguantando un minuto más,
buscando una razón que me justificara,
pero …
se me olvidó.

Desde entonces castigo duramente a mi memoria,
hago ejercicios interminables,
repito lo mismo infinitas veces,
recargo mi mente hasta sus límites,
para que no olvide el día
en que tú cumples años.

(27-10-87)



XXX

NO HAY MANERA

Abuela, tu lugar sigue vacío.

Echamos escombros, ripios,
tierra, lava de un enorme volcán,
la grava de un largo río
y no lo llenamos.
Intentamos inundarlo
de entrañables recuerdos
y sigue, aquí, idéntico abismo.
Le pedimos a Dios
que nos devuelva tu presencia,
pero continúa el hueco intacto …

¡No hay manera de llenar,
abuela, tu inmensa falta!

(8-12-87)



XXXI

INCONDICIONALMENTE

No me importa saber
los quilates de mis “te quiero”,
ni si amor por ti
es denso como azufre
o delicado como una cursi estampa de enamorados
o, como aquel color, pasado de moda.
Me importa saberte querer
día a día: domingos, lunes, octubres, diciembres …
contra aquella nube
que ciega insistentemente mi amor
y no me deja ver que eres tú;
contra rutinas, enfados, indecisiones
que me hacen perder
la intensidad de mi amor;
contra esos obstáculos
que no soy capaz de apartar
del camino que me lleva a ti;
contra el desmayo
que tiene grietas de edificios rotos;
contra todo lo que me aleja de ti
aunque sólo sea durante un breve minuto de mis años.

Me importa saberte querer,
con amor,
incondicionalmente.

(14-11-87)



XXXII

PRIMERO … TÚ

Primero tú, luego
los demás,
aunque rompas una norma de siglos
o te acarrees largos silencios
o tu palabra, tu voz, tu grito
destruya lo inamovible.

Primero tú, y luego
éste y ése y aquél.

Primero, tú:
no soportes el peso de otras conciencias,
ni esperes que mañana sea mejor
si en él, tú no figuras.
No vuelvas a sufrir innecesariamente,
triste, desesperadamente
sola,
porque hayas olvidado
que, antes de los otros,
mucho antes,
eres tú.

(15-12-87)



XXXIII

¡DIME, ASESINO!

¿Qué apocalíptica fuerza te llevó a matar?
¿Qué afilado odio
te impulsó a quitar la viva luz
de los ojos de ese niño?
¿Por qué adelantaste, violentamente,
la muerte de aquél
que amaba la vida más que tú?
¿Qué suprema explicación,
qué idea tan sublime,
te empujó a destruir?
¡Qué mente tan horrorosamente inhumana
te convenció de que el placer
estaba en el dolor de los otros?
A este racimo sangrante, desgarrador,
de interrogaciones,
quiero que me contestes, asesino.

(20-1-88)



XXXIV

SOLA. NUNCA

Mamá,
no estás sola.
Nunca.

Te acompaña siempre nuestro recuerdo
y el inmenso cariño de tus pequeños hijos
y ese pasado titánico que recuerdo tanto
y aquellas vivencias que nos han unido
irremediablemente
y tu fortaleza y tu amor propio
y tu férrea voluntad
y tu entrañable ilusión por nosotros y por lo nuestro
y la admiración de los que te conocen
por la rectitud de tu vida.

Por todo esto
y por mucho más
que no sé decir ahora
por la emoción que me rebosa,
que quiere salir de mi pecho,
que me empuja a llorar …

Por todo esto, mamá,
tú no puedes estar nunca
sola.

(9-4-88)



XXXV

SIGUES SIENDO JOVEN

Escaramuzas en tu piel, crema caliente,
realizan mis dedos, como avanzadillas del deseo,
que recorren delicadamente
los oasis del inmenso desierto de tu ardiente cuerpo.

Mientras tú, estatua inmóvil, viva,
llenas a rebosar tu anhelante placer.

Es tu vitalidad que conservas, año tras año,
como vida nueva que se regenera a través del amor de ambos.

Sí, y es en ese inacabable camino de tu piel,
que desando y recorro como incansable peregrino,
donde encuentro,
a pesar de que cumples un año más,
que sigues siendo joven.

(8-5-88)



XXXVI

HOY ME DESPIDO DE VOSOTROS

Hoy, la despedida
y, sin embargo, somos tan extraños como ayer.

El tiempo se nos escapó de entre las manos
y no hicimos por atraparlo
más que unas sonrisas forzadas,
más que breves diálogos entre aromas de café,
más que unas experiencias
trasvasadas sin convencimiento de continuación.
Sólo nos limitamos
a vivir obligadamente
como condenados a una cadena perpetua
de cursos consecutivos.
Ahí queda el recuerdo
de amistades fugaces, de rencores imperdonables,
de insatisfacciones inconfesadas
y de un tiempo
(un largo tiempo para no haberlo vivido)
que perdimos entre todos.

Hoy, me despido de vosotros,
y, sin embargo, después de tres años,
me invade la sensación
de despedirme de unos desconocidos.

(27-8-88)



XXXVII

ESTÁS EN MI SENTIMIENTO

Seguramente te encuentres
en las regiones etéreas, allá en el cielo,
descansando,
de ese recorrido duro y largo
que realizaste, aquí en la Tierra,
penando.

Quizás tu alma buena,
la que sufrió más que tu cuerpo,
se esté recuperando
del sufrimiento
que sufriste
a tu sillón, inmóvil,
anclado.

Te recuerdo joven,
feliz, con la felicidad nuestra.
te añoro por tu muerte lenta
que soportaste callado.
te rescato en mi memoria, en mi sentimiento
y en mi llanto.

Siento no haber acudido
a tu petición de auxilio
desesperado.
Me duele no poderte contemplar,
con tu sonrisa,
consolado.

Pero …
me consuela imaginarte, para siempre
plácidamente descansando,
de la dura realidad que viviste
tus últimos años
penando.

(29-8-88)



XXXVIII

CUANDO SEAS MAYOR

Cuando te hagas mayor
el niño pequeño, que ahora eres,
se difuminará en la inconsistencia del tiempo.
Recordaré nostálgicamente
tu primera palabra, tu simpatía,
tu aspecto singular,
tus correrías por la casa,
tus palmadas en mi pierna
para cabalgar en un caballo alado
y la alegría extensa porque el destino,
ese que se muestra, a veces, adverso,
hiciera que fueras mi hijo.

Cuando seas  mayor,
hijo mío,
notaremos que tu vida y la mía,
ahora unidas,
comienzan a separarse para, no se sabe,
si encontrarse después.

Cuando te sientas mayor
sufriremos la nostalgia
de no haber vivido juntos
más que insignificantes momentos de nuestras vidas,
y cuando queramos atraparlos,
allá en el horizonte del tiempo,
espero que nuestros caminos distintos
no se encuentren demasiado lejos
para recuperar el pasado
y empezar de nuevo.

(1-9-88)



XXXIX

AYER HABLÉ CONMIGO

Ayer hablé conmigo:
buceé por los insondables caminos de mi mente
y puse todo en orden:
ideas que colgaban de cualquier sitio,
quimeras enredadas en una lámpara,
ilusiones no cumplidas,
temores casi desterrados,
amores nuevos que, así empolvados,
parecían excesivamente viejos,
deseos que quiero realizar pero no sé cuándo …
Coloqué en su sitio verdades y cuentos,
amaneceres y tristes ocasos,
días brillantes y noches de insomnio …

Tuve que ordenar tanto desorden
que acabé naufragando en un mar plácido.

Ayer hablé conmigo y …
¡me hice tantas preguntas!
que, una vez enfrentado a mis peores deseos
(reconocidos, al fin, con la frente baja)
me hallé en una isla de paz,
nadé en un océano de nubes mullidas,
paseé en un otoño sin borrascas
y contemplé un esperanzador horizonte
sin cavernas oscuras ni cielos enmarañados.

Ayer hablé conmigo
y hoy, aunque tan vulnerable como ayer y tan cansado,
mis mañanas rotos y mis anteriores fracasos
los sabré recomponer con más ánimo.

(3-9-88)



XL

PARTICIPA EN MIS SUEÑOS

Es mi hijo
que se hace querer día a día.
Es mi hijo
que se convierte en algo más
de lo que no me podré desprender sin dolor
y participa en mis sueños,
y me alegra el despertar con su abierta sonrisa
(y su lenguaje nada inteligible)
y llena mi vida, un enorme trozo
de mi vida, hasta ahora
vacío,
y hace que mi esperanza se agigante
pensando en un futuro mejor para él,
sin aquello que, desde siempre,
me ha llenado de una latente tristeza.

Es mi hijo que nació ayer
y mi corazón y el suyo
nos advierten que nos conocemos
y no saben decirnos desde cuándo.

Es mi hijo
que pide un lugar en mi vida.

(4-4-88)



XLI

SE LO LLEVÓ

¡Ya estás sola!
La muerte te dejó desconcertada:
de nada sirvieron tus ilusiones,
ni tu amor por él,
ni tampoco su juventud ni la tuya,
ni que tuvieras hijos pequeños,
ni siquiera que os quedara mucho por hacer,
ni gritar que cómo se iba a morir ahora.

¡De nada sirvió!
y quedaste indefensa
y sentiste un inefable desamparo.
Y perdiste tu norte
y tu valor y tu fe en el futuro …
¡Y hoy te encuentras sola
tú, hasta ayer, tan acompañada!

Implacable
ese filo afilado, frío, inhumanamente
se lo llevó,
y sobrevives con tu dolor a solas
y con tus años jóvenes
y con tu amor inmenso
y recuerdos indelebles, nostálgicamente amargos,
de dos.

(24-8-88)



XLII

AHORA QUE LO PIENSO


Acabo de pensar que tú también fuiste joven,
que tu piel fue tersa y suavemente acariciada,
que tus cabellos, ahora blanquecinos,
tuvieron la vitalidad de los quince años,
que tu figura, actualmente, algo encorvada
fue esbelta y radiante
y tu escepticismo pesimista
de este presente, para ti doloroso,
era alegría desbordante entonces.

Ahora que lo pienso detenidamente
entiendo mejor tu desencanto:
el futuro, para ti, ya no significa nada,
tu presente es una dura prueba de supervivencia
y el pasado se encuentra tan lejos
que parece un sueño no vivido.

Sí, es cierto …

Pero …
aún tu dignidad sigue intacta
y también tu humana capacidad para amar y ser amado
y ¡mira a tu alrededor!
el mundo se encuentra ahí, al alcance de tu mano.

No te dejes arrastrar por la triste desolación,
no te entregues, sin lucha, al duro olvido,
no dudes en vivir el tiempo que arrebates
al destino impasible.

(10-11-88)



XLIII

JUNTO A VOSOTROS

Hoy cumplo años y, sin embargo,
de mi horizonte desaparece
esa oscuridad de un futuro con frontera,
pensamiento único del que vive sin algún encanto,
pues, aunque la realidad diaria
me arrastre frecuentemente al desánimo,
mi tiempo es más ancho, más flexible,
cuando con vosotros vivo, duermo, lloro o me enfado.

Espero vivir mucho más junto a vosotros,
aunque no miles de años.
Quiero que sean los justos, los necesarios
para que los cuatro podamos dormirnos
llenos, rebosados
de un tiempo vivido, verdadera y sencillamente,
feliz, sin sobresaltos.

Así no habrá llantos, ni despedidas dolorosas,
ni lágrimas, ni lutos forzados.
El final será un momento asumido
y hasta necesario,
para no rebosarnos más, para no hastiarnos
de tanta felicidad, de tanto tiempo,
por ti, por mí, por ellos,
aprovechado.

(30-1-89)



XLIV

MI ESPÍRITU SIGUE INTACTO


Dentro de mí se encuentra
mi espíritu intacto,
que ve como, paso a paso,
mi cuerpo se hace más viejo,
y como, ante el mundo,
queda por momentos, sensiblemente, desfasado.

Y mi espíritu sigue ahí
con su espíritu de mis veinte años.

Y piensa en mi cuerpo menos joven y más ajado.
 Y se fija en mi pelo, en mis canas
 y en mis fuerzas, que no son las de antaño.
 Y recuerda los días, que pasan como años,
 que me vio vivir simplemente, sin atraparlos.

Y mi espíritu sigue ahí
con su espíritu de mis veinte años.

Desde dentro grita, desesperado,
queriendo demostrar a él y a otros
que sigue intacto, como si nada hubiera pasado,
pero su cuerpo (el mío) cada minuto
se va, lenta e inexorablemente, encorvando.

Hoy mi espíritu, en su cárcel mortal, sigue encerrado
y no deja de gritar visiblemente angustiado,
para que alguien lo crea,
para que se siga fijando
en que el viejo no es él …
es su cuerpo que ya se siente, no sabe bien,
si por sus pesares o por sus trabajos,
aunque se resista a reconocerlo, algo derrotado.

(7-2-89)




XLV

TE HAS VUELTO A ENAMORAR

Otra vez te has enamorado
y … ¡no es de mí!

Él vive en mi casa,
se acuesta junto a mi cama,
comparte mi mesa
y hasta me besa
y me abraza …

No puedo competir con él:
es joven, delicado,
tiene una agradable sonrisa
que seduce,
es cariñoso y atento …
¡es tu ideal de hombre!
¡Es (tengo que reconocerlo)
un perfecto enamorado!

Podría intentar rescatarte
oscureciendo mis canas,
ocultando los surcos de mi piel,
ejercitando mis músculos
o memorizando mis poemas más encendidos
para asombrarte …
pero es inútil …
porque estás profundamente enamorada
de nuestro hijo.

(9-5-89)






Article 5

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Alcazaba de Jesús Sánchez Adalid

(Madrid, Planeta, 2012)

Hace un par de semanas fui a la biblioteca a por un libro de lectura y no estaban disponibles ninguno de los que llevaba en mente, así que tenía cerca en la estantería este libro de Sánchez Adalid y me lo llevé a casa, porque este autor siempre resulta entretenido (menos Los milagros del vino que me resultó infumable).

Bien, pues ya he terminado de leer Alcazabay ha cubierto mis expectativas porque me he entretenido con su lectura por tres motivos principales. El primero, porque me ha resultado, como las otras novelas de Adalid, muy didáctica. Leer sus novelas históricas, que no se exceden en su número de páginas (no le sucede así a Posteguillo con su Circo Máximo, por ejemplo), es como asistir a entretenidas clases de Historia en la Facultad. Es una excelente forma de aprender Historia leyendo amablemente sin tener que soportar el carácter científico de los historiadores que, con su rigidez a macha martillo, suelen privar a la Historia de su componente emotivo, cuando es imprescindible para entenderla plenamente. Sánchez Adalid así lo entiende y cuenta la desconocida historia de Mérida en el siglo VIII con un discurrir sereno y un plácido tono que invita a leer, a la vez que va descubriendo formas de vida, concepciones religiosas y costumbres distintas de la gente diversa que convive en la ciudad: “El Ramadán transcurrió para los musulmanes consagrado a sus ayunos, coincidiendo con el mes de septiembre en el calendario cristiano. Cuando llegó el tiempo en que maduran los membrillos y las granadas, el primer día del décimo mes, Shawaal, se celebraba la fiesta del Aid al-Fitr.” (152).

El segundo motivo que me ha entretenido de la lectura de Alcazaba es conocer cómo convivían musulmanes, judíos y cristianos en Mérida, cuando España estaba dominada por los árabes. Así me he informado sobre la difícil convivencia que se establece entre personas procedentes de distintas culturas. La paz entre ellos pende siempre de un hilo por su visión distinta de la realidad y del  mundo y por los intereses particulares de unos y otros, cuyo origen muchas veces se confunde con los bajos instintos: “Los hombres principales de Mérida, jefes árabes, muladíes, bereberes, judíos o cristianos, convocados para la reunión […] con los ojos ansiosos, expectantes, los semblantes graves y guardando un elocuente silencio, ocuparon cada uno el lugar que le correspondía en la sala de audiencias” (181). Ahora la globalización y la crisis fomentan la mezcla de razas y, en todos los países, conviven pacíficamente gente de muy diversa procedencia pero, por lo que les oigo a personas cercanas que han tenido que vivir o están viviendo en otro país, siempre existe una incomodidad íntima de no reconocerse plenamente en el entorno por muy bien instalado que se esté y se añore fervientemente el entorno de procedencia. Por ese motivo es urgente conseguir que nadie se vea obligado a abandonar su tierra: “Pienso que el hombre debe vivir en su patria y creo que el desarraigo de los seres humanos es una frustración que de alguna manera u otra entorpece la claridad del alma” (Pablo Neruda).

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Y el tercer motivo que me ha entretenido es la sensual historia de amor entre Muhamad con Judit y su prima Adine, ambas judías, y cómo el autor resuelve sin problemas el triángulo amoroso aprovechando que Mahamad es árabe y puede tener relaciones íntimas con más de una mujer sin que esté mal visto: “Tú eres distinta, mujer. ¿No te das cuenta de que estoy loco por ti y por nadie más? […] ¿Qué quieres de mí? Te quiero a ti simplemente. ¿Simplemente?, preguntó ella enfadada. […] ¿Y Adine? Tu prima se aprovechó de las circunstancias” (378).

En fin, un detalle que me ha vuelto a conmocionar, pues por desgracia existe en cualquier momento de la Historia, es la violencia; en este caso me refiero a la crueldad que usa Abderramán cuando toma represalia por la sublevación de Mérida degollando indiscriminadamente a un montón de personas para dar público escarmiento: “Los soldados rodearon a los cautivos […] sacaron su afiladas espadas y les cortaron las gargantas”. ¡Qué locura! ¿Cómo el ser humano puede ser tan cruel con sus semejantes? ¿Qué oscura maldad ancestral lo sigue habitando?


asalgueroc
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