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Channel: IMPRESIONES DE LECTURA ASALGUEROC
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 Media vida de Care Santos
 (Barcelona, Destino, 2017 -Premio Nadal-)

Es una interesante novela sobre la vida fracasada de cinco amigas que estuvieron juntas en un internado (“La hermana Presentación […] obligaba a Lolita a llevar una venda que le comprimiera los pechos y también a ducharse con el camisón. Ya le había echado el ojo a Marta, cuyo cuerpo había empezado también a cambiar con mucha rapidez”), no se veían desde hacía más de treinta años y una de ellas, Marta, las invita a una cena que sirve a la autora para realizar un profundo estudio sicológico de cada una de ellas y, a la vez, de sus frustradas existencias, en buena medida propiciadas por los hombres con que se han relacionado amorosamente: Nina va de uno en otro sin encontrar la estabilidad emocional; Olga no ha sentido nunca el orgasmo, a pesar de ser madre de varios hijos; Marta creía tener un matrimonio sólido y se ve obligada a pedir al marido el divorcio, porque la engaña con otras; Lola ha esperado tres décadas a confesarle al hombre de su vida que lo amaba y se casó ya mayor con él después de morir la esposa, que era su mejor amiga, y Julia, la diputada, que está sola porque no tiene tiempo para enamorarse y guarda un resentimiento contra las demás porque, realizando el juego de las prendas, la obligaron a realizar una prueba que desembocó en una funesta consecuencia: “Comenzó por el principio. Es decir, por la noche calurosa de 1950 en que Vicentín la violó. Lo dijo a las claras sin rodeos, sin eufemismos. Violación”.

No obstante, Care Santos peca por tres motivos: uno porque fuerza la realidad cuando hace que todo sea culpa de los hombres, lo que suena a puro feminismo: “[…] el gilipollas. Me dejó tirada con los dos enanos y se lio con un putón viejo del sindicato”. Dos, la técnica narrativa, aunque muestre vigor a lo largo de la novela, es la del blá blá blá: narrar, narrar y narrar…; al final aburre, como navegar por un río de aguas plácidas...: “La vida es un riesgo, como una riada. Hay quien siempre camina cómodamente por la orilla contemplando los estragos en las vidas de los demás y hay quien cae al agua y es arrastrado por la corriente. Algunos no salen enteros. Otros caen se zambullen, se dan tres o cuatro revolcones contra el fango del fondo y al fin consiguen agarrarse a algo que había en el camino. O a alguien. Salen y el resto de su vida pueden contar la experiencia de rodar por el fango. Yo soy de éstas”. Y tres, la novela tiene una ambientación claustrofóbica, pues la primera parte se desarrolla en el internado y la segunda en el restaurante de Marta y esto crea una atmósfera asfixiante porque no tiene respiros y la autora debía saber que el lector necesita tomar aire de cuando en cuando.

Y todo para concluir tan largo relato en una idea poco original, que se podría resumir en la expresión tan repetida en la literatura de hoy día: ¡qué asco de vida! Por tal motivo este enfoque supone un puro derrotismo que debería estar penado moralmente, porque no aporta ninguna esperanza a los demás. ¿Y ahora qué hacemos? ¿caemos en el desencanto?..., es decir, no ofrece solución alguna a esta demoledora visión. Entonces me pregunto: ¿para qué sirve este tipo de Literatura si no nos salva? ¿para hundirnos en la desilusión? La verdad es que resulta un sinsentido pues, si no aporta ninguna luz esta novela, ¿qué gana el lector con leerla?

No obstante, como obra literaria, Media vidatiene un buen nivel de calidad por su prosa ágil, su sólida estructura, sus dinámicos diálogos y una seguridad tonal que la autora sabe mantener de principio a fin: “-Nunca más –respondió ella, congelando la sonrisa-. Lo intenté una vez, pero no quisieron verme. Bueno, la doncella me dijo que estaban muy ocupados, que no podían recibir visitas. ¡Visitas! Me despacharon, a  mí y a mi hijos. Mi padre me mandó un recado (supuse que a espaldas de mi madre): si necesitaba dinero podía prestármelo. Yo no quería nada. Estaba a punto de marcharme a Madrid. Sólo quería que mis hijos conocieran a sus abuelos, ¡me dolía tanto que sólo me tuvieran a mí!”.

asalgueroc

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