TIEMPOS RECIOS de Mario Vargas Llosa
(Barcelona, Penguin Random House, 2019)

Vargas Llosa con Tiempos recios descubre el vergonzoso manejo de Estados Unidos en Hispanoamérica, que no para ante nada (dinero, armas, bombardeos, desplazamientos de masas humanas) y rige a su antojo el destino de sus habitantes, la mayor parte sumidos en la miseria más atroz. Y además lo hace de la manera más brutal alentando magnicidios, asesinatos, hambrunas, persecuciones, de tal manera que aún hoy es una pena pensar en la triste situación de aquellos países hermanos a los que seguramente les hubiera resultado más rentable humana y económica que no se hubieran desvinculado de España, a la que, por algo será, sigue llamando la madre patria.
No obstante, el valor de Tiempos recioses cómo cuenta lo citado Vargas Llosa. Da gusto leer el libro, aunque no resulta fácil seguir sin liarse el hilo de la cantidad de personajes, nombres y situaciones que aparecen en esta obra, donde una vez más Vargas Llosa muestra sus extraordinarias dotes de cronista y narrador que lleva al recuerdo de otros de sus libros insignes como La guerra del fin del mundo y Pantaleón y las visitadoras, dos obras de arte de la Literatura universal.
RECORDAD PEARL HARBOR de Manu Leguineche
(Madrid, Temas de hoy, 2001)

Y luego el resultado fue como siempre: los millones de muertos inocentes, la destrucción, la desolación y el dolor que produjo no fue castigado como se merecía y el máximo responsable de este magnicidio, el emperador Hirohito, no solo no fue juzgado por crímenes de guerra sino que tampoco fue destituido, porque EE.UU. consideró que les servía como muro de contención del comunismo. Otro caso de ¡vivir para ver! ¡Una vergüenza!
FUSILES Y CLAVELES de Diego Carcedo
(Madrid, Temas de hoy, 1999)
Es un libro interesante, escrito por Diego Carcedo, uno de los mejores corresponsales que tuvo TVE en la época dorada del reportaje, con Manu Leguineche, De la Cuadra Salcedo, el capitán, y otros. En aquellos tiempos, aunque estos arriesgados e intrépidos reporteros apenas disponían de medios, nada era obstáculo para ellos ya se tratara de entrevistar al más sanguinario señor de la guerra o de probar un brebaje alucinógeno preparado por los indios yanomamis del Amazonas.
Carcedo, corresponsal en Lisboa cuando se produce la revolución de 25 de abril del año 1974, describe con precisión las causas del descontento, sobre todo de una oficialidad de tenientes, capitanes y mayores, por la guerra en las colonias y los bajos sueldos de los militares, que a duras penas conseguían llegar a final de mes. Cómo surge la unión entre estos oficiales, cómo preparan el golpe de estado y cómo lo llevan a cabo y, sin más vuelven a sus cuarteles, mientras se forma una Junta de Salvación Nacional con militares de alta graduación, algunos de los cuales no habían sido partidarios de la revolución como el presidente, general Spínola, que lo declaró abiertamente, cuando le propusieron la presidencia de la Junta.
Y todo, curiosamente, queda más o menos como estaba, pues la policía política no es disuelta y Marcelo Caetano, el dictador derrocado, es el que induce al general Spínola a que acepte presidir la Junta... Además los oficiales que dieron la cara terminaron en el ostracismo, pues nadie les hizo caso ni les agradeció su decidida acción en favor de la democracia en Portugal.
LA GUERRA DE ESPARTACO de Barry Strauss
(Barcelona, Edhasa, 2010)
Es un libro curioso, pues no asegura nada. El autor advierte que todo está basado en suposiciones y en los escasos datos históricos, que se conservan de algunos historiadores latinos que, además, no son coetáneos de la rebelión de los esclavos dirigida por Espartaco.
Básicamente es lo que cuenta la película Espartacocon Kirk Douglas de protagonista: los gladiadores de Capua se rebelan por el desprecio humano a que son sometidos y se fugan unas docenas. La noticia se difunde por toda Italia y se unen a ellos de 40.000 a 60.000 esclavos, entre los que hay también algunos hombres libres. Vencen en varios enfrentamientos militares, mientras buscan una escapatoria a través de los Alpes, pero quizás les resultan infranqueables; vuelven al sur con el fin de pasar a Sicilia, pero son traicionados por los piratas a los que habían pagado, quizás sobornados por Verres, el gobernador romano de aquella provincia, y ellos por sí mismos no consiguen pasar con almadias el estrecho de Mesina que solo tiene en su parte más estrecha unos kilómetros. Vuelven hacia el norte otra vez, quizás pensando que es su única salida, pero son interceptados por Craso y su ejército, que los vencen.
Espartaco, que había demostrado mucho valor y grandes dotes de mando, muere en la batalla y no se localiza su cuerpo quizá desfigurado por las heridas que debió recibir, porque el autor del libro piensa que se batió con valentía y vendió cara su vida.
No obstante, Barry Strauss concluye advirtiendo que todos los romanos implicados murieron después de una forma violenta como Craso o Cicerón y que únicamente Espartaco perdura en el imaginario colectivo y su nombre ha pervivido a lo largo de los siglos, mientras los demás han sido olvidados.
POSTALES DE LA MEMORIA de Antonio Vélez
(Badajoz, Tecnigraf / Voz Emerita, 2010)

También aprovecha Vélez, alcalde de Mérida de 1981 a 1995, para aclarar ciertos hechos de los que ha sido testigo directo como la construcción del Museo de Arte Romano o destacar el aprecio por Mérida de Rafael Alberti, Camilo José Cela, Mercero o Terenci Moix, a los que trató estrechamente en sus visitas a Mérida.
Todo esto y más lo expone en 72 artículos de tres páginas, titulados “Aquellos maravillosos cines de nuestra infancia”, “Playa de Educación y Descanso”, “La calle del puente”, “Mi vieja escuela” o “Las pandillas y el tonteo”. Todos ayudan a reconstruir la historia de Mérida, pues Vélez menciona hechos, noticias y circunstancias que no suelen aparecer en otros medios y, además, los expone con una pasión emotiva que imprime a su libro no solo un valor histórico sino más bien emocional.
asalgueroc